José Antonio Encinas, no sólo se adelantó a su época, sino que también, es la imagen del educador consecuente con su compromiso de agente de formación ciudadana.
“La clase es un laboratorio, un museo, un taller, donde
se experimenta, se observa y se trabaja, ya no es el aula donde
pontifica el maestro. Desaparece la tortura de las lecciones y de los
exámenes, puesto que no hay enseñanza clasificada, sino utilizada. La
mejor lección es un proyecto de trabajo, y el mejor examen, su
ejecución”.
Para muchos, la reflexión anterior sobre la educación; bien podría
ser parte de un tratado moderno de pedagogía, donde se valora la
construcción del aprendizaje y se otorga el papel de “facilitador” al
profesor. Pero no, el pensamiento data de un docente puneño, anterior a
la década del 60.
Maestro puneño
José Antonio Encinas, nació en Puno un 30 de mayo de 1888. Fue el mayor de siete hermanos del matrimonio de Mariano Encinas y Matilde Franco.
Cursó sus primeros estudios en el emblemático Colegio Nacional "San Carlos" de su pueblo natal, fundado por Bolívar en 1826, cuando viajaba al Alto Perú.
Se trasladó a Lima en 1905 e ingresó a la Escuela Normal del Perú
y se convirtió en uno de los primeros maestros con título profesional,
egresando como Normalista de la primera promoción, en 1906. Un año
después, asumió en su pueblo, la dirección del Centro Escolar Nº 881
hasta el año 1911, en que retornó a Lima por ser nombrado profesor de la
Escuela Normal, cargo que desempeñó hasta 1915.
Paralelamente a la docencia. Siguió estudios de letras y Jurisprudencia en la Universidad de San Marcos.
El artículo completo en: RPP Noticias
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2 de febrero de 2020
28 de mayo de 2018
Personajes: Anandi Gopal Joshi, la primera hindú en ser médica
Vivió solo 21 años pero es un referente mundial en la lucha contra las trabas de la sociedad india del siglo XIX para que las mujeres pudieran acceder a estudios sanitarios.
Anandi Gopal Joshi, también conocida como Anandibai Gopalrao Joshi, fue la primera médica india y también la primera mujer del sur de Asia en lograr un título occidental en medicina en 1886. También fue la primera mujer hindú en pisar suelo estadounidense y en recibir allí una educación profesional y graduarse en ciencias médicas.
Su vida es un ejemplo de superación sin límites y de lucha contra la adversidad. Rompió barreras, consiguió su sueño de ser médica y se convirtió en un ejemplo para la sociedad india a raíz de descubrir su vocación a través de una desgracia familiar. Su legado continúa vigente hoy y su reconocimiento llega hasta la Vía Láctea, ya que un cráter de Venus lleva su nombre. Solo su corta vida, al morir antes de cumplir 22 años, impidió que su trabajo como médica fuese tan reconocido como las vicisitudes que pasó hasta lograrlo.
Yamuna Joshi, su verdadero nombre, nació tal día como hoy de hace 153 años, el 31 marzo de 1865, en el seno de una familia rica brahmán hindú en la ciudad de Kalyan, en el estado indio de Maharashtra. Como era la costumbre en la India del siglo XIX, Anandi Gopal Joshi se casó siendo una niña, a la edad de nueve años con un viudo 20 años mayor llamado Gopalrao Joshi. Su nombre fue cambiado después del matrimonio y pasó de Yamuna a Anandi. Su esposo, que trabajaba como empleado de correos, siempre fue partidario de la educación de las mujeres y uno de los motivos por los que se casó con ella fue para educarla y que después siguiera sus estudios.
Gopalrao comenzó a enseñar a Anandi Gopal Joshi a leer y a hablar en inglés. Si bien el sánscrito era la lengua común hablada entre los brahmanes, Anandi demostró ser una excelente estudiante y aprendió rápidamente, interesándose por el inglés gracias a su esposo. Cuando solo tenía 14 años dio a luz a su primer hijo, pero el niño sobrevivió solo 10 días debido a la falta de atención médica. Esta tragedia fue la que inspiró su vocación médica y la impulsó a querer estudiar la carrera de medicina.
Tal fue su interés, que su marido intentó conseguir su admisión en numerosas universidades de Estados Unidos, pero la mayoría de ellas exigía que su pareja Anandi Gopal Joshi se convirtiera al cristianismo desde su religión ortodoxa brahmana. Sin embargo, una mujer, Theodicia Carpenter de Roselle, se enteró de su historia en New Jersey, ya que se publicó en la revista ‘Missionary Review’ y le imprsionó tanto el deseo de Anandi por estudiar medicina como el apoyo de Gopalrao para lo que hiciera realidad, así que comenzaron a intercambiarse cartas.
Lea el artículo completo en:
El País
Anandi Gopal Joshi, también conocida como Anandibai Gopalrao Joshi, fue la primera médica india y también la primera mujer del sur de Asia en lograr un título occidental en medicina en 1886. También fue la primera mujer hindú en pisar suelo estadounidense y en recibir allí una educación profesional y graduarse en ciencias médicas.
Su vida es un ejemplo de superación sin límites y de lucha contra la adversidad. Rompió barreras, consiguió su sueño de ser médica y se convirtió en un ejemplo para la sociedad india a raíz de descubrir su vocación a través de una desgracia familiar. Su legado continúa vigente hoy y su reconocimiento llega hasta la Vía Láctea, ya que un cráter de Venus lleva su nombre. Solo su corta vida, al morir antes de cumplir 22 años, impidió que su trabajo como médica fuese tan reconocido como las vicisitudes que pasó hasta lograrlo.
Yamuna Joshi, su verdadero nombre, nació tal día como hoy de hace 153 años, el 31 marzo de 1865, en el seno de una familia rica brahmán hindú en la ciudad de Kalyan, en el estado indio de Maharashtra. Como era la costumbre en la India del siglo XIX, Anandi Gopal Joshi se casó siendo una niña, a la edad de nueve años con un viudo 20 años mayor llamado Gopalrao Joshi. Su nombre fue cambiado después del matrimonio y pasó de Yamuna a Anandi. Su esposo, que trabajaba como empleado de correos, siempre fue partidario de la educación de las mujeres y uno de los motivos por los que se casó con ella fue para educarla y que después siguiera sus estudios.
Gopalrao comenzó a enseñar a Anandi Gopal Joshi a leer y a hablar en inglés. Si bien el sánscrito era la lengua común hablada entre los brahmanes, Anandi demostró ser una excelente estudiante y aprendió rápidamente, interesándose por el inglés gracias a su esposo. Cuando solo tenía 14 años dio a luz a su primer hijo, pero el niño sobrevivió solo 10 días debido a la falta de atención médica. Esta tragedia fue la que inspiró su vocación médica y la impulsó a querer estudiar la carrera de medicina.
Tal fue su interés, que su marido intentó conseguir su admisión en numerosas universidades de Estados Unidos, pero la mayoría de ellas exigía que su pareja Anandi Gopal Joshi se convirtiera al cristianismo desde su religión ortodoxa brahmana. Sin embargo, una mujer, Theodicia Carpenter de Roselle, se enteró de su historia en New Jersey, ya que se publicó en la revista ‘Missionary Review’ y le imprsionó tanto el deseo de Anandi por estudiar medicina como el apoyo de Gopalrao para lo que hiciera realidad, así que comenzaron a intercambiarse cartas.
