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27 de noviembre de 2018

China afirma que está creando los primeros bebés editados genéticamente


China ya es oficialmente el salvaje oeste de la ingeniería genética. Si en 2015, cuando un grupo de investigadores chinos anunciaron que habían ‘tocado’ el ADN de un embrión en el laboratorio, los expertos se llevaron las manos a la cabeza. Cuando a principios de 2018 trascendió que llevaban años editando genéticamente a sus ciudadanos, la alarma fue brutal.

La mayor parte de expertos coinciden en que no estamos preparados para hacerlo: aún no sabemos lo suficiente como para asegurar que estos experimentos van a llegar a buen puerto. Pero el gigante asiático no se da por aludido: Según informa AP, un equipo de investigadores chinos dice que los dos primeros bebés editados con CRIPSR acaban de nacer en Shenzhen, a pocos kilómetros de Hong Kong.

Falta confirmación independiente, pero los indicios son claros


Quién hace las declaraciones es el mismo coordinador del proyecto, He Jiankui, según el cual dos mellizas editadas genéticamente nacieron este mes de noviembre. Por ahora ni AP ni ningún medio occidental ha podido confirmarlo de forma independiente, por lo que hemos de recordar el caso de la falsa clonación humana de Hwang Woo-suk y mantener un sano escepticismo.

Sin embargo, sí que tenemos pruebas de que el equipo de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur lleva meses reclutando parejas para esto. A la luz de los documentos que se manejan, el equipo de He Jiankui lleva bastante tiempo haciendo experimentos con fetos de hasta seis meses con la idea de 'inactivar' el gen CCR5 con un enfoque técnicamente sencillo.

Brevísima introducción a CRISPR

Descubierto por el español Francis Mojica en las marismas de Santa Pola, CRISPR es una especie de sistema inmunológico que tienen las células y que en la última década hemos aprendido a usar como un mecanismo para cortar, pegar y modificar material genético.

Gracias a él, las células procariotas podían cambiar partes de su ARN y de ADN de tal forma que incluir ‘trozos’ defensivos frente a los virus que se “alimentan de ellas” (los fagos). Y gracias a él, usando una secuencia de de ARN como guía, podemos inmunizar microorganismos importantes de uso comercial (como el Penicillium roqueforti, responsable del queso roquefort), recuperar especies animales o hacer modificaciones genéticas en personas para erradicar las peores enfermedades hereditarias. Todo, y hasta donde sabemos, de forma barata, sencilla y muy precisa.

Lo que dice haber hecho el equipo chino se trata de lo que se conoce como ‘inactivación genética’ y es la aplicación más simple y eficiente de todas las que conocemos hasta el momento. No obstante, no está exento de polémica porque no se trata de una intervención "médica" (no tratan de curar), estamos ante una intervención de "mejora". Una de las líneas rojas de la investigación genética actual.

La mayoría de expertos (y las grandes instituciones científicas del mundo) consideran que las "intervenciones de mejora" presentan muchos problemas éticos, médicos y sociales. En el caso de intervenciones para curar enfermedades, la gravedad de la enfermedad justifica los riesgos de la intervención. En este caso, justificar esos riesgos es mucho más complejo. Por eso, muy poca gente las considera en estos momentos y están prohibidas en la mayor parte del mundo.

El artículo completo en: Xataka Ciencia

13 de diciembre de 2015

Así juzga el cerebro la dureza de un castigo

¿Qué mecanismos cerebrales influyen en la toma de decisión sobre la severidad que imponemos a un castigo? Este ha sido el eje central de la investigación llevada a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) y que ha sido publicada en la revista Nature Neuroscience.

Para el estudio, los investigadores contaron con la participación de 30 voluntarios (20 hombres y 10 mujeres) con una edad media de 23 años, a los que tomaron imágenes cerebrales durante un proceso de toma de decisión de un castigo. Los participantes escucharon una serie de argumentos y de datos que describían un supuesto crimen donde hubo muerte, mutilación, asalto físico y daños a la propiedad que posteriormente tuvieron que valorar de 0 a 10 según la severidad del castigo. Además, en la mitad de las historias se identificaba el suceso como claramente intencionado y al resto como involuntarios, ofreciendo dos versiones diferentes de cada escenario: la primera, con una descripción objetiva y la segunda con pruebas gráficas.

El análisis de los resultados demostró que la manipulación intencionada del lenguaje para exponer un suceso de una forma más truculenta o exponer imágenes claras de un suceso, conducía a imponer un castigo más severo si el participante en cuestión creía que el incidente había sido claramente intencionado.

Los investigadores descubrieron que la amídgala cerebral, una de las zonas neuronales implicadas en el procesamiento de las emociones, se activaba cuando los voluntarios observaban imágenes con gran crueldad. Sin embargo, este efecto sólo se apreciaba en los escáneres cerebrales cuando el voluntario sabía que había intencionalidad en el acto, evidenciando por primera vez con una base neuronal clara gracias a lo que pudo observarse en la amígdala, que la decisión de imponer un castigo más o menos duro tiene que ver con nuestra percepción de la intencionalidad.

Fuente:

Muy Interesante

1 de julio de 2014

Facebook ‘jugó’ con tus emociones (y cvon las de otras 690 000 personas)

La red social manipuló el contenido que mostraba a sus clientes para medir su respuesta emocional; dijo que el experimento fue para mejorar el servicio y no para generar molestias.

Un mal día lo tenemos todos, ¿pero que Facebook lo empeore a propósito y a tus espaldas?



Los internautas han reaccionado con enojo a la noticia de que investigadores de Facebook manipularon el contenido que se mostraba a algunos usuarios en un intento de medir su respuesta emocional.

Durante una semana a comienzos de 2012, la red social alteró el contenido en el News Feed de casi 690,000 usuarios. A algunas personas se les mostraba un mayor número de mensajes positivos, mientras que a otras se les exponía a publicaciones más negativas.

Los resultados del experimento, realizado por investigadores de Cornell, la Universidad de California, San Francisco y Facebook, se publicaron este mes en la prestigiosa publicación académica Proceedings of the National Academy of Science.

El estudio halló que los usuarios expuestos a más contenido negativo eran ligeramente más proclives a producir publicaciones negativas. Mientras que los usuarios del grupo que recibía más información positiva respondieron con más mensajes optimistas.

Facebook fue así capaz de cambiar el estado emocional de sus usuarios. Aunque los cambios de humor fueron pequeños, los investigadores sostienen que los hallazgos tienen importantes implicaciones, dado el tamaño y la escala de la red social.

Los términos de servicio de Facebook le dan permiso a la compañía para llevar a cabo este tipo de investigación, pero muchos usuarios han reaccionado con indignación ante lo que llaman un experimento social peligroso. No hay evidencia de que los 690,000 individuos fueran consultados primero si les gustaría participar en el estudio.

Facebook utiliza un algoritmo para determinar cuáles de los aproximadamente 1,500 posts disponibles se mostrarán en el News Feed de un usuario. La empresa cambia regularmente este programa para modificar la mezcla de noticias, historias personales y anuncios que ven los usuarios.

