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25 de noviembre de 2020

¿Por qué el 24 de noviembre se celebra el Día de la Evolución?


El día 24 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Evolución, primero porque fue la fecha en la que se publicó "El Origen de las Especies". Pero también porque fue un día como hoy, en 1974, que se descubrieron los restos fósiles de Lucy. 

Para conocer más sobre la vida de Darwin y la trascendencia de sus descubrimiento los invito a ver la siguiente presentación:

 

¿Quién es Lucy?

Una mañana de domingo, el 24 de noviembre de 1974, un equipo de investigadores estaba excavando un sitio remoto de la región de Afar, en Etiopía. Y encontraron el 40% del esqueleto de un homínido (uno de juestros antepasados), el esqueleto estaba bien conservado y tenía más de tres millones de años.

Y aquí entran los Beatles en esta historia...

Artista: The Beatles Álbum: Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band

Por la noche, en el campamento, sonaba una canción de los Beatles:"Lucy in the Sky with Diamonds".

Donald Johanson, el paleoantropólogo que descubrío los fósiles creía que el esqueleto era de una mujer.

"¿Por qué no la llamas Lucy?", le dijo alguien.

La sugerencia cayó como anillo al dedo.

"De repente", recuerda Johanson, "ella se convirtió en una persona".

Pasaron unos cuatro años hasta que Lucy fue descrita oficialmente.

Pertenecía a una nueva especie llamada Australopithecus afarensis y era evidente que era uno de los fósiles más importantes nunca antes descubierto.


¿Cómo era Lucy?

Medía 1.1. metros de altura y pesaba 27 kilos.

Su cráneo, mandíbula y dientes eran más como los de un simio que las de otros Australopithecus.

El lugar donde estaba encajado el cerebro era muy pequeño, no mayor que el de un chimpancé.

Pero Lucy ya caminaba erguida.  Y el caminar es uno de los rasgos que nos hacen exclusivamente humanos.

Además de frutas, Lucy se alimentaba de pastos y juncos y, posiblemente, carne.

Lucy murió a la edad de 20 años al caer de un árbol, por sus huesos se sabe que ya había alcanzado la edad adulta.

En síntesis, Lucy era algo a mitad de camino entre los simios y los humanos.

 

¿Dónde se ubica entonces en nuestro árbol genealógico?

Al parecer, Lucy no nos remonta a nuestros ancestros comunes con el chimpancé como se pensaba.

Los últimos estudios genéticos indican que nos separamos de los chimpancés mucho antes, quizá incluso hace 13 millones de años.

Pero la especie de Lucy sigue siendo el mejor candidato a ser nuestro ancestro directo. Pero hace falta hallar más evidencia fósil de ese período.

Con información de BBC MundoNational Geographic


12 de marzo de 2020

Ingenieros de hace 1,8 millones de años

Un estudio demuestra que los homínidos de la Garganta de Olduvai (Tanzania) fabricaban herramientas de piedra específicas en función de su uso, dureza, capacidad y vida útil.

Trabajadores del yacimiento de 1.3 millones de años, en la garganta de FLK West de Olduvai (Tanzania), donde actualmente investiga el arqueólogo español del CSIC Ignacio de la Torre.

El uso de materiales del entorno como herramientas no es exclusivo del hombre. Muchas especies son capaces de utilizar elementos disponibles. El trono de antigüedad de esta práctica por parte de homínidos se sitúa ahora en 2,58 millones de años en una zona desértica al sur de Etiopía conocida como Bokol Dora, donde se han hallado unas 300 herramientas pequeñas y afiladas, según publicó un equipo internacional de paleoantropólogos en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU. Pero hay un salto evolutivo sustancial: la selección de materiales, no necesariamente del entorno más cercano, por su dureza, potencial de carga y vida útil para fabricar herramientas específicas más eficientes. La prueba de esta práctica hace 1,8 millones de años ha sido demostrada en una excavación en la Garganta de Olduvai (Tanzania), cuna de la primera cultura humana y donde se escribieron las primeras páginas del génesis de la ingeniería si se considera esta como el conjunto de conocimientos orientados a la invención y utilización de técnicas para el aprovechamiento de recursos naturales.

El hallazgo, publicado por Journal of Royal Society Interface, ha sido realizado por un equipo de la Universidad de Kent, el UCL Institute of Archaeology (ambas instituciones del Reino Unido) y el profesor Ignacio de la Torre, del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, que ahora se encuentra en Tanzania completando la investigación.

La primera cultura humana, la Olduvayense (llamada así por la Garganta de Olduvai de Tanzania), se caracteriza por el uso de cantos tallados. La investigación liderada por Alastair Key, ha demostrado que los homínidos de esta zona dieron un paso fundamental en la evolución al descartar las lavas, cuarcitas o cherts (roca sedimentaria) disponibles y adecuadas para producir herramientas de piedra para decantarse por otros materiales más adecuados a la función que buscaban.

«Lo que hemos podido demostrar es que nuestros antepasados estaban tomando decisiones bastante complejas sobre qué materias primas utilizar y lo hacían de una manera que producía herramientas optimizadas para circunstancias específicas. Aunque sabíamos que las especies de homínidos posteriores, incluida la nuestra, eran capaces de tomar tales decisiones, es increíble pensar que las poblaciones de hace 1,8 a 1,2 millones de años también lo estaban haciendo”, explica Key.


14 de febrero de 2020

El circuito del miedo en los seres humanos


El primer sitio donde se localiza el miedo reside en el cerebro, en una estructura -con forma de almendra- denominada amígdala. Encargada de controlar y procesar emociones, la amígdala da la señal de alarma ante nuestros miedos más primitivos y, lo que es más importante, los pone en relación con el resto del cerebro. Gracias a esta estructura compleja nuestra especie ha sobrevivido, puesto que la amígdala ha hecho saltar las alarmas orgánicas de nuestros antepasados cuando se presentaban estímulos amenazadores para su integridad física. De esta manera, ante un indicio de peligro, la amígdala se pone en marcha, emitiendo una señal al resto del cuerpo. Incluso, hay ocasiones, en las que la amígdala se pone activa antes de que seamos conscientes del peligro. Es cuando empieza la sudoración.

