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27 de noviembre de 2019

¿Por qué los pies huelen mal?

Algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o la presencia de hongos o de humedad hacen que se activen las glándulas sudoríparas.


Los pies no tienen por qué oler mal

Los pies no tienen por qué oler mal si se mantienen limpios y sanos. Pero todos sabemos que muchos pies huelen mal ¡o muy mal! Y es que sucede que algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o los hongos o la humedad hacen que se activen unas glándulas que hay en ellos (las glándulas ecrinas y aprocrinas). Se trata de glándulas sudoríparas, es decir, poros por los que el sudor sale al exterior. Estas glándulas están en la piel de todo el cuerpo, no solo de los pies. El líquido que segregan, el sudor, no huele mal, es inodoro, y está formado por proteínas, ácidos grasos y esteroides.

Pero entran en escena las bacterias
 
Pero además, nuestra piel está totalmente cubierta por bacterias. Y esas bacterias se alimentan de este líquido, de esas proteínas, esos ácidos grasos y esos esteroides. Al consumir este producto de nuestro cuerpo, las bacterias inician una ruta metabólica, es decir una serie de reacciones químicas que a partir de los productos iniciales provocan la aparición de otros compuestos. Y entre esos productos puede haber algunos compuestos volátiles que son los que llegan a nuestra nariz, a nuestros receptores olfativos que mandan una señal a nuestro cerebro, y eso es lo que nos hace percibir un olor. Y en el caso de los pies, por lo general es un mal olor.

Compuestos activos y no activos

Un compuesto volátil es una molécula orgánica de bajo peso molecular y de bajo punto de ebullición. Pero tienes que saber que no todos los compuestos volátiles tienen olor, por eso decimos que algunos son activos y otros no son activos. Los que son activos son los que percibimos como un olor. Los compuestos volátiles activos más habituales que se han identificado en los pies son: el ácido isovalérico que tiene olor a queso, fecal, a fruta podrida, a rancio; y otros ácidos de cadena corta como el ácido propanoico al que se describe con olor a grasa, a rancio, a soja, a agrio y el ácido butírico que tiene olor a mantequilla, a queso rancio y a ácido. Estos tres son los principales compuestos que se han identificado en los pies.

Pero no son nuestras secreciones las que los contienen, sino que son las bacterias presentes en los pies las que al alimentarse de nuestro sudor segregan estos compuestos malolientes.

El que ocurra más habitualmente en los pies se debe al tipo de bacterias que viven en ellos. Algunas de esas bacterias aisladas en los pies son Brevibacterium linens y Bacillus subtilis que segregan estos compuestos. Por ejemplo, en el codo no tenemos este tipo de bacterias así que no se generan esos compuestos volátiles por lo que el codo no huele mal. Aunque no ocurra en ciertas partes del cuerpo como los codos, no sucede solo en los pies. También puede aparecer mal olor en las axilas, en el cuero cabelludo, etc… y el mecanismo porque el que aparece es el mismo que en los pies.

Percibimos el olor de distintas maneras

Sobre el mal olor debo decirte también que no todas las personas lo percibimos de la misma manera. No solo por el umbral de percepción que hace que algunas personas seamos más sensibles a los olores, o a ciertos olores, que otras, sino porque intervienen la experiencia previa y la memoria de cada individuo. Por ejemplo, puede que alguien haya olido un queso de Cabrales y que no le guste y le huela mal y eso queda como experiencia previa, entonces cuando huela a pies lo va a asociar, lo va a identificar con aquello anterior que no le gustó. Sin embargo, es posible que a otra persona a la que le guste ese tipo de queso y tolere esos olores, el de los pies no le parezca tan malo. Eso varía muchísimo entre los diferentes seres humanos.

Fuente:

El País (Ciencia)
 

25 de junio de 2016

¿Cuántos olores podemos identificar?

Cuando en pleno agosto viajamos en un metro atestado seguramente pensaremos que somos capaces de identificar muchos olores distintos, variopintos matices del olor corporal de nuestros amigos los seres humanos con cierta alergia a la ducha diaria. Sin embargo, incluso en condiciones normales, el olfato es capaz de identificar muchos más olores de lo que se creía. 

Es lo que se desubrió en el año 2014 por parte de Caroline Bushdid y su equipo de colaboradores trabajando con sujetos a los que les pidieron que diferenciaran entre cócteles químicos diversos pero con aromas muy simlares. Lo que descubrieron es que el ser humano era capaz de identificar más de 10.000 olores, como se había pensado tradicionalmente.

En el estudio se llegó a estimar que el número de olores que el ser humano podía identificar se elevaba hasta la cifra de un billón. Es una cifra enorme, así que algunos científicos han puesto en entredicho esta conclusión, sobre todo en lo tocante a la extrapolación realizada mediante cálculos matemáticos. 

Sea como fuere, el sentido del olfato parece mucho más poderoso de lo que se creía, y que la cifra de 10.000 olores, obtenida en la década de 1920, hoy en día ya se ha quedado corta. En comparación, se estima que el número de colores que somos capaces de distinguir va de 2,3 a 7,5 millones, y que el número de tonos audibles se acerca a los 340.000.

Vía | PsychologyToday

Tomado de:

Xakata Ciencia

28 de agosto de 2015

¿Por qué se origina el olor de los pies?

Esta es la ciencia que hay detrás de unos pies apestosos.

Las altas temperaturas que estamos sufriendo los últimos días pueden convertir tus preciados pies en la cosa menos sexy del mundo a consecuencia de su mal olor. Ahora, un nuevo vídeo realizado por la Sociedad Americana de Química explica la ciencia que se esconde tras unos pies apestosos e incluso ofrece algunas soluciones para luchar contra este problema que "podría hacerte temblar de vergüenza en el control de seguridad de un aeropuerto".


Aunque gráficamente el vídeo es muy explicativo, para los que no piloten el idioma anglosajón les resumimos el misterio de este desagradable tufillo. Las bacterias que habitan en tu piel y, concretamente, en tus zapatos, se alimentan de tu sudor, produciendo varios compuestos que apestan. Según explica, "algunas zonas de nuestro cuerpo tienen una mayor concentración de glándulas sudoríparas. Y los pies son el número uno de esa lista".