Lea el artículo completo en:
El País
11 de diciembre de 2016
Las vacaciones, el moho y la espina de un rosal que llevaron al descubrimiento de la penicilina
El descubrimiento de la penicilina
es considerado como uno de los grandes avances de la medicina
terapéutica, porque introdujo la era de los antibióticos salvando
millones de vidas.
Los hospitales solían estar atestados de pacientes con graves infecciones en la sangre por lo que parecerían ser simples rasguños o cortes inocuos. En ese entonces los médicos no podían hacer nada sino esperar y cruzar los dedos.
Alexander Fleming, un bacteriólogo y farmacólogo británico, vio cómo durante la Primera Guerra Mundial numerosos soldados morían de sepsis por heridas infectadas.
También pudo comprobar que los tratamientos antisépticos de la época mataban más soldados que las infecciones mismas y se necesitaba algo más que llegara a las heridas profundas que albergaban bacterias en la sangre en condiciones anaeróbicas.
Después del conflicto, Fleming continuó sus investigaciones de sustancias antibacterianas en el Hospital St. Mary´s de Londres.
Pero fue una casualidad, y el aparente desorden de su laboratorio, lo que le ayudó a descubrir el arma vital contra las infecciones.
Fleming estaba trabajando con colonias de estafilococo, una bacteria que causa forúnculos, dolores de garganta y abscesos.
Como se iba de vacaciones, decidió amontonar las placas de Petri con los cultivos en una esquina del laboratorio.
El 3 de septiembre de 1928 regresó para descubrir que uno de los cultivos había sido contaminado con un hongo, o moho, y alrededor de este había un área vacía donde la colonia de estafilococo había sido destruida.
Le quedó claro que el moho, luego identificado como una cepa de Penicillium notatum, había secretado algo que inhibía la propagación bacteriana.
El bacteriólogo descubrió que esta "secreción de moho" podía matar una amplia gama de bacterias peligrosas como el estreptococo, el meningococo y el bacilo de la difteria.
Fleming se dio a la difícil tarea de aislar la penicilina pura de esta secreción pero resultó muy inestable.
Publicó sus descubrimientos en una revista especializada de patología experimental, en 1929, pero apenas hizo una referencia pasajera al potencial terapéutico de la penicilina.
El artìculo completo en BBC
3 de julio de 2016
Las leyes de Newton... ¡en dos minutos!
Quantum Fracture es un canal en YouTube que explica diversas nociones y conceptos de manera sencilla, es decir cumple los requisitos que también posee el Proyecto "Conocer Ciencia", es decir la ciencia se vuelve sencilla, divertida y fascinante.
En esta ocasion comparto con Ustedes un video de tan solo dos minutos en los que los de Quantum nos explican las tres leyes de Newton:
En Conocer Ciencia TV le dedicamos varios videos a Newton, aquí les dejo uno de ellos:
Y aquí una presentación en power point con apuntes de la vida de Newton, los apuntes fueron tomados de libros de Isaac Asimov:
Conocer Ciencia, hágalo, pero hágalo Con Ciencia...
Prof. Leonardo Sánchez Coello
13 de marzo de 2016
El hombre que derribó con ciencia las terapias alternativas
Edzar Ernst pasó dos décadas estudiando pseudomedicinas como la homeopatía hasta que Carlos de Inglaterra logró apartarle de su puesto.
“Nunca supuse que hacer preguntas básicas y necesarias como científico podría provocar polémicas tan feroces y que mis investigaciones me involucraran en disputas ideológicas e intrigas políticas surgidas del más alto nivel”. Quien así habla es Edzard Ernst, seguramente el científico más detestado por los defensores de la pseudomedicina de todo el mundo. La razón es sencilla: el fruto de su trabajo les deja sin argumentos. Ernst (Wiesbaden, Alemania, 1948) fue el primero en someter a las llamadas terapias alternativas al rigor de la ciencia de forma sistemática, para llegar a una conclusión: remedios como la homeopatía no son más que placebo y los que la recetan violan la ética médica.
En su viaje científico contra la pseudociencia, Ernst ha tenido que enfrentarse al recuerdo de su madre y al Príncipe de Gales, los dos fervorosos homeópatas. El investigador alemán ha dedicado 20 años al estudio crítico de estas terapias —"dos décadas de conflicto interminable”—, desde la acupuntura hasta la imposición de manos, y su equipo ha publicado más de 350 trabajos sobre esta materia. Sus memorias, Un científico en el país de las maravillas (A scientist in Wonderland, Imprint Academic), publicadas este año, proporcionan el mejor relato sobre las dificultades a las que se enfrentará alguien que pretenda desentrañar críticamente las terapias alternativas: amenazas, falta de respaldo institucional, presiones de las altas esferas, soledad… e innumerables dificultades científicas.
Los ensayos que se realizan a diario en todos los hospitales del
mundo suelen manejar unos protocolos muy claros para probar si el
medicamento sirve o no: a un grupo le das el fármaco y al otro, un
placebo. Pero ¿cómo estudiar si realmente funciona la imposición de
manos para curar o aliviar el sufrimiento de un enfermo? Esa fue la
primera pregunta que se hizo Ernst al aterrizar en 1993 en la cátedra de
Medicina Complementaria de la Universidad de Exeter, la primera de su
clase. Por aquel entonces, cuenta, había en el Reino Unido tantos
sanadores (unos 14.000) como médicos de cabecera. El placebo que
diseñaron junto a los propios sanadores serían unos actores que
fingirían estar imponiendo sus manos. A medida que los sanadores veían
que el escrutinio les iba a desenmascarar comenzaron con las pegas, las
críticas y el rechazo a los métodos: finalmente, resultó que los actores
también tenían capacidades sanadoras y por eso el placebo funcionó
mejor que los profesionales.
Ernst comenzó a interesarse por el estudio crítico de las terapias alternativas después de trabajar en un hospital homeopático en Múnich, en su país natal, donde esta pseudoterapia tiene un gran arraigo y la practican médicos titulados. A partir de su experiencia allí, traza en sus memorias un relato demoledor de los facultativos que recetan estos falsos fármacos que nunca han demostrado su utilidad médica: lo hacen “porque no pueden hacer frente a las a menudo muy altas exigencias de la medicina convencional”. “Es casi comprensible que, si un médico tiene problemas para comprender las causas multifactoriales y los mecanismos de una enfermedad o no domina el complejo proceso de llegar a un diagnóstico y la búsqueda de un tratamiento eficaz, esté tentado de emplear en su lugar conceptos como la homeopatía o la acupuntura, cuya base teórica es muchísimo más fácil de entender”, escribe el científico, que sigue muy combativo en su blog.
