La acción de las personas está provocando que esta especie altere su forma de comunicarse.
La deforestación está cambiando la forma en que los monos
se comunican en su hábitat natural. Así lo afirma un nuevo estudio de
la Universidad de Waterloo (Canadá) que ofrece la primera evidencia
sobre las diferencias en los comportamientos vocales en respuesta a
diferentes tipos de límites en los bosques. El artículo se publica en la revista Behaviour. En el contexto de la selva tropical de Costa Rica, los investigadores examinaron cómo los cambios en el hábitat causados por las personas habían afectado a la vegetación y, a su vez, a la tasa y duración de los sonidos de los monos aulladores de la selva. El estudio comparó cómo los comportamientos comunicativos de los
monos aulladores difieren en los límites de los bosques afectados por la
actividad humana, conocidos como bordes antropogénicos, en comparación
con los límites naturales de los bosques.
“Los monos aulladores son bien conocidos por hacer vocalizaciones muy fuertes y a largas distancias
llamadas aullidos”, dijo en un comunicado de la universidad Laura Bolt,
profesora adjunta de Antropología. “Si bien los aullidos solo son
producidos por machos adultos, su función no se conoce por completo, por
lo que realizamos nuestro estudio para probar la hipótesis de que la
intensidad del aullido se relaciona con la defensa de los recursos
ecológicos, como espacios más ricos en vegetación o árboles preferidos
para su alimentación” Para llevar a cabo su estudio, los investigadores recolectaron datos
sobre aullidos desde mayo del 2017 hasta agosto del 2018, siguiendo a
los grupos de monos mientras se desplazaban a través de diferentes
hábitats entre los límites y el interior de los bosques. Lea el artículo completo en: La Vangurdia
Son animales muy similares... ¡pero pertenecen a diferentes familias! Los leones marinos pertencen a la familia Otariinae y las focas a la familia Phocidae, y esta es la primera gran diferencia. Otra diferencia: las focas no tienen orejas, solo unos pequeños agujeros, los lobos marinos tienen orejas, pero muy pequeñas.
Pasemos a la mirada, fijense bien. Cuando el león marino te mira te juzga, en cambio la foca te hace ojitos. Las focas tienen las aletas delanteras cortas y sin articulaciones, ello les permite ser grandes nadadores. Los leones marinos tiene las aletas delanteras más largas, ello les facilita desplazarse en tierra, pero no nadan tan bien como las focas. Además, las focas pasan más tiempo dentro del agua, en comparación con los leones marinos. Las crías de focas, al nacer, tienen el pelaje blanco, que se va oscureciendo con el paso del tiempo. Los leones marinos tienen pelaje marrón esd que nacen hasta que son adultos. Y las focas tienen el hocio más corto que los lobos marinos. Conocer Ciencia: ciencia sencilla, ciencia divertida. ciencia fascinante...
La recién descubierta ballena vivió hace aproximadamente 43 millones de años.
Con cuatro patas,
membranas entre los dedos y pezuñas: así era la ballena que se
reconstruyó a partir de un fósil encontrado en Perú.
Los paleontólogos creen que el cuerpo de este mamífero marino, de cuatro metros de longitud, estaba adaptado para nadar y también para caminar sobre la tierra.
Con
cuatro extremidades capaces de soportar su peso y una potente cola, se
podría comparar a esta ballena semiacuática con una nutria o un castor.
El
fósil se excavó en 2011 en unos sedimentos marinos a 1 kilómetro tierra
adentro de la costa del Pacífico de Perú, en un yacimiento llamado Playa Media Luna (en Lambayeque, Perú)
El
análisis de los huesos lo llevó a cabo un equipo internacional formado
por paleontólogos de Perú, Francia, Italia, los Países Bajos y Bélgica
liderado por el investigador Olivier Lambert, del Real Instituto Belga
de Ciencias Naturales.
Tim Burton estrena mañana una nueva versión sobre la primera estrella del mundo animal moderno. La historia real del verdadero paquidermo en el que se inspiró el cine fue de lo más trágica.
Alcohólico, locamente enamorado de su mánager y muerto en extrañas
circunstancias. Con estos datos podríamos estar hablando de cualquier
estrella del rock, pero no: es la vida de Jumbo, el elefante más famoso de la historia que inspiró el clásico infantil de Disney y el remake que ahora se estrena (29 de marzo). La nueva versión se llama Dumbo y está dirigida nada menos que por el personalísimo Tim Burton y protagonizada por Colin Farrell, Danny DeVito y Michael Keaton. A Jumbo, el verdadero, lo capturaron en Abisinia en 1862.
Hay pocas dudas de que, para hacerlo, mataron primero a su madre, que a
buen seguro lo intentó proteger. Por entonces, tenía dos años y medio.
Lo bautizaron como Jumbo, que significa “hola” en suajili.
