Hagamos un pequeño experimento. Así, a bote pronto (¡hey, no se vale entrar a Wikipedia!) trata de pensar en el nombre de 10 científicas famosas. Seguramente te habrás acordado de Marie Curie y de... uhm, ¿alguien más? A los programadores debe sonarles el nombre de Ada Lovelace, pionera en el ámbito de la programación. Quizá otros hayan recordado fugazmente a esa científica que estudiaba los gorilas Dian Fossey o Jane Goodall que estudia a los chimpancés. A los de Humanidades (y a mí), posiblemente les haya saltado el nombre de Donna Haraway, autora del legendario Cyborg Manifesto. ¿Otra?
Vale, seguro en los comentarios aparecerá alguien que sí se supo el nombre de 10 científicas sin necesidad de entrar a la Wikipedia (¡y estoy confiando en que no hicieron trampa!). Vamos a elevar un poco el listón: ¿qué les parece si les pido el nombre otra diez, pero de su país de origen? De las mexicanas, sólo he podido recordar de forma inmediata a Julieta Fierro, investigadora en el área de la astronomía.
La práctica científica sigue siendo uno de los ámbitos con menos equidad de género. Aunque es innegable que los números han mejorado significativamente en los últimos años, en la opinión pública no podemos decir lo mismo. La construcción social del científico sigue siendo eminentemente masculina. ¿No me creen? Para muestra, un botón: una reciente encuesta entre la población de Inglaterra encontró que dos terceras partes de los entrevistados no pudieron siquiera recordar el nombre de una científica famosa. Así que no se sientan (tan) mal si fallaron el test al inicio de esta entrada.
Y la situación es más alarmante con las nuevas generaciones. La misma encuesta mostró que el 90% de los encuestados entre 18 y 24 años no pudieron nombrar ni una científica (¡y se supone que están en su etapa universitaria!). ¿Será que sólo no recordamos sus nombres? Tampoco es la razón. Por ejemplo, sólo un 18% de los encuestados fue capaz de asociar el nombre de Dorothy Hodgkin con la estructura de la insulina (y también descubrió la del colesterol, la vitamina B12 y la penicilina. Del mismo modo, sólo un 6% asoció a Jocelyn Bell Burnell con el descubrimiento de los púlsares.
La ciencia poco a poco comienza a emparejar sus números en oportunidades, plazas de investigación, logros y reconocimientos. Sin embargo, si de por sí la práctica científica no suele llamar la atención del público en general, cuando se trata de recordar a las mujeres que consagran su vida al avance del conocimiento, nos quedamos todavía en pañales. Qué lástima que, inconscientemente, para la opinión popular la ciencia aún sea cosa de machos.
Fuente:Alt 1040