Willy está convencido de que todos estos males son las secuelas de un accidente laboral que tuvo a finales de 2013 mientras buceaba a más de 30 metros de profundidad en busca de choros, el nombre que reciben los mejillones en Perú y otros países de Sudamérica. Los
facultativos que lo atienden prefieren ser cautos y contemplar todas
las posibilidades, como que se trate de una enfermedad rara no
relacionada con su actividad bajo el mar. Pero si sus investigaciones llegan a dar la razón al mariscador peruano, su caso sería único e inédito en la historia del buceo.
Hasta que la vejiga aguante
El choro se fija con dureza a superficies como barrancos y peñascos gracias a una secreción llamada biso. Los
buzos mariscadores que trabajan de manera artesanal, como Willy, pasan
largas horas despegándolos y recolectándolos antes de poder retornar a
la superficie. El tiempo que permanecen sumergidos bajo las frías aguas de la corriente de Humboldt lo determina la "necesidad de orinar", explican a BBC Mundo varios buzos de Pisco, la ciudad pesquera a 230 kilómetros al sur de Lima donde vive Willy. Él asegura que podía aguantar hasta ocho horas. "Algunas veces subí a orinar, pero para mí era perder el tiempo", recuerda. Dar
libertad a la vejiga en las profundidades del océano no es una opción
cuando uno lleva puesto un traje hecho con cámaras de llantas de camión. "Si entra una gotita de agua por un huequito, nos mojamos toditos".
Los
buzos más jóvenes prefieren los de neopreno, que cuestan un promedio de
US$200 pero que a un mariscador no le duran ni cuatro meses, según
Enrique Quino, el artesano de Pisco que desarma ruedas gigantes en busca
de caucho para fabricarlos. Él, en cambio, cobra US$183 por un equipo que, según afirma a BBC Mundo, les servirá entre tres y cuatro años. Está compuesto por una chaqueta y un pantalón tan amplios que dentro cabe el mariscador y varias capas de ropa de abrigo. Incluye aletas, una careta, un cinto de jebe y un cinturón con más de 20 kilos de plomo que les ayuda a hundirse en el agua. Así iba vestido Willy cuando, cerca de las tres de la tarde, casi al
final de su jornada laboral, sintió que la delgada manguera que llevaba
en la boca empezaba a robarle el aire en vez de dárselo. "Todo buzo sabe lo que eso significa". El artículo completo en: BBC Ciencia
El biólogo Sean B. Carroll narra en su libro 'Las leyes del Serengeti' la historia de los pioneros que descubrieron los códigos que regulan la salud humana y la de los ecosistemas naturales.
En mayo de 1917, el científico estadounidense Walter Cannon fue
enviado a Europa para participar en la guerra más sangrienta de la
historia. Allí pudo ver cómo muchos combatientes heridos morían al
entrar en shock ante la impotencia de los médicos. Pero Cannon iba a
cambiar la situación aplicando métodos de medición novedosos y un
enfoque diferente. Entonces se empezaba a tomar la presión arterial de
los soldados y la prueba mostró en los sanos presiones de entre 120 y
140 milímetros de mercurio, mientras los afectados por el shock no
alcanzaban los 90. La bajada de presión dejaba sin combustible a órganos
vitales que se volvían incapaces de eliminar los desechos. Tratando de
comprender lo que sucedía, Cannon midió la concentración de iones de
bicarbonato en la sangre de sus pacientes y observó que tenían unos
niveles inferiores a los normales. Eso significaba que la sangre, que
normalmente es ligeramente alcalina, se había vuelto ácida. Y cuanto más
ácida era la sangre, menor era la presión arterial y más grave el
shock. La solución del investigador fue sencilla: administrar
bicarbonato. Así salvó la vida de miles de soldados,
La experiencia, relatada por el biólogo Sean B. Carroll en su libro Las leyes del Serengeti
(Debate), convenció a Cannon del delicado equilibrio entre todos los
elementos que componen la maquinaria humana y supo que conocer bien esos
componentes ofrecería potentes herramientas para curar. Suya es la idea
de la homeostasis, el concepto que se refiere a los procesos
fisiológicos de regulación que mantienen el organismo dentro de unos
márgenes apropiados. Ahora, buena parte de la población ha asimilado
algunas de las cifras que delimitan estos márgenes, como los niveles de
colesterol o las transaminasas, y muchos tratamientos para mantener esos
niveles han salvado millones de vidas.
Cannon es solo uno de los protagonistas de la obra de
Carroll, un libro en el que trata de explicar a través de las historias
de los científicos que las descubrieron algunas de las reglas que
gobiernan la vida, desde el nivel de los procesos fisiológicos hasta los
grandes ecosistemas como el parque nacional del Serengueti, en
Tanzania. El biólogo estadounidense alterna la narración de las hazañas
de Charles Elton, uno de los padres de la ecología, con las de
científicos como Joe Goldstein o Akira Endo, que diseñaron los
tratamientos para controlar los niveles de colesterol y reducir los
problemas cardiacos.
