En “Hungarian Folk Art” (premio del
público en Agar Art Contest), Zita Pöstényi utilizó una mezcla
cromogénica que permitió que las bacterias aparecieran en diferentes
colores.
Este nuevo club de artistas científicos son galardonados en el
concurso que organiza la Sociedad Americana de Microbiología: el Agar Art Contest,
que premia desde 2015 las mejores obras creadas con microbios vivos que
crecen sobre agar —una sustancia similar a la gelatina y rebosante de
nutrientes. En esta rompedora disciplina los microbios (que sirven de pintura) se plantan sobre agar (que sirve de lienzo),
con la particularidad de que les sirve de alimento, para crecer en
colonias que dan forma a la idea que tenía el artista en la cabeza. Esto
ocurre en incubadoras que mantienen a las bacterias calientes y
dispuestas a multiplicarse.
“Seemingly Simple Elegance” de Arwa Hadid, retrata un pez Koi nadando sobre una flor de loto.
La técnica
Este arte vivo es particular desde casi cualquier punto de vista:
podría ser letal, por ejemplo, si el artista se infecta con alguna
bacteria especialmente patológica; pero es en el color donde radica gran
parte de su belleza. Los microbios pueden presentar coloración de forma
natural, como la bacteria Serratia marcescens (de un rojo intenso que parece salido de La habitación roja de Matisse), o ser modificados genéticamente para que expresen un cierto tono, como la levadura Saccharomyces cerevisiae (que tras incorporar genes de violaceína se transforma en una elegante pintura viva color violeta). Como las distintas bacterias crecen a diferente velocidad y
temperatura, el resultado final solo se verá al acabar del proceso:
dependerá de la combinación elegida para pintar y de la pericia para
programar y controlar las condiciones de las incubadoras en las que
crecen los microbios (esta habilidad equivale al uso del pincel en la pintura clásica). Lea el artículo completo en: OpenMind
¿Es verdad que tenemos un segundo cerebro en el estómago?
En el estómago y los intestinos tenemos 100 millones de neuronas, tantas neuronas como las del cerebro de un gato, y muchas más neuronas que las que posee nuestra columna vertebral, por ese motivo le han puesto un apodo a los intestinos, le llaman el “segundo cerebro”. Pero es solo eso un apodo.
Todo empezó cuando Michael Gershon, investigador de la Universidad de Columbia, en los Estados Unidos, publicó el libro The Second Brain (El Segundo Cerebro) en 1999. Este libro se convirtió en un éxito de ventas pero que ha sido catalogado como pseudociencia, es decir, no tenemos un segundo cerebro.
Y entonces... ¿por qué llaman al intestino el "segundo cerebro"?
Lo que sucede es que los intestinos y el estómago utilizan sus neuronas para poner en contacto, en comunicación al sistema digestivo con el cerebro. Y la vía para que se establezca dicha comunicación es un nervio: el nervio vago.
De esta manera el cerebro se entera de todo lo que estamos comiendo, al cerebro le gusta mantenerse bien informado. ¡Alo! ¡Hola cerebro, soy yo el estómago! Te llamó para comunicarte que en estos momentos acaba de llegar un delicioso pan con pollo, sí, y como siempre llegó a compañado de su amiga: la chicha morada, y cómo siempre ella toda fresh! Sí, así se comunican, a todos gracias a tu línea NERVIO VAGO, por que siempre tendrás llamadas ilimitadas gracias a NERVIO VAGO. Mucho ojo, el llamado "segundo cerebro" no piensa, no elabora pensamientos; pero influye en nuestras emociones. Las emociones están mucho más relacionadas con el sistema digestivo de lo que puedes imaginar. Frases célebres
Examinemos algunas expresiones del saber popular que resultaron ser ciertas a la luz de la neurociencia:
- Cuando decimos nos cagamos de miedo pues es cierto, ante situaciones de miedo podemos quedar paralizados, sin poder siquiera gritar... y se relajan los esfínteres, entonces tenemos la sensación de que nos podemos defecar... de miedo. - La frase se me hace un nudo en el estómago se debe a que cuando estamos tensos el estómago responde deteniéndose y creando una sensación de que estamos llenos, de que estamos saciados, y se siente el famoso nudo en el estómago. - Y lo mismo sucede cuando nos enamoramos y estamos ante el ser amado, de ahí surge la frase siento mariposas en el estómago, que es una sensación de nerviosismo que se ve reflejada... en el estómago.
- O cuando decimos se me quitó el apetito. Esto sucede porque perdemos el hambre ante situaciones que nos angustian como pasar un examen o una entrevista de trabajo. También perdemos el deseo de comer si estamos enojados. Como puedes ver: emociones y sistema digestivo están bastante conectados. El estrés y tus intestinos Frente a situaciones de estrés llega menos sangre a tus intestinos. Entonces, los movimientos del intestino grueso se vuelven más lentos y aparecen los gases y el estreñimiento. Entonces la mejor receta contra el estreñimiento siempre serán las ciruelas y beber abundante agua, pero también debemos agregar la relajación, sí, relajarse a través de la meditación o el mindfulness.
¿No sabes lo qué es el mindfulness? Suscríbite a mi canal, porque te lo explicaré en un próximo video.
Bien. Para aliviar el estrés se recomienda 15 o
20 minutos al día de meditación. Después de hacerlo a diario, durante
cuatro semanas, se convertirá en un hábito, y sentirás un gran alivio mental... y alivio a tus problemas estomacales. No te volverás a estreñir.
Así que desestresarse es muy, muy importante.