Nadie pensó que llegaría con vida a París, el primer lugar donde hizo
escala. Pero lo hizo, aunque en un estado lamentable. Pronto lo
canjearon con el zoo de Londres a cambio de un rinoceronte. Llegó a Londres en 1865. Por entonces, tener un elefante africano (y
tan grande) era toda una rareza. Los zoológicos tenían muchos asiáticos,
de menor tamaño y considerados dóciles. Los elefantes africanos, sin
embargo, arrastraban fama de violentos y rebeldes. El director del zoo
de Londres, Abraham Bartlett, sin embargo, lo quería a toda costa, a
pesar de que Jumbo estaba más cerca del cementerio que otra
cosa, tal y como dejó escrito: “Nunca había andado por los caminos de
Dios una criatura más deplorable y enferma”. Bartlett puso al cuidado del elefante a un trabajador llamado Matthew
Scott. No tenía demasiada experiencia y era un tipo realmente singular.
Tan solitario como Jumbo, no dudó en dormir con él en la jaula
durante seis meses, creándose entre los dos un vínculo emocional que
solo separaría la muerte. Scott conseguiría que Jumbo sanara; a
cambio, el paquidermo era incapaz de permanecer mucho tiempo alejado de
su cuidador. Scott contaría su relación en sus memorias, pero hoy
sabemos que el amor que sentía Jumbo por su cuidador no es
insólito entre los elefantes, animales tremendamente sociales y que
necesitan interactuar constantemente con otros de su especie. A Jumbo le buscaron una pareja, llamada Alice, pero el animal prefería la compañía de su cuidador. Lea el artículo completo en El País (España)
El delfín rosado del Amazonas es uno de los animales más interesantes y hermosos que encontrarás en libertad. Y ahora, está en peligro.
El delfín rosado es una interesante especie; que, de hecho, no está
tan relacionada con los delfines comunes como podría pensarse, aunque
definitivamente se parecen. Estos viven en ríos y pertenecen a la
familia Platanistoidea, mientras que los delfines comunes de mar
pertenecen a la Delphinidae.
Esta es una de las cinco especies de delfines de río; y de hecho, son
los machos adultos los que llegan a adquirir ese color rosa pastel que
tanto los caracteriza. Sí, son bonitos, pero como casi todos los
animales bonitos, ahora podrían desaparecer.
El delfín rosa en peligro de extinción
Según la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza;
luego de haber estado fuera de la lista por 10 largos años, los delfines
rosados han vuelto a estar en peligro de extinción.
Y es que estudios han identificado que la población de delfines en
Brasil y Colombia está disminuyendo peligrosamente. Si las cosas siguen
así, en 50 años ya no existirá la mitad de estos delfines.
Pero, ¿por qué se están extinguiendo? El problema, como suele ser, es
la deforestación y el deterioro de su hábitat natural. La amazonia está
desapareciendo poco a poco, y con ella cientos de especies que viven ahí.
Se espera que con esta noticia los gobiernos relacionados incluyan en
su agenda la protección de estos delfines; con ayuda de programas para
evitar su desaparición, así como la deforestación de la selva del
Amazonas.
Con 519 variedades de mamíferos, Perú ocupa el cuarto lugar en el mundo con mayor cantidad de estas especies. También está entre los primeros países del planeta con mayor número de mamíferos con algún grado de peligro.
El mono tocón, uno de los primates
más amenazados del mundo. La destrucción de los ecosistemas por el
avance de la deforestación, la expansión urbana o actividades
extractivas como la tala y la minería es el principal problema para la
sobrevivencia de muchos animales. | Fuente: Mongabay
Un mono que solo habita en una región peruana (el Tití de los Andes) o el camélido silvestre
más grande de Sudamérica (el Guanaco) son dos especies de mamíferos que están al borde de la extinción en Perú. Según el Libro rojo de fauna silvestre amenazada en Perú, en el país existen 519 mamíferos y diez de ellos están En Peligro Crítico, es decir que sus poblaciones se han reducido drásticamente por lo que, de no cambiar su situación de vulnerabilidad, podrían desaparecer del país, y en algunos casos, del planeta. Las
amenazas que enfrentan son varias, pero la destrucción de los
ecosistemas por el avance de la deforestación, la expansión urbana o
actividades extractivas como la tala y la minería es el principal
problema para la sobrevivencia de muchos animales. Las cinco especies son: a) tocón de San Martín (o tití de los andes); b) musaraña de orejas cortas peruana; c) tuco tuco de dientes blancos; d) guanaco; y e) ratón arrozalero de Zuñiga. El artículo completo en: RPP (Perú)
¿Recuerdas la curiosa película Frankenweenie?
Tim Burton profundiza con ella en su cortometraje de 1984 con el mismo
título y nos cuenta la historia de un niño que intenta resucitar a su querida mascota muerta.
La película, sin duda, es una bonita fantasía, pero ¿imaginas que se
puediese llevarse a cabo? ¿Imaginas recuperar a tu amigo fiel una vez
que te haya dejado?