En todas estas historias, Carroll trata de mostrar la
similitud entre el equilibrio que mantiene la salud de un cuerpo y la de
un ecosistema, y la importancia de conocer a los protagonistas de cada
sistema y el papel que desempeñan en su buen funcionamiento.
Un tratamiento experimental desarrollado por dos neurólogos españoles aumenta la supervivencia de pacientes con glioblastoma.
Hace más de un siglo, algunos enfermos de cáncer
experimentaron mejorías sorprendentes tras contraer la gripe. Los
médicos nunca pudieron determinar si el virus estaba matando al cáncer o
si la infección había espabilado a su sistema inmune, que normalmente
no identifica a las células malignas del cáncer. Aunque no podían
saberlo, estaban ante casos accidentales de inmunoterapia, el tratamiento que actualmente se usa contra un creciente número de tumores.
Un estudio publicado esta semana persigue ese mismo efecto
terapéutico usando un virus del resfriado modificado para hacer enfermar
selectivamente a las células tumorales. El trabajo se basa en un
adenovirus con dos pequeños cambios en su ADN que fue desarrollado en
2003 por Candelaria Gómez-Manzano y Juan Fueyo,
un matrimonio de neurólogos españoles que trabaja en el Centro de
Cáncer MD Anderson de EEUU desde 1994. El primer cambio hace que el
virus se una selectivamente a las integrinas, proteínas que abundan en
la superficie de las células tumorales. La segunda modificación solo le
permite replicarse y causar una infección si el gen del retinoblastoma
está desactivado, un marcador típico de los tumores ausente en células
sanas.
Los investigadores han usado este virus, llamado DNX-2401, para combatir el glioblastoma, el tumor cerebral más común y también el más letal.
Esta clase de cáncer no responde a la inmunoterapia. Los tratamientos
convencionales consisten en extirpar el tumor y aplicar radioterapia y
quimio, aunque en casi todos los casos hay recaídas y la mediana de
supervivencia es de 14 meses.
Los resultados de un estudio con 25 pacientes con
glioblastoma acaban de mostrar que el 20% de ellos vivieron más de tres
años tras recibir una sola inyección con el adenovirus en el cerebro.
Todos habían pasado previamente por el tratamiento convencional, pero
los tumores habían vuelto a aparecer. La supervivencia media de este
tipo de casos es de unos seis meses. En el ensayo clínico, el virus
redujo el tamaño de los tumores en el 70% de los pacientes y los tres
enfermos que mejor respondieron llegaron a vivir más de cuatro años.
“Es la primera vez que un virus oncolítico [que combate el
cáncer] muestra unos beneficios así contra el glioblastoma”, resalta
Gómez-Manzano. “Desde que comenzamos a estudiar terapias contra estos
tumores, el beneficio que han mostrado los pocos fármacos nuevos que han
llegado al mercado se han medido en semanas más de vida”, resalta la
neuróloga.
En los pacientes que mejor respondieron al tratamiento el
virus funcionó como una inmunoterapia. Primero el virus penetra en las
células tumorales y comienza a destruirlas. Después, el sistema inmune
de los pacientes detecta la presencia del virus y lo elimina eliminarlo.
“Este proceso provoca que las células tumorales queden desenmascaradas y
que el sistema inmune las aniquile incluso después de que el virus
oncolítico haya sido eliminado del organismo”, explica Juan Fueyo. Los
resultados de este estudio, en el que han participado científicos en EE
UU, España y Países Bajos, se acaban de publicar en Journal of Clinical Oncology.
Un estudio con 28.000 personas muestra las penalidades que nos llegan de la promiscuidad de nuestros ancestros.
Hace solo diez años, la posibilidad de que los humanos modernos se hubieran apareado con los neandertales se consideraba una herejía. Hoy es ortodoxia, y lo que se discute no es si hubo cruzamientos –los hubo— sino si fueron solo un desliz de una noche o tuvieron alguna consecuencia importante.