Pero, atención, si tus problemas de estreñimiento continúan deberás visitar a un médico. La agresividad En un estudio reciente, publicado en Science, se ha comprobado que cuando tenemos hambre nos ponemos más agresivos de lo normal. Y aquí entra en escena otra hormona: la serotonina.
Cuando no comemos nuestros niveles de serotonina disminuyen y nos ponemos de mal humor. y si la serotonina sigue disminuyendo es peor, nos ponemos de mkuy, muy mal humos, nos ponemos insoportables. Por lo tanto ante una decisión importante como pedir un aumento de sueldo, iniciar un proceso de negociación como cerrar una venta o hacer las paces con tu novia procura que todos estén con el estómago lleno, primero vayan a lamorzar o a cenar; así todos estarán de buen humor y se incrementarán tus posibilidades de éxito. Haz que la serotonina se ponga de tu lado.
Los microbios que viven dentro de tí
Estamos rodeados de microbios. Hay microbios en la tierra, en el mar y hasta el aire.
¿Y hay microbios dentro de nuestro cuerpo? Claro que sí. Hay microbios en TODAS las partes de nuestro cuerpo.
Solo en nuestro intestino viven 100 billones de microbios a los que se les conoce como microbioma o flora intestinal.
Es más, tenemos más microbios en nuestro intestino que células en el cuerpo. Si juntas a todos los microbios que hay dentro de ti pesarían 3 kilos, ¡el doble de lo que pesa tu cerebro! Además tu mcrobioma es único, ¡es como si fuera tu huella digital! No hay otra persona con un mocrobioma idéntico al tuyo. O sea que le puedes a tus amigos: soy único,mis 100 millones de microbios son diferentes a los tuyos.
Estos
microbios son clave para la digestión porque gracias a ellos nuestro cuerpo puede absorber ciertos nutrientes de los alimentos.
¿Quiéres tener una mascota, un gato o un perro, y tus padres no te dejan? Pues bien, tal vez te sirva de consuelo saber que los microbios son como nuestras pequeñas mascotas internas, y las tenemos que cuidar y alimentar. Tenemos 1000 clases diferentes de microbios. Y no comen lo mismo, cada clase de microbio tiene su comida favorita. Y por eso el microbioma intestinal mejora con una dieta variada. Un
microbioma rico y variado genera una mayor salud intestinal, y ello genera un mayor bienestar general.
Y por el contario, las personas que siempre comen lo mismo tienen un microbioma más pobre.
En conclusión: Cuanto más diversificada la dieta, más diverso el microbioma.
¿Y qué tiene que ver el microbioma con la neurociencia?
El año 2019, en un estudio con más mil personas en la Universidad Leuven de Bélgica, se ha demostrado por primera vez que el microbioma intestinal está relacionado con la salud mental. Hay dos bacterias en nuestros intestinos que causan la depresión. Ahora la medicina apuntará hacia esas dos bacterias con la finalidad de mejorar nuestros estados de ánimo.
Y esto recién comienza, aun sabemos muy poco sobre el microbioma, tal vez en estos microbios encontremos la cura para muchas enfermedades.
En conclusión
1. Solo tenemos un cerebro y está en tu cabeza. Lo del segundo cerebro es un apodo que se le da al estómago e intestinos, pero es solo eso un apodo. Si alguién te pone de apodo Pikachu no significa que ya te convertiste en un Pokémon. 2. El estómago se comunica con tu cerebro a través del nervio vago. Esta comunicación es de ida y vuelta. 3. El sistema digestivo y las emociones están muy conectados. Situaciones de tensión, nerviosismo o estrés afectan a tu estomago e intestinos.
4. Cuando tienes hambre te pones de mal humor, te vuelves agresivo. Y al contario, tener el estómago lleno te pone alegre y optimista. Debido a los niveles de serotonina.
5. Asimismo, tu salud mental influirá en tu salud intestinal. Aprende a relajarte a través de la meditación. Tu salud, en general, mejorará.
6. En tu instestino viven 100 millones de microbios, a ese conjunto se le conoce como microbioma (o flora intestinal). Estos microbios están relacionados con tu salud mental. 7. Y para mejorar tu salud intestinal:
Seguir una dieta diversa para diversificar el microbioma intestinal
Bajar el nivel de estrés, haciendo meditación, relajación, mindfulness o yoga
Si ya tienes síntomas de algún
problema intestinal es mejor evitar el alcohol, la cafeína y las comidas
picantes porque pueden exacerbarlos.
Trata de dormir mejor: un estudio
demostró que si cambias o interrumpes el reloj biológico alterando tus
patrones de sueño, también interrumpes el de los microbios de tu
intestino, y lo que quieres más bien es mimarlos.
Una lista no apta para personas aficionadas a la limpieza.
Todos los días usamos objetos que acumulan suciedad y
que no limpiamos lo suficiente. Por esa razón, acumulan millones de
gérmenes y bacterias que pueden enfermarnos u ocasionarnos molestias.
Por eso, según diferentes estudios, hay 16 objetos que deberías limpiar si están en tu posesión o si los utilizas alguna vez que pueden transmitir enfermedades.
Celular
¿Tenés más acné? Aunque no lo creas, la culpa la
podría tener tu celular, pues el aparato que te acompaña a todos lados
(incluyendo tus comidas, tu cama y tus visitas al baño) tiende a
recolectar 10 veces más bacterias que un inodoro. Solución: no lo llevas al baño, mantené limpias tus
manos y desinfectarlo regularmente con un paño de microfibra y un
poquito de alcohol.
Billetes
Si pusiéramos un microscopio dentro de tu billetera podríamos encontrar heces, moho y cocaína. Solución: usar menos papel impreso y más tarjetas de débito y/o crédito.