Las tres principales reacciones que forman las bacterias son el metanotiol (un compuesto orgánico), el ácido propanoico y el ácido isovalérico. El primero es el que produce el famoso olor a 'queso' y se forma gracias a las células de piel muerta. El propanoico ayuda a que ese olor sea más agrio y rancio, al igual que el ácido isovalérico. Los zapatos y los calcetines aumentan el problema, ya que no deja que los pies respiren, permitiendo que las bacterias se queden dentro y hagan de las suyas. "Estas bacterias celebran un gran festín en el interior de nuestro calzado y emiten estos olores tan desagradables. Son las culpables principales de los pies apestosos", explica el vídeo.

Además, los científicos han descubierto que el mal olor de pies atrae de forma irremediable a los mosquitos.

Para evitar este vergonzoso aroma en tu cuerpo los químicos recomiendan utilizar jabón antibacterial, eliminar la piel muerta con una piedra pómez, llevar calcetines de algodón finos, dejar los zapatos en algún lugar para que se ventilen y pulverizar desodorante en los pies".
Tomado de:
QUO

11 de agosto de 2014

Por qué los perros se huelen el trasero



Hocico de perro


Todos los perros lo hacen: olfatear el trasero de otro can es lo más normal del mundo.

Pero, ¿por qué lo hacen?
Aunque parezca una pregunta muy simple, la respuesta no lo es tanto, y es, incluso, más interesante de lo que parece.

El secreto, tal como asegura la Sociedad Química de Estados Unidos (ACR, por sus siglas en inglés) en un video educativo, está en la química.

Los perros tienen, como es sabido, un olfato muy desarrollado. Tanto, que se estima que es entre 10.000 y 100.000 veces más sensible que el olfato humano.

Y cuando dirigen sus hocicos al trasero de otro perro, lo que hacen es recolectar un montón de información sobre el otro animal, desde lo que come hasta su género o su estado emocional.

Es algo así como conversar a través de la química. De hecho, este es solo un ejemplo entre muchos de comunicación química en el reino animal.


Perros oliéndose el trasero

Una forma de compleja comunicación química.

Diálogo de secreciones

En 1975, el científico George Preti, experto en feromonas y olores humanos del Centro Monell de Química de los Sentidos, estudió las secreciones anales de perros y coyotes e identificó los componentes principales de las secreciones que producen las glándulas alojadas en dos pequeñas bolsas llamadas sacos anales.

Este lenguaje químico, observó Preti, está compuesto de trimetilamina y varios ácidos grasos volátiles, y el aroma puede cambiar de acuerdo a la genética y el sistema inmunológico del animal.

Pero además, lo interesante es saber cómo hacen los perros para percibir y procesar este "mensaje" químico.

Los canes, explican los expertos de la ACR, tienen un sistema olfativo auxiliar llamado órgano de Jacobson o vomeronasal.

Diseñado específicamente para la comunicación química, este órgano tiene sus propios nervios que se comunican directamente con el cerebro.

Por lo tanto, no hay interferencias de otros olores y el órgano de Jacobson puede dedicarse sin distracciones a leer las "tarjetas de presentación" químicas de sus amigos perros.

Otros expertos en mensajes olorosos

Los canes no son los únicos que se comunican con olores. La naturaleza ofrece numerosos ejemplos, aquí te contamos una selección de los más curiosos:

El perfumista:


Murciélago de sacos

El murciélago de sacos combina secreciones para crear aromas. 

El murciélago de sacos es un experto en el arte de la comunicación química que no solo segrega sino que mezcla aromas para atraer hembras.

Estos animales viven en colonias divididas en harenes, cada uno con un macho y varias hembras. Los machos marcan su dominio territorial con secreciones de una pequeña glándula llamada gular ubicada debajo de la barbilla.

Pero para cortejar a las damas, no basta con un solo olor: hace falta una mezcla de esta secreción con otras producidas por sus genitales y orina, que los machos preparan cuidadosamente cada día dentro de unos sacos especiales que tienen en sus alas, tal como explica Jason Goldman, de BBC Future.

Aunque el resultado puede resultar hediondo para el olfato humano, el "perfume" de estos murciélagos requiere un complejo proceso que luego, gracias a un oportuno batir de alas frente a la hembra, emanará para seducirla.

El antílope negro y su poderoso afrodisíaco:


Antílope negro

Los antílopes se comunican con el olor de sus lágrimas y excrementos.

Este mamífero que habita en la India, Pakistán y Nepal, tiene un método curioso, y sin duda oloroso, para atraer la atención de las hembras.

Además del aroma segregado por sus glándulas lagrimales en época de celo, los machos comunican sus intenciones con sus excrementos.

En lugar de perseguir a las hembras, los antílopes producen un buen montón de heces y las esperan rodeados de este peculiar olor afrodisíaco, una estrategia que fue registrada por BBC Nature.

El arma aromática del lémur de cola anillada:


Lémur de cola anillada

Los lémures de cola anillada se baten en "combates" de olores.

Estos primates de la isla de Madagascar tienen una extraña forma de pelear por el territorio: los machos se restriegan la cola con unas pequeñas glándulas que tienen en las muñecas y luego la agitan para desparramar el aroma.

Es despliegue suele bastar para marcar la jerarquía, aunque a veces no se puede evitar el combate cuerpo a cuerpo.

Además, sacudir la cola "perfumada" también sirve para atraer hembras, según explica BBC Nature.

Fuente:

BBC Ciencia

13 de abril de 2014

El olfato humano podría distinguir cerca de un billón de olores

Hasta el momento los científicos sostenían que solo podía diferenciar 10.000 aromas.

Investigadores del Laboratorio de Neurogenética de la Universidad de Rockefeller, de Nueva York, publicaron un trabajo en la revista “Science”, en donde sostienen que el olfato del ser humano puede distinguir al menos un billón de diferentes olores, dejando a la luz una nueva maravilla del cerebro humano.

Para dar con este resultado, estos científicos reunieron a 26 personas a un experimento en donde los sometieron a diversas combinaciones complejas de 128 moléculas odorantes, la mayoría de ellas eran muy desagradables y extrañas.

A los participantes se les solicitó encontrar, en estas combinaciones, 264 comparaciones con olores conocidos. Esto permitió determinar que un ser humano es capaz de distinguir cerca de un billón de olores.

