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10 de mayo de 2022

El algarrobo, sustento de Perú, en peligro

Una larva amenaza este árbol de 10 metros oriundo del país, vital para el ecosistema, protector frente a los rayos UV y garante de la supervivencia de aves e insectos.

 

La prosopis Pallida (algarrobo) es un árbol de 10 metros oriundo de Perú que tiene una gran importancia en el ecosistema, siendo quizás el árbol con mayor relevancia debido a que actúa como protector frente a los rayos UV, a la vez que como sustento de varias especies de insectos y aves que lo necesitan para su supervivencia.

Más allá de su importancia biológica, éste es de gran interés para la población, ya que regula la temperatura del ecosistema en el que se encuentra permitiendo así controlar los cambios fenomenológicos, como los del Niño en un país donde los desastres naturales azotan de manera devastadora a la población peruana.

Esto sucede especialmente en la parte del Norte de Perú y en las zonas más vulnerables. Este fenómeno está siendo recurrente y más seguido que antaño y una gran culpa de ello es la reducción de este árbol emblemático del Perú.

Según la Dra. Juarez (2018), “se ha determinado que un pequeño díptero llamado Enallodiplosis discordis, perteneciente a la familia Cecidomyiidae, es la principal causa de la mortandad de algarrobos”.

La larva de este díptero absorbe la savia de las hojas hasta secarlas, para luego caer; esto conlleva que las plantas, en un lapso de 3 a 7 años, mueran.

Dicha condición se viene agudizando con los efectos del cambio climático, los inadecuados procesos en la aplicación de agroquímicos a gran escala, así como los cambios que ha sufrido la fauna benéfica del bosque a todo nivel.

Considerando que estos bosques están directamente relacionados con cerca del 25% de la población Lambayecana y Piurana, se generan mayores carencias a la misma, la cual se ve presionada a migrar a otros espacios, al no poder desarrollar sus actividades que dependen del bosque, como la ganadería y la apicultura. Todo ello ocasiona, a su vez, una presión social mayor.

Tomado de: La Vanguardia 


9 de febrero de 2020

Peruano es premiado por el MIT por crear alimentos a base de insectos

La universidd distinguió al ingeniero peruano con el título "MIT innovator under 35".



El Instituto Tecnológico de Massachutts (MIT), considerada la universidad N° 1 en el ranking mundial, premió al ingeniero egresado de la Universidad Nacional Agraria La Molina (UNALM), Eduardo Lama Segura, por liderar una innovadora aplicación de la biotecnología para elaborar proteína sostenible a base de insectos.

La universidad distinguió al peruano con el título «MIT innovator under 35» el pasado 30 de enero en las instalaciones del banco BBVA de la ciudad de México. Asimismo, premió a los 35 líderes de innovación del año, quienes fueron elegidos entre un total de 2000 postulantes.

Cabe resaltar que este mismo reconocimiento lo obtuvo en su momento el Larry Page, cofounder de Google; Max Levchin, cofounder de Paypal; Jack Dorsey, cofounder de Twitter; y Alexander Torrenegra, cofounder de Voice123.

El ingeniero Eduardo Lama forma parte del equipo de Ento Piruw, emprendimiento forjado en la UNALM, la primera empresa en el Perú que produce alimentos a base de insectos los cuales son aptos para el consumo humano y recomendados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

La barra nutritiva DEMOLITOR

 
El producto de este ingeniero peruano es «Demolitor», una barra energética fortificada a base de gusanos de harina, cacao orgánico, kiwicha, miel de abeja y tarwi, fue creada por el emprendimiento peruano «Ento Piruw».

Esta barra energética se impuso como «la mejor propuesta nutricional» en un concurso mundial desarrollado en Grecia al ganar el Future Agro Challenge 2019, el mayor concurso de emprendimientos globales en la cadena de valor alimenticia, que se desarrolló en la ciudad griega de Thessaloniki.

Demolitor contiene dos veces más hierro que la carne, es muy eficaz en la lucha contra la anemia y revolucionará la industria alimentaria.

Fuente: Caretas (Perú)

El Comercio

Conozca más sobre la barra nutritiva a base de insectos AQUÍ

6 de enero de 2020

El ser humano comenzó a usar ropa hace 170.000 años


Estudiando el ADN de los piojos, un científico descubrió que el hombre empezó a usar ropa hace 170 mil años y subsistió cerca de 800 mil años sin vello corporal y sin ropa.


Un nuevo estudio en el que se ha rastreado la evolución de los piojos demuestra que los humanos modernos comenzaron a usar ropa hace unos 170.000 años. Esta nueva tecnología les permitió tiempo después marcharse de África y emigrar con éxito a otras partes del mundo.

El investigador principal, David Reed, del Museo de Historia Natural de Florida, en el campus de la Universidad de Florida, estudia los piojos de los humanos modernos para conocer mejor la evolución humana y los patrones de migración. En su último estudio, que ha durado cinco años, utilizó la secuenciación de ADN para calcular cuándo los piojos de la ropa comenzaron a divergir genéticamente de los piojos del cabello humano.

