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18 de diciembre de 2018

Francis Crick, el detective de la vida

¿Qué tienen en común Francis Crick, codescubridor de la estructura del ADN y premio Nobel en 1962, y el antiguo cantante y periodista Rael, líder de una secta ufológica que defiende el amor libre entre sus miembros? El vínculo parece improbable, pero existe, y se llama panspermia dirigida: la hipótesis según la cual la vida en la Tierra es producto de los designios de una avanzada civilización alienígena.


Claro que ahí acaban los parecidos. El líder de los raelianos se basa en su presunto encuentro personal con seres de otro mundo. Crick, por su parte, se preguntaba cómo era posible que la naturaleza hubiera inventado al mismo tiempo dos elementos mutuamente interdependientes para la vida: el material genético –ácidos nucleicos, como ADN o ARN– y el mecanismo necesario para perpetuarlo –las proteínas llamadas enzimas–. La síntesis de ácidos nucleicos depende de las proteínas, pero la síntesis de proteínas depende de los ácidos nucleicos. Con este problema del huevo y la gallina, Crick y su colaborador Leslie Orgel razonaban que la vida debería haber surgido en un lugar donde existiera un “mineral o compuesto” capaz de reemplazar la función de las enzimas, y que desde allí habría sido diseminada a otros planetas como la Tierra por “la actividad deliberada de una sociedad extraterrestre”.

Lo cierto es que la panspermia dirigida no desmerece en absoluto el pensamiento de Crick. Más bien al contrario, revela con qué potencia funcionaban los engranajes de una mente teórica, incisiva e inquieta, ávida de respuestas racionales, aunque no fueran convencionales. Para comprender cómo llegó Crick a la panspermia debemos remontarnos unos años atrás. Hijo de un fabricante de zapatos de Weston Favell (Northampton, Reino Unido), Francis Harry Compton Crick (8 de junio de 1916 – 28 de julio de 2004) llegó al final de su infancia con sus principales señas de identidad ya definidas: su inclinación por la ciencia y su convencido ateísmo. En cuanto a la primera, escogió la física.
Curiosamente, la biología molecular habría perdido uno de sus padres fundadores de no haber sido por la guerra. Crick comenzó su investigación en el University College de Londres trabajando en lo que él mismo describió como  “el problema más aburrido imaginable”: medir la viscosidad del agua a alta presión y temperatura. Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial fue reclutado por el ejército para el diseño de minas. Tras el fin del conflicto, descubrió que su aparato había sido destruido por una bomba (en su autobiografía él hablaba de una “mina de tierra”), lo que le permitió abandonar aquella tediosa investigación.

Crick debía entonces elegir un nuevo campo de investigación, y fue entonces cuando descubrió lo que llamó el test del chismorreo: “lo que realmente te interesa es aquello sobre lo que chismorreas”. En su caso, “la frontera entre lo vivo y lo no vivo, y el funcionamiento del cerebro”. En resumen, la biología. O como físico, la biofísica. Comenzó a trabajar en la estructura de las proteínas en el Laboratorio Cavendish de Cambridge, hasta que conoció a un estadounidense llamado James Watson, 12 años más joven que él pero ya con un doctorado que él aún no había conseguido.

Los dos investigadores descubrieron que ambos compartían una hipótesis. Por entonces se creía que la sede de la herencia eran las proteínas. Crick y Watson pensaban que los genes residían en aquella sustancia ignota de los cromosomas, el ácido desoxirribonucleico (ADN). Y aquel convencimiento, con la participación de Maurice Wilkins y Rosalind Franklin, alumbraría el 28 de febrero de 1953 uno de los mayores hallazgos de la ciencia del siglo XX, la doble hélice del ADN. El trabajo se publicó en Nature el 25 de abril de aquel año. Crick no obtendría su título de doctor hasta el año siguiente.

Lea el artículo completo en: Open Mind

2 de diciembre de 2018

Los primeros peces se originaron en aguas marinas cerca de la costa

El lugar de origen de los primeros vertebrados ha sido siempre un tema debatido en paleontología. Las hipótesis apuntaban hasta ahora a las zonas de arrecifes, de agua dulce o incluso del océano abierto, basadas en el análisis de escasos y pequeños fragmentos fósiles. Un nuevo estudio señala que la cuna de los primeros vertebrados fueron en realidad las aguas costeras intermareales y poco profundas.

Recreación de un Bothriolepis, un placodermo acorazado que vivió principalmente en la costa.

Los primeros vertebrados en la Tierra fueron peces, y los científicos creen que aparecieron por primera vez hace unos 480 millones de años. Pero los registros fósiles son irregulares y solo se han podido identificar pequeños fragmentos. Unos 60 millones de años más tarde, hace 420 millones de años, el registro fósil muestra algo completamente diferente: una gran variedad de especies de peces en masa.

¿Pero dónde estaban realmente los peces? ¿Dónde se originaron? Un equipo de científicos, liderados por Lauren Sallan de la Universidad de Pennsylvania en EE UU, ha tratado de responder a estas cuestiones en un estudio publicado en la revista Science.

Hasta ahora la comunidad científica presumía que los primeros peces se desarrollaron en arrecifes de coral, dada la gran biodiversidad de peces que existe en la actualidad en esos ecosistemas, pero la búsqueda durante décadas en estos lugares no ha dado resultados.

El grupo de científicos analizó los fósiles de vertebrados desde el Paleozoico medio (entre hace 480 y 360 millones de años), así como los marcadores ambientales que indican sus antiguos hábitats. Con esta información los investigadores crearon una base de datos con 2.728 registros tempranos para peces con mandíbulas y sin mandíbulas. “Es un nuevo conjunto de datos realmente grande”, dice Sallan.

Los resultados indican que todos los grupos principales de vertebrados tempranos, incluidos los peces con y sin mandíbula, se originaron y diversificaron en entornos intermareales y submareales cerca de la costa, a lo largo de un período de 100 millones de años.