Gracias a su espíritu crítico, la cátedra de Exeter se convirtió en
la vanguardia de la investigación seria sobre la llamada medicina
complementaria, y de ahí salieron algunos de los estudios que nos han
demostrado su ineficacia y también sus peligros,
como el de osteópatas y quiroprácticos que manipulan la columna
vertebral provocando serios problemas a sus pacientes. Por no mencionar,
el riesgo más simple y peligroso de todos: el de abandonar tratamientos
duros pero efectivos, como la quimioterapia, por terapias supuestamente inocuas pero que dejarán morir al paciente.
Ese puesto se había creado para seguir haciendo la ciencia acrítica que buscan los defensores de las terapias alternativas, como Carlos de Inglaterra, en la que sencillamente se les pregunta a los pacientes si se sienten mejor que antes de tal o cual tratamiento. Sobre ellos, escribe que parecen tener “poca o ninguna comprensión del papel de la ciencia en todo esto. Los terapeutas alternativos y sus partidarios parecen un poco como niños jugando a médicos y pacientes”. Cuando sus resultados comenzaron a desmontar estos remedios, los partidarios de la medicina complementaria comenzaron a atacarle en todos los niveles, desde el personal hasta el público.
De ahí surge el mayor escollo de su carrera y el que tuvo notable
repercusión en Reino Unido: su enfrentamiento con el príncipe Carlos, que durante años ha presionado a los ministros para incluyan la homeopatía en el sistema de salud británico.
Finalmente, después de que Ernst le acusara públicamente de no ser más
que un vendedor de crecepelos, el heredero al trono consiguió que se
quedara sin su puesto en Exeter, tras un doloroso proceso en la
Universidad del que saldría absuelto a pesar de las presiones.
Al final, después de muchas broncas, victorias y sinsabores, Ernst concluye que su trabajo sirve para demostrar la ineficacia de las terapias, pero no para convencer a sus defensores: “Lento pero seguro, me resigné al hecho de que, para algunos fanáticos de la medicina alternativa, ninguna explicación será suficiente. Para ellos, la medicina alternativa parecía haberse transformado en una religión, una secta cuyo credo central debe ser defendida a toda costa contra el infiel”. Eso sí, la experiencia le sirvió para reconocer y desmontar todas las trampas dialécticas usadas por este colectivo, que quedan destripadas en sus memorias. Falacias como que la medicina convencional mata más, que la ciencia no es capaz de comprender estos remedios o que son buenos por ser naturales y milenarios quedan convenientemente desmontadas.
Finalmente, Ernst, que antes estuvo estudiando el terrible pasado de la ciencia nazi en la Universidad de Viena, establece un paralelismo entre ambos fenómenos: “Cuando se abusa de la ciencia, secuestrada o distorsionada con el fin de servir a sistemas de creencias políticos o ideológicos, las normas éticas patinan. La pseudociencia resultante es un engaño perpetrado contra los débiles y los vulnerables. Nos lo debemos a nosotros mismos, y a los que vengan después de nosotros, permanecer en lucha por la verdad sin importar la cantidad de problemas que esto pueda causarnos”.
Fuente:
El País (España)
“Nunca supuse que hacer preguntas básicas y necesarias como científico podría provocar polémicas tan feroces y que mis investigaciones me involucraran en disputas ideológicas e intrigas políticas surgidas del más alto nivel”. Quien así habla es Edzard Ernst, seguramente el científico más detestado por los defensores de la pseudomedicina de todo el mundo. La razón es sencilla: el fruto de su trabajo les deja sin argumentos. Ernst (Wiesbaden, Alemania, 1948) fue el primero en someter a las llamadas terapias alternativas al rigor de la ciencia de forma sistemática, para llegar a una conclusión: remedios como la homeopatía no son más que placebo y los que la recetan violan la ética médica.
En su viaje científico contra la pseudociencia, Ernst ha tenido que enfrentarse al recuerdo de su madre y al Príncipe de Gales, los dos fervorosos homeópatas. El investigador alemán ha dedicado 20 años al estudio crítico de estas terapias —"dos décadas de conflicto interminable”—, desde la acupuntura hasta la imposición de manos, y su equipo ha publicado más de 350 trabajos sobre esta materia. Sus memorias, Un científico en el país de las maravillas (A scientist in Wonderland, Imprint Academic), publicadas este año, proporcionan el mejor relato sobre las dificultades a las que se enfrentará alguien que pretenda desentrañar críticamente las terapias alternativas: amenazas, falta de respaldo institucional, presiones de las altas esferas, soledad… e innumerables dificultades científicas.
Los terapeutas alternativos y sus partidarios parecen un poco como niños jugando a médicos y pacientes”, asegura Ernst
Ernst comenzó a interesarse por el estudio crítico de las terapias alternativas después de trabajar en un hospital homeopático en Múnich, en su país natal, donde esta pseudoterapia tiene un gran arraigo y la practican médicos titulados. A partir de su experiencia allí, traza en sus memorias un relato demoledor de los facultativos que recetan estos falsos fármacos que nunca han demostrado su utilidad médica: lo hacen “porque no pueden hacer frente a las a menudo muy altas exigencias de la medicina convencional”. “Es casi comprensible que, si un médico tiene problemas para comprender las causas multifactoriales y los mecanismos de una enfermedad o no domina el complejo proceso de llegar a un diagnóstico y la búsqueda de un tratamiento eficaz, esté tentado de emplear en su lugar conceptos como la homeopatía o la acupuntura, cuya base teórica es muchísimo más fácil de entender”, escribe el científico, que sigue muy combativo en su blog.
Ese puesto se había creado para seguir haciendo la ciencia acrítica que buscan los defensores de las terapias alternativas, como Carlos de Inglaterra, en la que sencillamente se les pregunta a los pacientes si se sienten mejor que antes de tal o cual tratamiento. Sobre ellos, escribe que parecen tener “poca o ninguna comprensión del papel de la ciencia en todo esto. Los terapeutas alternativos y sus partidarios parecen un poco como niños jugando a médicos y pacientes”. Cuando sus resultados comenzaron a desmontar estos remedios, los partidarios de la medicina complementaria comenzaron a atacarle en todos los niveles, desde el personal hasta el público.
El investigador considera que algunos de los
médicos que recetan homeopatía lo hacen porque les resulta demasiado
complicado llegar a diagnósticos serios usando las herramientas de la
medicina
Al final, después de muchas broncas, victorias y sinsabores, Ernst concluye que su trabajo sirve para demostrar la ineficacia de las terapias, pero no para convencer a sus defensores: “Lento pero seguro, me resigné al hecho de que, para algunos fanáticos de la medicina alternativa, ninguna explicación será suficiente. Para ellos, la medicina alternativa parecía haberse transformado en una religión, una secta cuyo credo central debe ser defendida a toda costa contra el infiel”. Eso sí, la experiencia le sirvió para reconocer y desmontar todas las trampas dialécticas usadas por este colectivo, que quedan destripadas en sus memorias. Falacias como que la medicina convencional mata más, que la ciencia no es capaz de comprender estos remedios o que son buenos por ser naturales y milenarios quedan convenientemente desmontadas.
