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17 de julio de 2018

¿Es cierto que las mujeres hablan más que los hombres?

Los expertos no se ponen de acuerdo en este asunto, aunque la impresión general es que sí, pero no por tanta diferencia como se suele pensar. Un estudio realizado por las Universidades de Texas y Arizona entre 1998 y 2004, y publicado en 2007 por la revista Science se encargó de registrar, transcribir y contar el número de palabras pronunciadas por una muestra de 396 estudiantes, la mitad hombres y la mitad mujeres. El resultado: ellas decían diariamente una media de 16.215 palabras, y ellos, 15.669, aunque dependía por supuesto de los individuos, pues aquí sí hay diferencias abismales. Los supercharlatanes, fueran del sexo que fueran, rebasaban los 47.000 vocablos, mientras que los más taciturnos apenas llegaban a 500.

Por su parte, la psiquiatra Louann Brizendine sostiene en su libro El cerebro femenino que la mujer no sólo cuenta con mayor empatía e inteligencia emocional, sino que es superior al hombre en capacidad lingüística y de comunicación. Ellas utilizan, dice, un vocabulario más amplio -hasta tres veces más palabras- y hablan mejor y más deprisa.

Fuente:

Muy Interesante

¿Qué diferencias hay en las preferencias de color de hombres y mujeres?

En un estudio realizado hace unos años con sujetos de 22 países, Joe Hallock llegó a la conclusión de que el 57% de los hombres eligen el azul como su color favorito, frente a un 35% de las mujeres que se decantan por esta opción. Las diferencias son especialmente significativas en lo que respecta al color violeta: un 23% de las mujeres encuestadas por Hallock lo escogieron como preferido frente a un 0% de los hombres. En lo que respecta al verde, la proporción de personas que lo eligen como favorito es igual en ambos sexos, un 14%. Curiosamente, a partir de los 70 años las respuestas son más homogéneas y el 82% de las personas escoge el azul como color preferido.

Los colores que menos gustan tanto a hombres como a mujeres son el marrón y el naranja, que juntos suman cerca del 50% de las respuestas negativas.

El estudio también reveló que los hombres se decantan por colores brillantes, mientras que las mujeres tienden a elegir colores suaves y tonos pastel. En cuanto a los nombres de los colores, lo que para ellos es "rosa" para ellas tiene matices como rosa fresa, rosa chicle, magenta o salmón. Lo mismo sucede con el verde, con el violeta y con los azules.

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Muy Interesante

8 de julio de 2018

Qué le ocurre realmente a tu cuerpo si dejas de comer (y cuánto tardas en morir de hambre)

Probablemente, la mayoría de los que nos leen no se pueden hacer una idea de lo que significa pasar hambre de verdad. Cuando nuestro organismo realmente siente que la inanición está activa, encienda las luces rojas y pone en marcha un plan de emergencias de hasta tres etapas críticas antes del fatal desenlace.

Desde el punto de vista médico, la inanición ocurre cuando un cuerpo no obtiene las suficientes calorías y nutrientes. Ya sea provocada por la pobreza, la hambruna, las huelgas de hambre voluntarias o algunas condiciones médicas, la fisiología del hambre sigue el mismo proceso sin importar la causa.

Lo cierto es que lo que te puedes imaginar como “morir de hambre” no es algo rápido, es más bien todo lo contrario. Morir sin ingerir un solo alimento toma su tiempo, y con ello un sufrimiento al que nuestro cuerpo trata de adaptarse paulatinamente.

Si bien nuestros cuerpos se apagan entre cinco o diez minutos después de estar sin oxígeno, o un par de días (una semana máximo) sin agua, dependiendo de las circunstancias, una persona puede durar hasta dos meses sin ningún alimento. Como decíamos, durante este tiempo el cuerpo pasa a través de tres fases metabólicas distintas para tratar desesperadamente de mantenerse con vida hasta que encuentres comida nuevamente.

La primera fase es aquella donde tu cuerpo elige la quema de glucosa. En tu estado normal (bien alimentado) tu cuerpo descompone moléculas de glucógeno para producir glucosa: el carbohidrato “amigable” que mantiene tus células bien alimentadas y funcionando. A una persona promedio generalmente le lleva unas seis horas después de alimentarse antes de que comiencen a sentir hambre.

El artículo completo en:

Gizmodo

4 de julio de 2018

Juan Carlos Izpisúa: “Hemos alargado la vida de animales y nada indica que no se podrá hacer en humanos”

El investigador español habla de avances que pueden retrasar el envejecimiento o producir órganos en animales para trasplantes.


Javier Sampedro contó en este periódico que hace unos años a Juan Carlos Izpisúa (Hellín, Albacete, 1960) le diagnosticaron una enfermedad renal grave, una que afecta a sus dos riñones y puede costarle la vida. Su reacción ayuda a compartir la fe que transmite el investigador del Instituto Salk de la Jolla en California (EE UU) cuando habla de lo que hace en su laboratorio, hazañas que parecen de ciencia ficción, pero son solo ligeramente futuristas. Tras asimilar la noticia, abrió una línea de investigación renal en sus laboratorios de medicina regenerativa y en 2013, presentó unos minirriñones construidos a partir de células madre humanas. El trabajo fue incluido por la revista Science entre los más destacados del año.

En un estudio más reciente, mostró cómo había modificado la expresión génica de ratones enfermos doblando su esperanza de vida. El tipo de tratamiento no actuaba sobre la mutación causante de la dolencia sino que modificaba una serie de marcas químicas que se acumulan sobre el genoma. Izpisúa cree que estos tratamientos epigenéticos (del griego epi, sobre, porque van por encima de los genes) son una llave para combatir el envejecimiento y prolongar el número de años que podremos vivir con salud. “Hemos prolongado la vida de animales con cambios epigenéticos y no hay nada que me indique que no se podrá hacer en humanos”, afirma.

Si todas estas promesas se hacen realidad, el impacto social será inmenso y el investigador cree que los políticos no parecen conscientes de esta revolución que ya se está gestando. “Todo esto se debe regular, pero nuestros gobernantes desconocen hasta los experimentos que estamos haciendo. ¿Cómo van a poder regular? Deberían tener un poquitín más de interés en saber qué es lo que están haciendo los científicos para apoyarlo, regularlo y que se beneficie toda la sociedad y no solo unos pocos”, remacha poco antes de dar una conferencia en Madrid con motivo del 350 aniversario de la farmacéutica Merck.

