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7 de marzo de 2019

Cuando yo, una gata, descubrí que era adoptada

Mía se decide a escribir para aconsejar a los humanos que en vez de comprar un animal, opten por adoptar. (Artículo tomado de: El País)

Hola. Soy Mía. Una gata (nada) común europea. Creo que tengo dos años y medio. Vivo en Madrid con Pedrín, un señor mayor encerrado en el cuerpo de una persona de 37 años. No es mal compañero de piso pero, como todos los humanos, a veces resulta un poco plasta. Que si no hagas esto, que si no te subas ahí… chico, soy una gata y hago lo que me da la gana.
El otro día vinieron unos amigos suyos a comer a casa (él sí puede traer amigos, yo no) y, mientras tomaban el café, se pusieron a hablar de mí. Cuando esto sucede (el 100% de las veces) me hago la dormida. Me sé de memoria el cuento de lo buena, lo lista y lo guapa que soy (insisto, soy una gata). Pero esta vez hubo algo diferente en la conversación, porque le preguntaron por mi origen. Les explicó que, antes de llegar, había pasado por dos casas: en la que había nacido y en otra en la que ya había una gata y a la que, por lo visto e incomprensiblemente, no le hacía mucha gracia mi llegada. Y luego lo de siempre: que soy muy cariñosa (cierto), que a veces soy un poco torpe (falso), que rasco los sofás (pasa palabra)… Hasta ahí todo más o menos bien.
Pero hubo una palabra que me hizo levantar las orejas y centrar la atención en las tradicionalmente aburridas conversaciones humanas. Al vuelo, escuché “adoptada”. ¿Quién es adoptada? ¿Yo? Un poco fuerte enterarse así, ¿no? La verdad, hubiera preferido que Pedrín me hubiera sentado un día en el sofá que no araño nunca y me lo contara. Una conversación sincera entre amigos.
Pero la forma es accesoria. No sabéis el orgullo que me entró cuando me enteré de que era adoptada. Me levanté de mi postura de siesta y me froté contra las piernas de mi compañero de piso. “Muchas gracias por adoptarme. Y muchas gracias por adoptar”, le estaba diciendo. Aunque me quejo bastante y, en ocasiones, soy un poco arisca, he de reconocer que he tenido mucha suerte. Tengo un hogar en el que me quieren y me cuidan. Incluso juegan conmigo un rato cada día. Pero no todos tienen la misma suerte. Según un estudio de la Fundación Affinity, en 2017 se recogieron 138.000 perros y gatos abandonados en España. Y ahora que me he enterado de que soy adoptada y llega la Navidad y mucha gente se plantea pedirle una mascota a los Reyes Magos, me gustaría lanzaros unas advertencias felinas.

La primera es que no somos un juguete. Somos seres vivos y tenemos sentimientos. Incorporar una mascota a tu vida implica una responsabilidad. Nos tienes que cuidar, alimentar, educar, sacar de paseo, tratar con respeto y jugar con nosotros de vez en cuando. Y somos para toda la vida. ¿Qué es eso de dejarnos en una cuneta o en un contenedor? Me sumo con mis cuatro zarpas a la campaña #nosoyunjuguete.

La segunda es que, entre las muchas responsabilidades que conllevamos, hay una que es muy importante: la económica. Implicamos una serie de gastos importantes. El veterinario, la comida, los premios… Que somos parte del presupuesto familiar, vaya.

Si con estad dos advertencias continúas pensando en sumar a tu vida un animal, un último consejo-petición-mandato felino: no compres, adopta. Hay miles y miles de animales esperando por una familia que los acoja. Si adoptas, estarás dándonos una oportunidad y aumentando las posibilidades para que otros la tengan. Yo tengo una vida moderadamente feliz (podéis seguir mis andanzas en mi cuenta de Instagram) y me gustaría que fuera así para muchos más animales del mundo (así somos los gatos, magnánimos).

Estoy muy contenta de saber que soy adoptada. Y también muy orgullosa de Pedrín, por haberlo hecho. Y, por qué no decirlo, aliviada por la economía familiar. Todos sabemos que, si hubiera acudido al mercado a comprarme, no hubiera podido. Somos impagables. Los animales no tenemos precio.

¡Feliz 2019 a todos!

Fdo: Mía

6 de diciembre de 2012

¿Es malo tener padres homosexuales?