Finalmente, Ernst, que antes estuvo estudiando el terrible pasado de la ciencia nazi en la Universidad de Viena, establece un paralelismo entre ambos fenómenos: “Cuando se abusa de la ciencia, secuestrada o distorsionada con el fin de servir a sistemas de creencias políticos o ideológicos, las normas éticas patinan. La pseudociencia resultante es un engaño perpetrado contra los débiles y los vulnerables. Nos lo debemos a nosotros mismos, y a los que vengan después de nosotros, permanecer en lucha por la verdad sin importar la cantidad de problemas que esto pueda causarnos”.
Fuente:
El País (España)
9 de noviembre de 2015
¿Qué tiene que ver Hedy Lamarr con tu wifi?
La mujer más bella del Hollywood de los
cuarenta escandalizó escenificando un orgasmo en pantalla, pero en la
intimidad cultivó una vida sosegada entregada a la ciencia. Uno de sus
inventos constituyó el germen de Internet y la telefonía móvil.
Es fácil ser glamurosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida".
A quien acuñó esta cita tan redonda le ayudó ser oficialmente "la mujer más bella del mundo". Es Hedy Lamarr, tanto la misteriosa Dalila en la versión cinematográfica de Cecil B. DeMille (1949) como la primera en desnudarse e interpretar un orgasmo en pantalla en Ektase (1933) sin haber llegado siquiera a la mayoría de edad.
Si de día se colocaba un enjoyado penacho de plumas de pavo real en Las chicas de Ziegfeld, aquel musical que se anunciaba con "100 mujeres bellas", al llegar a casa se sentaba ante una mesa de trabajo y concretaba un sistema de guiado de misiles. "Odiaba las fiestas, no bebía. Su principal hobby era inventar", asegura por teléfono Richard Rhodes, autor de Hedy's Folly: The life and breakthrough inventions of Hedy Lamarr, the most beautiful woman in the world (en inglés en Doubleday, 15,78 euros). "Hasta el punto que diseñó un 'sistema de comunicación secreto' que constituye la base del GPS, los teléfonos celulares, el Bluetooth o el wifi", resalta Rhodes, todo un Pulitzer entregado durante un año a investigar la vertiente inventora de la estrella y de su colaborador, el músico Georges Antheil, inquieto integrante del magma cultural del París de entreguerras.
Rhodes consiguió documentos originales y la ayuda de los hijos de Lamarr, la actriz que cumplió en sus 86 años de vida (casi 40 como intérprete) muchos tópicos de Hollywood: seis matrimonios, incontables seducciones de hombres poderosos, cirugías plásticas en serie que volatilizaron su hermoso rostro y la identidad sepultada con el apellido de una malograda actriz yonqui (Barbara La Marr) amante de su descubridor.
¿Cómo llegó una actriz vienesa sin estudios al origen de tecnologías más que indispensables? Bueno, el padre era un banquero maravillado por los adelantos mecánicos. La madre la convirtió en concertista de piano. Con su primer esposo, Friedrich Mandl, acaudalado fabricante de armas, compartió sobremesas con diplomáticos, estadistas (Mussolini fue uno de los invitados) y militares alemanes que discutían la última innovación bélica.
Quizá ella en aquellas cenas pareciese una esfinge estúpida.
"No. Fue una mujer de gran determinación", asevera Rhodes, "en cualquier cosa que acometiera; para convertirse en actriz, abandonar al marido celotípico que la encarceló en sus mansiones o embarcarse hacia Estados Unidos sin más equipaje que compartir travesía con el ejecutivo de un gran estudio. Su obra no consistió en escuchar y copiar. No fue ninguna farsante".
Hollywood, 1940. George Antheil compone música para películas y escribe en Esquire artículos sobre endocrinología aplicada a la seducción (sic). Se encuentran en una cena. Hedy le pregunta si puede hacer algo para aumentar el tamaño de sus pechos. Anécdotas aparte, el encuentro resulta magnético.
Años atrás, Antheil había protagonizado en París el segundo mayor escándalo escénico después del estreno de La consagración de la Primavera, de Stravinski. El furor de su Ballet mécanique (encargado para una película de Léger), un enjambre sonoro de pianolas, martillos y hélices de avión, provocó que los distinguidos espectadores (Picasso, Joyce, Satie, Man Ray o Miró, entre ellos) aullaran, arrancaran sus butacas y las lanzaran al foso de la orquesta. En aquella performance, el creador de la ahora rehabilitada composición había conseguido sincronizar sin cables seis pianos mecánicos.
George y Hedy, quien tenía solo 26 años, trabajan durante seis meses en un sistema de comunicación entre barcos y torpedos mediante señales de radio que cambian constantemente de frecuencia. Aprovechan la experiencia de él en la conexión de las pianolas y lo patentan en 1941. Pero ayudó más a la causa americana la exitosa gira de Hedy para vender bonos de guerra. "La Armada de EE UU no entendió un mecanismo basado en la conexión de las pianolas. Estaba demasiado ocupada en solucionar su gran problema: los torpedos fallaban en el 60% de las ocasiones", explica Rhodes. En 1954, la idea fue rescatada en el sonobuoy (un minisónar integrado en una boya portátil). Décadas después, los creadores de dispositivos de comunicación sin cable (GPS, wifi, Bluetooth) utilizaron la tecnología de "espectro ensanchado por salto de frecuencia", cuyo germen está en el invento de Lamarr y Antheil. "Si se usa en todo el mundo, ¿por qué no he recibido ni una carta?", se lamentaba ella, que, según su biógrafo, tan solo temía la decadencia física.
En 1997, tres años antes de su muerte, recibió el primer reconocimiento. Hedy, convertida en litigante profesional y ocasional cleptómana, rehusó recoger la distinción. Demasiada cirugía estética para que lo que quedaba de la mujer más hermosa del mundo pudiese presentarse en público.
» Torpedos infalibles. El más importante (en colaboración con el músico de vanguardia Georges Antheil, autor del Ballet Mécanique) fue un "sistema secreto de comunicaciones" (1941) entre aviones y barcos para dirigir un torpedo con señales de radio cortísimas que cambian de frecuencia arbitraria y simultáneamente para evitar ser interceptadas. Es el germen de sistemas como el GPS, Bluetooth, teléfono móvil y wifi. También trabajó en un escudo antiaéreo.
» Coca-cola instantánea. Ideó una pastilla que se disolvía en agua para conseguir un refresco de cola. Howard Hughes le facilitó dos químicos para asesorarla. Finalmente, no funcionó.
» Lifting y otras ideas. Trabajó en un sistema de "estiramiento de piel basado en el acordeón", imaginó el collar fluorescente para perros, un nuevo tipo de semáforo o cambios del diseño del Concorde.
Fue considerada la actriz más bella de los años cuarenta en Hollywood.
Es fácil ser glamurosa. Lo único que tienes que hacer es quedarte quieta y parecer estúpida".
A quien acuñó esta cita tan redonda le ayudó ser oficialmente "la mujer más bella del mundo". Es Hedy Lamarr, tanto la misteriosa Dalila en la versión cinematográfica de Cecil B. DeMille (1949) como la primera en desnudarse e interpretar un orgasmo en pantalla en Ektase (1933) sin haber llegado siquiera a la mayoría de edad.
