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6 de noviembre de 2014

El consumo de leche contribuye a una muerte prematura y a las fracturas

¿Sabías que somos la única especie animal que bebe leche a lo largo de toda su existencia? Pues sí, todos los mamíferos maman leche de sus madres durante su corta infancia, pero nosotros, los seres humanos, bebemos leche durante toda nuestra vida, y esto es así desde que nos volvimos sedentarios y descubrios la ganadería, pero siempre existiò un debate sobre la pertinencia de beber leche.

Un reciente estudio saliò a desmitificar las bondades de la leche, y casi al mismo tiempo (lo cual deja bien en claro los rápidos reflejos de la gran industria láctea global y de sus tentáculos con la prensa) salió un artículo en la BBC donde se hablaba de los beneficios de la leche (lea el artículo de la BBC aquí)

Los dejo con el rtículo de RT Actualidad que está dando la vuelta al mundo para que lo comparen con e informe de la BBC.





Durante 11 años investigadores suecos monitorearon los hábitos alimenticios de más de 45.000 hombres y durante 20 años de unas 60.000 mujeres y descubrieron que el consumo de tres vasos diarios de leche no protege los huesos contra las fracturas e incluso hace aumentar el riesgo de muerte prematura, revela un nuevo estudio publicado en la revista 'British Medical Journal.


Se señala que los efectos más pronunciados se registraron en las mujeres: el consumo excesivo de leche multiplicaba casi por dos las probabilidades de morir a causa de enfermedades del corazón y hacía aumentar el riesgo de sufrir fracturas de cadera. Los autores del estudio suponen que la galactosa, un azúcar simple que es uno de los componentes básicos de la leche, provoca una respuesta inflamatoria que hace que los huesos sean más frágiles.

Durante la investigación los científicos intentaron tener en cuenta cualquier otro factor que pudiera afectar negativamente la salud de los voluntarios, como el tabaquismo, el índice de masa corporal, la dieta y el ejercicio, el uso de suplementos dietéticos, etc. Sin embargo, algunos expertos creen que en el resultado del estudio podrían haber influido algunos factores que los autores ignoraron.

Por ejemplo, cuando comenzó el estudio la edad de las mujeres participantes era de 39 a 74 años, y la de los hombres de 45 a 79, por lo que no es nada sorprendente que un número significativo de voluntarios muriera en el transcurso de las dos décadas que duró el estudio, escribe el diario 'The Telegraph'.

Además, la profesora Susan Lanham-New, directora del Departamento de Ciencias de la Nutrición en la Universidad de Surrey (Reino Unido), señaló que en Suecia la leche se enriquece con vitamina A, por los que el resultado no puede extrapolarse a otras partes del mundo. 

Fuente:

RT Actualidad

7 de septiembre de 2014

Sí o sí: Estos alimentos te pondrán de buen humor

Uno de estos alimentos son los cereales con leche....



La vitamina B1 o tiamina, conocida como la vitamina del ánimo, está presente en los cereales integrales y los lácteos. Es necesaria para que el cerebro produzca un neurotransmisor cerebral llamado serotoina y relacionado con el estado de ánimo. De ahí que un tazón de leche con cereales y frutos secos nos ponga de muy buen humor.

Lea el artículo completo en:

Muy Interesante

12 de agosto de 2014

Crean un helado que cambia de color al lamerlo

El físico español, ingeniero, profesor y amante de los helados, Manuel Linares, ha conseguido una creación que hará las delicias de niños y mayores apasionados también por la crema helada: un helado que cambia de color cuando se lame.

Linares, junto a un par de investigadores, trabajaron en un laboratorio para conseguir que, gracias a los cambios de temperatura y a los ácidos residentes en la boca humana, el helado cambie de color según se va comiendo. El protagonista de este experimento, con un sabor similar al tutti frutti, ha sido bautizado como “Xamaleón” y puede degustarse en la heladería “IceXperience” que ha abierto este físico metido a heladero artesano en Blanes (Girona).

Según el experto, que ha financiado el experimento con sus propios fondos, la fórmula -no desvelada- consigue que el helado, hecho completamente con productos naturales, cambie de azul claro al rosa y del rosa al morado, simplemente pasando la lengua por encima del mismo.


Fuente:

Muy Interesante

25 de junio de 2014

¿Desde cuándo bebemos leche?

Las comunidades centroeuropeas dedicadas a la ganadería lechera fueron las responsables de la evolución de la capacidad de digestión de la lactosa hace 7.500 años, que permitió a los seres humanos beber leche fresca, según mostraba una reciente investigación genética realizada por científicos alemanes y británicos. Antes se creía que solo los europeos nórdicos podían beber leche sin sufrir efectos adversos porque necesitaban vitamina D en su dieta por la falta de exposición a la luz solar. «La mayoría de los adultos del mundo no producen la enzima lactasa y por eso no pueden digerir la lactosa», explicó el profesor Mark Thomas del Departamento de Genética, Evolución y Medio Ambiente del University College de Londres. «Sin embargo, la mayoría de los europeos continúan produciendo lactasa durante toda su vida, una característica que se denomina 'persistencia de la lactasa'.»

