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21 de junio de 2022

"Perdiendo la Tierra" o el Apocalipsis Climático

En el año 1967, un satélite soviético -la sonda espacial Venera 4- envió la primera señal a la Tierra. Las altas temperaturas del planeta Venus eran causadas por el dióxido de carbono con el que estaba compuesta su atmósfera. Por eso, la vida en Venus es imposible. Si alguna vez la hubo, se perdió a medida que la luz del sol fue aumentando y las aguas se evaporaron. Con el ejemplo de Venus empezaron las predicciones poco favorables para el planeta Tierra. Desde ese momento ya estaba comprobado: de seguir con el uso indiscriminado de combustibles fósiles, acabaríamos sin origen ni destino, como los protagonistas de una novela distópica.

La voz de alarma llegaría tras la primera Conferencia Mundial sobre el Clima, celebrada en Ginebra en 1979. Entonces se supo que cuando duplicásemos la cantidad de dióxido de carbono, el mundo aumentaría tres grados centígrados su temperatura. Pero no sirvió de mucho la advertencia. Es más, cada vez que surgía alguna voz crítica ante la creatividad destructiva de nuestra especie, la persona portadora de la denuncia quedaba marcada como aguafiestas o fatalista. Porque si se cuantificaba el grado de incertidumbre de tales afirmaciones, se llegaba a la conclusión de que existía una previsibilidad imperfecta de los hechos.

Poco después de la citada conferencia, en 1981, cuando Ronald Reagan fue elegido presidente de los Estados Unidos, la producción de carbón en el suelo norteamericano se incrementaría. Cuando desde el Consejo de Calidad Ambiental se realizó un informe para alertar al presidente de que los combustibles fósiles podrían alterar la atmósfera de la Tierra hasta convertirla en el erial de un mal sueño, el presidente Reagan consideró la posibilidad de eliminar el Consejo de Calidad Ambiental.

De esta manera, como si la realidad hiciese trampas, Reagan siguió jugando con políticas  destructivas, no sólo medioambientales sino también económicas. Pero lo que más irrita ahora es saber que el desastre se pudo haber evitado, que hubo un momento de nuestra historia en el que estuvimos a tiempo para librar a nuestros herederos del apocalipsis climático. Sí.

Estas cosas las recoge el escritor estadounidense Nathaniel Rich en su ensayo Perdiendo la Tierra, recientemente publicado por Capitán Swing. Aunque se trata de un libro de historia y denuncia ecológica, hay veces que Nathaniel Rich parece operar desde la ficción, desde una de esas novelas apocalípticas que ya forman parte de un género bautizado como Ficción Climática (Cli-Fi) y donde siempre aparece el cadáver de un mundo en el que los perros ladran en señal de duelo.


 

16 de diciembre de 2019

Capitalismo, pseudociencias y ‘mansplaining’

Fragmento de 'Ciencia sin ficción', un libro formado por cinco peculiares narraciones recién publicado por Debate.

[Este texto es un fragmento de uno de los capítulos de Ciencia sin ficción. Publicado por Debate, el libro consta de cinco relatos que usan la ciencia como hilo conductor para desarrollar tanto la literatura de no ficción como una ficción alejada de la idea intuitiva y actual de la ciencia-ficción.]

Uno de los rasgos que identifica a buena parte de las pseudociencias es que suelen tener un componente de autoridad bastante marcado, por lo general ejercido originalmente por una figura masculina que lidera esa disciplina o ese modo de pensar. Es lo que sucede, por poner algunos ejemplos, con la homeopatía y su inventor, Samuel Hahnemann; con la antroposofía y Rudolf Steiner; con la cienciología y Ron Hubbard, o con los antivacunas y el exmédico que logró su mayor éxito manipulando estudios, Andrew Wakefield. En particular, como ha señalado el filósofo sueco y director del departamento de Filosofía e Historia de la Tecnología en el Real Instituto de Tecnología de Estocolmo Sven Ove Hansson, el campo del negacionismo científico suele ser extraordinariamente masculino. "Las mujeres son infrecuentes tanto en la negación de la evolución como en la negación de la ciencia del clima. Esto es mucho más notable en el primer caso. En comparación, hay una presencia fuerte de mujeres en las ciencias biológicas legítimas, pero están virtualmente ausentes de las actividades de negación evolutiva y creacionismo —asegura Hansson en su ensayo Science denial as a form of pseudoscience. Y añade —: Este dominio masculino es difícil de explicar, pero [...] la audacia de afirmar que uno entiende un tema mejor que todos los expertos puede ajustarse más a los estereotipos masculinos que a los femeninos". Lo que hoy conocemos como mansplaining —esa necesidad paternalista de los varones de explicarles las cosas a las mujeres, aunque estas sepan más que ellos—, pero en versión pseudocientífica.

También era hombre y líder pseudocientífico Harold Camping, el octogenario pastor estadounidense que convenció a toda su congregación de que el 21 de mayo de 2011 sería el día del Juicio Final. Como seguramente habrá notado el lector, se equivocó. Este anuncio fracasado proporcionó una oportunidad magnífica para estudiar los mecanismos que se desatan en nuestro interior cuando caemos por la pendiente del autoengaño pseudocientífico. Y, sobre todo, para explicar lo complicado que es escapar de las decisiones erróneas por culpa de las disonancias cognitivas. En el documental Right Between Your Ears, la psicóloga social Carol Tavris explica a la perfección lo que sucedió con Camping y sus seguidores, pero también lo que nos pasa a todos nosotros en la mayoría de nuestras decisiones, mucho más cuanto más importantes. Cuando una persona da un paso en una dirección, explica Tavris, trata de justificar esa elección, lo que pone en marcha una serie de autojustificaciones que llevan a nuevas acciones, que a su vez llevan a nuevas autojustificaciones. Y esa es la razón por la que, cuanto más tiempo y esfuerzo invierte alguien en tomar una posición en público, más difícil le resultará decir: "Ay, madre, que estaba equivocado". "La disonancia cognitiva es un estado de tensión que se produce cuando una persona posee dos cogniciones (ideas, actitudes, creencias, opiniones) que son psicológicamente inconsistentes, como 'fumar es algo tonto porque podría matarme' y 'fumo dos paquetes diarios"— explica Tavris en su libro Mistakes Were Made (But Not by Me). Y añade —: La disonancia produce un malestar mental que abarca desde dolores menores hasta angustias profundas; la gente no descansa hasta que encuentra una forma de reducirla". Como bien explica, todos nos consideramos más listos que la media, más justos, más acertados... Y ante la prueba de que nos hemos equivocado tenemos dos opciones: revisar nuestra visión de nosotros mismos o rechazar lo que nos deja en evidencia. La disonancia es tan incómoda como el hambre o la sed y nos obliga a actuar para mitigarla, aunque sea de la forma más absurda.

