Un estudio sueco sostiene que los hábitos de unos y otros no son iguales.
Debemos afirmar algo que quizás no contente a la mitad de nuestros lectores (teniendo en cuenta que dispongamos de paridad en términos de sexo en la audiencia): los hombres, pero que es cierto. Así pues, ésta no es una afirmación feminista (o una posible versión femenina del machismo, la creencia de que la mujer es superior al hombre por motivos biológicos), sino algo que está avalado por un estudio. Al menos así lo indican los hábitos de ocio, consumo y alimentación de ambos sexos en diversos países europeos.
El estudio en cuestión se publicó en Suecia y se realizó a partir de muestras de población de Alemania, Suecia, Grecia y Noruega. Lo más sorprendente de todo, es que a pesar de que los ciudadanos de cada uno de estos países poseen hábitos ciertamente diferentes los unos de los otros, los resultados eran muy similares entre países.
- Hábitos alimentarios. Se considera que los hombres tienden a ingerir más carne y otros alimentos de carácter proteico. La industria cárnica se considerada como una de las industrias alimentarias que más gases de efecto invernadero emite, a la vez que es una de las que produce un mayor impacto en el territorio. Las mujeres, en cambio, consumen más fruta, verdura y cereales, productos procedentes de industrias alimentarias donde la incidencia sobre el ecosistema es menor. Finalmente, los hombres tienen tendencia a beber más bebidas procesadas.
- Hábitos en el transporte. El uso del vehículo privado es mucho más frecuente en el sexo masculino. Las mujeres, en cambio, son más propensas a utilizar el transporte público y, a pesar de tener vehículo propio y/o trabajar fuera de casa, al cabo del año realizan menos kilómetros que los hombres. Además, las mujeres se inclinan por los vehículos más eficientes energéticamente y menos contaminantes.
- Hábitos de ocio y consumo. Los hombres gastan de media más de un 70% en gastos vinculados a los transportes, el alcohol y el tabaco que las mujeres. Las personas de sexo femenino, en cambio, gastan mucha más energía en ropa, higiene, salud, hogar y comida, si bien son más los hombres que prefieren comer fuera.
Lejos de ser una batalla para ver cuál de los dos sexos deja una huella ecológica menor, el estudio es una buena manera de comprobar que las acciones cotidianas, por pequeñas que parezcan, dejan un impacto muy significativo en nuestro entorno. Así pues, a veces sólo hay que modificar un poco nuestros hábitos para mejorar lo que les rodea.
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