¿Y si te dijésemos que la historia tiene su propio Frankenweenie? Probablemente nos tomarías por locos, pero Robert E. Cornish intentó hacerlo realidadunas
décadas antes de que Burton rodase su cortometraje. Sus experimentos,
un tanto demenciales, fueron muy controvertidos en su época, y es que Cornish aseguraba ser capaz de resucitar a los muertos, e incluso se ofreció a hacer una demostración con seres humanos.
¿Quién fue Robert E. Cornish?
Un genio y un prodigio, así se puede describir a Cornish: un joven científico que cautivó y repulsó a la sociedad (y al gobierno) norteamericana en los años 30.
Sin duda, es uno de los casos más extraños de la medicina occidental
moderna. Nacido en 1894, se licenció con honores de la Universidad de
California a los 18 años y obtuvo su doctorado a los 22. Para ganar
prestigio, trabajó en diferentes proyectos científicos y experimentos bastante inútiles en busca de patentes. Poco a poco se convirtió en un científico respetado por la comunidad hasta que en 1931 empezó a interesarse por algo que perturbó a muchos: resucitar a los muertos.
Para probar que se podía devolver a la vida a los que ya no están entre nosotros, Cornish decidió experimentar con animales. Así, el 22 de mayo de 1934 llevó a cabo una demostración pública en la que asfixió a cinco perros (todos ellos llamados Lazarus en un guiño al personaje bíblico resucitado) con gas nitrógeno y los mantuvo muertos durante diez minutos. Después, les aplicó su técnica de resucitación. Según los periódicos de la época, los tres primeros intentos fueron un fracaso, pero los dos últimos canes revivieron ysobrevivieron durante meses. Eso sí, resucitaron con importantes daños cerebrales, alteraciones nerviosas severas, motricidad desequilibrada y ceguera.
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Una vez hecho público su experimento, la universidad canceló el proyecto ya que no toleraban el trato al que sometía a los perros con los que experimentaba. Sin embargo, esto no frenó a Cornish, que continuó su investigación en casa, esta vez con cerdos en vez de con perros dada su similitud con el ser humano.
En 1947, Cornish decidió que estaba listo para dar el salto y realizar el experimento con personas.
Thomas McMonigle, un recluso condenado a pena de muerte en Estados
Unidos, se ofreció como conejillo de indias. Sin embargo, el estado de
California (donde estaba condenado) rechazó la petición ya que, si el
experimento funcionaba, tendrían que dejar en libertad a McMonigle
puesto que la ley no permite mantener bajo arresto a personas
discapacitadas, fuera de sus facultades o sin voluntad.
¿En qué consistía la “milagrosa” técnica de Robert Cornish?
El método de Cornish para resucitar a los muertos era bastante sencillo. Primero, hacía circular la sangre por el cadáver gracias
a una especie de balancín sobre el que colocaba el cuerpo y que
oscilaba para que la sangre se bombease. A este artefacto le llamó teeterboard. Tras esto, inyectaba una solución
de suero salino, oxígeno, adrenalina, heparina (un anticoagulante
sacado del hígado), fibrina (una proteína coagulante) y sangre al
cadáver. A la vez, insuflaba oxígeno a través de un tubo de goma que previamente había introducido en la garganta del animal.
Poco
se sabe de lo que fue de Cornish después de que su morboso experimento
se hiciese público. Por lo que parece, siguió, como muchos dirían,
jugando a ser dios, pero ya al margen de la comunidad científica que lo
marginó por considerarlo sensacionalista. Eso sí, aunque parezca
extraño, algunas técnicas de reanimación o animación suspendida actuales tienen sus orígenes en este científico extravagante.
Lo que nunca sabremos es si Cornish hubiese sido capaz de resucitar a un ser humano.
La Asociación Estadounidense de
Medicina Veterinaria calcula que en Estados Unidos hay 163 millones de
perros y gatos mascotas: 78 millones son perros y 85 millones son gatos.
Y en una encuesta llevada a cabo por la organización en 2015,
63% de esos dueños de mascotas dijeron que consideraban a sus animales
como miembros de su familia. Así, quienes tienen una mascota suelen jugar con ellas, compartir su comida con ellas y muchas veces hasta compartir la cama. Entonces, como un miembro más de la familia, ¿debemos dejar que nos den muestras de afecto, como un "beso" en la cara? Si
pensamos en dónde ha estado el hocico de nuestra mascota, la respuesta
que surge de inmediato es "no", por muy adorables y limpias que
parezcan. Aquí te explican las razones...
Una investigación japonesa ha descubierto un incremento de los partos en las proximidades de la Luna llena, despues de registrar 428 alumbramientos.