Teclado de la computadora
Según estudios, el teclado de una laptop o una computadora suele estar 20.000 veces más sucio que un inodoro.
Tus manos, toser o estornudar encima, la comida que le cae y el polvo
que recibe, son algunas de las vías por donde llegan las bacterias. Solución: limpiar con toallitas antibacteriales todos los días.
Menús de restaurantes
¿Pensaste alguna vez cuántas personas tocaron el menú antes que llegaras? Y todas esas personas comparten sus gérmenes, sobre todo aquellos menús que están hechos de plástico. Solución: después de elegir qué comer, ve al baño a limpiarte las manos.
Botones del ascensor
Las teclas y el teclado de los ascensores, están directamente expuestos al contacto humano, y suelen ser 40 veces más sucios que un baño público. Cada vez que presionas un botón, tus manos se contaminan. Solución: llevar siempre un desinfectante para manos.
Tablas de picar
Según los estudios, una tabla puede tener 200 veces más materia fecal que un inodoro, generalmente traídos por la comida que picas en ella, especialmente las carnes. Solución: no usés la misma tabla para picar carne y
verduras, debes tener al menos dos: una para carnes crudas y otra para
frutas y vegetales, y lavarlas muy bien.
Lápiz labial
Cuando te maquillas los labios estás llenando el lápiz de tu saliva, pero si lo hacés después de comer también arrastra los restos de alimentos, los cual guardas nuevamente a tu cartera. Solución: limpia bien tus labios antes de utilizar
el lápiz y, cada vez que puedas, raspa la puntita de la barra para
quitar las bacterias que acumula.
Ropa recién sacada del lavarropas
Aunque te parezca mentira, tu ropa no sale libre de bacterias. Si no le agregás cloro a los lavados o no usás agua caliente, es probable que sólo estés revolviendo los gérmenes en el tambor. Solución: desinfectar el lavarropas antes de meter
la ropa y lavar la ropa interior aparte, pues son las prendas que más
bacterias acumulan.
Hielo
Las máquinas para producir hielo no las suelen lavar con regularidad, por lo que tienden a estar llenas de gérmenes. Solución: hay bebidas, como el whisky, vodka, martini y la Coca-Cola, que matan las bacterias.
Frasco de crema
Cada vez que abrís un envase y metés tus dedos en la
crema para aplicártela en la cara, la estás llenando de bacterias que
contaminarán el producto y no le traerán nada positivo a tu piel. Solución: elige cremas en envases con dispensadores o
en tubos o utiliza una palita o mini-cucharita de plástico para retirar
el producto.
La esponja de la cocina
Una vieja conocida recolectora y propagadora de gérmenes.
Es el objeto con más bacterias de toda tu casa, incluso más que el
baño. Repletas de restos de comida y siempre húmedas, son el espacio
ideal para el cultivo de gérmenes y bacterias. Solución: usa un cepillo de plástico o silicona en lugar de la esponja.
Control remoto
Este aparato recolecta toda la mugre de tus manos y su entorno, como comida, polvo e incluso la bacterias que están en tu ropa.
Solución: limpiarlo con toallitas antibacteriales todos los días
Carritos de supermercado
Según estudios, también los carritos contienen más saliva, bacterias, y restos fecales que un baño público, es por eso que algunas empresas europeas colocan toallitas desinfectantes junto a ellos para que la gente los limpie.
Solución: limpiarlo con toallitas antibacteriales antes de usarlo y desinfecta tus manos al dejarlo.
Cajeros automáticos
Los botones que tocas cuando utilizás estas cabinas están sucios y
llenos de gérmenes, más si están en lugares de alta circulación, pues nunca los limpian y se usan todos los días.
Solución: usa antibacterial y lávate las manos después de usarlos.
Botella de agua
Si sos de llevar una botella para todos lados es probable que no estés lavándola correctamente y esté recolectando gérmenes y bacterias. Solución: lavá todos los días la botella, por dentro y por fuera (principalmente).
Cepillo
No sólo este objeto recolecta gérmenes de los baños, sino que además acumula restos de productos para el pelo, pelo, moho y piel muerta,
una combinación especial para el cultivo de bacterias. Es posible que
notes estas bacterias si tienes irritación en el cuero cabelludo. Solución: lávalo una vez al mes. Con información de: El Nueve
Un estudio de la NASA explora las implicaciones de la presencia del gas en el planeta rojo,
Los primeros héroes de la Tierra fueron microbios. Hace
2.700 millones de años la atmósfera comenzó a acumular oxígeno producido
por cianobacterias que vivían en los océanos y eran capaces de realizar
fotosíntesis. El oxígeno fue fundamental para la aparición de vida más
compleja, incluidos los primeros animales, y hoy sustenta el tipo de
metabolismo más habitual del planeta.
Ahora, un nuevo estudio apunta a que en zonas de Marte
también puede haber suficiente oxígeno como para mantener a algunos
seres vivos terrestres. Vlada Stamenkovic, investigador de la NASA, y
colegas del Instituto Tecnológico de California han desarrollado un
modelo que calcula la cantidad de oxígeno que podría encontrarse en
disolución en las aguas saladas que pueden existir en algunas zonas del
planeta. Las sales presentes en estas salmueras permiten que el agua
permanezca líquida a temperaturas por debajo de los cero grados. Según
el estudio, publicado hoy en Nature Geoscience,
en torno a un 6,5% de todo el planeta puede albergar cantidades de
oxígeno en la superficie o a unos centímetros por debajo de ella
similares a las que en la Tierra bastan para sustentar a algunos
microbios y esponjas.