Este concepto fue desarrollado por Leon Festinger en la década de 1950 tras seguir a un grupo apocalíptico parecido al de Camping. En aquella circunstancia, el evento del fin del mundo acabaría con los elegidos, ellos, salvándose en naves espaciales extraterrestres que acudirían a rescatarlos antes del cataclismo definitivo. Festinger hizo su propia predicción: aquellos fieles que dudaron en el último momento del credo, que se quedaron en casa a esperar el final, terminarían alejándose progresivamente de la secta. En cambio, pensaba él, aquellos que vendieron sus posesiones para seguir la profecía hasta el final saldrían más reforzados en su fe a pesar del fiasco de descubrir que no había apocalipsis. Cuando llegó la noche marcada y no aparecía ninguna nave espacial, la ansiedad empezó a hacer presa de los fieles. ¿Realmente estaban tan engañados? ¿Habían arruinado sus vidas para nada? La angustia los consumía y, dándole vueltas a lo sucedido, llegaron a una revelación: en realidad, su fe había salvado a la humanidad. Dios se había sentido conmovido por la devoción de ese increíble grupo de fieles y había pospuesto el Juicio Final. Salieron de allí aún más convencidos de sus creencias. La disonancia se había resuelto huyendo hacia delante. Y Festinger estaba en lo cierto. Como explica Tavris, es como si cada paso que damos en una dirección lo hiciéramos descendiendo por una de las paredes de una pirámide, lo que hace más probable que el siguiente paso sea en ese mismo sentido y mucho más improbable que optemos por el cambio de orientación, que implicaría escalar en contra de nuestra propia decisión anterior.

El artículo completo en: El País (España)
 

2 de junio de 2019

Argentina: investigadora ideó un libro para enseñar matemáticas con fútbol

Una materia que le ha costado a más de uno en la escuela y que podríamos entenderlo con algo tan sencillo como las reglas del fútbol, es posible gracia a un profesora santafesina.

Matemática es una asignatura obligatoria y fundamental en cualquier escuela y que se encuentra presente en nuestra vida diaria, aunque algunos no quieran admitirlo.

Muchos de nosotros hemos fallado en los cálculos, reprobamos la materia en la escuela, haciéndonos odiarla totalmente o simplemente no nos gustaba, porque parecia aburrida.

Por todo esto, una profesora tomó cartas en el asunto, para que las matemáticas puedan ser más llevaderas, entendibles y aplicables a temas generales.

Marilina Carena es licenciada en Matemáticas Aplicadas, profesora adjunta de la Facultad de Ingeniería Química de la UNL e investigadora adjunta del CONICET , que ideó un libro para enseñar matemáticas usando el futbol.

La santafesina logró relacionar temas que tiene que ver con el fútbol a operaciones matemáticas. En diálogo con Aire de Santa Fe, comentó cómo nació esta idea y en qué consiste.

“A mí sí me gustan las dos cosas, mucho. De tanto está con ambas cosas a la vez , note que tiene muchísimas cosas en común y entonces se me ocurrió en escribir algunos problemas y sus soluciones”.

Se determinó a mostrar como con la matemática se relacionaba un montón de conceptos de la escuela con temas referidos al fútbol.

“La idea es que ellos puedan, algunos conceptos que puedan trabajar en la escuela o bien, motivarlos o fijarlos a través de problemas que vengan involucrados por el lado del futbol que eso si manejan”, explicó la autora.

El libro titulado “La pelota siempre al 10” busca traducir  las cosas que vieron en la matemática al lenguaje del fútbol o al revés y ver que son la misma cosa, el mismo razonamiento.

Los temas abarcan varios niveles de la escuela secundaria para que pueden desarrollarlos y los principales destinatarios son los docentes para que una herramienta de aprendizaje.

“Es un tema que despierta pasiones para por ese lado, ver si podemos motivar un poco a los chicos a que les guste más la matemáticas”.

El libro matemático contiene más de 70 problemas resueltos y casi 30 ejercicios y será presentado oficialmente el próximo mes de agosto.

Tomado de: El aire de Santa Fe

El Litoral

20 de diciembre de 2018

2018: libros para regalar en esta navidad


Si tenemos claro que alguien es un ávido lector, regalar un libro es un arma de doble filo: puede ser un acierto clamoroso si damos con su temática y autores favoritos, o un chasco absoluto si erramos en la elección. No podemos ayudarte a conocer al destinatario de tu regalo, pero sí que podemos darte ideas en forma de qué libros pienso regalar durante esta Navidad 2018 (y que, obviamente, desearía que me regalen). Ah, y no te olvides de envolver tus regalos en papel de periódicos.

Breves respuestas a las grandes preguntas, de Stephen Hawking


Breves

Recomendado por César Muela

'Breves respuestas a las grandes preguntas'(12,34 euros en versión eBook y 12,34 euros en Kindle) era el último libro en el que estaba trabajando Hawking antes de morir, y en él intenta responder de manera concisa a grandes preguntas como: ¿sobrevivirá la Humanidad?, ¿existe Dios?, ¿debería el ser humano colonizar otros planetas?. Aunque no descarto regalármelo a mí mismo, creo que es el detalle perfecto para alguien a quien le apasione la ciencia.

Los orígenes del totalitarismo, de Hannah Arendt


Totalitarismo

Recomendado por Antonio Sabán

En 'Los orígenes del totalitarismo' la teórica política y filósofa Hannah Arendt expone, con total claridad, los fenómenos que llevaron al ascenso del antisemitismo desde mucho antes de la Segunda Guerra Mundial. Pensamientos en principio poco extendidos y no impregnados en la política se convirtieron en catalizadores de regímenes como el nazi, desde el que no se entiende historia del siglo XX.

Además de por el gran ejercicio histórico que hace la autora, esta obra es especialmente interesante por el momento político actual, donde estamos siendo testigos de un avance claro de posiciones autoritarias y que de nuevo cuestionan principios básicos de la democracia liberal de los últimos sesenta años.

Sin duda, una lectura clave para entender cómo el mal avanza y se arraiga en una sociedad sin que durante mucho tiempo se sea consciente, y de cómo la mayoría de formas de luchar contra ello no funcionen hasta que es demasiado tarde.

