Primero, necesitas aceptar que tienes un área de mejora. Parece obvio, pero suele ser habitual negarlo y esto nos hace perder un tiempo precioso. Si se te da mal algo, no hay que echar balones fuera ni pelearse con la realidad. Tampoco ayuda quejarse de la mala suerte o de lo que sea… ¿o acaso conoces a alguien a quien todo se le dé bien al cien por cien? Cada uno tiene lo suyo, así que reconoce que eres humano, y no perfecto.
Segundo, busca el objetivo último y no lo pierdas de vista. Tomemos el ejemplo de mejorar la mala memoria. El objetivo es ser capaz de disponer de ciertas informaciones, y no tanto ganar el premio al que más recuerda lo que le rodea. Por ello, céntrate en lo esencial.
Y, tercero, define tu estrategia contrapeso. La estrategia habitual es entrenar la memoria con ejercicios y es posible que te ayude a mejorar algo, pero seguramente será difícil que te conviertas en el excelente “recordador de todo”. La otra alternativa es tu estrategia contrapeso, es decir, despertar tu creatividad para identificar qué se te da bien para conseguir tu objetivo último. En este caso, podría ser desde tomar apuntes en un cuaderno o hacerlo en el móvil con notas de voz hasta dibujar las ideas que en ese momento te parezcan relevantes. Con tu estrategia contrapeso, consigues acumular mucha información que luego, a la larga, te permite ser incluso más eficaz que aquel que hace gala de una memoria excelente.
En resumen, cualquier aparente debilidad puede ser el motor de partida para despertar la creatividad y buscar estrategias contrapeso, como sucedió con los vietnamitas o con David. La clave está en centrarse en el objetivo final y en reconocer que una aparente “debilidad” es una oportunidad que te ayuda a despertar la superación de ti mismo. Por ello, pregúntate: ¿qué se te da mal? ¿Qué estrategias contrapeso estás dispuesto a poner en marcha?
Fuente:
El País (España)