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21 de junio de 2022

"Perdiendo la Tierra" o el Apocalipsis Climático

En el año 1967, un satélite soviético -la sonda espacial Venera 4- envió la primera señal a la Tierra. Las altas temperaturas del planeta Venus eran causadas por el dióxido de carbono con el que estaba compuesta su atmósfera. Por eso, la vida en Venus es imposible. Si alguna vez la hubo, se perdió a medida que la luz del sol fue aumentando y las aguas se evaporaron. Con el ejemplo de Venus empezaron las predicciones poco favorables para el planeta Tierra. Desde ese momento ya estaba comprobado: de seguir con el uso indiscriminado de combustibles fósiles, acabaríamos sin origen ni destino, como los protagonistas de una novela distópica.

La voz de alarma llegaría tras la primera Conferencia Mundial sobre el Clima, celebrada en Ginebra en 1979. Entonces se supo que cuando duplicásemos la cantidad de dióxido de carbono, el mundo aumentaría tres grados centígrados su temperatura. Pero no sirvió de mucho la advertencia. Es más, cada vez que surgía alguna voz crítica ante la creatividad destructiva de nuestra especie, la persona portadora de la denuncia quedaba marcada como aguafiestas o fatalista. Porque si se cuantificaba el grado de incertidumbre de tales afirmaciones, se llegaba a la conclusión de que existía una previsibilidad imperfecta de los hechos.

Poco después de la citada conferencia, en 1981, cuando Ronald Reagan fue elegido presidente de los Estados Unidos, la producción de carbón en el suelo norteamericano se incrementaría. Cuando desde el Consejo de Calidad Ambiental se realizó un informe para alertar al presidente de que los combustibles fósiles podrían alterar la atmósfera de la Tierra hasta convertirla en el erial de un mal sueño, el presidente Reagan consideró la posibilidad de eliminar el Consejo de Calidad Ambiental.

De esta manera, como si la realidad hiciese trampas, Reagan siguió jugando con políticas  destructivas, no sólo medioambientales sino también económicas. Pero lo que más irrita ahora es saber que el desastre se pudo haber evitado, que hubo un momento de nuestra historia en el que estuvimos a tiempo para librar a nuestros herederos del apocalipsis climático. Sí.

Estas cosas las recoge el escritor estadounidense Nathaniel Rich en su ensayo Perdiendo la Tierra, recientemente publicado por Capitán Swing. Aunque se trata de un libro de historia y denuncia ecológica, hay veces que Nathaniel Rich parece operar desde la ficción, desde una de esas novelas apocalípticas que ya forman parte de un género bautizado como Ficción Climática (Cli-Fi) y donde siempre aparece el cadáver de un mundo en el que los perros ladran en señal de duelo.


 

2 de febrero de 2020

Cómo funcionaba "Nautilus", la nave que Verne ideó hace 150 años

Tiene más de 150 años, pero el "Nautilus" de Julio Verne muy probablemente sigue siendo el submarino más famoso del mundo.


El sumergible apareció por primera vez en "Veinte mil leguas de viaje submarino", la novela que Verne empezó a publicar por entregas en marzo de 1869.

Pero tomó su nombre del que muchos consideran el primer submarino de hélice del mundo, el Nautilus diseñado en 1800 por el ingeniero estadounidense Robert Fulton por encargo de Napoleón Bonaparte. 

"En la época en la que Verne escribió su novela, la palabra Nautilus prácticamente se utilizaba como sinónimo de submarino", destaca Marie-Hélène Huet, una profesora del MIT experta en Verne.

Descrito por el propio Verne como "una maravilla, llena de maravillas", el Nautilus también era una máquina muy adelantada a su tiempo.


¿Cómo se supone que funcionaba?

En "Veinte mil leguas…", y por boca del capitán Nemo, el propio Verne ofrece abundantes detalles sobre la nave y sobre la tecnología que la propulsa.

"Como ve, es un cilindro muy alargado, de extremos cónicos. Tiene, pues, la forma de un cigarro, la misma que ha sido ya adoptada en Londres en varias construcciones del mismo género", le explica al profesor Pierre Aronnax, el narrador de la novela.
"La longitud de este cilindro, de extremo a extremo, es de 70 metros, y su bao, en su mayor anchura, es de ocho metros", agrega, para luego explicar que "el Nautilus se compone de dos cascos, uno interno y otro externo".

Pero en la época del motor de vapor es sobre todo el mecanismo de propulsión de esta nave de 1.500 toneladas lo que intriga a Aronnax.

Una intriga que solo crece cuando Nemo le dice que la electricidad es lo que impulsa el submarino.

"Capitán, la extremada rapidez de movimientos que usted posee no concuerda con el poder de la electricidad. Hasta ahora la potencia dinámica de la electricidad se ha mostrado muy restringida y no ha podido producir más que muy pequeñas fuerzas", argumenta Aronnax.

"Señor profesor, mi electricidad no es la de todo el mundo, y eso es todo cuanto puedo decirle", responde Nemo.

Baterías de sodio-mercurio

Más adelante, sin embargo, el misterioso marino devela el misterio, explicando que todo lo que necesita para producir electricidad, el Nautilus lo obtiene del mar.

"De esa notable cantidad de cloruro sódico contenida por el agua marina extraigo yo el sodio necesario para componer mis elementos", dice luego de destacar la elevada presencia de ese elemento en el hábitat natural del submarino.

Y ese sodio, "mezclado con el mercurio, forma una amalgama que sustituye al zinc en los elementos Bunsen", agrega, revelando así que su fuente de electricidad son baterías de sodio-mercurio.

"El mercurio no se gasta nunca. Sólo se consume el sodio, y el mar me lo suministra abundantemente", explica su razonamiento Nemo.

"Debo decirle, además, que las pilas de sodio deben ser consideradas como las más enérgicas y que su fuerza electromotriz es doble que la de las pilas de zinc", continúa.


Más detalles en: El Comercio (Perú)



19 de noviembre de 2019

10 cosas que cambian tu cerebro (02/10): Leer novelas


“Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído”, sentenciaba Jorge Luis Borges. Y la neurociencia ha demostrado que, al menos a nivel cerebral, el escritor argentino estaba en lo cierto.  