El filtro burbuja, de Eli Pariser


Burbuja

Recomendado por José García

Hay un libro que siempre me gusta regalar que se llama 'El Filtro Burbuja' (9,49 euros versión Kindle y 9,99 euros en versión eBook ), escrito por Eli Pariser. Se trata de un ensayo en el que el autor analiza, entre muchas otras cosas, cómo Internet y los algoritmos deciden lo que ves y, por tanto, en cierto modo, lo que piensas. 

En pocas palabras, Pariser defiende que Internet (entendida como un conjunto de empresas que todos conocemos), en su afán por personalizar la experiencia de usuario, encierra al mismo en un bucle de retroalimentación que sesga sus puntos de vista y, por tanto, lo manipulan. Por ejemplo, Pariser defiende es que Facebook sabe lo que te gusta y, para que te quedes en su plataforma, te muestra más cosas que te gustan

Extrapolándolo a la política, si eres de izquierdas Facebook solo te mostrará cosas relacionadas con la izquierda y obviará las de derechas, por lo que tu opinión estará sesgada ya que la propia red te ha hecho dejar de tener en cuenta otros puntos de vista. Es un libro que más allá de decirte "Oye, no uses Instagram" o "Deja de ser usar Google", pretende abrir los ojos con respecto a cómo funciona Internet y los riesgos para la opinión pública que ello supone.

Agujeros negros y tiempo curvo, de Kip S. Thorne


Agujeros

Recomendado por Juan Carlos López

'Agujeros negros y tiempo curvo' (12,34 euros en versión Kindle y 12,34 euros en versión eBook) es un ensayo de mucha calidad que encantará a cualquier persona que tenga curiosidad no solo por conocer lo que sabemos acerca de los agujeros negros, sino también acerca de la naturaleza del tiempo y cómo la describe la teoría general de la relatividad de Einstein. 

Es un libro relativamente asequible, y solo algunas partes pueden resultar complicadas para los lectores que no acostumbran a leer ensayos científicos. Aun así, es una magnífica obra de divulgación en cuyas páginas merece la pena sumergirse, por poco interés que se tenga en la cosmología.

Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato, de Jaron Lanier


Redes

Recomendada por Javier Lacort

Aunque están de moda las charlas, ponencias y libros que alertan de los peligros de las redes sociales y el uso excesivo de pantallas, ni se puede negar que no tengan al menos algo de razón ni que hay obras a considerar.

'Diez razones para borrar tus redes sociales de inmediato' (8,54 euros en versión Kindle y 8,54 euros en versión eBook) es una de ellas: un análisis sociológico sobre la dependencia que nos generan estas redes y sobre cómo usándolas quedamos como el producto que dichas redes venden a los clientes finales, las empresas que pagan por anunciarse en ellas y difundir contenido de su interés. Seas escéptico o no, nunca viene mal una dosis de pensamiento crítico de quien cuestiona nuestros hábitos.

Vamos a comprar mentiras, de José Manuel López Nicolás


Mentiras

Recomendado por Ladyfitness

Un libro de divulgación científica sobre cómo funciona la industria de la alimentación y la cosmética, y cómo algunas veces “nos la intentan colar” a los consumidores a través de la publicidad. Imprescindible si quieres empezar a comer un poquito mejor y a cuidarte más en este nuevo año sin que te den gato por liebre.

Empatía (Serie Inteligencia Emocional), de Daniel Goleman


Empatia

Recomendado por Pedro Santamaría

Resiliencia, Mindfulness,… Harvard Business Review tiene libros interesantes relacionados con todos estos temas. Personalmente me quedo con el de Empatía (7,59 euros en versión Kindle y 7,99 euros en versión eBook). No es sencillo mostrar empatía ni tampoco se sabe a veces de forma certera qué nos puede aportar desarrollarla o saber cuándo ponerle límites. En este libro tal vez no se profundice todo lo que gustaría pero sí da claves que ayudan a su gestión. Lectura cómoda y recomendable.

Illusion Of Life: Disney Animation, de Ollie Johnston


Illusion

Recomendado por Rubén Márquez

Se podría decir que soy un enfermo de Disney, de todo lo que han aportado al mundo de la animación y cómo sus creaciones me han acompañado a lo largo de toda mi vida. Esta vendría a ser la Biblia del castillo de las ilusiones, un compendio de sus procesos de creación y sus principios básicos a la hora de dar vida a los personajes que nos han acompañado desde los años 30. Sin duda uno de los libros más recomendables sobre el mundo de la animación.

Tomado de: Xakata Ciencia

2 de diciembre de 2018

Y el libro en papel no murió en 2018

Hace 10 años los gurús de la Feria de Fráncfort, el mayor evento editorial del mundo, vaticinaron que este sería el año en que el ‘ebook’ vencería al soporte físico. Estaban muy equivocados.


Cuando la Feria de Fráncfort despertó en 2018, el libro de papel seguía ahí. Y no como el recuerdo de un dinosaurio, sino en el centro del sector. En 2008, una macroencuesta de la organización entre mil editores de 30 países marcó 2018 como el momento en que el libro electrónico superaría en volumen al negocio tradicional. Así tituló este diario, recogiendo la conclusión del informe, a cinco columnas: El libro digital ganará al papel en 10 años.

Y no. El futuro ya está aquí y la profecía no se ha cumplido. Ni de lejos. No solo lo que parecía un ascenso imparable se ha frenado sino que, amén de ver hasta cierta recuperación del papel, habría dado signos de leve retroceso en sus tierras de promisión por excelencia, EE UU e Inglaterra.

Las movedizas cifras del ebook muestran que en los últimos cinco años las ventas en EE UU han caído un llamativo 10,8%, dejando su trozo del pastel en un 23%. Un estudio sobre 450 editoriales ya fijaba en ese 10% el descenso solo en 2017 respecto al año anterior, si bien no contabilizaba las operaciones de Amazon, que aseguraba que sus ventas sí seguían subiendo. En la Europa continental, el ebook nunca supera el 10% del mercado. Alemania (un 8%) y Holanda (6,6%) tiran de un asténico sector: en España, un 5,1% según la Federación de Gremios de Editores; en Italia, un 4%; en Francia, un 3,1%. Solo Inglaterra alcanza los dos dígitos: un 15%. Tampoco grandes mercados potenciales de otras latitudes, como Brasil (7%), dan mayores alegrías.

