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9 de diciembre de 2020

¿De qué está formado el cuerpo humano?

Lo primero que nos viene a la mente son los átomos. 

Podemos empezar diciendo que nuestro cuerpo está formado por átomos.



Los átomos y el vacío

Nuestros cuerpo está formado básicamente por cuatro tipos de átomos: hidrógeno, oxígeno, carbono y nitrógeno.

Los átomos están formados por los electrones. Los electrones se encuentran alrededor del núcleo. 

Un núcleo está formado por protones y neutrones. Un protón está formado por cuatro quarks, un neutrón está formado por dos quarks. Los quarks están undos por un «pegamento»: los gluones.

Pero... nos olvidamos de un aspecto mucho más importante: la nada.

De lejos, el mayor constituyente de ti es la nada, el vacío.

Veamos: el átomo más simple de nuestro cuerpo: el átomo de hidrógeno. 

Este átomo tiene un núcleo, y a su alrededor hay un electrón. Entre el núcleo y el electrón hay grandes cantidades de nada. El átomo de hidrógeno es un 99,9999999999996% de espacio vacío.

Si el átomo de hidrógeno tuviera el tamaño de la Tierra el núcleo tendría unos 200 metros de diámetro y el resto sería todo espacio vacío: el núcleo sería como el tamaño de un colegio nacional... ¡nada más!, ¿y el resto? El resto sería espacio vacío.

Si tu peso fuera de 70 kilos el número de átomos en tu cuerpo sería de 7.000 cuatrillones (se escribe un 7 seguido de 27 ceros).

Y aún así el 99% de tu peso estaría compuesto por solo seis clases de átomos: tenemos 65% de oxígeno, 18% de carbono y 10,2% de hidrógeno.

Podemos añadir una pequeña cantidad de nitrógeno (3,1%), una pizca de calcio para esos huesos (1,6%), y algo de fósforo (1,2%).

Agregamos 0,25% de potasio y sulfuro y porcentajes más ínfimos de sodio, magnesio y cloro, y ya llegamos al 99,95%.

La historia de nuestros átomos

Cada átomo en ti vino de otra parte. 

Los átomos de tu cuerpo se reemplazan constantemente en diferentes ritmos. Algunos permanecen horas, otros años. Pero al cabo de 10 años la mayoría ya han sido sustituidos.

Y solo hay dos formas en que los átomos pueden entrar a tu cuerpo: a) a través del aire que respiras, y b) de la comida y bebidas que consumes.

En otras palabras: los átomos que llegaron a tu cuerpo vienen del aire, las plantas, los animales y los minerales.

Si pudiéramos seguir la trayectoria de un átomo a través de la historia, este habría estado incorporado muchas veces en otros animales y plantas. De hecho, tus átomos han estado en todo tipo de vida, desde árboles hasta el césped, perros e insectos, dinosaurios y bacterias, hasta personajes históricos.

Con la excepción de algunos átomos producidos por la desintegración radioactiva, cada átomo de tu cuerpo existía cuando la Tierra se formó hace 4.500 millones de año.

Pero, si tus átomos ya existían cuando se formó la Tierra, ¿de dónde vienes?

El Sistema Solar se formó a partir de gas y polvo espaciales que, a su vez, solo podrían haber tenido dos fuentes.

El primero de ellos es, efectivamente, el Big Bang de hace unos 13.800 millones de años, responsable de la producción de hidrógeno.

El resto de los átomos se produjeron en estrellas, que luego explotaron en vastas convulsiones cósmicas conocidas como supernovas.


Con información de BBC Mundo

4 de marzo de 2020

Los bosques tropicales ya no pueden con tanto CO2

Las selvas amazónica y centroafricana han superado su capacidad de retener dióxido de carbono.


La capacidad de los bosques tropicales de retirar de la atmósfera el dióxido de carbono (CO2) generado por los humanos se está acabando. Un estudio con cientos de miles de árboles de las selvas amazónicas y centroafricanas muestra que la cantidad del gas que retienen sus troncos, ramas y hojas en forma de carbono orgánico es cada vez menor. No se trata de que haya menos ejemplares por la deforestación, que también, sino que los que quedan crecen más deprisa y más grandes gracias a que hay más CO2, pero también están más expuestos al aumento de la temperatura y la sequía, muriendo antes.

Junto a los océanos, los bosques del planeta son actores claves en el ciclo del carbono. Por su extensión, su frondosidad y mayor tasa de crecimiento, las selvas tropicales son las que más dióxido de carbono retiran. Sus árboles lo incorporan mediante la fotosíntesis, absorbiendo el carbono como biomasa. Y allí se queda mientras viva el árbol. Los científicos contaban en sus planes con este efecto fertilizante para combatir el cambio climático provocado por el exceso del mismo gas. De hecho diversos estudios ya habían demostrado que las plantas han acelerado su fotosíntesis. Sin embargo, parece que ya no pueden más.

“Todos los modelos climáticos sugerían que las plantas continuarían tomando más CO2 durante varias décadas”, dice la investigadora de la Universidad de York y coautora del estudio Aida Cuní. “La tasa de fotosíntesis es más rápida pero tiene un límite fisiológico y este límite es el que estamos superando. En la selva amazónica se alcanzó hace 15 años y en la africana ya lo alcanzamos en 2012, añade.



23 de enero de 2020

Nobel de Química: si laboratorios no crean nuevos antibióticos, la gente morirá a los 50 años

Ada Yonath, Premio Nobel de Química 2009, hizo una dura advertencia a la comunidad científica internacional y la humanidad.



Humanidad en alerta. Ada Yonath, científica de origen israelí y Premio Nobel de Química 2009, advirtió durante una entrevista con el diario El País que si los laboratorios no crean nuevos medicamentos contra las bacterias, los seres humanos solo vivirán hasta los 50 o 60 años.

"La longevidad se disparó gracias a los antibióticos, en la mitad del pasado siglo. Evitó las muertes de quienes no habían cumplido los 50. Antes de esa edad murieron Mozart o Kafka", dice la científica durante la entrevista.

Sin embargo, Ada Yonath critica que en los últimos 20 años solo se han desarrollado tres nuevos medicamentos. "No es nada. El último de ellos, uno completamente nuevo, ya tenía resistencias al año de usarse. Las grandes compañías han dejado de hacerlos, pero deben continuar en ello. La longevidad es algo fantástico, pero puede ser detenida por cosas estúpidas", agregó.