Estudios recientes apuntan a que los primeros ancestros de
los animales actuales eran esponjas y que estos seres vivos pueden
proliferar en concentraciones de oxígeno muy bajas. Las zonas con
posible oxígeno están por encima de los 50 grados de latitud en torno a
los polos. Entre las misiones marcianas que analiza el estudio solo una
ha explorado estas zonas: la misión Phoenix, que aterrizó sobre lo que podría ser hielo de agua en 2008.
Este mismo año se descubrió en Marte un gran lago de agua salada oculto bajo el hielo
del polo sur. El nuevo estudio especula que la concentración de oxígeno
en su interior podría ser “alta” si hay un contacto temporal con la
superficie o si hay radiación suficiente para que se separen el oxígeno y
el hidrógeno. Los responsables del trabajo consideran que estos
resultados teóricos pueden explicar el estado de oxidación de algunas
rocas marcianas e implican “que hay oportunidades para la vida basada en
el oxígeno en el Marte actual u otros cuerpos planetarios gracias a
fuentes de oxígeno alternativas a la fotosíntesis”.
Víctor Parro, investigador del Centro de Astrobiología
(CAB-CSIC), destaca que hasta ahora la presencia de oxígeno en Marte se
ha “despreciado”, debido a las bajas concentraciones. Aunque se trata de
un estudio teórico que habría que confirmar con mediciones reales, el
científico destaca que “estos modelos resaltan el papel que puede jugar
el O₂ disuelto incluso actualmente tanto para la respiración de
microorganismos como en la oxidación de metales”.
“Los microorganismos no necesitan O₂ para respirar”,
explica, “pero el oxígeno molecular permite obtener mayor energía en los
procesos de respiración y su presencia en Marte en concentraciones
adecuadas aumenta las posibilidades de nuevos metabolismos y más
eficientes. “Por ejemplo permitiría la existencia de bacterias como las
que se encuentran en río Tinto [Huelva], que oxidan el hierro de la
pirita para obtener energía. Y algo que abunda en Marte es el hierro”,
destaca.
“Los autores eligen el grupo de organismos terrestres que
son capaces de vivir a concentraciones de oxígeno disuelto en agua más
bajas, que son básicamente ciertos tipos de bacterias y las esponjas, y
concluyen que las concentraciones de oxígeno que calculan que pueden
existir en las salmueras marcianas serían suficientes para que estos
organismos pudieran medrar en Marte hoy”, explica Alberto González
Fairén, investigador del CAB y la Universidad Cornell. “Por supuesto, es
solo una comparación gráfica para resaltar lo elevado de los niveles de
oxígeno disuelto en estas salmueras y los autores no insinúan que
puedan existir esponjas en bolsas de líquido escondidas en los hielos de
Marte. Los posibles habitantes de las salmueras no solo dependerían del
oxígeno disponible para respirar: las bajísimas temperaturas, la
altísima concentración de sales y la radiación no permiten la existencia
de vida similar a la terrestre cerca de la superficie de Marte hoy”,
añade.
Otra de las preguntas sin responder que deja el trabajo es
si realmente hay salmueras de agua líquida en la superficie de Marte, ya
que las pruebas acumuladas hasta ahora no son concluyentes.
La científica argelina dirige un proyecto para entender la interacción entre los 30 billones de células propias y los 39 billones de microorganismos que hay en un único ser humano.
“Si crees que eres una persona muy importante, recuerda que la mayor
parte de tus genes pertenecen a microbios. Y la mayoría de las funciones
de tu cuerpo las llevan a cabo microbios. Solo somos un envoltorio”. Yasmine Belkaid
sonríe mientras reflexiona sobre qué es en realidad un ser humano. Una
persona está compuesta por unos 30 millones de millones de células
humanas, el 84% de ellas glóbulos rojos, encargados de transportar el
oxígeno en la sangre. Pero “no estamos solos”, según subraya Belkaid. En
un cuerpo humano también hay, al menos, 39 millones de millones de microbios.
La proporción es de 1,3 células microbianas por cada una humana.
“Estamos colonizados por todo aquello a lo que nos han enseñado a tener
miedo: bacterias, virus, arqueas, protozoos, hongos”, expone. Incluso
nuestros ojos están cubiertos por una multitud de microbios. Belkaid sabe de lo que habla. Dirige el Programa Microbioma
del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE UU,
dedicado a entender las interacciones entre los 30 billones de células
humanas y los 39 billones de microbios. Es una tarea descomunal. Una
persona tiene su genoma, el ADN de sus propias células. Pero también
alberga un segundo genoma: el microbioma, el ADN de todos los microorganismos que viven en su interior. El equipo de Belkaid ha demostrado que los microbios de la piel
y de los intestinos desempeñan un papel clave para controlar las
defensas de un ser humano. En la piel, por ejemplo, las bacterias
beneficiosas se alían con el sistema inmune
para acelerar la curación de las heridas. La vida de una persona está
en manos de las señales que envían sus inquilinos microscópicos. El artículo: El País (España)
Depende de lo escrupuloso que seas, del hambre que tengas, de la
capacidad de adherencia del alimento caído y de la higiene del suelo.
Suele decirse que no hay peligro en zamparse algo que se haya caído, siempre que lo hagas antes de que pasen 10 segundos, el tiempo que supuestamente necesitan los microbios para colonizar el apetecible bocado. Pero habría que matizar varios detalles. Cuando un alimento cae al
suelo, se suele producir una transferencia de materia en ambas
direcciones. Así que, salvo que el lugar del accidente esté
completamente desinfectado, algún que otro ser microscópico se quedará
enganchado en la superficie del alimento, aunque apenas hayan
pasado unos segundos. No obstante, es de muy mala suerte que el
inquilino sea patógeno y en una cantidad suficiente para desatar una
infección. Otra cosa sucede si hay humedad por medio y se han
derramado líquidos o fluidos -leche, sopa, aceite, mantequilla-, mucho
más permeables a la entrada de bacterias, al ofrecer mayor superficie de contacto. Fuente: Muy Interesante
En 2015 el astrobiólogo alemán Dirk
Schulze-Makuch viajó junto con un equipo internacional de investigadores
a uno de los sitios más inhóspitos de la Tierra: la zona más seca del
desierto de Atacama, en Chile.
