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1 de septiembre de 2011

Las primeras herramientas talladas por un 'Homo erectus'

Varias de las herramientas de piedra de hace 1,7 millones de años.|'Nature'

Varias de las herramientas de piedra de hace 1,7 millones de años.|'Nature'

Un equipo de paleontólogos y geólogos de Francia y Estados Unidos ha descubierto cerca del Lago Turkana, en Kenia, un conjunto de herramientas de piedra que habrían sido realizadas por un ancestro humano, de la especie 'Homo erectus', hace 1,76 millones de años.

Los investigadores, que publican en 'Nature' el hallazgo, apuntan que serían 300.000 años más antiguas que otros utensilios fabricados con la misma técnica (denominada achelense) por esta especie de homínidos, para algunos expertos los primeros que fueron intrínsecamente humanos. Otros paleoantropólogos, no obstante, defienden que fueron los 'Homo habilis'.

Aunque con anterioridad una de las firmantes del trabajo, Helene Roche, de la Universidad de París Naterre, ya había publicado utensilios de unas fechas similares, estas nuevas piezas confirman que aquellos humanos, que se extendieron por Eurasia y África (allí también se les llama 'Homo ergaster') hace dos millones de años, eran capaces de modelar grandes piedras con forma de hacha y filos cortantes, los bifaces, si bien, dado su gran tamaño, no está claro para qué las utilizaban.

Las herramientas se encontraron a pocos kilómetros de donde el equipo de Richard Leakey localizó, en 1984, el esqueleto más completo conocido de un 'Homo erectus', bautizado como el 'Niño de Turkana'. Fue en el yacimiento de Kokiselei. Los geólogos, dirigidos por Christopeher J. Lepre, de la Universidad de Rutgers (EE.UU.), dataron los sedimentos en función de la polaridad magnética de la Tierra que había en aquel momento del pasado y era distinta a la actual.

De este modo determinaron que pertenecían a un momento llamado 'subcron de Olduvai', con una antigüedad de 1,76 millones de años, lo que según Lepre convierte a las piedras talladas en las más primitivas descubiertas de esa especie humana, la misma datación que previamente habían hecho para un cráeno enontrado en Koobi Fora, otro yacimiento cerca del lago Turkana.

Otros especialistas, como el arqueólogo Manuel Santonja, del Centro Nacional de Evolución Humana (CENIEH), recuerdan que ya había dataciones similares para algunos utensilios de piedra, algunos presentados por la propia Roche hace unos años y otros en Sudáfrica: en la formación Rietputs se han encontrado bifaces de hace 1,6 millones de años.

Respecto a su posible uso, el paleontólogo Eric Delson defiende que, dado su tamaño, podrían haberse utilizado para despedazar grandes animales, como los elefantes. Desde luego, no servirían para tratara de cazar algo a distancia, proque fácilmente podría acabar el cazador con el hombro dislocado dado su peso.

Sin huesos con marcas

El arqueólogo español Manuel Domínguez-Rodrigo es más cauto y reconoce que, de momento, no se han encontrado yacimientos en los que haya este tipo de herramientas y huesos de animales con marcas de haber sido cortados por ellas.

Por otro lado, los investigadores destacan el hecho de que hubiera herramientas de dos tecnologías distintas (una más primitiva que otra) mezcladas, lo que podría significar que 'Homo habilis' y 'Homo erectus' vivieron en el mismo tiempo, o que los segundos utilizaba ambas, en función de sus necesidades, como mantiene el equipo de Domínguez-Rodrigo, que excava desde hace años en la Garganta de Olduvai.

"Necesitamos conocer mejor el entorno en el que vivían porque eso nos dará pistas de los procesos evolutivos de la biología humana, que ha sido afectada por cambios en el clima, la vegetación y la fauna de su entorno", concluye Lepre. Es algo que, como otros equipos, incluido el del Instituto de Evolución en África (IDEA) español, están tratando de descubrir.

Fuente:

El Mundo Ciencia

19 de agosto de 2011

El dinosaurio que podía parir


Científicos del Museo de Historia Natural de Los Ángeles han encontrado la primera evidencia de que unos gigantescos reptiles, que nadaban en los mares del mundo en el Mesozoico, parían vivas a sus crías en vez de poner huevos.

La clave se encuentra en un fósil único, ahora expuesto al público en el mismo museo, de una hembra embarazada que, sorprendentemente, contiene un embrión. El descubrimiento aparece publicado en la revista Science.

El animal protagonista se llama Polycotylus latippinus. Son unos reptiles enormes que dominaban los océanos hace entre 200 y 65 millones de años, mientras los dinosaurios reinaban en tierra firme.

Eran carnívoros, tenían cuatro aletas que usaban a modo de remos y una cola fuerte y larga que usaban como timón. La forma de su cuerpo era parecida al de una tortuga sin caparazón y el cuello era estilizado y sostenía una cabeza pequeña.

Aunque este tipo de nacimiento, llamado viviparidad, también se ha documentado en otros grupos de reptiles acuáticos del Mesozoico, nunca antes se había descubierto en la importante familia de los plesiosaurios.

Este hecho había desconcertado a los científicos, que sabían que el cuerpo los de los plesiosaurios no se adaptaba bien a abandonar el agua, moverse por tierra y poner huevos en un nido.

Además, el embrión es muy grande en comparación con la madre, mucho más grande de lo que los científicos podían esperar, por lo que creen que estos animales parían una sola cría de gran tamaño, vivían en grupos sociales y se comprometían en los cuidados maternos, como las ballenas o delfines modernos.

Los plesiosaurios no tienen parientes vivos conocidos, se encontraban entre los principales depredadores de la vida marina en las aguas tropicales que separaron América del Norte durante el Cretácico, cuando las aguas del Océano Ártico y del Golfo de México inundaron el continente y se encontraron.

Vía | Science

Tomado de:

Xakata Ciencia


3 de agosto de 2011

Clases sociales, Inteligencia y Evolución (primera parte)

Sthepen Jay Gould escribió “La Falsa Medida del Hombre” en 1981,donde realiza un amplio estudio sobre las diferencias entre las jerarquías sociales y como las clases superiores han buscado, a lo largo del tiempo, excusas para perpetuarse en los peldaños superiores de la jerarquía, son los inteligentes.

Sthephen Jay Gould se doctorò en paleontología en 1967 en la Universidad de Columbia, estudiando los fósiles de caracol de la época del Pleistoceno. Su contribución al conocimiento de la teoría de la evolución es una de las más importantes y polémicas. A lo largo de su vida escribió más de 20 libros, 100 comentarios a publicaciones, cerca de 500 trabajos científicos y 300 artículos en Natural History, revista mensual en la que publicó ininterrumpidamente durante más de veinticinco años. Recibió más de cuarenta grados honoríficos, además de haber sido presidente de la AAAS, de la Paleontologicac Society.

Alineación al centro

Gould puede considerarse como un intelectual, pues su campo de conocimiento no solo incluía la paleontología y la biología evolutiva sino también la historia de la ciencia, el arte, la ciencia política e incluso beisbol. Una de sus pasiones era difundir el conocimiento científico al público no especializado. Varios de sus libros como El pulgar del Panda, La falsa medida del hombre, La vida maravillosa fueron premiados.

Fue un científico polémico, sus trabajos de investigación podían ser apreciados o criticados, pero nunca fueron ignorados. Podría considerarse a Gould como el sucesor de Darwin. Amplió, junto con su colega Niles Eldredge el concepto de evolución, con su teoría del equilibrio punteado.

La teoría del equilibrio punteado cuestiona el concepto de evolución como un proceso gradual y continuo, tal como puede esperarse de la teoría de Darwin. Gould y Eldredge proponen un modelo en que la evolución puede producirse a saltos. Llegan a esta conclusión después de analizar los registros fósiles que muestran a menudo unas sustituciones bruscas de especies o explosiones evolutivas en periodos concretos, como la conocida explosión cámbrica.

La explicación es sencilla. Por alguna circunstancia se produce una pequeña variación genética que afecte al organismo, pero no a su capacidad de reproducción, al cabo del tiempo la población permanece estable hasta otro cambio. De esta manera la selección natural queda en un segundo plano y es la modificación del genoma la clave de la evolución. Es la teoría del equilibrio punteado, la evolución es la adaptación a los ambientes cambiantes, no significa progreso.

Resumiendo, la evolución no es lineal y progresiva, sino abrupta. Existen grandes períodos de equilibrio donde evolutivamente no sucede nada, las especies no cambian. Pero de repente (a escala geológica millones de años) se producen cambios rápidos y sustanciales, las puntas del cambio evolutivo.