Lea el artículo completo en:

El País Ciencia

9 de junio de 2018

Los humanos sólo somos el 0,01% de la vida del planeta y hemos aniquilado al 83% de los mamíferos

Hace dos años un grupo de reputados científicos observó que, tras décadas de continua transformación del medio, los humanos habíamos abierto la puerta a una nueva edad geológica: el Antropoceno. Aquella en la que el ser humano, por su extensa acción, ha logrado cambiar el curso geológico de la Tierra. Hoy tenemos cifras que ilustran hasta qué punto somos dominantes: sólo representamos el 0,01% de la vida terrestre, pero hemos logrado aniquilar a una barbaridad de ella.


¿Cuánto?
 
La pregunta la responde un extenso análisis realizado por científicos de la Universidad de Nueva Jersey y del Instituto de las Ciencias Weizmann, en Israel. El trabajo ha sido definido como el primer estudio estadístico serio sobre la distribución de la biomasa en la Tierra, y las cifras a las que llega son escandalosas: desde el surgimiento de la civilización, el ser humano se las ha apañado para extinguir al 83% de los mamíferos terrestres, al 50% de las plantas y al 15% de los peces.

¿Cómo?
Es otra buena pregunta. Una buena forma de entenderlo es echando un vistazo a lo que queda sobre la superficie terrestre. Del total de los mamíferos sólo el 4% son salvajes: el 60% son cabezas de ganado, dedicadas a la alimentación, y el 36% seres humanos. Sucede algo similar con las aves: tan sólo el 30% de las que viven en nuestro planeta son salvajes; el 70% restantes viven en granjas y terminan en nuestros platos. El cómo, al final, es simple: expandiéndonos.
Somos el 0,01% del total, pero dominamos al 99,9% restante.

¿Por qué?
 
Dadas las estadísticas anteriores no puede extrañar que hayamos provocado la sexta gran extinción de la historia de la Tierra. Ha sido un proceso largo, iniciado con la desaparición de la megafauna en el mundo civilizado y culminando con el actual elevadísimo ritmo de extinción de especies. En esencia, lo que el estudio relata es la historia de nuestra preeminencia: hemos logrado que la mayor parte de los mamíferos que habitan la Tierra estén a nuestro servicio.

¿Qué hacer?
 
El estudio es meramente descriptivo, no un manual de uso para solucionar los problemas medioambientales que nuestro continuo crecimiento como especie generan. Una solución quizá sea comer menos carne, o hacerlo de un modo sostenible. Otros pensadores tienen ideas más extravagantes, como decrecer o dejar de tener hijos. Ninguna respuesta es sencilla: si hemos llegado hasta aquí es por nuestra propia dinámica como especie y como civilización.
Dadas las proyecciones del futuro, nada hace indicar que el proceso sea reversible.
Fuente:

21 de mayo de 2018

José Antonio Marina: «La adolescencia es una etapa privilegiada: el cerebro se rediseña por completo»

A la edad de trece años se produce una segunda oportunidad de aprendizaje que hay que aprovechar, asegura el filósofo.

La adolescencia puede ser una etapa turbulenta, de crisis inevitable, de irresponsabilidad y conductas de riesgo. O no. Para el filósofo y pedagogo José Antonio Marina, esta mala prensa de los jóvenes está agravando el fenómeno en lugar de resolverlo. De hecho estos modelos sociales, advierte Marina, se convierten en profecías autocumplidas por el mero hecho de decirlas. «Si repetimos muchas veces que los adolescentes son ineducables y difíciles de tratar, conseguiremos que lo sean», augura. Su última obra «El talento de los adolescentes», editada por Ariel, viene a unirse a un movimiento incipiente en países anglosajones liderado por psicólogos especializados en esta franja de edad que aboga por cambiar paradigma:«Porque no se adecua a la realidad y porque toma como representación la adolescencia de un 15 por ciento que si son muy conflictivos», advierte. Solo hay que mirar, propone, las encuestas españolas, que nos dicen que más del 80% de individuos en esta franja de edad no tienen ningún tipo de crisis. Es más, describe, «lo pasan bien, se llevan bien con su familia y únicamente tienen la pelea por ampliar los límites normal que se presenta a lo largo de la historia pero que entra dentro de la dinámica clásica de la búsqueda de la independencia inherente a la adolescencia. Diría de hecho que entra dentro de sus obligaciones evolutivas».

—¿En que se basa esta nueva corriente para desmontar los mitos que hay entorno al adolescente?
—Esta nueva corriente aboga por tomar la adolescencia como una nueva segunda oportunidad. Para ello se basa en los últimos descubrimientos de la neurociencia, que hablan de que hacia los 13 años se realiza un nuevo y completo rediseño del cerebro. Es una segunda oportunidad de aprendizaje que tenemos que aprovechar para explicar a los adolescentes que tienen que sacarse el carnet de conducir de su nuevo producto, que es el momento de decidir sobre su personalidad. 

—¿Cómo se toman esta nueva teoría los jóvenes?
—Cuando se lo explicas bien les produce una gran euforia educativa: les damos la razón de que tienen que tomar las riendas de su vida pero tienen que aprender a conducir. Les interesa mucho cuando les hablas de su cerebro. 

—Sin embargo, usted advierte en su libro de que muchos adolescentes piensan a esa edad que ya no pueden cambiar. —Sí, a esa edad ya han forjado la creencia de que «como soy así ya no puedo cambiar», pero precisamente es el momento en el que pueden cambiar y tienen que hacerlo. Y que pueden aprender a pensar mejor, aprender a sentir mejor, aprender a tomar mejor las decisiones y ser más autónomos y por lo tanto a desarrollar su personalidad. Es el momento de la personalidad. 