Los niños que se encuentran en riesgo de exclusión social y son acogidos por padres homosexuales experimentan el mismo aumento en el desarrollo cognitivo y en coeficiente intelectual que aquellos acogidos por parejas heterosexuales, según revela un estudio publicado en la revista American Journal of Orthopsychiatry. El trabajo demuestra que no hay base científica para discriminar a los padres por su orientación sexual.

Los investigadores, de la Universidad de California (EEUU) realizaron un seguimiento de 82 niños de entre 4 y 8 años en situación de acogida familiar. Antes de insertarse en las familias, estos niños estuvieron sometidos a múltiples factores de riesgo como la exposición prenatal a drogas, el abuso físico y las negligencias por parte de los padres biológicos. Algunos niños fueron acogidos por progenitores heterosexuales, y el resto por progenitores homosexuales, tanto mujeres como hombres. Además, cerca del 70 por ciento de los padres estaban casados o vivían en pareja. A lo largo de dos primeros años después de la acogida, los niños realizaron pruebas psicológicas periódicas para evaluar el desarrollo cognitivo, y los padres completaron cuestionarios sobre el comportamiento de los hijos.

Los psicólogos encontraron muy pocas diferencias entre los niños durante el tiempo que duró el estudio. En general, tanto los niños acogidos por heterosexuales como por gays y lesbianas aumentaron su desarrollo cognitivo, y sus problemas de conducta se mantuvieron estables. Además, los coeficientes intelectuales subieron en una media de 10 puntos en todos los casos.

La adopción por personas homosexuales es motivo de controversia en muchos países. Sin embargo, este estudio demuestra que "no hay base científica para discriminar a los padres homosexuales", afirma Letitia Anne Plepau, una de las autoras. "Los chicos necesitan personas que les quieran, independientemente de su género u orientación sexual", ha matizado Jill Waterman, psicólogo de la Universidad de California.


Fuente:

Muy Interesante 

31 de mayo de 2011

El inaudito caso del tigre macho que adoptó a dos crías

Un macho que se hace cargo de las crías es algo nunca antes registrado.

Las autoridades medioambientales de India no salen de su asombro después de que descubrieran un tigre macho que se hizo cargo de dos huérfanos en una extremadamente rara muestra de paternalismo.

Las crías, que viven en la reserva de Ranthambore, perdieron a su madre el pasado mes de febrero. Los funcionarios creen que el macho al que conocen por T25 los ha adoptado, según deducen de las fotografías tomadas por cámaras ocultas en la reserva forestal localizada en el norteño estado de Rajastán.

Las imágenes más recientes muestran al macho caminando junto a los pequeños, justo un metro por detrás de ellos.

Según le explicó a la BBC Rajesh Gupta, director de la reserva, los tigres son criados por sus madres y los machos adultos suelen llegar a matar a los que se les acercan. No existen precedentes de un tigre comportándose como T25.

Las crías, que rondan los ocho meses, fueron vistos por primera vez junto a su madre, registrada como T5.

Un funcionario de la reserva Ranthambore le explicó a la BBC que la tigresa murió el 9 de febrero, tras lo cual sus crías han venido siendo seguidas por los responsables.

Como son demasiado jóvenes como para poder cazar, los funcionarios se han encargado de alimentarlos.

"Durante mi visita al parque el lunes, estaba en lo alto de una colina cuando vi una de las crías comiendo una pieza que había sido cazada. Parecen gozar de buena salud", explica Gupta en referencia al hecho de que T25 comparte su comida con ellos.

Las crías son comida

"Es muy inusual. Normalmente las tigresas cuidan de los pequeños mientras el padre es una especie de visitante que va y viene", le dijo a la BBC UM Sahai, responsable de vida animal del estado de Rajastán.

Expertos en el sector afirman que es común que los machos ni siquiera miren a sus hijos. Incluso cuando no está la madre, pueden llegar a verlos simplemente como comida.

Ranthambore, una de las más conocidas reservas para tigres de India, cuenta con unos 40 ejemplares, entre ellos 12 crías.

Según el último censo, en todo el país hay algo más de 1.700 grandes felinos.

El país llegó a tener 100.000 tigres hace cien años, pero el declive de su población ha sido muy fuerte.

Fuente:

BBC Ciencia

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