Rizomas tostados hallados en Lebombo (Sudáfrica) muestran cómo los 'sapiens' cocinaban vegetales que les ayudaron en su expansión.
El hallazgo de una serie de tallos tostados prueba que los humanos ya
cocinaban plantas hace al menos 170.000 años. Las muestras serían
rizomas o tubérculos de una especie de patata. Aunque se pueden comer
crudos, multiplican su aporte nutricional una vez cocinados. Para las
autoras del descubrimiento, los restos chamuscados de la fotografía
debieron ser parte fundamental del desarrollo de la dieta humana y de la
propia evolución de la especie.
"Se trata de las partes subterráneas de plantas comestibles más
antiguas halladas en el mundo", afirma la investigadora del Instituto de
Estudios de la Evolución de la Universidad de Witwatersrand
(Johannesburgo, Sudáfrica) y principal autora de la investigación, Lyn Wadley.
La observación al microscopio y su comparación con varias especies
actuales ha permitido a Wadley y sus colegas determinar que 55 de las
muestras analizadas serían rizomas de Hypoxis angustifolia,
planta que pertenece al género de las patatas africanas. "Aún se comen
hoy en muchas zonas rurales de África cocinándolas sobre las ascuas de
una hoguera", añade. De hecho, los restos encontrados en una cueva de la
cordillera de Lebombo, en el nordeste de Sudáfrica, estaban entre las
cenizas de un fuego.
Gracias a varias técnicas de datación y a su posición en el estrato,
las autoras del estudio estiman que los tallos fueron asados hace unos
170.000 años, con un margen de error de unos pocos miles de años. "Se
han hallado semillas aún más antiguas en otros yacimientos", aclara Wadley. "Pero la relevancia de los rizomas de Hypoxis es que son ricos en almidón (como las patatas) y altamente nutritivos", añade la veterana arqueóloga.
El almidón es el carbohidrato de reserva de la mayoría de los
vegetales y en el intestino humano tiene un papel que resulta vital.
Como recuerda la investigadora sudafricana, la carne de caza africana es
muy magra y escasa en grasas, en especial en la temporada seca. "Las
proteínas de la carne magra no pueden ser metabolizadas por los humanos
si no intervienen los carbohidratos o las grasas", dice. Así que la
incorporación de los azúcares de los rizomas de H. angustifolia habría permitido a los primeros Homo sapiens procesar las proteínas y obtener una dieta más equilibrada.
Lyn apunta un detalle en apariencia menor: "Una vez cocinados, son
más fáciles de pelar y la fibra se descompone, haciendo que los rizomas
sean más digeribles. Esos beneficios debieron ser relevantes para los
mayores del grupo y para los más pequeños". Sobre este hecho argumenta:
"Al ser los miembros más vulnerables, no formarían parte de las salidas a
recolectar, debiendo esperar en la cueva. El hecho de que la comida
fuera transportada hasta el hogar y luego cocinada aporta información
extra sobre la conducta social y cómo compartían hace 170.000 años".
Las autoras de la investigación, publicada en Science,
aportan otro elemento en sus conclusiones. Los humanos necesitan un
mínimo de 100 gramos de carbohidratos al día para que su órgano
estrella, el cerebro, funcione de forma óptima. Con estos rizomas
podrían cubrir sus necesidades. "Por los huesos de animales que hemos
encontrado, sabemos que los habitantes de la cueva también comían
carne", comenta Lyn y añade: "Los Homo sapiens tienen cerebros
grandes y exigentes [en energía], pero intestinos pequeños (comparados
con homininos anteriores). La única manera de mantener esta relación era
que comieran comida de gran calidad". Lyn también recuerda que la Hypoxis angustifolia se da en casi toda África, así que bien pudo ser un sostén en la expansión humana por el continente y más allá.
Con información de: El País (España)
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6 de enero de 2020
4 de diciembre de 2019
El muchacho que quedó casi ciego por comer solo papas fritas
¿No te quieres comer las verduras? Dejame que te cuente una historia, pero debo advertirte que es una terrible y real historia....