Esta manera de considerar la evolución como un cambio a saltos y no como un proceso gradual le hizo enemistarse con los representantes de la sociobiologia, el creacionismo y la teoría del diseño inteligente. Y es que Gould era consciente que cualquier actividad humana ocurre dentro de un contexto social y por tanto las influencias culturales repercuten en el trabajo científico.

Para comprender los misterios del mundo en que vivimos es necesario que la investigación científica se adentre en el campo de la historia de la ciencia. Pues evaluar las causas que permitieron que la historia siguiera un camino y no otro nos ayuda a comprender que preguntas tenemos que hacer y que respuestas buscamos.

Stephen Jay Gould escribió por primera vez “La falsa medida del hombre” en 1981 como respuesta al auge del determinismo biológico. Gould analiza y critica las distintas formas que a lo largo del tiempo se han utilizado para medir la inteligencia. Y como estas medidas se han utilizado para justificar de forma científica los derechos de la clase dirigente para perpetuarse en su escala social dominante.

S.J.Gould a lo largo de todo el libro muestra una gran preocupación por los desastres a que han conducido las falsedades argumentadas en clave científica. Se propone desenmascarar estas falacias de la ciencia utilizada con propósitos injustos, dice textualmente hablando del determinismo biológico:

“Pasamos una sola vez por este mundo. Pocas tragedias pueden ser más vastas que la atrofia de la vida; pocas injusticias, más profundas que la de negar una oportunidad de competir, o incluso de esperar, mediante la imposición de un límite externo, que se intenta hacer pasar por interno”

Desde muy antiguo se ha intentado mantener una sociedad jerarquizada, los justos y sabios formando la clase dominante y dirigente. Los mendigos e ignorantes en la clase más baja. Gould empieza contando como Sócrates propone una sociedad construida artificialmente y ex profeso según la condición impuesta a sus ciudadanos por la clase gobernante. Esta sociedad se dividiría en tres clases: clase mandataria, clase ayudante y clase obrera. La condición de pertenencia a cada clase será debida a la educación y cada clase recibirá una educación diferente desde la infancia.

Platón en “La República”, escrito en forma de dialogo entre Sócrates y otros personajes, discute la organización del Estado ideal. Sócrates aconseja que se diga a los ciudadanos que Dios ha dado a cada uno una forma diferente, a los que tienen la capacidad de mandar, les ha puesto oro; a los ayudantes plata; a los obreros bronce y hierro. Gould considera que no hay mucha diferencia entre este cuento sobre metales al cuento actual del determinismo biológico sobre genes.

“Los metales han sido reemplazados por los genes (aunque conservemos algún vestigio etimológico del cuento de Platón en el uso de la palabra “temple” para designar la dignidad de la persona. Pero la argumentación básica sigue siendo la misma: los papeles sociales y económicos de las personas son un reflejo fiel de su constitución innata. Sin embargo, un aspecto de la estrategia intelectual ha variado. Sócrates sabía que estaba mintiendo.”

Gould, consciente de la importancia de la historia cultural, quiere desmitificar a la ciencia como una empresa objetiva.

“Lo que pienso es, más bien, que la ciencia debe entenderse como un fenómeno social, como una empresa valiente, humana, y no como la obra de unos robots programados para recoger información pura.”

En este aspecto, el científico se encuentra influenciado por su cultura. Dentro de un contexto cultural, el científico hace preguntas y encuentra respuestas. Las condiciones culturales impondrán inconscientemente la forma de hacer las preguntas y esta condiciona la forma de obtener las respuestas. De esta manera Gould exculpa a los científicos que se han equivocado, lo han hecho con la mejor voluntad científica, pero desconociendo sus propios intereses que han sido condicionados por su educación cultural.

Según Gould se comenten dos graves errores o mentiras, la reificación y la gradación.

Reificación: tendencia a convertir los conceptos abstractos en entidades reales.

Gradación: tendencia a ordenar la variación compleja en una escala gradual lineal ascendente.

La aplicación de estas mentiras ha conducido al extremo de aplicar un único criterio para medir uno de los parámetros más difundidos de nuestra especie, la inteligencia. Se mide utilizando el denominado test o coeficiente de inteligencia (CI). Así pues, la inteligencia deja de ser una laboriosa complejidad cerebral y pasa a ser solamente lo que mide el test de inteligencia. Gould lo considera un reduccionismo absurdo.

Estas falacias han sido propagadas por diferentes científicos que creían firmemente en ellas como verdades empíricas. Incluso le dieron nombre, poligenia. Consideran que las diferentes razas humanas han sido creadas por separado.

Louis Agassiz (1807-1873) consideraba que los negros deben ser adiestrados para el trabajo manual y los blancos para el intelectual. Samuel George Morton (1799-1851) quería demostrar la jerarquía entre las razas basándose en la característica física del cerebro, sobretodo en su tamaño. Para ello midió el tamaño del cráneo de diferentes tipos, como caucásicos, americanos, judíos, asiáticos y africano. Curiosamente obtuvo un valor alto para el caucásico respecto todos los demás.

Stephen Jay Gould demuestra que estos resultados son fruto de errores de medición y cálculos estadísticos. Gould lo disculpa parcialmente, diciendo que Morton estaba culturalmente condicionado a obtener y creer en este resultado. La subjetividad cultural del científico falsea el resultado objetivamente científico.

En la segunda mitad del siglo XIX el afán científico por obtener resultados numéricos a partir de la experimentación condujo a creer que los resultados obtenidos a partir de mediciones rigurosas eran incuestionables. Uno de los primeros en realizar extensas mediadas fue Francis Galton (1822-1911), primo de Darwin, padre de la eugenesia y precursor de la estadística moderna. Creía firmemente que con suficiente empeño e inventiva, todo podía medirse y cuantificarse para un fin científico. Aprovechando la Exposición Internacional de 1884, instalo un laboratorio en la exposición donde por poco dinero se efectuaban mediciones del cráneo y tests a las personas que pasaban por allí. El laboratorio se hizo famoso y atrajo a muchas personas. Naciendo de esta manera lo que podríamos considerar una fiebre científica en la medida del cráneo. Llegando hasta nuestros días como determinismo biológico. Así defienden que las jerarquías sociales existentes entre los grupos más y menos favorecidos obedecen a los dictados de la naturaleza; la estratificación social constituye un reflejo de la evolución biológica.

Una o mentiras más difundidas es el de la relación de la inteligencia con el tamaño del cerebro. Su impulsor fue el cranometrista Paul Broca (1824-1880), profesor de cirugía clínica en la facultad de medicina. En 1859 fundó la Sociedad Antropológica de París, dando una gran importancia al tamaño del cerebro en el estudio de la antropología, decía:

“En general, el cerebro es más grande en los adultos que en los ancianos, en los hombres que en las mujeres, en los hombres eminentes que en los de talento mediocre, en las razas superiores que en las razas inferiores…A igualdad de condiciones, existe una relación significativa entre el desarrollo de la inteligencia y el volumen del cerebro.”

Mucho tiempo ha pasado desde entonces y con el auge del determinismo los argumentos craneométricos perdieron gran parte de su prestigio en el siglo XX. Pero fue solamente para pasar a otro argumento igualmente peligroso, las pruebas de inteligencia.

En 1970 el antropólogo surafricano P.V.Tobias denunciaba el mito según el cual el tamaño del cerebro tenía alguna relación con la inteligencia. Y por tanto la clasificación de los grupos humanos en este sentido carecía de sentido. En definitiva nunca se ha demostrado la existencia de tales diferencias independientemente del tamaño del cuerpo y de otros factores distorsionantes.

El concepto de evolución transformo el pensamiento humano a lo largo del siglo XIX, se usó y se abuso de la teoría de la evolución. Los creacionistas como Agassiz y Morton y los evolucionistas como Broca y Galton encontraron datos en el tamaño del cerebro para establecer distinciones entre los grupos humanos. Para finalmente darles una apariencia científica utilizando o mejor dicho mal utilizando la evolución darwinista.

Gould cita otros dos argumentos en la utilización indebida de la teoría de la evolución. El primero es el de la recapitulación, a menudo resumido en la frase poco inteligible de “la ontogenia recapitula la filogenia”. El segundo es la hipótesis acerca del carácter biológico de la conducta criminal. Ambas teorías buscan signos morfológicos que caractericen a diferentes grupos humanos para obtener la justificación científica para la discriminación de los marginados e indeseables. La clase dominante adquiere otra vez un mecanismo para su perpetuación en lo alto de la pirámide social.