Según los científicos, el ser humano habría utilizado su olfato con mayor frecuencia en el pasado; sin embargo, el uso de refrigerantes y el higiene personal habrían dificultado el desarrollo de este.
 Fuente:

26 de marzo de 2014

¿Por qué la lejía blanquea los tejidos?


  • Comenzó a usarse para eliminar manchas en un taller de tapices en el siglo XVIII
  • La lejía fue clave para frenar el contagio de enfermedades a través del agua

La lejía es un producto de limpieza presente en casi todos lo hogares. Sirve para labores de lo más dispares: desinfectar superficies, potabilizar aguas y blanquear la ropa. ¿Cuál es su secreto?

Ropa tendidaLa lejía, agua de lavandina o agua Jane es hipoclorito sódico. La lejía doméstica es una disolución de agua con un 5% de hipoclorito. Es de color transparente amarillo verdoso y desprende un olor a cloro muy característico. Ese mismo olor es el que desprenden las piscinas ya que la cloración es una exigencia en la mayoría de las normativas para mantener libre de gérmenes sus aguas.

La lejía mata microorganismos. Ataca las paredes celulares de las bacterias y terminan muriendo. Lo observó el bacteriólogo alemán Robert Kochal microscopio en el laboratorio en 1881. Por este efecto destructivo de los microorganismos también se usa para potabilizar el agua de consumo humano. Fue el médico inglés John Snow el primero que intentó usar el cloro para desinfectar el abastecimiento de agua de la calle Broad en Londres después de un brote de cólera en 1854. Los resultados fueron buenos y décadas más tarde en 1897 durante un brote de fiebre tifoidea, el médico alemán Sims Woodhead usó una solución de lejía para esterilizar las cañerías de distribución de agua potable en Maidstone, Kent (Inglaterra).

El invento funcionaba y allá donde se usaba desaparecían las enfermedades asociadas a patógenos transmitidos por el agua contaminada, como el cólera, fiebre tifoidea, disentería y hepatitis A. Por ello, poco a poco, la cloración de las aguas se extendió por distintas ciudades del mundo.

Nació en un taller francés de tapices reales

La lejía también sirve para eliminar manchas sobre tela blanca, sea cual sea su origen. Lo consigue porque es un potente oxidante, es decir, captura con avidez electrones.

De manera simplificada el color se produce porque la luz blanca incide sobre un material, los electrones de los átomos de ese material absorben un poco de su energía y devuleven la luz sin esa fracción de energía. Esta luz rebotada ya no será blanca, sino de color. Cada material tiene un color según la energía que sean capaces de absorber sus electrones. La lejía captura los electrones. Al no estar disponibles para absorber energía, la tela rebota todas las radiaciones visibles y se muestra blanca a nuestros ojos.

El efecto decolorante de la lejía lo descubrió el químico del siglo XVIII Claude Louise Berthollet. Fue designado director de la Manufacture des Gobelins, unos afamados talleres reales de fabricación de tapices.
En su afán por mejorar los procesos de blanqueo probó a utilizar una disolución de un elemento que se había descubierto tres décadas antes, el cloro, pero aplicarlo en forma de gas era complicado y tóxico para los trabajadores. En poco tiempo se dio cuenta de que lo ideal era disolverlo en agua. Se instaló en Javel, un pueblo cerca de Paris, donde empezó a fabricar el producto, que bautizó como ‘agua de Javel’. El resultado del invento, ahora llamado lejía, fue magnífico. Tanto que aún hoy seguimos usándolo.

Fuente:

RTVE Ciencia

¿Por qué huele mal el pescado poco fresco?

  • El mal olor lo produce una molécula muy abundante en los peces de agua salada
  • Se puede eliminar añadiendo alimentos ácidos, como limón, vinagre o tomate
pescado 

¿Por qué huele mal el pescado poco fresco?

El olor a pescado podrido es uno de los más característicos y fáciles de identificar en las cocinas y mercados. Es profundo y agudo. Se debe a una molécula muy concreta que producen en especial abundancia los peces de agua salada. Por eso los peces de agua dulce no liberan con tanta intensidad el repugnante aroma.

El agua de los mares y océanos tienen aproximadamente un 3,5% de sal. Los animales que viven en este entorno tienen mecanismos para filtrar la sal y mantener dentro de sus células el nivel de sales minerales disueltas en un 1%, que es el óptimo. Casi todos los animales marinos equilibran la salinidad del agua llenando sus células de aminoácidos y aminas. Algunas de estas sustancias son las que dan a la carne de pescado ese sabor tan suave y delicioso. “El aminoácido glicocola es dulce, el ácido glutamínico en forma de glutamato monosódico es sabroso y umami”, explica el reconocido Harold McGee, químico estadounidense especialista en alimentos.

Hay otras moléculas que también limitan la presencia de sales en el interior de las células de los peces de agua salada, pero que dan un sabor duro y poco agradable, como la urea propia de los tiburones y las rayas, que es ligeramente amarga. Otras no dan sabor, como el óxido de trimetilamina (TMAO) propio de la mayoría de los pescados y que abunda en los de agua salada. Se encuentra en todas las especies de peces de agua de mar en cantidades que pueden alcanzar el 5% del tejido muscular. Esta sustancia es la que más contribuye al olor a pescado pasado.

Pocos minutos tras la muerte del pez muere estas sustancias son descompuestas por las bacterias y enzimas de su cuerpo. El TMAO se transforma en trimetilamina (TMA), un sustancia volátil de olor apestoso. La urea se convierte en amoniaco, de olor profundo y desagradable. A estas dos sustancias se suman las resultantes de la rápida degradación que sufren las grasas insaturadas típicas del pescado (el aceite) una vez muerto. El mismo aire las ataca y descompone con facilidad y da lugar a sustancias con olor rancio o a queso.

A pesar de lo profundo del olor de la TMA, es fácil de eliminar. Se acumula en la superficie del pescado y se puede retirar lavándolo con agua. Otro truco es añadir alimentos ácidos, como limón, vinagre o tomate, que al reaccionar con las moléculas de TMA limita su volatilidad y evita que lleguen a nuestras fosas nasales.