El artículo completo en : Agencia SINC


27 de noviembre de 2018

China afirma que está creando los primeros bebés editados genéticamente


China ya es oficialmente el salvaje oeste de la ingeniería genética. Si en 2015, cuando un grupo de investigadores chinos anunciaron que habían ‘tocado’ el ADN de un embrión en el laboratorio, los expertos se llevaron las manos a la cabeza. Cuando a principios de 2018 trascendió que llevaban años editando genéticamente a sus ciudadanos, la alarma fue brutal.

La mayor parte de expertos coinciden en que no estamos preparados para hacerlo: aún no sabemos lo suficiente como para asegurar que estos experimentos van a llegar a buen puerto. Pero el gigante asiático no se da por aludido: Según informa AP, un equipo de investigadores chinos dice que los dos primeros bebés editados con CRIPSR acaban de nacer en Shenzhen, a pocos kilómetros de Hong Kong.

Falta confirmación independiente, pero los indicios son claros


Quién hace las declaraciones es el mismo coordinador del proyecto, He Jiankui, según el cual dos mellizas editadas genéticamente nacieron este mes de noviembre. Por ahora ni AP ni ningún medio occidental ha podido confirmarlo de forma independiente, por lo que hemos de recordar el caso de la falsa clonación humana de Hwang Woo-suk y mantener un sano escepticismo.

Sin embargo, sí que tenemos pruebas de que el equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur lleva meses reclutando parejas para esto. A la luz de los documentos que se manejan, el equipo de He Jiankui lleva bastante tiempo haciendo experimentos con fetos de hasta seis meses con la idea de 'inactivar' el gen CCR5 con un enfoque técnicamente sencillo.

Brevísima introducción a CRISPR

Descubierto por el español Francis Mojica en las marismas de Santa Pola, CRISPR es una especie de sistema inmunológico que tienen las células y que en la última década hemos aprendido a usar como un mecanismo para cortar, pegar y modificar material genético.

Gracias a él, las células procariotas podían cambiar partes de su ARN y de ADN de tal forma que incluir ‘trozos’ defensivos frente a los virus que se “alimentan de ellas” (los fagos). Y gracias a él, usando una secuencia de de ARN como guía, podemos inmunizar microorganismos importantes de uso comercial (como el Penicillium roqueforti, responsable del queso roquefort), recuperar especies animales o hacer modificaciones genéticas en personas para erradicar las peores enfermedades hereditarias. Todo, y hasta donde sabemos, de forma barata, sencilla y muy precisa.

Lo que dice haber hecho el equipo chino se trata de lo que se conoce como ‘inactivación genética’ y es la aplicación más simple y eficiente de todas las que conocemos hasta el momento. No obstante, no está exento de polémica porque no se trata de una intervención "médica" (no tratan de curar), estamos ante una intervención de "mejora". Una de las líneas rojas de la investigación genética actual.

La mayoría de expertos (y las grandes instituciones científicas del mundo) consideran que las "intervenciones de mejora" presentan muchos problemas éticos, médicos y sociales. En el caso de intervenciones para curar enfermedades, la gravedad de la enfermedad justifica los riesgos de la intervención. En este caso, justificar esos riesgos es mucho más complejo. Por eso, muy poca gente las considera en estos momentos y están prohibidas en la mayor parte del mundo.

El artículo completo en: Xataka Ciencia

26 de octubre de 2018

Marte puede tener oxígeno suficiente para sustentar microbios y esponjas

Un estudio de la NASA explora las implicaciones de la presencia del gas en el planeta rojo,


Posibles rastros de agua líquida en Marte fotografiadas por la sonda 'MRO'.

Los primeros héroes de la Tierra fueron microbios. Hace 2.700 millones de años la atmósfera comenzó a acumular oxígeno producido por cianobacterias que vivían en los océanos y eran capaces de realizar fotosíntesis. El oxígeno fue fundamental para la aparición de vida más compleja, incluidos los primeros animales, y hoy sustenta el tipo de metabolismo más habitual del planeta.

Ahora, un nuevo estudio apunta a que en zonas de Marte también puede haber suficiente oxígeno como para mantener a algunos seres vivos terrestres. Vlada Stamenkovic, investigador de la NASA, y colegas del Instituto Tecnológico de California han desarrollado un modelo que calcula la cantidad de oxígeno que podría encontrarse en disolución en las aguas saladas que pueden existir en algunas zonas del planeta. Las sales presentes en estas salmueras permiten que el agua permanezca líquida a temperaturas por debajo de los cero grados. Según el estudio, publicado hoy en Nature Geoscience, en torno a un 6,5% de todo el planeta puede albergar cantidades de oxígeno en la superficie o a unos centímetros por debajo de ella similares a las que en la Tierra bastan para sustentar a algunos microbios y esponjas.

Estudios recientes apuntan a que los primeros ancestros de los animales actuales eran esponjas y que estos seres vivos pueden proliferar en concentraciones de oxígeno muy bajas. Las zonas con posible oxígeno están por encima de los 50 grados de latitud en torno a los polos. Entre las misiones marcianas que analiza el estudio solo una ha explorado estas zonas: la misión Phoenix, que aterrizó sobre lo que podría ser hielo de agua en 2008.

Este mismo año se descubrió en Marte un gran lago de agua salada oculto bajo el hielo del polo sur. El nuevo estudio especula que la concentración de oxígeno en su interior podría ser “alta” si hay un contacto temporal con la superficie o si hay radiación suficiente para que se separen el oxígeno y el hidrógeno. Los responsables del trabajo consideran que estos resultados teóricos pueden explicar el estado de oxidación de algunas rocas marcianas e implican “que hay oportunidades para la vida basada en el oxígeno en el Marte actual u otros cuerpos planetarios gracias a fuentes de oxígeno alternativas a la fotosíntesis”.

Víctor Parro, investigador del Centro de Astrobiología (CAB-CSIC), destaca que hasta ahora la presencia de oxígeno en Marte se ha “despreciado”, debido a las bajas concentraciones. Aunque se trata de un estudio teórico que habría que confirmar con mediciones reales, el científico destaca que “estos modelos resaltan el papel que puede jugar el O₂ disuelto incluso actualmente tanto para la respiración de microorganismos como en la oxidación de metales”.