Los datos con los que ha trabajado Reed muestran que los humanos modernos comenzaron a usar ropa unos 70.000 años antes de emigrar hacia zonas de climas más fríos, en latitudes más altas, un proceso éste último que se inició hace unos 100.000 años. Determinar con este grado de exactitud cuándo comenzó el Ser Humano a llevar ropa sería prácticamente imposible disponiendo sólo de datos arqueológicos, porque la ropa de tanto tiempo atrás difícilmente puede conservarse hasta nuestros días en los yacimientos arqueológicos.

El estudio también muestra que el Ser Humano comenzó a usar ropa mucho después de perder el pelaje de su cuerpo, lo cual, según investigaciones previas, sucedió hace alrededor de un millón de años. Esto significa que el Ser Humano pasó una cantidad considerable de tiempo sin pelaje corporal ni ropa.

El motivo de estudiar a los piojos en el marco de la arqueología y la paleontología es que, a diferencia de la mayoría de los otros parásitos, su notable especialización en las especies que parasitan los hace mantener una estrecha relación de coevolución con éstas, hasta el punto de que estudiarlos permite a los científicos obtener datos importantes sobre los cambios evolutivos en el animal parasitado basándose en los cambios detectados en el parásito.

En un estudio de los piojos de la ropa dirigido en 2003 por Mark Stoneking, un genetista del Instituto Max Planck de Leipzig, Alemania, se llegó a la conclusión de que los seres humanos comenzaron a usar ropa hace unos 107.000 años. Pero la investigación de Reed incluye nuevos datos, así como métodos de cálculo más adecuados para este tipo de trabajo.

El nuevo resultado de este estudio es una fecha inesperadamente antigua para el inicio del uso de la ropa, bastante anterior a lo inferible a partir de los indicios arqueológicos disponibles. Sin embargo, esa fecha tiene su lógica, ya que significa que los primeros humanos modernos probablemente comenzaron a usar ropa de forma habitual para protegerse del frío cuando se enfrentaron por primera vez a las duras condiciones de una Edad de Hielo.

Los seres humanos modernos surgieron hace unos 200.000 años. Y la fecha planteada por el estudio sugiere que los humanos comenzaron a usar ropa en la penúltima era glacial, la primera con la que se toparon.

La ropa, junto con el fuego y las herramientas para cazar constituyen las tres tecnologías fundamentales en la evolución epigenética del hombre en sus albores.
 
Fuentes:

Noticias de la Ciencia

Pijama Surf 

15 de enero de 2019

Las preferencias sexuales de las moscas indican que tienen cultura

Un estudio con moscas de la fruta muestra que las jóvenes deciden qué machos son más atractivos viendo con quién copulan las mayores y esos hábitos se mantienen durante generaciones.

Hace siglo y medio, Charles Darwin expulsó a la humanidad del centro de la creación y aseguró que nuestro linaje se hundía en la profundidad del tiempo y entroncaba con el origen de la vida. En el pasado, a más o menos distancia, compartíamos ancestros con todos los seres de la Tierra, desde la reina de Inglaterra a una babosa repugnante. Esa idea fue recibida con indignación y sigue resultando humillante para muchos que continúan agarrándose a cualquier resquicio que permita elevarse sobre el resto de animales.

Uno de esos resquicios es la cultura, nuestra capacidad para recibir lo que han aprendido nuestros antecesores sobre el mundo, aportar nuestra propia experiencia y transmitirlo a la siguiente generación. Aunque la capacidad colectiva para construir bombas atómicas o sinfonías como la de Wagner sean motivos suficientes para considerar especial a nuestra especie, muchos herederos de Darwin sugieren que incluso la cultura es algo compartido con el resto de animales.

Desde hace tiempo, se han observado comportamientos que podrían considerarse parte de una cultura en animales como los monos o los delfines. En Brasil, por ejemplo, se han encontrado monos silbadores que llevan más de siete siglos utilizando piedras como herramienta para abrir anacardos y transmitiendo la técnica de viejos a jóvenes. Entre las orcas, un ejemplo de la diversidad cultural en animales de la misma especie se encuentra cerca del estrecho de Gibraltar, donde conviven dos grupos con hábitos muy diferentes. Uno de ellos caza atunes sin prestar atención a los humanos que faenan en esas aguas mientras el otro los sigue para robar los atunes que atrapan los pescadores de palangre.

Este tipo de comportamientos no se reduce a animales con inteligencias reconocidas por nosotros, los primates más abundantes del planeta. Esta semana, un equipo de homínidos de la Universidad de Toulouse III y el CNRS, en Francia, ha mostrado que las moscas también pueden tener algo parecido a una cultura. Quienes han estudiado con detenimiento a las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster) saben que pueden copiar las preferencias sexuales de sus prójimos viéndoles copular. Sin embargo, definir ese comportamiento como cultural con criterios científicos es complicado.

Para decidir si es posible, los autores, que publican sus resultados en la revista Science, fijaron cinco criterios que se debían cumplir para considerar cultural el comportamiento de las moscas. Tenía que aprenderse de forma social, observando a sus congéneres, los jóvenes debían copiar a los mayores y se tenía que memorizar a largo plazo. Además, el rasgo decisivo tenía que ser una característica general, como el color, y no una característica exclusiva del propio individuo y, por último, los individuos tenían que adquirir el comportamiento más común entre su grupo.