El zoólogo alemán Ernst Haeckel utilizando la teoría biológica creacionista sugirió que el desarrollo embrionario de las formas superiores podía servir de guía para deducir el árbol de la vida. Creía que a lo largo de su formación embriológica cada individuo pasa por todos los estadios evolutivos de sus antepasados. Es decir, cada individuo en su creación embriológica escala su propio árbol genealógico. Así, las hendiduras branquiales que se observan en el embrión humano al comienzo de su desarrollo, representan el estadio adulto de un pez, en un estadio superior la aparición de una cola revela la existencia de un antepasado reptil o mamífero.

Esta idea se propago hacia otras disciplinas, ejerciendo una influencia decisiva. Tanto es así, que Sigmund Freud la utilizo en su teoría del psicoanálisis. El concepto parricida de Edipo en los niños pequeños debía corresponder a un episodio real protagonizado por unos antepasados adultos.

Pero donde más se aplico la recapitulación fue en la distinción entre negros y blancos. Los negros adultos, las mujeres y los blancos de las clases inferiores eran como los niños blancos varones de las clases superiores. La recapitulación se convirtió en una idea fundamental para la teoría del determinismo biológico. Tesis que permitía justificar el imperialismo.

El segundo argumento fue ampliamente desarrollado por Lombroso en su teoría del hombre criminal. Como medico que era, desarrollo la antropología criminal a partir de observar las diferencias anatómicas que podrían distinguir a los criminales de los locos. Creyó ver que los cráneos de los criminales se parecían a los de los simios, así pues, los criminales eran seres humanos que aun poseían caracteres ancestrales hereditarios que los hacían comportarse como un mono o un salvaje y en nuestra civilización moderna su conducta se considera criminal.

Según este concepto el crimen tiene raíces biológicas, los criminales pertenecen a un estadio evolutivo inferior al hombre blanco respetable. Incluso se llegó a relacionar la epilepsia con la criminalidad. Causando una gran consternación entre los epilépticos, al ser considerados gente moralmente reprochable.

Fuente:

Abcienciade

El dinosaurio que cambia la historia de las aves

Esqueleto fósil del terópodo encontrado en China.| 'Nature'

Esqueleto fósil del terópodo encontrado en China.| 'Nature'

El hallazgo del esqueleto de un fósil de terópodo, de hace 150 millones de años, en China, ha dado un vuelco a lo que hasta ahora se ha sabido sobre las primeras aves que volaron sobre la Tierra, e incluso a la propia definición de lo que es o no un ave.

El fósil ha sido bautizado como 'Xiaotingia zhengi' y es un pariente del género de los 'Arqueoptérix', que desde hace 150 años se consideraba el ave más primitiva. Desde entonces, cuando aún vivía Charles Darwin y se consideró el eslabón perdido que las relacionaba con los reptiles, se han encontrado hasta 10 ejemplares en Alemania, cuyas características acabaron considerándose el paradigma de las primeras aves del planeta.

Pero este papel estelar de los 'Arqueoptérix' ha tocado a su fin con el 'X. zhengi', un terópodo de menos de un kilo de peso que vivió en el Jurásico en la región donde se encuentra la Formación Tiaojishan, una mina de fósiles de la provincia de Liaoning.

Sus descubridores -Xing Xu, Hailu You y Fenglu Han- publican en 'Nature' esta semana que su terópodo no es un ave, pero tiene unas alas tan robustas y emplumadas como las que hasta ahora sólo se atribuían a las aves. Sin embargo es un Deinonicosaurio, un pequeño y feroz dinosaurio, como aseguran que también serían los 'Arqueoptérix', con los que comparten esta característica. Es decir, ninguno de dos los estaría en la filogenia de las aves y pasarían a formar parte del extenso grupo de dinosaurios con plumas.

Para el catedrático de Paleontología José Luis Sanz se trata de una hipótesis "muy interesante", puesto que acaba con la convención científica de lo que se considera un ave y lo que no, si bien apunta que en los últimos años se están descubriendo un gran número de dinosaurios emplumados en China de los que aún no se ha hecho un estudio exhaustivo. "Cada vez tenemos más animales con caracteres más similares y es más difícil establecer definiciones", explica el investigador, director del yacimiento de Las Hoyas (Cuenca).

Fuente:

El Mundo Ciencia

20 de julio de 2011

Los bípedos pioneros del Pleistoceno

Las huellas de 'Australopithecus' de hace 3,7 millones de años halladas en Tanzania revelan que apoyaban su pie como los 'sapiens'.


En Laetoli, muy cerca del Serengueti, unos ancestros humanos, los 'Australopitecus afarensis', dejaron impreso un rastro de 70 huellas hace casi cuatro millones de años que indican que aquellos primates eran capaces de andar sobre sus dos pies.

Ahora, un equipo de científicos británicos, dirigidos por Robin Crompton, de la Universidad de Liverpool, han aplicado la tecnología láser para revelar cómo se movían aquellos primates y han descubierto que su forma de caminar era totalmente erguida verticalmente y que apoyaban su pie casi de forma idéntica a los humanos modernos.

El trabajo, publicado en la revista británica 'Journal of The Royal Society', retrasa en casi dos millones de años el momento en el que se inició esta forma de andar, que se atribuía al género 'Homo'.

El bipedismo fue, según muchos especialistas, el primer gran salto evolutivo que experimentó el largo camino de la evolución humana y por ello esas huellas, patrimonio de la Unesco, se conservan desde que fueran descubiertas en 1976 por la paleoantropóloga británica Mary Leakey.

En la Universidad de Liverpool, han logrado recrear 11 de las pisadas mejor conservadas, que dejaron tres individuos de 'Australopithecus', de la misma especie que la famosa 'Lucy' etíope, hace 3,7 millones de años. Gracias a un programa informático desarrollado por el equipo, los científicos compararon las huellas con las de bonobos, orangutanes y hombres modernos.

Aseguran que fue una auténtica sorpresa comprobar que congéneres de Lucy andaban tan verticales, en lugar de algo encorvados como otros simios, y que apoyaban su dedo gordo del pie, exactamente como nosotros.

Además, esta forma de caminar no se correspondería con las características de su cuerpo, puesto que tenían las piernas cortas en proporción con el torso. Puesto que se cansarían pronto de caminar erguidos, se cree que sólo fue un modo eficaz de desplazarse en distancias cortas.

Sin embargo, fue el inicio de un largo caminar evolutivo que acabó proporcionándonos las piernas con las que los humanos salimos de África y que nos dejó las manos libres para otros menesteres, como utilizar herramientas y conseguir más comida.

La hipótesis de Crompton, según explica a ELMUNDO.es, es que el proceso de bipedismo comenzó mucho antes, hace unos 20 millones de años, en monos que vivían en los árboles y empezaron a adaptar sus cuerpos para conseguir más frutas de los árboles.

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El Mundo Ciencia

Increible: Cuando la Antártida (el polo Sur) era un paraíso tropical

Paisaje tropical

El lugar más frío y desolado del planeta, una tierra de montañas estériles enterradas bajo casi cuatro kilómetros de capa de hielo. Hablamos de la Antártida.

Pero esta gélida imagen es algo excepcional ya que durante la mayor parte de los últimos cien millones de años, esta región era un paraíso tropical.

"Así era hace unos cuarenta millones de años. Durante la mayor parte de la historia geológica de la Antártida, la región estaba cubierta por bosques y desiertos, un lugar que gozaba de un clima cálido, un lugar precioso", dijo a BBC Mundo Jane Francis del Colegio de Medio Ambiente de la Universidad de Leeds.

"Muchos animales, incluidos, dinosaurios vivían allí. Es en el pasado geológico reciente que el clima se enfrió", añadió la experta.

Dióxido de carbono

"Probablemente el clima templado en el pasado de la Antártida estaba causado por elevados índices de dióxido de carbono en la atmósfera", explicó Francis.

"Durante la mayor parte de la historia geológica de la Antártida, la región estaba cubierta por bosques y desiertos, un lugar que gozaba de un clima cálido, un lugar precioso"

Jane Francis, Universidad de Leeds

"Si continuamos emitiendo grandes cantidades de dióxido de carbono, calentando el planeta, podríamos llegar a la misma situación en la que volverían a aparecer animales y bosques en la Antártica", dijo la experta en medio ambiente.

Pero estos hallazgos tienen implicaciones nada alentadoras para el futuro.