Los científicos no han logrado ponerse de acuerdo a la hora de estudiar la influencia de la Luna llena sobre el ser humano. De momento se ha concluido que puede acortar el sueño de los niños
en unos cinco minutos en comparación con la Luna nueva, pero los
intentos que han intentado relacionarla con la frecuencia de asesinatos o
de nacimientos han fracasado. Parece ser que el humano es una criatura
complicada en la que la educación, los ingresos, los aspectos
psicosociales o la simple luz de las ciudades tienen un papel más importante que la gravedad del satélite. Pero las vacas parecen ajenas a ese jaleo. Según un estudio publicado este miércoles en «PLOS ONE»
la Luna llena tiene la capacidad de influir en los nacimientos de las
vacas, y aumentar el número de partos que se producen en las noches de
Luna llena. Tal como ha explicado Tomohiro Yonezawa,
investigador de la Universidad de Tokio y coautor del estudio, mientras
que «muchos factores, como la nutrición, el entorno social o el
trasfondo genético pueden ocultar la influencia de la Luna en las mujeres»,
en las vacas no ocurre lo mismo. Por eso, en su opinión, «las vacas son
un buen modelo para separar la influencia de la luna de otros factores
que también influyen en los partos». El artículo completo en: ABC Ciencia
Una de las más delirantes ideas que estuvieron a punto de ponerse en práctica durante la II Guerra Mundial.
Atacar Japón con un ejército de murciélagos equipados con bombas.
Parece una idea disparatada, pero estuvo a punto de ponerse en práctica
durante la II Guerra Mundial. Esta idea fue concebida por un dentista
estadounidense llamado Lytle S. Adams, tras el ataque a Pearl Harbor,
quien envió un proyecto detallado con su plan a la Casa Blanca. El
presidente Roosevelt le dio el visto bueno y se asignó un presupuesto de
dos millones de dólares para esta peculiar estratégica.
Pero,
¿por qué usar murciélagos y no otros animales? Básicamente, porque estos
podían orientarse en la oscuridad y transportar un peso muy superior al
de su propio cuerpo. Lo curioso es que las primeras pruebas dieron
resultado, y los murciélagos se revelaron eficaces bombardeando una
falsa ciudad japonesa construída en el desierto de Nevada.
Finalmente,
esta estrategia se abandonó proque el Departamento de Defensa prefirió
centrar sus esfuerzos y recursos en desarrolla rel Proyecto Manhattan y
fabricar contra reloj una bomba atómica.
Revelan que el genoma de los elefantes africanos contiene cerca de 2.000 genes receptores olfativos (OR), el mayor número registrado hasta la fecha.
Además de ser el animal terrestre más grande, el elefante africano también puede presumir de poseer el olfato más poderoso de todos los seres vivos.
Esa es la conclusión que se desprende de un estudio publicado enGenome Research por investigadores japoneses.
Para
realizar este estudio, los científicos compararon los genes receptores
olfativos (encargados de detectar los olores en el medio ambiente) de
los elefantes con el de otros 13 mamíferos, entre ellos caballos,
conejos, conejillos de indias, vacas y chimpancés.
Tras obtener
los resultados, se comprobó que los elefantes (con 1948 receptores
olfativos) disponen de un olfato cinco veces más desarrollado que el de
los seres humanos (386), más del doble que el de los perros (811), y
mucho más que el de los que ostentaban el anterior récord: las ratas
(1.207).
"Las funciones de estos genes no se conocen bien, pero
probablemente son importantes para las condiciones de vida de los
elefantes africanos -asegura el investigador principal, Yoshihito
Niimura.
Por el contrario, los seres humanos, junto con sus
parientes primates, tienen muchos menos genes olfativos en comparación
con el resto de especies examinadas. Posiblemente, esto se deba a la
disminución de su dependencia del olfato a medida que mejoró su agudeza
visual.
"Comparar los repertorios de los genes OR entre los
mamíferos nos permite conocer las similitudes y diferencias en la
percepción olfativa, ampliando nuestra comprensión sobre el sentido del
olfato en los humanos", concluye Niimura.
Otro dato curioso que se extrae del estudio es que las 13 especies estudiadas sólo tienen tres genes olfativos en común.
Aunque parezca una pregunta muy simple, la respuesta no lo es tanto, y es, incluso, más interesante de lo que parece. El secreto, tal como asegura la Sociedad Química
de Estados Unidos (ACR, por sus siglas en inglés) en un video
educativo, está en la química. Los perros tienen, como es sabido, un olfato muy
desarrollado. Tanto, que se estima que es entre 10.000 y 100.000 veces
más sensible que el olfato humano. Y cuando dirigen sus hocicos al trasero de otro
perro, lo que hacen es recolectar un montón de información sobre el otro
animal, desde lo que come hasta su género o su estado emocional. Es algo así como conversar a través de la
química. De hecho, este es solo un ejemplo entre muchos de comunicación
química en el reino animal.
Una forma de compleja comunicación química.
Diálogo de secreciones
En 1975, el científico George Preti, experto en
feromonas y olores humanos del Centro Monell de Química de los Sentidos,
estudió las secreciones anales de perros y coyotes e identificó los
componentes principales de las secreciones que producen las glándulas
alojadas en dos pequeñas bolsas llamadas sacos anales. Este lenguaje químico, observó Preti, está
compuesto de trimetilamina y varios ácidos grasos volátiles, y el aroma
puede cambiar de acuerdo a la genética y el sistema inmunológico del
animal. Pero además, lo interesante es saber cómo hacen los perros para percibir y procesar este "mensaje" químico. Los canes, explican los expertos de la ACR, tienen un sistema olfativo auxiliar llamado órgano de Jacobson o vomeronasal. Diseñado específicamente para la comunicación
química, este órgano tiene sus propios nervios que se comunican
directamente con el cerebro. Por lo tanto, no hay interferencias de otros
olores y el órgano de Jacobson puede dedicarse sin distracciones a leer
las "tarjetas de presentación" químicas de sus amigos perros.