Su objetivo era saber si existía vida en el lugar más árido del planeta más allá de los polos.
Y, entonces, llovió...
Ese excepcional evento que ocurre una vez por década permitió a los investigadores registrar una explosión de actividad biológica y, que incrementó sus esperanzas de que haya vida en Marte.
Según el estudio que publicó el equipo de Schulze-Makuch este lunes en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS),
en Atacama existe una comunidad de bacterias resistentes que pueden
pasar décadas en estado latente, sin agua, para luego reactivarse y
reproducirse con la lluvia.
"Otros
investigadores habían logrado encontrar organismos moribundos cerca de
la superficie y restos de ADN en el pasado", dijo Schulze-Makuch al
periódico de la Universidad Estatal de Washington, donde es docente. "Pero —continuó— esta es realmente la primera vez que alguien es capaz de identificar una forma de vida persistente en el suelo del desierto de Atacama". Schulze-Makuch incluso dio un paso más y afirmó: "Creemos que estas comunidades microbianas pueden permanecer latentes durante cientos o incluso miles de años en condiciones muy similares a las que pueden encontrarse en un planeta como Marte y luego volver a la vida al llover".
Luego de la visita de 2015, los investigadores regresaron a Atacama para tomar muestras en 2016 y 2017. En
esos viajes descubrieron que, ante la creciente ausencia de humedad,
aquellas comunidades microbianas que se habían activado por la lluvia
comenzaban a retraerse de forma gradual hacia el estado de latencia. En otras palabras, estas comunidades "han evolucionado para adaptarse a las severas condiciones", dice el estudio de PNAS.
¿Vida en Marte?
"Nuestros nuevos descubrimientos tienen importantes repercusiones en la búsqueda de vida en Marte", escribió este lunes Schulze-Makuch en la revista de divulgación científica Air & Space. "Ese planeta solía ser mucho más húmedo de lo que es ahora, pero
incluso hoy en día hay eventos ocasionales que podrían proporcionar
humedad a microorganismos latentes", agregó.
Hace miles de millones de años, Marte tenía océanos y lagos donde es posible que existieran formas simples de vida. Además,
en los últimos años, distintas investigaciones han afirmado que en hoy
en día en la superficie de Marte podrían existir minerales en estado
hidratado, corrientes de agua salada y hasta tormentas de nieve
nocturnas. "Al igual que en las áreas más secas de Atacama, cualquier microbio en Marte podría reactivarse al entrar en contacto con suficiente humedad", escribió el investigador alemán.
"En ese caso, el planeta puede no estar tan sin vida como alguna vez pensamos". Fuente: BBC Ciencia
La capacidad de la vida para abrirse camino en los entornos más extremos de la Tierra,
en los cuáles nunca imaginaríamos que pueden permitir la proliferación
de organismos, no deja de aportar una prueba tras otra, dándonos razones
para creer que la vida extraterrestre, aunque sea en su forma más
primitiva, puede darse en otros planetas, o en lugares recónditos de nuestro Sistema Solar.
Un equipo de científicos ha descubierto que los microbios en
la Antártida tienen una capacidad nunca antes conocida de captar
hidrógeno, monóxido de carbono y dióxido de carbono del aire para
mantenerse con vida en las condiciones más extremas.
Un hallazgo que sugiere que los microbios extraterrestres también podrían depender del seguimiento de los gases atmosféricos para sobrevivir.
"La Antártida
es uno de los entornos más extremos de la Tierra. Sin embargo, las
regiones desérticas frías, oscuras y secas son el hogar de una
diversidad sorprendentemente rica de comunidades microbianas", dice la
autora principal del estudio y científica asociada de la Universidad de
New South Wales de Sydney, la profesora Belinda Ferrari.
La gran pregunta ha sido cómo pueden sobrevivir los microbios cuando hay poca agua,
los suelos tienen muy poco carbono orgánico y hay muy poca capacidad de
producir energía del sol a través de la fotosíntesis durante la
oscuridad del invierno.
"Descubrimos que los microbios han desarrollado mecanismos
para vivir del aire y que pueden obtener la mayor parte de la energía y
el carbono que necesitan para eliminar los gases atmosféricos, incluido el hidrógeno y el monóxido de carbono", dice.
Para elaborar el estudio, se tomaron muestras de suelo de dos sitios costeros libres de hielo
en diferentes regiones de la Antártida oriental. Uno de ellos fue
Robinson Ridge, a 10 kilómetros de Casey Station, en Wilkes Land. El
otro fue Adams Flat, a 242 kilómetros de la estación Davis en Princes
Elizabeth Land. Ambas áreas son desiertos polares prístinos desprovistos
de plantas vasculares.
Los investigadores estudiaron el ADN
microbiano en el suelo superficial de ambos lugares y reconstruyeron
los genomas de 23 de los microbios que vivían allí, incluidos algunos de
los primeros genomas de dos grupos de bacterias previamente desconocidas llamadas WPS-2 y AD3. Descubrieron que las especies dominantes de los suelos tenían genes que les daban una gran afinidad por el hidrógeno y el monóxido de carbono, lo que les permitía eliminar los gases traza del aire a un ritmo lo suficientemente alto como para mantener sus necesidades de energía previstas y apoyar la producción primaria.