—¿Cómo pueden ayudar unos padres que también piensan que esta época es difícil?
—Los padres tienen tres grandes recursos: el cariño, la exigencia (tienen que poner limites) y la comunicación, todo ello adaptado a esta edad. No digo que esto último no sea complicado: Necesitan la conexión emocional pero al mismo tiempo la rechazan. Pero una conversación no es somerterle a un interrogatorio. La conexión emocional se hace en primer lugar intentando entender al adolescente y tomando en serio sus intereses y preocupaciones, aunque a los adultos les parezcan absurdas. Son las de ellos. También tenemos que trasladar las nuestras. 

—¿Dónde cometen los padres el mayor error?
—El problema está en que estamos infantilizando la adolescencia. Así lo afirman la mayor parte de los expertos de este momento. Como tenemos miedo a su irresponsabilidad no les damos responsabilidades y a los niños hay que dárselas. La adolescencia no es una etapa biológica, esa es la pubertad. La adolescencia es una creación cultural estrictamente educativa que sirve para permitir que los niños no entren en el mercado de trabajo y tengan un periodo de aprendizaje más amplio. Pero es un periodo que debe ser más riguroso ya que debe servir de adquisición de responsabilidades, de autonomía... que es lo que pide esa edad. No podemos olvidarlo con el pretexto de que son niños peligrosos. Pueden y deben tomar muchas decisiones. 

El artículo completo en:

ABC (España)

2 de mayo de 2018

Cinco claves para hablar bien en público (y disfrutarlo)

Si quieres hablar bien en público, tendrás que pensar bien en privado.

Decía el escritor Mark Twain que hay dos tipos de oradores, los que se ponen nerviosos y los que mienten. Y los nervios van a variar dependiendo de lo que tengamos que contar o de quiénes nos escuchen. Muchas veces nos toca hablar en público en una reunión de trabajo, en la junta de vecinos o en el brindis de la boda de nuestro mejor amigo. Y aunque no nos lo enseñaran en el colegio o hayamos tenido una mala experiencia, hablar en público se puede entrenar si se sabe cómo. Mónica Galán, en su libro Método Bravo, nos enseña los cinco pasos para conseguirlo y aplicarlo en nuestro día a día.

El primer paso es la bienvenida. Necesitamos invertir tiempo para un buen comienzo. Deberíamos huir como la pólvora de expresiones típicas como “bueno”, “pues…” o dar una palmada, que solo demuestran que estamos hechos un flan. La propuesta de Mónica es comenzar con alguna de estas ideas: contar una historia que enganche a la audiencia, aportar un dato o un hecho sorprendente, o hacer una pregunta que despierte la atención, como por ejemplo: “¿Cuántos de nosotros querríamos ganar más dinero?”. Si empezamos haciendo una mención a todas las personalidades presentes (clásico de los discursos institucionales), las personas desconectan desde el primer minuto.

El reconocimiento es la segunda clave para una buena presentación y este ha de ser de varios tipos, el primero el reconocimiento a ti como orador. Si han leído previamente tu currículum quizá no haga falta, pero si no, puedes contar alguna experiencia derivada de tu trayectoria o tu experiencia. No obstante, hay que tener cuidado en este punto con no resultar excesivamente pretencioso (esta sugerencia no tendría sentido en Estados Unidos, puesto que son diametralmente opuestos a nosotros en esto). Otro reconocimiento que se ha de hacer es a la audiencia por su tiempo y su atención. Curiosamente, las gracias se han de dar después del punto anterior y no antes… aunque pensemos que somos descorteses.

La tercera clave que nos ayuda a hablar en público es la autoridad, y esta se consigue con las palabras y con el lenguaje no verbal. La mejor manera de reducir los nervios es estudiando lo que se va a explicar. Pero las emociones y nuestra personalidad se perciben cuando hablamos delante de otras personas. Nuestras inseguridades o dudas se expresan con gestos, de los cuales no siempre somos conscientes. Por eso, a la hora de prepararnos para algo importante, también necesitamos trabajar en la seguridad en nosotros mismos. Mónica Galán lo resume del siguiente modo: si quieres hablar bien en público, tendrás que pensar bien en privado.

El valor es otro de los elementos esenciales que necesitamos trabajar. Debemos aportar algo a las personas que nos escuchan, porque el tiempo es preciado pero la atención, mucho más. Para conseguir enganchar, una recomendación es narrar historias. Así aprendimos de pequeños y seguimos haciéndolo como adultos, o como dicen James Carville y Paul Begala, dos relaciones públicas de la Casa Blanca: “Si no comunicas con historias, no comunicas. Los hechos hablan, pero las historias vencen”.

Y por último, la ovación, que significa un cierre inolvidable. Aquí existen varias posibilidades: un cierre emocional con una historia en primera persona; una repetición de un primer mensaje como en el famoso discurso de Martin Luther King “I have a dream” (tengo un sueño). También podemos cerrar con un proverbio o una cita famosa… Es decir, necesitamos terminar con un mensaje que quede en la mente de quien lo escucha.

Hablar en público puede ser maravilloso si uno se siente preparado y pone en práctica varias herramientas. La buena noticia es que se puede entrenar y adaptar a la personalidad de cada uno, porque, como dijo Voltaire, “todos los estilos son buenos, menos el aburrido”.

Fuente:

El Páis (España)

19 de abril de 2018

Perú, niveles de sobrepeso y obesidad: problema de salud pública

Este artículo apareció en el diario peruano La República el día 20 de junio de 2017

Preocupante. Incidencia en menores de 9 años se duplicó en solo 6 años. El 18,3% de mayores de 15 años son considerados obesos. El consumo de alimentos ultraprocesados y comida rápida creció en 107% y 256% en la última década.


Desde antes de publicarse el reglamento de la Ley de Alimentación Saludable (N°30021), autoridades y expertos han explicado que dicha norma es importante para combatir dos problemas urgentes: el sobrepeso y la obesidad, cuya prevalencia se ha incrementado de forma sostenida en los últimos años.
Las voces autorizadas en la materia coinciden en que ambas condiciones ya son consideradas un problema de salud pública, lo que demanda acciones desde el Estado.

Esa es una de las razones por las que se ha criticado el mencionado reglamento, pues los parámetros de azúcar, sal y grasas que se utilizan para definir la “comida chatarra” podrían no ayudar a revertir la preocupante tendencia.