Con esto, bien puede decirse que el miedo es una respuesta defensiva tan antigua como el mundo y que nos sirve para ser conscientes del peligro cercano. De hecho, ya hemos visto que en las sociedades primitivas el miedo servía para proteger la vida. De manera parecida, en épocas no muy lejanas, el terror desplegado por los gobiernos totalitarios en Europa sirvió a los regímenes para salvaguardarse a sí mismos.


6 de enero de 2020

El ser humano comenzó a usar ropa hace 170.000 años


Estudiando el ADN de los piojos, un científico descubrió que el hombre empezó a usar ropa hace 170 mil años y subsistió cerca de 800 mil años sin vello corporal y sin ropa.


Un nuevo estudio en el que se ha rastreado la evolución de los piojos demuestra que los humanos modernos comenzaron a usar ropa hace unos 170.000 años. Esta nueva tecnología les permitió tiempo después marcharse de África y emigrar con éxito a otras partes del mundo.

El investigador principal, David Reed, del Museo de Historia Natural de Florida, en el campus de la Universidad de Florida, estudia los piojos de los humanos modernos para conocer mejor la evolución humana y los patrones de migración. En su último estudio, que ha durado cinco años, utilizó la secuenciación de ADN para calcular cuándo los piojos de la ropa comenzaron a divergir genéticamente de los piojos del cabello humano.

Los datos con los que ha trabajado Reed muestran que los humanos modernos comenzaron a usar ropa unos 70.000 años antes de emigrar hacia zonas de climas más fríos, en latitudes más altas, un proceso éste último que se inició hace unos 100.000 años. Determinar con este grado de exactitud cuándo comenzó el Ser Humano a llevar ropa sería prácticamente imposible disponiendo sólo de datos arqueológicos, porque la ropa de tanto tiempo atrás difícilmente puede conservarse hasta nuestros días en los yacimientos arqueológicos.

El estudio también muestra que el Ser Humano comenzó a usar ropa mucho después de perder el pelaje de su cuerpo, lo cual, según investigaciones previas, sucedió hace alrededor de un millón de años. Esto significa que el Ser Humano pasó una cantidad considerable de tiempo sin pelaje corporal ni ropa.

El motivo de estudiar a los piojos en el marco de la arqueología y la paleontología es que, a diferencia de la mayoría de los otros parásitos, su notable especialización en las especies que parasitan los hace mantener una estrecha relación de coevolución con éstas, hasta el punto de que estudiarlos permite a los científicos obtener datos importantes sobre los cambios evolutivos en el animal parasitado basándose en los cambios detectados en el parásito.

En un estudio de los piojos de la ropa dirigido en 2003 por Mark Stoneking, un genetista del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, se llegó a la conclusión de que los seres humanos comenzaron a usar ropa hace unos 107.000 años. Pero la investigación de Reed incluye nuevos datos, así como métodos de cálculo más adecuados para este tipo de trabajo.

El nuevo resultado de este estudio es una fecha inesperadamente antigua para el inicio del uso de la ropa, bastante anterior a lo inferible a partir de los indicios arqueológicos disponibles. Sin embargo, esa fecha tiene su lógica, ya que significa que los primeros humanos modernos probablemente comenzaron a usar ropa de forma habitual para protegerse del frío cuando se enfrentaron por primera vez a las duras condiciones de una Edad de Hielo.

Los seres humanos modernos surgieron hace unos 200.000 años. Y la fecha planteada por el estudio sugiere que los humanos comenzaron a usar ropa en la penúltima era glacial, la primera con la que se toparon.

La ropa, junto con el fuego y las herramientas para cazar constituyen las tres tecnologías fundamentales en la evolución epigenética del hombre en sus albores.
 
Fuentes:

Noticias de la Ciencia

Pijama Surf 

Los humanos ya cocinaban papas hace 170.000 años

Rizomas tostados hallados en Lebombo (Sudáfrica) muestran cómo los 'sapiens' cocinaban vegetales que les ayudaron en su expansión.


El hallazgo de una serie de tallos tostados prueba que los humanos ya cocinaban plantas hace al menos 170.000 años. Las muestras serían rizomas o tubérculos de una especie de patata. Aunque se pueden comer crudos, multiplican su aporte nutricional una vez cocinados. Para las autoras del descubrimiento, los restos chamuscados de la fotografía debieron ser parte fundamental del desarrollo de la dieta humana y de la propia evolución de la especie.

"Se trata de las partes subterráneas de plantas comestibles más antiguas halladas en el mundo", afirma la investigadora del Instituto de Estudios de la Evolución de la Universidad de Witwatersrand (Johannesburgo, Sudáfrica) y principal autora de la investigación, Lyn Wadley. La observación al microscopio y su comparación con varias especies actuales ha permitido a Wadley y sus colegas determinar que 55 de las muestras analizadas serían rizomas de Hypoxis angustifolia, planta que pertenece al género de las patatas africanas. "Aún se comen hoy en muchas zonas rurales de África cocinándolas sobre las ascuas de una hoguera", añade. De hecho, los restos encontrados en una cueva de la cordillera de Lebombo, en el nordeste de Sudáfrica, estaban entre las cenizas de un fuego.
Gracias a varias técnicas de datación y a su posición en el estrato, las autoras del estudio estiman que los tallos fueron asados hace unos 170.000 años, con un margen de error de unos pocos miles de años. "Se han hallado semillas aún más antiguas en otros yacimientos", aclara Wadley. "Pero la relevancia de los rizomas de Hypoxis es que son ricos en almidón (como las patatas) y altamente nutritivos", añade la veterana arqueóloga.

El almidón es el carbohidrato de reserva de la mayoría de los vegetales y en el intestino humano tiene un papel que resulta vital. Como recuerda la investigadora sudafricana, la carne de caza africana es muy magra y escasa en grasas, en especial en la temporada seca. "Las proteínas de la carne magra no pueden ser metabolizadas por los humanos si no intervienen los carbohidratos o las grasas", dice. Así que la incorporación de los azúcares de los rizomas de H. angustifolia habría permitido a los primeros Homo sapiens procesar las proteínas y obtener una dieta más equilibrada.