En este contexto, el sector más afín al papel ha pasado al contraataque. El ebook es un producto estúpido; es lo mismo que un libro impreso, pero electrónico, no es para nada creativo”, se descolgó en febrero Arnaud Nourry, consejero delegado de Hachette, sexto conglomerado editorial del mundo. “Ha funcionado porque es hasta un 40% más barato que el de papel, pero tenía un techo”, sostiene. “El ebook no ha mejorado la experiencia lectora, no ha aportado nada más allá de la compra inmediata, que es más barato y que llevas muchos libros en un mínimo espacio”, añade Carmen Ospina, directora de marketing y desarrollo de negocio de Penguin Random House Grupo Editorial. Los estudios parecen darle la razón: salvo en Alemania, las ventas más altas de ebooks son en julio y diciembre, fechas de vacaciones.

El artículo completo en: El País (España)

28 de octubre de 2018

Las niñas que cuentan historias en libros hechos con cartón reciclado

La imaginación de las niñas tacneñas ha permitido crear 1.500 libros elaborados con cartón reciclado y así darle más esperanza de vida a la Tierra.


“El año 2030 es la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe en la Tierra”, fue el mensaje de alerta presentado por científicos de la ONU a inicios de octubre. De esta forma, pidieron acciones urgentes para sostener el calentamiento global en 1,5 grados centígrados como máximo para impedir la extinción total de los arrecifes de coral y la exposición de diez millones de personas a inundaciones.

Entre los desechos que contaminan el mundo no solo está el plástico y los artículos electrónicos, también se encuentra entre ellos el cartón, que si bien se degrada en un año, causa desorden ambiental. Este material formado por varias capas de papel superpuestas es utilizado para fabricar embalajes y cajas de diversos tipos que muchas veces terminan en la basura en menos de un día.

El cartón es un producto reciclable, siempre y cuando no le haya caído contenido orgánico. Se puede reutilizar para formar cajas nuevas, carteles y otros tipos de estructuras, dependiendo de la creatividad de cada persona.  

Creatividad para cuidar el planeta


Mónica Lanchipa (en la imagen) es docente de la Institución educativa Santísima Niña María de Tacna y su mente innovadora ha permitido cuidar el medio ambiente. Ella creó un proyecto que permite a los niños imaginar historias y plasmarlas en libros de cartón reciclado, así poder educarlos y enseñarles a velar por el lugar en donde viven.

“En 2007 nació la idea de mi proyecto 'Unidos en defensa de un ambiente sano y por la paz'. Fue a raíz de un trabajo que debía hacer mi hija para su feria de ciencias. En casa, pensamos en hacer un proyecto de reciclaje, reutilizando el cartón. Dos años después, me di cuenta de que podía aplicarlo en mis aulas”, expresó la docente.

Es así como surgió “Librito cartonero”. El impulso de la profesora Mónica sirvió para que los alumnos comiencen a explorar su creatividad y las diferentes problemáticas de la sociedad, como la contaminación y la violencia contra la mujer.

El proyecto ganó en 2013 el premio “Buenas prácticas” del Ministerio de Educación. Con el paso del tiempo, se pudo compartir la experiencia en Costa Rica, México y Argentina. En 2016, fue premiado por Fundación Telefónica con un módulo de Aula Móvil (Hoy Aula Digital) por lograr que más de 200 estudiantes creen cuentos, poemas y todo tipo de historias, relacionadas al cuidado y preservación del medio ambiente.  

12 de octubre de 2018

Consejos de Umberto Eco para hacer una tesis a prueba de Wikipedia

Razones por las que la enciclopedia digital o este artículo no deberían estar entre las fuentes destacadas.

El escritor y semiólogo italiano Umberto Eco publicó en los años 70 en Italia Cómo hacer una tesis. Se trata de una guía creada mucho antes de internet y de las tentaciones de la Wikipedia, pero que se mantiene en su mayor parte vigente en el siglo XXI y, por tanto, sería muy útil para políticos en apuros.


Desde el principio, Eco deja claro que su libro no está pensado para los que buscan "instrucciones sobre cómo hacer una tesis en un mes". Para ellos, el italiano da un par de consejos lleno de sarcasmo: "Invertir una suma razonable para encargar la tesis a otra persona o copiar una tesis ya hecha unos años antes en otra universidad, lo que supone una inteligente labor de investigación".

Una vez pasado el filtro, el autor enumera un puñado de consejos sobre cómo lidiar con este trance académico. Piensa en estudiantes que quieran ser rigurosos, aunque no tengan todo el tiempo del mundo ni todos los medios deseados, y explica la forma de crear una tesis que le sirva a su autor incluso después del doctorado.

Cómo elegir el tema

En esta guía, Eco aconseja al sufrido estudiante que dedique sus mayores esfuerzos al método de trabajo, sin importar de qué tema trate la tesis. Para el italiano, escoger un asunto que nos resulte agradable facilita todo este proceso, pero es algo secundario. "No hay ningún tema que sea verdaderamente estúpido. Trabajando bien se sacan conclusiones útiles incluso de un tema aparentemente remoto o periférico", dice en su libro.

Dicho esto, aconseja al autor o autora de la tesis que busque un tema "que esté relacionado con sus lecturas, su mundo político, cultural o religioso". También que recurra a fuentes que estén a su alcance físico (con internet esto ya no debería ser un problema) e intelectual y que se decida por un cuadro metodológico de la investigación acorde a su experiencia.

¿Cuánto tiempo debería llevar hacer la tesis?

Eco pone unos límites temporales claros: no menos de seis meses y no más de tres años. Se refiere al tiempo total, desde que se decide el tema a tratar hasta que se termina de revisar el texto redactado. Menos de eso, es un artículo de periódico o revista, como este que estás leyendo ahora mismo.

Si eres de los que quieren escribir una tesis exprés, Eco te da unos mínimos para hacer un escrito en seis meses. Hay que centrarse en un tema muy concreto y delimitado; que sea contemporáneo, para que la bibliografía y autores a los que citar sean de fácil acceso; y que los documentos que la acrediten estén muy bien localizados.

Quien pase más de tres años en ello debería darse cuenta, dice el italiano, que ha comenzado una tesis "superior a sus fuerzas" o que no está sabiendo poner límites: lo quiere contar todo. Tras este tiempo también existe la posibilidad de haberse convertido en el típico estudiante que jamás va a doctorarse (a no ser que recurra a las prácticas poco legales que aconseja al principio del libro).

Cuidado con las fuentes

Si alguien escribe una tesis sobre Umberto Eco, los libros de Umberto Eco son la fuente primaria. Los libros y escritos dedicados a Umberto Eco son fuentes secundarias. "En teoría, un trabajo científico serio no tendría que citar nunca a partir de otra cita, aunque esta no verse directamente sobre el autor que se estudia. (...) Lo que no se ha de hacer jamás es citar de una fuente de segunda mano fingiendo haber visto el original", defiende en el libro.