Las moscas cumplieron todos los requisitos. Las jóvenes, cuando veían a las mayores copular con machos rosados adquirían una preferencia por el sexo con los individuos de ese color y rechazaban a los verdes. Si el experimento se realizaba invirtiendo el color de los machos con los que aprendían a copular las moscas, la preferencia posterior cambiaba. Y cuanto más consenso hubiese por un determinado color, más radical era la inclinación por ese color en las observadoras.

Aunque pueda parecer un rasgo caprichoso, según explica Etienne Danchin, investigador del CNRS y coautor del trabajo, al cabo de un tiempo, “el color de un macho, que no está vinculado con su adaptación al entorno, se convierte en una característica que hace que tenga más probabilidades de pasar sus genes a la siguiente generación”. Al ver la preferencia de las moscas mayores, las jóvenes aprenden que los individuos de un color determinado tendrán más posibilidades de copular y reproducirse. Una madre siempre quiere lo mejor para su cría y para tener un hijo verde lo mejor es tener sexo con una mosca verde.

Lea el artículo completo en: El País (España)



20 de noviembre de 2018

Cómo un pan hecho con cucarachas tiene más proteína que la carne roja (y cómo eso puede solucionar un problema global)

Los investigadores dicen que el pan no presenta diferencias significativas a uno hecho con 100% harina de trigo y que solo los consumidores más astutos notarán un ligero sabor a maní. 
 
Si te paras unos segundos a observar el pan de la foto superior, ¿a que parece bastante convencional? Pues en realidad está hecho de cucarachas. 

Más concretamente de harina hecha con estos impopulares insectos. Pero, ¿a quién se le ha ocurrido esta idea y para qué?

Los responsables son un equipo de investigadores brasileños que quieren dar con una posible solución a la escasez de alimentos y a la falta de proteína animal que se prevé para un futuro dado el crecimiento de la población mundial.

Una necesidad

Según la ONU, para 2050 habrá alrededor de 9.700 millones de personas en este mundo.

Y por eso ha recomendado que empecemos a incluir en nuestra dieta insectos. Las razones son simples: son ricos en proteínas, abundantes en la naturaleza y su precio no es elevado.

En varias regiones del mundo, como el sudeste asiático, ya son un comestible al uso.

Pero el pan de la fotografía no se hace con el tipo de cucarachas que se ven por las calles o que, si no has tenido suerte, se te han colado en casa. El equipo investigador utilizó una especie en particular, la llamada cucaracha langosta (nauphoeta cinerea), originaria del norte de África.

Las cucarachas se reproducen de forma fácil y rápida mientras están en cautiverio.

Pero, de todos los insectos que hay... ¿por qué precisamente las cucarachas?

Hay dos razones principales: además de ser una fuente rica en proteínas (cuentan con un 70% en su composición, más que el 50% que ofrece la carne roja), el insecto ha existido durante millones de años y ha conservado sus características genéticas incluso después del proceso evolutivo.

"Deben poseer algo realmente bueno para haber evolucionado sin la necesidad de adaptarse a los entornos", explica la ingeniera de alimentos Andressa Jantzen, de la Universidad Federal de Río Grande (FURG), en el sur de Brasil.

Lea el artículo completo en: BBC Mundo

1 de octubre de 2018

Insectos, ¿la comida del futuro?


Los comen más de 2.000 millones de personas en el 80% de los países del mundo. Pero no, no se trata de los menús de ninguna conocida cadena de hamburgueserías. Si añadimos que su consumo ha formado parte de nuestra dieta durante miles de años, queda claro que hablamos de otro tipo de alimento. Y a pesar de su larga historia, en las sociedades occidentales hemos prescindido de una fuente de nutrientes que podría ser la solución del futuro de la alimentación; siempre que seamos capaces de dejar de lado nuestra aversión a comer bichos.

Antes de mediados de este siglo, la Tierra contará con más de 9.000 millones de bocas humanas que alimentar. Y no es sencillo que la producción de alimentos pueda crecer al mismo ritmo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 26% de la superficie seca del planeta se dedica a pastos para el ganado, y un 33% de las tierras cultivables producen cosechas para la ganadería. Esta actividad es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, y prescindir de más bosques para abrir espacios a la agricultura aumentaría el problema del cambio climático.

Con nuestro sistema actual, los números no cuadran. Pero hoy son muchos quienes piensan que es posible salir de esta difícil encrucijada sin renunciar al alimento de origen animal; se trata simplemente de variar el menú de especies que comemos. En occidente ya estamos acostumbrados al consumo de artrópodos, pero sólo acuáticos, como cangrejos o langostas. En cambio, hasta 3.000 grupos étnicos de Latinoamérica, África, Asia y Oceanía incluyen los insectos como parte de su dieta.

La Universidad holandesa de Wageningen mantiene una lista que recoge 2.111 especies comestibles de insectos y arácnidos, sobre todo escarabajos, orugas, hormigas, abejas, avispas, saltamontes, langostas y grillos, pero también moscas, arañas y cucarachas. En la exaltación de las virtudes nutritivas de estos animalitos ha desempeñado un papel crucial la FAO, que lleva años promoviendo la entomofagia como solución a la inseguridad alimentaria.