Lyn apunta un detalle en apariencia menor: "Una vez cocinados, son más fáciles de pelar y la fibra se descompone, haciendo que los rizomas sean más digeribles. Esos beneficios debieron ser relevantes para los mayores del grupo y para los más pequeños". Sobre este hecho argumenta: "Al ser los miembros más vulnerables, no formarían parte de las salidas a recolectar, debiendo esperar en la cueva. El hecho de que la comida fuera transportada hasta el hogar y luego cocinada aporta información extra sobre la conducta social y cómo compartían hace 170.000 años".

Las autoras de la investigación, publicada en Science, aportan otro elemento en sus conclusiones. Los humanos necesitan un mínimo de 100 gramos de carbohidratos al día para que su órgano estrella, el cerebro, funcione de forma óptima. Con estos rizomas podrían cubrir sus necesidades. "Por los huesos de animales que hemos encontrado, sabemos que los habitantes de la cueva también comían carne", comenta Lyn y añade: "Los Homo sapiens tienen cerebros grandes y exigentes [en energía], pero intestinos pequeños (comparados con homininos anteriores). La única manera de mantener esta relación era que comieran comida de gran calidad". Lyn también recuerda que la Hypoxis angustifolia se da en casi toda África, así que bien pudo ser un sostén en la expansión humana por el continente y más allá.
 
Con información de: El País (España)

Dinamarca: un ‘chicle’ de hace 6.000 años conserva el ADN de la chica que lo mascaba

Esta resina de abedul ha permitido identificar las bacterias orales y lo que había comido antes de masticarla.

Recreación artística de una mujer joven a partir de la secuenciación de los genes encontrados en un 'chicle' prehistórico.

Una especie de chicle de hace casi 6.000 años aún conserva la marca de los dientes de quien lo mascaba. De ahí, un grupo de investigadores ha podido obtener ADN humano, pero también el de las bacterias que tenía en la boca. Es más, lograron identificar un virus que portaba y hasta lo que había comido antes de masticar esta goma de mascar milenaria. La chica (pues han podido determinar su sexo gracias a la genética) era morena de cabello y piel y de ojos claros. Los investigadores la llaman Lola.

La idea de obtener ADN antiguo era casi imposible hasta hace poco y, menos aún, si no era de algún hueso o diente debido al deterioro del material orgánico con el paso del tiempo. Pero el avance de las técnicas de lectura y secuenciación está permitiendo a los científicos localizar, como los forenses actuales, información genética humana registrada en cosas u objetos que estuvieron en contacto íntimo con alguien. ¿Y qué hay más íntimo que meterse un objeto en la boca y masticarlo?

En el genoma secuenciado no encontraron la mutación que permite a la mayor parte de los humanos modernos beber leche animal sin indigestarse. Tal mutación apareció hace unos 10.000 años y debió propagarse de forma paulatina desde entonces. Toda esta información permite a los autores del estudio identificar a la chica como miembro de algún grupo de cazadores recolectores que aún no había entrado en la nueva era del Neolítico europeo traído por nuevos pobladores desde el este y sureste del continente. Pero el chicle aún tenía mucho más que contar.

"También obtuvimos ADN de microbios bucales y varios patógenos humanos de importancia", comenta Schroeder. En el microbioma oral encontraron bacterias comensales, beneficiosas, como la Neisseria subflava, pero también perjudiciales, como la Porphyromonas gingivalis y la Treponema denticola, lo que indica que la mujer tenía una seria periodontitis, lo que reforzaría el uso del chicle como calmante. Además, el análisis de las muescas también permitió identificar el rastro del virus de Epstein-Barr, que ataca a las células de las glándulas salivales. Por último, los investigadores también hallaron genes que no eran ni humanos ni bacterianos: unos eran origen animal, los de un ánade real (un pato) y otros de procedencia vegetal, de avellanas en concreto. Debió de ser la comida que tomó la chica poco antes de mascar el chicle de abedul.

Con información de: El País (España)
 

La vida en las primeras ciudades: violencia, enfermedades y desnutrición


Un tercio de los habitantes de una urbe con 9.000 años de antigüedad sufrió infecciones, muchos de ellos agresiones con piedras en la cabeza, y toda la comunidad tuvo problemas dentales.


Después de cientos de miles de años deambulando por el planeta, hace unos diez milenios los humanos dejaron de hacerlo. En la gran revolución que fue el Neolítico, unos pocos adelantados se asentaron y vivieron de lo que cosechaban y pastoreaban. Ahora, el estudio de los muertos de una de aquellas primeras ciudades muestra que sus habitantes cogieron nuevas enfermedades, sufrieron niveles de violencia nunca vistos y pasaron hambre. Sin embargo, hoy la mayoría de las personas vive en ciudades y la práctica totalidad se alimenta con productos criados o cultivados.

En la llanura de Konya, en el sur de la región central de la actual Turquía, se descubrió en los años sesenta la ciudad de Çatalhöyük. Las primeras casas, hechas de ladrillos de adobe, tienen 9.100 años de antigüedad. No es la primera urbe de la prehistoria, hay aglomeraciones urbanas varios siglos más antiguas (Ain Ghazal, Beidha o Shkarat Msaied, todas en Oriente Próximo), pero sí es la mejor conservada. En la ciudad llegaron a vivir hasta 8.000 personas.

"Çatalhöyük fue una de las primeras comunidades protourbanas del mundo y sus residentes tuvieron los problemas que implica reunir a mucha gente en un área reducida durante mucho tiempo", dice el profesor de Antropología de la Universidad Estatal de Ohio (EE UU) y coautor del estudio Clark Larsen. La revista PNAS publica ahora los resultados de 25 años de investigación de una decena de científicos capitaneados por Larsen, la mayoría bioarqueólogos, que buscan en los restos humanos (sobre todo huesos y dientes) saber cómo vivían aquellos primeros urbanitas. Y han tenido bastante con qué investigar: Hasta 470 individuos completos y restos de otros 272. Enterrados en su inmensa mayoría bajo el suelo de las casas.

