Aprender a planificar –sobre todo si usted es nuevo en esto de
gestionar y organizar el tiempo– puede ser una experiencia frustrante. Y
en el caso de algunas personas concretas, sus cerebros podrían tener la
culpa.
Como coach o formador de gestión del tiempo, he visto personas increíblemente inteligentes sufrir a la hora de planificar.
Por ejemplo, las personas más creativas con un pensamiento visual
pueden encontrar al principio muy difícil traducir sus ideas y conceptos
en acciones prácticas que puedan encajarse en un calendario. Necesitan que alguien les guíe paso por paso en este proceso. Otras personas,
brillantes para identificar y llevar a cabo su primera prioridad,
vacilan en cambio cuando se trata de supervisar el avance de otras
tareas en paralelo, incluida gestionar a los demás.
Al leer el libro de la doctora Katherine Benziger Thriving in Mind: The Natural Key to Sustainable Neurofitness, entendí la base científica de lo que había observado en mis clientes: los cerebros de algunas personas están configurados de forma natural para mantener el orden, mientras que los de otras personas no.
Todo se reduce a la neurología y el estudio del cerebro. Las personas
con una dominancia natural de la parte izquierda posterior del cerebro
se sienten más cómodas al elaborar planes lineales y llevarlos a cabo.
Son personas que normalmente no necesitan realmente mi ayuda como coach
y a menudo tampoco entienden por qué les cuesta tanto a los demás. Pero
las personas cuyo cerebro está dominado por una parte diferente,
encontrarán mucho más difícil cualquier planificación. La razón es
que la neuroquímica de su cerebro les lleva a invertir 100 veces más
energía para pensar en modo "planificación" que alguien cuya cerebro
está más predipuesto a funciona desde la parte izquierda posterior.
Del mismo modo que solemos reconocer que aptitudes como la
creatividad, el análisis y la redacción pueden resultar más fácil a unos
que a otros, la comodidad con la planificación es algo con lo que se nace o no se nace.
Sin embargo, esto no significa que no podamos potenciar esa capacidad
al construir de forma activa neuroconexiones dentro de nuestros cerebros
a través de la práctica continua.
Gracias a mi trabajo como coach, he entendido la importancia
de lo anterior de forma intuitiva. He visto a clientes que nunca han
sido capaces de planificar de manera eficaz durante toda su vida
desarrollar esta aptitud simplemente al buscar ayuda, comprometerse y
luchar por conseguirlo; es decir, lograr ser más resilientes.
Aquí tiene unos consejos clave para aprovechar las fortalezas
naturales de su cerebro y, con ellas, lograr una mayor resiliencia a la
hora de planificar:
- Identifique sus puntos fuertes y débiles. Si
la planificación le resulta extremadamente difícil, probablemente no
tenga una dominancia cerebral izquierda posterior. Para averiguar qué
parte de su cerebro predomina, realice la autoevaluación del libro Thriving in Mind o la evaluación de estilos de pensamiento más formal Benziger Thinking Styles Assessment.
Aprender esto puede ayudarle a entender mejor qué funciona bien para
usted y entonces aprovecharlo para modificar sus hábitos. Con
la autoevaluación de Thriving in Mind, por ejemplo, entendí por qué resolvía de forma casi natural determinados tipos de tareas y por qué solía evitar otras.
- Acepte la dificultad. Si
creemos que algo debería ser fácil cuando es difícil, tendemos a
disgustarnos y tenemos más probabilidades de rendirnos. Pero si fijamos
la expectativa de que una tarea es difícil, y aunque es probable que
resolverla todavía se nos haga cuesta arriba, estaremos más dispuestos a
seguir comprometidos con resolverla porque entenderemos que los
probleman forman parte del proceso. Cuando mis clientes empiezan a
planificar, lo describen como frustrante, desorientador, agotador
e incluso algo que provoca ira porque no quieren aceptar los límites de
la realidad, no aceptan el número finito de actividades y acciones que
caben en un día. Los clientes que asumen y aprenden a superarlo son los
que más avances logran. Una vez comprenden que no será fácil, se
encuentran más tranquilos, más confiados y con las cosas más claras
sobre cómo estructurar bien su tiempo.
