El fósforo (símbolo, P) es un elemento químico clave para el desarrollo de la vida. Está presente en compuestos químicos como los fosfolípidos y los fosfatos, esenciales en la estructura y en la transferencia de energía en el seno de las células. Cuando el fósforo se une al oxígeno (O) se forma un enlace P-O -de ahí el nombre de la molécula- que forma parte del esqueleto del ADN. PO ya se había observado en estrellas viejas, pero ésta es la primera vez que se detecta en el polvo interestelar, en las regiones denominadas W51 e1/e2 y W3. La razón es que "la cantidad de fósforo en fase gaseosa es pequeña, en comparación con otros elementos como el carbono o el oxígeno y, además, tiene tendencia a introducirse entre los granos de polvo", explica a EL MUNDO Jesús Martín-Pintado, investigador del Centro de Astrobiología.
La observación en el espacio de las moléculas que pudieron originar el nacimiento de la vida ha sido posible gracias a la nueva generación de telescopios. "Cada molécula, en función de la velocidad a la que gire, tiene una energía distinta de modo que, cuando este giro cambia, emite una radiación característica. Lo que hemos hecho ha sido identificar esa huella dactilar de estas moléculas", comenta Martín-Pintado. La búsqueda se llevó a cabo con el radiotelescopio de 30 metros de diámetro situado en Pico Veleta (Granada, España), que pertenece al Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM).
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