Tanta población en una ciudad donde ni siquiera había calles y se entraba al hogar por el tejado, debía generar estrés social y este degenerar en actos violentos. Una submuestra de casi 100 cráneos desvela una violencia no encontrada antes en el registro fósil. 25 de las cabezas tienen marcas de al menos una fractura (los hay con más de una). Salvo una lesión provocada por algún objeto punzante, el resto tienen una forma ovalada y con aplastamiento del hueso craneal. Esto encajaría con golpes provocados por una piedra. En muchos casos, en especial en los de las mujeres, la pedrada fue por la espalda.

Sin embargo, la mayoría de las fracturas están selladas, cicatrizadas, por lo que no murieron de los golpes. "Esto podría indicar que no había intención de matar, sino quizá más de castigar o controlar determinadas conductas. Lo vemos relacionado con disputas intracomunitarias y, posiblemente, como una forma de control social mediante la coerción física", razona Knüsel. Es decir, no hay pruebas de violencia ejercida por gentes de fuera, solo de la practicada por el propio grupo del agredido.

El otro gran coste de vivir en la ciudad fue el de la salud. Entre los recolectores y cazadores, el contacto con otros grupos humanos era raro. Aquí se apiñaban miles de personas. Aunque encalaban con periodicidad suelos y paredes, y la cal es un gran desinfectante, se han encontrado restos de desechos orgánicos dentro de las casas. No había algo parecido a una letrina y los corrales de los animales estaban pared con pared con las casas.

Aunque son pocas las enfermedades que afectan directamente a los huesos, muchas infecciones bacterianas pueden dejar su marca en ellos (reacción perióstica). Hasta el 33% de los restos humanos tienen alguna de estas marcas. Un estudio publicado recientemente encontró huevos de parásitos intestinales en coprolitos (heces fosilizadas) en Çatalhöyük.

"En general, se piensa que a medida que las poblaciones de cazadores recolectores se establecieron para convertirse en agricultores hace unos 10.000 años, tuvieron las ventajas de un suministro estable de alimentos, un aumento de la fertilidad de las mujeres debido a esto y una mejor defensa contra los animales salvajes", comenta el paleopatólogo de la Universidad de Cambridge Piers Mitchell, autor del trabajo de los coprolitos. "Sin embargo, entre las desventajas estarían una propagación más fácil de las enfermedades infecciosas a medida que crecía el tamaño de la población, las debidas a los desechos humanos y la posibilidad de mayor violencia interpersonal entre diferentes grupos a medida que las personas intentaran robar objetos de valor a otros grupos" añade Mitchell, no relacionado con la actual investigación.

En los huesos —y los dientes— también ha quedado grabado lo que comían los primeros ciudadanos. Analizando la presencia de distintos isótopos, en particular de nitrógeno, los investigadores pudieron determinar la mayor o menor cantidad y variedad de carnes y vegetales ingeridos. La base de su dieta eran ya los cereales, en especial diversos tipos de trigo, y las legumbres. Ambos alimentos procedían de variedades ya domesticadas por los humanos. Esta dieta provocó que todos los individuos analizados sufrieran de hipoplasia dental, es decir, pérdida del esmalte. Aunque en esto también pudo influir que la media del periodo de lactancia materna superaba los 3,5 años. Además, el 10% de los dientes recuperados tienen caries.

Aquellos mismos isótopos muestran que cabras y ovejas aportaban la parte esencial de las proteínas animales. Solo en los últimos tiempos de Çatalhöyük aparecen las vacas. También permiten comprobar que los pastores tenían que ir cada vez más lejos en busca de nuevos pastos. Esto se ve confirmado con ligeros cambios en los huesos de las extremidades inferiores de varios de los restos humanos. Para los autores del estudio, esto indicaría que cada vez tenían que recorrer distancias más largas. Finalmente, la ciudad fue abandonada en torno al 5950 antes de esta era. No está claro el motivo, pero un enfriamiento global unido al agotamiento de las tierras más cercanas podría explicar el abandono de la ciudad primigenia.

Con información de: El País (España)
 

22 de noviembre de 2019

Los seres humanos somos 8% virus

Se trata de partículas virales que vienen integradas en nuestro genoma. Lo riesgoso es que podrían desencadenar enfermedades.
 

Un reciente estudio, publicado el 11 de julio de 2019 en “Frontiers in Genetics”, hace una revisión del papel que tendrían los retrovirus endógenos humanos (HERV, por sus siglas en inglés) en el desarrollo de una serie de enfermedades crónicas de causa desconocida, tales como la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, el cáncer y la esquizofrenia.


La revisión de lo que son los HERV nos lleva al fascinante mundo del genoma, del ‘ADN basura’ y de los virus fósiles. Veamos.

El genoma y el "ADN basura"

El genoma del ser humano está compuesto por 46 cromosomas, 23 provenientes del padre y 23 de la madre. Estos contienen aproximadamente 20.000 a 25.000 genes, los cuales ejercen su función sintetizando o fabricando sustancias químicas llamadas proteínas, las cuales actúan a diversos niveles del organismo. Además, esos genes contienen la información genética que heredamos de nuestros progenitores, como las características físicas, intelectuales y la susceptibilidad a las enfermedades.
Cuando se descubrió el ADN en los años 50, se pensó que todo el genoma era funcionante, es decir, capaz de sintetizar proteínas y por tanto afectar la función del organismo. Sin embargo, en la década del 70, se descubrió –para la sorpresa de los científicos– que solo el 2% del genoma podía sintetizar proteínas, y un 8% adicional era de alguna manera funcionante.

Eso significa que solo el 10% del genoma es funcionante y un increíble 90% no lo es. Al desconocerse la función de ese 90% de ADN, aquel material fue bautizado con el despectivo término de ‘ADN basura’, pensándose que está compuesto de genes antiguos que han perdido su función, cadenas repetitivas de ADN cuyo propósito no se entiende, y varios otros elementos repetibles reconocibles.

