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5 de marzo de 2020

¿Existieron dinosaurios en el antiguo Perú?


, en Perú se han encontrado muchas especies de dinosaurios. 


Hace 135 millones de años, Lima, la capital del Perú, se encontraba debajo del mar, y en la zona del actual Morro Solar (Chorrillos) se ha encontrado, a fines del año 2019, una aleta de Plesiosaurio.




Investigadores del museo y de la Universidad Marshal, en Huntington (EE UU), han corroborado, en el año 2011, que los plesiosaurios daban a luz a crías vivas, y que no incubaban huevos en la tierra.
En Bagua (Amazonas), que pertenece a la selva peruana, se han encontrado fósiles de un dinosaurio de largo cuello: el titanosaurio. Pero sin duda el dinosaurio más popular que vivió en Bagua fue bautizado como Carnotaurio, una réplica a escala natural de este dino se encuentra en el Museo de Historia Natural de Lima, Perú.



El Carnotauro (nombre que significa toro carnívoro) fue un dinosaurio que vivió en toda sudamérica hace 70 millones de años. Medía de 8 a 9 metros de longitud y pesaba entre 1350 y 2100 kilo
En Sicuani (Puno) vivieron los carnotauros y velociraptors. En Huallanca (Huánuco) vivieron los pteranodontes, que eran unos reptiles voladores gigantes, no tenían plumas pero si un gran parecido con los murciélagos actuales.



En la siguiente imagen. a la izquierda el pteranodon en pleno vuelo, a la izquierda el temible carnívoro: el velociraptor.

Y cerca de aquí, por la laguna de Conococha (Áncash)se han encontrado más de cien huellas de iguanadontes y terosaurios. Y en las aguas vivían los enormes ictiosaurios. En la imagen siguiente un iguanodote (o iguandon) que era herbívoro; y en la siguiente imagen un ictiosaurio, un carnívoro que podía llegar a medir hasta 26 metros de longitud.



Iguanadon. Su nombre significa dientes de iguana, era un herbívoro que vivía en la zona de Conococha (Áncash)
Y en las aguas de la laguna de Conococha vivían los ictiosaurios (su nombre significa "lagrto-pez"). Estos carnívoros fueron en un inicio terrestres, pero evolucionaron para vivir en el agua. Estos dinosaurios tenían un parecido con los delfines actuales.
Y estos restos de ictiosaurios, animales marinos, se han encontrado en Conococha (que está a más 4000 m.s.n.m) porque hace 120 millones de años en esa zona existía un mar. Sí, la zona de Conococha era un mar con extensas zonas de playa. 


También se han encontrado numerosas huellas de dinosurios en la zona de los Conchucos (Cerca a San Marcos, Áncash). En esa época no existí la Cordilera de los Andes y la zona de los Conchucos está poblada por bosques de coníferas y helechos.


Otro lugar con huellas de dinosaurios se encuentra en Querulpa (Castilla, Arequipa). Allí encontrarán nuestro Parque Jurásico, versión peruana, con algunas reproducciones, a escala real, de los dinosaurios que vivieron en esa zona.


Finalmente ingresa a esta web para conocer más detalles de cómo conocer a los dinosaurios que vivieron en Perú. 


Hasta pronto


Mag. Leonardo Sánchez Coello
leonardo.sanchez.coello@gmail.com

22 de noviembre de 2019

Los seres humanos somos 8% virus

Se trata de partículas virales que vienen integradas en nuestro genoma. Lo riesgoso es que podrían desencadenar enfermedades.
 

Un reciente estudio, publicado el 11 de julio de 2019 en “Frontiers in Genetics”, hace una revisión del papel que tendrían los retrovirus endógenos humanos (HERV, por sus siglas en inglés) en el desarrollo de una serie de enfermedades crónicas de causa desconocida, tales como la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, el cáncer y la esquizofrenia.


La revisión de lo que son los HERV nos lleva al fascinante mundo del genoma, del ‘ADN basura’ y de los virus fósiles. Veamos.

El genoma y el "ADN basura"

El genoma del ser humano está compuesto por 46 cromosomas, 23 provenientes del padre y 23 de la madre. Estos contienen aproximadamente 20.000 a 25.000 genes, los cuales ejercen su función sintetizando o fabricando sustancias químicas llamadas proteínas, las cuales actúan a diversos niveles del organismo. Además, esos genes contienen la información genética que heredamos de nuestros progenitores, como las características físicas, intelectuales y la susceptibilidad a las enfermedades.
Cuando se descubrió el ADN en los años 50, se pensó que todo el genoma era funcionante, es decir, capaz de sintetizar proteínas y por tanto afectar la función del organismo. Sin embargo, en la década del 70, se descubrió –para la sorpresa de los científicos– que solo el 2% del genoma podía sintetizar proteínas, y un 8% adicional era de alguna manera funcionante.

Eso significa que solo el 10% del genoma es funcionante y un increíble 90% no lo es. Al desconocerse la función de ese 90% de ADN, aquel material fue bautizado con el despectivo término de ‘ADN basura’, pensándose que está compuesto de genes antiguos que han perdido su función, cadenas repetitivas de ADN cuyo propósito no se entiende, y varios otros elementos repetibles reconocibles.

Virus fósiles

Lo fascinante es que en los últimos años se ha descubierto que dentro de ese ‘ADN basura’ se encuentran miles de pedazos de retrovirus. No son otra cosa que secuencias incompletas de material genético perteneciente a retrovirus que fueron adquiridos durante la evolución por los genomas de nuestros antepasados hace miles o millones de años, y que se han ido heredando progresivamente a través de los tiempos.