Si de día se colocaba un enjoyado penacho de plumas de pavo real en Las chicas de Ziegfeld, aquel musical que se anunciaba con "100 mujeres bellas", al llegar a casa se sentaba ante una mesa de trabajo y concretaba un sistema de guiado de misiles. "Odiaba las fiestas, no bebía. Su principal hobby era inventar", asegura por teléfono Richard Rhodes, autor de Hedy's Folly: The life and breakthrough inventions of Hedy Lamarr, the most beautiful woman in the world (en inglés en Doubleday, 15,78 euros). "Hasta el punto que diseñó un 'sistema de comunicación secreto' que constituye la base del GPS, los teléfonos celulares, el Bluetooth o el wifi", resalta Rhodes, todo un Pulitzer entregado durante un año a investigar la vertiente inventora de la estrella y de su colaborador, el músico Georges Antheil, inquieto integrante del magma cultural del París de entreguerras.
Rhodes consiguió documentos originales y la ayuda de los hijos de Lamarr, la actriz que cumplió en sus 86 años de vida (casi 40 como intérprete) muchos tópicos de Hollywood: seis matrimonios, incontables seducciones de hombres poderosos, cirugías plásticas en serie que volatilizaron su hermoso rostro y la identidad sepultada con el apellido de una malograda actriz yonqui (Barbara La Marr) amante de su descubridor.
¿Cómo llegó una actriz vienesa sin estudios al origen de tecnologías más que indispensables? Bueno, el padre era un banquero maravillado por los adelantos mecánicos. La madre la convirtió en concertista de piano. Con su primer esposo, Friedrich Mandl, acaudalado fabricante de armas, compartió sobremesas con diplomáticos, estadistas (Mussolini fue uno de los invitados) y militares alemanes que discutían la última innovación bélica.
Quizá ella en aquellas cenas pareciese una esfinge estúpida.
"No. Fue una mujer de gran determinación", asevera Rhodes, "en cualquier cosa que acometiera; para convertirse en actriz, abandonar al marido celotípico que la encarceló en sus mansiones o embarcarse hacia Estados Unidos sin más equipaje que compartir travesía con el ejecutivo de un gran estudio. Su obra no consistió en escuchar y copiar. No fue ninguna farsante".
Hollywood, 1940. George Antheil compone música para películas y escribe en Esquire artículos sobre endocrinología aplicada a la seducción (sic). Se encuentran en una cena. Hedy le pregunta si puede hacer algo para aumentar el tamaño de sus pechos. Anécdotas aparte, el encuentro resulta magnético.
Años atrás, Antheil había protagonizado en París el segundo mayor escándalo escénico después del estreno de La consagración de la Primavera, de Stravinski. El furor de su Ballet mécanique (encargado para una película de Léger), un enjambre sonoro de pianolas, martillos y hélices de avión, provocó que los distinguidos espectadores (Picasso, Joyce, Satie, Man Ray o Miró, entre ellos) aullaran, arrancaran sus butacas y las lanzaran al foso de la orquesta. En aquella performance, el creador de la ahora rehabilitada composición había conseguido sincronizar sin cables seis pianos mecánicos.
George y Hedy, quien tenía solo 26 años, trabajan durante seis meses en un sistema de comunicación entre barcos y torpedos mediante señales de radio que cambian constantemente de frecuencia. Aprovechan la experiencia de él en la conexión de las pianolas y lo patentan en 1941. Pero ayudó más a la causa americana la exitosa gira de Hedy para vender bonos de guerra. "La Armada de EE UU no entendió un mecanismo basado en la conexión de las pianolas. Estaba demasiado ocupada en solucionar su gran problema: los torpedos fallaban en el 60% de las ocasiones", explica Rhodes. En 1954, la idea fue rescatada en el sonobuoy (un minisónar integrado en una boya portátil). Décadas después, los creadores de dispositivos de comunicación sin cable (GPS, wifi, Bluetooth) utilizaron la tecnología de "espectro ensanchado por salto de frecuencia", cuyo germen está en el invento de Lamarr y Antheil. "Si se usa en todo el mundo, ¿por qué no he recibido ni una carta?", se lamentaba ella, que, según su biógrafo, tan solo temía la decadencia física.
En 1997, tres años antes de su muerte, recibió el primer reconocimiento. Hedy, convertida en litigante profesional y ocasional cleptómana, rehusó recoger la distinción. Demasiada cirugía estética para que lo que quedaba de la mujer más hermosa del mundo pudiese presentarse en público.
La inventora, el músico y coca-cola en cubitos
Hedy Lamarr se abstuvo de fiestas, licores y lecturas, contrariamente a lo que se estilaba en Hollywood. Su pasatiempo consistía en inventar. Estas son algunas de sus aportaciones:» Torpedos infalibles. El más importante (en colaboración con el músico de vanguardia Georges Antheil, autor del Ballet Mécanique) fue un "sistema secreto de comunicaciones" (1941) entre aviones y barcos para dirigir un torpedo con señales de radio cortísimas que cambian de frecuencia arbitraria y simultáneamente para evitar ser interceptadas. Es el germen de sistemas como el GPS, Bluetooth, teléfono móvil y wifi. También trabajó en un escudo antiaéreo.
» Coca-cola instantánea. Ideó una pastilla que se disolvía en agua para conseguir un refresco de cola. Howard Hughes le facilitó dos químicos para asesorarla. Finalmente, no funcionó.
» Lifting y otras ideas. Trabajó en un sistema de "estiramiento de piel basado en el acordeón", imaginó el collar fluorescente para perros, un nuevo tipo de semáforo o cambios del diseño del Concorde.
Tomado de:
17 de octubre de 2015
Maxwell y sus ecuaciones
En 1865, el físico escocés James Clerk Maxwell formuló la teoría clásica del electromagnetismo deduciendo así que la luz está hecha de campos eléctricos y magnéticos que se propagan por el espacio, teoría que llevó a la predicción de la existencia de las ondas de radio y a las radiocomunicaciones.
Las ecuaciones de Maxwell
Un investigador precoz
Según la famosa expresión atribuida a Newton, todos los científicos trabajan aupados 'a hombros de gigantes', es decir, construyen sus teorías sobre los conocimientos logrados por las generaciones anteriores a lo largo de siglos de estudios y experiencias. Esa elevación a gran altura les permite mirar más lejos y progresar en las ideas. Esto es particularmente cierto en el caso de Maxwell quien supo combinar todo el conocimiento existente hace 150 años sobre su tema de trabajo llegando a la forma más bella y sucinta de expresar los principios sobre la electricidad, el magnetismo, la óptica y su interrelación física.
Nacido en Edimburgo en 1831, en el seno de una familia de clase media, Maxwell manifestó una peculiar curiosidad desde su temprana infancia. A los 8 años recitaba versos de Milton y largos salmos, y a los 14 ya había escrito un paper (artículo científico) en el que describía métodos mecánicos para trazar curvas.