Los investigadores descubrieron que dicha persistencia está relacionada con una alteración genética única que fue de enorme ayuda para la supervivencia de nuestros antepasados. Y que los adultos no empezaron a consumir leche fresca hasta que aprendieron a domesticar a los animales. Según los investigadores, lo más probable es que la persistencia de la lactasa evolucionara a la par que la práctica cultural de explotar el ganado lechero. Concretamente, los autores sospechan que esto sucedió en la región geográfica donde se originó la cultura Linearbandkeramik, que actualmente ocupa la zona noroeste de Hungría y el suroeste de Eslovaquia.

Se cree que la leche puede compensar la insuficiencia de rayos del sol y la síntesis de vitamina D en la piel en las latitudes más septentrionales. La vitamina D es necesaria para la absorción de calcio, y la leche supone una fuente alimenticia importante de ambos nutrientes, según los expertos. La leche constituye también una fuente beneficiosa de proteínas y es rica en calorías.


Fuente:

Muy Interesante

20 de agosto de 2013

Mantequilla vs. margarina: ¿Cuál es más saludable?

El artículo completo en Gominolas de Petróleo
  • Si consideramos los aspectos relacionados con la salud, a la hora de decidirse entre margarina y mantequilla, es preferible la margarina, y más concretamente, margarina blanda baja en grasa y sin grasas trans. Esto es debido a que tiene menor contenido en grasa, menor proporción de grasas saturadas, mayor proporción de grasas insaturadas, menor contenido en grasas trans (si es que fue elaborada de forma adecuada) y no contiene colesterol. Así lo corroboran diferentes organismos, como la Fundación del Corazón de Estados Unidos, la Clínica Mayo, o la Universidad de Harvard, por poner sólo algunos ejemplos. Aunque no olvides que existen otras opciones más saludables, como el aceite de oliva.


Pirámide nutricional elaborada por la Universidad de Harvard en la que, como puedes ver, se recomienda una mayor frecuencia de consumo de margarina sin grasas trans (trans-free margarine) que de mantequilla (butter). (Fuente).


  • A la hora de comprar, recuerda observar concienzudamente el etiquetado para realizar una buena elección y no olvides que lo importante es el conjunto de los alimentos que componen tu dieta.
  • Finalmente, cabe destacar que quedan aún importantes aspectos que mejorar en el etiquetado de la margarina, como especificar qué grasas y aceites vegetales se utilizan en su elaboración y mostrar el contenido en grasas trans (recuerda que las grasas hidrogenadas no son necesariamente grasas trans).

13 de diciembre de 2012

El queso más antiguo

Recipiente en el que se fabricaba el queso. | M. Salque

Recipiente en el que se fabricaba el queso. | M. Salque

Los seres humanos ya eran amantes del queso hace 7.500 años. Así lo ha demostrado un equipo científico liderado por la Universidad de Bristol (Reino Unido) que ha hallado evidencias inequívocas de la fabricación del primer queso en un yacimiento arqueológico de Polonia.

Los investigadores llegaron a estos resultados tras analizar los ácidos grasos incrustados en una especie de 'filtros' fabricados en cuencos de cerámica. La Unidad de Geoquímica Orgánica de la Universidad de Bristol junto a investigadores de la Universidad de Princeton (EEUU) detectó productos lácteos en estos agujeros, muy parecidos a los modernos coladores de queso. Una evidencia clara, según los científicos, de que era usado para fabricar quesos.

"La presencia de residuos de leche en filtros constituye la primera evidencia directa de fabricación de queso. Hasta ahora, las evidencias eran solamente iconográficas, a través de murales que mostraban el procesamiento de la leche", explica Melanie Salque, una de las autoras del paper, publicado en 'Science'.

Hasta el momento, se habían descubierto restos de leche en recipientes en Libia, hace también 7.000 años, y aún más antiguos en Anatolia (8.000 años). Sin embargo, fue imposible detectar que esta leche fuera procesada para hacer queso.

Sofisticadas tecnologías de procesamiento de alimentos

Este descubrimiento muestra una profunda sofisticación a la hora de procesar alimentos. "Es realmente notable la profundidad de conocimientos en la dieta humana antigua y las tecnologías de procesamiento de alimentos que estas cerámicas nos han mostrado", explica el profesor Richard Evershed, el líder del equipo de Bristol.