“Los microorganismos no necesitan O₂ para respirar”, explica, “pero el oxígeno molecular permite obtener mayor energía en los procesos de respiración y su presencia en Marte en concentraciones adecuadas aumenta las posibilidades de nuevos metabolismos y más eficientes. “Por ejemplo permitiría la existencia de bacterias como las que se encuentran en río Tinto [Huelva], que oxidan el hierro de la pirita para obtener energía. Y algo que abunda en Marte es el hierro”, destaca.

“Los autores eligen el grupo de organismos terrestres que son capaces de vivir a concentraciones de oxígeno disuelto en agua más bajas, que son básicamente ciertos tipos de bacterias y las esponjas, y concluyen que las concentraciones de oxígeno que calculan que pueden existir en las salmueras marcianas serían suficientes para que estos organismos pudieran medrar en Marte hoy”, explica Alberto González Fairén, investigador del CAB y la Universidad Cornell. “Por supuesto, es solo una comparación gráfica para resaltar lo elevado de los niveles de oxígeno disuelto en estas salmueras y los autores no insinúan que puedan existir esponjas en bolsas de líquido escondidas en los hielos de Marte. Los posibles habitantes de las salmueras no solo dependerían del oxígeno disponible para respirar: las bajísimas temperaturas, la altísima concentración de sales y la radiación no permiten la existencia de vida similar a la terrestre cerca de la superficie de Marte hoy”, añade.

Otra de las preguntas sin responder que deja el trabajo es si realmente hay salmueras de agua líquida en la superficie de Marte, ya que las pruebas acumuladas hasta ahora no son concluyentes.

15 de abril de 2018

Chile: por qué los microbios encontrados en el desierto de Atacama pueden ser un indicio de que hay vida en Marte

En 2015 el astrobiólogo alemán Dirk Schulze-Makuch viajó junto con un equipo internacional de investigadores a uno de los sitios más inhóspitos de la Tierra: la zona más seca del desierto de Atacama, en Chile. 

Su objetivo era saber si existía vida en el lugar más árido del planeta más allá de los polos.

Y, entonces, llovió...


Ese excepcional evento que ocurre una vez por década permitió a los investigadores registrar una explosión de actividad biológica y, que incrementó sus esperanzas de que haya vida en Marte.

Según el estudio que publicó el equipo de Schulze-Makuch este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), en Atacama existe una comunidad de bacterias resistentes que pueden pasar décadas en estado latente, sin agua, para luego reactivarse y reproducirse con la lluvia.

"Otros investigadores habían logrado encontrar organismos moribundos cerca de la superficie y restos de ADN en el pasado", dijo Schulze-Makuch al periódico de la Universidad Estatal de Washington, donde es docente.

"Pero —continuó— esta es realmente la primera vez que alguien es capaz de identificar una forma de vida persistente en el suelo del desierto de Atacama".

Schulze-Makuch incluso dio un paso más y afirmó: "Creemos que estas comunidades microbianas pueden permanecer latentes durante cientos o incluso miles de años en condiciones muy similares a las que pueden encontrarse en un planeta como Marte y luego volver a la vida al llover".

Luego de la visita de 2015, los investigadores regresaron a Atacama para tomar muestras en 2016 y 2017.

En esos viajes descubrieron que, ante la creciente ausencia de humedad, aquellas comunidades microbianas que se habían activado por la lluvia comenzaban a retraerse de forma gradual hacia el estado de latencia.

En otras palabras, estas comunidades "han evolucionado para adaptarse a las severas condiciones", dice el estudio de PNAS.

¿Vida en Marte?

"Nuestros nuevos descubrimientos tienen importantes repercusiones en la búsqueda de vida en Marte", escribió este lunes Schulze-Makuch en la revista de divulgación científica Air & Space.

"Ese planeta solía ser mucho más húmedo de lo que es ahora, pero incluso hoy en día hay eventos ocasionales que podrían proporcionar humedad a microorganismos latentes", agregó.

Hace miles de millones de años, Marte tenía océanos y lagos donde es posible que existieran formas simples de vida.

Además, en los últimos años, distintas investigaciones han afirmado que en hoy en día en la superficie de Marte podrían existir minerales en estado hidratado, corrientes de agua salada y hasta tormentas de nieve nocturnas.

"Al igual que en las áreas más secas de Atacama, cualquier microbio en Marte podría reactivarse al entrar en contacto con suficiente humedad", escribió el investigador alemán. 

"En ese caso, el planeta puede no estar tan sin vida como alguna vez pensamos".

Fuente:

BBC Ciencia

10 de abril de 2018

¿Cuál es el mejor lugar del mundo para marcar el inicio del Antropoceno, la nueva era geológica de la Tierra?

Los productos químicos encapsulados en las capas de coral registran todo tipo de actividad humana. 

Nuestro planeta tiene una historia turbulenta. 

Un evento particularmente tumultuoso ocurrió hace 252 millones de años. La Tierra estalló en una actividad volcánica que se acercó peligrosamente a la destrucción de toda vida compleja.

Los geólogos llamaron a este fenómeno la "madre de todas las extinciones", un evento que reconocen como el final de un gran capítulo de la historia de la Tierra llamado el Pérmico y el comienzo del Triásico.

Pero no fue suficiente con solo nombrarlo. Los científicos querían encontrar el mejor sitio del mundo para ver las rocas que se formaron en ese límite entre las eras geológicas.

Algunos geólogos dicen que nuestro planeta cruzó otro límite geológico hace unos 70 años"
En 2001, después de 20 años de debate, decidieron que un acantilado cerca de Meishan en la provincia china de Zhejiang sería el elegido para recibir el gran honor geológico: el "clavo de oro"(un distintivo otorgado a lugares especialmente singulares).

Este lugar se sumó a una lista que incluye 65 sitios en el mundo que marcan importantes límites geológicos.

Y las autoridades del lugar aprovecharon el galardón para colocar una escalera para observar mejor las rocas que señalan ese límite.

Algunos geólogos creen que nuestro planeta cruzó otro límite geológico hace unos 70 años, ingresando en un nuevo capítulo de la historia de la Tierra que denominaron el Antropoceno(una nueva época marcada por la influencia del hombre sobre los ecosistemas).