Otros expertos en mensajes olorosos
Los canes no son los únicos que se comunican con
olores. La naturaleza ofrece numerosos ejemplos, aquí te contamos una
selección de los más curiosos: El perfumista:
El murciélago de sacos combina secreciones para crear aromas.
El murciélago de sacos es un experto en el arte
de la comunicación química que no solo segrega sino que mezcla aromas
para atraer hembras. Estos animales viven en colonias divididas en
harenes, cada uno con un macho y varias hembras. Los machos marcan su
dominio territorial con secreciones de una pequeña glándula llamada
gular ubicada debajo de la barbilla. Pero para cortejar a las damas, no basta con un
solo olor: hace falta una mezcla de esta secreción con otras producidas
por sus genitales y orina, que los machos preparan cuidadosamente cada
día dentro de unos sacos especiales que tienen en sus alas, tal como
explica Jason Goldman, de BBC Future. Aunque el resultado puede resultar hediondo para
el olfato humano, el "perfume" de estos murciélagos requiere un
complejo proceso que luego, gracias a un oportuno batir de alas frente a
la hembra, emanará para seducirla. El antílope negro y su poderoso afrodisíaco:
Los antílopes se comunican con el olor de sus lágrimas y excrementos.
Este mamífero que habita en la India, Pakistán y
Nepal, tiene un método curioso, y sin duda oloroso, para atraer la
atención de las hembras. Además del aroma segregado por sus glándulas
lagrimales en época de celo, los machos comunican sus intenciones con
sus excrementos. En lugar de perseguir a las hembras, los
antílopes producen un buen montón de heces y las esperan rodeados de
este peculiar olor afrodisíaco, una estrategia que fue registrada por
BBC Nature. El arma aromática del lémur de cola anillada:
Los lémures de cola anillada se baten en "combates" de olores.
Estos primates de la isla de Madagascar tienen
una extraña forma de pelear por el territorio: los machos se restriegan
la cola con unas pequeñas glándulas que tienen en las muñecas y luego la
agitan para desparramar el aroma. Es despliegue suele bastar para marcar la jerarquía, aunque a veces no se puede evitar el combate cuerpo a cuerpo. Además, sacudir la cola "perfumada" también sirve para atraer hembras, según explica BBC Nature. Fuente: BBC Ciencia
Los dinosaurios estarían entonces cerca de especies como los atunes y algunos tipos de tiburones y tortugas.
AFP. Los
dinosaurios no tenían la sangre fría como los reptiles de hoy en día ni
la sangre caliente como los mamíferos y los pájaros modernos, concluye
una investigación publicada el viernes en la revista Science.
Estos animales tenían una temperatura intermedia, según resulta de
los análisis de los anillos de crecimiento anuales de los huesos
fosilizados de varios especímenes, así como la evolución de su tamaño
desde el nacimiento hasta la edad adulta.
Los investigadores de la Universidad de Nuevo México, dirigidos por
el biólogo John Grady, compararon resultados en una base de datos sobre
400 animales muertos y vivos.
De este modo llegaron a la conclusión de que los dinosaurios,
desaparecidos hace 65 millones de años, están en una categoría
intermedia de temperatura corporal, entre los reptiles, que sólo generan
su temperatura por medio de intercambios con su medio y las especies
que como mamíferos y pájaros tienen mecanismos internos.
Los dinosaurios estarían entonces cerca de especies como los atunes y algunos tipos de tiburones y tortugas.
Desde los primeros descubrimientos de fósiles de dinosaurio en el
siglo XIX, los científicos debaten si se trataba de animales de sangre
fría o caliente.
En este estudio, los investigadores consideran que al tener un
metabolismo intermedio, los dinosaurios pudieron convertirse en animales
grandes e imponerse en el ecosistema, ya que no necesitaban comer tanto
como los mamíferos para mantener su temperatura.
Según sugiere un nuevo estudio sobre los grandes felinos de la Prehistoria, aquellos que tenían una alimentación demasiado estricta no fueron capaces de sobrevivir a la extinción masiva.
Los pumas, que se alimentan de carne, huesos, vísceras, etc,
sobrevivieron a la gran extinción masiva de hace 12 mil años, mientras
que sus primos, el dientes de sable y león americano, no fueron capaces
por ser más quisquillosos con la comida.
El estudio, publicado en la revista Biology Letters, determinó que los hábitos alimenticios salvaron al puma, y posiblemente al jaguar también, de la extinción.
