“Tenemos una responsabilidad histórica. Estamos en un momento en que podemos decidir qué tipo de humanidad queremos”. Son palabras mayúsculas, tanto como el reto que se plantea Rafael Yuste. A este neurocientífico español, catedrático de la Universidad de Columbia (EE UU), le susurran en la conciencia los fantasmas de otros grandes científicos de la historia que abrieron la caja de Pandora. Él, que ha impulsado la iniciativa Brain, la mayor apuesta por descubrir los secretos del cerebro, no elude su responsabilidad: “Lo llevo como un deber”. Yuste sabe bien lo que su campo, la neurotecnología, ya es capaz de ver y hacer en nuestras mentes. Y teme que se nos vaya de las manos si no se regula. Por eso reclama a los Gobiernos de todo el mundo que creen y protejan unos derechos de nuevo cuño: los neuroderechos. Chile quiere ser el primer país que los recoja en su carta magna y ya se está negociando para que este espíritu se incluya en la estrategia del Gobierno español para la inteligencia artificial.
Esa es precisamente una de las tendencias más sorprendentes del estudio, lo rápido que un iPhone puede llegar a convertirse en una parte imprescindible de la vida de sus propietarios, así como el hecho de que la mayoría de ellos confiesa abiertamente que se sentiría perdido si de pronto tuviera que prescindir de él.
Pero veamos algunos datos interesantes. Cerca del 85% de los dueños de un iPhone utilizan el teléfono como reloj, y hasta un 89% lo usan como despertador. De hecho, el 75% de los jóvenes participantes en el estudio admiten que se meten con su iPhone en la cama al irse a dormir, y hasta un 69% aseguran que es mucho más probable que se olviden de la cartera al salir de casa que de su preciado teléfono.
Muchos de los estudiantes son perfectamente conscientes de su dependencia, y cuando se les pidió que la valoraran en una escala del uno al cinco, el 10% de ellos no dudó en elegir el valor máximo, el 34% se quedó en un cuatro y sólo un 6% afirmó no ser adicto en absuluto. Entre los que no se consideraron del todo "enganchados" al dispositivo, un 32% mostraron su preocupación ante la posibilidad de convertirse en adictos en algún momento.
«Una ventana abierta al mundo»
Tres de cada diez encuestados no dudaron en calificar su iPhone como "una ventana abierta al mundo". Casi el mismo porcentaje calificó el invento de "peligrosamente encantador" y un 41% admitió sin tapujos que perder su iPhone supondría "una tragedia".
Para Tanya Luhrmann, profresora de antropología de la Universidad de Stanford y máxima responsable de la investigación, "una de las cosas más llamativas que pudimos comprobar durante las entrevistas fue el grado de identificación de los encuestados con su iPhone. Y no era tanto por el objeto mismo, sino sino por la cantidad de información personal que contenía, tanta que se había convertido en una especie de extensión de su mente y de su vida social. De algún modo, era como si (el iPhone) hubiera capturado una parte de su identidad".
Los investigadores se encontraron también con la tendencia a "humanizar" sus teléfonos de un modo muy diferente al habitual con otros dispositivos electrónicos. Por ejemplo, el 3% de los estudiantes aseguró que no permitía a otras personas tocar su iPhone. Otro 3% le había puesto un nombre a su teléfono. Otro 9% lo había acariciado en alguna ocasión y hasta un 8% admitió haber pensado en alguna ocasión que "mi iPod está celoso de mi iPhone".
La encuesta también sugiere que la creación telefónica de Apple puede llegar a afectar a las relaciones personales de sus propietarios. Muchos de ellos, en efecto, relataron discusiones con amigos y parientes causadas por el excesivo tiempo que dedicaban a manipular sus dispositivos.
Un 7% de los estudiantes entrevistados afirmó tener un compañero de cuarto o una pareja que se siente abandonado a causa de la excesiva atención prestada a su iPhone. Según Luhrmann, para ilustrar esas situaciones algunos llegaron a utilizar la expresión "viudas del iPhone".
«iPhonedependencia»
A pesar de todo, y de que los expertos aún no se ponen de acuerdo sobre si las varias adicciones a la tecnología deben o no ser consideradas como un problema médico, la investigadora duda a la hora de calificar la del iPhone como una "adicción insana". "No creo que sea perjudicial -asegura la experta- y pienso que realmente les gustan sus iPhones".
Por el contrario, Luhrmann destaca algunos hechos positivos de esta "iPhonedependencia". Más del 70% de los estudiantes entrevistados aseguraron que su teléfono ha hecho de ellos personas más organizadas, y el 54% afirma que también más productivas. Aparte del hecho, claro, de que un 74% de ellos se siente más "cool" por el simple hecho de poseer el teléfono con la manzana mordida. ¿Quién, en su sano juicio, podría resistirse a tantos encantos?
Fuentes:
ABC.es
Muy Móvil