Y la pregunta es: ¿dónde debe colocarse el clavo dorado que marca el nacimiento del Antropoceno?

El artículo completo en:

BBC Ciencia

25 de marzo de 2018

La corta infancia de las galaxias

Galaxias jóvenes rotantes observadas por ALMA sobre una imagen tomada por el Hubble.

Nuevas observaciones de galaxias remotas muestran que, cuando el universo tenía tan sólo 800 millones de años de edad, las galaxias existentes ya habían formado discos rotantes similares al de nuestra Vía Láctea. La evolución temprana de las primeras galaxias tuvo que ser muy rápida.

Tiempos turbulentos

Tras el Big Bang, que tuvo lugar hace 13.800 millones de años, el universo era mucho más denso que el que conocemos hoy. Las galaxias se formaron de manera paulatina, primero mediante la agregación de masas nebulosas de geometría irregular. Después las colisiones entre las primeras galaxias en aquel universo más denso fueron dando lugar a estructuras mayores y mucho más ordenadas como nuestra Vía Láctea.

El universo temprano era, pues, turbulento y caótico y uno esperaría que aquellas primeras galaxias fueran igualmente desordenadas y turbulentas. Resulta sumamente afortunado que muchas de esas galaxias tan jóvenes puedan ser observadas hoy tal y como eran en su juventud. Algunas de éstas están situadas a la vertiginosa distancia de 13.000 millones de años luz, es decir, la luz que recogen hoy nuestros telescopios fue emitida desde estas galaxias hace 13.000 millones de años, cuando el universo tan solo tenía 800 millones de edad.

Estas galaxias tan remotas aparecen como unos diminutos puntos rojos en las imágenes más profundas de las tomadas por el telescopio espacial Hubble, no es posible distinguir ningún detalle en ellas. Sin embargo, desde hace unos meses el radiotelescopio gigante ALMA en el desierto de Atacama sí que puede examinar estas galaxias con mayor detalle, investigando su estructura con un poder de resolución de unos miles de años luz.

Galaxias remotas observadas en el Campo profundo del Hubble

Carbono ionizado

Renske Smit, de la Universidad de Cambridge, ha utilizado el telescopio ALMA para observar la emisión del carbono ionizado en dos de estas galaxias remotísimas (su desplazamiento hacia el rojo es z=6,8). Lo primero que sorprende es que las estrellas de estas galaxias hayan tenido tiempo para formar carbono, mediante reacciones nucleares en su interior, y de formarlo en una abundancia suficiente. Las observaciones demuestran así que los elementos necesarios para la vida estaban ya presentes en los albores del universo.

Lea el artículo completo en:

El Mundo Ciencia

22 de febrero de 2018

El rastro más antiguo de la vida en la Tierra

Confirman que unos restos fosilizados de 3.500 millones de años hallados en Australia son de origen biológico.

Unos restos microscópicos descubiertos en unas rocas de 3.500 millones de años constituyen los fósiles más antiguos conocidos así como la prueba directa de vida en la Tierra más temprana hallada hasta fecha. Así lo ha confirmado un equipo de investigadores de las universidades de Wisconsin–Madison y California, en Los Ángeles (UCLA). En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, estos científicos, coordinados por el paleobiólogo James William Schopf, de esta última institución estadounidense, y el profesor de Geociencias John W. Valley, de la primera, describen once especímenes microbianos pertenecientes a cinco taxones diferentes –en estos se agrupan organismos que presentan un cierto parentesco entre sí–.

Según estos expertos, es posible relacionar sus características morfológicas con las huellas químicas características de la vida. Aunque algunos ejemplares son, en esencia, similares a algunos microbios que aún pueden encontrase en la actualidad, otros son bacterias y arqueas –un tipo de microorganismos unicelulares– pertenecientes a especies ya extinguidas. En todo caso, vivieron en una época en la que el oxígeno aún no se encontraba de forma significativa en la atmósfera.

A partir de su análisis, los investigadores pudieron constatar que entre los microorganismos, cada uno de unos 10 micrómetros de ancho –un cabello humano tiene el mismo grosor que ocho de ellos–, se encontraban bacterias fototróficas, que aprovechan la radiación solar para generar energía, arqueas productoras de metano y gammaproteobacterias, que oxidan este gas, un compuesto que según algunos modelos teóricos tuvo una importante presencia en la atmósfera primitiva.

Este tipo de estudios sugiere que la vida podría ser un fenómeno muy común en el universo”, afirma Schopf. “Pero, sobre todo, la presencia de estos microbios en la Tierra hace 3.500 millones de años indica que se habría desarrollado en nuestro planeta mucho antes de esa fecha; si bien nadie sabe cuánto antes. Además, confirma que incluso la vida más primitiva puede evolucionar y dar origen, en este caso, a microorganismos más avanzados”. El propio profesor Valley que ha participado en este ensayo llevó a cabo un estudio en 2001 en el que probó que hace 4.300 millones de años ya existían océanos en nuestro planeta. “No tenemos pruebas de que en esa época hubiera vida en la Tierra, pero eso no quiere decir que no se diera”, concluye Valley.

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Muy Interesante

5 de febrero de 2018

Descubren microbios en la Antártida que sobreviven 'del aire'

La capacidad de la vida para abrirse camino en los entornos más extremos de la Tierra, en los cuáles nunca imaginaríamos que pueden permitir la proliferación de organismos, no deja de aportar una prueba tras otra, dándonos razones para creer que la vida extraterrestre, aunque sea en su forma más primitiva, puede darse en otros planetas, o en lugares recónditos de nuestro Sistema Solar.


Un equipo de científicos ha descubierto que los microbios en la Antártida tienen una capacidad nunca antes conocida de captar hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono del aire para mantenerse con vida en las condiciones más extremas.



Un hallazgo que sugiere que los microbios extraterrestres también podrían depender del seguimiento de los gases atmosféricos para sobrevivir.

"La Antártida es uno de los entornos más extremos de la Tierra. Sin embargo, las regiones desérticas frías, oscuras y secas son el hogar de una diversidad sorprendentemente rica de comunidades microbianas", dice la autora principal del estudio y científica asociada de la Universidad de New South Wales de Sydney, la profesora Belinda Ferrari.