Ciertas estructuras cerebrales se transforman cuando leemos. Las conexiones de las neuronas del lóbulo temporal izquierdo, vinculado al lenguaje, y las del surco central del cerebro, relacionado con las sensaciones físicas motoras, aumentan tras la lectura de una novela de ficción como “Pompeya”, de Robert Harris, según un estudio del que se hacía eco la revista especializada Brain Connectivity. Y otro trabajo dado a conocer en Psychological Science sugería que devorar las obras de Frank Kafka y de otros autores surrealistas crea nuevos patrones cerebrales que nos hacen más inteligentes.
 
Importa el género que leas 
 
No es lo mismo leer una novela de aventuras que un texto sobre derecho penal para el cerebro. “Las novelas activan regiones que no solo interpretan los símbolos, también estimulan la imaginación o la acción motora. Es a lo que llamamos “meterse en un libro”, explica el neurólogo. 

"En la lectura hay dos aspectos importantes: uno referido a la complejidad sintáctica -que descodifica el lenguaje- y el otro al pensamiento simbólico o la narrativa que tiene la propia lectura”.

Crea más conexiones cerebrales
 
Leer nos modifica el cerebro de manera favorable. En un estudio del neurocientífico Alexandre Castro-Caldas y su equipo de la Universidad Católica Portuguesa, demostraron que esta actividad tenía repercusiones anatómicas pues las fibras nerviosas que unen ambos hemisferios son más gruesas en los lectores habituales que en los analfabetos.

“Aquellas personas que leen presentarán el mismo número de neuronas, pero mayor número de conexiones más eficientes”, sentencia García Ribas. 

“Esto implica aumentar nuestra reserva cognitiva ante el envejecimiento o enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. A mayor reserva notaremos después o evitaremos los efectos de estas dolencias, es decir, que se manifestarán más tarde”, concluye.

La lectura los cimientos del aprendizaje
 
Como pedagogo, Giner Tarrida, considera que no solo se debe tener una lectura mecánica, sino también comprensiva que te ayude a entender los mensajes subliminales y la riqueza del texto. “Aparte del acto mecánico e imprescindible en sí, ahora se está incidiendo más en la comprensión holística”, sentencia.

“Una de las mayores riquezas de la lectura es poder imaginar lo que estás leyendo a través de imágenes. Además, es una actividad que conecta con todo el resto de aprendizajes que poseemos”, continúa. 

Y es que la imaginación es tan poderosa que con solo leer un verbo que implique una acción, también se activan regiones encargadas del movimiento, tal y como demuestran muchas resonancias magnéticas funcionales de algunos estudios. “Esto implica que hay una conexión entre las zonas de la interpretación de los símbolos y otras, como la del movimiento, que hasta ahora desconocíamos”, concluye García Ribas.

Leer mejora la memoria 

La lectura retrasa el deterioro que sufre el cerebro con el paso de los años y ejercita nuestra memoria al hacer que el cerebro almacene nueva información constantemente: historias,personajes, lugares, expresiones..  Además, esta información va acompañada de las emociones que nos produce leer la historia, y toda emoción favorece que los recuerdos perduren más tiempo y con mayor claridad en nuestro cerebro. Tal es así,  que una investigación realizada en el Centro Médico de la Universidad Rush en Chicago concluía que las personas que realizaban actividades estimulantes como la lectura, tanto de niños como de adultos, tenían una disminución de la memoria mucho menor que aquellos que no leían nunca.

La lectura reduce el estrés

Leer por placer nos ayuda a reducir el estrés, incluso más que escuchar música o hacer ejercicio. Cuando leemos, habitualmente nos sumergimos en una historia. Durante unos minutos nos olvidamos de nuestra propia vida y pasamos a vivir la de otra persona, la de los protagonistas de nuestro libro. Esto nos permite desconectar, dejar de pensar en nuestros problemas y dejamos de preocuparnos.

¿Puede un adulto aprender a leer?

Definitivamente. Se puede aprender durante toda la vida. Se puede llegar a ser alfabetizado en cualquier momento, sólo que se hace más difícil. El cerebro plástico de un niño hace que el aprendizaje del lenguaje oral y escrito sea más fácil que con el adulto.

¿Hay una edad mínima para aprender a leer?

Los niños en casi todo el mundo aprenden a leer entre los 5 y los 7 años. No existe un acuerdo al respecto. En Gran Bretaña, los niños comienzan a leer y a escribir a los 5 años, en China empiezan a leer a los 3 y a escribir a los 6, y en Finlandia, uno de los países en los que siempre destaca sus sistema educativo, los niños no comienzan a leer y escribir hasta los 7 años.

¿El mecanismo para aprender a leer es igual en todas las personas?

Existe un mismo cerebro para todas las razas pero el cerebro para la lectura es diferente según los diversos sistemas de escritura. El alfabeto chino es diferente al inglés. Incluso dentro de los alfabetos hay diferencias. Por ejemplo, por los regulares que son el alemán, italiano, holandés se hace más fácil y los circuitos cerebrales son ligeramente diferentes a los del francés o el inglés.

Y con el idioma chino habrá más corteza visual en ambos hemisferios porque tiene 5000 caracteres para reconocer. El circuito del cerebro para la lectura refleja los requisitos del sistema de escritura.

Con información:

La Vanguardia

BBC Mundo

RTVE

Hola

21 de mayo de 2019

Houdini, el cazador de fantasmas falsos


Cuando pensamos en Harry Houdini, inevitablemente nos viene a la mente la imagen de un hombre atlético en paños menores, cargado de cadenas y escapando de las prisiones más inverosímiles: un tanque de agua, una caja fuerte o un cántaro de leche sellado con candados. Pero tal vez la mayor hazaña de escapismo del mago más famoso de todos los tiempos fue librar a otros muchos de los engaños de médiums y espiritistas. No hubo un Houdini, sino dos: hasta 1922 fue el hombre espectáculo e incluso estrella del cine mudo, en sus últimos años fue el cazador de fantasmas falsos.