Antes de la extinción del Pleistoceno tardío, seis especies
de felinos grandes vagaban por las llanuras y los bosques de América del
Norte. Sólo dos, el puma y el jaguar, sobrevivieron
Comenta la autora principal del estudio, Larisa DeSantis, profesora de Ciencias Ambientales y de la Tierra en la Universidad de Vanderbilt.
El objetivo de nuestro estudio fue examinar la posibilidad
de que los factores dietéticos pudieran explicar la supervivencia del
puma
Ella y su compañero Ryan Haupt, de la Universidad de Wyoming, analizaron dientes de antiguos pumas, de los dientes de sable y leones americanos excavados desde La Brea Tar Pits en Los Angeles.
Los investigadores utilizaron una nueva técnica llamada "análisis de micro-textura dental". En el que se hace uso de un microscopio de alta potencia para producir imágenes tridimensionales de la superficie del diente.
Estas imágenes revelan patrones de desgaste de los dientes que sugieren
cómo y de qué se alimentaban los animales más a menudo.
Un consumo de carne roja, por ejemplo, produce pequeñas rayas
paralelas en el diente, mientras que al masticar huesos se producen unos
arañazos más profundos en la dentadura.
DeSantis y su grupo de trabajo han encontrado que los patrones de
desgaste dental de los leones americanos extintos se asemeja mucho a las
de los guepardos modernos. Ambas especies coinciden en basar su
alimentación en carne fresca, simplificando su dieta a un único
alimento. Los dientes de sable eran, en cambio, similares a los leones
africanos, que lo mismo mastican hueso que carne.
Existe cierta variación entre los pumas de La Brea y los actuales, pero muchos patrones mostraron que el desgaste dental es parecido al de las hienas modernas, que se alimentan de cualquier parte de sus presas, ya sea carne, vísceras o hueso.
Esto sugiere que los pumas del Pleistoceno tenían un
comportamiento alimentario "generalizado". En concreto, es probable que
mataran y consumieran a sus presas por completo. Y más aún cuando los
otros grandes felinos se habían extinguido
Concluye DeSantis.
A día de hoy, los pumas modernos son depredadores oportunistas y
carroñeros de presas abandonadas. Esta característica pudo haberles
salvado de la extinción
El ratopín rasurado, un roedor de África, no sufre tumores gracias a una variante del ácido hialurónico, la misma molécula que ya se usa en inyecciones antiarrugas en humanos, según un estudio.
Es uno de los mamíferos más raros del mundo y posiblemente uno de los
más feos, pero todos deberíamos envidiarle. Es el ratopín rasurado, un
roedor sin pelo que vive bajo tierra en las sabanas de África, se
organiza en colonias como las hormigas, nunca bebe agua y, sobre todo, es el único animal conocido que no sufre cáncer.
Un reducido grupo de investigadores de varios países estudia a esta
criatura capaz de vivir hasta 30 años, un récord absoluto entre roedores
, en busca de nuevas claves para alargar la vida de los humanos. Hoy, un equipo de investigadores de EEUU explica por fin por qué este animal es inmune al cáncer. Es gracias a una sustancia
llamada ácido hialurónico y que es bien conocida por los humanos, pues
ya se usa, por ejemplo, para borrar los efectos del paso del tiempo con
inyecciones que corrigen las arrugas. La clave, dicen, es que el ratopín
aprovecha esta sustancia mucho mejor que el resto de mamíferos, “hasta
los límites de lo posible”. “Este animal nos va a enseñar cómo ser inmunes al cáncer”, asegura a Materia Andrei Seluanov, investigador de la Universidad de Rochester (EEUU) y coautor del estudio que describe en Nature el nuevo hallazgo. El ratopín ya nos había enseñado muchas otras cosas. El Heterocephalus glaber
es el único mamífero que vive como los insectos sociales, con una reina
todopoderosa a la que sirven obreros y soldados que no dudarían en
matar a cualquier ratopín ajeno a la colonia. Además de su sorprendente
longevidad y ausencia de cáncer, este animal es también insensible al dolor que causa el ácido en la piel. Lea el artículo completo en: Materia
Se ve como una peculiar –y bastante cómica– "ola mexicana", pero según los científicos, los perritos de la pradera de cola negra practican este movimiento contagioso y colectivo para defenderse de predadores. Uno de estos animales (que en realidad son roedores) inicia la ola al estirarse rápido hacia arriba, y luego se extiende al resto del grupo.
Y lo hacen para poner a prueba el estado de alerta de sus compañeros, según sugiere un estudio publicado en la revista Proceeding B de la Real Sociedad británica. Jim Hare, autor de la investigación de la universidad canadiense de Manitoba en Winnipeg, sostiene que este comportamiento contagioso es la forma que tienen los perritos de la pradera para "poner a prueba el sistema de transmisión de emergencia".
Según el estudio, los perritos de la pradera pasan más tiempo comiendo cuando el resto del grupo hace la ola.