Carne blanca y suave

Además de la velocidad de descomposición la carne del pescado se diferencia de la de los animales terrestres en el color. Un filete de vaca es color rojo sin embargo, la del pescado suele ser blanca. La respuesta está en las fibras que componen los distintos músculos.

Los músculos de los animales terrestres están diseñados para caminar en suelo firme y en el aire y los de los pescados para moverse flotando en el agua. Para moverse con eficacia en tierra los animales necesitan proporcionar al músculo energía constantemente. Por eso son tienen abundantes fibras de contracción lenta, especializadas en aportar energía a largo plazo. Esta fibras son rojas porque tienen mioglobina cargada de oxígeno por eso la carne de animal terrestre suele ser roja. Los peces no requieren tanta energía constante para desplazarse por el agua porque flotan y se dejan llevar por las corrientes. Ellos necesitan mucha energía en ciertas ocasiones puntuales, para huir por ejemplo del ataque de un depredador o evitar una corriente adversa. Las fibras blancas de contracción rápida son perfectas para aportar mucha energía de golpe para ejecutar movimientos ocasionales muy potentes.

Hay peces, como los atunes o los salmones, que tienen carne rosa. Son fibras blancas modificadas para hacer un trabajo intermedio entre los dos comentados. Estos peces por su modo de vida requieren músculos que aporten energía con más constancia que el resto de los peces. Sus fibras rosas tienen más pigmentos que acumulan oxígeno.

Blanca, rosa o roja, la carne de estos animales, bien conservada y cocinada es una delicia para cualquier paladar.

Fuente:

RTVE Ciencia


30 de septiembre de 2013

¿Cuáles son los 10 olores básicos que reconoce el olfato?


Nariz

Según el estudio, hay solo dos categorías de olores nauseabundos: podrido y acre.

Diez categorías agrupan los miles de aromas que podemos percibir con el olfato.

Eso al menos es lo que afirman los científicos estadounidenses responsables de un estudio científico publicado en la revista especializada PLOS One.
Jason Castro, de la Universidad de Bates, y Chakra Chennubhotla, de la Universidad de Pittsburgh, utilizaron una técnica computarizada para desgranar olores hasta su esencia más básica.

Y para ello realizaron un análisis estadísitico y matemático de una base de datos de descripciones olfativas.

Tras analizar 144 olores, llegaron a la conclusión de que las percepciones olfativas pueden clasificarse en diez categorías mínimas:
  • Fragante o floral
  • Leñoso o resinoso
  • Frutal (no cítrico)
  • Químico
  • Mentolado o refrescante
  • Dulce
  • Quemado o ahumado (como las palomitas de maíz)
  • Cítrico
  • Podrido
  • Acre o rancio

Una mezcla compleja

"Tenemos estas 10 categorías porque reflejan características importantes sobre lo que hay en el mundo: peligro, alimento, etc.", explica Castro.
"Tenemos estas 10 categorías porque reflejan características importantes sobre lo que hay en el mundo: peligro, alimento, etc."

Jason Castro, investigador de la Universidad de Bates, Estados Unidos

"Si conoces estas categorías, puedes comenzar a pensar en construir olores".

"No hemos resuelto el problema que supone predecir un olor en base a su estructura química, pero esperamos lograrlo", agrega el investigador.

Según Castro, sería interesante comenzar a probar la teoría con aromas más complejos, como perfumes y otros olores cotidianos.

En realidad, dice, es probable que cualquier olor natural sea una mezcla compleja, una combinación de las 10 diferentes categorías.

"En los años 50 un científico llamado John Amoore propuso una teoría que incluía siete categorías olfativas basadas en el tamaño y la forma molecular", cuenta el experto Tim Jacob, de la Universidad de Cardiff, en conversación con la BBC.

La teoría fue finalmente fue retirada "ante el regocijo de su rival R.W. Moncrieff, quien dijo que 'no tenía mucha evidencia sólida para sostenerla', por una serie de dificultades que se presentaron en el camino, pero estimuló muchas reflexiones útiles", según explicó el científico.

"Estoy seguro", dice Jacob, "que el estudio de Castro propiciará muchas ideas útiles".

Fuente:

BBC Ciencia

31 de mayo de 2013

¿Por qué las flores ahora huelen menos?

Cuando nos preguntamos por qué, debemos preguntar casi siempre también ¿para qué? Los tomates son un fruto que antiguamente daba sabor a las ensaladas y a una multitud de guisos. Cuando los tomates los consumían los vecinos de las zonas en que se cultivaban, estos frutos no se mantenían lejos de la planta mas de unas horas.

Hoy todos los ciudadanos, a cientos o miles de kilómetros de los cultivares, quieren sus tomates, y los quieren relucientes. Las empresas tienen que garantizar la tersura del tomate durante varios días o semanas. Las rosas de hace décadas se olían en los rosales. No duraban más de unas horas (lean los poemas del siglo de oro, por ejemplo). Hoy las rosas deben conservarse frescas y lozanas en viajes a través de continentes.

Nos acercamos a Cosmocaixa, el museo de la ciencia de la Obra Social La Caixa; allí, el catedrático de Física Antonio Ruiz de Elvira nos explica por qué.

El olor de las rosas es una estrategia para atraer a los insectos para su polinización. Pero si la rosa se poliniza, la flor ya no sirve de nada y la planta se deshace de ella. Si la rosa no huele, la polinización se retrasa, y la flor se mantiene. Si queremos rosas tersas durante días, tomates lustrosos durante semanas, tenemos que elegir, en la selección artificial, el camino opuesto al de la selección natural. Exactamente esto mismo se aplica a la sociedad y otros muchos sistemas naturales. La cantidad acaba con la calidad. Cuestión de selección.

Fuente:

El Mundo Ciencia

24 de mayo de 2013

¿Por qué los libros viejos tienen ese olor característico?



Es agradable el olor de los libros.

¿Quién no ha acercado la nariz para disfrutar de ese olor mezcla de tinta y papel? No hay lector habitual que no disfrute de ese placentero olor.


Pero… un libro nuevo huele a nuevo, y un libro viejo huele a viejo. ¿Por qué? ¿No es acaso el mismo papel?