Virus fósiles

Lo fascinante es que en los últimos años se ha descubierto que dentro de ese ‘ADN basura’ se encuentran miles de pedazos de retrovirus. No son otra cosa que secuencias incompletas de material genético perteneciente a retrovirus que fueron adquiridos durante la evolución por los genomas de nuestros antepasados hace miles o millones de años, y que se han ido heredando progresivamente a través de los tiempos.

Esos antiguos retrovirus, bautizados como virus fósiles, fueron descubiertos en 1981, y son los llamados HERV o retrovirus endógenos humanos, los cuales están en nuestro genoma desde el momento de la concepción.

En otras palabras, cuando el espermatozoide del padre fecunda el óvulo de la madre, además de formar el genoma funcionante –combinando los 23 cromosomas de cada progenitor– forma también el genoma no funcionante o ‘ADN basura’, habiéndose contado –hasta ahora– 450.000 fragmentos en 3.173 secuencias y 39 grupos de retrovirus que se han venido arrastrando desde el comienzo de los tiempos. Se calcula que el 8% del genoma no funcionante está compuesto por esos HERV; entonces, se puede decir que nacemos con un 8% de partículas virales en nuestros genomas.

Más información en: El Comercio (Perú)

11 de junio de 2019

Los pájaros son mucho más listos de lo que pensamos

La formidable capacidad de adaptación es una muestra de la inteligencia de los animales, tengan pico, pies, trompa o tentáculos.


Es innegable: las aves no tienen pulgar oponible porque no tienen manos. Pero resulta que son, con los primates, el grupo de vertebrados con el mayor número de especies que se sirven de objetos. Los descubrimientos de los últimos 20 años demuestran que las aves son también una de las más creativas. Los córvidos (arrendajos azules, grajillas, urracas, cornejas, cuervos y grajos) son actualmente reconocidos por su gran creatividad, y los Psittacidae (loros, cotorras, etcétera), por su capacidad de realizar actividades excepcionales. El alimoche (Neophron percnopterus) lanza piedras a huevos para romperlos, y las garzas atraen a los peces con cebo...

Se ha visto a una grulla canadiense (Grus canadensis) utilizar un pañuelo... ¡para secarse! El carpintero del desierto (Melanerpes uropygialis) se sirve del pico como recipiente para transportar y sorber miel, y el águila negra africana (Aquila verreauxii) es perfectamente capaz de lanzar objetos para atacar a otro individuo. Un ejemplo clásico es el del macho del pergolero grande (Chlamydera nuchalis) y su decoración de interiores. Este pequeño pájaro australiano cubre el suelo de su nido con un tapiz hecho de racimos de olores y hojas de variados colores, que completa con conchas, semillas, pequeños guijarros y objetos del mismo tono, con el propósito de atraer a su pareja. Es capaz incluso de construir una especie de tálamo nupcial, a lo que dedica semanas de trabajo. Empieza por erigir un pasadizo, que puede llegar a medir más de medio metro de largo, con ramitas entrelazadas, que a veces aprovecha también para formar un arco en la entrada. Este túnel conduce a una especie de patio que el macho decora con piedras, conchas y huesos y que está situado de tal manera que la hembra solo puede descubrirlo al alcanzar un determinado recodo del trayecto. ¿Con qué intención? ¿Para sorprender a su pareja, tal vez, y forzar su admiración? Más notable aún es el hecho de que el pequeño pájaro construye con piedras un sendero inclinado, colocando las más grandes al fondo del patio y las más pequeñas en la entrada, de modo que, en un espacio que parece más pequeño de lo que realmente es, se destaque la figura del pájaro y, quizá por ello, parezca más seductor.

Según algunos expertos, esta actividad tiene más que ver con la fabricación de un nido que con la utilización de herramientas, pero también puede considerarse que guarda relación con la manipulación de objetos. (...)

Por lo general, los cuervos y las cornejas son los campeones de la utilización y la fabricación de herramientas con algún grado de complejidad. Un ejemplo, a modo de abreboca. Estamos en Japón. Un cuervo grande (Corvus corax) sobrevuela una calle. Lleva una nuez en el pico. Se posa en un cable del tendido, cerca de un semáforo y encima de un paso peatonal. Cuando el tráfico es más denso deja caer la nuez sobre la calzada, y los autos que van y vienen acaban rompiendo la nuez. Este pájaro se vale nada menos que de la circulación automotora como de una herramienta... Pero es capaz de sorprendernos aún más. En efecto, el cuervo aguarda pacientemente que la luz del hombrecillo verde en el semáforo se encienda y la de los coches pase a rojo, y solo entonces vuela hasta el paso peatonal y recoge la nuez, ahora libre de su cárcel. Este tipo de anécdotas con cuervos es frecuente en Francia, Estados Unidos y, como hemos visto, Japón. Fetnat, la pequeña hembra capuchina, usaba mi pie para cascar nueces; por lo visto, los cuervos son más listos.

El artículo completo en: El País (España)

23 de abril de 2019

Los humanos aceleraron la extinción de los grandes mamíferos de Sudamérica

Una investigación refuerza la teoría de que no sólo el clima acabó para siempre con la megafauna de América del Sur.
Messineo y Politis sostienen con esfuerzo el fémur del megaterio hallado en un campo de la región pampeana argentina.
Los fósiles de una escena primitiva, hallados con la precisión de una fotografía, demuestran que los seres humanos se comieron a los últimos grandes mamíferos que quedaban en América después de la última glaciación. La evidencia, que figura en un trabajo publicado por Science Advances, fue analizada por un equipo de arqueólogos argentinos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) en la Universidad Nacional del Centro de la provincia de Buenos Aires (UNICEN) junto a investigadores estadounidenses.

El clima contra la depredación humana es (ahora se sabe) una falsa controversia científica respecto a la extinción de los megamamíferos en Sudamérica y en el Mundo. Las sucesivas evidencias han enfatizado una causa sobre la otra, pero en conjunto reflejan que ambas fueron determinantes en la desaparición de los grandes animales del Pleistoceno.

