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6 de mayo de 2019

¡A cazar el CO2!

El calentamiento global necesita que se frenen las emisiones de gases contaminantes y también retirar los que ya están en la atmósfera.



El calentamiento global es el gran reto medioambiental de este siglo. La previsión de aumento de la temperatura se debe a la concentración de gases contaminantes, principalmente metano y dióxido de carbono (CO2). El Acuerdo del clima de París se comprometió a reducir estas emisiones, pero los expertos indican que no es suficiente. “Hay que retirar el CO2 que ya está en la atmósfera”, asevera el profesor de Química ambiental de la Universidad de Barcelona (UB), Xavier Giménez. Su equipo de investigación trabaja en el desarrollo de materiales porosos que capturen este gas. El docente también es autor del libro Matemáticas y cambio climático. Cuidar el planeta con cálculo superior, que pertenece a la colección de EL PAÍS Grandes Ideas de las matemáticas.

La atmósfera contiene un 0,04% de CO2. Parece muy poco, pero Giménez advierte que impera deshacerse de él. “Es muy complicado porque estamos hablando de muy poco y limpiar algo que casi está limpio, cuesta mucho energéticamente hablando”. Su grupo se encuentra analizando qué materiales retienen mejor este gas mediante simulaciones computacionales. La propuesta de uso será la de crear grandes árboles que configuren un bosque artificial. “Si se exponen al viento, al pasar a través del material, se capturaría el CO2”, explica. Este gas puede utilizarse como aditivo para bebidas o componente de combustibles, entre otras opciones.

El desarrollo de este tipo de soluciones se viene investigando desde hace décadas, aunque la captación de dióxido de carbono no compensaría su emisión. La clave, además de dar con un compuesto capaz de absorber el gas, sino que no sean precisas grandes cantidades de energía. Tampoco productos contaminantes, como las aminas, compuestos derivados del tóxico amoniaco, que actualmente se emplean en técnicas que evitan las emisiones de carbono.

Algunas industrias que liberan este gas con su actividad han implementado acciones para retenerlo y devolverlo a su origen. En 1996 se inauguró el proyecto Sleipner CCS (carbon capture and storage), en Noruega, el primero que tenía como objetivo almacenar CO2. La empresa Statoil Hydro comenzó a explotar un yacimiento de gas natural, el cual contiene hasta un 9% de este compuesto. La compañía lo depura y vuelve a inyectarlo bajo el lecho marino de la zona, de donde extrae el gas natural.

A nivel mundial se capturan más de 30 millones de toneladas de CO2 anualmente gracias a instalaciones de este tipo, según datos de la Agencia Internacional de Energía (IEA en sus siglas en inglés). Más del 70% de estas capturas ocurre en Norteamérica. La IEA calcula que los costes de extracción varían desde los 20 dólares por tonelada (unos 17,50 euros) —si la fuente es de alta pureza, como un yacimiento de gasta natural— hasta los 100 dólares por tonelada (87,70 euros). EE UU, frente a la paradoja negacionista del cambio climático de su presidente, Donald Trump, impulsó el pasado abril ventajas fiscales para quienes aplicasen estas técnicas.

 El origen es químico

La comprensión del funcionamiento del cambio climático, así como el desarrollo de soluciones para combatirlo tiene su origen en la química y las matemáticas. “La química participa en toda una serie de casos y procesos absolutamente críticos para poder entender cómo se comporta el clima”, explica el profesor Giménez. “Sin conocer la estructura química de los gases invernadero y su comportamiento no se puede entender el problema”.

Una vez identificados estos fenómenos, la formulación físico-química se produce en lenguaje matemático. “Es lo que permite tener capacidad predictiva”, apunta Giménez. Los modelos no son infalibles y solo se demuestra su eficacia con el tiempo. En los años 70 se describió el desarrollo del deterioro de la capa de ozono. Las siguientes décadas fueron las que confirmaron que los modelos eran correctos. Por este motivo los modelos matemáticos que estiman un aumento de temperatura de entre 1,5 y 2 grados se revisan continuamente. “Se puede discutir si son más acertados o no, pero el cambio climático existe, eso es incuestionable”, zanja. Reconoce que lo que no se puede asegurar es cuánta culpa tiene la acción del ser humano sobre él, pero matiza que este “no puede perturbar el ambiente de tal forma que pueda llegar a causar un problema grave”.

Giménez considera que todos los problemas de este tipo “o se han resuelto o están en vías de hacerlo”. Aunque advierte: “Excepto el calentamiento global. Es el único problema que aún no tiene un horizonte de solución y eso es porque aún no estamos haciendo lo suficiente”.

Tomado de: El País (España)

8 de octubre de 2018

Por qué 2030 es la fecha límite de la humanidad para evitar una catástrofe global


La extinción total de los arrecifes de coral, diez millones de personas más expuestas a inundaciones, cada vez menos zonas aptas para el cultivo de cereales...