Según recogió el diario El País, más de 33 000 europeos mueren al año a causa de microorganismos resistentes que han sabido sortear los efectos de los medicamentos.

Artículo tomado de: La República (Perú) 

21 de enero de 2020

Cuyahoga: el río que ardió (1969)


Alrededor de Cleveland (Ohio) fue creciendo durante el siglo XX uno de los mayores centros industriales de EEUU. Y en paralelo a ese desarrollo de la industria, el río Cuyahoga, que pasa por la ciudad, también escaló rápidamente a los primeros puestos de contaminación. Hasta tal punto estaba el Cuyahoga lleno de sustancias inflamables y de residuos flotantes, que cada cierto tiempo su superficie ardía. Más de una docena de incendios se registraron en el río hasta que, en el año 1969, aquella masa de fuego flotante llamó la atención de la revista Time. El semanario publicó unas espectaculares fotos de “El río que arde, más que fluye”.

Aquello conmovió a la sociedad estadounidense e impulsó grandes cambios. Hasta entonces, hasta 1969, las industrias locales podían verter a los ríos sin ningún control. Y tras el incendio del Cuyahoga también prendió en EEUU un movimiento en defensa del medio ambiente. Un Richard Nixon recién llegado a la presidencia supo ver la preocupación social por las cuestiones ambientales y después de la celebración del primer Día de la Tierra (22 de abril de 1970), Nixon reaccionó creando la agencia federal de Protección del Medio Ambiente (EPA, Environmental Protection Agency). El incendio del Cuyahoga, que desemboca en el lago Erie, también impulsó un acuerdo entre EEUU y Canadá para proteger los Grandes Lagos, en la frontera entre ambos países. Y un año más tarde llegó la ley federal para controlar la polución del agua (Clean Water Act).

Todavía hoy resuenan en canciones pop (de R.E.M. o Randy Newman) los ecos de aquel río en llamas en 1969, pero no fue el incendio más grave sufrido por el río Cuyahoga. El de 1952 ya había sido mucho mayor y había provocado muchas más pérdidas. De hecho, las famosas fotos de la revista Time eran de 1952, pues en 1969 los fotógrafos llegaron al río cuando el fuego ya estaba extinguido, y los medios locales ni siquiera prestaron mucha atención al desastre que impulsó el control ambiental en EEUU.

Con información de: Open Mind

20 de enero de 2020

Contaminación del aire: la muerte que se respira

La mala calidad del aire en las urbes causa más de cuatro millones de muertes prematuras cada año en todo el mundo. Según la OMS, el "asesino silencioso" son las partículas más pequeñas que provienen de los coches y de la industria.

El crimen perfecto existe, sucede justo delante de nosotros y a plena luz del día, con cada inhalación de aire urbano. Más de cuatro millones de las muertes prematuras anuales en todo el mundo están relacionadas directamente con la contaminación ambiental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El asesino flota en el aire. Es tan minúsculo que casi podríamos decir que es invisible, pero su tamaño es precisamente lo que hace que sea tan peligroso. Se trata de partículas que surgen de una mezcla de sustancias sólidas y líquidas, procedentes sobre todo de la combustión de los coches o de los contaminantes de los procesos industriales. Su diámetro es apenas la cuarta parte de un grano de polen y por ello no encuentra ninguna barrera para penetrar en nuestras vías aéreas y desde ellas pasar al sistema circulatorio.
Y todo ello sucede sin que nos demos cuenta, con cada bocanada de aire. La doctora María Neira, actual Directora del Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS, sostiene que esa es otra de las peculiaridades que hacen que el crimen sea perfecto: "El individuo no es capaz de detectar que hay un nivel de contaminación elevado. Evidentemente, las personas con patologías ya existentes, como los asmáticos, lo van a detectar mucho antes, al igual que aquellas personas que ejercen una actividad física que requiere una capacidad respiratoria importante, pero no es una sustancia tóxica que vemos o que tocamos. Por eso la llamamos en la OMS el asesino invisible, porque muchas veces no somos conscientes como individuo y eso hace que tampoco nos protejamos como sería aconsejable".

Su incursión en nuestro organismo deja huella, y si la exposición es prolongada esa huella será imborrable. El sistema respiratorio y el circulatorio son los afectados más directos, y por eso la mayor parte de enfermedades relacionadas se ubican en ellos: la contaminación atmosférica es responsable de cerca de la mitad de las muertes por Enfermedad Obstructiva Pulmonar Crónica (EPOC) en todo el mundo, de casi el 30% de las muertes por cáncer de pulmón y de una cuarta parte de las patologías y de las muertes por ictus o enfermedad isquémica del corazón. Un corazón enfermo de polución, como rezaba la famosa canción de los años 80.



El artículo completo en: El Mundo (España)


6 de enero de 2020

¿Quiéres conocer el lenguaje de las nubes?

¿Sabías que las nubes de agua, de momento, solo existen en el planeta Tierra?

Otros planetas también presentan nubes, pero son nubes diferentes: Venus, por ejemplo, está cubierto de densas nubes de dióxido de carbono que ocultan su superficie; y Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno tienen nubes compuestas por hidrógeno y helio.

Formadas por diminutas partículas de agua líquida y hielo, las nubes de la Tierra se generan cuando el vapor que emana de ríos y mares se enfría y se condensa al llegar a las capas más altas y frías de la atmósfera. A partir de ahí, su forma y su historia toma caminos muy diferentes:

El químico inglés Luke Howard (1772–1864), a comienzos del siglo XIX, fue el primero en clasificar las nubes. Considerado el padre de la meteorología, dividió las nubes en cuatro grandes categorías (cirriformes, estratiformes, nimbiformes y cumuliformes) y arrancó una carrera científica para aprender a leerlas, usando su variada y sugerente apariencia para predecir qué cambios meteorológicos.

Cirriformes: rizos de cabello que tapizan el cielo

Con forma de cabellos rizados, pero compuestos por cristales de hielo, los cirros son las nubes más representativas de esta categoría. Pueden tapizar el cielo entre los 5 y los 15 kilómetros de altura. Son nubes altas, claras, tenues y delicadas que frecuentemente anuncian un cambio meteorólogico a peor, en general precipitaciones y bajadas de temperatura en las 24 horas siguientes a su aparición.


 

Cuando la luz interacciona con los cristales de hielo que forman los cirros, pueden producirse fenómenos ópticos tan insólitos como el parhelio, la aparición simultánea de imágenes del Sol reflejadas en las nubes, y el halo, cerco de color pálido alrededor de los discos del Sol o de la Luna.