Según la versión más divulgada, fue la muerte de su madre lo que dirigió a Houdini (24 de marzo de 1874 – 31 de octubre de 1926) hacia el espiritismo. Desde su nacimiento en Budapest, pasando por la emigración de su familia a EEUU y su triunfo como mago, Erik Weisz —su verdadero nombre— siempre profesó una profunda adoración por su madre, a la que calificaba como su ángel en la Tierra, el faro que le guiaba y uno de sus dos amores, junto con su esposa Bess. Tras la muerte de su madre, en 1913 a causa de un derrame cerebral, Houdini no volvió a ser el mismo. Se convirtió en un espectro taciturno que pasaba largos ratos en el cementerio, tendido sobre la tumba y hablando con la tierra.

Según esta versión, a partir de entonces comenzó a asistir a sesiones de espiritismo para contactar con su madre, lo que le llevó a descubrir los engaños de los médiums y a iniciar su cruzada personal contra este fraude.

Sin embargo, no fue así como ocurrió. Por un lado, los biógrafos de Houdini señalan que su asistencia a aquellas sesiones no comenzó hasta casi un decenio después de la muerte de su madre. Por otro, que su interés por los espíritus no fue algo sobrevenido por ese suceso trágico, de niño ya presenció sesiones y comenzó a sospechar que eran una engañifa.

Arthur Conan Doyle, el padre del segundo Houdini

“Houdini nunca fue un creyente en el espiritismo”, resume a OpenMind el escritor y divulgador científico Massimo Polidoro, autor de Final Séance: The Strange Friendship Between Houdini and Conan Doyle (Prometheus Books, 2001). “Cuando era joven montó sesiones falsas, así que sabía muy bien lo que realmente sucedía durante aquellas reuniones”.

Pero sí es cierto que su madre tendría un papel en aquella conversión del mago en un activo denunciante de estafas paranormales. El nacimiento de aquel segundo Houdini tuvo una fecha concreta y unos padres: Arthur Conan Doyle y su esposa Jean, con quienes el mago trabó una gran amistad durante una gira británica en 1920. Los Conan Doyle eran grandes creyentes en el espiritismo y la esposa del creador de Sherlock Holmes incluso ejercía como médium.

El 17 de junio de 1922, durante una velada que reunió a los Conan Doyle y los Houdini en Atlantic City, Lady Doyle se ofreció a practicar una sesión para contactar con la madre del mago. El resultado fueron 15 páginas de escritura automática en las que, supuestamente, la madre de Houdini se comunicaba con su hijo en perfecto inglés y bajo el signo de la cruz. Todo esto suscitó en el mago algo más que sospechas: su madre jamás supo escribir en inglés y difícilmente la esposa de un rabino habría dibujado una cruz.

Lea el artículo completo: Open Mind

7 de marzo de 2019

Cuando yo, una gata, descubrí que era adoptada

Mía se decide a escribir para aconsejar a los humanos que en vez de comprar un animal, opten por adoptar. (Artículo tomado de: El País)

Hola. Soy Mía. Una gata (nada) común europea. Creo que tengo dos años y medio. Vivo en Madrid con Pedrín, un señor mayor encerrado en el cuerpo de una persona de 37 años. No es mal compañero de piso pero, como todos los humanos, a veces resulta un poco plasta. Que si no hagas esto, que si no te subas ahí… chico, soy una gata y hago lo que me da la gana.
El otro día vinieron unos amigos suyos a comer a casa (él sí puede traer amigos, yo no) y, mientras tomaban el café, se pusieron a hablar de mí. Cuando esto sucede (el 100% de las veces) me hago la dormida. Me sé de memoria el cuento de lo buena, lo lista y lo guapa que soy (insisto, soy una gata). Pero esta vez hubo algo diferente en la conversación, porque le preguntaron por mi origen. Les explicó que, antes de llegar, había pasado por dos casas: en la que había nacido y en otra en la que ya había una gata y a la que, por lo visto e incomprensiblemente, no le hacía mucha gracia mi llegada. Y luego lo de siempre: que soy muy cariñosa (cierto), que a veces soy un poco torpe (falso), que rasco los sofás (pasa palabra)… Hasta ahí todo más o menos bien.
Pero hubo una palabra que me hizo levantar las orejas y centrar la atención en las tradicionalmente aburridas conversaciones humanas. Al vuelo, escuché “adoptada”. ¿Quién es adoptada? ¿Yo? Un poco fuerte enterarse así, ¿no? La verdad, hubiera preferido que Pedrín me hubiera sentado un día en el sofá que no araño nunca y me lo contara. Una conversación sincera entre amigos.
Pero la forma es accesoria. No sabéis el orgullo que me entró cuando me enteré de que era adoptada. Me levanté de mi postura de siesta y me froté contra las piernas de mi compañero de piso. “Muchas gracias por adoptarme. Y muchas gracias por adoptar”, le estaba diciendo. Aunque me quejo bastante y, en ocasiones, soy un poco arisca, he de reconocer que he tenido mucha suerte. Tengo un hogar en el que me quieren y me cuidan. Incluso juegan conmigo un rato cada día. Pero no todos tienen la misma suerte. Según un estudio de la Fundación Affinity, en 2017 se recogieron 138.000 perros y gatos abandonados en España. Y ahora que me he enterado de que soy adoptada y llega la Navidad y mucha gente se plantea pedirle una mascota a los Reyes Magos, me gustaría lanzaros unas advertencias felinas.

La primera es que no somos un juguete. Somos seres vivos y tenemos sentimientos. Incorporar una mascota a tu vida implica una responsabilidad. Nos tienes que cuidar, alimentar, educar, sacar de paseo, tratar con respeto y jugar con nosotros de vez en cuando. Y somos para toda la vida. ¿Qué es eso de dejarnos en una cuneta o en un contenedor? Me sumo con mis cuatro zarpas a la campaña #nosoyunjuguete.

La segunda es que, entre las muchas responsabilidades que conllevamos, hay una que es muy importante: la económica. Implicamos una serie de gastos importantes. El veterinario, la comida, los premios… Que somos parte del presupuesto familiar, vaya.

