De
la misma manera que nosotros respiramos oxigeno, hay bacterias que
respiran hierro!. Nuestras células usan la materia orgánica, el azúcar
por ejemplo, para metabolizarlo hasta CO2, que expulsamos en la respiración. En ese proceso, el oxigeno que respiramos lo transformamos en vapor de agua, H20.
Geobacter,
una bacteria que normalmente se encuentra en el suelo, es capaz de
respirar hierro. Para ello, degradan la materia orgánica hasta CO2, pero en vez de emplear el O2 para formar H2O, emplean óxidos de hierro insolubles (Fe3+) que transforman en magnetita (Fe3O4). De esta manera transfieren electrones sobre los óxidos de hierro. El proceso se denomina respiración microbiana anaerobia.
Ahora, un equipo de físicos y microbiólogos de la Universidad de Massachusetts (EE.UU.) ha descubierto que Geobacter
es capaz de transferir electrones fuera de la célula y transportarlos
varios centímetros (lo que supone miles de veces el tamaño de la propia
bacteria!). Esto lo consiguen a través de unos filamentos proteicos que
ella misma produce, que los denominan “nanocables” microbianos. Estos “nanocables” forman una red que recorren las biopelículas o biofilms que forma la bacteria y tienen una conductividad comparable a la de los polímeros sintéticos
que se utilizan comúnmente en la industria electrónica. Además, la
conductividad del biofilm puede ser afinada mediante la regulación de
los genes de la bacteria. Es la primera vez que se observa la conducción
de carga eléctrica de tipo metálico a lo largo de un filamento de
proteínas.
Esta propiedad puede emplearse para transferir electrones a un ánodo, como en una pila. Así, Geobacter
es una bacteria capaz de convertir la energía química (la que está
“encerrada” en los enlaces químicos de los compuestos orgánicos) en
energía eléctrica.
Geobacter
posee otras propiedades muy interesantes desde el punto de vista
práctico y medioambiental. Por ejemplo, es capaz de alimentarse de
sedimentos y residuos, de degradar los contaminantes derivados del
petróleo o deshechos radioactivos y transformarlos en CO2 (bioremediación), o incluso en metano que puede emplearse como fuente de energía “limpia” (biofuel).
Este hallazgo, publicado en Nature Nanotechnology,
abre la posibilidad de emplear esta bacteria para generar electricidad a
partir de residuos y desperdicios orgánicos. Podría revolucionar la
nanotecnología y la biotecnología, ya que podría conducir en un futuro a
la creación de nanomateriales más baratos y no tóxicos para los
biosensores y la electrónica que interactúan con los sistemas biológicos.
Microbioun