El investigador de Facebook que diseñó el experimento, Adam D.I. Kramer, dijo en un post el domingo que la investigación era parte de un esfuerzo para mejorar el servicio, no para molestar a los usuarios. 

“Puedo entender por qué algunas personas tienen sus reservas respecto al estudio, y mis coautores y yo estamos muy apenados por la forma en que el artículo describía la investigación y la ansiedad que causó”, escribió Kramer. “En retrospectiva, los beneficios de la investigación acaso no justificaran toda esa ansiedad”.

Un portavoz de Facebook indicó que la compañía a menudo realiza investigaciones para “mejorar nuestros servicios y para que el contenido que la gente ve en Facebook sea tan relevante y atractivo como sea posible”.

“Consideramos con sumo cuidado el tipo de investigación que hacemos y tenemos un fuerte proceso de revisión interna”, dijo el portavoz en un comunicado. “No hay ningún acopio innecesario de datos de las personas en relación con estas iniciativas de investigación y todos los datos se almacenan de forma segura”. 

Dado que todo se hizo en conformidad con los términos de servicio de la compañía, no parece que Facebook vaya a enfrentar consecuencias legales. Pero la naturaleza del experimento, con 690,000 personas como conejillos de indias, y la decisión de llevarlo a cabo sin el consentimiento expreso de los participantes, plantea cuestiones éticas.

Susan Fiske, la profesora de Princeton que editó la investigación, apuntó que aunque la investigación era “ingeniosa y útil”, la indignación sugiere que tal vez no debió de haberse realizado.

“Yo estaba preocupada [por el experimento]”, dijo a The Atlantic, “hasta que pregunté a los autores y me dijeron que su consejo de revisión institucional lo había aprobado, y al parecer bajo el argumento de que Facebook aparentemente manipula todo el tiempo los News Feeds de las personas... Entiendo la preocupación de la gente. Creo que su queja es con Facebook, no contra la investigación”.

Tomado de:

CNN Expansión

 

13 de junio de 2013

Corte Suprema de EEUU rechaza que se pueda patentar ADN humano


La Corte Suprema de EEUU, la mayor autoridad judicial del país, no permitirá que las compañías patenten genes humanos, una decisión que afectará a los planes de la industria médica y biotecnológica.

Sólo el ADN sintético podría ser patentado.
 
Con esta decisión, que se ha hecho pública este jueves y que los nueve jueces que componen este tribunal han apoyado por unanimidad, la justicia estadounidense resuelve un litigio con la compañía Myriad Genetics Inc., que había reivindicado la propiedad de dos genes relacionados con el cáncer de pecho y de ovarios.
Uno de estos genes 'defectuosos' es el que hizo que la actriz Angelina Jolie tomara recientemente la decisión de someterse a una doble mastectomía para reducir su alto riesgo de sufrir un cáncer de pecho.

El alto tribunal de EEUU considera que el ADN es un producto de la naturaleza. Por ello, aunque una compañía logre aislar o identificar genes no por ello podrá patentarlos.

El tribunal deja abierta la puerta, sin embargo, a que pueda patentarse ADN sintético: "El ADN complementario puede ser patentado porque no ha sido producido de forma natural", Clarence Thomas en el escrito,

Una intensa batalla judicial

El tribunal estadounidense zanja así una intensa batalla judicial contra Myriad, una sociedad de biotecnología que tiene nueve patentes vinculadas a estos dos genes, que aisló durante los años noventa, y sobre las mutaciones hereditarias que hacen que la persona que las porte tenga un alto riesgo de desarrollar un cáncer de pecho o de ovario.

La decisión judicial era muy esperada por los centros de investigación sobre genética, un campo que ha tenido una gran expansión desde que en el año 2000 se lograra secuenciar el genoma humano.

El alto tribunal de EEUU considera que Myriad "ha descubierto un gen importante y necesario, pero los descubrimientos revolucionarios, innovadores y brillantes no son en sí mismos una aplicación".

En virtud de esta resolución judicial, "las leyes de la naturaleza, los fenómenos naturales y las ideas abstractas son herramientas fundamentales para el trabajo científico y tecnológico que no entran en el ámbito de protección de las patentes".

La Corte Suprema sí permitirá que Myriad conserve la patente del ADN de una célula creada artificialmente, pues "no ha sido producido de manera natural". En este caso, "los científicos han creado en el laboratorio algo nuevo", dice el juez Thomas en el escrito.

En su página web, Myriad Genetics se define como una compañía líder en el diagnóstico molecular dedicada al desarrollo y comercialización de test que determinen el riesgo de una persona de sufrir determinadas enfermedades y asesorarles a la hora de tomar una decisión sobre los mejores tratamientos disponibles.
 
Fuente:
 

15 de marzo de 2013

¿La moral laica es mejor que la moral religiosa? (y II)


Tal y como os adelantaba en la anterior entrega de este artículo, a medida que la religión ha ido perdiendo influencia a la hora de inculcar códigos morales, las sociedades se han vuelto más morales (en el sentido de que discuten mejor sus códigos morales, los adaptan más fácilmente a la realidad social y los inculcan con menos presión coactiva).

Sobre este tema profundiza Patricia S. Churchland en su libro El cerebro moral, que inicia narrando una anécdota personal acerca de cómo le explicaron en el colegio lo que era un juicio de Dios:
La idea básica era sencilla: gracias a la intervención de Dios, la inocencia se revelaría por sí sola, ya que el ladrón acusado se hundiría en el fondo del lago, o el adúltero acusado no se quemaría en el poste. (Para las brujas, en cambio, el suplicio era menos “benévolo”: si la mujer acusada de brujería se ahogaba obtenía la presunción de inocencia; si salía a flote, entonces se la consideraba culpable, y por ello la arrastraban hasta una hoguera.) Como disponemos de tiempo, mi amiga y yo diseñamos un plan. Ella me acusaría falsamente de haberle robado el monedero, y luego colocaría mi mano sobre la estufa a ver si se quemaba. Ambas esperábamos que me quemara, y así fue. Por tanto, si el resultado del experimento era tan elocuente, ¿cómo es posible que tantas personas confiaran en el juicio de Dios como sistema para administrar justicia?
En otras palabras: procurar bienestar a una sociedad no puede basarse en una lista tosca e irrevocable de deberes y prohibiciones, sino en una mezcla de sabiduría, buena voluntad, capacidad de negociación, conocimiento histórico y nuevos descubrimientos científicos.
Como la propia Churchland afirma más adelante en El cerebro moral:
Sin duda, teniendo en cuenta los distintos contextos y las diversas culturas, el modo particular en que se articulan dichos valores adoptará diferentes formas y matices, incluso en los casos en los que se compartan las mismas necesidades sociales subyacentes. Según esta hipótesis, los valores son más fundamentales que las normas. Las diversas leyes que rigen la vida social, reforzadas por un sistema de recompensa y castigo, pueden con el tiempo articularse e incluso modificarse tras una larga deliberación, o pueden seguir siendo un conocimiento implícito sobre lo que “nos parece correcto”.
La primera vez que se instauró de forma global e influyente un progreso cognitivo lo suficientemente estable como para adquirir el conocimiento más objetivo sobre la naturaleza, incluido el prójimo, ocurrió aproximadamente en la época de la revolución científica, y aún está en marcha.