El filólogo exige un comportamiento muy estricto al autor de la tesis. Además de recurrir a fuentes primarias, esas fuentes primarias deben de ser, en la medida de lo posible, de primera mano.

Volviendo al ejemplo del propio Eco, se debe recurrir a ediciones originales de sus libros (la traducción ya es una fuente secundaria). Si se menciona alguno de los discursos que dio a lo largo de su vida, se debe recurrir al registro oficial de ese discurso y no a una reproducción que aparezca en otros libros o en medios de comunicación. A saber qué criterio han tenido esos autores a la hora de reproducirlo.

Wikipedia, por tanto, queda fuera de una tesis seria. Ese artículo, también. Si alguien quiere mencionar en su tesis los consejos de Umberto Eco para escribir una tesis, este artículo solo puede servirle de una aproximación inicial, pero la fuente idónea es la edición original del libro, publicado en italiano en 1977.

Incluso una traducción del libro, como el que utilizamos para este artículo, es para Eco "una prótesis como la dentadura postiza o las gafas, un medio para llegar de modo limitado a algo que está más allá de nuestro alcance". La única forma de citar Wikipedia o este texto en una tesis es si está centrada en la repercusión en internet sobre los escritos de Eco.

Lea el artículo completo en: Verne 

22 de septiembre de 2018

El proceso deductivo de Sherlock Holmes

Los ingleses dieron la bienvenida al siglo XX, la época del razonamiento y el despertar de la ciencia, de la mano de las aventuras de Sherlock Holmes. El investigador privado no sólo fue un personaje de ficción, sino que sirvió de vía para que Sir Arthur Connan Doyle diera a conocer sus técnicas de observación y de deducción, además de ser un gran entretenimiento para los lectores.


Doyle puso en duda los métodos de razonamiento, hasta entonces puestos en práctica, y así se adelantó veinte años en las técnicas de investigación utilizadas por la policía en Scotland Yard. Trasladado a la realidad, Holmes el personaje, habría sido un hombre espectacular.

La psicóloga Maria Konnikova explica “¿Cómo pensar como Sherlock Holmes?”, que pocas personas podrían emular los métodos que ponía en práctica el investigador y que, incluso el mismo Doyle, había incluso fallado en distintos episodios de su vida. Pero, a base de práctica y motivación (mindfulness), se puede poner en práctica la lógica deductiva del anfitrión del 221B de Baker Street.
La lógica de Holmes y la del Dr. Watson
El Dr. John H. Watson es la sombra de Holmes en todas sus aventuras. El uso de una tercera persona como el médico servía, además de recurso literario, para reflejar el contraste entre los dos métodos de deducción; el del aprendiz y el del maestro. El primero: rápido, basado en la lógica intuitiva y sin prestar atención en los detalles. El segundo: reflexivo, observador y creativo.

Konnikova etiqueta estos dos perfiles contrastados como el Sistema Watson y el Sistema Holmes.

Hay diferentes ramas de conocimiento que explican cómo el ser humano utiliza dos sistemas de pensamiento; uno rápido y otro de lento. Daniel Kahneman y Amos Tversky, los padres de la economía conductual, popularizaron esta teoría en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” a partir de los resultados obtenidos en distintas investigaciones.
Llamados como “Sistema 1” y “Sistema 2”, el primero de estos sistemas tiene la necesidad de llegar a las conclusiones, pero se equivoca constantemente. Es engañado por diferentes sesgos que le distorsionan la realidad, pero es el que usamos con más frecuencia. En cambio, para nuestra mente le es complicado utilizar el “Sistema 2”, que se esfuerza para comprender las cosas tal como son y sigue todos los requisitos para convertirnos en “personas racionales”.


Lea el artículo completo en:

The Money Glory

31 de agosto de 2018

Jo Boaler: "Nos han estado enseñando mal las matemáticas durante todo este tiempo"

¿Eres una de las muchas personas en el mundo cuyos recuerdos relacionados con las matemáticas son estresantes exámenes y angustiantes e interminables tareas?
De ser así, no tienes por qué sentirte culpable al respecto.

Investigaciones recientes realizadas en la Universidad de Stanford, en California, Estados Unidos, señalan que no todo es nuestra culpa.

De hecho, es todo lo contrario. 

Estudios de comportamiento efectuados en miles de niños y adolescentes estadounidenses, pero también británicos, indican que fueron precisamente esas extenuantes tareas y pruebas de varias horas las que condicionaron nuestras capacidades de desarrollar nuestras habilidades matemáticas.

Es posible que nuestras dificultades relacionadas con álgebra y trigonometría tuvieron su origen mucho tiempo atrás, cuando recién dábamos nuestros primeros pasos en la aritmética.

¿Qué tienen de malo los exámenes?

Jo Boaler, profesora de matemática de la Universidad de Stanford, sostiene que la actual enseñanza de esta rama tiene mucho de procedimientos y cálculos, pero muy poco de entendimiento.

Por ello, la investigadora tiene en la mira a dos de los grandes culpables de nuestros problemas actuales (y de nuestros tormentos pasados): los exámenes y las tareas.

Lea el artículo completo en:

BBC Mundo

5 de junio de 2018

Inteligencia artificial: "Saber eso" y "Saber cómo"

La semana pasada, la compañía Apple dio a conocer su nuevo modelo de teléfono llamado iPhone X. En la presentación del producto se anunció que, gracias al reconocimiento facial, el aparato empezará a funcionar apenas reconozca el rostro de su dueño. Para eso, dijeron los ingenieros, el chip electrónico del teléfono ha sido entrenado a reconocer mas de mil millones de rostros humanos usando un sistema electrónico llamado circuito neuronal artificial.

En los últimos años se ha venido usando ese tipo de circuitos neuronales en máquinas que ayuden en el diagnóstico en algunas especialidades de la medicina, especialmente en patología y radiología. La idea es que del mismo modo que ahora un teléfono celular es capaz de reconocer el rostro de una persona con una seguridad de uno en un millón, ¿será posible que una máquina pueda reconocer tan bien como un ser humano una neumonía en una placa de rayos X o un diagnóstico de cáncer de la próstata en una biopsia?.

