Si habéis visto como yo, la famosa película “The Martian” (En España simplemente Marte)
recordaréis que el protagonista, un astronauta llamado Mark Watney
(interpretado por Matt Damon) logra sobrevivir solo y abandonado en el
planeta rojo, con el único sustento de unas patatas que él mismo cultivó.
Cierto, hablamos de una obra de ficción, pero lo cierto es que no
resulta descabellado del todo emplear el suelo marciano para cultivar
alimentos. De hecho, al menos un simulacro de suelo marciano con el que
ha trabajado la NASA demostró ser lo suficientemente bueno como para cultivar lechugas.
Pero vamos al asunto clave. ¿Podría una persona sobrevivir únicamente a base de patatas?
Sabemos bien los desastres que la ausencia de este tubérculo puede
suponer en economías agrarias poco diversificadas. La historia de la gran hambruna irlandesa
a mediados del sigo XIX y sus dos millones de muertos está ahí para
quien quiera consultarla, pero lo cierto es que los irlandeses comían
(al menos aquellos que podían) algo más que patatas, luego no es el
ejemplo perfecto si lo que buscamos es respuestas.
Pese a la demonización popular que sufre este alimento, un icono de los “supuestamente perniciosos” hidratos de carbono, en 2016, Andrew Taylor sobrevivió comiendo únicamente patatas, y por lo que puedo leer sus analíticas trimestrales resultaron del todo normales.
Técnicamente, la patata blanca tradicional contiene todos los
aminoácidos esenciales que nuestro cuerpo necesita para construir
proteínas, reparar las células y combatir las enfermedades. Y comer
cinco patatas al día bastarían para mantenerse. Sin embargo, si uno
intenta sobrevivir de forma sostenida alimentándose únicamente de patata
blanca, en última instancia acabarían por aparecer déficits de algunas
vitaminas y minerales.
Pero si hacemos un juego de palabras y añadimos a la dieta otro tipo
de tubérculo al que se conoce como patata dulce (pese a que la Ipomoea batatas no es taxonómicamente una patata, sino su pariente la batata)
entonces se incrementa la probabilidad de que un consumidor de
“patatas” obtenga su dosis diaria recomendable de vitamina E y
especialmente de vitamina A (la sustancia por la que tu madre te
obligaba a comer zanahorias de crío para ver mejor).
Puede que la dieta a base de patata blanca y patata dulce fuera
aburrida, pero siguiéndola al menos te asegurarías de esquivar esa
horrible enfermedad que afectaba a los marinos por falta de vitamina C:
el escorbuto.
En fin, a la espera de que los expertos en nutrición de Naukas me
corrijan, la respuesta al titular de este post (con la triquiñuela de la
batata incluida) debería entonces ser un “sí”.
Fuente:
Mailkenais Blog
"Anticipamos que la agricultura será una potencial cartera de crecimiento, dada la escasez de tierra cultivable, el cambio climático y la creciente demanda por comida de calidad"
Hideki Baba, Panasonic Factory Solutions Asia Pacific