El artículo completo en: Materia

16 de agosto de 2018

¿Cómo se sabe de qué flores han sacado la miel las abejas?


Fernando de Miguel, presidente de la Asociación Malagueña de Apicultores (España), cuenta que: “Las abejas, al posarse en la flor para recoger el néctar, se impregnan también de polen, y ambos quedan mezclados después en la futura miel. Luego, en el laboratorio se cuentan la proporción de granos de polen de cada flor en la muestra”. Y así se sabe si es miel de espliego, de romero, de azahar...

Fuente: QUO

24 de noviembre de 2017

Como los humanos: las abejas son diestras, zurdas o ambidiestras

Científicos esperan que un mayor análisis del vuelo de estos insectos les permita mejorar el diseño de drones.

Un estudio publicado en la revista científica Plos One, reveló que las abejas al volar, tienen un lado preferente para inclinarse por sobre el otro, ya sea diestro o zurdo.

Hasta ahora, se pensaba que estas habilidades sólo la tenían algunos animales con un mayor nivel cognitivo.

"A diferencia de los humanos, que en su mayoría son diestros, las abejas son principalmente zurdas, diestras, y otras no presentan ninguna preferencia por volar de un lado u otro”, indica en la investigación.

Al contrario de las obreras de la miel, otros insectos voladores no presentaron ninguna preferencia en su vuelo. Sin embargo y de acuerdo a la investigación, un 45 por cierto de las abejas analizadas tenían un lado por el que preferían volar, lo que llevó a los científicos a creer que ésto puede entregar nuevas pistas sobre cómo mejorar la eficiencia de vuelo en un ambiente muy saturado.

"Los insectos voladores constantemente tienen el desafío de escoger las rutas más eficientes, seguras, y libres de colisión al navegar por follaje denso”"indicó el Profesor Professor Mandyam Srinivasan de la Universidad de Queensland en el estudio.

Los investigadores creen que este nuevo conocimiento podría también ayudar a mejorar el diseño de drones que puedan tomar decisiones autónomas y ser más eficientes al volar.


Fuente:

TeleSur

6 de noviembre de 2017

Adiós a los insectos de tu infancia

Cada vez hay menos saltamontes, grillos, abejas y mariposas porque muchas de estas especies, que polinizan el 84% de las plantas que sirven de alimento, están amenazadas.

¿Hace cuánto que no ves un saltamontes en tu paseo dominical por el campo, escuchas a los grillos desde el porche o ves una luciérnaga en una caminata nocturna por un camino rural? La sensación de estar perdiendo esta fauna que tantas generaciones asocian con su infancia, es más que eso, es una realidad. Y lo que es peor, junto a estos animales van desapareciendo, además, elementos básicos para el sustento de numerosos ecosistemas de los que dependemos todos los seres vivos.

“No solo es una sensación popular, es algo que percibimos todos los entomólogos que salimos a hacer trabajos de campo y a investigar; el descenso del número de individuos de prácticamente todos los insectos es brutal”. Lo confirma Juan José Presa, catedrático de Zoología de la Universidad de Murcia y coautor de uno de los muchos informes y estudios recientes que ponen cifras a la disminución de artrópodos.

Dicho estudio, de principios de año y surgido de la colaboración entre la Unión Europea y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), destaca que casi un tercio de las especies de ortópteros evaluadas (saltamontes, grillos y chicharras, entre otros) están amenazadas, algunas en peligro de extinción.

Wolfgang Wägele, director del Instituto Leibniz de Biodiversidad Animal (Alemania) habla, junto a otros colegas, en Science del “fenómeno parabrisas”, por el cual los conductores pasan menos tiempo limpiando sus coches de la miríada de insectos que antes morían estrellados contra cualquier punto de la carrocería. Los investigadores citados en el artículo son conscientes del descenso generalizado, a pesar de reconocer, como el resto de la comunidad científica, que es muy difícil establecer datos más precisos del declive de las poblaciones por la variedad de especies, distribución y número de individuos.

En Science se cita el caso de la Sociedad Entomológica de Krefeld, en Alemania, cuyas visitas al campo han constatado que la biomasa de insectos que queda atrapada en sus diferentes métodos de captura ha disminuido un 80% desde 1989. Presa lo lleva al terreno de sus observaciones de campo en la provincia de Pontevedra: “Antes conseguíamos atraer a infinidad de mariposas nocturnas con las trampas de luz, ahora entran muy pocas”.

“Aproximadamente tres cuartas partes de las especies de mariposas en Cataluña, y esto puede ser extrapolable al resto de España, están en declive y esto es incontestable”. Constantin Stefanescu, del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals y el Museu de Ciències Naturals de Granollers (Barcelona), llega a esta conclusión tras más de dos décadas de trabajos de campo y estudiar junto a otros investigadores a 66 de las 200 especies presentes en Cataluña. “La reducción es alarmante y aumenta cada año. Asustan, además, los datos de 2015 y 2016, los más bajos desde 1994”, apostilla Stefanescu.

El artículo completo en:

El País (España)

5 de septiembre de 2015

¿¡Qué pasaría si se extinguieran todas las cucarachas?

