Un reciente estudio, publicado el 11 de julio de 2019 en “Frontiers in Genetics”, hace una revisión del papel que tendrían los retrovirus endógenos humanos (HERV, por sus siglas en inglés) en el desarrollo de una serie de enfermedades crónicas de causa desconocida, tales como la esclerosis múltiple, la esclerosis lateral amiotrófica, el cáncer y la esquizofrenia.
La revisión de lo que son los HERV nos lleva al fascinante mundo del genoma, del ‘ADN basura’ y de los virus fósiles. Veamos.
El genoma y el "ADN basura"
El
genoma del ser humano está compuesto por 46 cromosomas, 23 provenientes
del padre y 23 de la madre. Estos contienen aproximadamente 20.000 a
25.000 genes, los cuales ejercen su función sintetizando o fabricando
sustancias químicas llamadas proteínas, las cuales actúan a diversos
niveles del organismo. Además, esos genes contienen la información
genética que heredamos de nuestros progenitores, como las
características físicas, intelectuales y la susceptibilidad a las
enfermedades.
Cuando
se descubrió el ADN en los años 50, se pensó que todo el genoma era
funcionante, es decir, capaz de sintetizar proteínas y por tanto afectar
la función del organismo. Sin embargo, en la década del 70, se
descubrió –para la sorpresa de los científicos– que solo el 2% del
genoma podía sintetizar proteínas, y un 8% adicional era de alguna
manera funcionante.
Eso
significa que solo el 10% del genoma es funcionante y un increíble 90%
no lo es. Al desconocerse la función de ese 90% de ADN, aquel material
fue bautizado con el despectivo término de ‘ADN basura’, pensándose que
está compuesto de genes antiguos que han perdido su función, cadenas
repetitivas de ADN cuyo propósito no se entiende, y varios otros
elementos repetibles reconocibles.
Virus fósiles
Lo
fascinante es que en los últimos años se ha descubierto que dentro de
ese ‘ADN basura’ se encuentran miles de pedazos de retrovirus. No son
otra cosa que secuencias incompletas de material genético perteneciente a
retrovirus que fueron adquiridos durante la evolución por los genomas
de nuestros antepasados hace miles o millones de años, y que se han ido
heredando progresivamente a través de los tiempos.
Esos
antiguos retrovirus, bautizados como virus fósiles, fueron descubiertos
en 1981, y son los llamados HERV o retrovirus endógenos humanos, los
cuales están en nuestro genoma desde el momento de la concepción.
En
otras palabras, cuando el espermatozoide del padre fecunda el óvulo de
la madre, además de formar el genoma funcionante –combinando los 23
cromosomas de cada progenitor– forma también el genoma no funcionante o
‘ADN basura’, habiéndose contado –hasta ahora– 450.000 fragmentos en
3.173 secuencias y 39 grupos de retrovirus que se han venido arrastrando
desde el comienzo de los tiempos. Se calcula que el 8% del genoma no
funcionante está compuesto por esos HERV; entonces, se puede decir que
nacemos con un 8% de partículas virales en nuestros genomas.