Estratiformes: cama de nubes

Son nubes amplias y de contornos difusos que se desarrollan de forma horizontal, por lo que se extienden como si fueran una cama o capa. Dentro de esta categoría están, en función de su altura, los estratos, los altostratos, los cirrostratos y los nimbostratos. Estas últimas, a diferencia de las anteriores, también tienen desarrollo vertical e impiden totalmente el paso de la luz solar, por lo que son nubes muy oscuras. Los nimboestratos siempre producen precipitaciones que suelen ser continuas y no muy intensas.



Hasta bien entrado el siglo XX, la formación de las nubes se entendía como una fase avanzada de la niebla y se consideraba a la nube como una niebla a mayor altura. El astrónomo francés Camille Flammarion (1842–1925), en su tratado La Atmósfera, afirma que «aún cuando no hay diferencia esencial entre las nieblas y las nubes (… ). La primera es inmóvil, la segunda móvil». En la actualidad, se considera a la niebla un tipo nuboso de base sobre el suelo, o cercana a él, con poco desarrollo vertical y forma parte de las nubes del género estratiforme.

Nimbiformes: los yunques de la tormenta

Del latín nimbos, que significa tormenta, este tipo de nubes es el que genera la mayoría de precipitaciones. En esta categoría están los cumulonimbos, la nube más grande y poderosa que se puede contemplar y que hasta los aviones deben evitar. La “reina de las nubes” tiene fuertes corrientes en su interior con vientos impredecibles, que desplazan violentamente el aire de arriba a abajo y de abajo a arriba. Estas nubes suelen generar lluvias intensas y tormentas eléctricas, asociadas a granizo, mangas de agua y tornados. El agua que contiene un cumulonimbo medio podría llenar 7 piscinas olímpicas.


 

Con una base situada sobre los 1.000 metros de altura, la cima de los cumulonimbos puede alcanzar los 20 kilómetros. Su desarrollo vertical solo se interrumpe cuando llega a la tropopausa, el límite superior de la troposfera, la capa más interna de la atmósfera que va desde el suelo hasta la estratosfera. Los cumulonimbos totalmente desarrollados tienen forma de yunque.

Cumuliformes: montañas de algodón

Son nubes aisladas con forma de montaña o cúpula de algodón, que tienen un contorno bien definido y muestran una gran variedad de tamaños y espesores. Los cúmulos, las nubes más características de esta categoría, aparecen sobre todo en épocas calurosas del año y pueden ocupar un espacio que va entre los 500 y los 6.000 metros de altura. Con un importante desarrollo vertical, pueden generarse aisladamente o asociadas a otras en hileras o en grupos. Según los factores atmosféricos que las rodeen, como la humedad, los cúmulos pueden dar lugar a cumulonimbos.


 

Poco después de la II Guerra Mundial comenzó a teorizarse sobre la idea de lo que hoy se conoce como “siembra de nubes”. Este proceso consiste en utilizar yoduro de plata, hielo seco o dióxido de carbono congelado para condensar de forma artificial el vapor. Estas sustancias se asocian con las moléculas de agua y favorecen su precipitación. Lo habitual es rociarlas sobre nubes cumuliformes desde avionetas o cohetes. En febrero de 2018, por primera vez, un grupo de investigadores de la Universidad de Wyoming (EE.UU) logró sembrar nubes para generar nieve y monitorizar todo el proceso, desde la formación de los cristales de hielo en la atmósfera hasta su precipitación.

Estratocúmuliformes: globos en capas

Además de las cuatro categorías originales de Luke Howard, el actual sistema internacional de clasificación de nubes reconoce una quinta división, las estratocúmuliformes. Son nubes globulares que pueden desarrollarse en capas. En esta categoría están, de menor a mayor altura, los estratocúmulos, los altocúmulos y los cirrocúmulos. Un estratocúmulo es una nube baja grande de formas redondeadas, mientras que los altocúmulos y los cirrocúmulos son como estratocúmulus pequeños distribuidos en grupos y alineados.


A partir de altocúmulos se pueden formar algunas de las nubes más raras y extravagantes. Las lenticulares, por ejemplo, tienen forma de platillo volante y se suelen formar en zonas montañosas. Las mammatus, asociadas a tornados, presentan aspecto de bolsas que cuelgan, como la ubre de una vaca, de la parte inferior de la nube.

Bajas, medias y altas

En 1956, la Organización Meteorológica Mundial publicó el Atlas Internacional de las Nubes, en el que definieron las 10 formas básicas que acabamos de revisar, a partir de la clasificación de Howard y en función de la altura que alcanzan en el cielo. Así, las nubes bajas, que se encuentran por debajo de los 2.000 metros, son los estratos y los estratocúmulos.



Las nubes medias son las que se generan entre los 2.000 y los 7.000 metros, aquí se encuentra los altoestratos, los altocúmulos y los nimbostratos.

Las nubes altas, que se forman por encima de los 6.000 metros, son los cirros, los cirrocúmulus y los cirrostratos. Los dos últimos tipos son los cúmulos y los cumulonimbos, con su imponente desarrollo vertical que las sitúa desde nubes bajas a altas.

Muchas formas y tamaños para un espectáculo de pase diario que flota, prodigioso, sobre nuestras cabezas.

Cortesía de: Open Mind

17 de diciembre de 2019

Baterias de litio: Hasta el Nobel…¡y más allá!

Los padres de las baterías de iones de litio recibieron este año el Nobel de Química por su contribución a la electrónica de consumo, sentando las bases de la sociedad inalámbrica alimentando prácticamente cualquier dispositivo móvil y vehículo eléctrico. Hoy día, nuevas combinaciones y materiales alternativos alumbran una generación de baterías más ecológica, más rápida y de mayor capacidad de almacenamiento. 
 
Bajo el desierto de sal más grande del mundo, el Salar de Uyuni, en Bolivia, se encuentra la  mayor reserva de litio mundial. Crédito: Wikimedia Commons.

John B. Goodenough, M. Stanley Whittingham y Akira Yoshino han recibido el Premio Nobel de Química 2019 por sus contribuciones al desarrollo de una tecnología de almacenamiento energético fundamental para la revolución de la electrónica móvil: las baterías de iones de litio (Li-ion). Diferentes líneas de investigación buscan la combinación perfecta de materiales para optimizar la capacidad de almacenamiento de estas baterías, una cuestión fundamental para la consolidación de los transportes eléctricos. Entre las líneas de investigación más recientes están la utilización de iones de oxígeno o la incorporación de silicio, un componente que ya utilizan algunos modelos de coches Tesla y que podría aumentar hasta un 30% la capacidad de almacenamiento de este tipo de baterías.