Según expertos, hace cincuenta millones de años había más de 1.000 partes por millón (ppm) de dióxido de carbono en la atmósfera, lo que calentó el planeta lo suficiente para fundir todas sus capas de hielo.

En los últimos años la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera ha presentado un aumento. Se ha pasado de unas 280 ppm en la era preindustrial a unas 390 ppm en la actualidad lo que ha aumentado en un grado las temperaturas globales.

Si continuamos a este ritmo de crecimiento de alrededor de 2ppm al año, tendrá que pasar todavía mucho tiempo para que se alcance los 1.000 ppm. Pero el problema, dicen los expertos, es que para cuando lleguemos a 500 ppm, ya empezaremos a ver cómo se derrite una enorme parte de las capas de hielo.

"La diferencia con el pasado es que entonces el calentamiento se debió a causas naturales debido a los volcanes. Y ocurrió en un periodo muy largo de tiempo por lo que los animales y las plantas tuvieron tiempo para adaptarse. Pero el problema con el actual cambio climático, que está siendo provocado principalmente por factores humanos, está ocurriendo muy deprisa comparado con cómo ocurriría en un periodo geológico normal, por lo que no vamos a tener muchas oportunidades para adaptarnos", dijo Francis.

Urgencia

Antártida

La Antártida esta considerada como uno de los lugares más fríos y desolados del planeta

Todo indica que el planeta enfrenta tiempos difíciles si no hacemos más para frenar el calentamiento global, el planeta.

Jane Francis admite que los gobiernos de todo el mundo están trabajando para reducir las emisiones de dióxido de carbono, pero señala que tienen que esforzarse más.

Algunos escépticos opinan que ya es tarde para tratar de evitar el calentamiento global. Por lo que habría que concentrarse más en cómo adaptarse a lo que se viene.

No obstante para Francis esta es una postura muy pesimista que deberíamos dejar a un lado para concentrarnos en hacer más y de forma más rápida.

Fuente:

BBC Ciencia

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19 de julio de 2011

Los insectos alados de hace 120 millones de años

Ejemplar fosilizado del 'Coxoplectopetera' adulto.| Museo Historia Natural Stuttgart

Ejemplar fosilizado del 'Coxoplectopetera' adulto.| Museo Historia Natural Stuttgart

Un equipo científico del Museo de Historia Natural de Stuttgart (Alemania) han descubierto un orden de insectos del Cretácico, que vivió en Sudamérica, pero que no se conocía hasta ahora y que, según aseguran, podría cambiar lo que hasta ahora se conoce de la evolución de estos animales.

Los órdenes constituyen una de las grandes categorías de clasificación de las especies, que separa a mariposas, escarabajos, mosquitos.... y ahora a los 'Coxoplectoptera', como han sido bautizados por sus descubridores, Arnold H. Staniczek y Günter Bechly, ambos expertos en los insectos que publican este nuevo orden en la revista 'Insect Systematics and Evolution'.

Los científicos analizan en su artículo fósiles que se encontraron en finos sedimentos de Brasil de hace unos 120 millones de años unas larvas y ejemplares con alas que estaban muy bien conservados. Podrían ser parientes de especies que posteriormente se extinguieron, por lo que hoy no tendrían descendientes.

Aunque se parecen a los insectos llamados 'efímeras', no son iguales, ni en su anatomía ni en su forma de vida. Al compararlas, se observa que aunque sus alas son parecidas a las de las 'efímeras' en algunos rasgos, su pecho y otra parte del ala se asemeja a las de las libélulas, y las patas a las de otro género de insectos. Son un 'combinado' de varios animales en un solo cuerpo. Las larvas, por su parte, tienen un aspecto similar al de las pulgas de los arroyos.

El nombre de 'Coxoplectoptera', según sus autores, se debe a su larga lengua.

Uno de los grandes enigmas de los científicos ha sido buscar explicación a la evolución de las alas de los insectos. Durante mucho tiempo se aceptó que se desarrollaron hacia fuera de los primeros segmentos del pecho. Otra hipótesis habla de genes que se encuentran en las patas y que habrían participado del control de esa evolución.

Ahora, las larvas de 'Coxoplectoptera' aportan nueva e interesante información sobre cómo tuvo lugar esa evolución en la que ambas teorías tendrían su lugar. Los investigadores sugieren que patas y alas tuvieron el mismo origen evolutivo.

También su forma de vida resultó ser un enigma importante, si bien sus características sugieren que vivió en un habitat fluvial. La anatomía que presentan indica que eran depredadores que cazaban emboscados y que vivían ocultos en las orillas de los ríos. En definitiva, su descubrimiento contribuye a una mejor comprensión de la evolución del insecto.

Tomado de:

El Mundo Ciencia

Un millar de africanos colonizó el planeta

Especial: Seres Vivos

Una asiática, una africana y un europeo, muestra de la diversidad humana.|EL MUNDO

Una asiática, una africana y un europeo, muestra de la diversidad humana.|EL MUNDO

Poco más de un millar de seres humanos salieron de África hace entre 20.000 y 40.000 años para colonizar el resto del planeta y algunos de sus descendientes volvieron al continente de sus antepasados posteriormente para mezclarse con ellos. Fue en entonces, en el Paleolítico Superior, cuando se consolidaron las diferencias genéticas entre los diferentes humanos.

Esta es la conclusión a la que han llegado dos investigadores, Richard Durbin y Heng Li, de la Universidad de Cambridge, después de analizar el genoma completo de 12 personas, seis de origen africano, tres europeos y tres asiáticos (de China y Corea), abriendo la puerta a una nueva categoría de estudios de genética evolutiva que hace unos años, pocos, comenzaron a revelar detalles del pasado que no se encontraban en los fósiles.

Fue gracias a estudios del ADN mitocondrial, transmitido por las madres, como se pudo rastrear el linaje de una mujer, la Eva africana, que vivió en África hace unos 200.000 años, y cuyos descendientes habrían dado origen a la Humanidad. También el cromosoma Y, heredado de los padres, ha permitido echar la vista atrás y ver las rutas migratorias que siguieron los primero 'sapiens'.

Pero lo que Durbin y Li han publicado en 'Nature' esta semana es el primer trabajo comparativo realizado con genomas completos: "Las conclusiones se acercan a las que se tenían por otro medios, pero con más datos, las fechas se afinan más, aunque es difícil establecer las tasas de mutación que ha habido", comenta Carles Lalueza-Fox, experto en ADN antiguo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Mutaciones por generación

No hace mucho, como recuerda Lalueza-Fox, y gracias a los genomas de dos progenitores y su hijo se determinó que en el vástago había entre 60 y 100 modificaciones en los nucleótidos respecto a sus padres (de un total de 3.200 millones). "Eso supone una mutación por gen, que no es poco", afirma el investigador español.

De los genomas analizados, los científicos de Cambridge confirman que fue hace unos 100.000 años cuando los humanos modernos comenzaron a abandonar África, pero tras su salido sufrieron una fuerte caída de sus poblaciones, hasta disminuir a una décima parte, de forma que hace entre 40.000 y 20.000 años eran sólamente unos 1.200 en edad reproductiva, que son los antepasados de todos los europeos y los asiáticos.

Estudios de otros grupos cientificos tambien han detectado 'cuellos de botella' poblacionales en África, pero no tanto, como mucho hasta los 5.700 individuos en edad reproductiva. "Esta es una de las razones por las que la diversidad genética africana es mucho mayor que entre el resto de los humanos", explica Lalueza-Fox.

Durbin y Li también compararon el cromosoma Y de un yoruba africano y de un no-africano para averiguar cuando ambas grupos dejaron de entrecruzar los genes y la conclusión es que, pese a que hace 40.000 años los 'emigrantes' estaban muy ocupados colonizando Europa, Asia y Australia, también se cruzaron con africanos hasta fechas tan recientes como hace 20.000 años.

Según Durbin, la explicación estaría en que tras una primera salida hace unos 60.000 años, hubo nuevas oleadas de salidas y viajes de vuelta, una explicación que no convence a Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres: "Pudeo haber flujo de genes puntuales, pero sería asombroso que continuase en ese período", ha señalado en 'News Nature'.

Fuente:

El Mundo Ciencia

22 de junio de 2011

Estudio dice que humanos prehistóricos perdieron estatura con la agricultura

Cuando los seres humanos comenzaron a dedicarse a la agricultura hace cerca de 10.000 años, algo inesperado ocurrió: su salud y su estatura se vieron perjudicadas, según un nuevo estudio publicado en la revista Economics and Human Biology.

