Aunque el color rosa es uno de los menos polémicos y hasta cierto punto preferidos por muchísimas personas, comúnmente asociado a la ternura, a veces a la femineidad y conceptos afines, desde una perspectiva científica y natural hay ciertos problemas para comprobar su existencia.
Tomando en cuenta que todos los colores
son solo ondas de luz con frecuencias específicas, es curioso que no
existe como tal una que corresponda al rosa o, dicho de otra manera, en
la que se combinen el color rojo y el violeta, por lo cual el rosa es
una invención, el nombre dado a algo que estrictamente no puede existir
naturalmente, solo un esfuerzo de nuestro cerebro por mezclar las
longitudes de onda del rojo y el violeta.
Esta versión, sin embargo, ha sido debatida por Michael Moyer, colaborador de Scientific American,
quien asegura que el color no es una propiedad de la luz ni de los
objetos que la reflejan, sino una impresión nacida en el cerebro, por lo
cual el rosa es un color tan real (o irreal) como cualquier otro.
Sea como fuere, quizá algunos hagan suya una de las dos propuestas, tanto los rosafóbicos como los rosafílicos.