Esos antiguos retrovirus, bautizados como virus fósiles, fueron descubiertos en 1981, y son los llamados HERV o retrovirus endógenos humanos, los cuales están en nuestro genoma desde el momento de la concepción.

En otras palabras, cuando el espermatozoide del padre fecunda el óvulo de la madre, además de formar el genoma funcionante –combinando los 23 cromosomas de cada progenitor– forma también el genoma no funcionante o ‘ADN basura’, habiéndose contado –hasta ahora– 450.000 fragmentos en 3.173 secuencias y 39 grupos de retrovirus que se han venido arrastrando desde el comienzo de los tiempos. Se calcula que el 8% del genoma no funcionante está compuesto por esos HERV; entonces, se puede decir que nacemos con un 8% de partículas virales en nuestros genomas.

Más información en: El Comercio (Perú)

3 de septiembre de 2019

Pioneras de la ciencia (05/08): Mary Anning (1799-1847), madre de la paleontología


Un dicho popular afirma que “la historia la escriben los vencedores”. Durante siglos, esos vencedores solo podían ser hombres y cualquier aportación o logro obtenido por mujeres solía quedar sepultada o desacreditada por una simple cuestión de sexo. Mary Anning, nacida el 21 de mayo de 1799, es un excelente ejemplo de esta triste realidad ya que su nombre pasó años sin aparecer en los libros ni formar parte del imaginario colectivo a pesar de los grandes descubrimientos que llevó a cabo en vida. El olvido impidió que su merecido título de ‘madre de la paleontología’ le fuera reconocido.
Al contrario que otros científicos de su época, hombres o mujeres, Mary Anning no tenía la vida resuelta. Para ella el coleccionismo de fósiles no era un pasatiempo, sino una actividad con la que su padre complementaba sus exiguos ingresos como carpintero, vendiendo las piezas halladas a los turistas. Cuando el padre murió, la familia tuvo que sobrevivir de la caridad. Mary y su hermano Joseph, los únicos supervivientes de diez hermanos, continuaron arriesgando sus vidas en la búsqueda de fósiles en los peligrosos acantilados de Dorset (Inglaterra), que era también su lugar de nacimiento. En una ocasión, Mary estuvo a punto de morir por un deslizamiento de tierra que se llevó a su perro Tray. 

La tragedia llegó a la vida de Mary cuando, durante una noche de tormenta, su padre resbaló y cayó por un acantilado. Aunque no murió en el accidente, sus heridas le debilitaron enormemente y falleció al poco tiempo de tuberculosis. Mary Anning, con tan solo once años, se responsabilizó de la economía familiar y convirtió la recogida de fósiles en su principal ingreso.

Al año siguiente, Mary y Joseph descubrieron un extraño espécimen que parecía el fósil de un cocodrilo. Resultó ser un ictiosaurio, un reptil marino de la época mesozoica del Triásico inferior. El descubrimiento del esqueleto completo de esta criatura atrajo la atención de geólogos consumados y supuso un primer paso para aceptar la idea, contraria al creacionismo, de la extinción de las especies. También fue de las primeras personas en reconocer los coprolitos, excrementos fosilizados de criaturas prehistóricas. Con veintidós años encontró el primer esqueleto de plesiosaurio, cuyo nombre significa “cercano al lagarto”, y en 1828 los primeros restos de pterodáctilo hallados fuera de Alemania. Muchos de sus descubrimientos se pusieron en duda o se declararon como falsos, pero se acabaría comprobando que todos ellos eran auténticos.

Mary Anning nunca tuvo acceso a una formación científica. Solía vender sus piezas a reputados expertos, por lo que ella apenas recibía crédito por sus hallazgos. Poco importó que los científicos viajaran desde América para consultarla; nunca fue admitida en la Geological Society of London, y su único trabajo publicado en vida fue una carta al director del Magazine of Natural History. En su tiempo era difícil para una mujer abrirse camino en el mundo de la ciencia. Pero ser como Anning, pobre además de mujer, fue una condena que limitó su reconocimiento general hasta tiempo después de su muerte.

En 2010, Mary Anning fue declarada una de las diez mujeres científicas más influyentes de la historia por la British Society y, hoy en día, los fósiles que descubrió están expuestos en la Galería Paleontológica del Museo de Historia Natural de Londres y en su homónimo parisino.

Fuentes: Open Mind 

Muy Interesante

Half Arsed History 

9 de abril de 2019

La ballena con 4 patas que vivó en el Perú

La recién descubierta ballena vivió hace aproximadamente 43 millones de años. 
 
Con cuatro patas, membranas entre los dedos y pezuñas: así era la ballena que se reconstruyó a partir de un fósil encontrado en Perú.

Los paleontólogos creen que el cuerpo de este mamífero marino, de cuatro metros de longitud, estaba adaptado para nadar y también para caminar sobre la tierra.

Con cuatro extremidades capaces de soportar su peso y una potente cola, se podría comparar a esta ballena semiacuática con una nutria o un castor.

El fósil se excavó en 2011 en unos sedimentos marinos a 1 kilómetro tierra adentro de la costa del Pacífico de Perú, en un yacimiento llamado Playa Media Luna (en Lambayeque, Perú)

El análisis de los huesos lo llevó a cabo un equipo internacional formado por paleontólogos de Perú, Francia, Italia, los Países Bajos y Bélgica liderado por el investigador Olivier Lambert, del Real Instituto Belga de Ciencias Naturales. 