Dicha revolución no sólo ha introducido mejoras en el ámbito del conocimiento científico, sino también en el de la tecnología, las instituciones políticas, los valores morales, el arte y todos los aspectos del bienestar humano.

Tal y como explica David Deutsch, profesor visitante en el Departamento de Física Atómica del Centro de Computación Cuántica en el Clarendon Laboratory de la Universidad de Oxford, en su libro El comienzo del infinito, una especie de segunda parte de su influyente La estructura de la realidad:
Hay efectivamente una diferencia objetiva entre una explicación falsa y una explicación verdadera, entre el fracaso crónico a la hora de resolver el problema y la solución del mismo, y también entre el bien y el mal, lo feo y lo hermoso, el sufrimiento y el hecho de poder aliviarlo (o sea, entre el estancamiento y el progreso en el sentido más amplio de la expresión). En este libro sostengo que todo progreso, tanto teórico como práctico, es el resultado de una actividad humana simple: la búsqueda de lo que yo llamo buenas explicaciones. Aunque esta búsqueda es específicamente humana, su efectividad es también un hecho fundamental acerca de la realidad al nivel más impersonal y cósmico, por cuando se ajusta a las leyes universales de la naturaleza, que son, efectivamente, buenas explicaciones.

Fuente:

Xakata Ciencia

¿La moral laica es mejor que la moral religiosa? (I)

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A menudo se suele espantar al pueblo aseverando que sin religión, sin códigos morales inculcados por lo ultraterreno, el ser humano caería en la depravación, el crimen y el “todo vale”. Los códigos morales religiosos, pues, abogan por unos principios indiscutibles de bondad, por unos valores que deben propagarse incluso aplicando la fuerza punitiva.

Dejando a un lado incluso la idea de que los valores son siempre discutibles (podéis leer más al respecto en ¿Se están perdiendo los valores?), lo irónico es que existen pruebas bastante sólidas que indican que los pueblos son morales con independencia de sus creencias religiosas.

A todo esto se suma que los códigos morales religiosos no sólo contienen sentencias profundamente inmorales a la luz de la moralidad contemporánea sino que su inculcación no se basaba tanto en la argumentación racional como en el aplicar dolor, tortura y sufrimiento infinito en quienes incumplieran sus mandatos indiscutibles.


Este divorcio entre cómo entendía la sociedad laica y la sociedad religiosa la compasión hacia el prójimo (aunque el prójimo no cumpla las leyes morales o incluso pertenezca a otro credo religioso), empezó a ser patente a finales del siglo XVIII.

Entonces, ya el abogado inglés William Eden abominaba de los castigos crueles en los criminales. Pero quizá uno de los personajes más influyentes en la época al respecto fue el economista y científico social milanés Cesare Beccaria gracias a su libro de 1764 De los delitos y las penas. Un libro del que bebieron Voltaire, Diderot, Thomas Jefferson y John Adams.

balanza

La tesis central del libro fue que la justicia debería otorgar el máximo de felicidad en el mayor número de personas, y que el castigo sólo era legítimo si se usaba para disuadir a las personas de causar a otras personas más daño del que ellas mismas han sido objeto: “Si se decreta un castigo igual para dos delitos que perjudican a la sociedad en grados distintos, nada disuadirá a los hombres de cometer el más grave tan a menudo como sea posible al gozar de mayores ventajas”.

No se discute aquí si la visión jurídica y moral de Beccaria es científicamente plausible o si se atenía a las evidencias, sino que resultaba irónicamente más compasiva, empática y profunda que los códigos morales articulados hasta el momento, incluidos los de procedencia religiosa.

Tanto es así que el libro de Beccaria fue incluido en el Índice de Libros Prohibidos y criticado por el erudito jurídico y religioso Pierre-François Muyart de Vouglans, tal y como explica Steven Pinker en Los ángeles que llevamos dentro:
Muyart se burlaba de la sensibilidad lacrimógena de Beccaria, lo acusaba de socavar de forma imprudente un sistema que había resistido la prueba del tiempo, y defendía que los castigos duros eran necesarios para contrarrestar la depravación innata del hombre, iniciada con el pecado original. Sin embargo, las ideas de Beccaria salieron victoriosas, y en el espacio de pocas décadas se abolió la tortura punitiva en todos los países occidentales.
En definitiva, hubo un salto moral cualitativo: ya no se consideraba al infractor de la moral como un impío sino como una persona normal que había cometido un desliz o que había sido encaminada a cometerlo. Y lo más importante: este cambio moral e intelectual laico pasó de valorar moralmente las almas a valorar las vidas terrenales:
La doctrina del carácter sagrado del alma suena vagamente a elevación del espíritu, pero en realidad es algo muy maligno. Reduce la vida en la Tierra a sólo una fase temporal por la que pasan las personas, una fracción infinitesimal de su existencia. La muerte se convierte en un mero rito de iniciación, como la pubertad o la crisis de los 40. A la gradual sustitución de vidas por almas como un locus de valor moral ayudó el ascenso del escepticismo y la razón. Nadie puede negar la diferencia entre la vida y la muerte o la existencia del sufrimiento, pero para tener creencias sobre lo que pasa en un alma inmortal tras separarse del cuerpo hace falta adoctrinamiento.
Los datos procedentes de la biología evolutiva, la neurociencia y la genética, además, proponen al ser humano como un ser social que, en condiciones de escasa conflictividad y recursos suficientes para todos, resulta esencialmente moral y justo (e incluso altruista, o egoísta cooperador, como prefiramos denominarlo). Los valores morales son, pues, universales, y no importa si existe religión o no de por medio, sino si procura un contexto social donde se promuevan de una forma fundamentalmente no coactiva. Por ejemplo: ¿Dónde hay más confianza entre las personas? En los lugares donde hay más ingresos y la calle está más limpia o ¿Cuáles son los países con más homicidios del mundo?

De hecho, si los valores morales han progresado es precisamente porque la religión ha ido perdiendo progresivamente prerrogativas a la hora de inculcar sus códigos morales (así como su modo de inculcarlos), tal y como explicaremos en la próxima entrega de este artículo.
Tomado de Xakata Ciencia

29 de enero de 2013

Human Brain Project: supercomputación para simular el cerebro humano


En el día de hoy dos grandes proyectos de investigación han sido seleccionados para ser financiados con los Fondos del Programa Marco de la Comisión Europea. Mil millones de euros financiarán investigaciones relacionadas con el grafeno y otros mil millones de euros intentarán acercarnos al complejo sistema del cerebro humano mediante el desarrollo de un gran simulador que se implemente mediante un supercomputador, un proyecto llamado Human Brain Project.


HBP-videoverview from Human Brain Project on Vimeo.

Human Brain Project es un proyecto que tiene como objetivo desarrollar un simulador del cerebro humano que sea lo más fiel posible a la realidad y con el que los científicos sean capaces de emular todas sus funciones, estudiar su comportamiento o, incluso, estudiar bajo este modelo el desarrollo de enfermedades del cerebro y mejorar el diagnóstico de las mismas o, incluso, simular la aplicación de tratamientos.

