El Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) de Perú estudia las características y virtudes de cada una de las variedades para clasificarlas y desarrollar otras nuevas que puedan producirse a gran escala.
Desconocidas
fuera de los Andes, las papas de colores como el rojo, morado, negro,
naranja o amarillo no solo son idóneas para enfrentar el cambio
climático sino que pueden prevenir la desnutrición y el cáncer, según
las investigaciones de Perú, cuna mundial de este tubérculo, con más de 3,000 variedades.
Sobre los milenarios andenes donde los incas lograron domesticar las múltiples versiones de la papa, el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA) de Perú estudia
las características y virtudes de cada una de las variedades para
clasificarlas y desarrollar otras nuevas que puedan producirse a gran
escala.
Lo hacen en su estación de Zurite, situada en la región andina de Cusco,
a unos 3,400 metros de altitud, en la ladera de una montaña convertida
en terrazas agrícolas por las civilizaciones del Antiguo Perú, donde las miles de variedades de papas nativas crecen en todo su esplendor.
"Es
un lugar privilegiado para nosotros, que tiene más de 3,000 años de
desarrollo. Ha sido construido por las civilizaciones preincas. Nos han
dejado un legado bien grande, con una valla bien alta, pero creo que
podemos superarlo", advirtió el investigador del INIA Ladislao Palomino.
En ese escenario donde se dan la mano la historia y la ciencia, el INIA, adscrito al Ministerio de Agricultura y Riego (Minagri)
de Perú, ha obtenido 26 variedades nuevas para ser comercializadas,
donde han logrado conservar las bondades de las papas nativas con una
mayor resistencia al clima y un tamaño y forma atractivos para el
mercado.
"No
lo consideramos como el desarrollo de un simple alimento que llene el
estómago, sino que también nos proteja de cualquier enfermedad
degenerativa, como los cánceres, por los antioxidantes que tiene", dijo
Palomino.
Ya
sean moradas y ovaladas, rojas y redondas o negras protuberantes, las
papas nativas que se cultivan en los Andes peruanos tienen "un aporte
alto en calorías y proteínas", según Palomino, quien ve en estos
tubérculos la solución al problema de desnutrición y anemia que persiste
en Perú.
Esas
papas son además las que mejor resistirán el cambio climático por su
contenido de fenol, que les da esos colores característicos.
"Ese
es el contenido más importante. Evita que la papa deje de producir con
los cambios bruscos de temperatura o de ambiente", agregó Palomino.
Asimismo,
destacó que las papas nativas también pueden ser utilizadas por la
industria cosmética para elaborar productos contra el envejecimiento y
en el sector textil para elaborar pigmentos.
El
INIA explora así todas las posibilidades comerciales de la papa para
ofrecer a los agricultores nuevas alternativas a su milenario producto,
que en su mayoría queda para el consumo propio al no encontrar salida en
los mercados.
"No
les compran por falta de conocimiento. Al ver la papa de color negro,
mucho creen que está enferma, pero están muy equivocados", comentó
Palomino, quien reconoció que "hay muchas variedades comerciales de papa
nativa, pero hay que hacer promoción y educar al consumidor".
Por
su parte, el jefe del INIA, Miguel Ángel Barandiarán, recordó que uno
de los primeros éxitos comerciales de las papas nativas han sido las
papas fritas de colores, y también algunas exportaciones de estos
tubérculos semicocidos.
Actualmente
en la estación experimental del INIA hay cultivadas 1,251 variedades de
papas nativas de las regiones peruanas de Áncash, Cusco, Puno y
Apurímac para ser estudiadas e incluidas en el Registro Nacional de la
Papa Nativa.
Ese
registro tiene solamente aún 729 papas, muestra de todo el trabajo que
le queda por recorrer a Perú para descubrir las virtudes de las miles de
papas endémicas que faltan por analizar.
Fuente:
Gestión (Perú)