"Los seres humanos pagaron un alto precio biológico por la agricultura, especialmente en lo relacionado con la variedad de nutrientes", afirma el antropólogo George Armelagos, de Emory University, en Atlanta, Estados Unidos, uno de los coautores del estudio.

"La adopción de prácticas agrícolas y la vida sendentaria tuvieron muchas consecuencias en la salud, como un aumento en enfermedades infecciosas, patologías dentales y disminución en la altura", dijo a BBC Mundo Ammanda Mummert, estudiante de posgrado en antropología de Emory, quien también participó en la investigación.

Eventualmente, la tendencia a una estatura menor se revirtió y el cambio se ha visto notablemente durante los últimos 75 años en los países desarrollados.

Mummert dirigió la primera revisión global de la literatura científica sobre la relación entre salud y transición a la agricultura.

Menor variedad

"Mucha gente asume que el surgimiento de la agricultura marcó el nacimiento de la civilización moderna y que al contar con fuentes más estables de alimentos las personas se volvieron más saludables", señaló Mummert.


"Creo que el impacto negativo en la salud se debió a la menor variedad en el tipo de alimentos consumidos, lo que a su vez causó deficiencias nutricionales. Muchos cultivos fallaban además debido a la falta de irrigación contínua. Y la vida comunitaria significó mayor exposición a nuevos vectores de enfermedades debido a la domesticación de animales y la acumulación de deshechos", aseguró.

Los investigadores compararon datos sobre esqueletos completos en China, el sureste de Asia, América del Sur y Europa.


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13 de junio de 2011

China oculta un tesoro de miles de huellas de dinosaurios

Martin G. Lockley, junto a un rastros de dinosaurios en China.| M.L.

Martin G. Lockley, junto a un rastros de dinosaurios en China.| M.L.

La carrera científica de Martín Lockley tuvo su primer giro importante el día que un alumno suyo de la Universidad de Colorado le llevó a ver la huella de un dinosaurio que había encontrado en una mina de carbón cercana a Denver (Estados Unidos). Hoy, este galés está considerado uno de los mayores expertos del mundo en icnitas (huellas fósiles) de los animales del Jurásico y ha logrado reunir la mayor colección del mundo, copias de 2.500 rastros, en un museo en su universidad.

Lockley, que ha visitado recientemente Dinópolis (Teruel) para trabajar conjuntamente con sus responsables científicos, ha centrado su búsqueda en los últimos años en China, donde tiene abiertos en la actualidad 50 yacimientos con sus colegas chinos. "Allí ya he trabajado en mitad de las provincias porque es impresionante la cantidad y la calidad de los hallazgos. Algunas huellas tienen hasta impresiones de la piel del dinosaurio", afirma en una entrevista con ELMUNDO.es.

En uno de los últimos viajes, en septiembre de 2010, en Shaanxi, donde en 1929 se encontró la primera huella de dinosaurio, logró 'mapear' hasta 12 rastros diferentes de estegosaurios. En Liaioning, otra región fosilera, afirma que "hay un lugar con tantas huellas de ave que los locales la llaman 'Pozo de oro'".

Hallazgo en una mina

El paleontólogo llegó a Colorado con la intención de estudiar fósiles del Ordovícico, como los trilobites, casi 300 millones de años antes de que aparecieran los dinosaurios. Pero después de visitar la mina de Denver, y tener éxito con el artículo que publicaron, sus intereses fueron cambiando.

"En los 80 poca gente buscaba estas icnitas. Pero son muy interesantes porque permiten averiguar cosas sobre su comportamiento que no nos dicen los fósiles. Por ejemplo, determinar su velocidad. Hoy sabemos que podían correr 100 metros en 10 segundos, como Bolt. Antes de conocer sus rastros, se pensaba que eran lentos y pesados", explica.

También permitieron averiguar que iban en manadas, como hoy lo hacen casi todos los herbívoros, lo que indica un comportamiento social determinado. Incluso sirvieron para confirmar que habían sido animales de sangre caliente, porque corrían como las avestruces e incluso algunos volaban.

Desde aquellos inicios Lockley ha estudiado más de 12.000 rastros, algunos de ellos tienen hasta un millar de huellas, como los que ha descubierto en Colorado (EE. UU.). Los más interesantes ha conseguido exponerlos en el Museo de las Huellas en su ciudad, donde la mitad son originales y la otra mitad copias.

"Aunque ya había estado antes, fue en el año 2000 cuando empecé a trabajar fuerte en China, pero compaginándolo con proyectos en otros lugares, como Teruel ó Muja (Asturias) porque la paleontología es global", apunta.

Curiosamente, en estos momentos reconoce que está dando una nueva vuelta de tuerca a sus investigaciones: compagina sus trabajos con fósiles con otros sobre la evolución de la conciencia en el ser humano, cuyas tesis acaba de publicar, en inglés, en su libro "The evolution of conscience".

Asegura que una de las conclusiones científicas más importantes a la que ha llegado es que la evolución de las especies no es lineal, "sino en espiral" y que "hay patrones paralelos en escalas de 50 a 100 millones de años, así que es difícil que se evolucione por adaptación a la presión externa, como decía Darwin, sino que hay poderosas fuerzas biológicas internas".

Pero este es un camino relativamente nuevo para el investigador, que continúa viajando por el mundo, rastreando los lugares por donde hace más de 65 millones de años se movían aquellos legendarios gigantes.

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El Mundo Ciencia

1 de junio de 2011

Los primeros homínidos buscaban 'novias' foráneas

Fósil del cráneo de un 'Parantrophus' utilizado en el trabajo. |Nature

Fósil del cráneo de un 'Parantrophus' utilizado en el trabajo. |Nature

Las hembras de los ancestros humanos, hace entre 3,5 y 1,8 millones de años, dejaban a sus parientes para emparejarse con machos de otros lugares, al igual que hacen los chimpancés, los primos evolutivos de nuestra especie. De este modo, la naturaleza sorteó los problemas de endogamia que podrían haber perjudicado a poblaciones de homínidos muy pequeñas.

Para llegar a esta conclusión, investigadores alemanes, sudafricanos y de Estados Unidos han estudiado los dientes fosilizados de 19 individuos de 'Australopithecus africanus' y 'Parantrophus robustus' descubiertos en cuevas del sur de África. Los datos son claros: más de la mitad de las hembras habían llegado de lejos, mientras que entre los machos sólo eran foráneos el 10%.

"Aquí tenemos una prueba directa de los movimientos geográficos entre los primeros homínidos y está claro que eran las hembras las que preferentemente salían de sus grupos residenciales", señala Sandi R. Copeland, del Instituto Max Planck de Alemania, primera firmante del trabajo en la revista 'Nature' esta semana. "Habíamos asumido que la mayoría serían de áreas alejadas, dado que el bipedismo surgió, en parte, para que pudieran recorrer grandes distancias. Pero si los machos no se movían, podría implicar que la evolución se debió a otras razones", apunta Copeland.

Estudios con láser

Para conocer el origen de los homínidos con sólo mirar los dientes, los científicos realizaron análisis con láser que les ayudaron a medir los isótopos de estroncio encontrados en el esmalte. Este elemento se encuentra en las rocas y los suelos y es absorbido por las plantas y los animales que habitan en los alrededores durante su crecimiento.

De este modo, determinados niveles pueden revelar cómo era el paisaje en el que transcurrieron sus primeros años. Para Copeland "son un reflejo directo de los alimentos que comieron y también de la geología local", que les vino muy bien para conocer el origen de los primero primates bípedos.

En concreto, las señales de isótopos de estroncio se localizan en las muelas de los mamíferos hasta el final de la formación de su esmalte dental, que sería sobre los ocho o nueve años de edad en estos homínidos. Las cuevas de Sterkfontein y Swartkans donde se encontraron los dientes están en un entorno dominado por rocas de sedimentos carbonatados, con muy diferentes señales de estroncio.

Por otro lado, el tamaño de las piezas fue determinante para saber cuáles pertenecieron a machos y a hembras, dado que los primeros eran más grandes. Tanto los 'Australopithecus' como los 'Parantrophus' forman parte de una línea evolutiva cercana a los humanos. Entre los primeros está el famoso esqueleto de Lucy, de hace 3,2 millones de años, considerada por muchos la madre de los humanos modernos. Por contra, los 'Parantrophus' (tanto 'robustus' como 'boisei') habrían sido una rama que acabó pro desaparecer.

Neandertales de El Sidrón

Este trabajo confirma que la dispersión femenina tiene un origen muy primitivo, puesto que se comparte con los chimpancés y pervivió hasta épocas recientes. Lo que no se sabe es de dónde venían ellas. De hecho, este mismo año, gracias a estudios de ADN, se descubrió que en el yacimiento asturiano de El Sidrón, los neandertales que lo habitaron también se emparejaron con mujeres de otros clanes.