El conocimiento humano

Tratando de entender como es que los radiólogos aprenden a interpretar sus radiografías, investigadores de la Universidad de Sao Paulo pusieron a 25 radiólogos en máquinas de MRI que estudiaban sus cerebros mientras se les enseñaban imágenes de rayos X, siluetas de animales o simplemente letras del alfabeto. Los resultados indicaron dos cosas, en primer lugar, que el reconocimiento de las imágenes era casi instantáneo (demora 1.33 segundos) y en segundo lugar, que a pesar de que el reconocimiento de todas las imágenes usa la misma zona cerebral (lóbulo parietal) el reconocimiento de diagnósticos médicos activa zonas cerebrales mas complejas. Eso indica que hay dos niveles de conocimiento, el de la imagen por si misma y el del significado de las imágenes.
Ese hallazgo refuerza la idea del filosofo británico Gilbert Ryle quien dijera en 1945 que el conocimiento existe en dos esferas, el del “saber eso” y el del “saber cómo”. Por ejemplo, el saber reconocer un carro es algo simple, pues implica saber que tiene cuatro ruedas, tiene una carrocería, tiene un parabrisas, tiene un timón, etc. Este nivel de conocimiento es el “saber eso”. Pero ya el saber diferenciar la marca del carro, el modelo o el año de fabricación exige ya un nivel mas sofisticado de conocimiento, el que según Ryle representa el “saber cómo”, en este caso, el saber como diferenciar los diferentes tipos y modelos de carro.

¿Pueden las máquinas aprender?

Desde hace varios años, se han venido desarrollando máquinas que han aprendido a reconocer imágenes, es decir el “saber eso” de Ryle. Así, se tienen máquinas que leen citologías vaginales (Papanicolaou), mamografías (sistema CAT por sus siglas en ingles), electrocardiogramas, etc. El problema con estos sistemas es que solo han llegado al primer nivel del conocimiento, es decir reconocer imágenes y patrones de un solo elemento (células, imágenes de rayos X) pero no han aprendido a diferenciar imágenes que sean diferentes de lo que se les ha enseñado. En otras palabras, solo diferencian carros de bicicletas y motocicletas, pero no han aprendido el “saber cómo” diferenciar las marcas o los modelos de los carros ni su año de fabricación.

Un interesante estudio del Dr. Sebastián Thrun de la Universidad de Stanford y publicado en la revista Nature en febrero de este año, revela que dependiendo del tipo de datos con que se alimenten a las máquinas, estas son capaces de aprender. En primer lugar, se le enseñó a la máquina a reconocer 130,000 imágenes de todo tipo de lesiones de la piel (incluyendo cáncer, acné, lunares, eczemas, etc.). En un segundo paso, los científicos alimentaron a la máquina con el nombre de las 2,000 enfermedades que esas imágenes representaban y las biopsias de 2,000 de esas lesiones. El resultado fue que la máquina no solo aprendió a reconocer las imágenes de las lesiones, sino que aprendió a relacionarlas con el nombre de las enfermedades y sus respectivas biopsias. En otras palabra, la máquina no solo aprendió el “saber eso”, sino que aprendió también el “saber cómo” de Ryle. En otras palabras, no solo aprendió a reconocer los carros, sino que aprendió a diferenciar las marcas y los modelos. A este tipo de conocimiento avanzado de las máquinas, se le ha bautizado como “conocimiento profundo”.
 
Validación del conocimiento profundo

Para probar el nivel de conocimiento adquirido de sus máquinas, Thrun la enfrentó primero a dos radiólogos entrenados en reconocer las mismas lesiones. Luego de mostrarle a ambos 14,000 imágenes, la máquina predijo con un 72% de certeza el diagnóstico de una imagen. Los radiólogos solo lo hicieron en el 66%.

En un segundo experimento, la máquina fue enfrentada con un grupo de 25 radiólogos para examinar 2,000 imágenes de cáncer de la piel de tipo melanoma y la máquina fue mucho mejor que los humanos, tanto en su sensibilidad, es decir casi no se le pasaban por alto las imágenes de verdaderos melanomas y en su especificidad, es decir, no llamaba melanoma a lo que no era.

Corolario

Si bien es cierto que al igual que los humanos, las máquinas (incluyendo la Watson de IBM o el DeepMind), pueden aprender el “saber eso” y en base a esa experiencia pueden desarrollar el “saber cómo” de Ryle, es importante entender que hasta ahora, las máquinas no pueden desarrollar el tercer tipo de conocimiento que postuló Ryle. Es el llamado “saber qué” o sea el saber para qué o porqué se hacen las cosas, es decir el razonamiento que permite relacionar el “saber eso” y el “saber cómo” con el medio ambiente y establecer el contexto de lo que realmente sucede en la vida.

Fuente:

El Comercio (Perú)

4 de marzo de 2018

Las leyes que sanaron a soldados en la guerra y pueden salvar la Tierra

El biólogo Sean B. Carroll narra en su libro 'Las leyes del Serengeti' la historia de los pioneros que descubrieron los códigos que regulan la salud humana y la de los ecosistemas naturales.
 
En mayo de 1917, el científico estadounidense Walter Cannon fue enviado a Europa para participar en la guerra más sangrienta de la historia. Allí pudo ver cómo muchos combatientes heridos morían al entrar en shock ante la impotencia de los médicos. Pero Cannon iba a cambiar la situación aplicando métodos de medición novedosos y un enfoque diferente. Entonces se empezaba a tomar la presión arterial de los soldados y la prueba mostró en los sanos presiones de entre 120 y 140 milímetros de mercurio, mientras los afectados por el shock no alcanzaban los 90. La bajada de presión dejaba sin combustible a órganos vitales que se volvían incapaces de eliminar los desechos. Tratando de comprender lo que sucedía, Cannon midió la concentración de iones de bicarbonato en la sangre de sus pacientes y observó que tenían unos niveles inferiores a los normales. Eso significaba que la sangre, que normalmente es ligeramente alcalina, se había vuelto ácida. Y cuanto más ácida era la sangre, menor era la presión arterial y más grave el shock. La solución del investigador fue sencilla: administrar bicarbonato. Así salvó la vida de miles de soldados,

La experiencia, relatada por el biólogo Sean B. Carroll en su libro Las leyes del Serengeti (Debate), convenció a Cannon del delicado equilibrio entre todos los elementos que componen la maquinaria humana y supo que conocer bien esos componentes ofrecería potentes herramientas para curar. Suya es la idea de la homeostasis, el concepto que se refiere a los procesos fisiológicos de regulación que mantienen el organismo dentro de unos márgenes apropiados. Ahora, buena parte de la población ha asimilado algunas de las cifras que delimitan estos márgenes, como los niveles de colesterol o las transaminasas, y muchos tratamientos para mantener esos niveles han salvado millones de vidas.