Si con estad dos advertencias continúas pensando en sumar a tu vida un animal, un último consejo-petición-mandato felino: no compres, adopta. Hay miles y miles de animales esperando por una familia que los acoja. Si adoptas, estarás dándonos una oportunidad y aumentando las posibilidades para que otros la tengan. Yo tengo una vida moderadamente feliz (podéis seguir mis andanzas en mi cuenta de Instagram) y me gustaría que fuera así para muchos más animales del mundo (así somos los gatos, magnánimos).

Estoy muy contenta de saber que soy adoptada. Y también muy orgullosa de Pedrín, por haberlo hecho. Y, por qué no decirlo, aliviada por la economía familiar. Todos sabemos que, si hubiera acudido al mercado a comprarme, no hubiera podido. Somos impagables. Los animales no tenemos precio.

¡Feliz 2019 a todos!

Fdo: Mía

22 de septiembre de 2018

El proceso deductivo de Sherlock Holmes

Los ingleses dieron la bienvenida al siglo XX, la época del razonamiento y el despertar de la ciencia, de la mano de las aventuras de Sherlock Holmes. El investigador privado no sólo fue un personaje de ficción, sino que sirvió de vía para que Sir Arthur Connan Doyle diera a conocer sus técnicas de observación y de deducción, además de ser un gran entretenimiento para los lectores.


Doyle puso en duda los métodos de razonamiento, hasta entonces puestos en práctica, y así se adelantó veinte años en las técnicas de investigación utilizadas por la policía en Scotland Yard. Trasladado a la realidad, Holmes el personaje, habría sido un hombre espectacular.

La psicóloga Maria Konnikova explica “¿Cómo pensar como Sherlock Holmes?”, que pocas personas podrían emular los métodos que ponía en práctica el investigador y que, incluso el mismo Doyle, había incluso fallado en distintos episodios de su vida. Pero, a base de práctica y motivación (mindfulness), se puede poner en práctica la lógica deductiva del anfitrión del 221B de Baker Street.
La lógica de Holmes y la del Dr. Watson
El Dr. John H. Watson es la sombra de Holmes en todas sus aventuras. El uso de una tercera persona como el médico servía, además de recurso literario, para reflejar el contraste entre los dos métodos de deducción; el del aprendiz y el del maestro. El primero: rápido, basado en la lógica intuitiva y sin prestar atención en los detalles. El segundo: reflexivo, observador y creativo.

Konnikova etiqueta estos dos perfiles contrastados como el Sistema Watson y el Sistema Holmes.

Hay diferentes ramas de conocimiento que explican cómo el ser humano utiliza dos sistemas de pensamiento; uno rápido y otro de lento. Daniel Kahneman y Amos Tversky, los padres de la economía conductual, popularizaron esta teoría en su libro “Pensar rápido, pensar despacio” a partir de los resultados obtenidos en distintas investigaciones.
Llamados como “Sistema 1” y “Sistema 2”, el primero de estos sistemas tiene la necesidad de llegar a las conclusiones, pero se equivoca constantemente. Es engañado por diferentes sesgos que le distorsionan la realidad, pero es el que usamos con más frecuencia. En cambio, para nuestra mente le es complicado utilizar el “Sistema 2”, que se esfuerza para comprender las cosas tal como son y sigue todos los requisitos para convertirnos en “personas racionales”.


Lea el artículo completo en:

The Money Glory

11 de septiembre de 2018

¿Cómo es el fenómeno de los fuegos fatuos?


Se cree que son restos orgánicos en descomposición que producen gases (metano y fosfina, sobre todo) que, en contacto con el oxígeno, pueden provocar combustiones efímeras en forma de luces tenues y que son visibles al caer la tarde o por la noche. Se dan sobre todo en zonas pantanosas y en cementerios, por razones obvias. Pero no hay unanimidad en la explicación científica de este fenómeno, lo que ha dado lugar a mucha leyenda popular, como la del hada Morgana (Italia) y a su aparición en libros de Saramago y Goethe, por ejemplo.

3 de septiembre de 2018

¿De dónde viene el mito de que las cigüeñas traen los bebés?

No está muy claro si la literatura fue la primera en extenderlo o si fueron las leyendas populares. 

El escritor Hans Christian Andersen (1805-1875) en su cuento Las cigüeñas ya habla de cómo estos animales traen a una madre más hijos para reponer la muerte de otro. Pero hay una leyenda anterior a la conquista de América (aunque luego se extendió a ese continente) que habla de una pareja de cigüeñas que vuelven al tejado de una casa justo el día que nace un bebé. 

Otro elemento que ayuda a esta creencia es que las cigüeñas anidan cerca de chimeneas porque están calientes, y antiguamente se encendían especialmente si había recién nacidos.


1 de junio de 2018

La ciencia de Sherlock Holmes y los fantasmas de Conan Doyle

Seis días después de la muerte de Sir Arthur Conan Doyle, fallecido de un ataque cardíaco el 7 de julio de 1930, se celebró en el Royal Albert Hall una multitudinaria sesión de espiritismo. Diez mil personas se congregaron en el auditorio londinense con la esperanza de escuchar un mensaje enviado por el creador de Sherlock Holmes desde el más allá. Su mujer, Lady Doyle, dijo a la revista Time: “Aunque no he hablado con Arthur desde que falleció, estoy segura de que a su debido tiempo y a su propio modo nos enviará un mensaje”. Y según algunos, ese tiempo llegaría en 1934, cuando en otra sesión cuya grabación se conserva hoy en la British Library pudo escucharse: “Cuidad de mis chicos y de mi buena esposa Jean”.

Pero, ¿cómo es posible que el padre literario del detective de ficción que popularizó el uso del empirismo científico pudiera al mismo tiempo creer en fantasmas? Doyle era un hombre con raíces científicas, médico titulado en la Universidad de su Edimburgo natal. Ya por entonces apuntaba a la que sería la trayectoria decisiva de su vida, cuando en 1879 publicó su primer estudio, una carta a la revista British Medical Journal. En el texto describía cómo había experimentado consigo mismo con dosis crecientes de un veneno, la planta Gelsemium, utilizada también para calmar la neuralgia, hasta que tuvo que interrumpir el tratamiento por miedo a provocarse la muerte.