Como ya hemos mencionado es muy común haber escuchado personas que desean fervientemente que las cucarachas se extingan de todo el planeta (hasta yo me incluyo). Esta reacción normalmente viene como consecuencia de un desagradable e inesperado encuentro con alguno de estos indeseables insectos o al comprobar que algún alimento está siendo consumido por ellos, hecho suficiente como para perder el deseo ante alimento.

Lo cierto es que sería muy deseable que en nuestro hogar jamás entraran las cucarachas que, además de su mal aspecto, son transmisoras de enfermedades, pero realmente la duda de este tema es… ¿qué ocurriría si las cucarachas desaparecieran de la Tierra?

Las cucarachas las encontrarás en muchos lugares

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Las cucarachas están entre los insectos más numerosos que existen, tanto en especies como en número. Aunque no se sabe a ciencia cierta la cantidad, se estima un número entre 5000 y 10.000 cucarachas y sus representantes se encuentran por todos lados, desde las ciudades y otros sitios donde el hombre las atrae por la alta producción de desperdicios, hasta los bosques tropicales, zonas desérticas, pantanos e incluso zonas costeras.

De todas esas especies, apenas unas pocas son las que interactúan directamente con nosotros con cierta frecuencia, en unos países predominan más unas que otras, estando entre las más extendidas por ejemplo, la llamada Periplaneta americana o cucaracha doméstica.

¿Qué pasaría si dejasen de existir?

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Las cucarachas, como el resto de los seres vivos y en particular los insectos, son una fuente de alimentos para criaturas como las aves, los mamíferos insectívoros, los anfibios y otros insectos, etc., incluso, en ciertas culturas, también son alimento para los seres humanos.

Aunque ningún animal basa su alimentación exclusivamente en ellas, por lo que de desaparecer estas no se extinguirían, sí se verían reducidas sus posibilidades de sobrevivir y disminuirían sus poblaciones de manera importante, por lo que otros insectos o plagas podrían multiplicarse al alterarse el equilibrio ecológico de los ecosistemas.

Un ejemplo concreto sería la reducción de las poblaciones de ratones y ratas, ya que una parte importante de su dieta se compone de cucarachas.

Si estos pequeños roedores perdieran esta fuente de alimento y se redujeran sus poblaciones silvestres, provocaría daños enormes en animales como las águilas y otras aves de presa, los felinos, los coyotes, los lobos, y muchos reptiles.

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Por otro lado, está su contribución inestimable en el ciclo del nitrógeno, algo vital para el funcionamiento del planeta. ¿De qué manera lo llegan a hacen? Pues la mayoría de las cucarachas se alimentan de materia orgánica en descomposición.

Este material retiene en su estructura grandes cantidades de nitrógeno, y al ser consumido constantemente por millones y millones de cucarachas, esta materia pasa por el tracto digestivo del insecto convirtiéndose en heces que al caer en la tierra, liberan más fácilmente los productos nitrogenados que luego son aprovechados por las plantas, garantizando así la salud de los bosques, las praderas y demás ecosistemas y con ello indirectamente a todos los habitantes de los mismos.

Probablemente luego de leer esto y por más de que te vuelvas a encontrar en otra situación envuelta con cucarachas, de igual manera será mejor volver a pensar si de verdad queremos que se extingan

Fuente:

Ben Viral

7 de agosto de 2015

Estigmergia y Wikipedia

El término «estigmergia» fue acuñado en 1959 por Pierre-Paul Grassé (1895-1985), un zoólogo francés experto en termitas. Grassé se refería con estigmergia al fenómeno de comunicación indirecta entre termitas, mediante la modificación del ambiente, como es por ejemplo un rastro de feromonas. Otros individuos de la especie pueden detectar este rastro, de forma que colaboran por un bien común: la supervivencia de la colonia. Ver a una hormiga o una termita deambulando sola es un espectáculo lamentable, parece una criatura torpe y despistada. Sin embargo, debemos observarlas en su conjunto, como un sistema de auto-organización descentralizado con el que se obtienen objetivos comunes. En un termitero miles de termitas cooperan en la construcción de una estructura que supera con creces su capacidad de comprensión. Se trata, en esencia, de una construcción destinada a la ventilación de la cámara donde se encuentra la reina, los huevos y un hongo que cultivan para su alimentación, para que la temperatura interior se mantenga constante. Y lo consiguen.

Fuente Wikicommons
Fuente Wikicommons
Estas estructuras físicas complejas son equivalentes a cualquier estructura social en distintas especies, como abejas o estorninos. Y los científicos no están muy alejados de las termitas, entre las cuales parece que hay una ley no escrita: «si tu compañera ha dejado un grano de arena, deja tú otro en el mismo sitio». A medida que han ido pasando los siglos, el conocimiento sobre la naturaleza se ha ido mejorando gracias a esos granos de arena que una cantidad incontable de estudiosos han ido dejando por multitud de vías. La cooperación puede llevar a buenos o malos resultados, tal es el caso observado por el biólogo T. C. Schneirla en relación a un grupo de hormigas sumido en una actividad extravagante: giraban describiendo circunferencias sin parar.
«Aquella tarde había caído un buen aguacero y eso posiblemente había interrumpido la incursión y eliminado el rastro químico que mantenía conectado al grupo con la colonia principal de hormigas. Cuando dejó de llover, los primeros individuos del grupo probablemente habían salido a explorar el área sin apartarse de la periferia del grupo, donde se sentían más seguros. Al hacerlo, dejaron un rastro circular de feromonas que las demás hormigas no tardaron en seguir. Al cabo de un rato el rastro era tan intenso que ninguna de ellas era capaz de escapar. […] Al final del día, las hormigas habían dado vueltas durante más de quince horas». A unique case of circular milling ants, considered in relation to trail following and the general problem of orientation, «American Museum Novitates», Schneirla.

