El lector que nos ha enviado esta pregunta especifica que no entiende que si una sustancia necesita el agua para manifestar su nivel de acidez por qué en ausencia de agua, los ácidos siguen siendo peligrosos. Por poner un ejemplo claro: ¿por qué nos quemamos si nos cae un poco de, por ejemplo, ácido sulfúrico en la piel?
La respuesta es que también ahí
hay agua. Vayamos despacio. El ácido quema porque se disocia, dona un
protón al agua, (un ácido de Bronsted), y entonces se produce una
reacción química con calor que provoca lo que llamamos una quemadura
química. Es ese calor el que causa irritación cuando ocasiona una
desnaturalización de proteínas, y, en el caso de algunos ácidos,
quemaduras muy graves. Y eso ocurre cuando el ácido entra en contacto
con nuestra piel y provoca corrosión en ella.
Y es así con todos los ácidos
aunque unos son más fuertes y otros menos. Por ejemplo, el ácido acético
que es un ácido orgánico es menos fuerte, aunque si te echaras ácido
acético puro tu piel se irritaría pero no es lo mismo que, por ejemplo,
el sulfúrico que es uno de los ácidos fuertes.
Lo que determina la capacidad de
cada ácido para producir esas consecuencias es la constante de
disociación o constante de acidez. Esta constante de disociación es la
medida de la fuerza de un ácido en disolución, o lo que es lo mismo su
capacidad de donar protones a la solución con la que entra en contacto.
Todos sabemos que el ácido sulfúrico puede hacer agujeros y eso es
porque tiene una constante de disociación muy alta, sin embargo, si te
cae en la piel ácido acético solo te provoca una irritación y eso es
porque su constante de disociación, su capacidad de ceder protones al
medio con el que entra en contacto, es mucho más baja que la del
sulfúrico. Cuantos más protones cede un compuesto, mayor es la reacción
química que se produce y mayor su producción de energía y, por lo tanto,
más capacidad de producir corrosión.
Hay que tener mucho cuidado al
manejar ácidos por esa razón. Es necesario ponerse protección: gafas,
guantes y, además, trabajar con ellos en una campana. Y las medidas son
más estrictas en función de cuál sea la constante de disociación del
ácido en cuestión. Por ejemplo, cuando usamos ácido acético para
preparar fases móviles de los cromatógrafos en nuestro laboratorio no lo
manejamos con tanta precaución como cuando manejamos ácido sulfúrico.
El sulfúrico lo cogemos con guantes especiales resistentes al ácido y
siempre trabajamos con él en la campana porque además emite gases.
En nuestro laboratorio usamos
mucho el ácido sulfúrico para preparar un reactivo que se llama óleum y
que es básicamente agua con ácido sulfúrico. Por ejemplo, cuando
necesitamos separar los distintos productos naturales de las plantas los
ponemos en unas placas finas de Silicagel y se rebelan con ácido
sulfúrico. Y también usamos el ácido sulfúrico para limpiar material de
vidrio (mezcla crómica) que no hay manera de limpiar de otra forma.
Los ácidos orgánicos están en
todas partes. Por ejemplo, hay ácidos que se producen por fermentaciones
biológicas como el láctico o el acético que son ácidos suaves y forman
parte de muchos alimentos. Juegan un papel muy importante en nuestra
alimentación diaria. También nuestro cuerpo produce ácidos, cuando
hacemos ejercicio generamos ácido láctico que es el que más tarde
provoca las agujetas en los músculos.
Toda nuestra vida cotidiana está
rodeada de ácidos. Las hormigas secretan ácido fórmico y por eso cuando
te pican y te irritan lo que te está irritando es el ácido fórmico que
las hormigas usan como defensa.