Un joven británico de 17 años sufrió una
irreparable pérdida de la visión
por llevar una dieta basada en papas fritas.
Desde que dejó la escuela primaria, el adolescente había estado comiendo
solo papas fritas, Pringles y pan blanco,
además de
ocasional
mente algo
de jamón o salchicha.
Las pruebas realizadas por médicos de
Bristol, en el suroeste de Inglaterra, revelaron que el joven tenía
graves deficiencias de vitaminas y daños por desnutrición.
El adolescente, que no puede ser identificado, visitó a su médico de cabecera a los 14 años porque se sentía cansado y mal.
En ese momento le diagnosticaron
deficiencia de vitamina B12
y le recetaron suplementos dietarios, pero no siguió con el tratamiento ni mejoró su mala dieta.
Tres años más tarde, fue llevado al Hospital Bristol Eye debido a la pérdida progresiva de la vista, informa la revista médica
Annals of Internal Medicine
, del Colegio de Médicos estadounidense.
"Su dieta era esencialmente una porción de
papas fritas de un restaurante de comida rápida y papas fritas de
paquete todos los días. También solía comer Pringles y algunas veces
rebanadas de pan blanco y ocasionalmente jamón.
No comía ninguna fruta y verdura
", describió la doctora Denize Atan, quien lo atendió en el hospital.
El joven no tenía sobrepeso o bajo peso, pero estaba
gravemente desnutrido.
"Había perdido minerales de sus huesos, lo cual es realmente impactante para una persona de su edad".
En cuanto a su pérdida de visión, cumplió con todos los criterios para considerarlo ciego.
Atan dijo que, afortunadamente, casos como este son poco comunes, pero
advirtió a los padres que deben ser conscientes del potencial daño que puede causar la alimentación selectiva
y tienen que buscar ayuda de expertos.
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12 de octubre de 2018
Agricultor cusqueño mantiene vigentes más de 300 variedades de papa
Agricultor cusqueño Manuel Choque gana premio Summum a mejor productor
por mantener vigente el cultivo de numerosas variedades antiguas de papa
nativa.
Para Manuel Choque todo comenzó como un pasatiempo. En la parcela familiar se sembraba papa. En cada feria agropecuaria que iba veía distintas variedades de este tubérculo y sentía curiosidad por experimentar con ellas en la tierra de su padre.
350 variedades de papa nativa cultiva y comercia Manuel Choque.
Fuente: Agencia Andina (Perú)
Para Manuel Choque todo comenzó como un pasatiempo. En la parcela familiar se sembraba papa. En cada feria agropecuaria que iba veía distintas variedades de este tubérculo y sentía curiosidad por experimentar con ellas en la tierra de su padre.
Empezó con 15 tipos de papa. Hoy, los Choque cultivan más de 20 veces ese número de variedades.
Esa
pasión le ha valido a este agricultor lograr el premio gastronómico
Summum como “Mejor productor del año”. Sin embargo, el camino para
llegar a este reconocimiento no ha sido fácil.
El agricultor contó a la Agencia de Noticias Andina que tuvo que bregar mucho para conseguir un nicho del mercado y volver rentable su afición.
Cultura viva
Choque
explicó que cada comunidad andina ha adaptado el tubérculo a las
condiciones particulares de su terreno. Por ello, afirma, existen tantos
tipos de papa.
El especialista refiere que
estos saberes provienen de la época prehispánica. No obstante,
manifiesta que prevalece en la actualidad un prejuicio hacia estas papas
llamadas nativas.
Narró que es difícil
comerciar los distintos tipos de papa cuando solo son conocidos en su
zona de producción. Incluso, cuenta que en algún momento tuvo que
sacrificar una cosecha de 30 toneladas y la dio como forraje para
animales, pues nadie le compraba.
