La científica argelina dirige un proyecto para entender la interacción entre los 30 billones de células propias y los 39 billones de microorganismos que hay en un único ser humano.
“Si crees que eres una persona muy importante, recuerda que la mayor
parte de tus genes pertenecen a microbios. Y la mayoría de las funciones
de tu cuerpo las llevan a cabo microbios. Solo somos un envoltorio”. Yasmine Belkaid
sonríe mientras reflexiona sobre qué es en realidad un ser humano. Una
persona está compuesta por unos 30 millones de millones de células
humanas, el 84% de ellas glóbulos rojos, encargados de transportar el
oxígeno en la sangre. Pero “no estamos solos”, según subraya Belkaid. En
un cuerpo humano también hay, al menos, 39 millones de millones de microbios.
La proporción es de 1,3 células microbianas por cada una humana.
“Estamos colonizados por todo aquello a lo que nos han enseñado a tener
miedo: bacterias, virus, arqueas, protozoos, hongos”, expone. Incluso
nuestros ojos están cubiertos por una multitud de microbios.
Belkaid sabe de lo que habla. Dirige el Programa Microbioma
del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de EE UU,
dedicado a entender las interacciones entre los 30 billones de células
humanas y los 39 billones de microbios. Es una tarea descomunal. Una
persona tiene su genoma, el ADN de sus propias células. Pero también
alberga un segundo genoma: el microbioma, el ADN de todos los microorganismos que viven en su interior. El equipo de Belkaid ha demostrado que los microbios de la piel
y de los intestinos desempeñan un papel clave para controlar las
defensas de un ser humano. En la piel, por ejemplo, las bacterias
beneficiosas se alían con el sistema inmune
para acelerar la curación de las heridas. La vida de una persona está
en manos de las señales que envían sus inquilinos microscópicos.
El artículo: El País (España)