- Abandone la mentalidad del todo o nada. Un
fenómeno interesante que he detectado en personas cuyas fortalezas
cerebrales no incluyen la planificación es que tienden a ser víctimas de
una mentalidad de "todo o nada". Estas personas creen que deben seguir
sus planes al pie de la letra; de lo contrario todos sus esfuerzos
habrán sido en balde; que si no pueden planificar cada día, no deberían
planificar nada. En su lugar, vea el aprendizaje como un proceso en el
que las mejoras se suman y cada día cuenta. Esto mejorará su
resiliencia: no se castigará tanto a sí mismo cuando se desvíe del plan
y, a su vez, encontrará más fácil la forma de volver a él.
- Encuentre sistemas que funcionen. En
lugar de obligarse a seguir un proceso de planificación establecido de
antemano, encuentre el sistema que más le convenga. Por ejemplo, si
tiene una fuerte inclinación visual (una característica común de
dominancia cerebral derecha frontal), encuentre una manera de organizar
el tiempo y el trabajo que tenga en cuenta esa preferencia. Apunte las
tareas en pósits, dibuje en una pizarra y utilice mapas mentales.
Si le encantan las hojas de cálculo (algo común en las personas con una
dominancia cerebral frontal izquierda) coloque su lista de tareas y
planes en Excel, plantee el uso de aplicaciones móvil que le permitan
controlar sus progresos de manera numérica. Si le gusta ver el tiempo
como un flujo que avanza a un ritmo determinado (un favorito de la
dominancia cerebral derecha inferior o trasera), utilice herramientas
como las listas en papel que le permitirán adaptar y modificar la
cadencia de sus días según necesite en lugar de verse sometido
a estrictos periodos de tiempo. No existe ninguna forma errónea de
planificar. Experimente hasta encontrar la que mejor se ajuste a usted.
- Aproveche el cerebro de los demás. Si
conoce a personas que destacan a la hora de planificar y por sus
cualidades habilidades organizativas, pida su consejo. Es posible que
les resulte fácil ofrecerle soluciones en potencia para problemas que a
usted le superan. Recibir sugerencias de otras personas sobre posibles
técnicas y métodos de planificación, en vez de intentar desarrollar uno
propio, podría ahorrarle mucho tiempo. Un aviso: evite a las personas
más críticas pues podrían desanimarle en su proceso de aprendizaje. El
desafío ya es bastante difícil sin la necesidad de verse despedazado por
otros. Otro aviso: pida soluciones sencillas. No intente ser experto en
un área sobre la que aún está aprendiendo; un nivel básico de
conocimientos representa un buen comienzo.
- Siga intentándolo. Una de las
definiciones de resiliencia es "la capacidad de recuperar su estado
inicial". Cuando se encuentre frustrado durante el proceso de
planificación, tenga compasión consigo mismo cuando cometa errores,
vuelva a centrarse cuando se distraiga y modifique sus planes cuando
surjan problemas nuevos. Por ejemplo, podría decidir posponer un
proyecto que creía que terminaría de hoy a mañana, podría contactar con
un compañero y pedir ayuda para terminar un entregable a tiempo.
Entender lo que pasa dentro del cerebro mientras se mejora la
capacidad de planificar y gestionar el tiempo marca una gran
diferencia en la capacidad de animarse a sí mismo y seguir intentándolo a
pesar de las frustraciones y los obstáculos. Cuando se convenza de que
puede cambiar y acepte que tendrá que esforzarse más que la mayoría,
tendrá unas posibilidades mucho más altas de ser resiliente en el
proceso de mejorar su capacidad de planificar y organizar.
Fuente:
Harvard Business Review