Eso cambió
hace un par de años, cuando descubrió un filón para colocar su
producción: los hoteles y restaurantes para turistas de la ciudad de
Cusco.
Moderno y tradicional
Choque
refiere que estudió Agronomía en la universidad, para luego trabajar en
el Instituto Nacional de Innovación Agraria y en el Centro
Internacional de la Papa.
Allí aprendió
técnicas de mejoramiento genético. Una de sus metas es romper el mito de
la pobreza en nutrientes del tubérculo andino.
De
acuerdo con Choque, en los terrenos de su familia emplean tecnología
moderna, pero también se respetan las tradiciones ancestrales, como el
pago a la tierra. Asimismo, echan mano de técnicas tradicionales aún
vigentes.
Fuente: Agencia Andina (Perú)
27 de agosto de 2018
¿Podríamos sobrevivir comiendo únicamente papas?
Si habéis visto como yo, la famosa película “The Martian” (En España simplemente Marte)
recordaréis que el protagonista, un astronauta llamado Mark Watney
(interpretado por Matt Damon) logra sobrevivir solo y abandonado en el
planeta rojo, con el único sustento de unas patatas que él mismo cultivó.
Cierto, hablamos de una obra de ficción, pero lo cierto es que no resulta descabellado del todo emplear el suelo marciano para cultivar alimentos. De hecho, al menos un simulacro de suelo marciano con el que ha trabajado la NASA demostró ser lo suficientemente bueno como para cultivar lechugas.
Pero vamos al asunto clave. ¿Podría una persona sobrevivir únicamente a base de patatas? Sabemos bien los desastres que la ausencia de este tubérculo puede suponer en economías agrarias poco diversificadas. La historia de la gran hambruna irlandesa a mediados del sigo XIX y sus dos millones de muertos está ahí para quien quiera consultarla, pero lo cierto es que los irlandeses comían (al menos aquellos que podían) algo más que patatas, luego no es el ejemplo perfecto si lo que buscamos es respuestas.
Pese a la demonización popular que sufre este alimento, un icono de los “supuestamente perniciosos” hidratos de carbono, en 2016, Andrew Taylor sobrevivió comiendo únicamente patatas, y por lo que puedo leer sus analíticas trimestrales resultaron del todo normales.
Técnicamente, la patata blanca tradicional contiene todos los aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo necesita para construir proteínas, reparar las células y combatir las enfermedades. Y comer cinco patatas al día bastarían para mantenerse. Sin embargo, si uno intenta sobrevivir de forma sostenida alimentándose únicamente de patata blanca, en última instancia acabarían por aparecer déficits de algunas vitaminas y minerales.
Pero si hacemos un juego de palabras y añadimos a la dieta otro tipo de tubérculo al que se conoce como patata dulce (pese a que la Ipomoea batatas no es taxonómicamente una patata, sino su pariente la batata) entonces se incrementa la probabilidad de que un consumidor de “patatas” obtenga su dosis diaria recomendable de vitamina E y especialmente de vitamina A (la sustancia por la que tu madre te obligaba a comer zanahorias de crío para ver mejor).
Puede que la dieta a base de patata blanca y patata dulce fuera aburrida, pero siguiéndola al menos te asegurarías de esquivar esa horrible enfermedad que afectaba a los marinos por falta de vitamina C: el escorbuto.
En fin, a la espera de que los expertos en nutrición de Naukas me corrijan, la respuesta al titular de este post (con la triquiñuela de la batata incluida) debería entonces ser un “sí”.
Fuente:
Mailkenais Blog
Cierto, hablamos de una obra de ficción, pero lo cierto es que no resulta descabellado del todo emplear el suelo marciano para cultivar alimentos. De hecho, al menos un simulacro de suelo marciano con el que ha trabajado la NASA demostró ser lo suficientemente bueno como para cultivar lechugas.
