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31 de mayo de 2019

Por qué los consejos para ser feliz no siempre funcionan

La psicoterapeuta María Ibáñez Goicoechea y el psicólogo Jesús Jiménez Cascallana exponen por qué proponerse cambiar no es suficiente para conseguirlo.


Muchos de los consejos psicológicos actuales más divulgados son ineficaces, incluidos los de los considerados expertos en psicología. Un ejemplo son las claves para la felicidad que difunde la Universidad de Harvard con el profesor Tal Ben Sahar y su cátedra de la felicidad. Algunos tan llamativos como "llevar un calzado cómodo". No hay duda de que la elección del calzado es importante, pero que de la felicidad es una idea que raya en lo absurdo. El resto de sus consejos tampoco se salvan, pues dan por cierto que uno puede tener ciertas cualidades por el hecho de decidir tenerlas. "Ser agradecido" o "tener empatía con los demás" son algunos ejemplos de las recetas ineficaces de Ben-Shahar y otros expertos.

Su problema es que dan por sentado que uno puede adquirir ciertas cualidades por el mero hecho de decidir que así será, pero si ser feliz fuera tan simple, con decidir serlo estaría todo resuelto. Y no es así. Por eso muchas personas están hartas de frases motivadoras y de consejos fáciles para alcanzar la felicidad, que tan comunes son actualmente, en realidad son ineficaces.

Estos consejos proponen cosas como "ser fuerte", o convencerse de que uno puede con lo que se proponga, aunque no entienda los motivos que le hacen sentir débil o que le impiden avanzar. Es como si se anima a una persona con un esguince en el tobillo a caminar con firmeza: se trata de un remedio obviamente contraproducente, pues está claro que primero tiene que sanar la lesión, y que solo entonces caminará sin dificultad. Algo similar sucede al decirle a una persona tímida que tiene que ser más empático, o a una persona deprimida que tiene que estar más activa, o a unos padres con una hija que se autolesiona que se alejen de las personas tóxicas… es completamente ineficaz, contraproducente y produce frustración.

Uno no puede cambiar su realidad psicológica por el mero empeño o la fuerza de voluntad, ni va a resolver sus problemas solo con cambiar su comportamiento. Hay que entender las causas, las verdaderas causas del malestar. Decidir que te vas a mostrar al mundo como una persona segura y capaz de todo no hará que lo seas, ni que consigas todo lo que te propongas. El camino es otro.

Lea el artículo completo en: El País (España)

31 de marzo de 2018

Cómo puedes tener más suerte: cuatro claves según la ciencia

La suerte es una cuestión de actitud: ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para que te sonría?

Ni tocar madera o cruzar los dedos funciona. Si quieres tener más suerte, la ciencia ha descubierto cómo conseguirlo. Al menos, esa es la conclusión de Richard Wiseman, profesor de la Universidad de Hertfordshire en Reino Unido. 

Su investigación comenzó con una sencilla pregunta: ¿cómo es posible que haya personas que estén en el lugar adecuado en el mejor momento para que les ocurran cosas positivas y otras, sin embargo, parece que arrastran la mala suerte a sus espaldas? Wiseman, como buen científico social, quiso encontrar la respuesta y para ello realizó varios experimentos. 

Pidió a un grupo de voluntarios que se clasificaran conforme a su nivel de suerte y que participaran en distintas pruebas. Una de ellas era un experimento muy sencillo: tenían que contar el número de imágenes que veían en un periódico. En mitad del mismo, y sin que los participantes lo supieran a priori, dejó un mensaje fácil de leer que decía: “Dígale al investigador que ha visto esto y gane 250 libras". Las personas que consideraban que tenían suerte, paraban de contar y leían en voz alta el mensaje del periódico para cobrar el dinero. Así de fácil. Sin embargo, aquellas que previamente se habían considerado como poco afortunadas, se ponían tensas y llegaban incluso a no decir nada. Aquel resultado le inspiró la idea central para su investigación: la suerte es una cuestión de actitud. "La mayoría de la gente simplemente no está abierta a lo que le rodea", dice Wiseman. Es más, a su juicio, solo el 10% de nuestra existencia es aleatoria, el 90% restante se define por cómo afrontemos lo que no ocurre. Por tanto, estas son buenas noticias. Si queremos tener más suerte, tenemos que comenzar con nosotros mismos, con pensar de un modo más amable.

Así pues, veamos qué cuatro claves nos sugiere Wiseman para sentirnos más afortunados (y ojo, que suerte es diferente de azar; el azar sería que nos tocara la lotería, algo en lo que nuestro único margen de maniobra es comprar un décimo. La suerte es un concepto mucho más amplio):

Primero, ábrete a nuevas experiencias. Si buscas tener el control de todo al milímetro, se te escaparán cosas que se salen de tu objetivo inicial y que pueden ser muy positivas. Vivir de un modo más relajado no solo es bueno para la salud, sino también para la suerte.