Para Matt Sponheimer, coautor del trabajo de 'Nature', los datos indican también que los homínidos primitivos preferían vivir en lugares con cuevas abundantes, aunque hasta ahora no se haya pensado en ellos como habitantes de las cavernas.

Para José María Bermúdez de Castro, especializado en dentición primitiva y director del Centro Nacional de Investigación en Evolución Humana, en Burgos, se trata «de un trabajo muy interesante que podría ser un buen modelo para el estudio de los fósiles humanos de Atapuerca. Ahora que tenemos en el CENIEH todo el instrumental podríamos seguir el mismo método".

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El Mundo Ciencia

29 de mayo de 2011

Evolución, sexo y los cuellos de los dinosaurios

Diploducus, quizás el más famoso Sauropoda. (Imagen: Mark Hallet, PaleoArt/SLP)

Están entre las más grandes y fascinantes criaturas del planeta.

Me refiero a los saurópodos, el grupo de dinosaurios de cuatro patas que son casi instantáneamente reconocibles gracias a sus largos cuellos, que terminan en una pequeña cabeza, y sus largas colas.

Entre los saurópodos se encuentra el famoso Diplodocus y el menos conocido, pero hasta más notable, el Argentinosaurus, que ostenta dos récords, por ser tanto el animal terrestre más pesado como el más largo que ha existido jamás.

Pero, ¿qué tienen que ver estos gigantes con el sexo?

De una teoría a la otra

Pues bien: los científicos están debatiendo cuál fue exactamente la causa de que estos enormes reptiles desarrollaran tan grandes cuellos.

Una teoría reciente propone que el sexo, o más precisamente la selección sexual, fue la razón principal.

La idea es que a lo largo de las generaciones, los saurópodos machos desarrollaron cuellos cada vez más largos para dominar a los rivales y ganarse el afecto de las hembras.

Jirafas (Foto: Arup Shah / NPL)

También se ha debatido sobre por qué las jirafas tienen el cuello tan largo. (Foto: Arup Shah / NPL)

Los dinosaurios se murieron hace tiempo, lo que hace difícil que se prueben las teorías sobre por qué ciertas características evolucionaron y a qué se adaptaron. Pero hay evidencia que sigue siendo relevante para analizar las diferentes hipótesis.

Por ejemplo, durante la mayor parte del siglo XX nos imaginamos que los saurópodos eran bestias que adoraban el agua, que vivían o pasaban casi todo el tiempo en ella, usando sus largos cuellos como tubos de buceo.

En los años '70 esa idea perdió validez pues varias líneas de investigación, que fueron validadas, mostraron que los saurópodos eran más que todo terrestres.

Eso llevó a los paleontólogos a imaginar que los saurópodos usaban sus largos cuellos para alcanzar grandes cantidades de vegetación, de donde sacar la energía necesaria para mantener sus enormes cuerpos.

Un cuello largo, el razonamiento dice, le permitía a los Argentinosaurus y a sus parientes pacer desde en los pastos en el piso hasta las hojas en árboles de varios metros de alto.

Atracción

Pero luego llegó la hipótesis de la selección sexual, que apareció por primera vez en 2006.

Esta argumenta que los saurópodos que heredaron cuellos más largos, causado por una mutación casual, atraían más a las hembras.

La longitud del cuello era indicativo de su virilidad e idoneidad para engendrar.

Un cuello largo también pudo haber sido usado para combatir a la competencia, de la misma manera en la que las jirafas macho se enfrentan en justas a "cuellasos" o a "garrotazos de cabeza", en las que los machos con los cuellos más largos y las cabezas más pesadas suelen ganar.

Y es posible que las tortugas de los Galápagos también utilicen sus cuellos para dominar.

Así, los machos de cuellos más largos tenían más descendientes y pasaban sus genes a más dinosaurios, potenciando ese rasgo en la población.

Debate

De la misma manera en la que los paleontólogos discutieron en el pasado sobre si los saurópodos eran bestias terrestres o acuáticas, ahora debaten si es la selección sexual o la vegetación comestible la que explica el largo cuello del Diplodocus y otros.

Y la teoría de la selección sexual acaba de ser examinada minuciosamente... y descartada.

Pavo real (Foto: Phillipe Clement / NPL)

¿Son atractivas para las hembras de los pavos reales las colas de los machos? (Foto: Phillipe Clement / NPL)

El doctor Mike Taylor, de la Universidad de Bristol, y sus colegas, pusieron a prueba los argumentos presentados para respaldar esa idea, y los juzgaron insuficientes.

En primer lugar, dicen que no hay evidencia en los récords de fósiles de una especie de saurópodo que tenga machos con cuellos relativamente más largos que los de las hembras, o viceversa, algo que se esperaría si fuera "sexy".

Y, aunque es imposible atestiguar si los dinosaurios extintos luchaban a "cuellazos" como las jirafas, sus huesos fosilizados indican que no fue así: no se engrosaron para soportar los golpes, como es de esperarse, ni muestran ninguna señal de trauma asociado con tal comportamiento.

Además dan una larga lista de otras razones más técnicas que explican por qué el cuello largo no era un cuello sexy.

Los argumentos son bastante convincentes.

Misterios sin resolver

Este tipo de debates ocurren más de lo que uno piensa, al menos cuando se trata de características seleccionadas debido a cuestiones sexuales.

Por ejemplo, no hay un acuerdo firme sobre si a las hembras de pavos reales les parece atractivas las elaboradas colas de los machos. La longitud y el número de puntos juegan un papel pero no se sabe precisamente cuál.

También ha habido varios debates similares sobre por qué las jirafas tienen cuellos tan largos.

De hecho, la hipótesis de que las jirafas desarrollaron ese cuello tan largo como una señal sexual es la que llevó a la hipótesis de que lo mismo pasa con los saurópodos.

Pero en 2008 esa idea se desinfló, luego de que el profesor Graham Mitchell, de la Universidad de Wyoming, EE.UU., y sus colegas, la pusieran a prueba examinando a 17 jirafas macho y 21 hembras.

Si los cuellos largos eran una característica que evolucionó por razones sexuales, esperaban encontrar que:

  • La longitud fuera más exagerada en machos que en hembras
  • Deben desarrollarse para ser de un tamaño mayor que otras partes del cuerpo
  • No debe conceder ningún beneficio inmediato en términos de supervivencia, y puede costar.

Sus resultados no respaldaron estas proposiciones.

Nada por el sexo

La refutación es similar a aquella del doctor Taylor y sus colegas respecto a los saurópodos.

Y el equipo de Taylor subraya otra cosa más:

No existe ningún ejemplo, en ninguna parte, de algún tipo de animal de cuatro patas -de los cuales hay muchas especies- que haya desarrollado ningún rasgo para ser sexy.

Los cangrejos hacen alarde de sus grandes pinzas, algunas moscas desarrollaron enormes ojos en rabillos, las aves del paraíso menean sus atractivas plumas de la cola... ¿pero los dinosaurios? no parece.

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BBC Mundo

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7 de abril de 2011

La primera huella de un insecto tiene más de 300 millones de años

Hace más de 300 millones de años, un insecto aterrizó sobre una superficie de barro para descansar y, cuando volvió a salir volando, dejó tras de sí una impresión completa de su cuerpo que ha permanecido grabada en una roca de Massachusetts (EE UU) hasta hoy. “Es una copia perfecta de su cuerpo”, asegura su descubridor, Richard J. Knecht, del Museo de Zoología Comparada de la Universidad de Harvard (EE UU), que añade que se trata de la más antigua de la historia perteneciente a un ser vivo volador.

A partir de la forma de la huella que dejó sobre la roca el insecto -las patas estiradas y el vientre hundido-, Michael S. Engel, entomólogo de la Universidad de Kansas, ha llegado a la conclusión de que pertenecía al orden de los efemerópteros, conocidos como efímeras por la corta duración de su vida. Los detalles de su hallazgo se publican en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

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Muy Interesante

9 de marzo de 2011

La industria pesquera americana del Paleolítico

Algunos de los cientos de artefactos utilizados para pescar hace 13.000 años.|Science

Algunos de los cientos de artefactos utilizados para pescar hace 13.000 años.|Science

El hallazgo de una gran variedad de utensilios de pesca y caza marina, de hace unos 13.000 años, que han sido encontrados en las islas del Canal del Norte de California, han revelado la gran variedad de animales marinos que comían los humanos de finales del Paleolítico, así como la sofisticada industria pesquera que fueron capaces de fabricar.