Pero vamos al asunto clave. ¿Podría una persona sobrevivir únicamente a base de patatas? Sabemos bien los desastres que la ausencia de este tubérculo puede suponer en economías agrarias poco diversificadas. La historia de la gran hambruna irlandesa a mediados del sigo XIX y sus dos millones de muertos está ahí para quien quiera consultarla, pero lo cierto es que los irlandeses comían (al menos aquellos que podían) algo más que patatas, luego no es el ejemplo perfecto si lo que buscamos es respuestas.
Pese a la demonización popular que sufre este alimento, un icono de los “supuestamente perniciosos” hidratos de carbono, en 2016, Andrew Taylor sobrevivió comiendo únicamente patatas, y por lo que puedo leer sus analíticas trimestrales resultaron del todo normales.
Técnicamente, la patata blanca tradicional contiene todos los aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo necesita para construir proteínas, reparar las células y combatir las enfermedades. Y comer cinco patatas al día bastarían para mantenerse. Sin embargo, si uno intenta sobrevivir de forma sostenida alimentándose únicamente de patata blanca, en última instancia acabarían por aparecer déficits de algunas vitaminas y minerales.
Pero si hacemos un juego de palabras y añadimos a la dieta otro tipo de tubérculo al que se conoce como patata dulce (pese a que la Ipomoea batatas no es taxonómicamente una patata, sino su pariente la batata) entonces se incrementa la probabilidad de que un consumidor de “patatas” obtenga su dosis diaria recomendable de vitamina E y especialmente de vitamina A (la sustancia por la que tu madre te obligaba a comer zanahorias de crío para ver mejor).
Puede que la dieta a base de patata blanca y patata dulce fuera aburrida, pero siguiéndola al menos te asegurarías de esquivar esa horrible enfermedad que afectaba a los marinos por falta de vitamina C: el escorbuto.
En fin, a la espera de que los expertos en nutrición de Naukas me corrijan, la respuesta al titular de este post (con la triquiñuela de la batata incluida) debería entonces ser un “sí”.
Fuente:
Mailkenais Blog
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17 de abril de 2017
Los doce botánicos rusos que murieron de hambre para proteger el mayor banco de frutas y semillas del mundo
Durante el sitio de Leningrado ntre 600.000 y 1.200.000 de personas murieron por las balas, el
hambre, el frío y la oscuridad en uno de las peores batallas de la
segunda guerra mundial. Entre ellos, doce botánicos soviéticos que murieron de hambre mientras defendían toneladas de frutas, raíces y granos: el mayor banco de semillas del mundo.
Si tenemos que buscar otra escena clave para esta historia, tenemos que irnos a finales de verano de 1941. Es mucho menos dramática: Abraham Kameraz y Olga Voskresenskaia cosechan patatas a toda velocidad.
En aquellos días, la Estación Experimental Pavlovsk tenía aproximadamente 6.000 variedades de patatas. Y en cuestión de días, la Guerra estaba a punto de llegar a aquel pequeño pueblo a 45 kilómetros de Leningrado.
Cuando comenzó el sitio de Leningrado, las autoridades soviéticas evacuaron las obras de arte del Hermitage, pero no evacuaron las semillas, raíces y frutas de Pavlovsk. Así que los científicos de la estación recogieron todas los tubérculos, frutos y semillas que pudieron y las almacenaron en un sótano cerca de Leningrado.
El invierno de 1941-42 fue especialmente duro. No solo meteorológicamente hablando, sino que, con todos los accesos a la ciudad cortados, ni la comida, ni el carbón, ni los medicamentos podían llegar a Leningrado. Y las bombas no paraban de caer.
Sin comida, cualquier cosa se convertía en alimento: perros, gatos, ratas o palomas. Según Michael Jones, en enero el canibalismo invadió la ciudad. 1.400 personas fueron arrestadas por este delito y más de 300 fueron ejecutadas.
Lo sabían muy pocas personas, pero en los sótanos de la plaza de San Isaac se guardaban más de 187.000 variedades de frutas y vegetales. Allí, en armarios y cajas hay más de mil tipos de fresas, 900 tipos de grosellas, 600 tipos de manzanas, cientos cerezas, ciruelas, frambuesas y muchas otras frutas y tubérculos.