La gran pregunta ha sido cómo  pueden sobrevivir los microbios cuando hay poca agua, los suelos tienen muy poco carbono orgánico y hay muy poca capacidad de producir energía del sol a través de la fotosíntesis durante la oscuridad del invierno.



"Descubrimos que los microbios han desarrollado mecanismos para vivir del aire y que pueden obtener la mayor parte de la energía y el carbono que necesitan para eliminar los gases atmosféricos, incluido el hidrógeno y el monóxido de carbono", dice.

Para elaborar el estudio, se tomaron muestras de suelo de dos sitios costeros libres de hielo en diferentes regiones de la Antártida oriental. Uno de ellos fue Robinson Ridge, a 10 kilómetros de Casey Station, en Wilkes Land. El otro fue Adams Flat, a 242 kilómetros de la estación Davis en Princes Elizabeth Land. Ambas áreas son desiertos polares prístinos desprovistos de plantas vasculares.

Los investigadores estudiaron el ADN microbiano en el suelo superficial de ambos lugares y reconstruyeron los genomas de 23 de los microbios que vivían allí, incluidos algunos de los primeros genomas de dos grupos de bacterias previamente desconocidas llamadas WPS-2 y AD3.

Descubrieron que las especies dominantes de los suelos tenían genes que les daban una gran afinidad por el hidrógeno y el monóxido de carbono, lo que les permitía eliminar los gases traza del aire a un ritmo lo suficientemente alto como para mantener sus necesidades de energía previstas y apoyar la producción primaria.

Un posible sustento de vida extraterrestre

Esta nueva comprensión sobre cómo la vida todavía puede existir en ambientes físicamente extremos y carentes de nutrientes como la Antártida abre la posibilidad de que los gases atmosféricos apoyen la vida en otros planetas.

La mayoría de los organismos usan la energía del sol o la tierra para crecer. Se necesita más investigación para ver si este uso novedoso de los gases atmosféricos como fuente de energía alternativa está únicamente extendido en la Antártida, o también en otros lugares, incluso fuera de nuestro planeta.

Por ejemplo, en la luna de Júpiter Europa.

El estudio ha sido elaborado por investigadores de la UNSW, la Universidad de Monash, el Centro Australiano de Ecogenómica de la Universidad de Queensland, GNS Science en Nueva Zelanda y la División Antártica de Australia, ha sido publicado en la revista Nature.

Fuente:

Muy Interesante

9 de noviembre de 2017

NASA descubre 20 planetas con condiciones similares a la Tierra

La NASA descubrió 20 planetas de un tamaño similar a la Tierra, que poseen un clima un poco más frio al terrestre, aunque es posible que haya vida.




Un estudio realizado por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA), descubrió este viernes la presencia de 20 planetas en el espacio, gracias al telescopio Kepler que logró visualizarlos  y a través de fotografías se pudo observar que estos planetas poseen tamaño y masa similar al de la tierra.

El director de la misión Kepler de la NASA, Jeff Coughlin, indicó que “el exoplaneta KOI-7923.01 da la vuelta a su estrella aproximadamente cada 395 días y es uno de los gemelos de la Tierra más interesantes".

"Es muy posible que pueda albergar vida. Tiene el mismo tamaño que nuestro planeta pero su clima es un poco más frío”, indicó Coughlin.

El estudio especifica que los planetas se encuentran posicionados a una distancia media del sol, hipótesis que puede causar controversia porque puede haber agua y vida.

Los planetólogos y astrobiólogos de todo el mundo se han puesto en contacto para desarrollar un método de evaluación de estos planetas, con el fin de salir de duda y conocer si existe o no vida.

Fuente:

TeleSur

27 de septiembre de 2017

El asteroide que acabó con los dinosaurios sumió a la Tierra en la oscuridad durante dos años

Un estudio reconstruye cómo quedó el planeta tras el impacto

La gran acumulación en la atmósfera de hollín procedente de incendios y erupciones bloqueó la luz solar

Las plantas no pudieron hacer la fotosíntesis y las temperaturas cayeron





El impacto del gigantesco asteroide que hace 66 millones de años cayó en la zona que hoy es México -y al que se culpa de la extinción de los dinosaurios- pudo haber sumido a la Tierra en la oscuridad durante casi dos años. Así lo asegura un estudio que ha reconstruido cómo quedó nuestro planeta tras la caída en la Península del Yucatán de esta enorme roca, cuyo tamaño se estima en 10 kilómetros de diámetro.


El estudio, publicado esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), describe un escenario de noche e invierno perpetuos, resultado de la brutal transformación que este asteroide propició tanto en el clima como en la superficie terrestre. Y es que tras la caída del asteroide se habrían desencadenado grandes incendios forestales, erupciones volcánicas, terremotos y tsunamis.

La acumulación en la atmósfera de enormes cantidades de hollín procedentes de esos fuegos y de las erupciones volcánicas redujo drásticamente la luz solar y causó una caída en picado de las temperaturas, impidiendo la fotosíntesis de las plantas, según sostiene este estudio liderado por el Centro Nacional de EEUU para la Investigación Atmosférica (NCAR por sus siglas en inglés) y al que han contribuido la Universidad de Colorado Boulder y la NASA.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

Las algas, clave para la aparición de los animales

El calentamiento del planeta tras una superglaciación propició la energía necesaria para que surgiera la fauna

Muchas son las teorías que, a medida que avanza el conocimiento científico, intentan explicar la irrupción de las primeras formas de vida, cómo aparecieron las células o a partir de ellas, qué propició el surgimiento de los animales.

La revista Nature ha recogido esta semana una nueva propuesta, la de un grupo de científicos de la Universidad Nacional Australiana (ANU, por sus siglas en inglés), que ofrece una explicación sobre los factores que favorecieron la evolución de organismos más complejos, como los animales.

Los geobiólogos Jochen Brocks y Amber Jarrett han encontrado la clave en el centro de Australia, en unas rocas sedimentarias de hace 650 millones de años, que contienen moléculas fósiles que indican que hubo una gran explosión de vida tras 50 millones de años de glaciación en la Tierra.