Una diferencia de solo medio grado de temperatura tendría consecuencias devastadoras para nuestro planeta, por lo que cada vez es más urgente limitar el aumento de la temperatura global a un máximo de 1,5 grados centígrados, advirtió este lunes el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC).

Y el tiempo para actuar se nos está acabando, se asegura en el último informe del IPCC, el que ha sido descrito como "un último llamado" para salvar a la Tierra de una inminente catástrofe.

De hecho, según el reporte, actualmente vamos camino a un aumento de 3 °C, muy por encima del máximo de 2 °C contemplado por los Acuerdos de París sobre cambio climático.

Un máximo que, según los científicos, parece además cada vez menos deseable. 

Para el corresponsal de temas ambientales de la BBC, Matt McGrath, la de este lunes es la advertencia más comprehensiva hasta la fecha de los riesgos del aumento de las temperaturas globales.

"A los científicos probablemente les hubiera gustado escribir en letras mayúsculas 'ACTÚEN YA, IDIOTAS', pero necesitaban decirlo con hechos y números", dijo por su parte Kaisa Kosonen, de la ONG Greenpeace, quien estuvo de observadora en las negociaciones que precedieron a la publicación del reporte.

"Y eso fue lo que hicieron", dijo del informe, titulado "Calentamiento global de 1,5 grados centígrados".

Una diferencia crucial

El estudio, que se basa en más de 6.000 referencias científicas, explica los efectos que tendría un incremento de temperaturas del 1,5 y los compara con los de una subida de 2 grados.

Ambas temperaturas están mencionadas en los Acuerdos de París, en el que la mayor parte de países del planeta se comprometieron a "mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C". 

Y es que, hasta ahora, se pensaba que al mantener el calentamiento por debajo de 2 grados este siglo se podrían manejar los cambios que sufrirá el planeta. 

Pero según el nuevo informe, ir más allá de los 1,5 grados es poner en riesgo la habitabilidad de la Tierra.

"Limitar el calentamiento a 1,5 grados conlleva muchos beneficios en comparación con limitarlo a 2 grados. Esto reduciría el impacto del cambio climático de maneras muy importantes", explicó el profesor Jim Skea, copresidente del IPCC.

Pero, según el IPCC, este límite podría superarse en tan sólo 12 años.

Consecuencias devastadoras

El IPCC proyecta que un aumento de la temperatura global de 2 grados acabaría con todos los arrecifes de coral

Mientras que un incremento de 1,5 los reducirá entre un 70% y un 90%, dos grados los extinguirían casi por completo.

Otra diferencia importante es que el nivel del mar aumentaría 10 centímetros más al pasar de 1,5 a 2 grados. Puede parecer poco, pero esta diferencia implica que diez millones de personas más estarían expuestas a inundaciones. 

También tendría un impacto significativo en la temperatura y acidez del océano, y en la capacidad de cultivar cultivos como el arroz, el maíz y el trigo.

Y el IPCC afirma que limitar el calentamiento a 1,5 frente a los 2 grados supondría reducir el número de personas expuestas a los riesgos climáticos y la pobreza en varios cientos de millones. 

También limitará la prevalencia de enfermedades como el dengue y la malaria.

Por lo pronto, las emisiones de gases de efecto invernadero ya han elevado aproximadamente un grado centígrado la temperatura global respecto a los niveles preindustriales. 

"Ya estamos en la zona de peligro", explica Kaisa Kosonen, de Greenpeace.

"Ambos polos se están derritiendo a un ritmo acelerado; árboles antiguos que han estado allí durante cientos de años están muriendo repentinamente y acabamos de tener un verano en que gran parte del mundo estaba en llamas".

¿Qué se puede hacer a nivel individual?

Y el reporte también incluye medidas que se pueden tomar a nivel individual.
Estas incluyen:
  • Comprar menos carne, leche, queso y mantequilla y más alimentos de temporada producidos localmente (además de desperdiciar menos comida).
  • Conducir automóviles eléctricos y caminar o usar la bicicleta para desplazamientos cortos
  • Tomar trenes y buses en lugar de aviones
  • Recurrir a videoconferencias en lugar de viajar por razones de trabajo
  • Secar la ropa al sol en lugar de utilizar secadoras
  • Aislar mejor las casas para reducir la dependencia de calefacción y/o acondicionadores de aire
  • Exigir una baja huella de carbono en todos los productos de consumo
"Uno puede creer que no puede controlar el uso que se la da a la tierra, pero uno sí puede decidir qué come y eso determina el uso de la tierra", explicó la Dra. Debra Roberts, la otra copresidente del IPCC.

"Podemos elegir como nos movilizamos dentro de las ciudades, garantizar que elegimos a gobernantes que le apuestan al transporte público", ejemplificó Roberts.


El artículo completo  aquí: 

BBC: 2030, fecha límite para la humanidad

Más información en;:

CNÑ: 2030, año de la catástrofe climática

FayerWayer: en el 2040 habrán menos alimentos para la humanidad

El País: debemois tomar medidas drásticas contra el cambio climático
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