El artículo completo en: BBC Mundo 

 

16 de agosto de 2018

Megalodón, el depredador del cine que vivió en Perú hace miollones de años

Rodolfo Salas - Gismondi, del Museo de Historia Natural de la UNMSM, detalla qué se sabe desde la academia sobre este tiburón prehistórico que hoy es protagonista del último taquillazo de Hollywood. También da cuenta de impresionantes restos hallados en Ocucaje (Ica, Perú).

Esta ilustración recrea al megalodón cazando ballenas en el Mioceno. (A. Gennari, 2015).

Carcharocles megalodon es el nombre científico con el que se conoce a uno de los depredadores más grandes y feroces que ha existido jamás en la historia de la Tierra. Este gigantesco tiburón midió hasta 14 metros de longitud, tuvo dientes más grandes que las palmas de las manos humanas y se alimentó, como quien no quiere la cosa, de unos bocadillos llamados ballenas. Los investigadores creen que se extinguió hace dos millones de años, pero Hollywood ha revivido un ejemplar en una cinta que viene siendo el taquillazo del verano estadounidense (en el Perú se estrena hoy, 16 de agosto de 2018). “Megalodón” es protagonizada por el actor Jason Statham y tiene como punto de tensión en la trama el pánico que cunde en un submarino de observación atacado en lo más profundo del mar por una de estas criaturas en pleno siglo XXI.

Está la película, claro, sus efectos especiales y las licencias que se tomaron para hacer sostenible la ficción. Pero está, también, la alucinante premisa de fondo real: la existencia del animal. Para hablar sobre lo último y los restos encontrados en el Perú, Somos conversó con Rodolfo Salas- Gismondi, jefe del departamento de Paleontología de Vertebrados del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “Efectivamente fue uno de los más grandes depredadores que ha existido en cualquiera de los mares del mundo en toda la historia. Un tiburón enorme que vivió durante el Mioceno, específicamente en el periodo comprendido entre los 14 millones de años y los dos millones de años aproximadamente”, detalla.

Arriba. El paleontólogo Rodolfo Salas- Gismondi sostiene dos dientes de megalodón hallados en el Perú. Algunos pueden ser más grandes que una mano. Abajo. Un diente de megalodón comparado en tamaño con el de un tiburón blanco, uno de los depredadores marinos más feroces en la actualidad.

Aunque el animal ha tenido presencia en todos los océanos, es en el Perú donde se han hallado importantes restos para la investigación. “Aquí hay una variedad increíble de fósiles en la zona de Ocucaje (Ica) y Sacaco (Arequipa). De hecho, estos desiertos del sur son considerados algunos de los yacimientos paleontológicos en especies marinas más ricos del mundo”. Salas-Gismondi indica, además, que nuestro mar ha sido clasificado como uno de los siete más peligrosos del mundo debido a la presencia de extraordinarias criaturas depredadoras en el pasado. Así, se sabe desde el 2010 que junto al megalodón también habitó en nuestras costas el Livyatán, un enorme cachalote carnívoro, de unos 14 metros de largo.

El experto y también investigador de la Universidad Peruana Cayetano Heredia cuenta a Somos que no existen fósiles completos de la criatura protagonista de esta historia debido a que los tiburones tienen el esqueleto cartilaginoso, el cual no se conserva. Sin embargo, sí se han encontrado dientes por separado. “Cada uno puede medir hasta 14 centímetros. Los bordes se asemejan a las sierras de un cuchillo para cortar carne. Es difícil de calcular cuántos tuvo, pero se pueden hablar de cientos, cincuenta de ellos funcionales al mismo tiempo”.

Dato clave a continuación: la única mandíbula completa de un megalodón en el planeta podría estar en este momento guardada en uno de los almacenes del Museo de Historia Natural en Jesús María. “Está dentro de una roca que aún no ha sido limpiada. La halló Mario Urbina en Ocucaje en el 2017 gracias al apoyo del Instituto de Investigación para el Desarrollo de Francia. Esta es más antigua que los restos del megalodón al que nos referimos, pero la forma de los dientes es igual. Calculamos que data de unos 20 millones de años. Sospechamos, pues, que sería la mandíbula de una forma ancestral del megalodón. Estamos entusiasmados por lo que podríamos estudiar”, narra. Y, ¿por qué el fósil no ha sido examinado aún? Salas -Gismondi explica que la roca es muy dura y el cartílago muy frágil, por lo que necesitan especialistas extranjeros que asistan el trabajo. “Lo ideal sería aliarnos con una institución que nos ayude a preparar este fósil para ver qué tan conservado esta. Evaluarlo podría darnos nueva luces para el conocimiento de este impresionante animal”. Paleontólogos del mundo, ya saben. El Perú necesita socios.
SOBRE LA PELÍCULA:
Título original: The Meg.
Director: Jon Turteltaub​.
País: Estados Unidos.
Duración: 113 minutos.
Elenco: Ruby Rose, Jason Statham, Rainn Wilson, Jessica McNamee , Bingbing Li.
​La trama: Un submarino de aguas profundas - parte de un programa internacional de observación submarina - ha sido atacado por una criatura que se creía extinta, y ahora se encuentra averiado en lo más profundo del océano Pacífico ... con su tripulación atrapada en su interior. Jonas Taylor (Jason Statham), un experto en rescate en alta mar, es reclutado por un visionario oceanógrafo chino (Winston Chao), en contra de los deseos de su hija Suyin (Li Bingbing), para salvar a la tripulación y al océano de esta amenaza: un tiburón prehistórico conocido como el megalodón.