"Aunque las muestras clave son las procedentes de Australia, hemos estudiado rocas que provienen de todo el mundo, como el Gran Cañón de Arizona (en EEUU), el Lago Vettern (en Suecia), regiones tropicales de Brasil y áreas desérticas de Omán", ha detallado a EL MUNDO Jochen Brocks.

El fin de las condiciones invernales que a escala global mantenían todo el planeta bajo el dominio de una hipotética superglaciación conocida en inglés comoSnowball Earth (que literalmente describe el estado de la Tierra como una gran bola de nieve), pudo, según estos investigadores, dar paso a condiciones más adecuadas para la proliferación de formas de vida mayores a las ya existentes.

El artículo completo en: El Mundo Ciencia

29 de septiembre de 2016

Hallan en Groenlandia la evidencia de vida más antigua en la Tierra: 3.700 millones de años

Los fósiles de microorganismos aparecidos en las rocas de Isua pertenecen a una época en la que nuestro planeta todavía estaba en formación.


Los investigadores sostienen uno de los estromatolitos hallados en Isua, Groenlandia - Yuri Amelin

¿Cuándo empezó la vida en la Tierra? La respuesta quizás la tenga un grupo de investigadores de la Universidad de Wollongong en Australia, que ha descubierto en el espectacular paisaje de volcanes de barro de Isua, Groenlandia, los fósiles de unos microorganismos preservados en la roca, datada en 3.700 millones de años. El hallazgo, descrito en la revista Nature, anticipa en 220 millones de años la evidencia fósil de vida más antigua conocida hasta ahora.

El lugar donde ha sido desenterrado este tesoro biológico no es precisamente el sitio donde los científicos esperarían encontrarlo, ya que no alberga rocas sedimentarias, del tipo donde aparece la mayoría del registro fósil del planeta. Las rocas de Isua son metamórficas, lo que significa que han sido deformadas intensamente y alteradas por el calor y la presión con el paso del tiempo. Sin embargo, el equipo descubrió una rareza en la zona conocida como cinturón de Isua: en una pequeña área revelada por la nieve derretida, encontraron rocas relativamente bien presentadas que han sobrevivido al tiempo con sus atributos sedimentarios intactos.

Lo más sorprendente es que entre las rocas de 3.700 millones de años los científicos observaron la presencia de estromatolitos de uno a 4 cm de altura, unas formaciones creadas por el crecimiento de microorganismos en capas, depositados en un ambiente marino somero. Estos fósiles son 200 millones de años más antiguos que los que hasta ahora ostentaban el récord, encontrados en rocas sedimentarias en Australia occidental.

Como en Marte

Los autores dicen que estos resultados son consistentes con anteriores estudios genéticos moleculares que sitúan los orígenes de la vida hace más de 4.000 millones de años. En un momento en el que los continentes solo ocupaban una parte muy pequeña de la superficie del planeta, la corteza oceánica de Isua estaba impregnada por fluidos básicos hidrotermales ricos en carbonatos, y con temperaturas de entre 100 a 300°C. En ese ambiente se generaron volcanes de lodo y se reunieron las condiciones necesarias para formar moléculas orgánicas estables.

Además, la investigación también tiene otras implicaciones más allá de la Tierra. Como explica en un artículo que acompaña al estudio de Nature Abigail C. Allwood, investigadora del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California (EE.UU.), hace 3.700 millones de años, la Tierra era un lugar tumultuoso, bombardeado por asteroides y todavía en su etapa de formación. Si la vida pudo establecerse en un sitio semejante, entonces la vida «no es algo quisquilloso, renuente y poco probable». Si es así, planetas como Marte pueden ser aún más prometedores como hogar potencial de vida en el pasado. «Una gran cantidad de misiones a Marte han demostrado que en la época en la que las rocas de Isua se formaron, el Planeta rojo no se veía muy diferente de la Tierra desde una perspectiva de habitabilidad, con cuerpos de agua permanentes en la superficie», recuerda. 

Fuente;

ABC Ciencia

25 de agosto de 2016

El neutrino que podría explicar por qué existimos... no existe

El cuarto tipo de neutrinos, el único que no se ha podido identificar, permite entender sobre el papel por qué hay más materia que antimateria.


El área roja indica el lugar donde debería registrarse la señal de los neutrinos estériles sobre el IceCube Neutrino Observatory, en el Polo Sur.

Son unas de las partículas más abundantes del universo pero también de las más difíciles de detectar. Su masa es una millonésima parte de la de un electrón y apenas interaccionan con la materia, de ahí que consigan atravesar prácticamente cualquier cosa que se les ponga por delante, aunque sea la misma Tierra. Son los neutrinos, también conocidos como las partículas fantasma por exhibir un comportamiento tan particular. Hasta el momento se han descrito tres tipos diferentes, pero la comunidad científica trataba de encontrar un cuarto que, sobre el papel, explicaría por qué hay más materia que antimateria. En definitiva, la partícula que resolvería, entre otros misterios, por qué existimos.

Pero esa partícula no existe. O, al menos, no ha podido ser detectada. Ésa es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores del Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), después de desplazarse al Polo Sur para trabajar en el IceCube Neutrino Observatory, donde han analizado los miles de neutrinos que atraviesan nuestro planeta de un polo a otro. Pero no han hallado ni rastro de ese nuevo componente del grupo. Sus resultados los publica ahora la revista Physical Review Letters.

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El Mundo Ciencia

29 de mayo de 2016

Descubren una molécula que juega un papel clave en la formación del ADN en regiones donde se forman estrellas

Allí donde se forman las estrellas, también se encuentran las semillas fundamentales para la vida. Un grupo internacional de científicos del Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA, España), el Osservatorio Astrofisico di Arcetri (OAA, INAF, Italia) y el Max Planck Institute for Extraterrestrial Physics (MPE, Alemania) ha detectado por primera vez la molécula prebiótica PO, que juega un papel clave en la formación de la estructura de doble hélice del ADN. La han localizado en regiones interestelares a 24.000 años luz de la Tierra y el hallazgo acaba de publicarse en la revista The Astrophysical Journal.