Los resultados de la última Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes), realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) en 2016, revelan que el 35,5% de los peruanos mayores de 15 años tienen sobrepeso. En el caso de la obesidad, el indicador llega hasta el 18,3%.

Ambos problemas también tienen una creciente incidencia entre los niños. Entre 2008 y 2014, el sobrepeso y la obesidad se incrementaron en 66% en niños y niñas de cinco a nueve años de edad, de acuerdo con los datos del Centro Nacional de Alimentación y Nutrición (Cenan) del Instituto Nacional de Salud.

Entre 2007 y 2014, en adolescentes de 10 a 19 años, el sobrepeso pasó de 12,9% a 18,5%. En el caso de la obesidad, la incidencia era de 4,9%, pero se elevó hasta 7,5%. El incremento general en este grupo poblacional fue de 46% en solo siete años.

“El sobrepeso y la obesidad ya son un problema de salud pública. En nuestro país ni siquiera hemos terminado de vencer los problemas de malnutrición por defecto, como la desnutrición, y ya estamos con los problemas de malnutrición por exceso”, asegura Saby Mauricio Alza, decana nacional del Colegio de Nutricionistas.

Para Miguel Palacios, decano del Colegio Médico, los plazos de implementación del reglamento son excesivos, pues las empresas tendrán entre 6 y 39 meses para adaptarse a los límites permitidos de los llamados nutrientes críticos y colocar advertencias en sus etiquetas.

“Para nosotros, como médicos, nos parece que es un acto perverso permitir que se sigan vendiendo sin advertencia estos productos con alto contenido de azúcar, sal y grasas, aun sabiendo que son sustancias dañinas”, declaró.

Similar opinión tiene Magaly Herrera, decana del Colegio de Nutricionistas de Lima y Callao. “La salud pública está en riesgo hoy. Tenemos una coexistencia de niños con sobrepeso y anemia porque no se están alimentando de forma adecuada. Estos niños están expuestos a cualquier enfermedad. El Ministerio (de Salud) no está viendo este problema”, declaró la especialista.

Doris Delgado Pérez, directora de la Escuela Profesional de Nutrición de la Universidad de San Marcos, añade que en el largo plazo se puede incrementar la incidencia de enfermedades asociadas.

“La obesidad y el sobrepeso pueden aumentar la prevalencia de diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer. Las cifras son muy altas, sin duda se trata de un problema de salud pública”, consideró.

Consumo de chatarra 

Los expertos consultados aseguran que la alimentación no saludable y la falta de actividad física son las causas principales del sobrepeso y la obesidad.

En relación con el primer punto, un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) muestra que el consumo de bebidas y alimentos ultraprocesados en el Perú creció en 107% entre los años 2000 y 2013.

Según el mismo documento, en el 2000 se vendían 40.2 kg de estos productos por cada persona. Hacia el 2013, el indicador llegó hasta 83.2 kg.

Sobre el consumo de comida rápida, la OMS advierte que en el mismo plazo el Perú mostró el mayor incremento en la región (265%). En el 2000, una persona compraba este tipo de comidas 8.7 veces al año, cantidad que se elevó hasta 31.8 en el 2013.

Con este panorama, con valores poco estrictos para definir la comida chatarra, los especialistas son escépticos sobre los beneficios del reglamento. Si se mantienen las tendencias mostradas, coinciden, las consecuencias podrían afectar todo el sistema de salud nacional. 

Diferencias

Definición. Para definir el sobrepeso y la obesidad, la OMS utiliza el Índice de Masa Corporal (IMC), que mide la relación entre el peso y la talla de una persona.

Exceso de grasa. Cuando el IMC de un adulto es igual o superior a 25, se le considera con sobrepeso. Si llega a 30, entonces tendría obesidad.

15 de abril de 2018

Por qué los collaguas y cabanas del Perú, deformaban las cabezas de los bebés para que tuvieran forma de cono

Hubo un tiempo en que nacer en la tierras altas o bajas del valle del Colca, en lo que hoy es el departamento de Arequipa, al sur de Perú, determinaba la forma de la cabeza de los bebés.

Entre los años 1100 y 1450, las familias de los dos grupos étnicos predominantes en esta región andina, los collaguas y cabanas, modificaban el cráneo de los recién nacidos usando vendajes con telas y hasta maderas.

Pero lejos de ser una simple cuestión estética, esta práctica tuvo consecuencias sociales y políticas a tal punto que podría haber cambiado el vínculo de estas antiguas civilizaciones con el imperio inca que llegaría a dominar la región.


"Antes de mi estudio contábamos mayormente con los reportes de los españoles de la época colonial", le dijo a BBC Mundo el antropólogo estadounidense Matthew Velasco, docente e investigador de la Universidad Cornell de Estados Unidos.

Su trabajo, publicado este mes en la revista científica Current Anthropology, develó que lo que se creía era un marcador étnico exclusivo de los collaguas fue en verdad "una práctica mucho más dinámica, que se transformó a través del tiempo", explicó Velasco.

Porque lo que en un principio servía para distinguir a los collaguas de los cabanas, terminó uniéndolos contra los invasores incas.

De dos formas

Los collaguas vivían en la zona alta del valle del Colca, hablaban aymara y se especializaban en la crianza de alpacas para extraerles la lana. 

Según documentos coloniales de la época, los collaguas vendaban los maleables cráneos de los bebés para darles una forma alargada y estrecha.

El objetivo, detallaban los cronistas españoles, era que las cabezas tuvieran una forma similar al volcán Collaguata, considerado el lugar de origen mítico de esta etnia.

Los cabanas, en cambio, hablaban quechua y cultivaban maíz en las fértiles tierras de la zona baja del valle.

Estos daban a los cráneos de los infantes una forma más achatada y amplia presionando el lado posterior de la cabeza. "Probablemente usaban placas de madera (es decir, materiales más duros) para conseguir esta forma", detalló Velasco.

Al analizar cientos de restos óseos humanos de múltiples tumbas en el valle del Colca, Velasco descubrió que antes del 1300 la mayoría de las personas no presentaban modificaciones en las cabezas. 

La práctica, observada en solo 39,2% de los cráneos, pasó a representar el 73,7% luego de dicha fecha.