Tomado de:

Somos (El Comercio) 

El megalodón (artículo del 2013)

10 de abril de 2018

Radiografía de los primeros 'sapiens' que salieron de África


Hallazgo en Israel, cerca de la ciudad de Haifa, de una mandíbula humana. El inidviduo tenía entre 20 y 30 años.
 
Hace seis años, cuando estaba embarazada de su segundo hijo, la paleontóloga española María Martinón Torres fue a Israel. Viajó con José María Bermúdez de Castro, uno de los tres directores de Atapuerca, para estudiar unos dientes hallados en Qesem, un yacimiento donde se especulaba que habían encontrado fósiles de Homo sapiens. Allí conocieron en persona a Israel Hershkovitz, que en un momento de su viaje, les enseñó el fragmento de una mandíbula que había encontrado en la cueva Misliya para pedirles su opinión. Martinón no tuvo dudas de que aquel maxilar pertenecía a un individuo de nuestra especie: "Era un sapiens de libro", recuerda por teléfono la científica, actual directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). "Nunca tuvimos dudas", corrobora Bermúdez de Castro.

La mandíbula en cuestión ha resultado ser una pieza clave de nuestro puzle evolutivo. Y es que, tras un largo y minucioso análisis y tres dataciones distintas -una de ellas realizada en Burgos por Mathieu Duval-, el equipo liderado por Hershkovitz, en el que hay una importante presencia española, ha anunciado esta semana que no sólo pertenece, efectivamente, a un Homo sapiens, sino que éste vivió hace entre 177.000 y 194.000 años, lo que significa que nuestra especie salió de África mucho antes de lo que se pensaba: al menos 50.000 años antes de lo que indicaban los huesos hallados hasta ahora.

Pero llegar a esta conclusión no ha sido un proceso rápido ni fácil, pues el fósil descrito en la revista Science fue descubierto en 2002. Según explica a EL MUNDO Israel Hershkovitz, cuando lo encontraron no sospecharon la relevancia que tendría: "Estuve allí en el momento del descubrimiento. Tardamos un año en limpiarlo y otros 10 en hacer las dataciones y terminar el análisis de la mandíbula y los dientes", detalla a través de un correo electrónico.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

22 de febrero de 2018

El rastro más antiguo de la vida en la Tierra

Confirman que unos restos fosilizados de 3.500 millones de años hallados en Australia son de origen biológico.

Unos restos microscópicos descubiertos en unas rocas de 3.500 millones de años constituyen los fósiles más antiguos conocidos así como la prueba directa de vida en la Tierra más temprana hallada hasta fecha. Así lo ha confirmado un equipo de investigadores de las universidades de Wisconsin–Madison y California, en Los Ángeles (UCLA). En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, estos científicos, coordinados por el paleobiólogo James William Schopf, de esta última institución estadounidense, y el profesor de Geociencias John W. Valley, de la primera, describen once especímenes microbianos pertenecientes a cinco taxones diferentes –en estos se agrupan organismos que presentan un cierto parentesco entre sí–.

Según estos expertos, es posible relacionar sus características morfológicas con las huellas químicas características de la vida. Aunque algunos ejemplares son, en esencia, similares a algunos microbios que aún pueden encontrase en la actualidad, otros son bacterias y arqueas –un tipo de microorganismos unicelulares– pertenecientes a especies ya extinguidas. En todo caso, vivieron en una época en la que el oxígeno aún no se encontraba de forma significativa en la atmósfera.

A partir de su análisis, los investigadores pudieron constatar que entre los microorganismos, cada uno de unos 10 micrómetros de ancho –un cabello humano tiene el mismo grosor que ocho de ellos–, se encontraban bacterias fototróficas, que aprovechan la radiación solar para generar energía, arqueas productoras de metano y gammaproteobacterias, que oxidan este gas, un compuesto que según algunos modelos teóricos tuvo una importante presencia en la atmósfera primitiva.

Este tipo de estudios sugiere que la vida podría ser un fenómeno muy común en el universo”, afirma Schopf. “Pero, sobre todo, la presencia de estos microbios en la Tierra hace 3.500 millones de años indica que se habría desarrollado en nuestro planeta mucho antes de esa fecha; si bien nadie sabe cuánto antes. Además, confirma que incluso la vida más primitiva puede evolucionar y dar origen, en este caso, a microorganismos más avanzados”. El propio profesor Valley que ha participado en este ensayo llevó a cabo un estudio en 2001 en el que probó que hace 4.300 millones de años ya existían océanos en nuestro planeta. “No tenemos pruebas de que en esa época hubiera vida en la Tierra, pero eso no quiere decir que no se diera”, concluye Valley.

Lea el artículo completo en:

Muy Interesante

La niña que descubrió América

Los restos de una niña descubiertos en Alaska datados hace 11.500 años pertenecen a una población entera desconocida para la historia.

En la lengua local, su nombre significa 'niña del amanecer', y aunque solo vivió durante seis fugaces semanas, ya le ha contado a los científicos más de lo que sabíamos sobre los primeros nativos americanos.
Sunrise girl-child ("Xach'itee'aanenh T'eede Gaay") vivió hace unos 11.500 años en lo que ahora conocemos como Alaska, y su antiguo ADN revela no solo los orígenes de la sociedad nativa americana, sino que desvela al mundo entero una población de personas olvidadas por la historia hace milenios.