El trabajo, publicado esta semana en la revista 'Science', por científicos de la Universidad de Oregón y del Instituto Smithsonian, describe el escenario y la forma de vida de los Paleoindios de la conocida cultura Clovis, que se extendieron hacia el interior de América del Norte, en busca de grandes animales, como los mamuts.

Ahora se sabe que no todos fueron a explorar las grandes llanuras, sino que también se quedaron en las costas e incluso puede que la ruta costera fuera la que les llevó más fácilmente hacia el sur.

Las excavaciones de Jon Erlandson y sus colegas en las islas de Santa Rosa y San Miguel, enfrente de California del sur, han sacado a la luz evidencias de que sus ocupantes primitivos cazaban gansos, cormoranes, peces de aleta, abulón y otros pequeños mamíferos marinos.

Los yacimientos contienen puntas acanaladas (o de cola de pescado), piedras en forma de luna creciente y otras herramientas de piedra que se parecen a artefactos que se han encontrado en otros lugres del interior del continente, asociados a ecosistemas de lagos glaciares.

Zonas sumergidas

En la época de estos asentamientos de indios primitivos, las dos islas estaban a varios kilómetros de la costa, por lo que se cree que, además, estos primeros colonizadores deben haber tenido ciertas habilidades como marineros.

Pero, sin duda, lo más espectacular es lo llamativo de los artefactos que se asocian a restos de crustáceos, focas, gansos, cormoranes y pescados, algunos de los cuales se utilizaron como proyectiles. "Algunos son tan delicados que sólo podrían haberse usado para cazar sobre el agua", asegura Erlandson, que lleva 30 años investigando en la zona. "Son las utrafinos que nos hablan de una gran sofisticación en sus industrias marineras", concluye.

Las excavaciones tuvieron lugar en tres lugares diferentes. La mayor parte de los materiales, sin embargo, aún están bajo el mar, porque hace 13.000 años su nivel era 60 metros menor y estas poblaciones pasaron la mayor tiempo en playas y zonas bajas costeras que hoy están sumergidas.

Erlandson y su equipo comprobaron que los utensilios eran similares a los que también se han encontrado en la costa del Pacífico, Japón y Sudamérica. Algunos son piedras de forma semicircular que eran capaces de matar aves en vuelo, como con una escopeta.

Hace seis años, el investigador ya propuso que los marineros del Pleistoceno viajaron desde Japón a Kamchatka, a lo largo de la costa de Beringia y Alaska y que luego se dirigieron hacia el sur por California.

"Las implicaciones de la tecnología y la explotación pesquera son magníficas. Estos yacimientos indican que hubo estrategias de subsistencia muy primitivas en estas costas y en las islas con todo tipo de animales, incluidos pinípedos y hasta un pato extinto", expica el coautor Torben C. Rick, del Instituto Smithsonian.

Ahora, el equipo se plantea un nuevo desafío: encontrar yacimientos aún más primitivos que retrasen otros cuantos milenios la migración costera en el norte del continente americano.

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El Mundo Ciencia

8 de marzo de 2011

Sudáfrica, la cuna de la humanidad moderna

Bosquimanos en el desierto del Kalahari.|Stephan C. Schuster

Bosquimanos en el desierto del Kalahari.|Stephan C. Schuster

La genética ha revelado que la cuna de los primeros humanos modernos pudo ser Sudáfrica, en lugar de situarse en África Oriental, como defienden la mayoría de los investigadores.

Un grupo de científicos, dirigidos por Brenna M. Henn, de la Universidad de Stanford (Estados Unidos), ha publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), los resultados de un trabajo en el que han casi 600.000 marcadores genéticos de grupos de cazadores-recolectores que viven en Tanzania y Sudáfrica.

Se trata de bosquimanos sudafricanos y hadza y sandawe tanzanos, tres pueblos que tienen en común un lenguaje caracterizado por los sonidos similares a clics (chasquidos de lengua) y que, según este trabajo son los humanos con mayor diversidad genética del planeta.

Para llegar a esta conclusión, los científicos, entre los que se encuentra la española Laura Rodríguez-Botigue, del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad Pompeu Fabra, examinaron compararon los polimorfimos genéticos de estos tres pueblos con los de otras 24 pobaciones africanas de agricultores y ganaderos. Querían averiguar si sus ancestros eran distintos.

Descubrieron que, de todos los grupos, los cazadores recolectores son los que tienen una diversidad genética más alta y que en los pasados 5.000 años, a medida que la agricultura se expandía en África, hubo auténticos 'cuellos de botella' genéticos que afectaron a las poblaciones de los hadza tanzanos, pero no tanto a los bosquimanos.

También han averiguado que los pigmeos también se parecen genéticamente más a estos grupos ancestrales que a otros africanos porque compartieron un ancestro común, hace entre 15.000 y 27.000 años. Sin embargo, con el resto de los africanos la separación de la rama de bosquimanos y hadza se produjo hace 40.000 años. "Es la primera evidencia genética de que los bosquimanos continuamente han ocupado el sur de África desde el Paleolítico Superior", afirman los investigadores.

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El Mundo Ciencia

4 de marzo de 2011

¿Nos acercamos a la sexta extinción masiva?


Anthony Barnosky, autor principal del estudio que publica la revista Nature.

Nuestro planeta ha vivido cinco grandes extinciones en los últimos 540 millones de años. En cada una de éstas cinco ocasiones, más del 75% de las especies animales se extinguieron. Un grupo de paleobiólogos de la Universidad de California en Berkeley se ha planteado la idea de que podamos estar en los albores de una sexta extinción masiva como base de un nuevo estudio.

Se estima que en los últimos 500 años, por lo menos 80 especies de mamíferos se han extinguido, de un total de 5.570 especies. Según la investigación, para la cual se han estudiando fósiles de hasta 65 millones de años, la Tierra ha perdido menos de dos especies de mamíferos cada millón de años, bastante menos que el ritmo de extinción actual de ¡un mamífero cada seis años!

“Si nos fijamos sólo en los mamíferos en peligro de extinción crítico, y asumimos que a aquellos con un 50% de posibilidades de extinguirse en las próximas tres generaciones se les acabará el plazo y que estarán extintos en 1000 años, podemos concluir que nos acercamos a una extinción masiva”, dice el autor principal del estudio, Anthony D. Barnosky, profesor de biología en UC Berkeley, curador del Museo Universitario de Paleontología, y paleontólogo investigador del Museo Universitario de Zoología Vertebrada. “Si las especies que se encuentran amenazadas se extinguieran, y ese ritmo de extinción continuara, la sexta extinción masiva podría llegar dentro de un plazo de entre tres y 22 siglos”.

Según Barnosky, se podría evitar llegar a ese punto sin retorno en el que la balanza se empieza a inclinar hacia la extinción masiva. No es demasiado tarde. Requeriría afrontar los distintos flancos amenazantes: la fragmentación del hábitat, las especies invasoras, las enfermedades y el calentamiento global.

“Hasta ahora, sólo hemos perdido el 1 o 2 por ciento de todas las especies de los grupos que podemos examinar claramente. Según estas cifras parece que estamos encaminados hacia la extinción, pero todavía nos queda mucha vida de la Tierra que proteger”, continua Barnosky. “Es muy importante que enfoquemos nuestras energías y nuestras leyes hacia la conservación si no queremos ser la especie cuya actividad causó una extinción masiva”.

“Aunque la magnitud sea pequeña comparada con las extinciones masivas más grandes, y aunque las cifras documentadas de animales extiguidos sean pequeñas, la realidad es que son más altas que en la mayoría de las extinciones masivas anteriores”, explica Charles Marshall, profesor de biología de UC Berkeley y director del Museo Universitario de Paleontología y co-autor del estudio.

“Obviamente es una advertencia”, explica Barnosky. “Lo que sabemos está basado en observaciones de unas pocas ramitas del enorme número de ramas que hacen el árbol de la vida”. El biólogo pide que se realicen más investigaciones que examinen otras especies en profundidad, ya que esta se basa principalmente en mamíferos por ser la especie que mejor está documentada en fósiles.

“Este estudio resalta la necesidad de salvar a las especies en peligro crítico, en peligro y las vulnerables”, añade Barnosky. “Con ellas, la biodiversidad de la Tierra se mantiene en buen estado. Pero si la mayoría de estas especies mueren, aunque se estire su desaparición a lo largo de 1000 años, habrá llegado la sexta extinción masiva”.