Se trata de un proceso que en América se inició en el deshielo y que el apetito humano probablemente sólo aceleró. “El clima jugó un rol también. Se extinguieron grandes animales en el mundo, no solamente acá aunque se extinguieron más en Sudamérica, también lo hicieron en Norteamérica y Europa. Entonces la discusión es: el clima y algo más. Este algo más creemos que son los seres humanos”, aclara el director de la investigación Gustavo Politis, sentado en su oficina del área de Investigaciones Arqueológicas y Paleontológicas del Cuaternario Pampeano (INCUAPA), a pocos kilómetros del sitio del hallazgo. Sin embargo, agrega una advertencia para quienes cargan las culpas sobre los seres humanos. “En Sudamérica hay al menos 30 especies de megamamíferos que se han extinguido. Las que han sido cazadas son 5, 6 no más. No se puede explicar toda la extinción por la acción del hombre”. La caza no es el único daño que podríamos haber hecho en el pasado. “También puede haber pasado que los seres humanos hayan hecho disrupciones en el ambiente como la introducción de nuevos parásitos o quemazones en los campos. Si el fuego produjo quemazón en poblaciones de animales con bajas tasas de reproducción, había un clima desfavorable y encima aparecieron seres humanos que los depredaron, los extinguieron” concluye Politis.

 

16 de abril de 2019

Homo luzonensis: descubren una nueva especie humana en Filipinas

Tenemos una nueva incorporación a nuestra gran familia: una extinguida especie humana que vivió hace miles de años en Filipinas.

Se conoce como Homo luzonensis, en reconocimiento al lugar donde fue descubierta: la isla más grande del país, Luzón.

Su descubrimiento es fruto del trabajo de un equipo multidisciplinar de científicos y los detalles aparecieron publicados este miércoles en la revista Nature.

Sus características físicas resultan de una mezcla de rasgos de ancestros humanos muy antiguos y de humanos más recientes.

Eso puede significar que grupos de humanos primitivos abandonaron África y llegaron hasta el sudeste asiático, algo que antes no se consideraba posible.

El hallazgo sugiere además que la evolución de los humanos en esa región debió ser un asunto altamente complicado, con tres o más especies humanas coincidiendo en la misma época en la que llegaron nuestros ancestros directos, los Homo sapiens.

Los nuevos especímenes fueron descubiertos en la cueva Callao, en el norte de Luzón, y su existencia se remonta a entre unos 67.000 y 50.000 años atrás.

Consisten en 13 restos: dientes y huesos de la mano y del pie, así como parte de un fémur, que pertenecen al menos a tres individuos. Fueron recuperados en excavaciones que se realizan en la cueva desde 2007.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo

 

2 de enero de 2019

Stephen Jay Gould, el mejor paleontólogo del siglo XX


¿Por qué ningún animal se desplaza sobre ruedas? ¿Las cebras son blancas con franjas negras, o negras con franjas blancas? Con preguntas como estas, el paleontólogo, biólogo evolutivo y divulgador científico Stephen Jay Gould (10 de septiembre de 1941-20 de mayo de 2002) provocaba a sus colegas y a sus lectores, para luego explicar algunas de las ideas más complejas de la evolución. Así como Charles Darwin, Gould se dedicó a entender todos los aspectos de la naturaleza y desveló enigmas que atormentaban a sus compañeros desde que el maestro inglés publicara “El origen de las especies”, en 1859. Él completó las teorías de Darwin con nuevas hipótesis e inició tres debates científicos que llevaron a sus colegas a repensar las ideas del padre de la evolución y que le convirtirían en el mejor paleontólogo del siglo XX.

En la década de 1970, durante su doctorado en la Universidad de Columbia, Gould y Niles Eldredge analizaban fósiles para entender cómo operaba la evolución, hasta que ambos dieron con un problema aparentemente irresoluble. No encontraban cambios graduales en las especies, como preveía Darwin. Según su teoría los organismos de una misma especie compiten entre sí y el mejor adaptado al ambiente sobrevive y pasa a sus descendientes sus características; y así, de manera lenta y gradual, se van produciendo cambios en las generaciones futuras. Gould y Eldredge encontraron largos períodos de casi total estabilidad, sin cambio alguno, eventualmente interrumpidos por brotes de nuevas especies que aparecían de repente.

Darwin ya se había enfrentado al mismo problema más de un siglo antes, pero argumentó que la falta de fósiles se debía a la dificultad de encontrarlos. Gould y Eldredge llegaron a otra conclusión y publicaron en 1972 la teoría del equilibrio puntuado, según la cual las especies dan saltos evolutivos y cambian profundamente de un momento a otro, después de permanecer estables por mucho tiempo. Gracias a la controvertida tesis, Gould se ganó las críticas de grandes científicos como los biólogos evolutivos John Maynard Smith y Richard Dawkins.
El Equilibrio puntuado frente al Gradualismo. Fuente: Wikimedia

Lea el artículo completo en: El País (España) 

2 de diciembre de 2018

Hallan los restos de un niño neandertal devorado por un ave gigante

Se trata de dos huesos de sus dedos que fueron digeridos por el pájaro prehistórico.


Hasta la fecha, los restos humanos más antiguos encontrados en Polonia tenían 52.000 años. Pero, ahora, un equipo de investigadores de la Jagiellonian University , en Cracovia, han hallado otros muchísimos más viejos en la cueva de Ciemna.

Se trata de las falanges de dos dedos que pertenecieron a un niño de entre cinco y siete años. Pero al examinarlos detenidamente descubrieron algo asombroso. Había señales que indicaban claramente que las piezas habían sido tragadas y pasadas por el sistema digestivo de un ave.

Los investigadores polacos creen que nos encontramos ante la evidencia de una tragedia prehistórica, y explican que todo hace pensar que aquel niño fue atacado por algún tipo de pájaro gigante que le dio muerte y devoró parcialmente su cadáver.

Las pruebas también han revelado que los huesos pertenecieron sin lugar a dudas a un niño neandertal. Aunque no hay datos de cual pudo ser el tipo de ave que devoró sus restos.


