El primer semáforo data de 1868. Ese año, el ingeniero John Peake
Knight, especialista en señalización ferroviaria, culminó la invención
de un artilugio que se colocó en un cruce londinense, frente al
Parlamento británico.
Su semáforo funcionaba mediante luces de gas,
rojas y verdes, que se iluminaban solo de noche. Combinaba este sistema
con el de zumbidos; un zumbido significaba que podían avanzar unos
coches, y dos, que podían hacerlo los de la otra avenida. Duró poco,
porque una noche explotó y mató a un policía.
Pero la idea no cayó en el
olvido. Medio siglo después llegó a Estados Unidos, se silenció el
sonido y se incorporó la luz ámbar. Casi un siglo más tarde del
accidente, en 1953, los primeros semáforos eléctricos comenzaron a
poblar los cruces.
Fuente:
QUO