Un posible sustento de vida extraterrestre
Esta nueva comprensión sobre cómo la vida todavía puede existir en
ambientes físicamente extremos y carentes de nutrientes como la
Antártida abre la posibilidad de que los gases atmosféricos apoyen la vida en otros planetas.
La mayoría de los organismos usan la energía del sol o la tierra
para crecer. Se necesita más investigación para ver si este uso novedoso
de los gases atmosféricos como fuente de energía alternativa está únicamente extendido en la Antártida, o también en otros lugares, incluso fuera de nuestro planeta.
El estudio ha sido elaborado por investigadores de la UNSW, la
Universidad de Monash, el Centro Australiano de Ecogenómica de la
Universidad de Queensland, GNS Science en Nueva Zelanda y la División
Antártica de Australia, ha sido publicado en la revista Nature. Fuente: Muy Interesante
En nuestra piel viven innumerables especies de microbios, y en cantidades tan elevadas que ni siquiera se sabe a ciencia cierta cuántos hay.
Solo nuestro ombligo es, a efectos de vida microbiana, algo así como
un mundo extraterrestre, como pone en evidencia el proyecto llamado Belly Button Biodiversity (BBB), es decir, Proyecto de Biodiversidad del Ombligo, llevado a cabo por investigadores de la Universidad Estatal y el Museo de Ciencias Naturales de Carolina del Norte.
En este proyecto, los investigadores tomaron muestras de esa
insondable parte de nuestra anatomía que es el ombligo, en el que al
parecer los microbios se encuentran muy confortables. Allí encontraron,
tras analizar 500 ombligos, un total de 2.368 especies diferentes de bacterias.
Pero lo más sorprendente, al respecto de este hallazgo, es lo que cuenta Josep Maria Mainat en su libro Ciencia optimista:
el estudio especifica que 1.458 de esas especies de microbios eran
previamente desconocidas para la ciencia y algunas de las bacterias
detectadas estaban totalmente fuera de su contexto habitual. El ombligo
de una persona, por ejemplo, albergaba una bacteria que solo se había
encontrado anteriormente en Japón, donde la persona no había estado
nunca. Otro individuo tenía en el ombligo dos tipos de unas bacterias
llamadas “extremófilas”.
Detrás de la oreja, sin embargo, solo se han encontrado una media de 19 especies diferentes de microbios.
Entre las especies de microbios que habitan en la piel de la mano
derecha, solo el 17% coinciden con las que habitan en la piel de la mano
izquierda.
Todo esto es lo que podemos encontrar en nuestra piel, pero en
nuestro interior hay muchos más microbios. Solo nuestro sistema
digestivo acoge a más de un centenar de billones de microbios de al menos 400 especies diferentes.
Muchos de ellos llevan consigo genes que nos dotan con rasgos y
funciones útiles para nosotros, como ayudarnos a asimilar nutrientes, y
convertir el resto en excremento que más tarde evacuaremos. Tenemos
25.000 genes contenidos en nuestras células, pero poseemos 20 veces más de genes no humanos procedentes de las bacterias. ¿Somo ellas o nosotros? ¿De qué país somos, entonces?
En 1681, Antonie van Leeuwenhoek se convirtió en lap
rimera persona en la historia que pudo ver un microbio. Pero su interés
no habría sido tal si no sufriera diarrea, una aparatosa descomposición
fecal.
Debido precisamente a ella, Leeuwenhoek se vio obligado a examinar sus propios desechos acuosos bajo su microscopio.
Según su informe, distinguió unos “animálculos moviéndose muy
graciosamente… algo más largos que anchos, con el vientre… provisto de
varias patitas”.
Lo que había visto Leeuwenhoek es lo que hoy en día identificaríamos
como un protozoo llamado Giardia, una causa común de diarrea. Pero el
investigador fue más allá, tal y como describe en el libro Abrir en caso de ApocalipsisLewis Dartnell:
No pasó mucho tiempo sin que Leeuwenhoek llegara a observar
microbios en gotitas de agua, y nubes de bacterias en heces y dientes
cariados. Examinando su propio semen, descubrió el vigoroso serpenteo de
los espermatozoides responsables de la reproducción sexual de todos los
animales (aunque él insistió en que no había obtenido sus propias
muestras por “ninguna artimaña pecaminosa” y que estas eran el
“excedente que me proporcionó la naturaleza en mis relaciones
conyugales”.
Antes de que se inventara el primer telescopio ya se habían lanzado
algunas especulaciones acerca de la existencia de pequeños organismos
invisibles, como la del autor romano Marco Terencio Varrón, allá por el año 36 a.C.
Un equipo de científicos internacionales descubrió en el noroeste de Australia un complejo ecosistema fosilizado de microbios de casi 3.500 millones de años y se cree que se trata de las evidencias más antiguas de la vida en la Tierra, han informado medios locales. Estas estructuras sedimentarias inducidas por microbios o MISS, que fueron halladas en una zona rocosa llamada Dresser Formation,
situada en una remota zona de la región de Pilbara, "podrían ser la
evidencia más antigua de la vida en la Tierra", dijo el científico de la
Universidad de Australia Occidental, David Wacey. Investigaciones científicas previas derivaron en el descubrimiento de
microfósiles y de estromatolitos de menor antigüedad que las
estructuras sedimentarias halladas en Pilbara, según la cadena local
ABC.