La idea, en parte, es similar a otros proyectos como el que anunció la Universidad de Mánchester hace algún tiempo, proyectos en los que se pretende establecer un modelo computacional del cerebro humano o, al menos, de algunas de sus funciones. Precisamente, el alcance del proyecto es lo que marca la gran diferencia puesto que se pretende modelar el cerebro completo apoyándose en la potencia de un supercomputador y, para ello, contarán, además de con los mil millones de euros de financiación, con la colaboración de 87 instituciones, empresas y centros de investigación.

El proyecto será dirigido por la École Polytechnique Fédérale de Lausanne y participarán, entre otros, el Centro de Supercomputación de Barcelona, el Instituto Allen para las Ciencias del Cerebro, SAP, IBM, el Instituto Pasteur de Francia, la Universidad Cornell de Estados Unidos, la Universidad Libre de Berlín, la Universidad de Harvard, la Universidad de Yale, la Universidad de Oxford o el King's College de Londres entre otros.

Teniendo en cuenta el alcance y la magnitud de los socios que colaborarán en su desarrollo, es fácil hacerse a la idea de que el proyecto no será algo sencillo ni tampoco inmediato. Human Brain Project tiene una duración de alrededor de 10 años y, dentro de este tiempo, se articularán los trabajos alrededor de 5 ejes o sub-proyectos que se encargarán del desarrollo de modelos matemáticos y de simulación, desarrollo de software, el desarrollo de la arquitectura del supercomputador y, además, también se dedicarán recursos a una línea vinculada a la ética y la sociedad.

Uno proyecto bastante interesante que, en los próximos años, podría dar bastante que hablar y, quizás, desvelar algunos de los misterios que aún encierra nuestro cerebro.

Fuente:

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26 de enero de 2013

Los peligros de resucitar al neandertal

Los grandes peligros de replicar al neandertal no serían para nosotros, sino para ellos mismo.



La propuesta del genetista de Harvard George Church de resucitar al hombre de neandertal ha corrido como el fuego por la prensa europea. La garra de la idea es que hace volar la fantasía, pero sin ser una pura fantasía en sí misma. Church no es el único científico que considera factible esa proeza tecnológica. Los métodos para secuenciar (leer el orden exacto de las letras químicas del ADN) y sintetizar (escribir esos mismos genes en el laboratorio a partir de productos químicos) es ahora mismo un millón de veces más barato y eficaz que hace solo ocho años; esto supone un ritmo de progreso que supera al de los chips de silicio en varios órdenes de magnitud. Gracias a eso los científicos ya han logrado leer el genoma neandertal a partir de huesos fosilizados. Y algunas de las técnicas necesarias para rematar la faena, como la clonación humana, todavía no existen, pero pocos expertos dudan de que es solo cuestión de tiempo, y no mucho.

Parece ya hora, por tanto, de dejar a un lado el cómo y sentarse a examinar las cuestiones verdaderamente interesantes, como el porqué y el para qué.

Como en las demás cuestiones que afectan a la ciencia básica, no es arriesgado decir que el primer porqué es la curiosidad. Los neandertales se extinguieron hace 30.000 años en Gibraltar. Coexistieron con nuestra especie durante cerca de 10.000, pero todo lo que sabemos de ellos ahora son deducciones basadas en sus restos fósiles y los de sus herramientas, también los de sus secuencias de ADN.

Pero la curiosidad excesiva puede resultar arriesgada. ¿Cuáles son los peligros de resucitar al neandertal? Seguramente eran muy fuertes. También sabemos que eran inteligentes, aunque ignoramos exactamente cuánto. Su capacidad craneal era mayor que la nuestra, pero su cultura, a diferencia de la del homo sapiens, permaneció estancada durante cientos de miles de años. Sobre su atractivo físico solo tenemos un dato: que se cruzaron con nosotros de forma ocasional.

Probablemente, los grandes peligros de resucitar al neandertal no serían para nosotros, sino para ellos mismos. Habrá que decidir si constituyen un precio demasiado alto por resucitar

Fuente:

El País Ciencias 

6 de diciembre de 2012

Es mejor padres inteligentes que padres ricos

Aunque es cierto que los hijos de personas con rentas altas suelen acabar teniendo también importantes ingresos económicos, un estudio publicado en Journal of Political Economy indica que el dinero no lo es todo. Otros factores como la inteligencia, los buenos consejos, la ética en el trabajo o el nivel educativo de los progenitores son más importantes a la hora de determinar el éxito de los hijos.

"Sabemos que hay relación entre los ingresos de los padres y los de los hijos", ha explicado David Sims, autor del estudio y profesor de la Universidad de Brigham Young (EEUU). "Pero se ha prestado menos atención al mecanismo. Queríamos analizar si la relación está asociada al dinero en sí, es decir, a lo que podemos comprar a nuestros hijos, o a otros valores intangibles que se transmiten de padres a hijos".

Para separar estos dos factores, los investigadores seleccionaron padres con similares valores de `capital humano´: inteligencia, nivel educativo, formación profesional especializada, etc. Sin embargo, algunos residían en zonas con alto desarrollo económico y tenían ingresos más altos, mientras que otros eran menos afortunados y vivían en zonas con menos posibilidades por lo que, a pesar del gran potencial en términos de capital humano, tenían rentas más bajas. Si el dinero es lo único que determina el éxito de los hijos, entonces las personas con padres de mayores ingresos deberían cobrar más también.

Sin embargo, los resultados mostraron que no había diferencias entre unos y otros, es decir, que a pesar de las diferencias económicas, los hijos de padres inteligentes, con alto nivel educativo y demás atributos intangibles tenían rentas altas. "Para los hombres de nuestra base de datos, el capital humano transmitido de padres a hijos tiene una gran importancia en la relación intergeneracional de ingresos globales", ha indicado Sims.


Fuente:

24 de septiembre de 2012

Los 4 procesos cerebrales que determinan nuestra moral

Tal y como señala Patricia S. Churchland en su reciente libro El cerebro moral, la hipótesis predominante sobre lo que que determina nuestra moral es una interrelación de distintos procesos cerebrales. A saber:

1. El cuidado o la atención a los demás (enraizado en el apego a nuestros familiares y la preocupación por su bienestar).

2. El reconocimiento de los estados psicológicos de los demás (basado en las ventajas de predecir la conducta de terceros).

3. La resolución de problemas en un contexto social (cómo castigar a malhechores, por ejemplo, o distribuir los bienes cuando son escasos).

4. El aprendizaje de prácticas sociales (mediante un refuerzo positivo y negativo, por imitación, por ensayo y error, por diversos condicionamientos y por analogía).
Obviamente, la biología, la neurociencia o la genética no nos dicen nada acerca de cómo deberíamos actuar en el mundo: sencillamente nos aportan más información fundamentada acerca de cómo se relacionan los cuatro puntos anteriormente descritos.