La estación de Pavlovsk parecía maldita y abocada a su desaparición. Poco más de un año antes, su director y fundador Nicolai Vavilov, uno de los genetistas y botánicos más importantes de la primera mitad del siglo XX, había sido mandado a la cárcel de Saratov. Allí moriría, también de hambre, un par de años después.
¿Su delito? Creer que la genética era cierta. Vavilov era una leyenda, había recorrido medio mundo y había entendido como nadie la importancia de la diversidad y la hibridación para la agricultura. En 1926, el mismo año en que fundó la estación experimental de Pavlovsk, recibió el premio Lenin, el "nobel" de la Unión Soviética.
Pero a finales de los años 30, Lysenko llegó al poder. Lysenko defendía una biología a medio camino entre el lamarkismo y el diamat. Entre 1934 y 1940, la camarilla lysenkoista con el apoyo de Stalin purgó toda la biología soviética. Vavilov era, en aquel momento, presidente de la Academia de Agricultura.
Pero el trabajo que realizó antes de su muerte, es francamente prodigioso. Y allí, protegiendo su trabajo, doce personas se dejaron consumir hasta la muerte. El encargado de las especies de arroz murió de hambre rodeado de sacos de arroz y Kamerz y Voskrensenskaia murieron protegiendo sus patatas.
¿Y pór qué se dejaron morir de hambre?, ¿estaban locos?
Supongo que esa es la pregunta que todos nos hacemos. De hecho, fue la pregunta que Cary Fowler realizó en 1985 mientras visitaba la estación experimental. Y allí mismo, una estudiante de Vavilov ya anciana le explicó que los investigadores comprendían que esas colecciones eran esenciales para restablecer la agricultura después de la guerra.
El sitio de Leningrado se demoró 872 días, pero la guerra fueron seis larguísimos años donde las tierras, las semillas y las prácticas tradicionales quedaron pulverizados. Sin esas semillas, la posguerra hubiera sido terriblemente más dura. Aunque a veces las ecuaciones no nos dejan ver el bosque, ese es el verdadero objetivo de la ciencia. Y para recordarlo, nunca está de más acordarnos de los héroes de Pavlovsk.
Fuente:
Xakata Ciencia
Si tenemos que buscar otra escena clave para esta historia, tenemos que irnos a finales de verano de 1941. Es mucho menos dramática: Abraham Kameraz y Olga Voskresenskaia cosechan patatas a toda velocidad.
En aquellos días, la Estación Experimental Pavlovsk tenía aproximadamente 6.000 variedades de patatas. Y en cuestión de días, la Guerra estaba a punto de llegar a aquel pequeño pueblo a 45 kilómetros de Leningrado.
Cuando comenzó el sitio de Leningrado, las autoridades soviéticas evacuaron las obras de arte del Hermitage, pero no evacuaron las semillas, raíces y frutas de Pavlovsk. Así que los científicos de la estación recogieron todas los tubérculos, frutos y semillas que pudieron y las almacenaron en un sótano cerca de Leningrado.
El invierno de 1941-42 fue especialmente duro. No solo meteorológicamente hablando, sino que, con todos los accesos a la ciudad cortados, ni la comida, ni el carbón, ni los medicamentos podían llegar a Leningrado. Y las bombas no paraban de caer.
Sin comida, cualquier cosa se convertía en alimento: perros, gatos, ratas o palomas. Según Michael Jones, en enero el canibalismo invadió la ciudad. 1.400 personas fueron arrestadas por este delito y más de 300 fueron ejecutadas.
Lo sabían muy pocas personas, pero en los sótanos de la plaza de San Isaac se guardaban más de 187.000 variedades de frutas y vegetales. Allí, en armarios y cajas hay más de mil tipos de fresas, 900 tipos de grosellas, 600 tipos de manzanas, cientos cerezas, ciruelas, frambuesas y muchas otras frutas y tubérculos.