Cannon es solo uno de los protagonistas de la obra de Carroll, un libro en el que trata de explicar a través de las historias de los científicos que las descubrieron algunas de las reglas que gobiernan la vida, desde el nivel de los procesos fisiológicos hasta los grandes ecosistemas como el parque nacional del Serengueti, en Tanzania. El biólogo estadounidense alterna la narración de las hazañas de Charles Elton, uno de los padres de la ecología, con las de científicos como Joe Goldstein o Akira Endo, que diseñaron los tratamientos para controlar los niveles de colesterol y reducir los problemas cardiacos.

En todas estas historias, Carroll trata de mostrar la similitud entre el equilibrio que mantiene la salud de un cuerpo y la de un ecosistema, y la importancia de conocer a los protagonistas de cada sistema y el papel que desempeñan en su buen funcionamiento.

El artículo completo en:

El País (España)

22 de octubre de 2017

Argentina: Leer, pero en la red de redes

La encuesta realizada en todo el país por Adira señala que el ciento por ciento de los adolescentes lee. Prefieren el formato digital. Leen papel en libros de la escuela. Toman la primera página con la que se conectan.


Los adolescentes argentinos se informan, opinan y hacen su tarea a través de pantallas –en especial la del celular– y sólo dos de cada diez jóvenes compara la información que recogió de Internet. Al mismo tiempo, la escuela, uno de los principales encargados de impulsar la lectura en los chicos, fomenta casi exclusivamente el formato papel. Estos datos surgen de un estudio de la Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina (Adira) que profundiza el modo de leer de los adolescentes y establece que el 65 por ciento de ellos realiza lecturas superpuestas, con varias ventanas a la vez. En diálogo con Páginai12, Roxana Morduchowicz, coordinadora de la investigación, aseguró que “es muy importante comprender los consumos de los adolescentes. Hoy en día, consultarle a un chico qué sitios visitó en Internet es tan importante como preguntarle cómo le fue en una prueba de Matemáticas”.

“Las últimas generaciones no se interesan por nada”, “los únicos amigos que tienen son la pantalla del celular y de la computadora”, “los jóvenes no leen el diario”. Los comentarios forman parte del lugar común del sentido más común. El punto de partida de la encuesta fue, precisamente, verificar si ocurre o no ese prejuicio creado sobre los adolescentes. Con una muestra nacional –1.800 jóvenes, entre los 15 y 18 años, respondieron el cuestionario–, la investigación realizada por Adira constató que todos los jóvenes leen, se informan y opinan cotidianamente. Pero sus usos distan de ser similares a los de los adultos: el ciento por ciento de los jóvenes encuestados indicó que prefiere el formato digital antes que el papel, dos tercios de ellos sólo lee libros impresos cuando se impone desde la escuela y más de la mitad (55 por ciento) no ojea los periódicos en papel. “En décadas anteriores buscábamos superar la brecha entre los adultos lectores y los jóvenes que no se acercaban a los diarios. Ahora la fractura mutó entre el papel y la pantalla. Quizás no se pueda cambiar, pero por lo menos no queremos ignorarla”, sostuvo Fernando Cuello, secretario de Adira.

Ahora bien, que los jóvenes no lean en papel no implica que no tengan intereses ni tampoco que no se informen. Según los datos relevados, el cien por ciento de los adolescentes encuestados ingresa cotidianamente a Internet, ya sea por medio de redes sociales, foros, blogs o sitios webs. Además, el 95 por ciento de los encuestados indicó leer el diario en Internet (un treinta por ciento visita los portales todos los días). Pero lo digital no sólo es el soporte: en un ochenta por ciento, la elección de los libros por parte de los jóvenes se da por recomendación de las propias páginas webs, redes y foros (los populares fanzines). Atrás quedaron las sugerencias de los amigos, los estantes en las librerías y la recomendación de un profesor. Internet es quién guía, hoy en día, las elecciones culturales.

Fuente:

Página 12 (Argentina)

10 de julio de 2017

¿En qué consistió el 'juicio del mono'?

Hace 75 años un maestro fue juzgado por enseñar la teoría de la evolución de Darwin. Esto iba en contra de una ley que establecía que el hombre fue creado por Dios, como dice la Biblia. Fue en los Estados Unidos y despertó la atención del mundo.

El Juicio del Mono: con este nombre se conoce el más sonado caso legal en la Historia de la batalla ideológica entre creacionismo y evolucionismo a cuenta de El origen de las especies, de Charles Darwin. También llamado Juicio de Scopes, tuvo lugar en Tennessee (Estados Unidos) en mayo de 1925. En él, el profesor de escuela secundaria John T. Scopes fue acusado de haber enseñado la teoría de la evolución darwinista en sus clases, lo cual era ilegal entonces en aquel Estado sureño en virtud de una disposición educativa denominada Butler Act.

Esta norma prohibía expresamente en Tennessee "la enseñanza de cualquier teoría que niegue la historia de la Divina Creación del hombre tal como se encuentra explicada en la Biblia, y reemplazarla por la enseñanza de que el hombre desciende de un orden de animales inferiores". En realidad, Darwin sostiene la ascendencia común del ser humano y de los restantes primates, no que descendamos del mono, pero la creencia popular en la época, convenientemente manipulada por la Iglesia y los sectores más conservadores, era que el evolucionismo afirmaba lo segundo.

El proceso atrajo una enorme atención de la prensa –que fue la que lo bautizó enseguida como "juicio del mono"– y de la opinión pública estadounidense, máxime cuando aceptó defender al acusado el famoso abogado Clarence Darrow. Pese al brillante alegato final de éste, Scopes fue condenado por el Tribunal, si bien sólo a una multa simbólica y no a pena de prisión como pedía el fiscal. El juicio inspiró una célebre obra de teatro, La herencia del viento, que fue llevada al cine en 1960 con Spencer Tracy, Fredric March y Gene Kelly en el reparto.


El diario El Clarín (de Argentina) escribibió, la respectol asiguiente crónica:

John Thomas Scopes, de 24 años, enseñaba biología en el secundario de Dayton, un pueblito de Tennessee. A principios de julio de 1925, mientras daba clase, dos policías entraron al aula y se pusieron contra la pared del fondo. Scopes, perturbado, despidió a sus alumnos y los policías lo invitaron a ir hasta la droguería del pueblo.

Allí estaba el metodista George Rappalyea, entre otros líderes locales.

—Estuvimos discutiendo y yo dije que nadie podía enseñar biología sin enseñar la evolución —comenzó Rappalyea.

—Así es —asintió Scopes.