Y con mayor información, tal vez, el debate sobre lo que deberíamos hacer se enriquezca. Así pues, la ciencia, en general, no dice nada sobre el “debería ser” sino sobre el “es”. La ciencia sólo puede corroborar hechos. De la ciencia no emana la ética. Pero sin ciencia, nuestra ética se basaría exclusivamente en intuiciones un poco más ciegas

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24 de junio de 2012

La eutanasia y el síndrome de encerramiento

Tony Nicklinson sufrió un evento cerebrovascular hace siete años que lo dejó paralizado con síndrome de encerramiento.


Tony Nicklinson

Tony Nicklinson sufrió un evento cerebrovascular hace 7 años que lo dejó con síndrome de encerramiento.

Ahora está pidiendo a la Alta Corte de Justicia de Inglaterra que le permita morir.

En el caso que presentó en la corte, Nicklinson pide que un médico pueda legalmente ayudarlo a morir porque, según dice, vivir 20 años o más en su estado será una "creciente miseria".

Según expresó su abogado ante la corte, Nicklinson quiere que se le permita la eutanasia. Lo que él llama "un remedio".

Pero el gobierno argumenta que un fallo así equivaldría a autorizar un asesinato.

El caso de Tony Nicklinson es distinto de otros casos recientes en Gran Bretaña sobre el derecho a morir que se centran en el suicidio asistido, que son peticiones para ayudar a una persona a suicidarse.

Pero el caso de Nicklinson es una apelación para permitir matar deliberadamente a una persona que así lo está pidiendo, lo cual está estrictamente prohibido en Inglaterra y el resto del Reino Unido.

Pero la parálisis del señor Nicklinson es tan severa que no le permitiría suicidarse y alguien más deberá matarlo. Es eutanasia.

Después de un evento cerebrovascular en 2005 mientras estaba en un viaje de negocios en Atenas, quedó totalmente paralizado pero con todas sus funciones mentales intactas.

Tal como dijo a la BBC el señor Nicklinson, su vida es "una pesadilla viviente" porque no puede hablar ni moverse y depende de que otras personas le hagan todo para vivir.

Sin calidad de vida

Para comunicarse necesita una computadora especial que controla con la mirada.

"Los argumentos legales están bien, pero no deben olvidar que una vida resultará afectada por la decisión que tomen" expresó el señor Nicklinson en un correo electrónico.

"Una decisión en mi contra me condenará a "una vida de creciente miseria".

"Cada día que pasa la vida se vuelve un poco más incómoda y difícil de soportar" le dice a la BBC.

Su familia apoya su petición.

"Papá quiere morir porque simplemente siente que no tiene calidad de vida" dice su hija Lauren, de 24 años.

"Pasó de ser un jugador de rugby activo y extrovertido a alguien que pasa los días sentado en una silla de ruedas frente a la televisión".

Tal como explican los abogados, Nicklinson quiere que un médico pueda terminar su vida legalmente porque de lo contrario cualquier persona que le ayude a morir podría ser acusada de asesinato.

Según Laruen, la gente que conoció la vida de su papá antes del evento cerebrovascular entiende su decisión.

"La relación que una vez tuvimos estaba basada en las actividades que compartíamos, en salir y divertirnos" dice.

"Ahora no podemos hacer nada de eso. Nos une un vínculo muy fuerte pero desde su perspectiva eso ya no es suficiente".

Su abogado, Paul Bowen, dijo ante la corte que "Tony ha tenido casi siete años para contemplar su situación".

"Con los continuos beneficios para la salud y la asistencia social en el siglo 21 su expectativa de vida es normal. Es decir, le quedan otros 20 años o más de vida".

"Él no desea vivir esa vida".

Según el abogado, "el demandante, que ha llegado a la decisión voluntaria, clara, establecida e informada de terminar su vida con dignidad, está demasiado discapacitado para hacerlo".

"La ley actual de suicidio asistido y eutanasia opera para evitar que él adopte los únicos medios por los cuales puede prácticamente terminar su vida, es decir, la asistencia médica".

Durante los próximos días los jueces escucharán argumentos a favor y en contra y se espera que haya un fallo posteriormente.

Fuente:

BBC Ciencia

23 de junio de 2012

Un estudio científico muestra que los ricos presentan un comportamiento social menos ético que los pobres


Un reciente y polémico estudio de la prestigiosa revista PNAS, de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, compara mediante 7 experimentos el comportamiento ético de individuos de clases sociales altas y bajas, ante determinadas circunstancias comunes en la vida diarias. El resultado de esos experimentos mostró que las personas de clase alta son más propensas a quebrantar la ley mientras conducen, a tomar decisiones poco éticas, a apropiarse de objetos de valor que pertenecen a otras personas, a mentir en negociaciones, a hacer trampas para ganar un premio y a mostrar comportamientos poco éticos en el trabajo, que personas de clase baja sometidas a las mismas pruebas. Así que si se os sienta un rico a vuestro lado, ojito con donde ponéis la cartera.

22 de abril de 2012

¿Dónde está la moral en el cerebro humano?

[foto de la noticia]


Al escuchar a Patricia S. Churchland en una de sus conferencias, es fácil olvidar que quién habla es una filósofa, y no una bióloga evolutiva. De hecho, en sus biografías, a esta profesora de la Universidad de San Diego (California), que ha visitado Madrid en un congreso educativo organizado por ACADE, se la define como neurofilósofa, el término que mejor describe su afán por explicar científicamente conceptos tan abstractos como la volundad, las creencias o la moralidad.


Esta última es el eje del libro que el 5 de mayo saldrá en España, 'Cerebro y moral' (Edit. Paidós), donde disecciona la historia humana y las neuronas para encontrar el origen de las normas éticas que hoy rigen nuestras sociedades. También esta obra es el eje de la entrevista que concede a ELMUNDO.es.


Pregunta.– Después de investigar el asunto ¿Dónde ha encontrado el origen de la moral humana?

La neurofilósofa Patricia Churchland, en la sede del congreso de educación de ACADE. | Sergio Enríquez-Nistal

La neurofilósofa Patricia Churchland, en la sede del congreso de educación de ACADE. | Sergio Enríquez-Nistal


Respuesta.– Está en unos impulsos sociales básicos que tienen todos los mamíferos. Tiene que ver con los cuidados de la madre cuando son pequeños y están en muchos animales, y también los humanos. Este es uno de los factores positivos de la sociabilidad. Otro sería que cuando nos enfrentamos a un problema del que no conocemos la solución, hacemos lo posible por encontrarla. Esta capacidad de aprendizaje y la sociabilidad, están detrás de la moral en los mamíferos.


P. – ¿En qué momento de la evolución esa necesidad de cuidado se convirtió en normas?  
R.– No lo sabemos. Pero no cambiamos el comportamiento social en decenas de miles de años. Las prácticas sociales fueron las mismas durante mucho tiempo. Cuando los grupos humanos se hicieron grandes, con la agricultura, se produjo el cambio hacia una elaboración de las normas.


P.– ¿La neurobiología acabará con la filosofía?