Alternativas químicas para multiplicar la capacidad

Otra propuesta para una química alternativa son las denominadas baterías de fluoruro, que tienen una densidad energética hasta diez veces mayor que las baterías de iones de litio actuales, según el Christopher Brooks, científico jefe del Instituto de Investigación Honda y coautor de una reciente investigación desarrollada en colaboración con Caltech y la NASA. Otras combinaciones —como el litio-azufre o el litio-aire— se exploran actualmente para crear baterías de alta capacidad.

Uno de los condicionantes de las baterías de iones de litio es que hoy por hoy necesitan una carga entera (y lenta) para obtener una reacción electroquímica completa. Según la revista Nature, un grupo de investigadores del Laboratorio Argonne del Departamento de Energía de Estados Unidos ha desarrollado una tecnología que reduciría el tiempo de carga de las baterías mediante la exposición del cátodo a un haz de luz concentrada, como por ejemplo la luz blanca de una lámpara de xenón.

Lea el artículo completo en: Canal innovación

 
 

9 de diciembre de 2019

10 cosas que cambian tu cerebro (08/10): los cigarrillos

A la hora de valorar los efectos del tabaco sobre la salud no solo habría que tener en cuenta qué implica para los pulmones...


La dependencia de la nicotina también trastoca la química cerebral. Es la conclusión a la que llegaron científicos alemanes de la Universidad de Bonn tras estudiar los cerebros de 43 fumadores con espectroscopia resonancia magnética de protones, una técnica permite analizar los metabolitos cerebrales. Los enganchados a la nicotina tenían menos cantidad de aminoácido N-acetilaspartato (NAA) en la corteza cingulada anterior, la parte del cerebro que procesa el placer y el dolor.

Lo preocupante es que bajos niveles de NAA se han vinculado con trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia o la demencia, así como con una tendencia al abuso de drogas. La colina, una molécula esencial para el funcionamiento del corazón y del cerebro, también está reducida en los fumadores. Pero tenemos buenas noticias: estos cambios químicos se revierten varios meses después de dejar de fumar.

5 de diciembre de 2019

El Litio: la “nueva gasolina” que hará rodar al mundo

Este mineral es llamado ‘White Petroleum’, el Petróleo Blanco.


La alta demanda de litio a superar unas cuotas en el mercado verdaderamente sorprendentes. Se ha más que duplicado su precio, y los analistas vaticinan que irá a más en los próximos años.
En el mundo hay una zona especial, que se denomina el Triángulo del Litio, que está ubicado en América del Sur entre Argentina, Chile y Bolivia. Allí se encuentra el 85% de todas las reservas mundiales de este metal blando.

En ese sentido, algunos ya se atreven a denominar al litio como ‘White Petroleum’, el Petróleo Blanco, la nueva gasolina que hará rodar al mundo entero. Hay un montón de razones para ser optimistas acerca de lo que Goldman Sachs llama «la nueva gasolina» que impulsará el mundo.

Según The Economist, “la lucha mundial de los mayores productores de baterías del mundo, y los usuarios finales, tales como los fabricantes de automóviles”, entre otras cosas, ha hecho que se dispare el precio del carbonato de litio importado a China, tanto que se ha más que duplicado sólo en noviembre y diciembre del año pasado, cuando alcanzó una increíble cota de 13 mil dólares por tonelada.

Algunos contratos en China, según Bloomberg, tienen previsto alcanzar los 23 mil dólares. Por su parte, Goldman Sachs predice que por cada 1% de aumento de la cuota de mercado de vehículos eléctricos, la demanda de litio se incrementará en 70 mil toneladas por año.

Además, esta firma prevé que el mercado de litio podría triplicar su tamaño en 2025 sólo en la parte trasera de los dichos vehículos.

Mina de litio en el Perú superaría 6 o 7 veces las reservas de Bolivia y Chile

La empresa Macusani Yellowcake espera iniciar la construcción de la planta de extracción a fines de 2020, en Macusani (Perú).

Las tobas litíferas que se encontraron en Falchani tienen un contenido de 3.500 a 4.000 partes por millón (ppm), con lo que Perú superaría seis o siete veces a las encontradas en los salares de Bolivia y Chile.

 “La demanda de litio es sólida, viene en crecimiento y el precio está en proceso de estabilización. La mejora en la demanda de uranio también incrementa las perspectivas. Y en especial, el Ministerio de Energía y Minas y el Gobierno electo muestran sólido apoyo y trabajan con miras a garantizar que se produzca en el futuro litio-uranio en el país”, indicó Solís.

Fuentes 01 y Fuente 02


27 de noviembre de 2019

¿Por qué los pies huelen mal?

Algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o la presencia de hongos o de humedad hacen que se activen las glándulas sudoríparas.


Los pies no tienen por qué oler mal

Los pies no tienen por qué oler mal si se mantienen limpios y sanos. Pero todos sabemos que muchos pies huelen mal ¡o muy mal! Y es que sucede que algunos cambios hormonales, el estrés, la alimentación o los hongos o la humedad hacen que se activen unas glándulas que hay en ellos (las glándulas ecrinas y aprocrinas). Se trata de glándulas sudoríparas, es decir, poros por los que el sudor sale al exterior. Estas glándulas están en la piel de todo el cuerpo, no solo de los pies. El líquido que segregan, el sudor, no huele mal, es inodoro, y está formado por proteínas, ácidos grasos y esteroides.

Pero entran en escena las bacterias
 
Pero además, nuestra piel está totalmente cubierta por bacterias. Y esas bacterias se alimentan de este líquido, de esas proteínas, esos ácidos grasos y esos esteroides. Al consumir este producto de nuestro cuerpo, las bacterias inician una ruta metabólica, es decir una serie de reacciones químicas que a partir de los productos iniciales provocan la aparición de otros compuestos. Y entre esos productos puede haber algunos compuestos volátiles que son los que llegan a nuestra nariz, a nuestros receptores olfativos que mandan una señal a nuestro cerebro, y eso es lo que nos hace percibir un olor. Y en el caso de los pies, por lo general es un mal olor.