"No sabíamos que esta población existía", comenta el antropólogo Ben Potter de la Universidad de Alaska Fairbanks.

Se cree que los primeros colonos estadounidenses cruzaron Alaska desde Siberia a través del puente de tierra de Beringia, un puente terrestre que quedó sumergido al final de la última glaciación.

Y es que, hasta ahora, solo había dos ramas reconocidas de los primeros nativos americanos (conocidos como Norte y Sur). Pero, al secuenciar el genoma de la niña del amanecer, el perfil genético completo de un ser humano del Nuevo Mundo no coincidió con el suyo.

Utilizando análisis genéticos y modelos demográficos, los científicos concluyeron que un solo grupo ancestral fundador de los nativos americanos se separó de los asiáticos orientales hace unos 35,000 años, muy probablemente en algún lugar en el noreste de Asia.

En algún momento, se sospecha que estas personas se movieron en una única migración masiva hacia América del Norte y unos 15,000 años más tarde, la población se dividió en dos grupos.
Uno de los grupos se convirtió en los Antiguos Beringianos; el otro grupo fueron los ancestros de todos los otros nativos americanos, aunque sigue siendo posible que esta división ya estuviera ocurriendo antes de que se cruzara el puente de Beringia.

"
Es la primera vez que tenemos evidencia genómica directa de que todos los nativos americanos se remontan a una población de origen, a través de un solo evento de migración fundacional", aclara Eske Willerslev, genetista evolutivo de la Universidad de Cambridge en el Reino Unido.

La vida no habría sido fácil para ellos con un clima tan extremo, pero la población en su conjunto, separada de aquellos que viajaron a otras partes del Nuevo Mundo, duró miles de años antes de ser finalmente absorbida por otras poblaciones de nativos americanos.

A la luz de este nuevo descubrimiento,
está claro que los primeros colonos de América tenían un linaje más diverso de lo que pensábamos.

Referencia: Terminal Pleistocene Alaskan genome reveals first founding population of Native Americans. J. Víctor Moreno-Mayar, mBen A. Potter, Lasse Vinner, Matthias Steinrücken, Simon Rasmussen, Jonathan Terhorst, John A. Kamm, Anders Albrechtsen, Anna-Sapfo Malaspinas, Martin Sikora, Joshua D. Reuther, Joel D. Irish, Ripan S. Malhi, Ludovic Orlando, Yun S. Song, Rasmus Nielsen, David J. Meltzer & Eske Willerslev Nature 2018 DOI: doi:10.1038/nature25173


 

29 de septiembre de 2016

Hallan en Groenlandia la evidencia de vida más antigua en la Tierra: 3.700 millones de años

Los fósiles de microorganismos aparecidos en las rocas de Isua pertenecen a una época en la que nuestro planeta todavía estaba en formación.


Los investigadores sostienen uno de los estromatolitos hallados en Isua, Groenlandia - Yuri Amelin

¿Cuándo empezó la vida en la Tierra? La respuesta quizás la tenga un grupo de investigadores de la Universidad de Wollongong en Australia, que ha descubierto en el espectacular paisaje de volcanes de barro de Isua, Groenlandia, los fósiles de unos microorganismos preservados en la roca, datada en 3.700 millones de años. El hallazgo, descrito en la revista Nature, anticipa en 220 millones de años la evidencia fósil de vida más antigua conocida hasta ahora.

El lugar donde ha sido desenterrado este tesoro biológico no es precisamente el sitio donde los científicos esperarían encontrarlo, ya que no alberga rocas sedimentarias, del tipo donde aparece la mayoría del registro fósil del planeta. Las rocas de Isua son metamórficas, lo que significa que han sido deformadas intensamente y alteradas por el calor y la presión con el paso del tiempo. Sin embargo, el equipo descubrió una rareza en la zona conocida como cinturón de Isua: en una pequeña área revelada por la nieve derretida, encontraron rocas relativamente bien presentadas que han sobrevivido al tiempo con sus atributos sedimentarios intactos.

Lo más sorprendente es que entre las rocas de 3.700 millones de años los científicos observaron la presencia de estromatolitos de uno a 4 cm de altura, unas formaciones creadas por el crecimiento de microorganismos en capas, depositados en un ambiente marino somero. Estos fósiles son 200 millones de años más antiguos que los que hasta ahora ostentaban el récord, encontrados en rocas sedimentarias en Australia occidental.

Como en Marte

Los autores dicen que estos resultados son consistentes con anteriores estudios genéticos moleculares que sitúan los orígenes de la vida hace más de 4.000 millones de años. En un momento en el que los continentes solo ocupaban una parte muy pequeña de la superficie del planeta, la corteza oceánica de Isua estaba impregnada por fluidos básicos hidrotermales ricos en carbonatos, y con temperaturas de entre 100 a 300°C. En ese ambiente se generaron volcanes de lodo y se reunieron las condiciones necesarias para formar moléculas orgánicas estables.

Además, la investigación también tiene otras implicaciones más allá de la Tierra. Como explica en un artículo que acompaña al estudio de Nature Abigail C. Allwood, investigadora del Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL) de la NASA en Pasadena, California (EE.UU.), hace 3.700 millones de años, la Tierra era un lugar tumultuoso, bombardeado por asteroides y todavía en su etapa de formación. Si la vida pudo establecerse en un sitio semejante, entonces la vida «no es algo quisquilloso, renuente y poco probable». Si es así, planetas como Marte pueden ser aún más prometedores como hogar potencial de vida en el pasado. «Una gran cantidad de misiones a Marte han demostrado que en la época en la que las rocas de Isua se formaron, el Planeta rojo no se veía muy diferente de la Tierra desde una perspectiva de habitabilidad, con cuerpos de agua permanentes en la superficie», recuerda. 