R.– Hay muchas cosas que tienen que aprender los filosofos. Si quieren entender la naturaleza del conocimiento, de la capacidad de elección, deben saber de neurobiología. No todos, porque algunos se dedican a la muerte, o a la justicia criminal, pero sí los que quieren saber sobre la mente humana.
"El sistema cerebral necesita cometer errores como parte del aprendizaje"


P. – Usted ha escrito sobre la voluntad de elección ¿existe realmente?

R.– Hay un mecanismo de control en el cerebro muy interesante. Todos los mamíferos tienen esa capacidad de elegir ante los impulsos. Algunas veces falla y son lo que se llaman las actitudes compulsivas, las obsesiones, pero son excepciones.


P.– ¿Aprendemos lo suficiente a manejar ese control?

R.– Hoy contamos con muchos estímulos, muchas estructuras educativas, comerciales, políticas... Son ámbitos en los que aprender y equivocarnos. Los mamíferos nacemos inmaduros porque es algo que nos permite adaptarnos, aprender a vivir en cualquier entorno. Y en ese aprendizaje el sistema de recompensa es fundamental. Así se llega al control.


P.– ¿Cree que somos lo suficientemente tolerantes con los errores ajenos y propios?

R.– No lo somos. A muchos niños los padres y los profesores les reprochan los errores, pero ellos necesitan explorar. Los errores son una oportunidad. El sistema cerebral necesita errores para aprender. Nadie quiere que un niño juegue con una pistola, pero sí deben equivocarse. Cada fracaso y cada éxito envían mensajes al sistema de recompensa del cerebro. Ese sistema genera dopamina, el neurotransmisor del bienestar. Y gracias a él, decidimos y aprendemos. El lado oscuro son las adicciones a sustancias que también generan dopamina y bloquean el sistema de recompensa, impidiéndo que se aprenda de los errores.


P.– ¿Y en el caso de los adultos?

R.– La actitud positiva frente a los errores hay que mantenerla toda la vida, porque el cerebro es flexible. No es un desarrollo tan acelerado como en los primeros seis años, pero existe. El cerebro es lo suficientemente plástico para buscar salida.

Fuente:

29 de febrero de 2012

La gente de clase alta es más propensa a violar las normas

El tío Gilito de Disney caracterizado como el avaricioso míster Scrooge de Dickens.

El tío Gilito (Tío Rico o Rico McPato) de Disney caracterizado como el avaricioso míster Scrooge de Dickens.

Los individuos de clase alta pueden ser más propensos a comportarse de forma poco ética que los de clase baja, según sugiere un estudio recién publicado en la revista científica 'Proceedings of The National Academy of Sciences' (PNAS).

El trabajo ha sido dirigido por Paul K. Piff, del Departamento de Psicología de la Universidad de California en Berkeley. Él y sus colegas llegaron a esta conclusión tras realizar siete experimentos, tanto de campo como de laboratorio, sobre el comportamiento de diversas personas en las mismas circustancias y teniendo en cuenta su estatus social.

Para su estudio, los psicólogos entendieron como individuos de clase alta a aquellos con más riqueza, prestigio profesional y nivel educativo.

En los dos primeros estudios, realizados con observaciones al aire libre, los individuos de clase alta demostraron que tenían más facilidad para saltarse las normas de tráfico en comparación con los individudos observados y que pertenecían a estratos sociales menos elevados.

Después, el equipo de psicólogos de Berkeley desarrolló una serie de experimentos de laboratorio que sirvieron para demostrar, según afirman en su artículo, que las personas de rango social alto fueron más proclives a tomar decisiones poco éticas, coger objetos que no les pertenecían, mentir en una negociación, engañar para aumentar sus posibilidades de llevarse un premio y aprobar comportamientos incorrectos en el trabajo.

Los autores de esta investigación defienden que la avaricia es uno de los motores que llevan a este tipo de conductas asociales. Así, según afirma Paul K. Piff en el artículo publicado en PNAS , uno de los elementos que explica esta tendencia de la gente de rango alto a tener comportamientos menos éticos se debe a que tienen, por el contrario, una actitud más favorable hacia la avaricia.

En sus dos primeros experimentos, realizados en al aire libre el área de San Francisco, las personas consideradas por los investigadores como de rango elevado fueron las que más veces llevaron a cabo dos prácticas poco éticas: cortar el paso a otros conductores en un cruce complicado de cuatro carriles y no ceder el paso a los peatones. Los autores hicieron observaciones reales de lo que ocurría en la ciudad, de modo que estimaron el rango social de los infractores de las normas de tráfico en función del modelo de coche, la vestimenta y la edad del conductor.

En los siguientes estudios de laboratorio sí tomaron como muestra individuos elegidos para el caso, entre estudiantes de la Universidad de Berkeley y adultos seleccionados de todas las partes de Estados Unidos. Los investigadores descubrió que los individuos con posición social alta eran más propensos a engañar, robar, mentir y tomar decisiones poco éticas. Según los psicólogos de Berkeley, esta actitud poco ética ligada a la clase alta es independiente de la edad, el género, la etnia, las creencias religiosas y la orientación política.

Fuente:

El Mundo Ciencia

8 de febrero de 2012

Los soldados podrán manejar armas con la mente

Los avances en la neurociencia podrán ser aprovechados por las fuerzas armadas y en un futuro se podrán conectar armas directamente al cerebro de los soldados y crear fármacos que mejoren el rendimiento de las fuerzas amigas y que aplaquen el de las fuerzas enemigas.

Investigación de neurociencia

Uno de los usos más sofisticados son las tecnologías de interfaz neural.

Estas son algunas de las aplicaciones que según la Royal Society (la Sociedad Real, la Academia de Ciencias del Reino Unido), se esperan lograr gracias al entendimiento que ahora se tiene del cerebro humano.

El informe de la Royal Society sobre los usos de la neurociencia en las fuerzas armadas y el cumplimiento de la ley afirma que "hay dos objetivos principales en la investigación del cerebro: el mejoramiento del rendimiento de nuestras propias fuerzas y el aplacamiento del rendimiento de nuestros enemigos".

El documento, redactado por un grupo de expertos en neurociencia, seguridad, psicología y ética, anticipa, por ejemplo, someter a los individuos durante el proceso de reclutamiento a escáneres cerebrales para elegir a aquéllos con las mejores capacidades según lo requiera la tarea.

"Mientras una persona puede destacarse en la detección de objetivos en un ambiente abarrotado, otro podría sobresalir en la capacidad para tomar decisiones bajo presión", dice el informe.

Hoy en día, estas diferencias entre un individuo y otro pueden detectarse gracias a los avances en la neurociencia, con técnicas de estimulación e imágenes cerebrales.

Y los científicos esperan en el futuro utilizarlas durante el reclutamiento, selección y entrenamiento de los soldados.

Interfaz neural

Pero quizás una de las aplicaciones más sofisticadas de estas nuevas tecnologías será poder "conectar" directamente al cerebro de un soldado sus armas o drones (aviones no tripulados).

Son las llamadas tecnologías de interfaz neural o interfaz cerebro-computadora (BMI, por sus siglas en inglés).

"Debido a que el cerebro humano puede procesar imágenes -como objetivos- mucho más rápido de lo que el individuo puede tener conciencia, un arma conectada a un sistema de interfaz neural podría ofrecer ventajas significativas, en términos de rapidez y precisión, sobre otros métodos de control de sistemas"

Royal Society

Estas máquinas ya se están utilizando con individuos que sufren parálisis o amputación, las cuales permiten a la gente controlar una prótesis o el cursor de una computadora con las señales enviadas por el cerebro.