Pero esto no es todo: con el paso del tiempo, la forma cónica comenzó a predominar.
Esta creciente homogeneidad en las formas de cabezas contribuyó a la creación de una nueva identidad colectiva "que pudo haber reforzado los lazos sociales entre élites durante un tiempo de mucha guerra y fragmentación social", dijo Velasco.

El artículo completo en:

BBC Ciencia

¿Cuál es el secreto para tomar una decisión exitosa? Los consejos basados en el póker

"La mayoría de las decisiones que tomamos en la vida suceden en un entorno como el póker", le dice la estadounidense a BBC Mundo.

"Hay muchas cosas ocultas a la vista, mucha información que no tenemos o no conocemos y cuando se trata de predecir el futuro, la suerte también interviene", tanto en el juego como en la vida, añade.

  La incertidumbre es un elemento clave tanto en el póker como en la vida real, dice la experta.

Elementos clave

Annie Duke comenzó su carrera como jugadora de póker profesional cuando era muy joven y se impuso, entre otros, en el Torneo de Campeones de World Series of Poker en 2004 y el Campeonato estadounidense Heads-Up Poker en 2010. 

Pero antes de eso, obtuvo un doctorado en ciencia cognitiva por la Universidad de Pensilvania, Estados Unidos.

Y esos conocimientos los empezó a aplicar con sus alumnos en las clases de póker en 2002.

"El póker es un lugar único para observar y entender el proceso de la toma de decisiones ya que tiene todos los elementos", señala Duke. 

Y de entre ellos, la incertidumbre es fundamental.

Según la consultora y estratega en la toma de decisiones, la incertidumbre tiene dos fuentes.

La primera es la información oculta,ya que "no puedes ver las cartas de otros jugadores y eso también coincide en la mayoría de las decisiones que tomas en la vida".

Y la segunda es la suerte, porque "cada vez que hacemos predicciones sobre el futuro, la suerte puede intervenir. No sabemos cuál será la próxima carta". 

Por ello, los jugadores tienen que desarrollar estrategias para hacer frente a la información que desconocen, señala Duke, y eso podría aplicarse a la vida real.

Apuestas


Las dos primeras acepciones del diccionario de la Real Academia Española para el verbo apostar están relacionadas con el juego y la pérdida o ganancia de dinero. 

Pero en la quinta opción, la RAE lo define como "depositar su confianza o su elección en otra persona o en una idea o iniciativa que entraña cierto riesgo".

"Por eso tendemos a pensar que apostar está siempre relacionado con el sentido de jugar dinero en el casino. En el póker puedo tener información de mi oponente y por eso puedo apostar por él o contra él", dice Duke. 

Pero, ¿cuál es el secreto para tomar una decisión exitosa?

La respuesta en el posteo original en:

BBC Ciencia

10 de abril de 2018

El consumo reducido de alcohol puede ayudar a reducir la inflamación del cerebro y eliminar toxinas

  • La ingesta prolongada de cantidades excesivas perjudica el sistema nervioso

  • El consumo de bajo a moderado se asocia con un menor riesgo de demencia

  • Pero cuando es elevado con el tiempo aumenta el riesgo de deterioro cognitivo

Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Rochester, en Estados Unidos, han demostrado que unos niveles bajos de consumo de alcohol pueden ayudar a reducir la inflamación del cerebro y ayudarle a eliminar toxinas, incluidas las asociadas con la enfermedad de Alzheimer.

"Se sabe que la ingesta prolongada de cantidades excesivas de etanol tiene efectos adversos sobre el sistema nervioso central, pero en este estudio hemos demostrado por primera vez que, en dosis bajas, puede resultar beneficioso para la salud del cerebro", ha destacado Maiken Nedergaard, principal autor del estudio que ha publicado la revista Scientific Reports.

El hallazgo se suma a un creciente cuerpo de evidencia que apunta a los beneficios para la salud de dosis bajas de alcohol, en contraposición a lo perjudicial que resulta su consumo excesivo, ya que también se ha vinculado con un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.

La investigación de Nedergaard se ha centrado en el sistema linfático, en un proceso de limpieza único del cerebro que junto a su equipo describieron por primera vez en 2012, cuando mostraron cómo el líquido cefalorraquídeo se bombea hasta el tejido cerebral y elimina los desechos, incluidas las proteínas beta amiloide y tau que se han vinculado con el Alzheimer y otros tipos de demencia.

El sistema linfático es más activo mientras uno duerme

En un estudio posterior demostraron que el sistema linfático es más activo mientras uno duerme, puede deteriorarse cuando se produce un accidente cerebrovascular o un traumatismo craneoencefálico, y mejora con el ejercicio.

En este caso, su investigación consistió en evaluar en ratones el impacto de la exposición al alcohol, tanto aguda como crónica.

Cuando estudiaron los cerebros de animales expuestos a niveles más elevados de alcohol durante mucho tiempo, observaron altos niveles de marcadores moleculares de inflamación, particularmente en células llamadas astrocitos, que son reguladores clave del sistema linfático. Asimismo, también notaron un deterioro de las habilidades cognitivas y motoras de los roedores.

En cambio, los animales que estuvieron expuestos a niveles más bajos de alcohol mostraron menos inflamación en el cerebro y su sistema linfático fue más eficiente a la hora de mover el líquido cefalorraquídeo a través del cerebro y eliminar los desechos, en comparación con los ratones del grupo control que no fueron expuestos al alcohol. Asimismo, el rendimiento de los animales en las pruebas cognitivas y motoras evaluadas fue idéntico al del grupo control.

"Hay estudios que han demostrado que el consumo de alcohol de bajo a moderado se asocia con un menor riesgo de demencia, mientras que cuando es elevado con el tiempo aumenta el riesgo de deterioro cognitivo. Y este estudio puede ayudar a explicar esta relación, especialmente los beneficios del consumo reducido para la salud general del cerebro", ha explicado Nedergaard.

Fuente:

RTVE Ciencia

¿Qué determina el color de los ojos?

Marrón, azul, verde... ¿Cuál es el secreto detrás de cada color de ojos?