El artículo completo en:

Cadernos de Cultura Científica

26 de noviembre de 2014

La (gran) historia evolutiva de los insectos

Por difícil de creer que parezca, la historia de los insectos y la forma en que se multiplicaron en variedad y formas por nuestro planeta estaba por explicar. El trabajo de Bernhard Misof y su equipo, publicado este jueves en la revista Science, es una primera reconstrucción de este largo camino gracias al análisis de los datos genéticos.

WEl trabajo ha requerido los esfuerzos de más de un centenar de  investigadores especialistas en biología molecular, paleontología, taxonomía, embriología y procesamiento de datos. Juntos, y dentro del proyecto 1KITE (para analizar el transcriptoma de cientos de insectos) han analizado 1.487 genes codificadores de proteínas de todos los grandes órdenes de insectos que existen hoy en día y los han comparado con el registro fósil. El laborioso trabajo les ha permitido concluir que estos artrópodos aparecieron sobre la faz de la Tierra hace unos 479 millones de años, en los albores del período Ordovícico, una época en la que el oxígeno aún escaseaba en la atmósfera y los mares estaban plagados de trilobites.

 

Así era la Tierra cuando aparecieron los insectos. (Imagen: Ron Blakey, NAU Geology)

La capacidad para volar, aseguran los científicos, no apareció en estas criaturas hasta hace aproximadamente 406 millones de años y la mayoría de las especies que conocemos hoy en día se originaron hace unos 345 millones de años. Los trabajos sugieren que los insectos y las plantas moldearon los ecosistemas primitivos de la Tierra juntos y que estos desarrollaron el vuelo mucho antes que otras criaturas al tiempo que las plantas iban creciendo y abriéndose paso. Un poco más tarde, afirman los autores del trabajo, la aparición de plantas capaces de florecer generó una explosión de formas entre los insectos voladores, desde las abejas a las mariposas.

Otro interesante resultado del análisis genético es que la aparición de los primeros insectos parásitos parece remontarse al momento en que progresaron las aves y los primeros mamíferos y no vivieron en las plumas de los primeros dinosaurios, como pensaban algunos autores.  Otra de las conclusiones interesantes es que la variedad de cucarachas y termitas que conocemos hoy apareció después de la extinción masiva del Pérmico, la única en la que estuvieron implicados los insectos, que han seguido evolucionando y multiplicando sus colores, formas y variedades hasta hoy. 

"Cuando imaginas un gigantesco mapa de la evolución de la vida en la Tierra, los insectos ocupan de lejos la mayor parte de la foto", asegura Michelle Trautwein, coautora del trabajo e investigadora de la Academia de ciencias de California. "las nuevas técnicas nos han permitido comparar enormes cantidades de datos genéticos y, por primera vez en la historia, podemos rellenar los huecos en nuestro conocimiento. La ciencia está más cerca que nunca de revelarnos los misterios de la evolución".

Referencia:  Phylogenomics resolves the timing and pattern of insect evolution (Science)

Tomado de:

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28 de octubre de 2014

¿Pesan todas las hormigas juntas más que toda la humanidad?

"Si fuéramos a pesar todas las hormigas del mundo, pesarían tanto como todos los seres humanos", dijo el presentador Chris Packham en un reciente documental de la BBC. ¿Puede ser cierto?

Hay hormigas de hasta 60 mg, pero la media es mucho menor.
Esta afirmación la hicieron por primera vez el profesor Edward O. Wilson, de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), y el biólogo alemán Bert Hoelldobler en su libro de 1994 "Viaje a las hormigas".

La estimación se basa en un cálculo anterior del entomólogo británico C.B. Williams, quien calculó que el número de insectos vivos en la tierra en un determinado momento es de un millón de billones.
"Si, para tomar una cifra conservadora, el uno por ciento de eso son hormigas, la población total sería de 10.000 billones", escribieron Wilson y Hoelldobler.


Cómo se pesa una hormiga

"Es muy fácil pesar una hormiga. En una pequeña pesa electrónica, se pone una hormiga", explica Ratnieks.

Pero advierte, lo mejor es refrigerar la pesa antes: "Esa es la manera de que no salgan corriendo".

"Una hormiga trabajadora puede pesar una media de entre uno y cinco miligramos, dependiendo de la especie. Combinadas, todas las hormigas juntas pesan juntas tanto como todos los seres humanos".
La idea de Wilson y Hoelldobler se basa en la idea de que un humano medio pesa un millón de veces más que una hormiga media.

¿Y cuánto aguanta este argumento un examen detenido?