El olor de los libros viene dado por varios factores, entre ellos la tinta y el papel, pero principalmente por el papel y, concretamente, por la lignina que contiene.

La lignina es el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal, responsable de la estructura leñosa de los tallos. Gracias a la lignina los troncos de los árboles se mantienen firmes y erguidos y pueden alcanzar las elevadas alturas que alcanzan.

Con el paso del tiempo la lignina se oxida, por lo que las hojas amarillean y desprenden más olor.

El olor es resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles y semivolátiles procedentes de los procesos de degradación del papel y la oxidación de su lignina. Depende tanto de la composición del papel como del entorno en el que el libro ha envejecido

Y, ciertamente, es un olor inconfundible. ¿O no?

Nota sabionda: En la actualidad el papel de los libros tiene poca lignina, ya que utilizan papel libre de ácidos, para que las hojas permanezcan blancas por más tiempo.

Fuente:

Saber Curioso

21 de mayo de 2013

El olor humano atrae a mosquitos portadores de malaria

Mosquito portado de la malaria

Todos los mosquitos sienten atracción por el olor del cuerpo humano, pero los que portan la malaria perciben esta fragancia con mayor intensidad. 

Los mosquitos portadores del parásito de la malaria se sienten mucho más atraídos por el olor de los seres humanos que los mosquitos que no están infectados.

Esta es la conclusión a la que llegó un equipo de investigadores liderado por la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres (LSHTM, por sus siglas en inglés), que publicó el resultado de sus estudios en la revista Plos One.

Según los científicos, en los mosquitos infectados la atracción por el olor humano llega a triplicarse. Este incremento, dicen los expertos, se debe a que los parásitos toman el control de sus anfitriones y estimulan su sentido del olfato.

"Una cosa que siempre me sorprende sobre los parásitos es lo inteligentes que son. Son organismos que están evolucionando constantemente y siempre están un paso más adelante que nosotros", señaló el doctor James Logan de la LSHTM.

Pies olorosos

"Una cosa que siempre me sorprende sobre los parásitos es lo inteligentes que son. Son organismos que están eolucionando constantemente y siempre están un paso más adelante que nosostros"

James Logan, Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres

Para llevar a cabo el estudio, los investigadores infectaron a los mosquitos de la malaria (Anopheles gambiae) con la forma más letal del parásito, Plasmodium falciparum.

Luego, introdujeron cera de 100 de estos mosquitos en un frasco junto con algunas medias de nailon que habían sido usadas durante 20 horas por un grupo de voluntarios.

"Es una manera muy efectiva de recoletar olor corporal. El olor puede permanecer activo por varios meses", explicó Logan.

Los científicos repitieron el experimento con insectos no infectados

Así, descubrieron que los mosquitos que portaban el parásito letal se sentían atraídos tres veces más a las medias olorosas, porque los parásitos habían logrado manipular su sentido del olfato.

Los investigadores creen que los mosquitos anfitriones sufren una alteración en alguna parte de su sistema olfativo que les permite detectar a las personas con más rapidez.

Técnicas para atraparlos

Parásito

Los científicos infectaron a los mosquitos con el parásito en el laboratorio. 

Al convertir al ser humano en un blanco fácil, es más sencillo para el parásito ingresar en su corriente sanguínea y asegurar su supervivencia, y la transmisión de esta enfermedad mortal.

Ahora, los investigadores comenzarán a trabajar en un proyecto de tres años para tratar de entender cómo los parásitos logran controlar el olfato de su anfitrión.

Entender cómo los mosquitos con malaria responden al aroma de las personas, dice Logan, podría contribuir enormemente a la lucha contra la enfermedad.

"Si nos damos cuenta cómo el parásito logra manipular el sistema olfativo, quizá podamos identificar nuevos olores que atraigan a los mosquitos infectados y mejorar las técnicas para atraparlos".

Según las cifras más recientes de la Organización Mundial de la Salud, en 2010 se registraron alrededor de 219 millones de casos de malaria y 660.000 muertes por causa de esta enfermedad.

El continente más afectado es África, con el 90% de las muertes.
Fuente:
BBC Ciencia

19 de marzo de 2013

Franklin, y el olor a pedo y a orina



Benjamin Franklin, además de haber pasado a formar parte del imaginario popular como el hombre que hizo ascender una cometa en mitad de una tormenta, también era un tipo bastante irónico. Hasta el punto de que escribió una carta “A la Real Academia de los Pedos” a fin de proponer a los científicos que encontraran alguna forma de que dejara de ser incómodo tirarse ventosidades en público:

Descubrir alguna sustancia saludable y no desagradable, para mezclar con nuestros alimentos comunes, o salsas, que haga que las descargas naturales de ventosidades de nuestro cuerpo sea no sólo inofensiva, sino agradable.
Franklin estaría contento de descubrir hoy en día pueden medirse los olores de los pedos, como os expliqué en Midiendo el olor de una flatulencia.

En esa misma carta, Franklin mostraba idéntica preocupación acerca del olor de la orina:
Comer unos pocos espárragos conferirá a nuestra orina un olor desagradable; y una píldora de trementina de tamaño no superior a un guisante, le conferirá el agradable aroma de las violetas.
Lo cierto es que el consumo de espárragos sí influye en el olor de la orina, aunque no en todos los casos (aproximadamente pasa en la mitad de la población, por cuestiones genéticas). Ello se debe a la descomposición en el cuerpo de una sustancia química presente en los espárragos (que se cree que es el ácido asparagúsico), lo que produce metil mercaptano y otros compuestos que contienen azufre.

Fuente:

FayerWayer

21 de enero de 2013

Desodorantes: ¿Realmente los necesitamos?





Una nueva investigación muestra que más del 75% de las personas poseen una versión particular de un gen que no produce olor en las axilas, pero hacen uso de desodorantes de todos modos. El estudio se basó en una muestra de 6.495 mujeres que formaban parte de un estudio de la Universidad de Bristol conocido por las siglas ALSPAC (the Avon Longitudinal Study of Parents and Children). 


Los investigadores encontraron que alrededor del dos por ciento (117 de 6.495) de las madres tenían una versión poco común del gen ABCC11, lo que significa que no producen ningún tipo de olor en las axilas.