Doyle ejerció la medicina como cirujano naval y en su práctica privada. Viajó a Europa para especializarse en oftalmología y a su regreso abrió una consulta en Londres, pero no llegó a ver a un solo paciente. Por suerte para sus lectores, desde su época universitaria aprovechaba los ratos ociosos para escribir ficción. En 1886 logró vender a una editorial su novela Estudio en escarlata, en la que presentaba por primera vez a dos nuevos personajes, el detective Sherlock Holmes y su ayudante el Doctor John Watson.

El éxito del detective llegó a saturar a su creador

A lo largo de su carrera literaria, Doyle dio vida a otros personajes con vocación de continuidad, como el Profesor Challenger o el Brigadier Gerard. Pero sin discusión posible su gran triunfo fue Sherlock Holmes, un personaje inmortal para el que produjo un total de cuatro novelas y 56 relatos. El éxito del detective llegó a saturar a su creador, más interesado en escribir novelas históricas. En el relato El problema final, Doyle decidió matar a Holmes haciéndole caer por una cascada junto a su archienemigo, el Profesor Moriarty; pero la demanda popular fue tal que se vio obligado a resucitarlo.

Holmes, un personaje inspirado por el mentor de Doyle en la Universidad, Joseph Bell, no fue el primer detective de ficción guiado por el raciocinio: el Chevalier Auguste Dupin de Edgar Allan Poe pudo ser una influencia previa. Lo que enganchó al público a las aventuras de Holmes fue su hábil y extenso uso de técnicas forenses científicas que Doyle no inventó, pero que aún eran novísimas. “Doyle era muy leído”, resume a OpenMind James O’Brien, autor de La ciencia de Sherlock Holmes (Crítica, 2013 / The Scientific Sherlock Holmes, Oxford University Press, 2013). “Constantemente usa ideas que encuentra en sus lecturas. No era exactamente el innovador, pero veía el poder de nuevos métodos emergentes”.

El artículo completo en:

Open Mind

26 de abril de 2018

Fake News: El nuevo opio del pueblo

Con las 'fake' no se busca sustituir los hechos por mentiras, sino mermar el juicio con el que tomamos una posición respecto al mundo.

Falsear deliberadamente los hechos no es distintivo de nuestra época. Su uso es tan viejo como los arcana imperii, concebidos como medios legítimos de ocultación de la “verdad” con un fin político. Y es algo que no conviene banalizar, pues como sostuvo Rafael del Águila, “la excepción señala el límite; y el límite está ahí aunque la excepción no aparezca”. Sin embargo, esta conciencia de un límite ha desaparecido, y con ella la reflexión sobre los efectos de la mentira en nuestra percepción del mundo y la democracia.

Lo anticipó Orwell en su distopía 1984 cuando Winston y Julia, sus protagonistas, hablan sobre las falsificaciones del régimen y el primero descubre que ella no se escandaliza: “Era como si no reparase en el abismo que se abría a sus pies cuando las mentiras se convertían en verdades”. De la pura violación sistemática de los hechos, dice el autor, acabamos desdeñando la magnitud del problema y abandonamos el interés por los acontecimientos públicos.

Algo así sucede con las fake news. Con 2.000 millones de usuarios, Facebook es la red social más popular del mundo, y solo en EE UU un 66% lo utiliza para consumir noticias. Abrazamos un mecanismo de información rehén de la lógica del negocio digital, pensada para lucrarse con nuestros datos, pero también para embobarnos durante el mayor tiempo posible. Es normal: a pesar del enternecedor compromiso con la verdad de Zuckerberg, él sabe que a más clics más dinero. Por eso las redes son el coladero perfecto para la propaganda política, viralizada gracias a las cámaras de eco selladas por algoritmos.

No se busca sustituir los hechos por mentiras, sino mermar el juicio con el que tomamos una posición respecto al mundo y debilitar la convicción de que la palabra veraz sostiene la relación pública. Cuando la farsa sistemática ocupa el centro de nuestra convivencia, aumenta el poder de los embusteros y disminuye el de quienes saben que, para cambiar cosas, tienen que convencer a una ciudadanía crecientemente incrédula. El nuevo poder reside en esa opacidad que nos pretende digitalmente analfabetos, incapaces de identificar la procedencia de los bulos o a qué intereses obedecen: las fake son el nuevo opio del pueblo.

Fuente:

El País (España)

23 de febrero de 2018

¿Qué son los dispensadores electrónicos de cuentos?

La idea del proyecto era promover la lectura en los viajeros y transeúntes para que se separaran de las pantallas de los móviles. 


Francia cuenta con más de 150 dispensadores electrónicos de cuentos. Estas máquinas ya llegaron a Estados Unidos y podrían expandirse por otros países.

En 2011, la empresa Short Édition con sede en Grenoble (Francia) empezó a instalar máquinas dispensadoras de cuentos en espacios públicos estratégicos, como el aeropuerto Charles de Gaulle de París.

Una peculiaridad de los Short Story Dispensers (dispensadores de historias cortas) es que no tienen pantalla.

Christophe Sibieude, cofundador y jefe de Short Édition, y el alcalde de Grenoble, Éric Piolle, son los creadores de esta modalidad.

La idea del proyecto era promover la lectura en los viajeros y transeúntes para que se separaran de las pantallas de los móviles.

“La idea nos vino frente a una máquina expendedora que contenía barras de chocolate y bebidas”, explicó Sibieude a Agence-France Presse en 2015.

“Nos dijimos que podíamos hacer lo mismo con la literatura popular de buena calidad para ocupar estos momentos improductivos”, agregó.

Hay historias de uno, tres y cinco minutos impresas en un papel largo, ecológico y libre de BPA (compuesto de muchos plásticos y aditivos).

Cuentan con obras de 6.800 autores que incluyen clásicos como Shakespeare y Virginia Woolf.