Un humano medio pesa 62 kilos, así que eso supondría que las hormigas pesan unos 60 miligramos.
"Hay hormigas que pesan 60 miligramos, pero son de las muy grandes", dice Francis Ratnieks, profesor de apicultura de la Universidad de Sussex, Reino Unido.

"La hormiga común debe rondar un miligramo o dos".

Con unas 13.000 especies en el mundo, la diferencia de tamaño va de las que miden un milímetro a las de 30.

Así que es probable que el peso también varíe notablemente: aunque numerosos expertos parecen estar de acuerdo en que la media pesa 10 mg.

Eso sí, nadie sabe cuántas hormigas hay en el mundo. El documental de la BBC dice que no son diez millones de billones sino cien billones...

El artículo completo en:

BBC Ciencia

18 de septiembre de 2014

Las hormigas: genios de la comunicación química



Hace más de cien millones de años apareció la casta de hormigas obreras sin alas. Al no poder volar, su forma de llegar a lugares lejanos en busca de alimento se volvió más problemático.

Ello propició que dependieran mucho más de las sustancias químicas para todo tipo de comunicación, reduciendo el uso de señales táctiles y exhibiciones motrices. Lo que acabó convirtiendo a las hormigas en los genios de la comunicación química de la naturaleza.

Los compuestos que usan como señales son las feromonas, que producen a través de glándulas exocrinas. En función de las distintas proporciones de feromonas procedentes de varias glándulas, estas señales químicas tienen distintos significados, así como el contexto donde se libera la feromona.

Simultáneamente, se han añadido señales táctiles y vibratorias. Hasta el punto de que las señales químicas se han convertido en una suerte de alfabeto. Los entomólogos reconocen al menos 12 categorías funcionales para comunicarse, casi todas de naturaleza química, tal y como explica Edward O. Wilson en Superorganismo:

Lea el artículo completo en:

Xakata Ciencia

12 de septiembre de 2014

Chikungunya: el nuevo riesgo en América Latina

Desde 2004 la fiebre Chikungunya ha alcanzado proporciones epidémicas. La fiebre Chikungunya se ha detectado en unos 40 países de Asia, África, Europa y ahora las Américas.



Entretanto, se sabe que el ébola no puede “saltar” - tan fácilmente - a otros continentes, pero hay otros virus como el de la malaria, el dengue y, últimamente, el Chikungunya, que ya están presentes en América Latina. Este último empezó a diseminarse en los últimos años, primero en Brasil, luego en las islas del Caribe y ahora ha “saltado” a Argentina, Uruguay y Venezuela, desde donde se reportan ya más de 200 casos y las alarmas de su avance se prenden en toda la región.

La llamada fiebre Chikungunya es una enfermedad viral transmitida especialmente por el mosquito tigre. Chikungunya es un término de la lengua Kimakonde, de Tanzania, en donde se identificó el virus en 1952. Chikungunya quiere decir “doblarse”, doblarse del dolor en las articulaciones, que es una de las manifestaciones de la infección.

Jakob Kramer, director del departamento de Medicina Tropical del Instituto Bernhard Nocht, con sede en Hamburgo, explica: “Chikungunya es un virus de la familia toga que se transmite a través de la picadura de ciertos mosquitos. El virus, por lo general, sobrevive entre insectos y primates en África, pero cuando el hombre irrumpe en ese hábitat adquiere la infección y la transporta hacia otras regiones o continentes generando brotes”.

Una picadura basta para quedar inmunizado. A la familia de los virus toga pertenecen, por ejemplo, el de la rubeola, la fiebre amarilla y otros 80 virus más.

Los brotes de Chikungunya tienen lugar cuando la población afectada no está inmunizada. Una inmunización, según el virólogo alemán Jakob Kramer, se logra cuando la persona ha sido picada una vez. El organismo desarrolla entonces anticuerpos que impiden que la persona enferme de nuevo. O sea que una picada garantiza, en principio, que se sobreviva a nuevas picaduras. ¿Pero también basta una picada para morir? “Por lo general, una infección con el virus del Chikungunya no es letal, aunque la enfermedad puede llegar a ser muy, muy incómoda. Quienes mueren son personas en un estado débil o que ya sufren otros males”, agrega Kramer.

Además de fiebre y fuertes dolores en las articulaciones, produce dolores musculares, de cabeza, náuseas, cansancio y erupciones cutáneas. Síntomas muy parecidos a los del dengue, con el que se puede confundir.

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América Economía

2 de septiembre de 2014

¿Por qué hay tantas moscas en verano?



Las pocas moscas que sobreviven al frío invernal son más que suficientes para asegurar la supervivencia de la especie. Esto se debe a su sobresaliente capacidad reproductora. 

Basta hacer un sencillo cálculo: una mosca que genere 120 huevos en una puesta produciría en 7 generaciones, que es el número máximo que pueden nacer en un año, cerca de 5,6 billones de descendientes. Esto es posible si se tiene en cuenta que cada insecto sobrevive a una sola generación y que en cada puesta la mitad de los huevos son hembras.