"Debido a que el cerebro humano puede procesar imágenes -como objetivos- mucho más rápido de lo que el individuo puede tener conciencia, un arma conectada a un sistema de interfaz neural podría ofrecer ventajas significativas, en términos de rapidez y precisión, sobre otros métodos de control de sistemas", afirma el informe.

Los expertos también anticipan el uso de la llamada estimulación transcraneal por corriente directa (tDCS) para mejorar la toma de conciencia de un soldado cuando está en ambiente hostil.

Esta técnica, que utiliza corrientes de energía para estimular zonas específicas del cerebro, ya ha demostrado (en programas de entrenamiento virtuales para tropas estadounidenses) que puede mejorar la capacidad de un soldado para detectar bombas en los caminos, francotiradores y otras amenazas ocultas.

Y también está el uso de la farmacología y su impacto en las funciones del sistema nervioso, un nuevo campo de investigación llamado neurofarmacología.

Esta investigación ya se utiliza para mejorar la prognosis de individuos con trastorno de estrés postraumático (TEPT) y se están llevando a cabo estudios detallados sobre cómo los medicamentos pueden mejorar la alerta, atención y memoria del personal militar.

Se considera, por ejemplo, que la neurofarmacología podría conducir al desarrollo de fármacos que "incapaciten" de forma temporal al enemigo, por ejemplo, haciéndolo dormir.

Regulación

"El entendimiento del cerebro y la conducta humanas, combinados con el desarrollo de fármacos, también pone de manifiesto formas de degradar el rendimiento humano"

Prof. Rod Flower

Aunque la Convención de Armas Químicas prohibe el desarrollo, almacenamiento y uso de armas químicas, incluidas las que causan incapacidad temporal, "hay excepciones -dice la Royal Society- que permitirían la producción y uso de agentes tóxicos para el cumplimiento de la ley, por ejemplo, para controlar disturbios o motines domésticos".

Pero este desarrollo, agrega el documento, no será posible en un futuro inmediato.

Los científicos, sin embargo, están conscientes de que no todos recibirán con agrado los "usos hostiles" de la neurociencia y sus tecnologías.

Por eso, subrayan, junto con estos avances serán necesarias regulaciones claras y firmes y que los gobiernos sean "lo más transparentes posible" cuando investiguen y utilicen estas tecnologías.

"Sabemos que la investigación en neurociencia tiene el potencial de lograr enormes beneficios sociales" expresa el profesor Rod Flower, de la Universidad Queen Mary de Londres, quien dirigió el informe.

"Los investigadores se acercan cada día más al logro de tratamientos efectivos para enfermedades como Parkinson, depresión, esquizofrenia, epilepsia y adicción".

"Sin embargo, el entendimiento del cerebro y la conducta humanas, combinados con el desarrollo de fármacos, también pone de manifiesto formas de degradar el rendimiento humano".

Y agrega que "la aplicación de la investigación de la neurociencia en el desarrollo de tecnologías de mejora y degradación de rendimiento para las fuerzas armadas y la ley, presenta consideraciones éticas significativas".

"Es por eso que éste debe ser un proceso sujeto a revisiones éticas y que sea lo más transparente posible".

Fuente:

BBC Ciencia

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24 de junio de 2011

Desactivar neuronas para interferir en juicios morales

Imaginad una habitación vacía con sólo una caja, una pelota, y un sofá. Tú, un niño de 3 años, y otro de 5, estáis viendo todo lo que ocurre en ella gracias a una cámara oculta. Empieza la acción.

De repente aparece un chico de 12 años, coge la pelota, la mete dentro de la caja, y sale de la habitación. Un minuto después entre un nuevo chico, saca la pelota de la caja, la esconde detrás del sofá, y se marcha. Pasa otro minuto, y regresa el primer chico de 12 años a recoger su pelota. Se para la acción, y el investigador os pregunta: ¿Dónde irá a buscar la pelota; en la caja o detrás del sofá?

Para ti la respuesta es obvia: “En la caja, que es donde inicialmente la dejó”. Si le preguntas al niño de 5 años que vio toda la secuencia contigo contestará lo mismo: “En la caja, porque es donde cree que está”. Pero atención; si le preguntas al niño de 3 años dará una respuesta diferente: “Detrás del sofá”. Lo dirá él, y todos los niños de 3 años o menos. A esa edad, sus cerebros todavía no han desarrollado la capacidad de abstracción necesaria para introducirse en la mente de otras personas e imaginar qué están pensando. Responden que el chico de 12 años irá a buscar la pelota detrás del sofá, porque allí es donde está la pelota. Son incapaces de entender que alguien tiene “falsas creencias”; que alguien tiene en su cabeza una visión del mundo diferente a la suya. Pero algún cambio ocurre en los cerebros de los niños hacia los 4 años de edad, porque a los cinco todos dan la respuesta correcta. Excepto gran parte de autistas.

Existen múltiples versiones de este sorprendente experimento, denominados “false-belief task”. Ésta en concreto nos la explicó la neurocientífica cognitiva del MIT Rebecca Saxe, hace ya un tiempo durante un seminario en Cambridge. Rebecca investiga una capacidad cognitiva llamada Teoría de la Mente. Tener Teoría de la Mente implica poder reflexionar, y ser conscientes de nuestro estado mental interno y el de otros. Es un campo de investigación antiguo, multidisciplinar, que arranca de manera teórica en la filosofía, y del que desde hace poco existen aproximaciones experimentales.

En concreto, Rebecca Saxe utiliza imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) para escanear cerebros de niños de diferentes edades mientras están realizando tareas cognitivas con “tests de falsas creencias”. Y ganó mucho reconocimiento al descubrir algo muy enigmático: en el neocórtex justo detrás de nuestra oreja derecha tenemos una zona del cerebro implicada directamente en la interpretación de los pensamientos internos de otras personas. Es decir; en intentar comprender qué pasa por la mente de alguien que mira un cuadro, nos habla con tono sospechoso, o planea una jugada en el ajedrez. El área se llama Right Temporoparietal Junction (rTPJ), y Rebecca Saxe demostró que se va desarrollando y especializando durante la infancia y adolescencia.

Pero no sólo eso; en personas adultas, la actividad en la rTPJ parece estar correlacionada con una mayor o menor facilidad para interpretar la mente de los demás. Teniendo en cuenta que dicha capacidad de leer la mente de otros está relacionada con los juicios morales que emitimos sobre sus acciones, el equipo de Rebecca Saxe diseñó una serie de experimentos para poner a prueba su hipótesis. Uno de sus ejemplos:

Imagina que estás observando la siguiente situación: Alba y Carmen son dos becarias que investigan en el mismo laboratorio. No se llevan muy bien, pero justo hoy van a tomar café juntas. Alba prepara los cafés. Ella no toma azúcar, y le pregunta a Carmen cuantas cucharadas quiere. “dos”, responde ella. Entonces, al lado del bote de azúcar, Alba distingue otro bote muy parecido pero con un compuesto químico blancuzco y granulado que resulta ser tóxico y provocar fuertes dolores abdominales. A plena conciencia, Alba pone dos cucharadas del producto tóxico en el café de Carmen, y se lo entrega con una malévola sonrisa. Lo que no sabía Alba es que alguien había cambiado el contenido de ambos botes, y en realidad sí le estaba dando azúcar a Carmen. ¿Qué grado de culpa le otorgas a Alba? Para valorarlo –como ya estarás haciendo- deberás fijarte no sólo en el inocente resultado de su acción, sino también en sus maquiavélicos pensamientos.