Los primeros peces se originaron en aguas marinas cerca de la costa

El lugar de origen de los primeros vertebrados ha sido siempre un tema debatido en paleontología. Las hipótesis apuntaban hasta ahora a las zonas de arrecifes, de agua dulce o incluso del océano abierto, basadas en el análisis de escasos y pequeños fragmentos fósiles. Un nuevo estudio señala que la cuna de los primeros vertebrados fueron en realidad las aguas costeras intermareales y poco profundas.

Recreación de un Bothriolepis, un placodermo acorazado que vivió principalmente en la costa.

Los primeros vertebrados en la Tierra fueron peces, y los científicos creen que aparecieron por primera vez hace unos 480 millones de años. Pero los registros fósiles son irregulares y solo se han podido identificar pequeños fragmentos. Unos 60 millones de años más tarde, hace 420 millones de años, el registro fósil muestra algo completamente diferente: una gran variedad de especies de peces en masa.

¿Pero dónde estaban realmente los peces? ¿Dónde se originaron? Un equipo de científicos, liderados por Lauren Sallan de la Universidad de Pennsylvania en EE UU, ha tratado de responder a estas cuestiones en un estudio publicado en la revista Science.

Hasta ahora la comunidad científica presumía que los primeros peces se desarrollaron en arrecifes de coral, dada la gran biodiversidad de peces que existe en la actualidad en esos ecosistemas, pero la búsqueda durante décadas en estos lugares no ha dado resultados.

El grupo de científicos analizó los fósiles de vertebrados desde el Paleozoico medio (entre hace 480 y 360 millones de años), así como los marcadores ambientales que indican sus antiguos hábitats. Con esta información los investigadores crearon una base de datos con 2.728 registros tempranos para peces con mandíbulas y sin mandíbulas. “Es un nuevo conjunto de datos realmente grande”, dice Sallan.

Los resultados indican que todos los grupos principales de vertebrados tempranos, incluidos los peces con y sin mandíbula, se originaron y diversificaron en entornos intermareales y submareales cerca de la costa, a lo largo de un período de 100 millones de años.

El artículo completo en : Agencia SINC


29 de noviembre de 2018

Demostrada la existencia de dos zonas cerebrales básicas implicadas en la lectura

Una nueva investigación realizada en el centro vasco BCBL revela que el área visual de las palabras, una zona del cerebro fundamental para la lectura, está dividida en dos partes con funciones diferentes: perceptual y léxico semántica.

La lectura es una habilidad a la que nuestro cerebro no se ha adaptado como consecuencia de la evolución.

La actividad cerebral relacionada con la lectura es todavía uno de los grandes retos para la comunidad científica. Se trata de una habilidad a la que nuestro cerebro no se ha adaptado como consecuencia de la evolución, tal y como ha ocurrido con el habla.

Uno de los puntos de debate radica precisamente en cuál es la función que realiza la parte de nuestro cerebro que resulta imprescindible para leer, la denominada área visual de las palabras.

Mientras algunos científicos consideran que su función es netamente perceptual –visual–, otros investigadores opinan que es más léxico semántica, porque esa misma zona se activa también con otras actividades, como escuchar palabras.

Este debate tiene consecuencias muy importantes en la investigación del lenguaje y, sobre todo, en sus aplicaciones clínicas. Ahora, científicos del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) han conseguido entender mejor los criterios que existen sobre el funcionamiento del área visual de las palabras.

El trabajo, que acaba de ser publicado por la revista PNAS, ha sido conciliador con la evidencia existente: por un lado tiene una función perceptual y, por otro, léxico semántica, pero cada una está residenciada en una subárea diferente y conectadas por medio de circuitos distintos.

El artículo completo en: Agencia SINC 

18 de agosto de 2018

Las bacterias se están volviendo resistentes a los desinfectantes de manos

Un estudió encontró que las bacterias están aprendiendo a adaptarse para sobrevivir frente a desinfectantes de manos a base de alcohol.


Hace poco se conoció que las bacterias estarían trasmitiendo su resistencia a los antibióticos a través del aire. Ahora, una nueva investigación publicada en Science Translational Medicine, ha encontrado que incluso los desinfectantes hospitalarios de alta resistencia están perdiendo efectividad contra las superbacterias.

El estudio, llevado a cabo por científicos australianos, encontró que las bacterias están aprendiendo a adaptarse para sobrevivir frente a desinfectantes de manos a base de alcohol. Así mismo, específicamente la bacteria Enterococcus faecium, una de las principales causas de infecciones en los hospitales, se está volviendo más resistente al alcohol en sí.

“Vamos a necesitar procedimientos adicionales”

Un grupo particular de bacterias, conocidos como Enterococos resistentes a la vancomicina (VRE), parece haber mutado para resistir el alcohol. Aunque la mutación en sí es peligrosa, aun no se debe descartar el uso de desinfectantes.

"Este no es el final de la higiene de manos en el hospital, que ha sido uno de los procedimientos de control de infecciones más eficaces que hemos introducido en todo el mundo", dice uno de los miembros del equipo, el microbiólogo molecular Tim Stinear del Instituto Peter Doherty en Australia. "La OMS lo recomienda".

"Pero no podemos confiar únicamente en los desinfectantes a base de alcohol y para algunas bacterias, como el VRE, vamos a necesitar procedimientos y políticas adicionales”, añade Stinear. “Para el hospital, estos serán los regímenes de súper limpieza, que incluyen desinfectantes alternativos, tal vez basado en cloro ".
El experimento 
Para su estudio, los investigadores probaron un total de 139 muestras de E. faecium tomadas de pacientes antes y después de la adopción generalizada del desinfectante de manos a base de alcohol en hospitales australianos, que abarca un período de 1997 a 2015.

Después de que estas muestras fueron expuestas a una solución de alcohol desinfectante, se descubrió que las bacterias recolectadas después de 2010 eran unas diez veces más tolerantes a la sustancia. En pruebas adicionales, algunas de las muestras de bacterias se aplicaron a jaulas de ratones, y luego se limpiaron usando toallitas desinfectantes de uso hospitalario.