Estudió en las universidades de Edimburgo y de Cambridge donde asombró a alumnos y profesores por su capacidad para resolver problemas de matemáticas y de física. A los 23 años se diplomó en matemáticas por el Trinity College, y dos años más tarde obtuvo una plaza de profesor de filosofía natural en el Marischal College de Aberdeen donde permanecería 4 años. En 1860 obtuvo un puesto similar pero en el prestigioso King's College de Londres. Ahí comenzó la época más fructífera de su carrera. Ingresó en la Royal Society en el 1861, publicó la teoría electromagnética de la luz en 1865, regresó entonces con su familia a la casa de sus padres en Escocia, y fue nombrado director del Cavendish Laboratory de Cambridge en 1871. Allí, en Cambridge, murió de cáncer abdominal en 1879, a la edad de 48 años.
La esencia electromagnética
En 1865, Maxwell publicó un artículo titulado 'Una teoría dinámica del campo electromagnético' en el que aparecieron por primera vez las ecuaciones hoy mundialmente famosas y conocidas como 'ecuaciones de Maxwell'. Estas ecuaciones expresan de una manera concisa y elegante todas las leyes fenomenológicas sobre electricidad y magnetismo que se habían formulado desde el siglo XVIII, entre ellas las leyes de Ampère, de Faraday y de Lenz. La notación vectorial que se utiliza hoy fue introducida en 1884 por Heaviside y Gibbs.
La naturaleza electromagnética de la luz
El valor de las ecuaciones de Maxwell no solo reside en la síntesis de todas las ideas anteriores, que revelaba la íntima interrelación entre electricidad y magnetismo. De sus ecuaciones, Maxwell también dedujo otra ('la ecuación de ondas') que le llevó a predecir la existencia de ondas de naturaleza electromagnética capaces de propagarse a la velocidad de la luz. En efecto, Maxwell concluyó que '...luz y magnetismo son aspectos de la misma substancia, y la luz es una perturbación electromagnética...'. De esta forma, su trabajo de síntesis también consiguió unificar la óptica al electromagnetismo y reveló la esencia electromagnética de la luz.
La teoría de Maxwell predecía la generación de ondas electromagnéticas en el laboratorio. Esta posibilidad fue llevada a cabo por el físico alemán Heinrich Hertz en 1887, ocho años después del fallecimiento de Maxwell, mediante la construcción de un oscilador como emisor y de un resonador como receptor. La capacidad para producir tales ondas y de recibirlas en un lugar distante conduciría a un ingeniero italiano, Guillermo Marconi, mediante sucesivos perfeccionamientos de la técnica, a una gran revolución tecnológica: las comunicaciones por radio. Y sobre esta tecnología reposan hoy algunos de los elementos cotidianos más útiles y más utilizados, como los teléfonos móviles.
El artículo completo en:
El Mundo
2 de agosto de 2015
Biografía de Louis Pasteur (y nos vamos más allá de la pasteurización)
Pocas personas han salvado más vidas que Louis Pasteur.
Al entender que los gérmenes causan enfermedades revolucionó la atención médica.
Y encontró nuevas formas para hacer que los alimentos que consumimos no nos hicieran daño.
Definitivamente, Pasteur fue un químico que cambió nuestra interpretación de la biología en forma fundamental. Pero además, al examinar paso a paso su vida, se hace evidente que estuvo a la vanguardia de una nueva rama de la ciencia: la microbiología.
27 de diciembre de 1822: El artista que se volvió químico
Louis Pasteur era el hijo de un sargento de las guerras napoleónicas, que creció amando apasionadamente a su nativa Francia.
Pasó su niñez en el macizo del Jura, en el este de Francia.
No se destacó como alumno y era un apasionado del dibujo y la pintura. De niño, hizo una serie de retratos de su familia que revelan un buen ojo para la precisión y los detalles.
Sus profesores alentaron ese lado artístico, pero su padre consideraba que pintar era una indulgencia: lo que importaba era el trabajo sólido escolar, así que Pasteur estudiaba con tesón.
1848: Un descubrimiento sobre los pilares de la vida
Pasteur empezó su carrera en química con un empleo en la Universidad de Estrasburgo y pronto hizo un descubrimiento revolucionario: demostró que moléculas idénticas podían existir como imágenes espejo (o versiones "zurdas" y "diestras").
Notó que las moléculas producidas por los seres vivos siempre eran zurdas.
El descubrimiento fue un avance fundamental para la microbiología, que apuntaló el desarrollo moderno de las medicinas y hasta nuestra comprensión del ADN.
A los 25 años de edad, Pasteur ya había hecho lo que se puede considerar como su contribución más profunda a la ciencia.
En Conocer Ciencia TV realizamos un especial (endos partes) sobre la vida de Pasteur:
Parte del programa de History Channel sobre Pasteur:
El artículo completo sobre la vida de Pasteur en la web de la BBC.
24 de julio de 2015
Isaac Newton: Biografìa (incluyendo su lado oscuro)
Fue venerado durante su vida, descubrió las leyes de la gravedad y
del movimiento, inventó el cálculo infinitesimal y ayudó a moldear
nuestra visión racional del mundo.
Pero su vida personal a menudo estuvo plagada de sentimientos menos felices.
Newton nació prematuramente el día después de Navidad en Woolsthorpe, Lincolnshire.
Era un bebé pequeñísimo y le dieron pocas posibilidades de supervivencia.
El país en el que nació era caótico y turbulento.
Inglaterra estaba siendo destrozada por una guerra civil. La peste era una amenaza constante. Muchos creían que el fin del mundo era inminente.
Lea también: Lo que quizás no sabías de la gravedad
Pero la aldea de Woolsthorpe era una comunidad tranquila, a la que casi no había llegado ni la guerra ni la peste, donde se respetaban los valores puritanos de la sobriedad, el trabajo duro y la adoración sencilla.
Esto le dejó una herida de por vida; se sintió rechazado por su familia.
Odiaba a su padrasto y amenazaba con prenderle fuego a su casa.
Lea también: Árbol de Newton desafía la gravedad
En la escuela, buscó consuelo en los libros.
No le interesaba ni la literatura ni la poesía, pero le fascinaba la mecánica y la tecnología, que lo llevaron a inventar un elaborado sistema de relojes de sol que daban la hora y los minutos precisos.
Su madre tenía la esperanza de que se dedicara a manejar la granja de la familia, pero su tío y el director del colegio se dieron cuenta de que Newton estaba destinado a vivir en la esfera intelectual.
En vez de pedirle que estudiara los textos que los otros universitarios leían, Isaac Barrow -el primer profesor de matemáticas de Cambridge- lo orientó hacia los grandes problemas matemáticos no resueltos de ese momento, como el Cálculo, esa manera de describir cómo cambian las cosas.
Esa materia después sería crucial para explicar el Universo en términos matemáticos.
Newton además se la pasaba buscando nuevos escritos de hombres como Descartes, quien argumentaba que el Univeso estaba gobernado por leyes matemáticas.
El artículo completo en:
BBC
Pero su vida personal a menudo estuvo plagada de sentimientos menos felices.
25 de diciembre de 1642: Sin expectativa de vida
Newton nació prematuramente el día después de Navidad en Woolsthorpe, Lincolnshire.
Era un bebé pequeñísimo y le dieron pocas posibilidades de supervivencia.
El país en el que nació era caótico y turbulento.
Inglaterra estaba siendo destrozada por una guerra civil. La peste era una amenaza constante. Muchos creían que el fin del mundo era inminente.