Fuente:

TeleSur

17 de abril de 2017

Así actúan la literatura y la poesía sobre el cerebro

Hoy es 21 de marzo, Día Mundial de la Poesía


Silencio atronador, muerto viviente, dulce amargura, noche blanca o monstruo hermoso son ejemplos de oxímoron, una combinación de dos palabras de significado opuesto que al unirse originan un nuevo sentido. Un estudio español publicado en la revista NeuroImage revela que estas figuras literarias generan una intensa actividad en el área frontal izquierda del cerebro.

Según los autores del estudio, del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián, los políticos en sus discursos, los generales en sus arengas y los amantes en sus poemas han utilizado desde siempre ciertas figuras retóricas para convencer, infundir valor o seducir. Lo que hasta ahora no se había logrado era medir empíricamente la capacidad de una figura literaria para generar actividad cerebral en las personas.

"Nuestra investigación demuestra el éxito a nivel retórico de las figuras literarias, y la razón de su efectividad es que atraen la atención de quien las escucha" más que otras expresiones, explica Nicola Molinaro, autor principal del estudio. Concretamente, "se activa la parte frontal del cerebro y se emplean más recursos de lo habitual en procesar a nivel cerebral esa expresión". El investigador señala que el resultado de los experimentos se relaciona "con la actividad que requiere procesar la abstracción de figuras retóricas como el oxímoron, que tratan de comunicar cosas que no existen".

Para los experimentos, Molinaro y sus colegas crearon varias listas de frases incorrectas, neutras, oxímoron y pleonasmos (vocablos innecesarios que añaden expresividad), empleando el mismo sustantivo como sujeto: la palabra "monstruo". Concretamente, los investigadores han utilizado "monstruo geográfico" como expresión incorrecta, "monstruo solitario" como expresión neutra, "monstruo hermoso" como oxímoron, y "monstruo horrible" como pleonasmo. Después, se les mostraron estas listas a personas de entre 18 y 25 años y se midió su actividad cerebral cuando las procesaban por medio del electroencefalograma.

Los resultados muestran que cuanto menos natural es la expresión más recursos requiere para ser procesada en la parte frontal izquierda del cerebro. La frase neutra "monstruo solitario" es la que menos recursos cerebrales necesita para procesarse. En cuanto a la expresión incorrecta "monstruo geográfico", 400 milisegundos después de percibirla, el cerebro reacciona al detectar que hay un error.Sin embargo, en el caso de los oxímoron, como "monstruo hermoso", 500 milisegundos después de percibirse la expresión se midió una intensa actividad cerebral en la parte frontal izquierda del cerebro, un área íntimamente relacionada con el lenguaje que los seres humanos tienen muy desarrollada en comparación con otras especies.

Molinaro ya ha comenzado a repetir este experimento con la resonancia magnética, para obtener imágenes de la actividad cerebral cuando se procesan figuras retóricas. El siguiente objetivo es estudiar las conexiones entre dos áreas muy implicadas en el procesamiento del significado: el hipocampo y el área frontal izquierda.

Fuente:

Muy Interesante

4 de mayo de 2015

Lo que "Alicia en el país de las maravillas" te revela sobre el cerebro

Alicia en el país de las maravillas, la obra que hace 150 años escribió el británico Lewis Carroll, ha inspirado incontables películas, pinturas e incluso piezas de ballet. Pero pocos saben todo lo que aportó al conocimiento del cerebro humano, así como su influencia no sólo en la psicología freudiana y al psicoanálisis, sino también a la neurociencia moderna.

Y es que, mucho antes de que se contara con la tenología para mapear las maravillas del cerebro, Carroll ya había trazado sus contornos con sus experimentos mentales.
"Exploró tantas ideas", exclama Alison Gopnik, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.
Todos podemos aprender algo de nosotros mismos de Alicia en el país de las maravillas. BBC Future sigue su viaje a los límites exteriores del cerebro.

"Bébeme"

Si me hace crecer podré coger la llave; y si me hace encoger, podré deslizarme bajo la puerta; así que de cualquier manera entraré en el jardín, ¡y no me importa lo que ocurra!".
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carrol
Getty
En una de sus primeras aventuras, Alicia encuentra una poción con una etiqueta que dice "bébeme" y tras tomársela mengua hasta medir sólo 25 centrímetros.
Y un pastel mágico produce justo el efecto contrario en ella: crece tanto, que toca el techo con su cabeza.
Estas escenas fueron las primeras en llamar la atención de los científicos.
En 1955 un psiquiatra llamado John Todd se encontró con varios pacientes que aseguraban tener esa misma sensación de "alargarse como un telescopio".
Todos ellos sufrían un transtorno neurológico que afecta a la percepción visual y que hoy se conoce como micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas (AIWS, por sus iniciales en inglés), un mal que afecta principalmente a niños.
"He escuchado a pacientes decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus madres están a su lado cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de la habitación", dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., quien ha estudiado el fenómeno.
Los diarios de Carroll revelan que sufrió migrañas, episodios que con frecuencia desencadenan en el síndrome. Y eso hizo a muchos especular sobre que el escritor se inspiró en sus propias experiencias.
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26 de abril de 2015

Sr. Paulo Coelho: ¡Usted no es Dios!