Los ojos suelen presentarse en muchas tonalidades, desde el marrón oscuro casi negro al marrón claro, y desde el verde, al avellana y o del gris al azul. Pero, a pesar de las muchas variaciones que percibimos, en realidad solo hay dos pigmentos diferentes en nuestros ojos: el marrón y el rojo.

El área coloreada en la parte frontal del ojo se llama iris. Tiene alrededor de 12 milímetros de diámetro y una abertura en el medio, que se llama pupila. El iris está hecho de tejido conectivo y un músculo delgado que le permite abrirse y cerrarse en respuesta a la luz.

Nuestro color de ojos se compone de
diferentes cantidades de pigmento y del tejido conectivo que forma parte del iris.

El pigmento que hace que nuestros ojos se vean oscuros


Las células del iris que producen el pigmento se llaman melanocitos y también son responsables del color de nuestro cabello y de nuestra piel. Los melanocitos pueden producir dos tipos diferentes de pigmentos: eumelanina, que es marrón-negro, y la feomelanina, que es roja.

Así, los ojos oscuros (los color azabache o casi negros) son los que más pigmento tienen (de eumelanina) y, por el contrario, los ojos azul claro tienen la menor cantidad de pigmento. Los ojos de tonalidad azul claro tiene mayor prevalencia en individuos de ascendencia europea.

Sin embargo, no existe pigmento azul en nuestros ojos. ¿Por qué son azules entonces? Debido a las fibras de colágeno blanco en el tejido conectivo en el iris. Estas fibras dispersan la luz y hacen que el iris se vea azul.


Los colores de los ojos que se encuentran entre los extremos de color marrón oscuro y azul claro tienen
cantidades variables de pigmento y áreas sin ningún pigmento. Esto conduce a los colores únicos que vemos en forma de verde, avellana y gris.

Pero no es solo el color lo que hace que nuestros ojos sean únicos;
la topografía física del iris también juega un papel importante. Cuando examinamos nuestros ojos de cerca, podemos ver varios patrones. El más fácil de detectar es el anillo pigmentado, que es un anillo de color que rodea la pupila.

Las áreas donde las fibras de colágeno son menos densas se ven como depresiones o surcos y se denominan estromas de Fuchs. Las manchas blancas, o los denominados nódulos de Wolfflin, se deben a puntos conflictivos de fibras de colágeno. Y Nevi, por otro lado, son manchas oscuras que se producen como resultado del aumento de la producción de pigmento por parte de un grupo de melanocitos.

Entonces,
¿qué regula esta increíble variedad de colores y patrones en nuestros ojos?

Los genes y los ojos


Durante muchos años, los genetistas creyeron que un solo gen era responsable de decidir el color de ojos de un individuo, con ojos marrones dominando a ojos azules. Sin embargo,
dos padres con ojos marrones pueden tener hijos de ojos azules.

Si bien el color de los ojos es un rasgo heredado, hoy sabemos que es mucho más complejo: varios genes contribuyen al espectro de colores que vemos en la población.

En lo que respecta al color de los ojos, el número total de genes responsables actualmente se sitúa en 11. Un grupo de investigadores, dirigido por Manfred Kayser, profesor de biología molecular forense en el
Erasmus University Medical Center Rotterdam en los Países Bajos, analizó recientemente variantes en estos genes en más de 3.000 personas de siete países europeos.

Al comparar estos perfiles genéticos con un nuevo método para evaluar el color de los ojos en las fotografías, los científicos pudieron predecir con fiabilidad el color de los ojos en la mayoría de los casos. Sin embargo, creen que "futuros estudios de asociación del genoma probablemente entcuentren nuevos genes de pigmentación y nuevas variantes de ADN predictivo de pigmentación".

Así las cosas, la genética del patrón ocular está aún en sus inicios, con algunos de los varios miles de genes implicados en el desarrollo del iris bajo investigación.

Mientras continúa la búsqueda de todos los jugadores genéticos que participan en el color y el patrón de los ojos, podemos seguir maravillando por el hecho de que herramientas tan sencillas sean capaces de producir una variedad tan amplia y espectacular de colores de ojos individuales en nuestra población. 

Tomado de:


Radiografía de los primeros 'sapiens' que salieron de África


Hallazgo en Israel, cerca de la ciudad de Haifa, de una mandíbula humana. El inidviduo tenía entre 20 y 30 años.
 
Hace seis años, cuando estaba embarazada de su segundo hijo, la paleontóloga española María Martinón Torres fue a Israel. Viajó con José María Bermúdez de Castro, uno de los tres directores de Atapuerca, para estudiar unos dientes hallados en Qesem, un yacimiento donde se especulaba que habían encontrado fósiles de Homo sapiens. Allí conocieron en persona a Israel Hershkovitz, que en un momento de su viaje, les enseñó el fragmento de una mandíbula que había encontrado en la cueva Misliya para pedirles su opinión. Martinón no tuvo dudas de que aquel maxilar pertenecía a un individuo de nuestra especie: "Era un sapiens de libro", recuerda por teléfono la científica, actual directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). "Nunca tuvimos dudas", corrobora Bermúdez de Castro.

La mandíbula en cuestión ha resultado ser una pieza clave de nuestro puzle evolutivo. Y es que, tras un largo y minucioso análisis y tres dataciones distintas -una de ellas realizada en Burgos por Mathieu Duval-, el equipo liderado por Hershkovitz, en el que hay una importante presencia española, ha anunciado esta semana que no sólo pertenece, efectivamente, a un Homo sapiens, sino que éste vivió hace entre 177.000 y 194.000 años, lo que significa que nuestra especie salió de África mucho antes de lo que se pensaba: al menos 50.000 años antes de lo que indicaban los huesos hallados hasta ahora.

Pero llegar a esta conclusión no ha sido un proceso rápido ni fácil, pues el fósil descrito en la revista Science fue descubierto en 2002. Según explica a EL MUNDO Israel Hershkovitz, cuando lo encontraron no sospecharon la relevancia que tendría: "Estuve allí en el momento del descubrimiento. Tardamos un año en limpiarlo y otros 10 en hacer las dataciones y terminar el análisis de la mandíbula y los dientes", detalla a través de un correo electrónico.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

31 de marzo de 2018

Cómo puedes tener más suerte: cuatro claves según la ciencia

La suerte es una cuestión de actitud: ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para que te sonría?

