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Hace unos 10.000 años, los seres humanos cometieron “el peor error de su historia“.
Aunque el hito está en el origen de la civilización moderna, así es
como describe el científico Jared Diamond el invento de la agricultura. A
partir de aquel momento, apareció una casta dirigente para gestionar
(apropiarse) los excedentes, crecieron las desigualdades, comenzó la
superpoblación, el hambre se hizo endémica y se incrementaron las
guerras por territorios para cultivar y pastorear. Aunque después se
equilibraron los perjuicios, los restos de aquellos primeros humanos
civilizados muestran que eran de menor estatura y más débiles que sus
antepasados que vivían de los frutos y la caza que ofrecía la
naturaleza. Y para colmo tenían una vida sexual mucho más monótona.
Esto se debe a que, según muchos investigadores, la aparición de la
agricultura y la ganadería supuso también la aparición de la monogamia
institucionalizada, un aspecto de nuestra cultura contra el que cargan
Jack Ryan y Cacilda Jetha en su libro En el principio era el sexo (Paidós).
Esta pareja de científicos afincados en Barcelona considera que
determinados comportamientos sexuales y sociales que aparecieron a
partir del Neolítico
no representan la verdadera naturaleza humana. En su opinión, la
perspectiva de la ciencia evolutiva más aceptada, esa que dice que somos
violentos, machistas y monógamos, está profundamente errada y
politizada. Según ellos, este punto de vista “oculta la verdad sobre la
sexualidad humana tras una hoja de higo de anacrónica discreción
victoriana presentada como ciencia”.
La monogamia puesta en duda
‘En el principio era el sexo. Los orígenes de la sexualidad moderna. Cómo nos emparejamos y por qué nos separamos’
Autores: Jack Ryan y Cacilda Jetha
Editorial Paidós. Transiciones
Precio: 28,90 euros versión en papel y 15,99 euros en formato electrónico
En su libro, tratan de desmontar la idea de que los hombres son la
única parte de la humanidad interesada por el sexo y que las mujeres
solo utilizan sus encantos de forma reticente, sin disfrute erótico y
para conseguir seguridad y dinero. En este sentido los autores recuerdan
cómo, durante muchos años, la excitación sexual femenina no satisfecha
se consideró una enfermedad, la histeria. Cuentan que el tratamiento
prescrito por los médicos de la época era la masturbación regular a
dedos del galeno que cobraba por cada uno de los servicios. Según se
relata en la obra, el negocio cambio de beneficiarios con la aparición del vibrador, uno de los primeros electrodomésticos que recibió autorización para su comercialización en EEUU y uno de los más vendidos.
Ryan y Jetha también tratan de buscar argumentos para su tesis en
nuestros primos más cercanos y plantean que la sexualidad humana sea más
similar a la de los promiscuos bonobos
que a la de otros primates que se han utilizado como referencia para
comprender desde la evolución nuestra manera de vivir el sexo. Según su
hipótesis, las mujeres estarían preparadas para tener relaciones
sexuales con varios hombres a la vez.
Después, en el interior de su
aparato reproductivo, se llevaría a cabo la selección del espermatozoide
más adecuado para la fecundación. Esto explicaría, por ejemplo, porqué
la eyaculación masculina es única y relativamente rápida y las mujeres
están preparadas para sesiones de sexo más prolongadas y con varios
orgasmos, o el motivo de los excitantes gritos femeninos, que cumplirían
la función de atraer a nuevos candidatos a la paternidad.
En un viaje que también toca las diferencias respecto a lo que
entienden por sexo apropiado distintos pueblos de la Tierra, Ryan y
Jetha ofrecen multitud de ejemplos para sustentar su afirmación de que
la visión dominante sobre la sexualidad es destructiva y mantiene un
sentido falso de lo que significa ser humano, además de llenar de
miseria la vida de aquellos que aceptan el mito de la monogamia, pero se
ven superados por su incapacidad para cumplir las expectativas.
Independientemente de si tiene o no razón (algunos académicos han acusado a los autores de falta de rigor),
el libro es una lectura entretenida y llena de datos curiosos que ayuda
a repensar una parte de nuestras vidas demasiado importante como para
basarla en prejuicios. En el principio era el sexo puede ser el detonante de muchos debates interesantes en las cálidas noches de verano.
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