En 1968 Arthur C. Clarke calculó que por cada persona que existe han existido otras treinta, «pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos».
Al menos lo era entonces, cuando publicó 2001: Una Odisea del espacio. Aquel año la población humana ascendía a tres mil quinientos millones de individuos frente a los cien mil millones que habían pasado por la Tierra en total, según C. Clarke, «desde el alba de los tiempos».
Casi cincuenta años más tarde los números han acumulado enteros y se han revisado al alza, pero siguen pareciéndose a los que concluyó el escritor inglés. En octubre de 2011, el Population Reference Bureau de Washington calculó que desde aquella alba de los tiempos —el año 50 000 antes de Cristo, cuando el Homo sapiens entró en la llamada modernidad conductual— hasta ese momento habían pasado por nuestro planeta 107 602 707 791 seres humanos.
Solo unos meses después, en algún momento entre finales de 2011 y principios de 2012, el censo planetario superó por primera vez la cifra de siete mil millones de individuos. Por monstruoso que resulte el número, siete mil millones son poco más del seis por ciento de todos los seres humanos que han existido jamás.
Y ahora, dígame. ¿De verdad piensa usted que es, en modo alguno, una persona especial?
El universo conspiranoico
Porque con frecuencia se le dirá que sí. Que entre tantísimas personas como existen, usted, de alguna manera, es diferente de todas. Tiene algo, un qué sé yo. Un it esquivo, un factor equis. Y usted lo intuye. Lo sabe con lo de atrás de la cabeza.
No es un talento ni una virtud. No le desplaza a usted de su posición en ese punto superpoblado donde confluyen las medias aritméticas. Es otra cosa. Un asterisco invisible que pende sobre su cabeza, como el protagonista de un videojuego. Y le distingue como a un Wally que encontrar inmerso en muchedumbres. Por eso, se le dirá, debe usted resultar encontrado. Por eso, se le dirá, usted va a ser encontrado. Porque habrá una cantidad inconcebible de personas pero usted tiene algo que ellas no: el poder de conjurar lo improbable. Tiene más papeletas, muchas más. Y concurre armado con ellas a las rifas del mundo, que así se inclinan todas a su favor.
Y por esa razón, se le dirá también, es un atropello que aún no le haya tocado nada. Y que ocupe usted la posición vitalicia que le ha sido asignada en el reparto de las cosas, que es la de un mindundi de mierda.
«No importa lo que haga, cada persona en la tierra juega un papel central en la Historia del Mundo. Y normalmente no lo sabe».
Palabras de Paulo Coelho, no nuestras. Nosotros no le conocemos de nada y no damos un duro por usted, disculpe la sinceridad. Pero Paulo Coelho sí. Paulo Coelho asegura que usted juega nada menos que «un papel central en la historia del mundo».
Como Newton o como Sócrates, para hacernos una idea, pero sin haber contribuido grandemente a la ciencia o la filosofía. En general, sin haber contribuido a nada porque usted, corríjame si me equivoco, ni ha conducido pueblos a la utopía ni ha descubierto la fórmula de la fusión fría. Por no hacer ni siquiera abona cinco euritos mensuales para honrar ese papel protagónico del que goza en la relojería elemental del mundo y acometer cambios, como erradicar el trabajo infantil o salvar de la extinción a las ballenas. Podría, pero no. Total, pst.
Para qué. El mismo Coelho lo dice, «no importa lo que haga». Y tampoco importa lo que razone, se lo puede ahorrar. Si llega usted a su conclusión estará en lo cierto, pero si resuelve lo contrario le dará igual, porque el caso es que «no lo sabe».
No hay escapatoria, ya lo ve. Se ponga como se ponga, es usted la hostia.
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10 de septiembre de 2014

¿Qué le debemos a la ciencia del Romanticismo?

He estado leyendo un libro maravilloso. Uno de esos libros con los que he  aprendido, disfrutado, pensado, emocionado, horrorizado, reflexionado, sonreído y al terminar he dicho: quiero más.

prodigios
He leído  “La edad de los prodigios. Terror y belleza en la ciencia del Romanticismo” de Richard Holmes, asombrada por mi propia ignorancia sobre un montón de cosas pero también fascinada al descubrir la curiosidad inmensa y nunca saciada de los personajes que aparecen en el libro y que creo que nosotros, en nuestra época, hemos perdido completamente. ¿Cuando fue la última vez que escuchamos la palabra prodigio?

A los científicos de finales del siglo XVIII y principios del XIX (término acuñado justo en esa época) les debemos el concepto de ciencia accesible, una ciencia practicada para llegar a todo el mundo. No sólo a un reducido grupo de eruditos que compartían sus hallazgos y teorías en latín. Con el romanticismo llegó la ciencia aplicada a la vida diaria, a mejoras que salvaron las vidas de miles de personas como por ejemplo las de los mineros que dejaron de estar indefensos ante las fugas de grisú y sus descontroladas explosiones gracias a la lámpara de seguridad creada por Humphry Davy.

En el romanticismo aparecieron ideas y conceptos que hoy en día seguimos teniendo presentes y que Holmes señala en el prólogo para hacernos entender la importancia de aquella época y como las vidas de los científicos que tan amenamente nos cuenta repercuten en nuestra vida diaria aunque no nos demos cuenta.

William Herschel, su hermana Caroline y el hijo del primero, John. Ilustración de Jean-Léon Huens.
William Herschel, su hermana Caroline y el hijo del primero, John. Ilustración de Jean-Léon Huens.
Del romanticismo hemos heredado “la deslumbrante idea del “genio” científico solitario, imprudente, en su búsqueda del conocimiento como fin en sí mismo y puede que a cualquier precio”. Las vidas de Mungo Park con su misteriosa desaparición en África o la de Humphry Davy dedicado en cuerpo y alma a sus investigaciones o la  inmortal obra de ficción de Mary Shelley con el mito de Frankenstein creado por una sola mente “genial” están en el origen de toda esa imaginería de científico loco y solitario que creemos que ha sido creada por el cine o la televisión.

Unida a esta imagen, encontramos también el concepto “eureka” ese momento mágico en el que el científico tiene un instante de lucidez brillante, un flechazo intelectual que le hace descubrir de manera súbita la solución a un problema. En el Romanticismo este momento se aliaba con la inspiración poética y la creatividad. Es curioso como en aquella época no parecía existir la famosa brecha entre “ciencias” y “letras” en la que vivimos actualmente y los más destacados científicos,químicos, astrónomos y  físicos, encontraban en la poesía y otras formas de literatura un vehículo perfecto para pensar en sus descubrimientos de otra manera, para compartirlos o para intentar encajarlos en su visión general de la vida. Del mismo modo, los mayores poetas de la época sentían una fascinación enorme por las investigaciones de los científicos, no sólo por los descubrimientos sino también por los trabajos de laboratorio, las exploraciones y las observaciones astronómicas. Era un flujo de relaciones en ambos sentidos que enriquecía todos los campos y que lamentablemente hemos perdido (casi) completamente.