Mientras que alrededor del cinco por ciento de las personas que producen olor no utilizan desodorante, más de una quinta parte (26 de 117) de los que no producen olor no usan desodorante, una diferencia estadísticamente muy significativa. 

Sin embargo, el 78% de las personas que no producen olor, todavía usan desodorante todos o casi todos los días. ¿Por qué?


Hablando sobre el nuevo hallazgo, publicado en Journal of Investigative Dermatology, el Profesor Ian Day, uno de los autores principales, dijo:

Un hallazgo importante de este estudio se refiere a las personas que, de acuerdo a su genotipo, no producen olor en las axilas. Una cuarta parte de estas personas son conscientes y reconocen que no producen olor, no usando desodorante, mientras que la mayoría si hacemos uso desodorante. Sin embargo, tres cuartas partes de quienes no producen olor, usan regularmente desodorantes. Creemos que estas personas siguen simplemente las “normas socioculturales”. Esto contrasta con la situación en el noreste de Asia, donde la mayoría de las personas no necesitan usar desodorante y no lo hacen
El otro autor principal del artículo, el Dr. Santiago Rodríguez agregó:

Estos resultados tienen cierto potencial para el uso de la genética en la elección de productos de higiene personal. Una prueba genética simple puede reforzar la auto-conciencia y ahorrar un poco en compras y exposiciones químicas innecesarias
Los autores destacan que las personas que portan esta variante genética poco común también son más propensos a tener un cerumen seco (no pegajosa), siendo el control de la cera del oído un buen indicador de si una persona produce olor de la axila.

Estudios anteriores habían demostrado que existe una relación entre una variante genética localizada en el gen ABCC11 y el olor de la axila. Las glándulas sudoríparas producen el sudor que, junto con una serie de bacterias, da olor bajo el brazo. La producción de olor depende de la existencia del gen activo ABCC11. Sin embargo, el gen ABCC11 es conocido por ser inactivo en algunas personas.

Este estudio evaluó por primera vez el uso de desodorante en relación con el genotipo de ABCC11 y también en comparación con otros factores tales como la edad, el fondo y la higiene doméstica general. 

A nivel individual, la influencia del genotipo de ABCC11 era mucho más fuerte que los otros factores. El apoyo estadístico para el hallazgo de ABCC11 era extremadamente fuerte, la posibilidad aleatoria de obtener la misma respuesta era menos de uno entre un trillón de probabilidades.

Vía | Science daily


Tomado de:

Xakata Ciencia

30 de noviembre de 2012

Las decisiones económicas se toman mejor en un idioma extranjero



comprarEl olor a abeto navideño o el aroma de galletas recién cocinadas son estrategias empleadas por los comerciantes para empujar a los consumidores a comprar cuando se acerca la Navidad. Un equipo de investigadores de la Universidad Estatal de Washington (EEUU) ha llevado a cabo un estudio para comprobar científicamente qué tipo de olor nos incita al consumo.

Los resultados de la investigación, que se publica en la revista Journal of Retailing, revelan que los olores más sencillos, aunque no sean tan buenos como otros más complejos, son los que más nos empujan a comprar sin medida. Para comprobarlo crearon dos tipos de fragancias: un perfume muy simple con olor a naranja, y otro que mezclaba la naranja con albahaca y té verde. Los científicos compararon las compras realizadas en una casa de decoraciones en función de la fragancia que se respirara en el ambiente: el perfume sencillo, el complejo, y en ausencia absoluta de olores. Efectivamente, cuando el aire contenía el aroma más sencillo, el volumen de compras era significativamente mayor que en el resto de casos.

Además, los investigadores realizaron una serie de experimentos en los que varios estudiantes universitarios debían resolver problemas en distintas condiciones de olor. Los resultados mostraron que los participantes resolvían más problemas y en menos tiempo cuando el olor del aire era sencillo que cuando este era complejo o no existía ningún olor en el ambiente. "El aroma simple", explican los científicos, "ha contribuido a aumentar la facilidad con la que uno puede procesar cognitivamente una señal olfativa". 


Esta investigación hace necesario que los comerciantes se replanteen cómo un olor afecta a los clientes. "La conclusión es que un olor agradable no es necesariamente un olor eficaz", afirman.

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Muy Interesante

30 de mayo de 2012

¿A qué huele el espacio? A carne frita



Os acordáis de aquel spot de televisión un tanto kitsch (e insoportable) que rezaba ¿a qué huelen las nubes? En esta misma línea (aunque intentaremos no ser tan kitsch), vamos a preguntarnos a qué huele el espacio, a qué huele el universo.


Al parecer, el espacio huele a una mezcla entre metal caliente, humo de diesel y barbacoa. El origen: las estrellas moribundas. El subproducto de esta combustión está formado por compuestos olorosos denominados hidrocarburos policíclicos aromáticos. Estas moléculas parecen estar diseminadas por todo el universo. Unos hidrocarburos, por cierto, que también sirvieron de base para las primeras formas de vida que poblaron la Tierra y que hoy pueden encontrarse en grandes cantidades en el carbón, el petróleo e incluso en los alimentos que ingerimos cada día.

A un astronauta le es imposible oler el espacio exterior, pero disponemos de fuentes indirectas del olor. Por ejemplo, cuando los astronautas regresan de un paseo espacial, los compuestos del exterior se adhieren a los trajes y, al parecer, huelen a chuleta quemada o frita.

Tal y como explicaba Bjorn Carey en ¿Sabías que…?:
El olor del espacio es tan memorable y característico que hace tres años la NASA contactó con Steven Pearce, de la compañía de elaboración de fragancias Omega Ingredients, para que lo recrease con el fin de aplicarlo a los entrenamientos en simuladores. “Recientemente hemos elaborado el olor a Luna”, comentó Pearce. “Los astronautas lo encuentran similar al de la pólvora recién utilizada.
Nuestro Sistema Solar tiene un olor especialmente acre porque es muy rico en carbono y bastante pobre en oxígeno. Las estrellas con abundante oxígeno, sin embargo, tienen aromas mucho más agradables y que pueden recordar al de una parrilla de carbón.

Fuera de nuestra galaxia, en las zonas oscuras del universo, los olores pueden ser más interesantes: las nubes moleculares llenas de pequeñas partículas de polvo podrían contener múltiples aromas, desde el olor a azúcar hasta el pregunante olor a huevo podrido del azufre.