Fuente;

ABC Ciencia

8 de julio de 2016

Cómo 'montar' un plesiosaurio a partir de un solo hueso

Montar a Eva fue igual que un puzzle, solo que más difícil y sin instrucciones en la caja.

Acabas de terminar un puzzle de 5.000 piezas y te sientes el rey del mambo. No queremos bajarte de la nube, pero sin duda estos arqueólogos tienen algo más de mérito. Por simple hobby, el grupo de aficionados se encontraba paseando en 2014 por el yacimiento de Must Farm (Inglaterra) cuando encontraron un hueso de lo más peculiar. Tras analizarlo detenidamente, se percataron de que correspondía a un plesiosaurio, un orden de reptiles del Jurásico que se extinguió en el Cretácico y del que sabemos muy poco.

Los arqueólogos supusieron que el hueso no estaba solo, así que clavaron en pico para tratar de desenterrar a la 'bestia'. Fue así como, poco a poco, fueron juntando en su mesa un montón de restos óseos que permitían montar el rompecabezas. Bautizada como Eva, los investigadores no sabrían decir el género por los fósiles hallados, aunque hubo un detalle que despejó sus dudas: estaba embarazada en el momento de su muerte.

Eva fue encontrada en 2014 en una de las capas más antiguas de la Tierra. Al final del Jurásico, los mares comenzaron a secarse y dejaron gruesos depósitos de caliza que formaron algunas de las más ricas acumulaciones de petróleo y gas, pero también almacenaron fósiles muy valiosos que nos podría aportar una gran información sobre los seres que habitaron nuestro planeta hace unos 150 millones de años.



Fuente:

QUO

30 de abril de 2016

Tully, un extraño pez prehistórico





Es probable que nunca haya visto una imagen de la extraña criatura, ya extinguida, sobre la que trata este artículo. Pero Tullimonstrum gregarium, conocido popularmente como monstruo Tully, es toda una celebridad en Illinois (EEUU). En 1989 fue declarado fósil oficial de este estado donde se han encontrado todos los especímenes hallados hasta ahora. Hasta tal punto es famoso allí el monstruo Tully que sus dibujos decoran las caravanas y los camiones de la firma U-Haul.


Aunque fue descubierto por primera vez en 1958 y descrito científicamente en 1966, los paleontólogos todavía no sabían qué tipo de animal fue esta criatura de cuerpo blando y menos de 20 centímetros de longitud, que vivió hace unos 300 millones de años, durante el periodo Carbonífero, en aguas costeras poco profundas.

Habían reconstruido con mucha precisión qué aspecto tenía, pero no sabían qué era. Basándose en algunas de sus características, pensaban que podía tratarse de una especie invertebrada, pero un nuevo y detallado estudio publicado esta semana en la revista Nature contradice esa teoría y resuelve el misterio del monstruo Tully, denominado así por su extraño aspecto y en homenaje a su descubridor, Francis Tully, un coleccionista de fósiles.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

29 de noviembre de 2015

¿Quién es Lucy, la australopiteco?

Hace 41 años un grupo de paleontólogos descubrió en Etiopía los fósiles de un humanoide de 3,2 millones de años de antigüedad.


Lucy es el esqueleto más famoso del mundo. Hace 41 años, un grupo de paleontólogos descubrió en Hadar, al noreste de Etiopía, el conjunto de restos fósiles de un australopiteco que vivió hace 3,2 millones de años. Era una hembra de 1,1 metros de altura y se trató del primer hallazgo de un humanoide en buen estado que logra explicar la relación entre los primates y los humanos.

Los trabajos de rescate recuperaron el 40% del esqueleto y tras varios estudios se confirmó que esta Australopithecus afarensis ya caminaba en dos extremidades inferiores. Tiene los pies arqueados como los humanos actuales, lo que indica que era bípeda. El hallazgo la ubica como un ancestro de los Homo sapiens y también como una conexión evolutiva con los primates.
Era el 24 de noviembre de 1974 cuando se hizo el descubrimiento y en la radio sonaba Lucy in the sky with diamonds, el éxito de los Beatles, así que al paleontólogo Donald Johanson le pareció buena idea darle un nombre al grupo de huesos que, según indicaban las primeras investigaciones, pertenecían a una sola persona. La nombró Lucy y con el apelativo siguió la fama. Tras este descubrimiento se han encontrado más de 250 fósiles de al menos 17 individuos en la misma región.

El artículo completo en:

El País

31 de octubre de 2014

El Hobbit, el hallazgo que cambió la historia de la humanidad

Se cree que el Hobbit vivió hasta hace 20.000 años. 
 
El descubrimiento de los restos fósiles de una nueva especie humana hace diez años transformó completamente las teorías de la evolución humana.

Esto es lo que sostiene Richard Roberts, uno de los investigadores del equipo que publicó los detalles del fósil conocido como Hobbit por su diminuto tamaño.

Se cree que esta especie habitó la Tierra hasta hace 20.000 años y por lo tanto vivió en la misma época que nuestra especie.

El hallazgo confirmó la teoría de que nuestro planeta estuvo habitado en algún momento por varias especies de humanos.

Esta hipótesis está muy lejos de la idea de una progresión lineal, de las criaturas semejantes a un mono que caminaban semiagachadas hasta llegar al hombre moderno de andar erecto.