Compuestos activos y no activos

Un compuesto volátil es una molécula orgánica de bajo peso molecular y de bajo punto de ebullición. Pero tienes que saber que no todos los compuestos volátiles tienen olor, por eso decimos que algunos son activos y otros no son activos. Los que son activos son los que percibimos como un olor. Los compuestos volátiles activos más habituales que se han identificado en los pies son: el ácido isovalérico que tiene olor a queso, fecal, a fruta podrida, a rancio; y otros ácidos de cadena corta como el ácido propanoico al que se describe con olor a grasa, a rancio, a soja, a agrio y el ácido butírico que tiene olor a mantequilla, a queso rancio y a ácido. Estos tres son los principales compuestos que se han identificado en los pies.

Pero no son nuestras secreciones las que los contienen, sino que son las bacterias presentes en los pies las que al alimentarse de nuestro sudor segregan estos compuestos malolientes.

El que ocurra más habitualmente en los pies se debe al tipo de bacterias que viven en ellos. Algunas de esas bacterias aisladas en los pies son Brevibacterium linens y Bacillus subtilis que segregan estos compuestos. Por ejemplo, en el codo no tenemos este tipo de bacterias así que no se generan esos compuestos volátiles por lo que el codo no huele mal. Aunque no ocurra en ciertas partes del cuerpo como los codos, no sucede solo en los pies. También puede aparecer mal olor en las axilas, en el cuero cabelludo, etc… y el mecanismo porque el que aparece es el mismo que en los pies.

Percibimos el olor de distintas maneras

Sobre el mal olor debo decirte también que no todas las personas lo percibimos de la misma manera. No solo por el umbral de percepción que hace que algunas personas seamos más sensibles a los olores, o a ciertos olores, que otras, sino porque intervienen la experiencia previa y la memoria de cada individuo. Por ejemplo, puede que alguien haya olido un queso de Cabrales y que no le guste y le huela mal y eso queda como experiencia previa, entonces cuando huela a pies lo va a asociar, lo va a identificar con aquello anterior que no le gustó. Sin embargo, es posible que a otra persona a la que le guste ese tipo de queso y tolere esos olores, el de los pies no le parezca tan malo. Eso varía muchísimo entre los diferentes seres humanos.

Fuente:

El País (Ciencia)
 

26 de noviembre de 2019

2019: los gases de efecto invernadero marcan un máximo histórico

La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte de que la concentración de dióxido de carbono (CO2) es la más alta desde hace tres millones de años.


La humanidad suma otra página para la crónica del desastre: la concentración en la atmósfera de los principales gases de efecto invernadero —dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O)— marcó un nuevo récord durante 2018. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) ha recordado este lunes (25 de noviembre de 2019) que en el caso del CO2, el principal de estos gases responsables del calentamiento global, hay que retroceder al menos tres millones de años para encontrar una concentración tan grande en la atmósfera. Y en aquel momento —en el que ni siquiera existía el ser humano—, la temperatura era entre dos y tres grados más cálida que ahora y el nivel del mar entre 10 y 20 metros mayor, ha advertido la organización. La OMM, un ente dependiente de la Naciones Unidas, ha presentado este lunes su boletín anual de concentración de gases de efecto invernadero, el decimoquinto que realiza.

Estos gases siempre han estado presentes en la atmósfera terrestre e impiden que parte del calor que desprende la Tierra tras ser calentada por el Sol se pierda en el espacio. Gracias a ellos el planeta tiene una temperatura agradable que lo hace habitable para el hombre. Pero el equilibrio que ha existido durante miles de años se ha roto y la OMM tiene claro el responsable: "Hay múltiples indicios de que el aumento de los niveles atmosféricos de CO2 está relacionado con la quema de combustibles fósiles", es decir, con el empleo por parte del ser humano del carbón, el gas natural y el petróleo.

La utilización de esos combustibles fósiles se disparó a partir de la Revolución Industrial y, con ello, las emisiones de gases de efecto invernadero. En el caso del CO2, la concentración alcanzó en 2018 las 407,8 partes por millón (ppm), lo que supone casi un 47% más que el nivel preindustrial (en 1750, cuando la concentración era de 278 ppm). El metano atmosférico alcanzó las 1.869 partes por mil millones (ppb) en 2018, casi un 159% más que el nivel preindustrial. Y en el caso del óxido nitroso su concentración atmosférica fue de 331,1 ppb, un 23% más que en 1750. Estos son los resultados de las más de 100 estaciones de medición repartidas por el planeta que sirven para elaborar el boletín de esta organización.

Más información en: El País (Ciencia)
 

12 de noviembre de 2019

Mercurio en el pescado: ¿cuánto atún puedo comer a la semana?

El atún rojo es uno de los pescados con mayor acumulación de mercurio, por ello conviene consumirlo con moderación.

¿De dónde procede el mercurio del pescado? 

Hasta que apareció la mano del hombre, el mercurio llegaba al mar únicamente por las erupciones volcánicas o por la erosión de las rocas por el agua y el viento. Actualmente, al explotar el mercurio como materia prima también se vierten sus residuos al mar. Es importante diferenciar el mercurio inorgánico del mercurio orgánico, que es más tóxico. Cuando las bacterias reaccionan con el mercurio lo convierten en metilmercurio y esta nueva molécula acaba formando parte de la carne de los peces.

No todos los peces son iguales

Por suerte, no todos los pescados presentan la misma cantidad de mercurio. El factor principal es su cantidad de grasa. Esto se debe a que el mercurio «se pega» mejor a la grasa que a otras zonas del cuerpo del animal. Así, los pescados azules, que tienen más grasa, pueden contener más mercurio. Por otro lado, en cuestión de peces y mercurio, el tamaño sí importa. Ya sabemos que pez grande se come al pez chico. Y si el pez chico tiene mercurio y el pez grande se come muchos peces chicos... al final son los grandes depredadores los que van más argados de mercurio. 

¿Con qué pescados tenemos que tener más precaución?

Se clasifican como «con alto contenido en mercurio» únicamente cuatro especies: el pez espada o emperador, el lucio, el tiburón (cazón, marrajo, mielgas, pintarroja y tintorera) y el atún rojo, que ahora se consume de formas como el tataki, el tartar o el sushi. Esto debe tenerse en cuenta especialmente en los niños. 

¡Importante! Cuando hablamos de atún rojo no nos referimos al atún en conserva, que generalmente es atún claro o bonito del norte. 

Como especies «con bajo contenido en mercurio» se consideran gran parte de las de de consumo muy frecuente como salmón, sardina, palometa, trucha, anchoa, dorada, lubina, merluza, pulpo, sepia, chipirón o mejillón.

¿Qué consecuencias tiene consumir mercurio en exceso?