El fósforo (símbolo, P) es un elemento químico clave para el desarrollo de la vida. Está presente en compuestos químicos como los fosfolípidos y los fosfatos, esenciales en la estructura y en la transferencia de energía en el seno de las células. Cuando el fósforo se une al oxígeno (O) se forma un enlace P-O -de ahí el nombre de la molécula- que forma parte del esqueleto del ADN. PO ya se había observado en estrellas viejas, pero ésta es la primera vez que se detecta en el polvo interestelar, en las regiones denominadas W51 e1/e2 y W3. La razón es que "la cantidad de fósforo en fase gaseosa es pequeña, en comparación con otros elementos como el carbono o el oxígeno y, además, tiene tendencia a introducirse entre los granos de polvo", explica a EL MUNDO Jesús Martín-Pintado, investigador del Centro de Astrobiología.

Detalle de la región de formación estelar donde se ha detectado la molécula PO y cómo ésta forma parte de la doble hélice de ADN (a la derecha) Víctor M. Rivilla / Adam Ginsburg / Richard Wheeler

La observación en el espacio de las moléculas que pudieron originar el nacimiento de la vida ha sido posible gracias a la nueva generación de telescopios. "Cada molécula, en función de la velocidad a la que gire, tiene una energía distinta de modo que, cuando este giro cambia, emite una radiación característica. Lo que hemos hecho ha sido identificar esa huella dactilar de estas moléculas", comenta Martín-Pintado. La búsqueda se llevó a cabo con el radiotelescopio de 30 metros de diámetro situado en Pico Veleta (Granada, España), que pertenece al Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM).

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El Mundo Ciencia

28 de febrero de 2016

"La muerte y el sexo surgieron a la vez en nuestro planeta"

La historia de la vida contiene los elementos del mejor de los relatos. El bioquímico Carlos Briones es coautor del libro “Orígenes”, un resumen de lo que la ciencia nos puede contar desde el Big bang hasta nuestros días, incluida la aparición de los seres vivos.





Resumir la historia desde el origen del universo hasta hoy es una tarea ambiciosa. En el libro “Orígenes. El universo, la vida, los humanos”, tres científicos de prestigio como Alberto Fernández Soto, Carlos Briones y José María Bermúdez de Castro se han repartido la tarea de elaborar un relato riguroso desde campos tan diferentes como la astrofísica, la biología y la paleoantropología. Como investigador del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), Carlos Briones lleva años trabajando en un campo tan fascinante como la forma en que algunas moléculas se organizaron para dar lugar a los primeros seres vivos. Charlamos con él sobre las diferentes maneras en que esto pudo suceder en nuestro planeta.


Sopa primigenia, pizza, lasaña... Le han puesto nombres muy alimenticios a las distintas hipótesis, pero ¿cuál fue el primer plato del origen de la vida?
Es difícil decidirse, pero me imagino que sería una sopa, pero una sopa espesa en la que también es importante lo que pasaba en el fondo del plato.

O sea que la vida pudo surgir en el fondo de un charco seco.
Sí, el "pequeño charco de agua templada" que decía Darwin sigue siendo una metáfora muy bonita para el posible origen de la vida, lo que pasa que es importante el fondo del charco también. La diferencia es que antes se pensaba que todo sucedía solo en el líquido y ahora se sabe que las superficies minerales catalizan reacciones.

Cuando habláis del origen de la vida, la replicación es importante, pero es solo una de las tres patas, ¿no?
Eso es. Son la replicación, el metabolismo (intercambio de materia y energía entre el ser vivo y el exterior) y un compartimento (algún sistema que te permita distinguir lo que es el ser vivo y lo que es el entorno). En el pasado ha habido posiciones muy integristas, los que decían que lo primero había sido esto o lo otro. Ahora sabemos que es imposible que haya metabolismo sin replicación y al revés.

¿Cuál es la hipótesis más aceptada?
Ahora se le da cada vez más importancia a que hubiera compartimentos, vesículas como pompas de jabón muy pequeñitas, y que ahí dentro pasaran cosas. Las cosas podían ser un metabolismo primitivo y que se fuera formando alguna molécula con información, lo más probable es que fuera una molécula tipo ARN, pero también tiene complicaciones ese modelo.
"Si ha surgido otra forma de vida en la Tierra nos la hemos comido"
Necesitáis la replicación para explicar a vida, pero no todo lo que se autorreplica es vida.
Claro. Si coges cada una de estas características de la vida de forma individual puedes tener sistemas no vivos. ¿Metabolismo? Pues en cierta medida el intercambio de materia y energía lo hace una vela encendida, ¿no? O lo que hace un cristal. Compartimento podría ser una pompa de jabón y el ejemplo de 'replicación sola' son los virus. Pero solo funcionan cuando están asociadas a algo vivo. Algo que se autorreplica pero no tiene metabolismo no puede llegar a evolucionar, no se mantiene en el tiempo.  

Una cosa que contáis en el libro es que la muerte apareció muchísimo después de la vida.
Cuando se dividen dos células no existe una madre y una hija, las dos  tienen la misma edad, son igual de recién nacidas. En principio, si no hay ninguna limitación en los nutrientes, eso no tiene fin, como pasa con las bacterias. Y esto viene ocurriendo la Tierra desde hace unos 3.500 millones de años hasta hace unos 1.000 millones de años, cuando surge la multicelularidad. En una de las ramas del árbol de la vida, se fueron creando organismos cada vez más complejos y a partir de eso surge un nuevo tipo de reproducción que es la reproducción sexual. En esos seres pluricelulares se van diferenciando células germinales, que van a dar la siguiente generación, y células somáticas, que son el resto del cuerpo. Nosotros, por ejemplo, tenemos óvulos y espermatozoides, y el resto de células. Los que cuentan evolutivamente son los primeros, el resto es solo un vehículo.

O sea, que somos la envoltura de nuestros óvulos y espermatozoides...
Eso es. Y cuando se produce la información sexual, esa ultraestructura que necesitan, que es nuestro cuerpo, es totalmente prescindible. ¿Y entonces qué haces? Morirte. Es metabólicamente muy costoso mantener todo ese sistema. Unos 2.500 millones de años después de la invención de la vida aparece la muerte.