Según se pensaba, explicó Hare a la BBC, el movimiento, acompañado por una especie de ladrido (que les dio su nombre a estos roedores) era una señal visible y audible que indicaba que no había peligro inmediato a la vista, y que el grupo podía seguir alimentándose. "Pero cuando los estaba observando en el zoológico, noté que lo hacían cuando había cuervos cerca, que son depredadores en potencia". "Lo hacían de forma intermitente". Lea el artículo completo en: BBC Ciencia
La especie humana no es la única en la que cada individuo tiene un
nombre. Un estudio acaba de descubrir que los delfines nariz de botella
emplean un silbido concreto para identificar a cada miembro de una comunidad.
Así lo han comprobado científicos de la Universidad de St Andrews
(Escocia) en un estudio publicado en 'Proceedings of the National
Academy of Sciences' (PNAS). Investigaciones anteriores ya habían revelado que los delfines
responden y se comunican mediante un amplio repertorio de silbidos, pero
nunca se había demostrado que utilizan un sonido específico que designa a cada animal del grupo. El doctor Vincent Janik, de la Unidad de Investigación de mamíferos
de la universidad explica que los delfines "viven en alta mar, en un entorno sin puntos de referencia,
por lo que tienen que permanecer juntos como un grupo. Ese mismo
entorno es el que hace que necesiten un sistema eficaz para mantenerse
en contacto". El estudio ha sido realizado con 200 delfines nariz de botella
salvajes. Recogieron los sonidos que emitían y luego procedieron a
reproducirlos mediante un altavoz bajo el agua. Los investigadores
concluyeron que los animales solo respondían a sus propias llamadas, cuando oían el silbido que les designaba. Se cree que esta forma de comunicación surgió para favorecer la
unidad del grupo en su hábitat. Tal y como explica Janik, "la mayoría de
las veces no pueden verse entre sí ni tampoco usar el olfato bajo el
agua -elemento muy importante para los mamíferos a la hora de
reconocerse-. Además tampoco tienden a permanecer en un solo lugar, por lo que no tienen nidos a los que volver". Ya se habían encontrado indicios de que algunos tipos de loros emplean sonidos para diferenciar a otros de su grupo,
pero, para Stephanie King, coautora del proyecto, "ésta es la primera
evidencia real de la existencia de nombres y apelativos en el reino
animal". Para el Dr. Janik es interesante cómo esta práctica es desarrollada
por comunidades de delfines de muy distintos grupos, y esto puede ayudar
a comprender cómo se desarrolló la comunicación en los seres humanos.
La respuesta de los mamíferos frente a los
cambios climáticos bruscos difiere en función de sus características
ecológicas y, en particular, de su grado de especialización o adaptación
a unas condiciones muy concretas, según se desprende de un trabajo en
el que han participado investigadores del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC).
El estudio de los fósiles de más de 40 yacimientos ibéricos ha
permitido establecer que los múridos (ratas y ratones), el grupo de
roedores más especializados del Plioceno (desde hace unos 5,3 millones
de años hasta hace unos 2,5 millones de años), fue el más perjudicado
por el comienzo de una brusca fase de enfriamiento global que comenzó en
la Tierra hace unos 2,7 millones de años y que dio lugar a las
glaciaciones. Antes de esta dramática transformación, el clima global era
bastante más cálido y húmedo que en la actualidad. Por buena parte de
Europa se extendían laurisilvas y bosques subtropicales monzónicos, con
unas condiciones muy concretas a las que los múridos estaban
perfectamente adaptados. "En relativamente poco tiempo los ecosistemas terrestres cambiaron
radicalmente. La extensión continental del hemisferio norte cubierta
por glaciares aumentó de forma significativa y los bosques templados y
húmedos fueron sustituidos por otro tipo de paisaje", ha explicado uno
de los autores, Juan López Cantalapiedra. Mientras que el dominio de los múridos quedó poco a poco relegado a
los ambientes tropicales de África y el sur de Asia, un grupo hasta
entonces poco especializado ecológicamente y poco abundante en los
ecosistemas del Plioceno se benefició del cambio: los arvicólidos. Estos mamíferos, más conocidos como topillos (y a cuyo grupo
pertenecen hoy en día una decena de especies ibéricas y más de un
centenar en todo el mundo), sí supieron aprovechar la oportunidad para
adaptarse a los nuevos tiempos. "La excesiva especialización de los múridos en un determinado tipo
de ecosistemas les impidió ocupar los nuevos ambientes que aparecieron
en la Península, entre ellos, los actuales bosques de encinas, coscojas y
alcornoques. Por otro lado, el éxito de los arvicólidos fue tal que se
convirtieron en el grupo de roedores más exitoso de los ecosistemas
septentrionales de Eurasia y Norteamérica", ha indicado el investigador. Amplitud ecológica
Según los científicos que han llevado a cabo este trabajo,
publicado eb 'BMC Evolutionary Biology', ha sido el primero en explorar
la especialización ecológica en el registro fósil. A su juicio, pone de
manifiesto la importancia de la habilidad de las especies para entrar o
permanecer en ambientes nuevos como moduladora de su respuesta frente a
cambios ambientales, y cómo la configuración de las faunas se transforma
radicalmente tras una crisis ambiental a gran escala. "El gran cambio climático que supuso el inicio de las glaciaciones
debió de dar lugar a una fauna dominada por especies generalistas, a
partir de las cuales tuvieron que generarse especialistas adaptados a
las nuevas condiciones", ha recalcado López Cantalapiedra El científico ha señalado que esta confirmación puede resultar de
interés en la actualidad, ya que es previsible que las especies
especialistas, que generalmente tienen más problemas de conservación,
serán las más afectadas por el cambio climático global actual". Fuente: Europa Press Ciencia
Masajearlos libera una hormona que refuerza los lazos afectivos
Activa los mismos circuitos cerebrales que la lactancia materna
Los pechos son el signo de femineidad por excelencia.