Según Roberts, el descubrimiento de una especie de humano completamente diferente en la isla indonesia de Flores que vivió hasta hace relativamente poco, "acabó con esta idea de un solo golpe".

Sin embargo, hay muchas preguntas sobre el Hobbit para las que aún los científicos no han encontrado respuesta.

Lea también: El Hobbit no tenía problemas de crecimiento

Mujer de un metro

El esqueleto femenino de un metro de altura es una forma muy primitiva de humano.


Los arquéologos continúan excavando el sitio de la isla de Flores, donde fue hallado el Hobbit.

El artículo commpleto en:

BBC Ciencia

12 de octubre de 2014

Se atrasa el origen de la vida compleja

Uno de los grandes retos de la paleontología es saber de qué manera pudo brotar la vida multicelular a partir de los sencillos seres unicelulares, como las bacterias.

El hallazgo de un geobiólogo de la Universidad Virginia Tech, en colaboración con científicos de la Academia China de Ciencias, sugiere que esa revolución tuvo lugar bastante antes de lo que se pensaba.

Se trata de un fósil datado hace 600 millones de años, una época en que la comunidad paleontológica creía que la Tierra solo estaba habitada por criaturas extremadamente simples.

“Fósiles similares habían sido interpretados erróneamente como bacterias, eucariotas unicelulares, algas y formas de transición relacionadas con esponjas, anémonas y animales de simetría bilateral”, ha explicado Shunai Xiao, profesor de Virginia Tech y principal autor del descubrimiento.


Tras desenterrar el nuevo vestigio en la región china de Guizhou, Xiao y sus colaboradores han comprobado que mostraba signos de adhesión entre células, especialización y muerte celular programada, como los animales y plantas actuales. Hasta ahora solo se habían encontrado ejemplos de tal complejidad biológica en la fauna del Cámbrico, periodo que empezó hace 540 millones de años.

Fuente:

Muy

26 de julio de 2014

El dinosaurio con cuatro alas

Los primeros pasos de la aviación deben rendir homenaje inexcusable a los hermanos Wright. Fueron pioneros al construir un aeroplano propulsado y controlable por un piloto, con unas grandes alas acompañadas de otro par de "alas" más pequeñas, capaz de planear tras ser impulsado. En su mejor vuelo, recorrió un cuarto de kilómetro en 59 segundos. Con el tiempo, los diseños de los eficaces aviones modernos han primado el desarrollo de un par de grandes alas, como las aves, si bien nuestras aeronaves no aletean.



El Wright Flyer de 1903 en el National Air and Space Museum (Washington). Se aprecia la gran superficie disponible para poder planear / Luis Alcalá


¿Cómo surgió el vuelo en los vertebrados y cuál fue la configuración de los voladores más primitivos? El registro fósil ofrece dinosaurios con plumas que no eran capaces de volar y otros emplumados que podían hacerlo. Hasta no hace mucho, estos últimos sólo se conocían con un par de alas pero en los últimos años se han encontrado varias especies que tenían cuatro, pues estaban caracterizadas por poseer plumas robustas en las extremidades posteriores además de las presentes en las extremidades anteriores (como sucede en las aves voladoras actuales). Hay un grupo de dinosaurios terópodos -carnívoros- cuyos representantes resultan esenciales para establecer el origen y las primeras etapas de la evolución del vuelo en las aves; se trata de los microrraptorinos, que son dromeosáuridos depredadores con adaptaciones aerodinámicas. Y un nuevo microrraptorino se suma ahora a la lista, Changyuraptor yangi, singular por su gran tamaño (pues sobrepasa los 1,3 m de longitud) y por el gran desarrollo de las plumas de su cola, que alcanzan casi un tercio de la longitud del animal.



Changyuraptor yangi, el dinosaurio no aviano con las plumas de la cola más largas conocidas. / Han, Chiappe, Ji, Habib, Turner, Chinsamy, Liu y Han-Nature Communications

El magnífico fósil procede de la inagotable cantera de dinosaurios conocida como Jehol Biota, del Cretácico Temprano de Liaoning en China y se le atribuye una antigüedad de unos 125 millones de años. Fue adquirido gracias a la financiación conseguida por el rector de la Universidad de Bohai, el profesor Yang Yandong, cuya intervención se ha visto recompensada con la dedicatoria del nombre de la nueva especie. El fósil, que corresponde a un dinosaurio volador o planeador "tetra-alado", aparece entre dos lajas de roca sedimentaria y el estudio detallado de la estructura ósea de su fémur izquierdo revela que el animal ya era adulto -pues tenía, al menos, cinco años- cuando murió. 




Reconstrucción del aspecto en vida de Changyuraptor yangi. / Han, Chiappe, Ji, Habib, Turner, Chinsamy, Liu y Han-Nature Communications

Los autores de la investigación interpretan que las plumas especialmente grandes de la cola constituirían una estructura para controlar el cabeceo durante el vuelo  (como lograron por primera vez los hermanos Wright en su aeroplano) y reducir así la velocidad de un animal bastante grande durante el aterrizaje o el ataque a alguna presa, sin descartar que también pudieran tener un papel de exhibicionismo. Por otra parte, el análisis de parentesco indica que estos voladores 4x4 no se sitúan en el punto de partida del camino que originó el típico vuelo de las aves con un par de alas, sino que representan una rama evolutiva colateral.