El metilmercurio es una neurotoxina que afecta al sistema nervioso central en desarrollo, de ahí que el feto y los niños más pequeños sean los más sensibles a este metal. Esto ocurre porque es lipofílico, le gusta la grasa, y hace que pueda atravesar fácilmente la placenta y la barrera hematoencefálica. También se han observado efectos sobre la ganancia de peso, la función locomotora y la función auditiva.

En resumen: comer pescado es seguro.

No solo es seguro sino que también es recomendable y se aconseja consumirlo varias veces por semana. El consumo de alrededor de una o dos raciones de pescado/marisco por semana y hasta tres o raciones por semana durante el embarazo se asocia con mejores resultados funcionales del neurodesarrollo en los niños en comparación con la ausencia de consumo. Y en adultos, con un menor riesgo de mortalidad por enfermedad cardiaca coronaria. 

Por tanto no te hagas muchos problemas con el consumo de pescado. Solo hay que tener precaución con las especies citadas, y... ¡a disfrutar de lo que nos trae el mar!

Con información de:

El País (España)

El Mundo (España)
 

3 de septiembre de 2019

Bayer, L'Oréal, Merk y otras 650 empresas usan peligrosos productos químicos

El problema pude ser mucho mayor, ya que ciertas barreras de acceso a la información impidieron verificar alrededor de 700 productos químicos detectados y la identidad de más de 5.000 compañías involucradas.
 

Los principales productores de cosméticos, alimentos, medicamentos y plásticos de toda Europa están violando la ley al usar millones de toneladas de productos químicos sin completar importantes controles de seguridad. Así lo ha revelado un informe de la organización ambientalista alemana BUND, miembro de la Oficina Europea del Medio Ambiente.

"Las compañías químicas han estado haciendo caso omiso de la ley durante años y saliéndose con la suya, vendiendo sustancias que podrían causar cánceres hormonales, trastornos cerebrales y otros problemas de salud graves", asegura Manuel Fernández, oficial de políticas químicas de BUND.
La Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) reconoció en noviembre pasado que estaba al tanto de tales violaciones luego de investigar 700 productos químicos ampliamente utilizados y descubrir que dos tercios de ellos infringían la regulación clave de la agencia —conocida como REACH—, que obliga a las empresas a realizar pruebas de seguridad. Sin embargo, BUND, basándose en una investigación gubernamental de 2014 que concluyó que 940 sustancias no cumplían con las normas, afirma que al menos 41 de esos productos aún son usados.

El documento identificó un total de 654 compañías que no cumplían con el REACH y detectó varias de las sustancias potencialmente mortales. Algunas de las empresas nombradas en el informe ya se enfrentan a escándalos, como Bayer, que afronta miles de juicios en EE.UU. por el supuesto riesgo de cáncer que conlleva su herbicida Roundup. Entre otras implicadas se destacan L'Oréal, la multinacional de alimentos DSM, 3M, ExxonMobil, BASF, Du Pont y el gigante farmacéutico Merk.

El ftalato de dibutilo es una de las sustancias nombradas por el informe. Se trata de un compuesto orgánico utilizado en pisos, juguetes, cuero, papel y cartón. Es altamente tóxico para la vida acuática, puede dañar al feto y disminuir la fertilidad. También aparece el acetato de metilo, un químico que puede causar somnolencia, mareos e irritación ocular grave. Se encuentra comúnmente en los adhesivos, productos de limpieza, cuidado personal y cosméticos.

"La punta del iceberg"

BUND subraya que el problema puede ser mucho mayor, ya que ciertas barreras de acceso a la información impidieron verificar alrededor de 700 de los 940 productos químicos detectados y la identidad de más de 5.000 de las 7.000 compañías involucradas.

"BUND reveló la punta del iceberg; ahora está en manos de la ECHA contarnos el resto. Tenemos derecho a saber si los productos químicos son seguros o no. REACH es la mejor y más ambiciosa regulación química del mundo y nos hizo sentir orgullosos de ser europeos cuando se creó por primera vez. Pero eso cuenta poco si no se toma en serio ", asevera la gerente de política de químicos de la Oficina Europea del Medio Ambiente,

Cortesía de RT Actualidad 

9 de julio de 2019

El agua es fuego (y el fuego es agua)

La relación entre el agua y el fuego es mucho más estrecha de lo que te imaginas.





No iba muy desencaminado Tales de Mileto, el más grande de los siete sabios de Grecia, cuando, en el siglo VI antes de Cristo, afirmó que el agua era la sustancia primordial de la naturaleza. Recordemos que, para los antiguos griegos, había cuatro elementos básicos que, mezclándose en distintas formas y proporciones, daban lugar a todo lo existente, y estos elementos eran el aire, el agua, la tierra y el fuego. Y Tales, observando que el agua puede ser líquida, sólida o gaseosa y que está presente en la tierra (en forma de humedad) y en el aire (en forma de vapor), pensó que esa era la esencia última de todas las cosas.



Pero ¿y el cuarto elemento, el fuego?, ¿acaso no es lo contrario del agua, que precisamente por eso se usa desde siempre para apagarlo? Parece el punto más débil de la teoría de Tales, y sin embargo la relación entre agua y fuego es la más estrecha de las que se dan entre los cuatro elementos.

La fórmula del agua, H2O, es sin duda la más conocida de las fórmulas químicas; pero no todo el mundo sabe que es el segundo término de una reacción que representa una combustión: 2H2 + O2 à 2H2O

El hidrógeno es muy inflamable (por eso en los globos aerostáticos se suele usar helio, menos ligero y más caro, pero inerte), y, cuando arde, dos moléculas de hidrógeno se combinan con una molécula de oxígeno para dar lugar a dos moléculas de agua. Así que el agua, en su origen, es fuego, lo que equivale a decir que el fuego -la intensa reacción exotérmica que se produce al combinarse el hidrógeno y el oxígeno- es agua, como intuía Tales.

¿Y los demás fuegos? Lo que arde habitualmente en la naturaleza y en nuestros hogares, o en los motores de explosión, no es hidrógeno. ¿O sí? En buena medida sí: los combustibles habituales son hidrocarburos y otros compuestos de hidrógeno y carbono, y cuando arden la combustión produce sobre todo agua y dióxido de carbono. Por ejemplo, al quemar metano, el más simple de los hidrocarburos, se produce la siguiente reacción: CH4 + 2O2 à CO2 + 2H2O

Una molécula de metano se combina con dos moléculas de oxígeno para dar lugar a una molécula de dióxido de carbono y dos moléculas de agua; en este caso el fuego es… gaseosa muy caliente.