Los hombres sienten debilidad por esta parte del cuerpo de la mujer y
no hay mirada que no se les escape hacia un bonito escote. A su vez, las
mujeres cuidan sus pechos con coquetería y los realzan con sujetadores
de diseños diversos. La razón de este comportamiento poco tiene que ver con las modas. Es una conducta instintiva. Los pechos tienen utilidad biológica más allá de la maternidad: sirven para maximizar el vínculo afectivo entre las parejas sexuales. “No es algo aprendido, sino que viene programado en nuestro cerebro”, explica a RTVE.es el estadounidense Larry Young,
neurocientífico especializado en el comportamiento social en la
Universidad de Emory. A pesar de ello, desde el punto de vista
biológico, esta fascinación humana por los pechos es bastante rara. “Las mujeres son los únicos mamíferos cuyos pechos crecen en la pubertad
independientemente de si están embarazadas o no y los hombres somos los
únicos mamíferos fascinados por los pechos, que los masajean con las
manos y la boca durante las relaciones sexuales”, comenta.
Una hormona provoca la fascinación por los pechos
La explicación a este comportamiento tiene que ver con la liberación de oxitocina en el cerebro,
la apodada ‘hormona de los mimosos’ o ‘pegamento social’ porque produce
un sentimiento de unidad. La sintetiza la glándula pituitaria del
hipotálamo, los ovarios y los testículos. Se libera con las caricias, los besos y la estimulación vaginal.
Como todas las hormonas, tiene varias funciones, entre las que figuran
desencadenar la contracciones del parto y las del orgasmo. Esta hormona se libera con las caricias en los pechos y pezones durante las relaciones sexuales por una razón muy relacionada con la lactancia materna. En ese periodo de la vida de una madre se libera oxitocina en grandes cantidades. El bebé aprieta con la boca y las manitas el pecho de la madre. Esta
estimulación envía señales al cerebro que hacen que se produzca la hormona, que hace que la leche fluya adecuadamente.
Además aumenta la unión entre la madre y el bebé. “La madre centra su
atención en el bebé, que se vuelve lo más importante de este mundo”,
explica este experto autor del libro La Química entre nosotros: amor, sexo y la ciencia de la atracción. Por otro lado, el hecho de que los humanos tengamos sexo cara a cara y
nos miremos a los ojos sirve para ayudar a establecer un vínculo entre
amantes. Para ello explota el mismo circuito cerebral que el que se
forja con el vínculo madre e hijo durante la lactancia. “De manera simultánea se libera otra hormona, la dopamina, relacionada con la plenitud, la euforia y también con la motivación para conseguir un objetivo en concreto”,
explica Young. “Las dos hormonas juntas ayudan a que la cara del recién
nacido, su olor y sus sonidos se fijen en el circuito cerebral de
recompensa de la madre y así ella relacione la tarea de cuidar a su bebé
como una experiencia buena y motivadora”, detalla Young. En definitiva, despierta el instinto maternal. En la cama despierta el amor romántico. Fuente: RTVE Ciencia
Si un bebé llora desconsolado, que uno de sus padres lo coja en brazos lo calma al instante. Un estudio publicado esta semana en la revista Current Biology
demuestra que se trata de una respuesta común a todos los mamíferos,
desde ratones hasta humanos. Según explica Kumi Kuroda, del Instituto de
Neurociencias RIKEN de Saitama (Japón), "los brazos de la madre son el
lugar más seguro donde un bebé puede estar". Es más, evolutivamente
hemos aprendido a identificar que cuando nuestra madre nos lleva a cuestas en los primeros meses de vida, aumentan nuestras posibilidades de sobrevivir. Kuroda y sus colegas han demostrado que en el momento en que un bebé
reconoce que está en brazos de un adulto, deja de agitarse, sus músculos
se relajan y el ritmo de su latido cardíaco disminuye rápidamente.
Y usando un electrocardiograma han comprobado que en las crías de ratón
la velocidad a la que late el corazón también desciende cuando la madre
lo agarra suavemente de la espalda para moverlo de un lado a otro,
además de que cesa su llanto (emitido en ultrasonidos). Es casi infalible: Fuente: Muy Interesante