Ni tocar madera o cruzar los dedos funciona. Si quieres tener más suerte, la ciencia ha descubierto cómo conseguirlo. Al menos, esa es la conclusión de Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire en Reino Unido. 

Su investigación comenzó con una sencilla pregunta: ¿cómo es posible que haya personas que estén en el lugar adecuado en el mejor momento para que les ocurran cosas positivas y otras, sin embargo, parece que arrastran la mala suerte a sus espaldas? Wiseman, como buen científico social, quiso encontrar la respuesta y para ello realizó varios experimentos. 

Pidió a un grupo de voluntarios que se clasificaran conforme a su nivel de suerte y que participaran en distintas pruebas. Una de ellas era un experimento muy sencillo: tenían que contar el número de imágenes que veían en un periódico. En mitad del mismo, y sin que los participantes lo supieran a priori, dejó un mensaje fácil de leer que decía: “Dígale al investigador que ha visto esto y gane 250 libras". Las personas que consideraban que tenían suerte, paraban de contar y leían en voz alta el mensaje del periódico para cobrar el dinero. Así de fácil. Sin embargo, aquellas que previamente se habían considerado como poco afortunadas, se ponían tensas y llegaban incluso a no decir nada. Aquel resultado le inspiró la idea central para su investigación: la suerte es una cuestión de actitud. "La mayoría de la gente simplemente no está abierta a lo que le rodea", dice Wiseman. Es más, a su juicio, solo el 10% de nuestra existencia es aleatoria, el 90% restante se define por cómo afrontemos lo que no ocurre. Por tanto, estas son buenas noticias. Si queremos tener más suerte, tenemos que comenzar con nosotros mismos, con pensar de un modo más amable.

Así pues, veamos qué cuatro claves nos sugiere Wiseman para sentirnos más afortunados (y ojo, que suerte es diferente de azar; el azar sería que nos tocara la lotería, algo en lo que nuestro único margen de maniobra es comprar un décimo. La suerte es un concepto mucho más amplio):

Primero, ábrete a nuevas experiencias. Si buscas tener el control de todo al milímetro, se te escaparán cosas que se salen de tu objetivo inicial y que pueden ser muy positivas. Vivir de un modo más relajado no solo es bueno para la salud, sino también para la suerte.

Segundo, identifica tus corazonadas y préstales más atención. En nuestro sistema digestivo hay más de 100 millones de neuronas que nos dan pistas sobre lo que no vemos a priori de manera consciente y que nos aportan información muy relevante para tomar decisiones acertadas.

Tercero, confía en que lo que te puede ocurrir es positivo. Por supuesto, es una interpretación, pero ayuda. Sabemos que se vive mejor confiando en que estando siempre a la defensiva. Y parece que de este modo también se entrena la suerte.

Y cuarto, convierte las malas experiencias en positivas. Aprender de los errores con optimismo o imaginar que podría haber sido mucho peor nos alivia y nos hace relativizar los fallos.

Como vemos, la suerte es una percepción, depende de lo que hagamos y de cómo nos narramos lo que nos sucede. Por eso, se puede entrenar, como sugerían Fernando Trías de Bes y Alex Rovira en su libro La Buena Suerte, y como hicieron los participantes que asistieron a la Escuela de la Suerte que inauguró Wiseman en el Reino Unido. Escribieron un libro sobre todo lo bueno que les estaba ocurriendo y, pasado un tiempo, se sintieron mucho más afortunados. Así pues, como es una cuestión de actitud, ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para mejorar tu suerte?

Fuente:

El País (España)

26 de marzo de 2018

Cómo convertir una debilidad en una ventaja: la técnica del contrapeso

Cuando algo se nos da mal, tenemos tendencia a esforzarnos mucho y la solución no se encuentra ahí, sino en hacer algo diferente, una estrategia contrapeso, que nos ayude a conseguir nuestro objetivo, como la denomina Anxo Pérez. Veamos cómo aplicarla a nuestro día a día.

Primero, necesitas aceptar que tienes un área de mejora. Parece obvio, pero suele ser habitual negarlo y esto nos hace perder un tiempo precioso. Si se te da mal algo, no hay que echar balones fuera ni pelearse con la realidad. Tampoco ayuda quejarse de la mala suerte o de lo que sea… ¿o acaso conoces a alguien a quien todo se le dé bien al cien por cien? Cada uno tiene lo suyo, así que reconoce que eres humano, y no perfecto.

Segundo, busca el objetivo último y no lo pierdas de vista. Tomemos el ejemplo de mejorar la mala memoria. El objetivo es ser capaz de disponer de ciertas informaciones, y no tanto ganar el premio al que más recuerda lo que le rodea. Por ello, céntrate en lo esencial.

Y, tercero, define tu estrategia contrapeso. La estrategia habitual es entrenar la memoria con ejercicios y es posible que te ayude a mejorar algo, pero seguramente será difícil que te conviertas en el excelente “recordador de todo”. La otra alternativa es tu estrategia contrapeso, es decir, despertar tu creatividad para identificar qué se te da bien para conseguir tu objetivo último. En este caso, podría ser desde tomar apuntes en un cuaderno o hacerlo en el móvil con notas de voz hasta dibujar las ideas que en ese momento te parezcan relevantes. Con tu estrategia contrapeso, consigues acumular mucha información que luego, a la larga, te permite ser incluso más eficaz que aquel que hace gala de una memoria excelente.

En resumen, cualquier aparente debilidad puede ser el motor de partida para despertar la creatividad y buscar estrategias contrapeso, como sucedió con los vietnamitas o con David. La clave está en centrarse en el objetivo final y en reconocer que una aparente “debilidad” es una oportunidad que te ayuda a despertar la superación de ti mismo. Por ello, pregúntate: ¿qué se te da mal? ¿Qué estrategias contrapeso estás dispuesto a poner en marcha?

Fuente:

El País (España)

Si quieres encontrar nuevos puntos de vista, hazte preguntas poderosas

Indagar, evitar los lugares comunes y llevar a la persona a la acción son los objetivos de estas preguntas.

