Especial: Cerebro Humano
No puede decirse que uno sea mejor que el otro. Son, según la ciencia, simplemente distintos.
Cuando un hombre enfurece tiende a desahogarse físicamente: grita, golpea y manotea. Las mujeres, por el contrario, manifiestan su ira principalmente en forma vocal o con llanto. Podría decirse, en últimas, que frente a los sentimientos ellos reaccionan en forma instrumental y ellas, de una manera simbólica.
Esto llevó a los científicos a preguntarse si esto tendría que ver con la cantidad de materia gris en el cerebro -que es más baja en los hombres- o con el hecho de que las mujeres tienen más conexiones entre sus dos hemisferios, lo que facilita su habilidad verbal.
Hoy la respuesta es sí. Si algo han ido concluyendo a través de sus investigaciones, es que las diferencias en el comportamiento son el reflejo de que, tanto estructural como funcionalmente, el cerebro masculino y el femenino son diferentes.
Prejuicio vs. experimentos
Los trabajos sobre el tema se han orientado, más bien, a dilucidar en dónde se afincan esas variaciones del comportamiento. Estas discusiones, valga decirlo, han sido permeadas por argumentos sexistas que han convertido al cerebro en su protagonista.
¿Quién no ha oído frases simplistas como "si el de ellas es más pequeño, seguramente son menos inteligentes" o "el de ellos es más grande, pero está subutilizado"? El asunto es, desde el punto de vista científico, apasionante, y desde el plano social, controversial.
Recientemente, Cordelia Fine, neurocientífica del University College de Londres, afirmó categóricamente en su libro Delirios de género, que los estudios según los cuales hay diferencias sustanciales entre el cerebro masculino y femenino son "profundamente erróneos y sensiblemente engañosos".
Sostiene que las mujeres no son peores para las matemáticas y que su preferencia por las muñecas no obedece a una diferencia cerebral sino a una expectativa social, impuesta por la cultura. Fine afirma, además, que es más fácil justificar de este modo algunas desigualdades sociales de género.
Investigaciones sobre género y cerebro citan el clásico experimento de Melissa Hines, de la Universidad de Cambridge, que en el 2002 puso a chimpancés pequeños de ambos sexos frente a juguetes con un marcado sesgo sexista: un camión, una pelota, una muñeca y una sartén. Y, ¡oh, sorpresa!, los de sexo masculino manifestaron una predilección significativa por el camión y la pelota, en contraste con las hembras, que prefirieron la muñeca y la sartén. Advirtiendo, eso sí, que si se los exponía a juguetes neutros, las predilecciones no eran notorias.
Buena parte de la evidencia disponible apunta, en general, a que sí hay diferencias entre ambos cerebros, tanto en la arquitectura como en la actividad. No obstante, también se aclara que es un error interpretarlas en términos de superioridad e inferioridad.
Jill M. Goldstein, investigador de la Escuela de Medicina de Harvard, afirma, por ejemplo, que la corteza prefrontal, tan importante en algunas funciones cognitivas, y la límbica, relacionada con las emociones, son más grandes en las mujeres. Por otro lado, la corteza parietal, vinculada con la percepción espacial, y la amígdala cerebral, necesaria en los procesos de información que despiertan emociones fuertes, es más desarrollada en ellos.
Sandra Witelson, de la Universidad de McMaster, concluyó, en contraste, que si bien el cerebro masculino es más grande, en las mujeres el lóbulo temporal -vital en los procesos de comprensión y del lenguaje- tiene más neuronas que en ellos. Lo mismo sucede con el lóbulo frontal (relacionado con el control de los impulsos), más desarrollado en ellas.
Ambos hallazgos, al parecer, se correlacionan con un aumento en la densidad de la corteza auditiva femenina, lo que explicaría por qué las mujeres tienen mejores resultados en las pruebas de fluidez verbal. Algunos estudios apuntan a que esto puede ser resultado del influjo de las hormonas sexuales sobre el cerebro fetal.
Los hombres, por otro lado, tienen más capacidad para recordar a partir de la acción de su hemisferio derecho, que se fija en las cosas gruesas y no en los detalles, como sucede con las mujeres.
No implican ventajas
El hecho de que sus hemisferios tengan menos interconexiones entre sí que los de las mujeres hace que su lenguaje no se mezcle con sus emociones, por esa razón, a ellos les resulta más difícil expresar lo que sienten. Lo contrario ocurre en ellas y quizá sea esta diferencia la que también explique su capacidad para hacer varias tareas intelectuales simultáneamente.
A la larga, los propios estudiosos del tema han acabado por aceptar que estas diferencias no suponen ventajas para unos y otras, sino que los hacen complementarios.
Si bien ellas tienen mayor capacidad para almacenar recuerdos y ellos están mejor dotados para tareas que impliquen calcular distancias y adecuar espacios, es entendible por qué ellos parqueen un carro con mayor facilidad, pero ellas sepan siempre dónde lo dejaron.
Por su cerebro, ellos...
- Tienen mejor razonamiento matemático y habilidad visoespacial, pero mayor limitación para expresar emociones.
- Aunque cuentan con habilidad semántica, su habilidad verbal es menor que el de ellas.
- Son más impulsivos y arriesgados, razón por la cual se dejan llevar por la ira y las palabrotas.
- Se desempeñan mejor en tareas motoras gruesas.
- Son más hábiles para ver las cosas en conjunto.
- Se fijan más en cómo funcionan las cosas.
- Buscan resolver problemas personales aplicando principios lógicos y sistémicos (como al seguir los pasos para reparar un carburador).
Por su cerebro, ellas...
- Son más pacientes.
- Tienen mayor habilidad con tareas motoras finas (manuales).
- Captan con más facilidad los detalles de las cosas y las situaciones.
- Se fijan más en las caras e identifican fácilmente emociones y pensamientos de otras personas.
- Controlan con mayor facilidad las reacciones emocionales.
- En la resolución de problemas, ellas involucran más sus emociones.
- Cuando son víctimas de lesiones cerebrales (por traumas, derrames o trombosis), recuperan más rápido la capacidad de habla.
- Hablan con animales y hasta con seres inanimados, como si fueran personas.
Carlos F. Fernández
Asesor médico de CEET
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Tomado de:
El Tiempo