Segundo, identifica tus corazonadas y préstales más atención. En nuestro sistema digestivo hay más de 100 millones de neuronas que nos dan pistas sobre lo que no vemos a priori de manera consciente y que nos aportan información muy relevante para tomar decisiones acertadas.

Tercero, confía en que lo que te puede ocurrir es positivo. Por supuesto, es una interpretación, pero ayuda. Sabemos que se vive mejor confiando en que estando siempre a la defensiva. Y parece que de este modo también se entrena la suerte.

Y cuarto, convierte las malas experiencias en positivas. Aprender de los errores con optimismo o imaginar que podría haber sido mucho peor nos alivia y nos hace relativizar los fallos.

Como vemos, la suerte es una percepción, depende de lo que hagamos y de cómo nos narramos lo que nos sucede. Por eso, se puede entrenar, como sugerían Fernando Trías de Bes y Alex Rovira en su libro La Buena Suerte, y como hicieron los participantes que asistieron a la Escuela de la Suerte que inauguró Wiseman en el Reino Unido. Escribieron un libro sobre todo lo bueno que les estaba ocurriendo y, pasado un tiempo, se sintieron mucho más afortunados. Así pues, como es una cuestión de actitud, ¿qué estás dispuesto a hacer hoy para mejorar tu suerte?

Fuente:

El País (España)

18 de agosto de 2015

¿Sabías que el sentido del tacto condiciona nuestras opiniones?


¿El sentido del tacto condiciona nuestras opiniones?Lo que tocamos en cada momento cambia nuestro modo de pensar, según revela una investigación publicada en el último número de la revista Science. En una serie de seis experimentos en los que intervenía el sentido del tacto, investigadores de las Universidades de Harvard y Yale y el Instituto MIT han comprobado cómo este sentido, que es el primero que adquieren los bebés, condiciona los procesos cognitivos y las actitudes sociales.

Una de las pruebas consistió en comprobar cómo actuaban varias personas durante una negociación sobre el precio de un coche nuevo. Los psicólogos concluyeron que aquellos que estaban sentados en sillas rígidas eran menos flexibles a la hora de modificar su postura que aquellos acomodados en asientos mullidos o con cojines. En otro experimento, algunos participantes sujetaron una manta suave y otros un bloque de madera mientras les contaban una historia ambigua, ambientada en un entorno laboral, entre un empleado y su supervisor. A la hora de valorar la actuación del empleado, los que sujetaban el bloque de madera le consideraron más rígido y estricto.

Además, para medir los efectos de las distintas texturas, los sujetos tuvieron que completar puzzles antes de oír una historia sobre una interacción social. Las piezas de algunos puzzles tenían un tacto áspero y las de los otros eran suaves. Aquellos que habían hecho el puzzle áspero fueron más propensos a describir la situación narrada como dura. Por otra parte, los que manejaban piezas suaves tendían a describirse a si mismo como más sociables y cooperativos.


Fuente:

Muy Interesante

8 de enero de 2014

¿Se puede enseñar a ser compasivo?

El crimen de Kitty Genovese
  • Kitty Genovese, de 28 años, fue asesinada a puñaladas el 13 de marzo de 1964 en Nueva York.
  • Los informes iniciales indicaron que 38 personas escucharon o vieron partes del ataque, pero ninguno intervino.
  • Una versión posterior de los hechos determinó que los testigos no habían estado conscientes del incidente en su totalidad.
  • Eso, no obstante, impulsó una investigación en lo se conoce como el "efecto espectador".

Abrazo compasivo

La gente puede ser entrenada para tener mayor voluntad de ayudar a otros.

¿Le cedería su asiento a alguien que no puede mantenerse en pie o protegería a un extraño de un ataque? Podemos decir que sí lo haríamos, aunque no siempre lo hagamos. ¿Acaso es parte de la naturaleza humana o podemos aprender a ser amables?

Una mañana de marzo de 1964, una joven llamada Kitty Genovese, de regreso a su apartamento en Nueva York, fue atacada y asesinada por un asaltante armado.
Según informes de prensa de la época, decenas de vecinos vieron el asesinato que tuvo lugar justo frente a sus ventanas, pero nadie acudió en su ayuda.

El destino de Genovese, afirmaron, fue un símbolo de la sociedad fría y descuidada que terminamos por habitar y trazó un cuadro sombrío de la decadencia social.

clic Lea también: Sus historias para sonreír

Kitty Genovese

El crimen de Kitty Genovese en 1964, en Nueva York, dio pie a la idea del "efecto espectador".