La estación de Pavlovsk parecía maldita y abocada a su desaparición. Poco más de un año antes, su director y fundador Nicolai Vavilov, uno de los genetistas y botánicos más importantes de la primera mitad del siglo XX, había sido mandado a la cárcel de Saratov. Allí moriría, también de hambre, un par de años después.
¿Su delito? Creer que la genética era cierta. Vavilov era una leyenda, había recorrido medio mundo y había entendido como nadie la importancia de la diversidad y la hibridación para la agricultura. En 1926, el mismo año en que fundó la estación experimental de Pavlovsk, recibió el premio Lenin, el "nobel" de la Unión Soviética.
Pero a finales de los años 30, Lysenko llegó al poder. Lysenko defendía una biología a medio camino entre el lamarkismo y el diamat. Entre 1934 y 1940, la camarilla lysenkoista con el apoyo de Stalin purgó toda la biología soviética. Vavilov era, en aquel momento, presidente de la Academia de Agricultura.
Pero el trabajo que realizó antes de su muerte, es francamente prodigioso. Y allí, protegiendo su trabajo, doce personas se dejaron consumir hasta la muerte. El encargado de las especies de arroz murió de hambre rodeado de sacos de arroz y Kamerz y Voskrensenskaia murieron protegiendo sus patatas.
¿Y pór qué se dejaron morir de hambre?, ¿estaban locos?
Supongo que esa es la pregunta que todos nos hacemos. De hecho, fue la pregunta que Cary Fowler realizó en 1985 mientras visitaba la estación experimental. Y allí mismo, una estudiante de Vavilov ya anciana le explicó que los investigadores comprendían que esas colecciones eran esenciales para restablecer la agricultura después de la guerra.
El sitio de Leningrado se demoró 872 días, pero la guerra fueron seis larguísimos años donde las tierras, las semillas y las prácticas tradicionales quedaron pulverizados. Sin esas semillas, la posguerra hubiera sido terriblemente más dura. Aunque a veces las ecuaciones no nos dejan ver el bosque, ese es el verdadero objetivo de la ciencia. Y para recordarlo, nunca está de más acordarnos de los héroes de Pavlovsk.
Fuente:
Xakata Ciencia
28 de marzo de 2013
Las papas y su conservación
Es imperdonable que a estas alturas aún no hayamos dedicado un sólo
artículo de este blog a uno de los principales protagonistas de la
cocina europea, y que también está presente en los platos de muchas
otras regiones del planeta: la patata. Hay tantas cosas que decir
sobre este tubérculo, que podríamos dedicarle un blog en exclusiva,
pero por el momento trataremos solamente algunas cuestiones que espero
te resulten de interés. Empezaremos por hablar de cuál es la mejor forma
de almacenar las patatas en casa, algo que puede parecer una simpleza,
pero que va a determinar, entre otras cosas, su vida útil y sus
características organolépticas (aspecto, olor, sabor, textura) y que
incluso podría afectar negativamente a tu salud. Como siempre,
comencemos por el principio...
¿Qué es la patata?