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El Mundo Ciencia

3 de marzo de 2011

Cuando el zorro era el mejor amigo del hombre



En el año 2000 fue descubierto en el norte de Jordania el prehistórico cementerio Uyun al-Hammam, con una antigüedad aproximada de 16.500 años y que lo sitúa en el Epipaleolítico.

Entre las investigaciones realizadas se pudieron llevar a cabo conclusiones que revelaban que, en los rituales mortuorios, los fallecidos eran enterrados junto a sus pertenecías personales, ajuares y ornamentos personales e incluso con sus animales de compañía.

Varios habían sido los hallazgos en otras necrópolis prehistóricas en los que se habían encontrado fósiles de seres humanos enterrados en el mismo lugar en los que se encontraban los que se suponían habían sido sus perros domésticos.



Sin embargo, el nuevo descubrimiento en ‘Uyun al-Hammam’ ha demostrado que algunas de estas prácticas tuvieron lugar mucho antes con un animal diferente al perro: el zorro

El hecho de que se hallasen restos de un zorro enterrado junto a un ser humano y por la colocación de ambos, podría significar que el animal fue visto como un compañero por el hombre de la época.

Los restos del animal, que se llegó a la conclusión de que se trataba de un zorro rojo, no se encontraban al completo, lo que hace pensar que falleció, muy probablemente por causas violentas y con anterioridad a su amo; fue enterrado y tras el fallecimiento del propietario desenterrado y vuelto a enterrar junto a éste.

Lisa Maher, la arqueóloga especialista en hallazgos prehistóricos de la Universidad de Cambridge, determinó que la datación del lugar, así como de los restos encontrados, hacían prever que antes de ser domesticado el perro, el animal que ocupó su lugar anteriormente fue el zorro. También indica su estudio, que el periodo en el que convivieron los humanos y los zorros fue relativamente corto, quizás por la naturaleza asustadiza y tímida de estos cánidos.

Investigadores de la Universidad de Toronto encabezados por Edward Banning, también presentes en las investigaciones de la necrópolis ‘Uyun al-Hammam’ determinan que las tumbas de este lugar no contienen los restos de otros tipos de animales que no sean el zorro, por lo que también apuntan a la hipótesis de que el primer amigo del hombre (prehistórico) fue el zorro.

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El Listo que todo lo sabe Blog

24 de febrero de 2011

El dinosaurio futbolista

Sus poderosas extremidades le servían para dar fuertes patadas a sus enemigos y desplazarse por las zonas rocosas en las que vivió hace 110 millones de años, durante el Cretácico inferior. Se trata de una nueva especie de dinosaurio descubierta en Utah (EEUU) que ha sido bautizada como 'Brontomerus mcintonshi' precisamente por los potentes músculos de sus patas (en griego 'Brontomerus' significa algo así como muslos trueno. La segunda parte de su nombre homenajea paleontólogo John 'Jack' McIntosh, de la Universidad de Wesleyan).


Un grupo de científicos acaba de nombrar a una nueva especie de dinosaurio "muslos de trueno", debido al gran tamaño de esos músculos que lo hacía capaz de patear a sus enemigos.

Los restos fósiles recuperados en Utah, Estados Unidos, son apenas fragmentos pero lo suficiente para decir a los investigadores que la criatura debe haber tenido patas extremadamente poderosas.

La nueva especie, descrita en la revista Acta Palaeontologica Polonica, es un saurópodo, una familia de dinosaurios famosos por sus largos cuellos y colas.

"Si los depredadores los atacaban, este animal podría haber sido capaz de patearlos para apartarlos de su camino", indicó el doctor Mike Taylor del University College en Londres.

Muslos de trueno

El equipo bautizó al dinosaurio Brontomerus mcintoshi, del griego "bronto" que significa trueno y "merós" que significa muslo.

Los huesos fosilizados de dos especímenes, uno adulto y otro joven, tienen 110 millones de años de antigüedad.

Fueron descubiertos en Hotel Mesa en el condado Grand del estado de Utah.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia

Lea también:

El saurópodo con las patas más poderosas

18 de febrero de 2011

Las primeras huellas de la Humanidad, en peligro


Los paleontólogos trabajan en el yacimiento tanzano.

Las famosas huellas de Laetoli, halladas en 1976, están en el Valle del Rift
Son la primera prueba fósil del bipedismo de nuestros antepasados
Pese a los intentos de conservación, sufren un grave deterioro

Las famosas huellas de Laetoli, que fueron hechas por un ancestro humano hace 3,6 millones de años en Tanzania, en el Valle del Rift, y son la primera prueba fósil del bipedismo de nuestros antepasados, están sufriendo un grave proceso de deterioro, pese a los intentos por su conservación que se realizaron hace 15 años.

El rastro de 70 huellas, que se cree que corresponden a un 'Australopithecus afarensis', fue encontrado en 1976 por el equipo de Mary Leakey. Las impresiones de los pies de tres individuos que caminaban erguidos habían quedado grabadas sobre cenizas volcánicas y una fina lluvia posterior las cubrió, conservándolas durante millones de años.

Tras su estudio, las huellas quedaron cubiertas de forma provisional, pero en 1995 se destaparon y se comprobó que estaban en mal estado: se habían comenzado a resquebrajar por las raíces de las acacias y otros arbustos de la región, situada a 45 kilómetros al sur de la Garganta de Olduvai.

Intentos infructuosos por conservarlas

El Instituto de Conservación Getty, de Estados Unidos, realizó entonces una consolidación de la zona, con nuevos materiales y productos químicos que, según aseguraron, garantizaba su conservación para la posteridad, al menos durante 50 años. Pero no ha sido así.

Un equipo de arqueólogos, entre los que se encuentra el español Manuel Domínguez-Rodrigo, del Instituto de Evolución Humana en África (IDEA), ha descubierto de nuevo parte de las huellas esta semana y ha comprobado que el rastro está muy deteriorado. "Las raíces han penetrado por la capa química protectora que se puso y las han agrietado. Además, ha entrado humedad e incluso hay termitas", señala a ELMUNDO.es Domínguez-Rodrigo, recién llegado del país africano. "Si esperamos unos años más para descubrirlas, no hubiéramos visto nada", asegura el investigador español.

La iniciativa de sacarlas a la luz 15 años después de el primer intento de protección, surgió del presidente tanzano Jakaya Kikwete, que hace unas semanas mostró su deseo de conocer estas huellas únicas. Charles Musiba, director del proyecto Laetoli, decidió abrir un pequeño trozo de 3,5 metros, de los 27 metros totales, para cumplir el deseo del mandatario.

Se expondrán en un museo

Tras comprobar que el trabajo de la Getty no ha dado resultado, Kikwete ha decidido que lo mejor es excavarlas totalmente y exponerlas, pero protegidas por el entorno de un museo en el que se controlen sus condiciones de humedad y temperatura, así como la invasión de la flora o la fauna de los alrededores. Se estima que estos trabajos de excavación durarán al menos dos años, dada la fragilidad del terreno volcánico en el que se encuentran.

El dinero para el futuro museo saldrá de las tasas que paguen los visitantes, y de la construcción de nuevos alojamientos turísticos.

"La idea es que se protejan mejor y, a la vez, puedan servir para atraer turistas, habida cuenta la saturación de visitantes que hay en los parques de Serengueti y Ngorongoro. Sería una forma de potenciar el capital paleontológico que tiene la región", apunta Domínguez-Rodrigo, que dirige un proyecto en la cercana Garganta de Olduvai y que participará de este trabajo a petición de Musiba.

Origen del bipedismo

Las huellas de Laetoli supusieron en su día un gran hallazgo para los estudiosos de la evolución humana, al retrasar hasta hace 3,6 millones de años el bipedismo, una característica de nuestra especie. Esta misma semana, acaba de probarse definitivamente con la aparición de un pie de 'A. Afarensis' en Hadar (Etiopía) que estos homínidos caminaban erguidos.

De su estudio se dedujo que aquellos lejanos ancestros, a los que pertenece el esqueleto bautizado como 'Lucy', tenían el dedo gordo de los pies y el arco como los humanos modernos. Se averiguó, también, que las huellas pertenecieron a dos individuos adultos y uno más pequeño, que caminaban dando un paseo, tranquilos. Algunos creen que iban de la mano, y pudiera tratarse de un grupo familiar.

Desde su hallazgo, hace 35 años, muy pocas personas han podido ver el original del rastro, algo que puede cambiar en el futuro.

Fuente:

El Mundo Ciencia
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