De modo que el sexo y la muerte nacieron a la vez en nuestro planeta.
Muerte, pluricelularidad y sexo, sí. No se puede decir que la muerte es consustancial a la vida. En absoluto. Es consustancial a la pluricelularidad y la reproducción sexual. Durante 2.500 millones de años en este planeta se ha vivido y no se ha muerto.

¿Y la vida surgió una vez o muchas veces?

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Vox Populi

24 de enero de 2016

Un fósil millones de años dentro de nuestras células

Nuestro metabolismo ya existía hace 3.000 millones de años, antes que nuestros genes.


Recreación de la Tierra durante el eón Arcaico, en los albores de la vida, de 4.000 a 2.500 millones de años atrás. / The Archean World / Peter Sawyer


Los estudiosos del origen de la vida se enfrentan a una paradoja circular (como la del huevo y la gallina) que, probablemente, puede considerarse el más profundo misterio de la biología evolutiva. Toda la vida que conocemos tiene un fundamento doble: la auto-replicación, o capacidad de un organismo para sacar copias de sí mismo, y el metabolismo, la cocina de la célula que fabrica continuamente sus componentes básicos. Hoy están vinculados de forma inextricable, pero ¿cuál surgió primero en la noche de los tiempos? ¿Y de qué servía el uno sin el otro?

Una investigación bioquímica que imita las condiciones de los sedimentos del eón Arcaico (en los albores de la vida en la Tierra, hace de 4.000 a 2.500 años atrás) muestra que dos rutas metabólicas (cadenas de reacciones químicas, o la cocina de la célula) ya funcionaban entonces igual que ahora, dentro de cada una de nuestras células. Tanto en la era Arcaica como hoy mismo, esas rutas responden al entorno, encendiéndose o apagándose en respuesta a la acidez y a los niveles de hierro. Es un fuerte indicio de que el metabolismo es anterior a las enzimas (proteínas con actividad catalítica) que lo ejecutan hoy. Y también, proponen los autores, a los genes que contienen la información para fabricar esas enzimas.
Tanto en la era Arcaica como hoy mismo, las rutas metabólicas responden al entorno, encendiéndose o apagándose en respuesta a la acidez y a los niveles de hierro.
Una de las implicaciones más extraordinarias del trabajo de Markus Keller y Markus Ralser, del Centro de Biología de Sistemas de la Universidad de Cambridge, y sus colegas, que se presenta en Science Advances, es que llevamos dentro de cada una de nuestras células un testigo de la Tierra primitiva, como un trozo del pasado remoto: un sistema complejo y autoconsistente que, posiblemente, empezó a funcionar antes de la invención de la primera bacteria del planeta. Más aún: una invención que fundamentó la evolución de la primera bacteria. Un invento tan brillante que 3.000 millones de años de evolución no han podido superar. Da vértigo. Casi da hasta asco.

La máquina del tiempo de Keller y Ralser se basa, de manera paradójica, en la tecnología biológica más avanzada, la metabolómica. Si la genómica es el estudio simultáneo de todos los genes, y la proteómica el de todas las proteínas. La metabolómica lo es de todos los metabolitos, las moléculas simples (como la glucosa, la ribosa o el oxalato) que le sirven a toda célula para cocinar todo el resto de sus componentes, como los carbohidratos, las grasas, las proteínas y los genes.

Una de las reacciones del metabolismo primitivo; a la izquierda, a bajo pH se forma ribosa, un componente de los genes; a la derecha, a alto pH se forma eritrosa, precursor de las proteínas.

Una de las reacciones del metabolismo primitivo; a la izquierda, a bajo pH se forma ribosa, un componente de los genes; a la derecha, a alto pH se forma eritrosa, precursor de las proteínas. / MARKUS KELLER

Los científicos de Cambridge se han centrado en dos de las rutas esenciales de ese metabolismo central que ocupa el centro de la cocina celular de todas las especias vivas. Se trata de la glucolisis y el ciclo de las pentosas fosfato, dos cadenas de reacciones enzimáticas que han torturado a los estudiantes de biología durante el último siglo. Convierten los azúcares como la glucosa (la comida) en energía (la gasolina), y también aportan la materia prima para construir muchos otros componentes celulares.

La vida no podría haber surgido en el universo joven, poco después del Big Bang. Porque del Big Bang solo salieron los elementos más simples, el hidrógeno y el helio, y los sistemas biológicos necesitan átomos más pesados, como el carbono y el nitrógeno, y algunos mucho más pesados, como los metales que catalizan las reacciones esenciales. Entre estos últimos, el más importante durante el eón Arcaico en que evolucionó la vida primitiva era el hierro (concretamente el hierro ferroso, por oposición al hierro férrico, más conocido como óxido en el lenguaje común).
Los científicos de Cambridge se han centrado en la glucolisis y el ciclo de las pentosas fosfato, dos cadenas de reacciones enzimáticas que han torturado a los estudiantes de biología durante el último siglo.
Y es a este hierro (ferroso) al que responden los ciclos metabólicos de los investigadores de Cambridge. El hierro cumplía en aquella noche de los tiempos la función que hoy tienen las enzimas metabólicas, las nanomáquinas de gran complejidad que catalizan hoy esas mismas reacciones. Pero que, como atavismo del pasado remoto, siguen conservando en sus centros activos, o núcleos lógicos, el mismo metal, y en el mismo estado de oxidación (ferroso) que entonces.

Hoy hace falta un gen para fabricar un catalizador (una enzima). Entonces solo hacía falta comerse el hierro del océano circundante. Sí, puede que la vida fuera más fácil en el pasado. Pero también era menos interesante.

Más aún, nuestros procesos metabólicos centrales, los que operan en nuestras neuronas para alimentarlas de energía y materiales de construcción, siguen revelando cierta capacidad de auto-sostenimiento que no depende de las enzimas codificadas por los genes, sino del mero hierro (ferroso) que las antecedió en ese papel.

No hemos cambiado tanto en los últimos 3.000 millones de años. Al menos no tanto como en los últimos 10.
Fuente:
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