Rappalyea sacó un libro de los estantes de la droguería, que también funcionaba como almacén de ramos generales. Era el tomo Biología Cívica, de Hunter.

—¿Les estuvo enseñando este libro? Scopes volvió a asentir.

—Entonces cometió un delito —le dijeron. Scopes se quedó atónito cuando los policías lo llevaron hasta la prisión local.

A principios de 1925, los parlamentarios de Tennessee sancionaron una ley que prohibía la enseñanza de la evolución natural, teoría desarrollada por Charles Darwin en su libro El origen de las especies.

En otras palabras, era delito decir que el hombre (varón y mujer) evolucionó de especies inferiores y que el chimpancé era su pariente más cercano en la escala zoológica. Esto, se decía, podía llevar a "perversiones morales". La enseñanza oficial debía ser que el hombre fue creado por Dios, como dice la Biblia.

John Scopes no podía entender su situación. Estaba preso por enseñar ciencia, que era su trabajo. Tampoco entendía que, con su arresto, los líderes locales buscaran atraer la atención sobre Dayton y tentar a algún empresario a invertir en un pueblo que cada vez tenía menos habitantes.

La Asociación de Libertades Civiles Norteamericanas (ACLU) ofreció pagar los honorarios del defensor y eligió a H.G. Wells, el escritor de ciencia ficción autor de La máquina del tiempo y otros relatos fascinantes. Pero a Wells no le interesó.

En realidad, el defensor surgió después de que se conociera quién iba a ser el fiscal. Las autoridades del pueblo consiguieron que William Jennings Bryan, un fundamentalista religioso, tres veces candida to a la presidencia de los Estados Unidos, asumiera la acusación a pesar de que no ejercía el derecho desde hacía 30 años.

Cuando se supo de que actuaría Bryan, hubo un abogado que se propuso para la defensa. Era Clarence Darrow, de 70 años, el abogado más famoso del país.

William Jennings Bryan calificó al juicio de una "contienda entre la evolución y la cristiandad", y a Darrow, como "el mayor ateo" del país. Darrow se unió a la mesa de la defensa, según dijo, porque quería demostrar que Bryan era un intolerante.

El 10 de julio por la mañana, una joven de unos 20 años estaba parada en la puerta de la Corte con un bebé en su brazo derecho y un cartel en el izquierdo que decía: "Scopes, arderás en el infierno". Había más carteles, algunos con la figura de un mono y la cara de Darrow. Uno de ellos permaneció siempre en la puerta del tribunal: "Lea su Biblia todos los días".

Una señora vestida con una camisa de volados blancos, abotonada hasta el cuello, y una pollera larga y negra, cantaba una canción religiosa al frente de otras 50 mujeres. Hacía un calor insufrible y casi todos se apantallaban con diarios, cartón o abanicos. Había puestos de limonada y comida y un olor envolvente a cebollas fritas.

Vinieron periodistas hasta de Hong Kong. Fue la prensa la que bautizó el caso con el nombre que lo identificaría para siempre: "El juicio del mono".

Durante la mañana, unas 1.000 personas fueron entrando a la sala del tribunal para ver cómo enjuciaban a Scopes. Alrededor de 300 se quedaron de pie.

El juez John Raulston golpeó con su martillo para acallar los murmullos. El calor era tan insoportable adentro que se permitió a los hombres estar en camisa. Los procedimientos empezaron con una oración, bajo la firme protesta de Darrow.

La presentación de Bryan, de inflamada aunque aburrida oratoria, era rubricada a cada pausa por un sonoro "amén" del público. Darrow volvió a protestar y el juez debió pedir mesura.

El caso para la fiscalía era muy claro. Con el testimonio de los alumnos probó que Scopes enseñaba la teoría de Charles Darwin, y que esto constituía una violación a la ley de Tennessee. En este tramo, Darrow sólo le preguntó a un alumno si le parecía que su profesor enseñaba cosas perversas o malas. El chico dijo que no.

Los científicos que la defensa propuso como testigos dirían que la ley era injusta pues no se podía tomar a la Biblia, que es un texto religioso, como si fuese un libro de ciencias. Pero Darrow tuvo serios problemas cuando el juez rechazó esos testimonios por impertinentes.

Darrow decidió entonces dar batalla en el terreno de sus oponentes y llamó como testigo al mayor experto en la Biblia que se encontraba presente, es decir al propio fiscal. Bryan, confiado, aceptó.

—¿Todo en la Biblia debe ser interpretado literalmente? —empezó Darrow.

—Así es.

Darrow le mostró una piedra.

—¿Qué edad cree que tiene esta piedra? La ciencia dice que millones de años.

—Tiene menos de 6.000 porque el obispo de Usher fijó la fecha de la Creación: el 23 de octubre del 4004 a.C., a las 9.

—¿Hora del este o del oeste? —Darrow sonrió y al ver la perplejidad de Bryan siguió:

—Déjelo, déjelo... Pero sí dígame, ¿el primer día tuvo 24 horas?

—La Biblia dice que fue un día.

—¿Un día de 24 horas, de 30 horas, de un mes, de un año, de millones de años?

—No lo sé... Mi impresión es que fueron períodos.

—Bueno, si los llama períodos, ¿podría haber abarcado mucho tiempo?

—Tal vez... Podría haber continuado millones de años —Bryan bajó los ojos y sus seguidores quedaron con la boca abierta.

Darrow pidió un veredicto inmediato. El final fue transmitido por radio a todo el país. En 8 minutos, el jurado declaró a Scopes culpable, lo multó con 100 dólares y quedó libre. Era el martes 25 de julio de 1925, hace 75 años.

Darrow apeló, pues buscaba que un tribunal superior dijera que la ley antievolución era inconstitucional.

Cinco días después, el fiscal Bryan se recostó a dormir una siesta de domingo y murió. La diabetes lo había vencido.

El 14 de enero de 1927, la Corte del estado redujo la multa a un dólar y evitó pensar el asunto en profundidad. Dijo: "No es conveniente prolongar este caso tan extraño". La ley no se aplicó más.

Es válido especular que tanto a Scopes como a Darrow les habría encantado saber lo que reveló el 21 de julio de 2000 el científico Craig Venter, del proyecto Genoma humano. Dijo que la evolución ya es una certeza porque probaron que en el hombre hay vestigios de estructuras genéticas de especies anteriores.

Darrow murió en 1938, a los 83 años. Scopes enseñó ciencia toda su vida. Murió en 1970 y fue enterrado en Louisiana según el rito católico por voluntad de su esposa y de sus dos hijos.


Fuente:

Clarín

Muy Interesante
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