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29 de febrero de 2012

¿Olemos mejor con los ojos abiertos o cerrados?


oler-florUn estudio publicado en la última edición de la revista Journal of Neuroscience revela que estimulando las regiones cerebrales de la corteza visual a la vez que aspiramos el aroma de una rosa, nuestra capacidad de distinguir los matices e identificar ciertos olores aumenta. Según los autores, del Instituto Neurológico de Montreal, el hallazgo indica que en las estructuras cerebrales encargadas de los distintos sentidos están mucho más interconectadas de lo que se pensaba. Y que no es algo exclusivo de los sinestésicos –personas en que la estimulación de un sentido activa otro, por ejemplo haciéndoles ver colores en los números o escuchar olores-.

Los investigadores sugieren que la vista juega una papel clave a la hora de “conectar” la información procedente de distintos sentidos. Y, como aplicación práctica inmediata, recomiendan que la próxima vez que olamos un perfume, una flor o una especia exótica mantengamos los ojos bien abiertos.

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Muy Interesante

22 de febrero de 2012

Las hormigas recuerdan el perfume de sus enemigos

Las hormigas forman parte de una sociedad con un alto nivel de organización.

Las hormigas utilizan olores para transmitir información sobre sus enemigos a otros individuos de su colonia, descubrió un grupo de científicos.

Según los investigadores, cuando una hormiga pelea con un enemigo retiene el olor de su contrincante y lo pasa al resto del nido.

Esto permite a cualquiera de sus compañeras identificar a intrusos de otras colonias.

Los descubrimientos fueron publicados en la revista científica Naturwissenschaften, importante publicación sobre naturaleza editada en Alemania.

El estudio explica que para muchas especies de hormigas los componentes químicos son esenciales a la hora de funcionar como una sociedad organizada.

Los insectos identifican a los demás miembros de su colonia por su "firma química" específica, una sustancia que cubre a cada individuo.

Las hormigas también pueden oler cualquier intento de invasión del exterior por parte de un intruso.

Pruebas "de familiarización"

El estudio, llevado a cabo por la Universidad de Melbourne en Australia, pretendía descubrir si las hormigas pueden retener en su memoria estos distintos olores.

Los investigadores estudiaron a la hormiga verde tropical (oecophylla smaragdina), que construye su hogar en los árboles y cuyas colonias contienen hasta 500.000 trabajadoras.

El equipo montó una serie de "tests de familiarización" para permitir el encuentro de hormigas de dos colonias diferentes.

A lo largo de una serie de pruebas, colocaron a un individuo de un "nido central" en una zona de observación con otro de una colonia distinta.

Tras 15 de estos encuentros de familiarización, se procedió a simular una invasión.

Se colocaron a 20 trabjadoras del nido de familiarización sobre o cerca de la colonia central.

"Los intrusos fueron típicamente atacados por los residentes", se lee en el estudio.

Pero las hormigas que defendían su colonia reaccionaron de una forma mucho más agresiva sobre los intrusos con los que algunos de sus trabajadores se habían familiarizado antes.

Sabiduría colectiva

La hormiga verde defiende su colonia de los intrusos ayudada por la experiencia de sus compañeras

El equipo explicó que "este mayor nivel de agresividad estaba… específicamente dirigido a la colonia "familiar", y persistía por al menos 6 días después de los tests de familiarización."

Uno de los responsables del experimento, el profesor Mark Elgar, explicó a la BBC que todas las hormigas de la colonia pudieron beneficiarse de la experiencia de una de sus trabajadoras.

Elgar describe el fenómeno en términos de "sabiduría colectiva".

En términos humanos, señala el profesor, "imagine que tuvo una experiencia desagradable con un grupo particular de personas con una característica distintiva – a lo mejor todos llevaban la misma bufanda de su equipo de fútbol".

"Y usted ha puesto sobre aviso a sus colegas de que tengan cuidado con la gente que lleva este tipo de bufanda".

"Uno de los colegas que le oyó puede sucesivamente comentárselo a otro, y así su mensaje es adquirido por el grupo e incorporado a su memoria colectiva".

"Cambie colegas por hormigas y bufanda por olor y tendrá nuestra historia".

Fuente:

BBC Ciencia

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15 de febrero de 2012

El romántico olor de una biblioteca en realidad significa que está destruyéndose


A veces elevamos a la categoría de románticas una serie de situaciones que, tras ser analizadas con la lupa de la ciencia, acaban teniendo una naturaleza contradictoria o directamente abyecta. Uno de los mejores ejemplos es el olor de las bibliotecas que tanto parece inspirar a los literartos y a los amantes de las letras. En realidad, sentirse inspirado por ese olor es como sentirse inspirado por el olor a napalm cuando uno se define como discípulo de Gandhi.

Y es que ese olor no es más que un síntoma de la destrucción de la biblioteca: nos parece inspirador que se destruya justamente aquello que adoramos.

Lorena Gibson, una químico de la Universidad de Strathclyde, en Escocia, es la responsable de un proyecto denominado Patrimonio de olores, en el que se identifican los problemas de salud de los libros en sus etapas iniciales gracias al matiz en el olor que desprenden. Incluso están trabajando en un espectrómetro de masas portátil, una especie de nariz artificial que localiza las moléculas que causan el olor a humedad.

“Oliendo” los gases emitidos por 72 documentos antiguos de los siglos XIX y XX con una nueva técnica llamada degradómica material, un equipo de científicos británicos y eslovenos ha conseguido identificar 15 moléculas volátiles que podrían ser buenos marcadores para cuantificar a ciencia cierta el riesgo de que se degraden la celulosa, la lignina, la fibra de madera y otros componentes de los libros.

El olor de los libros antiguos es el resultado de cientos de compuestos orgánicos volátiles (VOCs, por sus siglas en inglés) liberados desde el papel al aire. El principal responsable de que una biblioteca huela como huela es la desintegración de celulosa del papel de la que están confeccionados los libros. Desde mediados del siglo XIX, cuando los fabricantes de papel empezaron a usar pasta en lugar de algodón o lino, la mayoría del papel contiene un compuesto inestable que se llama lignina (el polímero orgánico más abundante en el mundo vegetal, que desprende olor a vainilla).