La Naturaleza. Nos hemos acostumbrado tanto a ella que vivimos sin mirarla y cuando nos fijamos en ella casi siempre es para quejarnos. Vivimos creyendo que podemos controlar la Naturaleza, que hemos “avanzado” tanto que no hay nada misterioso en ella y que está al servicio del hombre. Cuando nos sorprende, casi siempre por alguna desgracia de la que somos más culpables que víctimas aunque sólo sea por imprudencia, nos impresiona darnos cuenta de su poder y magnificencia.

En el Romanticismo “existía la creencia generalizada en una naturaleza misteriosa, infinita, que esperaba a ser descubierta o seducida para revelar todos sus secretos”. James Cook da la vuelta al mundo en el Endeavour y  en su viaje le acompaña Joseph Banks que deja un diario en el que escribe cada maravilla que contempla, cada sorpresa que se encuentra; es el primer europeo que contempla el surf y queda fascinado por la visión de unos cuantos tahitianos cabalgando unas “olas pavorosas”.

Al mismo tiempo que hemos dejado de mirar la Naturaleza estamos tan acostumbrados a verla que nada nos sorprende. Nos subimos a un avión por primera vez y nos sorprende más la comida en miniatura y el poder ver una película que la increíble y maravillosa visión de la Tierra desde el aire…

Montgolfier

En el Romanticismo, se elevan por los cielos de Europa los primeros globos aerostáticos. “El mundo entero se había transformado en un mapa o alfombra de bellos colores.” Nosotros, acostumbrados a los aviones, a los cohetes, a los drones somos incapaces de  imaginar la emoción de los primeros viajeros del aire al contemplar los caminos, los montes y sus ciudades desde el aire.

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Cultura Científica

12 de agosto de 2014

Crean la "sonrisa cuántica" del Gato de Cheshire

Descubren el secreto científico de la misteriosa sonrisa del gato de Alicia,


Ilustración del Gato de Cheshire


Es la primera vez que lo consiguen: los científicos separaron una partícula de una de sus propiedades físicas, creando así un "Gato de Cheshire cuántico".

El fenómeno recibe el nombre del enigmático felino del cuento de "Alicia en el país de las maravillas", que se desvanece dejando su sonrisa flotando en el aire.
Para su hazaña, que describen en la revista especializada Nature Communications, los investigadores tomaron un haz de neutrones y los separaron de sus momentos magnéticos, como cuando los pasajeros se separan brevemente de su equipaje en el control de seguridad de los aeropuertos.

Y el mismo truco de separación podría en principio realizarse con cualquier propiedad de cualquier objeto cuántico, aseguran sus creadores, científicos de la Universidad de Tecnología de Viena, Austria.

¿Y para qué puede servir la sonrisa cuántica de un gato imaginario? Según los expertos, esta técnica podría ser muy útil para la metrología, la ciencia que estudia las mediciones, al permitir filtrar las perturbaciones durante las mediciones de alta precisión de sistemas cuánticos.

La paradoja de Schrodinger

En la clásica historia para niños de Lewis Carroll, el Gato de Cheshire desaparece lentamente del cielo y deja solamente su sonrisa pícara.

Ante esto, Alicia exclama: "He visto a menudo un gato sin sonrisa, pero no una sonrisa sin gato. ¡Es la cosa más curiosa que he visto en mi vida!"

La idea de un "Gato de Cheshire cuántico" fue propuesta por primera vez en 2010 por Jeff Tollasksen, de la Universidad de Chapman, en Estados Unidos, uno de los autores de este nuevo trabajo.

Gráfico de la paradoja del Gato de Cheshire

El gato (el neutrón) va por el camino de arriba, y su sonrisa (el momento magnético) va por el de abajo.

En el mundo que conocemos, un objeto y sus propiedades siempre van juntos.
Una pelota que gira, por ejemplo, no puede separarse de su rotación.

La teoría cuántica predice que una partícula (como un fotón o un neutrón) puede separarse físicamente de una de sus propiedades, como su polarización o su momento magnético (la fuerza con la que se acopla a un campo magnético externo).

"Encontramos el gato en un lugar, y su sonrisa en otro", explican los investigadores.

La analogía felina es un guiño al gato de Schrodinger – el experimento imaginario en el que, dentro de una caja, un gato está muerto y vivo al mismo tiempo, ilustrando un fenómeno cuántico conocido como superposición.

La precisión del gato cuántico

Para probar que el Gato de Cheshire no es sólo una teoría simpática, los científicos usaron una máquina llamada interferómetro en el Instituto Laue-Langevin (ILL) en Grenoble, Francia.

Allí hicieron pasar un haz de neutrones por un cristal de silicona dirigiéndolo en dos caminos diferentes, como los pasajeros y sus maletas en el control de los aeropuertos.

Reactor del Instituto Laue-Langevin (ILL) en Grenoble

La hazaña cuántica se logró en el Intituto Laue-Langevin (ILL) en Grenoble, Francia.

Al aplicar filtros y una técnica conocida como "post selección" pudieron detectar la separación física de los neutrones de sus momentos magnéticos.

"El sistema se comporta como si los neutrones fueran por un camino, mientras sus momentos magnéticos viajan por el otro", detallaron los expertos.

Pero para poder ver este Gato de Cheshire se requiere lo que los físicos cuánticos llaman una "medición débil", en la que interactúan con un sistema muy suavemente para evitar que colapse de su estado cuántico a uno clásico.

Sus delicados aparatos pueden tener aplicaciones útiles para la metrología de alta precisión, dicen los autores.

"Por ejemplo, uno podría imaginar una situación en la que el momento magnético de una partícula eclipsa a otra de las propiedades de la partícula que uno quiere medir con mucha precisión".

"El efecto del Gato de Cheshire puede dar lugar a una tecnología que permita separar el momento magnético no deseado a una región donde no cause perturbación a la medición de alta precisión de la otra propiedad", dicen los creadores del enigmático gato cuántico.

Fuente:

BBC Ciencia

 

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