Hace 10 años los gurús de la Feria de Fráncfort, el mayor evento editorial del mundo, vaticinaron que este sería el año en que el ‘ebook’ vencería al soporte físico. Estaban muy equivocados.
Cuando la Feria de Fráncfort despertó en 2018, el libro de papel
seguía ahí. Y no como el recuerdo de un dinosaurio, sino en el centro
del sector. En 2008, una macroencuesta de la organización entre mil
editores de 30 países marcó 2018 como el momento en que el libro
electrónico superaría en volumen al negocio tradicional. Así tituló este
diario, recogiendo la conclusión del informe, a cinco columnas: El libro digital ganará al papel en 10 años.
Y no. El futuro ya está aquí y la profecía no se ha cumplido. Ni de
lejos. No solo lo que parecía un ascenso imparable se ha frenado sino
que, amén de ver hasta cierta recuperación del papel, habría dado signos de leve retroceso en sus tierras de promisión por excelencia, EE UU e Inglaterra.
Las movedizas cifras del ebook
muestran que en los últimos cinco años las ventas en EE UU han caído un
llamativo 10,8%, dejando su trozo del pastel en un 23%. Un estudio
sobre 450 editoriales ya fijaba en ese 10% el descenso solo en 2017
respecto al año anterior, si bien no contabilizaba las operaciones de
Amazon, que aseguraba que sus ventas sí seguían subiendo. En la Europa
continental, el ebook nunca supera el 10% del mercado. Alemania
(un 8%) y Holanda (6,6%) tiran de un asténico sector: en España, un
5,1% según la Federación de Gremios de Editores; en Italia, un 4%; en
Francia, un 3,1%. Solo Inglaterra alcanza los dos dígitos: un 15%.
Tampoco grandes mercados potenciales de otras latitudes, como Brasil
(7%), dan mayores alegrías.
En este contexto, el sector más afín al papel ha pasado al contraataque. “El ebook es un producto estúpido; es lo mismo que un libro impreso, pero electrónico, no es para nada creativo”,
se descolgó en febrero Arnaud Nourry, consejero delegado de Hachette,
sexto conglomerado editorial del mundo. “Ha funcionado porque es hasta
un 40% más barato que el de papel, pero tenía un techo”, sostiene. “El ebook
no ha mejorado la experiencia lectora, no ha aportado nada más allá de
la compra inmediata, que es más barato y que llevas muchos libros en un
mínimo espacio”, añade Carmen Ospina, directora de marketing y
desarrollo de negocio de Penguin Random House Grupo Editorial. Los
estudios parecen darle la razón: salvo en Alemania, las ventas más altas
de ebooks son en julio y diciembre, fechas de vacaciones.
El artículo completo en: El País (España)