Además, los análisis de otras muestras evidencian una especialización a la hora de fabricar los diferentes productos. En otros recipientes de cerámica, utilizados como botellas u ollas no se detectaron restos de leche procesada. Sí se toparon con restos de grasas de rumiante en las ollas, que revelaban su uso como recipiente para cocinar carne o cera de abeja en las botellas que sugerían un sellado para almacenar agua. Las cerámicas, por tanto, se moldeaban de distintas maneras según el uso que le quisieran dar.

El procesamiento de la leche y en particular, la producción de queso, supuso un acontecimiento crítico en las primeras sociedades agrícolas ya que les permitió preservar la leche de un modo no perecedero y de fácil transporte, así como hizo de la leche un producto más digerible para los primeros agricultores.

Peter Bogucki, coautor del estudio, va más allá en el análisis de estos resultados: "Muestran la evidencia del consumo de productos lácteos bajos en lactosa. La fabricación de queso permitía reducir la lactosa contenida en la leche. Fue una manera eficiente de explotar los beneficios nutricionales de la leche para aquellos que no toleraban la lactosa".

Fuente:

El Mundo Ciencia 

27 de marzo de 2012

¿Desde cuándo bebemos leche?


Las comunidades centroeuropeas dedicadas a la ganadería lechera fueron las responsables de la evolución de la capacidad de digestión de la lactosa hace 7.500 años, que permitió a los seres humanos beber leche fresca, según mostraba una reciente investigación genética realizada por científicos alemanes y británicos. Antes se creía que solo los europeos nórdicos podían beber leche sin sufrir efectos adversos porque necesitaban vitamina D en su dieta por la falta de la luz solar. «La mayoría de los adultos del mundo no producen la enzima lactasa y por eso no pueden digerir la lactosa», explicó el profesor Mark Thomas del Departamento de Genética, Evolución y Medio Ambiente del University College de Londres. «Sin embargo, la mayoría de los europeos continúan produciendo lactasa durante toda su vida, una característica que se denomina 'persistencia de la lactasa'.»

Los investigadores descubrieron que dicha persistencia está relacionada con una alteración genética única que fue de enorme ayuda para la supervivencia de nuestros antepasados. Y que los adultos no empezaron a consumir leche fresca hasta que aprendieron a domesticar a los animales. Según los investigadores, lo más probable es que la persistencia de la lactasa evolucionara a la par que la práctica cultural de explotar el ganado lechero. Concretamente, los autores sospechan que esto sucedió en la región geográfica donde se originó la cultura Linearbandkeramik, que actualmente ocupa la zona noroeste de Hungría y el suroeste de Eslovaquia.

Se cree que la leche puede compensar la insuficiencia de rayos del sol y la síntesis de vitamina D en la piel en las latitudes más septentrionales. La vitamina D es necesaria para la absorción de calcio, y la leche supone una fuente alimenticia importante de ambos nutrientes, según los expertos. La leche constituye también una fuente beneficiosa de proteínas y es rica en calorías.

Fuente:
Muy Interesante
Y además…

27 de abril de 2011

Otra prueba más de la selección natural: La intolerancia a la lactosa

Yo tomaba leche todos los días, era un niño obediente y obedecía en todo a mi mamá, y la leche no me generaba ninguna situación adversa. Pero a partir de los 11 años sucedió algo extraño en mi cuerpo, tomaba la leche y a los pocos minutos me dolía el abdomen, mi mamá pensaba que era una maña para no beber la leche y me gritaba para que continuará, seguía bebiendo y me daba diarrea. Luego de dos años supe que había adquirido intolerancia a la lactosa. Y también descubrí que, a veces, las mamás también se pueden equivocar...

Ahora, ya todo un venerable cuarentón, no tomo leche y vivo feliz. Pero existen alimentos que alimentan tan igual, o mejor que un vaso de leche (y sin sus efectos adversos): una taza de quinua sancochada, 100 gramos de chocho (o tarwi), 100 gramos de kiwicha o una buena porción de algas marinas.

Conozca más en este artículo:


Sensación de hinchazón, gases, náuseas, diarrea… estos son los síntomas de la intolerancia a la lactosa. Sin embargo, el término síntoma puede crear un malentendido ya que la intolerancia a la lactosa no es una enfermedad y por supuesto no es una “alergia a la leche” (el sistema inmune no está para nada implicado en el proceso). De hecho, aunque pueda resultar sorprendente para la población en general, la intolerancia a la lactosa es la regla en la mayor parte de regiones del mundo (y si tomamos a la población total también), no la excepción.