Lea también: Lo que quizás no sabías de la gravedad
Pero la aldea de Woolsthorpe era una comunidad tranquila, a la que casi no había llegado ni la guerra ni la peste, donde se respetaban los valores puritanos de la sobriedad, el trabajo duro y la adoración sencilla.
1645: Un niño solitario que odiaba a su padrasto
El padre de Newton murió antes de que él naciera. Cuando cumplió tres años, su mamá lo dejó con su abuela y se casó con un hombre de un pueblo cercano.Esto le dejó una herida de por vida; se sintió rechazado por su familia.
Odiaba a su padrasto y amenazaba con prenderle fuego a su casa.
Lea también: Árbol de Newton desafía la gravedad
En la escuela, buscó consuelo en los libros.
No le interesaba ni la literatura ni la poesía, pero le fascinaba la mecánica y la tecnología, que lo llevaron a inventar un elaborado sistema de relojes de sol que daban la hora y los minutos precisos.
Su madre tenía la esperanza de que se dedicara a manejar la granja de la familia, pero su tío y el director del colegio se dieron cuenta de que Newton estaba destinado a vivir en la esfera intelectual.
1661: Un mentor matemático
Newton se inscribió en el colegio Trinity de la Universidad de Cambridge y ahí encontró a una figura paterna que lo puso rumbo a importantes descubrimientos.En vez de pedirle que estudiara los textos que los otros universitarios leían, Isaac Barrow -el primer profesor de matemáticas de Cambridge- lo orientó hacia los grandes problemas matemáticos no resueltos de ese momento, como el Cálculo, esa manera de describir cómo cambian las cosas.
Esa materia después sería crucial para explicar el Universo en términos matemáticos.
Newton además se la pasaba buscando nuevos escritos de hombres como Descartes, quien argumentaba que el Univeso estaba gobernado por leyes matemáticas.
Un video, de Conocer Ciencia TV, donde hablamos sobre Newton y la luz blanca:
El artículo completo en:
BBC
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21 de junio de 2015
Florence Nightingale salvó vidas gracias a las matemáticas
Florence Nightingale fue mucho más que una dama con una lámpara. La leyenda de la santa enfermera a veces oculta la verdad: que su genio matemático fue lo que realmente salvó tantas vidas.
Su ambición la llevó al infernal mundo de la Guerra de Crimea y, como consecuencia, por un camino que terminó transformado la enfermería y los hospitales.
Acompáñanos en un rápido recorrido por su vida.
1820
Una niña dotada
Nació en la ciudad italiana de Florencia, y de ahí su nombre, pero creció en pintorescas casas de campo inglesas con su hermana mayor Parthenope.
La criaron al estilo de la clase media alta de la época, que incluía una extensiva educación impartida en casa por su padre, quien les enseñó a sus hijas los clásicos, filosofía y lenguas modernas.
Florence se destacaba en matemáticas y ciencia.
Su afición por registrar y organizar información se notó desde una edad temprana, cuando documentó su enorme colección de conchas del mar con listas y tablas diseñadas con mucha precisión.
El artículo completo en:
5 de mayo de 2015
Nellie Bly: La periodista que se hizo pasar por loca y se internó en un sanatorio
Nellie Bly, la precursora y heroína del periodismo femenino es honrada hoy con un doodle. Esta es una de aquellas biografías casi olvidadas por la histori oficial que se eimparte en las escuelas de latinoamérica. Y hoy, gracias a Google, la resucitamos de su ostracismo y nos aunamos al homenaje.
Nellie Bly había trabajado como periodista de arte y teatro por unos meses en el Pittsburgh Dispatch, puesto que dejó para irse a Nueva York en 1887. Luego de cuatro meses de dificultades económicas, conquistó con su facilidad de palabra el camino hacia las oficinas del New York World y tomó un encargo para escribir una pieza que revolucionaría el mundo del periodismo. Fingió una enfermedad mental para investigar reportes de brutalidad y negligencia en el Asilo psiquiátrico en Blackwell’s Island.
El secreto para el éxito se redujo a practicar expresiones desmedidas enfrente de un espejo, luego de lo cual hizo internarse en un internado. Montó un acto para que llamaran a las autoridades, en cuya presencia fingió amnesia. Varios doctores determinaron que estaba loca y fue llevada a la institución sobre la base de ser considerada “un caso perdido”. Consignada al asilo, Bly experimentó sus condiciones de primera mano. La comida consistía en carne podrida, pan que era poco más que masa seca y agua prácticamente imbebible. Los pasientes eran obligados a sentarse en bancas frías y duras todo el día. Los pacientes considerados peligrosos eran atados. Ratas abundaban en el hospital y el agua helada era usada para bañarlas en uno de tantos actos abusivos cometidos por las enfermeras. Lo que es peor, hablando con otras pacientes, Nellie Bly notaba que muchas estaban tan cuerdas como ella misma.
Luego de diez días, fue rescatada del asilo por el personal del New York World. Su reporte fue publicado y generó una sensación, que además, sentó bases para el periodismo de investigación del futuro y el periodismo de incógnito también. Luego se publicó en la forma de un libro, titulado Ten Days in a Mad-House. Un curso legal se inició contra el asilo y en general, atrajo atención al tema del mal tratamiento en ese tipo de instituciones psiquiátricas. Nellie Bly es una heroína en varios sentidos de la palabra.
Fuente:
4 de mayo de 2015
Lo que "Alicia en el país de las maravillas" te revela sobre el cerebro
Alicia en el país de las maravillas, la obra que hace 150 años escribió el británico Lewis Carroll, ha inspirado incontables películas, pinturas e incluso piezas de ballet. Pero pocos saben todo lo que aportó al conocimiento del cerebro humano, así como su influencia no sólo en la psicología freudiana y al psicoanálisis, sino también a la neurociencia moderna.
Y es que, mucho antes de que se contara con la tenología para mapear las maravillas del cerebro, Carroll ya había trazado sus contornos con sus experimentos mentales.
"Exploró tantas ideas", exclama Alison Gopnik, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos.
Todos podemos aprender algo de nosotros mismos de Alicia en el país de las maravillas. BBC Future sigue su viaje a los límites exteriores del cerebro.
"Bébeme"
Si me hace crecer podré coger la llave; y si me hace encoger, podré deslizarme bajo la puerta; así que de cualquier manera entraré en el jardín, ¡y no me importa lo que ocurra!".
Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carrol
Getty
En una de sus primeras aventuras, Alicia encuentra una poción con una etiqueta que dice "bébeme" y tras tomársela mengua hasta medir sólo 25 centrímetros.
Y un pastel mágico produce justo el efecto contrario en ella: crece tanto, que toca el techo con su cabeza.
Estas escenas fueron las primeras en llamar la atención de los científicos.
En 1955 un psiquiatra llamado John Todd se encontró con varios pacientes que aseguraban tener esa misma sensación de "alargarse como un telescopio".
Todos ellos sufrían un transtorno neurológico que afecta a la percepción visual y que hoy se conoce como micropsia o síndrome de Alicia en el país de las maravillas (AIWS, por sus iniciales en inglés), un mal que afecta principalmente a niños.
