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21 de mayo de 2019

¿Por qué son tan peligrosos los ácidos?

El ácido quema porque se disocia y entonces se produce una reacción química con calor que provoca una quemadura química.


El lector que nos ha enviado esta pregunta especifica que no entiende que si una sustancia necesita el agua para manifestar su nivel de acidez por qué en ausencia de agua, los ácidos siguen siendo peligrosos. Por poner un ejemplo claro: ¿por qué nos quemamos si nos cae un poco de, por ejemplo, ácido sulfúrico en la piel?

La respuesta es que también ahí hay agua. Vayamos despacio. El ácido quema porque se disocia, dona un protón al agua, (un ácido de Bronsted), y entonces se produce una reacción química con calor que provoca lo que llamamos una quemadura química. Es ese calor el que causa irritación cuando ocasiona una desnaturalización de proteínas, y, en el caso de algunos ácidos, quemaduras muy graves. Y eso ocurre cuando el ácido entra en contacto con nuestra piel y provoca corrosión en ella.
Y es así con todos los ácidos aunque unos son más fuertes y otros menos. Por ejemplo, el ácido acético que es un ácido orgánico es menos fuerte, aunque si te echaras ácido acético puro tu piel se irritaría pero no es lo mismo que, por ejemplo, el sulfúrico que es uno de los ácidos fuertes.

Lo que determina la capacidad de cada ácido para producir esas consecuencias es la constante de disociación o constante de acidez. Esta constante de disociación es la medida de la fuerza de un ácido en disolución, o lo que es lo mismo su capacidad de donar protones a la solución con la que entra en contacto. Todos sabemos que el ácido sulfúrico puede hacer agujeros y eso es porque tiene una constante de disociación muy alta, sin embargo, si te cae en la piel ácido acético solo te provoca una irritación y eso es porque su constante de disociación, su capacidad de ceder protones al medio con el que entra en contacto, es mucho más baja que la del sulfúrico. Cuantos más protones cede un compuesto, mayor es la reacción química que se produce y mayor su producción de energía y, por lo tanto, más capacidad de producir corrosión.
Sala de control del área química de la fábrica de ácido acetilsalicílico de Bayer en Asturias.
Sala de control del área química de la fábrica de ácido acetilsalicílico de Bayer en Asturias.
Hay que tener mucho cuidado al manejar ácidos por esa razón. Es necesario ponerse protección: gafas, guantes y, además, trabajar con ellos en una campana. Y las medidas son más estrictas en función de cuál sea la constante de disociación del ácido en cuestión. Por ejemplo, cuando usamos ácido acético para preparar fases móviles de los cromatógrafos en nuestro laboratorio no lo manejamos con tanta precaución como cuando manejamos ácido sulfúrico. El sulfúrico lo cogemos con guantes especiales resistentes al ácido y siempre trabajamos con él en la campana porque además emite gases.

En nuestro laboratorio usamos mucho el ácido sulfúrico para preparar un reactivo que se llama óleum y que es básicamente agua con ácido sulfúrico. Por ejemplo, cuando necesitamos separar los distintos productos naturales de las plantas los ponemos en unas placas finas de Silicagel y se rebelan con ácido sulfúrico. Y también usamos el ácido sulfúrico para limpiar material de vidrio (mezcla crómica) que no hay manera de limpiar de otra forma.

Los ácidos orgánicos están en todas partes. Por ejemplo, hay ácidos que se producen por fermentaciones biológicas como el láctico o el acético que son ácidos suaves y forman parte de muchos alimentos. Juegan un papel muy importante en nuestra alimentación diaria. También nuestro cuerpo produce ácidos, cuando hacemos ejercicio generamos ácido láctico que es el que más tarde provoca las agujetas en los músculos.

Toda nuestra vida cotidiana está rodeada de ácidos. Las hormigas secretan ácido fórmico y por eso cuando te pican y te irritan lo que te está irritando es el ácido fórmico que las hormigas usan como defensa.

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