Aunque los detalles precisos han sido puestos en duda, el caso llegó a representar lo que los científicos sociales llaman "el efecto espectador" o el "dilema del voluntario".

La teoría sugiere que cuando estamos rodeados de otras personas, nos volvemos menos propensos a intervenir y ayudar a nuestros semejantes.

No obstante, investigaciones en Estados Unidos y Reino Unido están evaluando si este tipo de comportamiento está cableado en nuestra naturaleza o si se puede modificar mediante la formación.

La importancia de la compasión

En un experimento reciente, un equipo de científicos de la Universidad Northeastern, en Boston, promocionó una sesión de meditación y reclutó a un grupo de voluntarios. La mitad de los encuestados entró a las sesiones, mientras que a la otra mitad se le dijo que estaba en una lista de espera.

Para aquellos que asistieron, el curso constó de varias formas de meditación sobre la compasión, la cual tiene sus raíces en el budismo tibetano. En esencia, las clases fueron diseñadas para estimular a la gente a enfocarse en las características comunes en lugar de sus diferencias, dice el profesor de psicología social David DeSteno, que ayudó a llevar a cabo la investigación.

Una vez que las clases se completaron, todos los encuestados -incluyendo aquellos que estaban en la lista de espera- fueron sometidos a un test en el mundo real que ellos no sabían que estaba ocurriendo.

Uno a uno, fueron llamados para una reunión. Antes de que la reunión diera inicio, entraron en una sala de espera con tres sillas. Dos fueron ocupadas por actores, lo que llevó a los participantes a sentarse en la tercera.

Test Superman

El test de realidad virtual "Superman" fue realizado por Jeremy Bailenson y su equipo.

"Después de un par de minutos, una mujer empezó a andar en muletas, haciendo una mueca de dolor y luego apoyándose en la pared. Los actores miraron hacia otro lado y se quedaron en sus sillas ", dice DeSteno.

Entre los que habían recibido el entrenamiento de la compasión, cerca de la mitad se puso de pie para ofrecer su silla a la mujer. Y entre los que no lo había hecho, la cifra fue de sólo 15%.

Concluyeron que nuestra voluntad para ayudar a los extraños es flexible y puede ser moldeada por pequeños cambios en la percepción.

"El argumento subyacente en todo esto es que si podemos hacer que la gente vea las similitudes en lugar de las diferencias, su voluntad de ayudar aumentará", sostiene.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

8 de noviembre de 2010

La envidia está en los genes y es consecuencia de la evolución

Hay "poderosas razones evolutivas" para que las personas sean envidiosas por naturaleza, ya que se trata de un sentimiento "codificado en los genes" humanos, según el Catedrático del Departamento de Economía de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) Antonio Cabrales.

Así lo ha asegurado el profesor Cabrales en un estudio titulado "Las causas y las consecuencias económicas de la envidia" que se ha publicado en la revista de la Asociación Española de Economía.

A través del uso de técnicas experimentales en Economía, el Catedrático analiza el concepto de la envidia -definida como "aversión a la desigualdad"- y su repercusión económica en las empresas.

De los resultados del estudio se extrae que, a la hora de tomar decisiones, las personas no sólo se guían por su propio beneficio, sino también "por las ganancias materiales que pueden tener otros individuos de su red social", es decir, "por envidia".

"Los individuos están dispuestos a gastar recursos de todo tipo (monetarios, de esfuerzo...) con tal de reducir las diferencias de bienestar material respecto a otras personas", asegura Cabrales.

Por eso, según este análisis, la envidia es el resultado de una competición por unos recursos limitados y nace porque los beneficios que se obtienen en el trabajo "se utilizan después en algún tipo de conflicto interpersonal, como a la hora de obtener la mejor pareja o la dominancia en el rebaño".

En este sentido, para el ser humano "la victoria no solamente depende de tener mucho, sino de tener más que el otro", algo que Cabrales considera necesario corregir a través de la educación y la formación para evitar consecuencias "nefastas" para el individuo y el grupo.

En el ámbito de las empresas, la envidia puede observarse principalmente en las promociones internas y los abanicos salariales de los trabajadores.

Para la realización de este estudio, que es principalmente teórico, se han empleado técnicas de teoría de juegos aplicadas a los problemas de decisión interpersonal e intertemporal planteados.

También se ha llevado a cabo una parte experimental para analizar los efectos de la envidia en sujetos reales, en la que se reunió a un grupo de estudiantes de grado en un laboratorio informático para que tomaran decisiones que tenían efectos monetarios concretos sobre ellos y simultáneamente sobre otras personas.

Por último, la investigación ha profundizado en el análisis de datos utilizados en los mercados laborales para tratar de discernir cómo afecta la envidia a diversas variables contractuales, salariales, movimientos entre empresas, etc.

Fuente:

ADN España

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