Hoy queridos lectores tengo ganas de divertime un poco y si ustedes se prestan, voy a retarles con una pregunta:
- ¿Sería posible que teniendo
un bebé en sus brazos perfectamente sano, de repente se transforme por
arte de “birlibirloque” en un pitufo de sangre achocolatada?
En este momento algunos pensarán: “pobrecita se le ha ido la olla”.
Como son buenos chicos y
chicas me siguen el juego y me dirán que esa posibilidad puede darse si
al bebé le pica un bicho, si sufre una infección, padece alguna
intolerancia alimentaria o si lo abducieron los extraterrestres.
Gracias por ser tan condescendientes pero sólo puedo decirles: Frío, frío.
No hubo picaduras de ningún
insecto ni de otro animal, no presenta infecciones ni intolerancias
alimentarias ni hay signos de invasión alienígena.
Les voy a dar más pistas. El
bebé acaba de comer hace 1 hora una papilla de verduras en buen estado,
procesada y manipulada higiénicamente a base de productos 100%
naturales. Lo único que come este retoño es leche y papillas de frutas y
verduras.
¿No les vale de mucho, verdad? ¡Oh cuánto lo siento! Es que a veces soy un poco tacaña con las pistas.
Voy a ponerlos en antecedentes. Si leyeron mi entrada La bestia de hierro
(si no la leyeron, se la recomiendo), se darían cuenta que nuestro
cuerpo se toma muchas precauciones para mantener el hierro a buen
recaudo. Pero a pesar de todas estas medidas protectoras y precauciones
que se toma nuestro organismo, algo puede salir mal.
Algunas sustancias que ingerimos con los alimentos pueden oxidar el hierro y pasarlo de hierro ferroso (Fe+2) a hierro férrico (Fe+3).
De esta forma el hierro queda inutilizado, es decir, no vale para
realizar la función que le teníamos encomendado: transportar el oxígeno y
el dióxido de carbono por todo nuestro torrente circulatorio.
Una de las sustancias que pueden oxidar al hierro son los nitratos.
Los nitratos son necesarios para el crecimiento y desarrollo de los
vegetales y forman parte de la composición de los abonos tanto
inorgánicos como orgánicos, es decir, el estiércol.
El problema de los nitratos es
que puedan contaminar los acuíferos, sobre todo tras temporadas de
lluvias torrenciales, pasando a poder ser ingeridos con el agua que
bebemos. Pero en nuestras ciudades es dificil ingerir nitratos con el
agua, ya que el agua de la traída y/o el agua embotellada no supera los
50 mg/litro de nitratos, límite que marca la OMS (Organización Mundial
de la Salud).
El problema está en beber agua
de fuentes o manantiales sin controlar. Por eso, hoy en día el agua no
es la fuente principal de nitratos.
Una de las principales fuentes de nitratos en nuestra dieta son los vegetales
sobre todo, si se da el caso de que llevan días envasados en bolsas de
plástico o cultivados en condiciones de baja intensidad lumínica como es
el caso de los cultivos de invierno o los de invernadero.
Las verduras que tienen más capacidad de acumular nitratos son las espinacas, acelgas y la lechuga.
Por tanto, volviendo a nuestro
caso, si preparamos un potito a base de espinacas y acelgas (con alto
contenido en nitratos) aprovechando su agua de cocción transformamos
nuestro tierno bebé de piel clara en un pitufo llorón con la piel azul.
¿Cuál es la explicación? Los nitratos se transforman a nitritos en nuestro cuerpo y estos son los verdaderos culpables del cuadro. Los nitritos oxidan el hierro ferroso a hierro férrico inutilizando de esta forma la hemoglobina que se transforma en metahemoglobina. Esta patología es más frecuente en los bebés por tres razones:
- El sistema de reparación de la hemoglobina, la NADH-citocromo b5 reductasa presenta concentraciones 50% inferiores a las de un adulto.
- La hemoglobina fetal o Hb F
de los bebés difiere de la adulta en 2 cadenas de hemoglobina, siendo
estas “cadenas γ” a diferencia de las “cadenas β” de los adultos, las
más sensibles a la oxidación.
Composición de la hemoglobina en un adulto y en un bebé:
Hb A (adulto) = 2 cadenas α + 2 cadenas β
Hb F (fetal) = 2 cadenas α + 2 cadenas γ
- El pH de su estómago
no es lo suficientemente ácido, facilitando el crecimiento de algunas
bacterias que transforman los nitratos en nitritos, que como ya debéis
saber a estas alturas son los agentes causantes de esta patología.
La metahemoglobinemia produce falta de oxigenación en
todos los órganos dando lugar a cianosis (sangre de color azul por falta
de oxígeno), disnea (el cuerpo intenta compensar la falta de oxígeno
aumentando la frecuencia respiratoria) y en algunos casos convulsiones
por hipoxia cerebral.
Al hacer una analítica de sangre, ésta presenta un color achocolatado que no se va con la exposición a la luz solar.
El cuadro revierte fácilmente con la administración por
via intravenosa de un colorante “el azul de metileno” que retorna el
hierro a su estado ferroso, estado óptimo para realizar su función.
También se puede utilizar el ácido ascórbico o vitamina C, pero su
efecto es un poco más lento.
Ya os dais cuenta que a veces la realidad supera la
ficción. Espero que aparte de aprender un poco os hayáis divertido,
porque como decía el rey Salomón: “La mejor medicina es un ánimo
gozoso”.
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