A veces nos atascamos con un tema y no somos capaces de ver más allá. Es entonces cuando una pregunta poderosa nos sería muy útil. Una pregunta poderosa es aquella que nos hace pensar, nos ayuda a contrastar opiniones o nos amplía el punto de vista. El motivo es sencillo: todos tenemos más información de la que somos conscientes; sin embargo, cuando nos obcecamos en algo, se nos escapan otras alternativas que existen y que no vemos. Unas preguntas bien formuladas nos ayudarían a cuestionarnos y a contemplar más opciones. Por este motivo se denominan poderosas, porque son muy útiles y porque nos aportan una reflexión muy rica para encontrar nuevas vías. Veamos cómo podríamos formularlas para aplicarlas en nuestro día a día o para echar una mano a alguien.

Lo primero de todo, son preguntas abiertas. Las preguntas cerradas son las que se responden con un sí o un no. Las abiertas requieren más elaboración. Si formulamos algo del tipo: “¿Te has adaptado bien a tu nuevo trabajo?”, muy probablemente la persona te responda con un “sí” y, con ello, existe poco margen de maniobra. En cambio, si indago con una pregunta abierta: “¿Qué dificultades estás viviendo en tu nuevo trabajo?”, le estoy obligando a meditar algo más y a encontrar nuevas respuestas, más allá de las sencillas.

Segundo, las preguntas poderosas ayudan a clarificar cuestiones o a aterrizar emociones. El objetivo es evitar caer en lugares comunes o en lugares trampa, que no nos ayudan, como la queja o el lamento. Por ejemplo, ante un comentario como: “Me va fatal”, las preguntas que podríamos hacer serían: “¿Qué es lo que te va tan mal? ¿Puedes concretarlo?”. De este modo, invito a la otra persona a aterrizar el problema para así poder abordarlo mejor.

Tercero, las preguntas poderosas sirven para cuestionarse a uno mismo. Por ejemplo, si lo que queremos es desafiar alguna idea preconcebida del tipo “esto se hace así”, las preguntas que servirían serían: “¿Quién lo manda?”, “¿quién te impide conseguirlo?”.

Si el objetivo es relativizar una queja como “no hay manera de convencer al otro departamento”, se le podría inquirir con: “¿Cómo harías para…?”, “¿qué sugerirías…?”.

Si lo que se desea es evitar echar balones fuera, nos sería útil decirle: “¿Qué papel has desempeñado en todo esto?”, “¿qué podrías haber hecho y no hiciste?”. Si se enfrenta a un miedo, una pregunta posible podría ser: “¿Qué sería lo peor que te podría ocurrir?”. Una vez identificado ese punto, se puede construir un plan de acción más adecuado.

En definitiva, las preguntas poderosas tienen como objetivo indagar, evitar los lugares comunes y llevar a la persona a la acción. No es de extrañar que sea la técnica más utilizada por los entrenadores personales (o coaches, como se denominan en el mundo de la empresa), por los jefes que buscan desarrollar el talento de sus equipos o por los profesores que intentan motivar a sus estudiantes. No es algo nuevo, puesto que ya Sócrates enseñaba a través de preguntas. Su método se conocía como mayéutica, nombre que en griego significa “técnica de asistir a los partos”. Su madre era comadrona y debió de encontrar la metáfora en el plano filosófico para dar a luz nuevas ideas. Por ello, vale la pena entrenar el músculo de hacer preguntas antes de lanzarse a ofrecer soluciones. Las personas podemos rechazar las opiniones de otros, los consejos o las recomendaciones. Pero es más difícil que demos la espalda a nuestras propias reflexiones o a aquellas ideas que nosotros hemos dado a luz.

Tomado de:

El País (España)

25 de marzo de 2018

El extraño caso del buzo peruano que tiene el cuerpo "inflado" desde hace cuatro años


Willy está convencido de que todos estos males son las secuelas de un accidente laboral que tuvo a finales de 2013 mientras buceaba a más de 30 metros de profundidad en busca de choros, el nombre que reciben los mejillones en Perú y otros países de Sudamérica.

Los facultativos que lo atienden prefieren ser cautos y contemplar todas las posibilidades, como que se trate de una enfermedad rara no relacionada con su actividad bajo el mar.

Pero si sus investigaciones llegan a dar la razón al mariscador peruano, su caso sería único e inédito en la historia del buceo.

Hasta que la vejiga aguante

El choro se fija con dureza a superficies como barrancos y peñascos gracias a una secreción llamada biso.

Los buzos mariscadores que trabajan de manera artesanal, como Willy, pasan largas horas despegándolos y recolectándolos antes de poder retornar a la superficie.

El tiempo que permanecen sumergidos bajo las frías aguas de la corriente de Humboldt lo determina la "necesidad de orinar", explican a BBC Mundo varios buzos de Pisco, la ciudad pesquera a 230 kilómetros al sur de Lima donde vive Willy.

Él asegura que podía aguantar hasta ocho horas. "Algunas veces subí a orinar, pero para mí era perder el tiempo", recuerda.

Dar libertad a la vejiga en las profundidades del océano no es una opción cuando uno lleva puesto un traje hecho con cámaras de llantas de camión.

"Si entra una gotita de agua por un huequito, nos mojamos toditos".

Los buzos más jóvenes prefieren los de neopreno, que cuestan un promedio de US$200 pero que a un mariscador no le duran ni cuatro meses, según Enrique Quino, el artesano de Pisco que desarma ruedas gigantes en busca de caucho para fabricarlos.

Él, en cambio, cobra US$183 por un equipo que, según afirma a BBC Mundo, les servirá entre tres y cuatro años.

Está compuesto por una chaqueta y un pantalón tan amplios que dentro cabe el mariscador y varias capas de ropa de abrigo.

Incluye aletas, una careta, un cinto de jebe y un cinturón con más de 20 kilos de plomo que les ayuda a hundirse en el agua.

Así iba vestido Willy cuando, cerca de las tres de la tarde, casi al final de su jornada laboral, sintió que la delgada manguera que llevaba en la boca empezaba a robarle el aire en vez de dárselo.
"Todo buzo sabe lo que eso significa".

El artículo completo en:

BBC Ciencia
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