"He escuchado a pacientes decir que las cosas están patas arriba, incluso que sus madres están a su lado cuando en realidad se encuentran en el otro extremo de la habitación", dice Grant Liu, un neurólogo de la Universidad de Pensilvania, en EE.UU., quien ha estudiado el fenómeno.
Los diarios de Carroll revelan que sufrió migrañas, episodios que con frecuencia desencadenan en el síndrome. Y eso hizo a muchos especular sobre que el escritor se inspiró en sus propias experiencias.
El artículo completo en:
17 de agosto de 2013
“Max Planck, revolucionario a pesar suyo” por J.M. Sánchez Ron
Este texto de José Manuel Sánchez Ron apareció originalmente en el número 4 de la revista CIC Network (2008) y lo reproducimos en su integridad por su interés.
El 23 de
abril de este año, 2008, se cumplieron 150 años del nacimiento de un
físico, Max Planck (1858-1947), que puso en marcha una de las mayores
grandes revoluciones de toda la historia de la ciencia, la de la física
cuántica, cuyos frutos terminarían cambiando el mundo. Fue en 1900
cuando Planck obtuvo el resultado por el que le recordamos, un resultado
que no encajaba bien con la continuidad que la física suponía hasta
entonces para la radiación electromagnética. Estrictamente, lo que halló
es que para explicar la ley –que él mismo había introducido muy poco
antes, de forma semiempírica– de la radiación de un cuerpo negro
(radiación de todas las longitudes de onda en equilibrio) era necesario
utilizar una expresión asociada de alguna manera a la radiación
electromagnética: su célebre fórmula E=hv esto es, energía igual a una constante (luego denominada Constante de Planck)
multiplicada por la frecuencia (el inverso de la longitud de onda) de
la radiación. En principio, la lectura inmediata de este resultado es
que la radiación electromagnética, y por consiguiente la luz, hasta
entonces, repito, considerada una onda continua, estaba compuesta de
“partículas” independientes, de cuantos como finalmente fueron
denominados, cada uno de los cuales dotado de una energía igual a hv.
Planck no
pudo aceptar tal conclusión. De una forma u otra se pasó una buena parte
del resto de su vida tratando de evitarla. Más de treinta años después,
en una carta que escribió el 7 de octubre de 1931 al físico
estadounidense Robert W. Wood, recordó que, “resumido brevemente, se
puede describir lo que hice como un acto de desesperación. Por
naturaleza soy pacífico y rechazo toda aventura dudosa. Pero por
entonces había estado luchando sin éxito durante seis años (desde 1894)
con el problema del equilibrio entre radiación y materia y sabía que
este problema tenía una importancia fundamental para la física; también
conocía la fórmula que expresa la distribución de la energía en los
espectros normales (ley de radiación de un cuerpo negro). Por
consiguiente, había que encontrar, costase lo que costase, una
interpretación teórica… Boltzmann había explicado cómo se establece el
equilibrio termodinámico mediante un equilibrio estadístico, y si se
aplica semejante método al equilibrio entre la materia y la radiación,
se encuentra que se puede evitar la continua transformación de energía
en radiación suponiendo que la energía está obligada, desde el comienzo,
a permanecer agrupada en ciertos cuantos. Esta fue una suposición
puramente formal y en realidad no pensé mucho en ella”.
Recurrir a
la explicación que Boltzmann había dado de la entropía, en la que se
utilizaban probabilidades fue especialmente doloroso para Planck porque
lo que él siempre buscó en la ciencia son absolutos; de hecho, lo que
estaba intentando cuando llegó a la expresión para la radiación de un
cuerpo negro, que le llevaría a los cuantos, era explicar el crecimiento
de la entropía sin recurrir a las probabilidades de Boltzmann. Así es,
no obstante, la investigación científica: puede conducir a lugares
insospechados.
Fue un joven
y todavía desconocido físico empleado en la Oficina de Patentes de
Berna de nombre Albert Einstein quien, cinco años más tarde (1905), se
tomó en serio la discontinuidad que Planck no aceptaba, mostrando que
para explicar una serie de fenómenos (como el célebre efecto
fotoeléctrico) era necesario suponer que a veces la luz se comporta como
un conjunto de cuantos de luz regidos por los resultados de Planck, y
otras como una onda continua. Por este trabajo, Einstein recibió el
premio Nobel de Física de 1921. Tres años antes, el galardón había
recaído en Planck, “en reconocimiento”, como se lee en el comunicado
oficial de la Academia Sueca, “a los servicios que ha prestado al avance
de la Física con su descubrimiento de los cuantos de energía”.
Hasta aquí
lo esencial de las contribuciones científicas de Planck (nunca volvió a
alcanzar alturas comparables a las de 1900), pero su biografía no se
limita a esto y contiene apartados de gran interés; es preciso, por
consiguiente, volver atrás.
Tomado de:
Cuaderrno de Cultura Científica
27 de marzo de 2013
Cartas inéditas revelan el lado emocional de Charles Darwin
La pena de ver a su hijo
destruido tras la muerte de su nuera y la comparación de su teoría de la
evolución con "la confesión de un asesinato" son algunas de las joyas
que se pueden encontrar en una colección de cartas inéditas escritas de
puño y letra por Charles Darwin.
Éstas tienen un alto contenido emocional y están dirigidas a su mejor amigo, el botánico Joseph Hooker. De las muchas cartas que Darwin escribió y recibió en su vida, algunas de las más importantes precisamente forman parte de la correspondencia con Hooker durante 40 años.
Aparte del seguimiento del desarrollo de las ideas científicas de Darwin, las misivas dan una visión íntima de una amistad victoriana.
Tinte personal
Lo que más llama la atención de los documentos es el tinte personal que contienen.En una conmovedora carta, escrita en 1876, Darwin escribió sobre la muerte en el parto de la esposa de su hijo Francis.
"La pobre Amy tuvo convulsiones severas debido a una falla en sus riñones. Después de las convulsiones se dejó caer en un sopor del que nunca se recuperó", escribe.
Unos años antes, Hooker le había escrito sobre la muerte de su propia hija, dirigiéndose a él como "Querido viejo Darwin", y diciendo: "Acaban de enterrar a mi niñita querida y vi tu nota".
Darwin recuerda los sentimientos de su amigo a partir de su dolor compartido.
"Te agradezco tu amable y sentida carta. Cuando te escribí desde Glasgow (carta que entiendo llegó demasiado tarde) no había olvidado tu antiguo dolor, pero no quise referirme a él ya que sabía que no sería bueno de mi parte hacerte revivir estos antiguos sentimientos, pero no me pude resistir a escribirte".
La misiva también revela la cercanía de los lazos familiares de Darwin, en particular su preocupación por su hijo.
"Nunca he visto a nadie sufrir tanto como el pobre Frank. Él ha ido al norte de Gales para enterrar el cuerpo en una pequeña iglesia entre las montañas (...) Me alegro de saber que él está decidido a hacer un esfuerzo y mantenerse trabajando ¿Hasta dónde será capaz de mantener esta sabia resolución? No lo sé".
Lea el artículo completo en:
BBC Ciencia
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