Los ratones que fueron colocados en una jaula con una cepa de E. faecium del 2012 mostraron rastros de la bacteria en sus heces, una clara indicación de que el alcohol no fue tan eficaz en comparación con las cepas anteriores. Las últimas cepas de bacterias demostraron ser aún más resistentes.
La resistencia al alcohol es paralela a la de los antibiótico 
El análisis genético adicional de las bacterias resistentes al alcohol reveló que habían desarrollado mutaciones en genes específicos relacionados con el metabolismo celular. Sin embargo, la resistencia al alcohol parecía tener una base genética diferente a la resistencia de las bacterias a los antibióticos en general.

El grupo de bacterias VRE es particularmente peligroso para los pacientes que han tenido un tratamiento con antibióticos que ha alterado la composición normal de sus bacterias intestinales. Lo que quiere decir que algunas de las personas que están más enfermas en el hospital corren mayor riesgo, debido a que los virus VRE pueden causar infecciones en el tracto urinario, las heridas y el torrente sanguíneo, y ya son resistentes a varias clases de antibióticos.

Por eso, el siguiente paso es más investigación. Más estudios que cubren más hospitales, más países y más cepas de bacterias, y que intenten establecer un vínculo definitivo entre la mayor tolerancia de E. faecium y la introducción de desinfectante de manos en los hospitales.

Mientras tanto, es importante recordar que el lavado de manos con desinfectantes debe darse por un periodo de 20 a 30 segundos y con mucha fricción. Además, de un aislamiento más eficiente del paciente y buscar regímenes de limpieza más completos, sugieren los investigadores.

Las superbacterias se están haciendo cada vez más comunes. Hace solo dos días se reportó en caso de una bacteria llamada Klebsiella pneumoniae que había matado a 10 bebes recién nacidos en México.


Con información de:


10 de abril de 2018

Radiografía de los primeros 'sapiens' que salieron de África


Hallazgo en Israel, cerca de la ciudad de Haifa, de una mandíbula humana. El inidviduo tenía entre 20 y 30 años.
 
Hace seis años, cuando estaba embarazada de su segundo hijo, la paleontóloga española María Martinón Torres fue a Israel. Viajó con José María Bermúdez de Castro, uno de los tres directores de Atapuerca, para estudiar unos dientes hallados en Qesem, un yacimiento donde se especulaba que habían encontrado fósiles de Homo sapiens. Allí conocieron en persona a Israel Hershkovitz, que en un momento de su viaje, les enseñó el fragmento de una mandíbula que había encontrado en la cueva Misliya para pedirles su opinión. Martinón no tuvo dudas de que aquel maxilar pertenecía a un individuo de nuestra especie: "Era un sapiens de libro", recuerda por teléfono la científica, actual directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). "Nunca tuvimos dudas", corrobora Bermúdez de Castro.

La mandíbula en cuestión ha resultado ser una pieza clave de nuestro puzle evolutivo. Y es que, tras un largo y minucioso análisis y tres dataciones distintas -una de ellas realizada en Burgos por Mathieu Duval-, el equipo liderado por Hershkovitz, en el que hay una importante presencia española, ha anunciado esta semana que no sólo pertenece, efectivamente, a un Homo sapiens, sino que éste vivió hace entre 177.000 y 194.000 años, lo que significa que nuestra especie salió de África mucho antes de lo que se pensaba: al menos 50.000 años antes de lo que indicaban los huesos hallados hasta ahora.

Pero llegar a esta conclusión no ha sido un proceso rápido ni fácil, pues el fósil descrito en la revista Science fue descubierto en 2002. Según explica a EL MUNDO Israel Hershkovitz, cuando lo encontraron no sospecharon la relevancia que tendría: "Estuve allí en el momento del descubrimiento. Tardamos un año en limpiarlo y otros 10 en hacer las dataciones y terminar el análisis de la mandíbula y los dientes", detalla a través de un correo electrónico.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

27 de noviembre de 2017

Galápagos: observan por primera vez directamente cómo una especie se transforma en otra nueva

Investigadores descubrieron una población de pinzones de las Galápagos, en Ecuador, en el proceso de convertirse en una nueva especie. 

Este es el primer ejemplo de especiación que pudo observarse directamente en el terreno. 


Los científicos detectaron el progreso de la especiación al observar a toda la población de pinzones que habita una pequeña isla de las Galápagos llamada Daphne Mayor durante varios años.

La investigación fue publicada en la revista Science. 

El grupo de las especies de los pinzones a la que pertenece la población de la nueva especie llamada "Big Bird (o Gran Pájaro)" se conoce colectivamente con el nombre de pinzones de Darwin, ya que estas fueron las aves que ayudaron al naturalista británico a descubrir el proceso de la evolución por selección natural. 

Visitante inesperado

En 1981, investigadores notaron la llegada a la isla de un macho de una especie de ave no nativa: el pinzón de cactus grande (G. conirostris).

Rosemary y Peter Grant vieron que este macho se apareó con una hembra de una especie local (pinzón terrestre mediano o G. fortis), dando como resultado polluelos fértiles.

Casi 40 años después, la descendencia de esta pareja —cerca de 30 individuos— continúa bajo observación.

"Es un caso extremo de algo que estamos empezando a notar en general a lo largo de los años. La evolución, en general, puede ocurrir muy rápidamente", le explicó a la BBC Roger Butlin, experto en especiación que no participó en el estudio.

¿Cómo definir una especie?

Esta nueva población de pinzones es lo suficientemente diferente en su forma y en sus hábitos a las aves nativas como para ser considerada una nueva especie, y los individuos de diferentes poblaciones no se cruzan.

En el pasado, se pensaba que dos especies diferentes no podían producir descendencia fértil para ser reconocidas cada una como una especie diferente. 

Pero en años recientes, se ha establecido que muchas aves y otros animales que consideramos como especies únicas pueden de hecho cruzarse con otras y producir descendencia fértil. 

"Ya no debatimos sobre qué es lo que define a una especie porque es una discusión fútil", dice Butlin.

Lo que es más interesante, añade, es entender el rol que puede tener la hibridación en el proceso de creación de una nueva especie. Por eso esta observación de los pinzones de Galápagos es tan importante. 

El artículo completo en:

BBC Ciencia

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