Imagína ahora esta otra situación: Alba va a buscar el azúcar para Carmen, y le pone dos cucharadas sin saber que alguien había intercambiado el contenido de los botes. Carmen pasa toda la tarde con dolores “por culpa” de Alba. ¿Qué grado de responsabilidad le otorgas a Alba?

Si un niño de 3 años fuera capaz de entender bien toda la situación, te respondería que en el primer caso Alba no tiene ninguna culpa porque no ha pasado nada, y en el segundo toda por darle un tóxico a Carmen. Ni su área rTPJ, ni su capacidad de interpretar la mente de los demás, están desarrolladas todavía. (con autistas, según este artículo reciente, ocurre algo parecido)

Cuando Rebecca Saxe puso adultos bajo el scanner de fMRI mientras les realizaba cuestiones como ésta, encontró una relación significativa entre la actividad de la rTPJ y la proporción de culpa que daban a Alba en las dos situaciones. Claro que todos la acusaban en la primera situación, y la defendían en la segunda, pero cuanta más actividad tenían en la zona rTPJ, más grado de responsabilidad le otorgaban cuando no provocaba un daño pero sí lo quería, y menos cuando causaba un daño por accidente involuntario.

Pero lo más sorprendente, y por lo que escribo esto hoy: Ayer me enviaron un artículo de Liane Young, una investigadora del grupo de Saxe, que ha conseguido alterar la opinión de la gente sobre la actitud de Alba desactivando la rTPJ con Estimulación Magnética Transcraneal (TMS). El título del paper de PNAS lo dice todo: “Disruption of the right temporoparietal junction with transcranial magnetic stimulation reduces the role of beliefs in moral judgments” (Distorsión del rTPJ con TMS reduce el rol de las creencias en los juicios morales).

La estimulación magnética puede servir para activar o desactivar áreas específicas del cerebro. De la manera que la aplica Liane Young, bloquea específicamente el área implicada en leer la mente de las personas, mientras les planteaba la situación de Alba y Carmen. Resultado: los participantes en el estudio modificaban significativamente sus juicios sobre el grado de culpa de Alba. No llegaban a invertirlo, faltaría más, pero sí había diferencias significativas y solían dar más valor al resultado final de la acción, y menos a la intención oculta de Alba. Impresionante. Como concluye el artículo, podemos manipular el cerebro para disminuir nuestra capacidad de utilizar estados mentales en la elaboración de juicios morales.

Cierto que suena muy reduccionista. No necesariamente lo es. Depende de cómo interpretemos los datos. Que nuestros pensamientos son en última instancia fruto de la actividad del cerebro está fuera de toda duda, y esta es la correlación observada. Pero Saxe y Young reconocen que los cambios son pequeños en la escala de juicios morales. Les resulta interesantísimo para investigar el procesamiento mental de los autistas, para ir comprendiendo un poquito mejor el funcionamiento de nuestro cerebro, y quien sabe, quizás para extraer algunas enseñanzas.

Tomado de:

Apuntes Científicos

2 de noviembre de 2010

¿Debemos borrar nuestros recuerdos?

Algunas investigaciones están dirigidas a borrar químicamente los recuerdos.

Algunas investigaciones han planteado que nuestros recuerdos no son tan indelebles como pensamos.

Si se pudieran borrar químicamente -por ejemplo los traumas de una guerra- ¿sería correcto? ¿o sería borrar nuestra historia?

clic ¿Usted qué opina? ¡Participe en el debate!

A favor

Anders Sandberg

"Borrar recuerdos traumáticos puede mejorar el bienestar humano".

Anders Sandberg, neurocientífico computacional del Instituto sobre el Futuro de la Humanidad, de la Universidad de Oxford.

"Hay un fuerte argumento moral para debilitar las asociaciones vinculadas al miedo: mejorar el bienestar humano.

Tener recuerdos fidedignos y precisos puede ser bueno para la identidad de una persona y para su habilidad de actuar moralmente.

Quizás incluso sea una obligación moral, como en el caso de ser testigo de un incidente o de ser un líder político responsable.

Pero creo que estos elementos son mucho menos importantes que la oportunidad de vivir una vida saludable.

El trastorno por estrés post traumático (TPET) puede llegar a ser una condición profúndamente inhabilitadora así que borrar de la memoria lo negativo o los recuerdos que producen miedo puede ser moralmente aceptable si el procedimiento permite que la persona viva una vida plena.

No estoy diciendo que la eliminación de recuerdos debe ser tomada a la ligera. Pero nuestra memoria es imperfecta, parcial y en muchos casos inventada.

Entonces quizás no deberíamos verlo como algo completamente distinto al proceso de selección de recuerdos que hacemos naturalmente todos los días".

En Contra

Emily Holmes

"A veces es horrible no poder recordar lo que pasó, aunque sea un mal recuerdo"

Emily Holmes, neuropsicóloga clínica, de la Universidad de Oxford.

"Los traumas son horribles y espantosos, pero lamentablemente son parte de nuestra vida.

Tenemos que recordar que mucha gente supera los traumas sin llegar a sufrir TPET.

Esto sugiere que es posible evitar el desarrollo de ese trastorno y que tenemos que aprender a sobrevivir sin que los recuerdos dolorosos nos afecten de una manera patológica.

La idea de que uno puede "borrarse la memoria" puede sonar atractiva, pero no creo que eso funcione.

Un ejemplo de que borrar un trauma no ayuda necesariamente al paciente es el caso de una violación bajo los efectos de una droga como el Flunitrazepam.

Las personas que han sido violadas luego de ingerir un sedante no pueden recordar lo que pasó.

Ese olvido puede generar consecuencias desastrosas. Es horrible no saber qué pasó porque tu mente inventa o intenta completar esos vacíos de la memoria y eso puede ser aún peor.

Nadie que haya sufrido un trauma -o que trabaja con afectados- quisiera que el incidente hubiese ocurrido.

Pero en terapias con buenos resultados, cuando el paciente vuelve a sentirse bien, no pide que le borren sus recuerdos.

Ellos entienden que es importante conocer la historia personal y recordar lo que te ha ocurrido en la vida.

Pongámonos en el caso de los veteranos de la Primera Guerra Mundial. Fue una época terrible. Pero ellos ¿optarían por borrar completamente esos tres años de su vida?

Creo que alguien que está enfermo podría decir que preferiría borrar esos malos recuerdos. Pero una vez que se ha recuperado, dudo que quiera que desaparezca el rol que esa memoria juega en su vida".

clic Opine: ¿le gustaría borrar algunos recuerdos?

Fuente:

BBC Ciencia
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