En ese sentido, el descubrimiento de este MISS hace que "las evidencias de las primeras formas de vida en la Tierra se sitúen unos cuantos millones de años atrás", agregó Wacey. "Cuando estos microbios estaban vivos interactuaban con los sedimentos en los que vivían y creaban pequeñas comunidades en las que se daba todo tipo de ayuda para sobrevivir en lo que habría sido un ambiente muy difícil", describió el experto. El científico explicó que el descubrimiento se caracteriza por incluir "fragmentos de microbios degradados en las que no se puede apreciar su forma original" porque ya que no se distinguen las células con claridad, aunque aún conserva material carbonoso que queda de ellas. Las rocas sedimentarias donde se han hallado los restos de estos microbios probablemente son las "más antiguas y mejor preservadas de la Tierra", destacó el científico al subrayar que el descubrimiento podría contribuir en áreas como la investigación espacial. Algunos proyectos científicos se centran en la búsqueda de
estructuras de microbios en la superficie de Marte para determinar si
alguna vez hubo vida en ese planeta. Fuente: El Mundo Ciencia (España)
Uno de los gérmenes más comunes en los teclados es el estafilococo áureo, una bacteria que provoca intoxicación alimentaria. Éste y otros gérmenes dañinos se transfieren al
teclado después de haber usado el baño, después de comer frente al
escritorio o de meterse el dedo en la nariz. Un estudio de 2008 demostró que algunos teclados están más sucios que un inodoro. El estado de una pantalla táctil no es muy
diferente. Hace dos años, un estudio de la Escuela de Higiene y Medicina
Tropical de Londres descubrió que el 92% de los teléfonos celulares
tenían esa bacteria a pesar de que el 95% de los usuarios aseguró
lavarse meticulosamente las manos. Uno de cada seis teléfonos estaba contaminado con la bacteria Escherichia coli, que produce intoxicación alimentaria severa. A la hora de comparar, es probable que haya más
gérmenes en la pantalla, ya que la gente suele llevar el teléfono a
todos lados, incluso al baño. Además, tocar transfiere más toxinas que
usar las teclas. Fuente: BBC Ciencia
En el cuerpo humano habitan diversas
especies de bacterias (la mayoría), virus, hongos y protozoos. Este
conjunto se llama microbioma humana.
Y pone en cuestión la
mismísima definición de qué y quiénes somos. En nuestro organismo hay
diez veces más células de microbios que células humanas propias. El
genoma humano tiene entre 20.000 y 25.000 genes, pero la microbioma
humana con la que cargamos como especie alcanza unos ocho millones de
genes, cientos de veces más.
La ciencia está descubriendo cada
vez más cuánto este ecosistema que nos habita determina cómo funciona
nuestro cuerpo, influyendo en alergias como asma, problemas metabólicos y
condiciones como la obesidad, además de contribuir a la consolidación
de nuestro sistema inmune y hasta influir nuestros estados de ánimo.
Es una suerte de huerto, de granja, que si logramos entender, cuidar y aprovechar puede trabajar cada vez más a nuestro favor.
Esta nota pertenence a la
serie de BBC Mundo "Microbioma: el huerto humano", dedicada a los más
recientes desarrollos en el campo de estudio de la microbioma humana, el
conjunto de bacterias, virus, hongos y protozoos que habitan dentro de y
sobre la superficie de nuestro cuerpo y cuyo rol es clave para el
saludable desarrollo de nuestra vida.
Inocular a bebés recién nacidos por cesárea con
fluidos vaginales de la madre podría prevenir ciertas enfermedades,
entre ellas alergias como el asma. Esta es la hipótesis detrás de un
experimento que se está llevando a cabo en Puerto Rico y que tiene en
vilo a toda la comunidad de científicos que trabaja en el estudio de la
microbioma humana y su relación con la salud.
Esa hipótesis está basada en la
evidencia de que el pasaje del bebé por el canal de parto de la madre lo
inocula con bacterias que son beneficiosas en la formación de su propia
microbioma y el desarrollo de su sistema inmunitario. "Las vaginas de las mamás cambian durante el embarazo, y todas convergen hacia aumentar los Lactobacillus y Bifidobacterias",
explica a BBC Mundo la microbióloga venezolana María Domínguez Bello,
quien está a cargo del experimento y es investigadora de la Universidad
de Nueva York. Esas bacterias cumplen una serie de funciones.
Por un lado, ayudan a digerir la lactosa de la leche, que es lo único
que toma el bebé durante la mitad del período total de lactancia; y "la
leche materna promueve el crecimiento de microbios beneficiosos en el
bebé", agrega Lita Proctor, coordinadora del Human Microbiome Project (Proyecto Microbioma Humano) de Estados Unidos. Por el otro, y esto es clave, como el sistema
inmune del bebé nace "completamente ingenuo, tolerante a todo", dice
Domínguez Bello, reconoce a estas bacterias como amigas y no las ataca.
Científicos usan microorganismos para desarrollar baterías microbianas con la misma eficiencia energética que los paneles solares. Investigadores de la Universidad de Stanford (EEUU) han usado microbios con cables para extraer energía eléctrica de aguas residuales. Combinando naturaleza y materiales conductores han conseguido fabricar auténticas baterías microbianas con una eficiencia energética similar a la de las placas solares.
Microbio produciendo electricidad. La imagen fue tomada con un
microscopio electrónico de barrido. Imagen: Xing Xie. Fuente:
Universidad de Stanford.
El uso incontrolado de los combustibles fósiles nos ha llevado a
la conocida crisis energética, pero también ha aumentado el interés por
encontrar fuentes alternativas de energía que no dañen el medio
ambiente. Avances sorprendentes en esta dirección se están dando en el
universo de lo extremadamente pequeño: de los microorganismos.