Algo parecido ocurre al quemar alcohol ordinario (etanol): CH3 – CH2OH + 3O2 à 2CO2 + 3H2O

Una molécula de etanol se combina con tres moléculas de oxígeno para formar dos moléculas de dióxido de carbono y tres de agua. En este caso el propio combustible aporta oxígeno y, por otra parte, la proporción de dióxido de carbono es mayor, pero la llama sigue siendo “agua con gas”.

La familiar fórmula H2O significa que una molécula de agua está formada por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, y sus peculiares características moleculares convierten hacen del agua el “disolvente universal”: muchas de las reacciones químicas que se producen en la naturaleza tienen lugar en medio acuoso, y en otras muchas, como acabamos de ver, se produce agua. Además de la combustión, la más conocida reacción generadora de agua es la de un ácido con un hidróxido, como nos recuerda una frase muy familiar para quienes estudian química: “ácido más base, sal más agua”; por ejemplo, al reaccionar el ácido clorhídrico con el hidróxido sódico, se producen cloruro sódico (sal común) y agua: HCl + NaOH à NaCl + H2O

Su condición de disolvente universal hace que el agua sea fundamental para la vida tal como la conocemos, pues en estado líquido (en el que se mantiene de manera bastante estable entre 0º y 100º centígrados) suministra un medio idóneo para que las moléculas de otras sustancias se muevan libremente y se combinen entre sí. Por eso nuestro cuerpo contiene alrededor de un 70% de agua y no podemos sobrevivir mucho tiempo sin beber. Después de todo, Tales no iba desencaminado.

Tomado de: El País (España)

4 de junio de 2019

¿Qué pasaría si el núcleo de la Tierra se enfriara?


El núcleo
 
Además del nombre de una película de ciencia ficción lanzada en 2003, el núcleo es la parte más interna de la Tierra. Según estudios sismológicos, se encuentra justo en el centro del planeta y tiene un radio de aproximadamente 3.500 km (representa el 60% de la masa de la Tierra). Consiste principalmente en una aleación de níquel-hierro conocida como NiFe ("Ni" para níquel y "Fe" para hierro). El núcleo también es bastante denso, lo que implica que contine una gran cantidad de otros elementos pesados una cantidad muy pequeña de metales más ligeros, junto con rastros de silicio. La gravedad del núcleo es casi tres veces más fuerte que la gravedad en la superficie del planeta.

También se debe tener en cuenta que, aunque es lo suficientemente caliente por sí solo, su temperatura se ve acentuada por el calor generado por la fricción gravitacional, causado por el movimiento de materiales pesados cerca de la región donde se separan el núcleo y el manto.

¿Qué pasaría si el núcleo se enfría?

Aunque parezca un planteamiento curioso, no querremos que ocurra. El núcleo de nuestro planeta realiza una serie de funciones que son esenciales para mantener la vida en la Tierra. Todas esas funciones vitales serían interrumpidas si el núcleo se enfriara. Si el núcleo se enfriara tendríamos un planeta básicamente muerto. Esto resume bastante bien las consecuencias finales, ¿verdad? pero veamos los efectos específicos que serían causados por un enfriamiento del núcleo de la Tierra.

El enfriamiento del núcleo no solo provocaría una ausencia de energía geotérmica, sino que la oscuridad también caería sobre la Tierra, ya que las empresas de energía de todo el mundo utilizan el calor de la corteza terrestre para calentar el agua, que produce vapor, el vapor acciona las turbinas que generan electricidad a través de un proceso complejo... En otras palabras, un núcleo frío significa una Tierra más oscura.

Aparte de eso, el planeta también sería atacado por una gran cantidad de radiación peligrosa del Sol, ya que el núcleo ayuda a formar la capa protectora atmosférica y magnética alrededor de la superficie del planeta. El hierro en constante cambio en el núcleo forma este poderoso escudo alrededor de la Tierra que nos protege de la dañina radiación cósmica y solar.

En ausencia de ese escudo, habría un ataque brutal de rayos de radiación que pueden causar cáncer y sobrecalentar el planeta. También hay vientos solares que soplan sobre nuestro planeta todo el tiempo, pero son desviados en gran medida por estas fuerzas invisibles; Algunas de estas "ráfagas" de viento solar serían lo suficientemente fuertes como para secar océanos y ríos completos, pero nuestro núcleo caliente ayuda a prevenir que eso pase.

La Tierra acabaría convirtiéndose en un nuevo Marte. 
  

 

21 de mayo de 2019

¿Por qué son tan peligrosos los ácidos?

El ácido quema porque se disocia y entonces se produce una reacción química con calor que provoca una quemadura química.


El lector que nos ha enviado esta pregunta especifica que no entiende que si una sustancia necesita el agua para manifestar su nivel de acidez por qué en ausencia de agua, los ácidos siguen siendo peligrosos. Por poner un ejemplo claro: ¿por qué nos quemamos si nos cae un poco de, por ejemplo, ácido sulfúrico en la piel?

La respuesta es que también ahí hay agua. Vayamos despacio. El ácido quema porque se disocia, dona un protón al agua, (un ácido de Bronsted), y entonces se produce una reacción química con calor que provoca lo que llamamos una quemadura química. Es ese calor el que causa irritación cuando ocasiona una desnaturalización de proteínas, y, en el caso de algunos ácidos, quemaduras muy graves. Y eso ocurre cuando el ácido entra en contacto con nuestra piel y provoca corrosión en ella.
Y es así con todos los ácidos aunque unos son más fuertes y otros menos. Por ejemplo, el ácido acético que es un ácido orgánico es menos fuerte, aunque si te echaras ácido acético puro tu piel se irritaría pero no es lo mismo que, por ejemplo, el sulfúrico que es uno de los ácidos fuertes.