Planta de la patata (Solanum tuberosum L. para los amigos). (Fuente) |
Condiciones de conservación
Después de su recolección, la patata es un órgano aún vivo, lo que significa que en él siguen desarrollándose procesos metabólicos y fisiológicos (respiración, transpiración, etc.), aunque estos transcurren muy lentamente debido al estado de dormición del que hablábamos antes. Dicho estado, que está regulado por hormonas que produce la propia patata, depende tanto de factores intrínsecos (variedad, factores genéticos, etc.), como de factores ambientales (humedad, temperatura, etc.). Como puedes imaginar, lo que nos interesa a la hora de almacenar las patatas es que permanezcan en ese estado de latencia durante el mayor tiempo posible. Para ello, lo que podemos hacer en casa es controlar las condiciones de almacenamiento (en la medida de lo posible, claro está), de modo que si estas son favorables, la patata puede conservarse en buen estado entre 7 y 9 meses (eso sí, podría sufrir ciertas pérdidas de peso y un deterioro más o menos acusado de sus características organolépticas). ¿Cuáles deben ser esas condiciones? Quizá sepas ya que las patatas deben almacenarse en un lugar fresco, oscuro, húmedo y relativamente ventilado. Pero, como suele suceder, lo interesante no es la respuesta en sí misma, sino su explicación. Así que veamos a qué se deben estas recomendaciones...Recomendaciones de conservación que aparecen en una bolsa de patatas. Patatas Sabrosona, Julián Sanz e Hijos, S.A. Oviedo, España. |
Temperatura
Lo ideal sería almacenar las patatas a una temperatura de entre 7 ºC y 10 ºC, valores que no siempre son fáciles de conseguir en una vivienda... Pero, ¿por qué esa temperatura y no otra? Como puedes deducir, valores de temperatura más elevados, como los que suele haber en una vivienda (normalmente entre 18 ºC y 24 ºC), estimulan y aceleran el desarrollo de algunos procesos metabólicos y fisiológicos, de modo que:- provocan un aumento la transpiración, es decir, las células pierden más agua. En las células vegetales, como las de la patata, existen unos orgánulos de gran tamaño, llamados vacuolas, en los que se almacena agua que, entre otras cosas, mantiene cierta presión hidrostática interna, dando turgencia a las células y aumentando su tamaño. Así, al aumentar la transpiración y perderse este agua, las células pierden turgencia y encogen. Esto se traduce en una serie de cambios indeseables en la patata, que sufre una pérdida de peso, una reducción de tamaño, adquiere una textura blanda y gomosa y su piel se arruga, siendo difícil de pelar.
En este diagrama puedes ver dos células vegetales. La de la izquierda está turgente debido al agua almacenada en su vacuola. La de la derecha ha perdido agua por efecto de la transpiración, por lo que su vacuola se ha reducido de tamaño, afectando a la turgencia y el tamaño de la célula. (Fuente) |
- provocan un aumento de la respiración. Este proceso consiste en captar oxígeno que se emplea en oxidar ciertos compuestos, como almidón y azúcares, para obtener energía. Como resultado, se libera dióxido de carbono y se produce un aumento de la temperatura y una reducción de peso y de tamaño. Si la tasa de respiración es demasiado elevada, puede haber problemas de suboxidación, es decir, un aporte deficiente de oxígeno provoca la muerte de las células centrales del tubérculo, que se necrosan, dando una coloración negra de la parte interna del tubérculo (corazón negro).
- favorecen la formación de brotes. Durante los primeros meses después de la recolección, la formación de brotes está inhibida por la acción de algunas de las hormonas que produce la propia patata. Una vez transcurrido este tiempo, si las condiciones ambientales son favorables para el desarrollo del tubérculo (por ejemplo, si la temperatura es elevada) éste saldrá de su estado de latencia, y comenzarán a formarse los brotes que permitirán su propagación (procesos regulados también por hormonas). Como puedes imaginar, esto se consigue a costa de consumir los nutrientes de reserva (principalmente agua y almidón), así que, si esos brotes se desarrollan demasiado, la patata pierde peso y turgencia, se arruga y se ablanda.
Mr. Punk Potato (Fuente) |
Además de todo esto que acabamos de mencionar, debes tener en cuenta que las temperaturas elevadas favorecen el desarrollo de organismos que pueden provocar el deterioro de la patata, como por ejemplo, hongos, bacterias e insectos.
Algunos de estos efectos adversos podrían evitarse o minimizarse si almacenáramos las patatas a bajas temperaturas. Por ejemplo, una temperatura de unos 3-4 ºC evitaría la formación de brotes y reduciría el desarrollo de organismos alterantes. Sin embargo, una temperatura demasiado baja también puede provocar otros problemas:
Lea el artículo completo en:
Gominolas de Petróleo
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