De algún modo, pues, ese olor que tanto nos gusta de los libros es olor a muerto, a muerte de libro, un síntoma que debería ponernos en guardia si queremos conservar el libro en cuestión.

Fuente:

Xakata Ciencia

15 de noviembre de 2010

Cómo cambia nuestro olor corporal al ver Indiana Jones o Ace Ventura

Después de ver la película Indiana Jones y el templo maldito, las personas desprenden un olor corporal. Cuando hemos visto la comedia de Jim Carrey Ace Ventura, además de tener ganas de estrangular a Jim Carrey, desprendemos un olor corporal distinto.

Es lo que se ha encargado de comprobar la doctora Denise Chen, profesora asistente de psicología en la Universidad de Rice, en Houston, a fin de averiguar si el miedo puede olerse, es decir, si las personas que tienen miedo desprenden un aroma diferente.

Para ello, hizo ver a sus sujetos experimentales 13 minutos de la película de Harrison Ford y también 13 minutos de la película de Jim Carrey. Antes, bajo los brazos, les colocó paños de gamuza. En la primera película aparecen insectos, serpientes y cocodrilos, que a la mayoría de gente producen temor. En la segunda, aparecen sólo animales amables o presentados desde un punto de vista cómico.

Luego, Chen introdujo los paños en jarras de cristal y los congeló a -44 Cº.

Una semana después, Chen descongeló los paños y los hizo oler a sus sujetos. Según Chen, experta en el campo de la llamada “comunicación olfativa de la emoción”, el miedo produce señales químicas y cambios en el olor corporal, como también lo hace la felicidad. Y los seres humanos serían capaces de captarlo, sobre todo las mujeres, como señala Ben Sherwood:

Cuando les pidió que reconocieran el olor de la felicidad o del miedo, un importante capaz de identificar el olor del miedo en los paños de los hombres que vieron las espeluznantes escenas de Indiana Jones. Además, una parte importante de ellas también fueron capaces de detectar la esencia de la felicidad en los hombres que vieron la comedia. Esos descubrimientos fueron consecuentes con otra investigación que demostraba que las mujeres pueden percibir las diferencias emocionales que se comunican a través del olor.

Lo que también descubrió Chen es que los hombres que olían paños impregnados de miedo, aumentaban sus niveles de precaución y vigilancia, pues los sujetos que olían este aroma sacaban mejores resultados en las pruebas de asociación de palabras (por ejemplo, puerta-ventana), aunque no se observaron diferencias en la velocidad o precisión para las palabras no relacionadas (pez-taburete). Como si estuvieran más motivados para no cometer equivocaciones.

En cuanto a la precisión, la esencia del miedo mejoró la actuación de las personas que hicieron las pruebas en un 5 % sobre aquellas a las que les entregaron los paños neutrales, una diferencia significativa en términos estadísticos.

¿Para cuándo un Eau de Temor para concentrarnos mejor en un examen?

Fuente:

Gen Ciencia

15 de agosto de 2010

Revelan relación entre olor, sonido y memoria




Italianos descubrieron que la parte del cerebro responsable por la elaboración de nuestros sentidos también tiene la función de guardar memorias emocionales.


Una reciente investigación explica el motivo del por qué las imágenes, los sonidos y los olores suelen evocar nuestra memoria y despertar las emociones.
En un estudio realizado en ratones, científicos del Instituto Nacional de Neurociencia, en Turín, Italia, descubrieron que la parte del cerebro responsable por la elaboración de nuestros sentidos también ejerce la función de guardar memorias emocionales. Los resultados fueron publicados en la edición de agosto de la revista 'Science'.

Sabemos que el olor del pavo asado, por ejemplo, podría evocar una sonrisa, pues puede recordar un momento alegre. Mientras el sonido de una broca podría evocar miedo, pues podría estar relacionado a una última consulta odontológica, por ejemplo.

En investigaciones anteriores, los científicos no consideraban las regiones sensoriales del cerebro tan importantes para la memoria emocional, afirmó en entrevista al sitio 'Live Science' el investigador Benedetto Sacchetti, del Instituto Nacional de Neurociencia.

Aún estando en fases preliminares, el investigador afirma que los nuevos descubrimientos indican que estas regiones del cerebro pueden tener un papel fundamental en emociones fuertes como el miedo y en algunos trastornos de ansiedad.

Según el estudio, una persona con disfunción en estas áreas tiene dificultad para diferenciar entre situaciones en las que debe o no debe temer, lo que resulta en miedo generalizado y ansiedad.

Imágenes, sonidos y choques

Los sensores del cerebro están divididos en dos partes - primaria y secundaria - y reciben e interpretan señales de nuestros ojos, nariz orejas, boca y piel. La secundaria es responsable por el procesamiento de informaciones más complejas sobre un estímulo, como la distinción entre los diversos tonos musicales.

En una experiencia, Sacchetti y sus colegas entrenaron ratones para asociar un sonido con un choque eléctrico. Los animales entrenados se "congelaban" al oír el sonido. Un mes después, los investigadores crearon lesiones en la parte secundaria de los cerebros de algunos ratones para interrumpir la comunicación con esta región, responsable por procesar el sonido.

Los ratones portadores de la lesión se "congelaban" con menos frecuencia que aquellos sin lesiones, indicando que los lesionados tenían dificultad en acceder a la memoria del miedo.

El hecho sugiere que la información sensorial - un sonido en particular - está asociado a la información emocional - la memoria del miedo - y ambos son almacenadas como un único paquete. Eso permite que el sonido adquiera un significado emocional.

Los investigadores corroboraron los mismos resultados en ratones con lesiones en la parte del cerebro responsable por interpretar visiones y olores. En estos ensayos, los ratones habían sido entrenados para temer a las luces y al olor de vinagre.

Sin embargo, los ratones con lesiones siempre fueron capaces de formar nuevas memorias de miedo, sugiriendo que esa parte del cerebro influye en el almacenamiento pero no en la creación de las memorias emocionales.

Aunque los ratones son considerados un buen modelo para estudios como este, los científicos observan que es necesario hacer más investigaciones para determinar si los resultados se aplican a los seres humanos.

Fuente:

Terra
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