Lo que determina la capacidad de cada ácido para producir esas consecuencias es la constante de disociación o constante de acidez. Esta constante de disociación es la medida de la fuerza de un ácido en disolución, o lo que es lo mismo su capacidad de donar protones a la solución con la que entra en contacto. Todos sabemos que el ácido sulfúrico puede hacer agujeros y eso es porque tiene una constante de disociación muy alta, sin embargo, si te cae en la piel ácido acético solo te provoca una irritación y eso es porque su constante de disociación, su capacidad de ceder protones al medio con el que entra en contacto, es mucho más baja que la del sulfúrico. Cuantos más protones cede un compuesto, mayor es la reacción química que se produce y mayor su producción de energía y, por lo tanto, más capacidad de producir corrosión.
Sala de control del área química de la fábrica de ácido acetilsalicílico de Bayer en Asturias.
Sala de control del área química de la fábrica de ácido acetilsalicílico de Bayer en Asturias.
Hay que tener mucho cuidado al manejar ácidos por esa razón. Es necesario ponerse protección: gafas, guantes y, además, trabajar con ellos en una campana. Y las medidas son más estrictas en función de cuál sea la constante de disociación del ácido en cuestión. Por ejemplo, cuando usamos ácido acético para preparar fases móviles de los cromatógrafos en nuestro laboratorio no lo manejamos con tanta precaución como cuando manejamos ácido sulfúrico. El sulfúrico lo cogemos con guantes especiales resistentes al ácido y siempre trabajamos con él en la campana porque además emite gases.

En nuestro laboratorio usamos mucho el ácido sulfúrico para preparar un reactivo que se llama óleum y que es básicamente agua con ácido sulfúrico. Por ejemplo, cuando necesitamos separar los distintos productos naturales de las plantas los ponemos en unas placas finas de Silicagel y se rebelan con ácido sulfúrico. Y también usamos el ácido sulfúrico para limpiar material de vidrio (mezcla crómica) que no hay manera de limpiar de otra forma.

Los ácidos orgánicos están en todas partes. Por ejemplo, hay ácidos que se producen por fermentaciones biológicas como el láctico o el acético que son ácidos suaves y forman parte de muchos alimentos. Juegan un papel muy importante en nuestra alimentación diaria. También nuestro cuerpo produce ácidos, cuando hacemos ejercicio generamos ácido láctico que es el que más tarde provoca las agujetas en los músculos.

Toda nuestra vida cotidiana está rodeada de ácidos. Las hormigas secretan ácido fórmico y por eso cuando te pican y te irritan lo que te está irritando es el ácido fórmico que las hormigas usan como defensa.

6 de mayo de 2019

¡A cazar el CO2!

El calentamiento global necesita que se frenen las emisiones de gases contaminantes y también retirar los que ya están en la atmósfera.



El calentamiento global es el gran reto medioambiental de este siglo. La previsión de aumento de la temperatura se debe a la concentración de gases contaminantes, principalmente metano y dióxido de carbono (CO2). El Acuerdo del clima de París se comprometió a reducir estas emisiones, pero los expertos indican que no es suficiente. “Hay que retirar el CO2 que ya está en la atmósfera”, asevera el profesor de Química ambiental de la Universidad de Barcelona (UB), Xavier Giménez. Su equipo de investigación trabaja en el desarrollo de materiales porosos que capturen este gas. El docente también es autor del libro Matemáticas y cambio climático. Cuidar el planeta con cálculo superior, que pertenece a la colección de EL PAÍS Grandes Ideas de las matemáticas.

La atmósfera contiene un 0,04% de CO2. Parece muy poco, pero Giménez advierte que impera deshacerse de él. “Es muy complicado porque estamos hablando de muy poco y limpiar algo que casi está limpio, cuesta mucho energéticamente hablando”. Su grupo se encuentra analizando qué materiales retienen mejor este gas mediante simulaciones computacionales. La propuesta de uso será la de crear grandes árboles que configuren un bosque artificial. “Si se exponen al viento, al pasar a través del material, se capturaría el CO2”, explica. Este gas puede utilizarse como aditivo para bebidas o componente de combustibles, entre otras opciones.

El desarrollo de este tipo de soluciones se viene investigando desde hace décadas, aunque la captación de dióxido de carbono no compensaría su emisión. La clave, además de dar con un compuesto capaz de absorber el gas, sino que no sean precisas grandes cantidades de energía. Tampoco productos contaminantes, como las aminas, compuestos derivados del tóxico amoniaco, que actualmente se emplean en técnicas que evitan las emisiones de carbono.

Algunas industrias que liberan este gas con su actividad han implementado acciones para retenerlo y devolverlo a su origen. En 1996 se inauguró el proyecto Sleipner CCS (carbon capture and storage), en Noruega, el primero que tenía como objetivo almacenar CO2. La empresa Statoil Hydro comenzó a explotar un yacimiento de gas natural, el cual contiene hasta un 9% de este compuesto. La compañía lo depura y vuelve a inyectarlo bajo el lecho marino de la zona, de donde extrae el gas natural.

A nivel mundial se capturan más de 30 millones de toneladas de CO2 anualmente gracias a instalaciones de este tipo, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA en sus siglas en inglés). Más del 70% de estas capturas ocurre en Norteamérica. La IEA calcula que los costes de extracción varían desde los 20 dólares por tonelada (unos 17,50 euros) —si la fuente es de alta pureza, como un yacimiento de gasta natural— hasta los 100 dólares por tonelada (87,70 euros). EE UU, frente a la paradoja negacionista del cambio climático de su presidente, Donald Trump, impulsó el pasado abril ventajas fiscales para quienes aplicasen estas técnicas.

 El origen es químico

La comprensión del funcionamiento del cambio climático, así como el desarrollo de soluciones para combatirlo tiene su origen en la química y las matemáticas. “La química participa en toda una serie de casos y procesos absolutamente críticos para poder entender cómo se comporta el clima”, explica el profesor Giménez. “Sin conocer la estructura química de los gases invernadero y su comportamiento no se puede entender el problema”.

Una vez identificados estos fenómenos, la formulación físico-química se produce en lenguaje matemático. “Es lo que permite tener capacidad predictiva”, apunta Giménez. Los modelos no son infalibles y solo se demuestra su eficacia con el tiempo. En los años 70 se describió el desarrollo del deterioro de la capa de ozono. Las siguientes décadas fueron las que confirmaron que los modelos eran correctos. Por este motivo los modelos matemáticos que estiman un aumento de temperatura de entre 1,5 y 2 grados se revisan continuamente. “Se puede discutir si son más acertados o no, pero el cambio climático existe, eso es incuestionable”, zanja. Reconoce que lo que no se puede asegurar es cuánta culpa tiene la acción del ser humano sobre él, pero matiza que este “no puede perturbar el ambiente de tal forma que pueda llegar a causar un problema grave”.

Giménez considera que todos los problemas de este tipo “o se han resuelto o están en vías de hacerlo”. Aunque advierte: “Excepto el calentamiento global. Es el único problema que aún no tiene un horizonte de solución y eso es porque aún no estamos haciendo lo suficiente”.

Tomado de: El País (España)

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