Fuente:

Muy Interesante

23 de julio de 2014

Se necesita: 100 mil voluntarios para censar mariposas

  • Sir David Attenborough llama al público británico a contar mariposas

  • Es el quinto año que se realiza este proyecto de participación ciudadana

  • Los voluntarios deberán registrar sus hallazgos en una página web







A partir del 19 de julio y durante dos semanas el público británico ha sido llamado de nuevo al "Big Butterfly Count" (El gran cómputo de mariposas), es decir, a contar mariposas para averiguar qué pasa entre estos animales y analizar a nivel estatal el estado y la supervivencia de las especies. Según los organizadores de este registro nacional, la entidad Butterfly Conservation, la vida y la cantidad de estos insectos es la mejor señal para medir la salud de la vegetación y el medio en el que viven, las mariposas y los humanos.


El naturalista Sir David Attenborough ha sido el encargado de hacer público el llamamiento diciendo los siguiente: "Contar mariposas durante unos 15 minutos al día en un lugar preferentemente soleado es una acción valiosa y un ejemplo de ciudadanía contribuyente a la ciencia". Este es el quinto año consecutivo que el público británico es llamado a contar mariposas en prados públicos y jardines privados o en valles y bosques. El año pasado 90.000 personas respondieron a la consigna. "Para este año esperamos llegar a los 100.000 ciudadanos que cuenten e identifiquen lo que ven en materia de mariposas, y aunque no vean ninguna también interesa la observación que hagan", ha informado Attenborough en su reiterado bando público.

Quienes se apunten al cómputo nacional de las mariposas deberán registrar y describir sus hallazgos en una página web, la del Big Butterfly Count que ha creado Butterfly Conservation en la que se facilita la tarea de clasificar los tipos de mariposas detectadas, de las más comunes a las menos frecuentes y de las más grandes a las minúsculas. "A largo plazo, esta cuenta es la única forma de saber qué pasa en el medio ambiente y de monitorizar la existencia de las mariposas o si las especies que se han repoblado tras haber sido extinguidas, como la mariposa azul, han sobrevivido o los lugares en los que lo han hecho", detalla el naturalista para animar a propios y extraños a espiar a las mariposas en las próximas dos semanas.

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El Mundo Ciencia

3 de julio de 2014

6 datos sorprendentes de las moscas





Piensan antes de actuar, vuelan como aviones de combate y ven el mundo como en Matrix... Estos insectos pueden ser comunes, pero mucho menos vulgares de lo que crees.

 1. Las mocas piensan antes de actuar

Hasta ahora, la capacidad de recopilar información antes de tomar una decisión se consideraba propia de primates y seres humanos, una señal de inteligencia superior y, sin duda, una cualidad importante. Pero resulta que las moscas también se lo piensan ante un problema difícil. Así lo cree un equipo de la Universidad de Oxford que sometió a un grupo de moscas Drosophila a un experimento en el que los insectos debían decantarse por uno de dos olores tras un entrenamiento.
Cuando el aroma era fácilmente identificable, las moscas reaccionaban con rapidez, pero cuando era difícil distinguirlo se tomaban su tiempo para «pensar». Parecían acumular información antes de decantarse por una elección.
«La acción liberada de los impulsos automáticos se considera un rasgo de inteligencia», dice el profesor Gero Miesenböck, en cuyo laboratorio se realizó la investigación. «Lo que nuestros resultados muestran es que las moscas de la fruta tienen una capacidad mental sorprendente que antes no había sido reconocida». 

2. Vuelab como aviones de combate

Las pequeñas moscas de la fruta (Drosophila hydei), del tamaño de una semilla de sésamo, manejan técnicas de vuelo propias de aviones de combate, de forma que pueden modificar su trayectoria y realizar un giro imposible, incluso cabeza abajo, para evadir el ataque de un depredador en menos de una centésima de segundo. Esto es 50 veces más rápido que un parpadeo humano. Con un solo golpe de ala, pueden orientar su cuerpo para generar una fuerza que las lleve lejos de la amenaza. ¿Comprende ahora por qué es tan difícil matar una mosca al vuelo?

Según los investigadores de la Universidad de Washington, las moscas, con un cerebro del tamaño de un grano de sal, tienen un repertorio conductual casi tan complejo como el de un animal mucho más grande, un ratón.

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31 de mayo de 2014

Controlar las hormigas de manera ecológica

Esta entrada está hecha para ayudar a -controlar ecologicamente – y no para aniquilar ,las hormigas que como todo en la creacion,estan cumpliendo una funcion determinada.

Odio el termino matar y tampoco me gusta matar absolutamente nada que esté vivo, pero la realidad es que hay algunas alimañas que deben ser controladas sino nos resultaría muy dificil la existencia. 

Para controlar las hormigas lo mejor es colocar granos crudos de arroz común por los lugares por donde pasan y que estas se lo lleven al hormiguero, en la humedad que genera este el arroz, posee almidón, este genera un hongo, alimentado por la humedad y el oxigeno, al crecer y quedarse sin oxigeno el hongo explota y mata a todas las hormigas de ese hormiguero y en 8 metros cuadrados no vuelven por 12 meses a crecer otro hormiguero.

Como sabemos todos los venenos contra insectos son muy contaminantes y dañinos para el ambiente y a la larga para nuestra salud. Asi que a usar este metodo ecológico para controlar las hormigas.

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Fuente:

Diario Ecología
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