Fuente:

El Mundo Ciencia

6 de junio de 2014

Este es el esperma más antiguo del mundo


Esperma fosilizado

En la foto se ven las espirales del esperma fosilizado más antiguo hallado hasta ahora.

Tiene 17 millones de años y, además, es más grande que el cuerpo de su dueño, un pequeño crustáceo.

El esperma más antiguo del mundo fue hallado en una cueva australiana, en el yacimiento de Bitesantennary en Riversleigh, Queensland.
Allí encontraron los científicos ostrácodos fosilizados, unos diminutos crustáceos de agua dulce.

Estos animales apenas miden unos pocos milímetros y tienen un cuerpo blando protegido bajo sus caparazones.

Pero sus órganos reproductores ocupan un tercio del cuerpo cuando son adultos y la longitud de sus esperma –enroscado y comprimido dentro de estos órganos– puede igualar e incluso superar el tamaño del animal.

El artículo completo en:

BBC Ciencia

8 de marzo de 2014

Un rompecabezas de 2.300 años de antigüedad esconde una tabla de multiplicar

Foto: Imagen de las dos caras del Hueso de Ishango

Hace algo más de 50 años, en 1960, el geólogo de origen belga Jean de Heinzelin de Braucourt encontró un extraño objeto mientras se encontraba trabajando en una excavación, cerca del nacimiento de una de las fuentes del río Nilo. El lugar era un pequeño poblado llamado Ishango, dentro de las fronteras de lo que actualmente conocemos como República Democrática del Congo.

Fuente: Javier Peláez | Yahoo.es, 16 de enero de 2014

El hallazgo era un pequeño hueso, concretamente el peroné de un babuino, que presentaba unas curiosas marcas, organizadas en tres columnas y realizadas mediante algún objeto punzante de cuarzo. En un principio se pensó que se trataba alguna clase de objeto decorativo pero cuando se analizó detenidamente el número y la disposición de estas marcas, los arqueólogos llegaron a una sorprendente pero definitiva conclusión: Quienquiera que fuese el autor de aquellas muescas, hace ya 20.000 años, claramente estaba contando.


Foto: Marcas en el hueso de Ishango

En una de las partes talladas se pueden observar sesenta marcas, algo que podría parecer aleatorio si no fuese porque en la parte posterior, aparece otra columna con exactamente el mismo número de muescas, sesenta…

No quiere decir que los humanos que vivieron con anterioridad a este hueso (20.000 años) no supieran contar, sin ir más lejos existen otros objetos de similares características y más antiguos, como los encontrados en Lebombo o Checoslovaquia sobre los que aún todavía un interesante debate. Sin embargo, lo que sí podemos afirmar con rotundidad es que este hueso de Ishango está considerado como el primer “artefacto matemático” confirmado de la Humanidad…

Esta semana, a la fascinante cadena de acontecimientos e hitos arqueológicos que han ido marcando la Historia de las Matemáticas, podemos sumar ahora un interesantísimo descubrimiento realizado por investigadores de la Universidad de Tsinghua en Pekín y que ha salido publicado en la última edición de la Revista Nature.

La historia comienza hace cinco años cuando en 2009 un coleccionista encontró en un mercado callejero de Hong Kong una extensa serie de más de 2.500 tiras de bambú con antigua caligrafía china. Las tiras se encontraban cubiertas de barro y seguramente habían sido extraídas de la excavación ilegal de alguna tumba.

Por suerte aquel comprador se dio cuenta de la importancia de su adquisición y en un generoso gesto, terminó donándolas a un equipo de historiadores que, tras analizarlas mediante la técnica de Carbono 14, concluyeron que tenían más de 2.300 años. En concreto pertenecen a una etapa histórica conocida como “el periodo de Los Reinos Combatientes” y su datación exacta las sitúa en el año 305 a.C.
Sin embargo, esto solo era el principio… ante ellos tenían un enorme rompecabezas con miles de pequeñas tiras de bambú con apenas unos milímetros de ancho y hasta medio metro de largo.


Foto: Las 21 tiras de bambú que componen la tabla de multiplicar

Imaginad que tenéis que intentar reconstruir un documento después de rallarlo con una de esas típicas máquinas destruye-papeles, algo así era el reto al que se enfrentaban los historiadores. Finalmente, y después de varios años componiendo este gigantesco puzle compuesto por los más diversos textos de la época, dispersos entre los miles de tiras de bambú, los investigadores localizaron 21 de ellas que contenían una serie de números, y es aquí donde llegó la sorpresa.

Ordenadas correctamente estas tiras componen una tabla de resultados entre los mismos números en los dos ejes de la tabla, del 0.5 al 19, dispuestos como podéis ver en la representación de la imagen inferior realizada con números occidentales:


Foto: Correspondencia de los números encontrados en la tabla china.

He de aclarar que aunque se conocen otras tablas de multiplicar pertenecientes a las civilizaciones sumerias o babilonias, algunas de ellas más antiguas, aún así ésta que se ha descubierto en China es la más antigua que utiliza nuestro actual sistema decimal (de base 10), ya que las anteriores se basaban en un sistema sexagesimal, (base 60)

Los autores del descubrimiento resaltan, además de la gran dificultad que ha requerido recomponer y ordenar este gigantesco puzle de 2.500 pequeñas piezas, que nos encontramos ante una verdadera calculadora antigua puesto que con ella se podían realizar multitud de operaciones matemáticas, entre los que se encuentran desde el cálculo de superficies y cultivos, distribución de cosechas o el porcentaje de impuesto que correspondía pagar al estado.
Fuente:
Terrae Atiqvuae
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