El año pasado, ya hablamos en Tendencias21
del trabajo de un equipo de científicos de la Universidad Wageningen,
en los Países Bajos, que han creado una célula de combustible vegetal y
microbiana (Plant-Microbial) capaz de generar electricidad a partir de
la interacción natural entre las raíces de las plantas vivas y las
bacterias del suelo.
Ahora, ingenieros de la Universidad de Stanford (EEUU) han dado un
nuevo paso en la misma dirección, con el desarrollo de una fórmula de
generación de electricidad a partir de aguas residuales usando microbios
a modo de minicentrales.
Estos organismos producen la electricidad a medida que siguen un
proceso natural: mientras digieren desechos animales y vegetales,
informa la Universidad de Stanford en un comunicado.
Las “baterías microbianas”, como las llaman sus inventores,
podrían ser usadas algún día en plantas de tratamiento de aguas
residuales o en los lagos y aguas costeras. Aunque el prototipo de
laboratorio es actualmente más o menos del tamaño de una pila y está
sumergido en una simple botella de agua residual, los científicos creen
que presenta potenciales y prometedoras aplicaciones.
Imagen de la Tierra captada por satélites de la NASA. | Efe
'Sólo los microbios en algunos lugares serían capaces de soportar el calor'
Las condiciones de habitabilidad de la Tierra durarán por lo menos
otros 1.750 millones de años, según concluyen astrobiólogos de la
Universidad de East Anglia, en Reino Unido. Los resultados de su
investigación, publicados este jueves en la revista 'Astrobiology', revelan el tiempo de habitabilidad en el planeta Tierra, sobre la base de nuestra distancia del sol y temperaturas a las que es posible que el planeta tenga agua líquida. El equipo de investigación observó las estrellas en busca de
inspiración y, mediante el uso de planetas recientemente descubiertos
fuera de nuestro sistema solar (exoplanetas), como ejemplos, analizaron
el potencial de estos planetas para albergar vida. El director del estudio, Andrew Rushby, de la
Escuela de Ciencias Ambientales de la Universidad de East Anglia, ha
detallado que se ha utilizado "el concepto de zona habitable para hacer
estimaciones". "Es la distancia de la estrella de un planeta en la que
las temperaturas son propicias para tener agua líquida en la superficie", ha precisado. "Hemos utilizado los modelos de evolución estelar
para estimar el final de la vida útil habitable de un planeta por la
determinación de cuándo dejará de estar en la zona habitable. Estimamos
que la Tierra dejará de ser habitable en algún lugar entre 1.750 y 3.250
millones de años. Después de este punto, la Tierra estará en la zona
caliente del sol, con temperaturas tan altas que los mares se evaporarán. Habrá un evento de extinción catastrófica y terminal para todas las vidas", ha indicado.
"Por supuesto, las condiciones de los seres humanos y otras formas de vida complejas se volverán imposibles mucho antes, algo que está acelerando el cambio climático antropogénico.
Los humanos tendrían problemas con incluso un pequeño aumento en la
temperatura y, cerca del final, sólo los microbios en algunos lugares
serían capaces de soportar el calor", ha adelantado el experto.
"Mirando hacia el pasado una cantidad similar de tiempo, sabemos que
hubo vida celular en la tierra. Tuvimos insectos hace 400 millones de
años, los dinosaurios hace 300 millones de años y plantas florecientes
hace 130 millones de años. Los seres humanos anatómicamente modernos
sólo han existido durante los último 200.000 años, lo que supone que se necesita un tiempo muy largo para que se desarrolle la vida inteligente", prosigue. A su juicio, la cantidad de tiempo habitable de un planeta es muy
importante porque informa de la posibilidad de evolución de la vida
compleja, que es la que probablemente requiera más un período de
condiciones de habitabilidad. "La medición de habitabilidad es útil
porque nos permite investigar la posibilidad de que otros planetas
alberguen vida y comprender que la etapa de la vida puede estar en otro
lugar de la galaxia", ha señalado. Tras apuntar que gran parte de la evolución es cuestión de suerte, ha
indicado que se sabe que complejas especies inteligentes como los
humanos no podían existir después de sólo unos pocos millones de años,
ya que a los hombres les ha costado evolucionar un 75% de toda la vida
útil habitable de la Tierra. "Creemos que es probable que haya una historia similar en otro lugar", ha explicado. Los astrónomos han identificado casi mil planetas
fuera de nuestro sistema solar, algunos de los cuales fueron analizados
por este equipo de expertos, estudiando la naturaleza evolutiva de la
habitabilidad planetaria con el tiempo astronómico y geológico. "Comparamos la Tierra con ocho planetas
que se encuentran actualmente en su fase habitable, incluyendo Marte.
Encontramos que los planetas que orbitan estrellas de masa más pequeñas
tienden a tener zonas de vida más habitables", ha relatado. Uno de los planetas sobre el que aplicaron su modelo fue Kepler 22b,
que tiene un tiempo habitable de entre 4.300 millones y 6.100 millones
de años. Otro es Gliese 581d, un planeta que puede ser cálido y
agradable durante diez horas durante todo el tiempo que nuestro sistema
solar ha existido, con un espectacular tiempo habitable de entre 42.400
millones hasta 54.700 millones de años.
Mudanza a Marte
"Hasta la fecha, no se ha detectado un planeta como el terrestre.
Pero es posible que haya un planeta habitable, similar a la Tierra, a 10
años luz, que está muy cerca en términos astronómicos. Pero llegar a él
tomaría cientos de miles de años con la tecnología actual. Si alguna
vez necesitamos movernos a otro planeta, Marte es probablemente nuestra mejor apuesta,
ya que está muy cerca y se mantendrá en la zona habitable hasta el
final de la vida del Sol, unos 6.000 millones de años a partir de
ahora", ha concluido.