¿Y porqué es esto? Pues porque la naturaleza es sabia, como se suele decir. Todos los mamíferos (entre los que nos incluimos los humanos) nacen con la lactasa: un enzima (proteína) producido por las células del intestino delgado. Este enzima se encarga de digerir la lactosa, que es el azúcar de la leche, presente en todos los productos lácteos en mayor o menor medida. La norma, o más bien lo que dictan los genes, es que una vez acabado el periodo de lactancia (aproximadamente entre los 2 y 4 años en humanos), la lactasa deja de expresarse, por lo tanto, ya no podremos digerir más lactosa. Cuando esto ocurre, si se ingiere algún producto lácteo, la lactosa no es asimilada, y entonces es fermentada por las bacterias de nuestro intestino, lo que resulta en la producción de gases, diarrea, hinchazón, náuseas,… Estas consecuencias no son más que “señales” con las que la naturaleza está diciendo: “La cría ya es suficientemente mayor, hay que dejar de amamantarla…”. Como veis, todo tiene un sentido.

Por lo tanto, la intolerancia a la lactosa (IL) es resultado de la no producción del enzima lactasa por nuestro intestino. Afecta al 75% de la población mundial, aunque su prevalencia no está uniformemente repartida, ya que varía mucho de pendiendo de la región y la etnia. Esta variación no es al azar, sino el resultado del proceso evolutivo de las diferentes poblaciones humanas, sobre todo influidas por el clima de la región en la que se asentaron.
Mapa de la frecuencia mundial de intolerancia a la lacotsa

Hace miles de años, algunas poblaciones humanas comenzaron a domesticar animales, y descubrieron que la leche era una gran fuente de alimento. A muchos le sentaba mal, pero algunos eran capaces de digerirla, porque poseían una mutación genética localizada en el gen de la lactasa, concretamente el SNP C/T13910 [1], que hacía que el gen de la lactasa no se desactivase y continuase expresándose más allá de la niñez [2].

En las poblaciones del norte de Europa entre el 80-95% de la población tiene esta mutación. ¿Por qué? Pues para entender esto tenemos que situarnos mucho tiempo atrás y verlo todo desde un punto de vista evolutivo. Nuestros antepasados llegaron a esas tierras frías y no pudieron cultivar la tierra debido al clima. La única alternativa sería sobrevivir de lo que les daban sus animales (carne, leche y huevos (pero sobre todo leche y huevos, ya que eso no implica “romper la máquina” (matar al animal))). Este panorama pintaba muy mal para los intolerantes a la lactosa (que serían los “normales”), que estaban condenados a morir. Pero sin embargo, los que poseían la mutación pudieron nutrirse de leche durante toda su vida, y por lo tanto obtener alimento aunque no hubiera cosechas y sobrevivir y reproducirse en esa tierra hostil. Los hijos de estos supervivientes tendrían también la mutación, y también podrían sobrevivir, y generación tras generación se fue repitiendo el proceso. Así, no es difícil imaginar que pasados cientos o miles de años la población entera de esas regiones estaría formada únicamente por individuos con la mutación, y por tanto tolerantes a la lactosa. Empezaron siendo unos pocos, pero generación tras generación eran ellos los que sobrevivían mientras que los IL fueron pereciendo a lo largo del camino evolutivo (en esas regiones).

Sin embargo en otras poblaciones, como en poblaciones del sur y este de Europa, con climas menos agresivos, no se produjo esa selección de la mutación tolerante, pues los IL podían sobrevivir sin problemas. Como resultado tenemos que en estas poblaciones la frecuencia de la mutación tolerante se sitúa entre el 40 y el 60% del total. Los casos más extremos se dan en las poblaciones asiáticas o africanas, donde la frecuencia de la mutación es muy baja, en concreto del 1% en la población total; esto es debido a que históricamente en estas regiones el pastoreo de ganado productor de leche era casi desconocido, por lo tanto, nunca se produjo selección ninguna hacia la mutación tolerante; su frecuencia es la normal esperada por azar.

Así que si sois IL, pensad que vuestros genes son los originales (“genotipo salvaje” que se diría en genética) y que no es ninguna enfermedad (el 75% de la población mundial es IL), sino un mecanismo natural que indica que se debe parar la lactancia. Y si al contrario sois capaces de digerir sin problema los productos lácteos, tampoco pasa nada, no sois ni “mutantes” ni “más evolucionados”, sino que vuestra capacidad es tan solo un producto de la selección natural; una prueba más de que somos especies biológicas en constante cambio y evolución (por si alguien lo dudaba…), y de que ésta sigue actuando en nuestros días.

Referencias
[1]
Scrimshaw NS, & Murray EB (1988). The acceptability of milk and milk products in populations with a high prevalence of lactose intolerance. The American journal of clinical nutrition, 48 (4 Suppl), 1079-159 PMID: 3140651

[2]. Swallow, D. (2003). G L P L I Annual Review of Genetics, 37 (1), 197-219 DOI: 10.1146/annurev.genet.37.110801.143820

Fuente:

La bitácora del Beagle
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