Y cada vez está más claro que no solo la tuvieron, sino que la siguen
teniendo: enfermedades de la piel como la queratosis actínica, dolencias
del tracto urinario, problemas digestivos, trombos arteriales,
depresiones y adicciones tienen que ver de u modo u otro con el legado
neandertal en nuestro genoma. ¿Qué sentido tiene todo eso? El genetista evolutivo John Capra y sus colegas de la Universidad de
Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, y otra decena de centros
estadounidenses presentan ahora el primer estudio directo de asociación
entre el contenido genético neandertal de las personas actuales y sus
historias clínicas. La investigación demuestra que ese ADN arcaico tiene
un impacto “sutil pero significativo” sobre la salud de la gente de
ascendencia europea, vivan donde vivan ahora. Publican los resultados en Science. “Nuestro principal hallazgo”, explica Capra, “es que el ADN neandertal
influye, en efecto, en los rasgos clínicos de los humanos actuales;
hemos descubierto asociaciones entre el ADN neandertal y una amplia gama
de problemas de salud, entre ellos los de tipo inmunológico,
dermatológico, neurológico, psiquiátrico y reproductivo”. La aportación neandertal a nuestro genoma es menor del 4%, pero no cabe duda de que nos ha dejado un legado notable. El artículo completo en: El País (Ciencia)
Julianna Snow, de 5 años, murió este martes tras decidir no regresar al hospital para un tratamiento que podría darle más tiempo, pero sería doloroso y hubiera quedado sedada.
Julianna Snow, la niña de 5 años de edad que provocó una conversación
internacional sobre las decisiones dolorosamente difíciles para los
niños con enfermedades terminales, murió el martes. "Nuestra dulce Julianna se fue al cielo hoy", escribió su madre, la
doctora Michelle Luna, en un blog dedicado a su hija. "Estoy aturdida y
con el corazón roto, pero también agradecida. Me siento la madre más
afortunada del mundo, para que Dios de alguna manera me ha confiado con
esta gloriosa hija, y casi llegamos a pasar seis años juntos."
Julianna nació con una enfermedad neuromuscular incurable. La
historia de CNN sobre ella el año pasado documentó cómo Luna y su
marido, Steve Nieve, consultaban con su hija acerca de si ella querría
ir al hospital si tuviera una complicación potencialmente fatal.
La otra opción era renunciar a la atención médica e ir al cielo.
Julianna eligió el cielo, y sus padres, en consulta con los médicos de
Julianna, acataron su decisión.
Esa decisión -el cielo sobre el hospital- comenzó una conversación
sobre qué tipo de atención necesita un niño con una enfermedad
potencialmente mortal, y si se debe consultar a los niños sobre esta
decisión.
"Ella era una niña extraordinaria", dijo Art Caplan, director de la
división de la ética médica en la Escuela de Medicina de la Universidad
de Nueva York.
"Ella me enseñó a mí y a otros que incluso un niño puede llegar a
estar bien informado sobre una enfermedad difícil y puede transmitir
sentimientos reflexivos y notables acerca de su enfermedad y sus ideas."
La historia de Julianna
Cuando tenía 2 años de edad, Julianna fue diagnosticado con la
enfermedad de Charcot-Marie-Tooth, una enfermedad neurodegenerativa.
En el momento en que ella tenía 4 años, había perdido el uso de sus
brazos y piernas. Sus músculos de la deglución eran tan débiles que tuvo
que ser alimentada a través de un tubo en el estómago. Sus músculos
respiratorios también sufrieron, y ella entraba y salía regularmente del
Hospital de Doernbecher en Portland, Oregón.
Pero su mente funcionaba a la perfección.
Por eso sus padres la consultaron cuando tenía cuatro años y los
doctores les dijeron que tenían que tomar decisiones médicas difíciles.
Los doctores le explicaron a Moon, una neuróloga, y a Snow, un piloto
de la Fuerza Aérea, que debían considerar lo que quisieran hacer cuando
una infección complicara la respiración de su hija.
¿Querrían llevarla al hospital de nuevo? Los doctores afirmaban que
había una probabilidad razonable de que Julianna muriera tras ser
sometida a varios procedimientos dolorosos. Incluso si sobreviviera,
dijeron, probablemente sería sólo por un corto tiempo, y estaría sedad,
sin poder hablar o pensar.
No había respuesta correcta, les dijeron los médicos.
El año pasado Moon le preguntó a Julianna qué quería hacer y escribió la conversación en su blog.
Michelle: Julianna, si te enfermas de nuevo, ¿quieres ir al hospital o quedarte en casa?
Julianna: Al hospital no
Michelle: ¿Incluso si eso significa que te irás al cielo si te quedas en casa?
Julianna: Sí
Michelle: ¿Y tú sabes que papá y mamá no irán contigo inmediatamente? Irás sola primero
Julianna: No te preocupes. Dios me va a cuidar
Michelle: Si vas al hospital, eso te puede ayudar a que te mejores y
puedas venir a casa y pasar más tiempo con nosotros. Necesito estar
segura de que entiendes eso. El hospital te puede dar más tiempo con
papá y mamá.
Julianna: Entiendo
Michelle: (llorando) Lo siento, Julianna. Sé que no te gusta cuando lloro. Pero es que me vas a hacer mucha falta
Julianna: Está bien. Dios me va a cuidar. Está en mi corazón
Julianna estuvo en cuidados paliativos durante los últimos 18 meses de su vida.
Durante ese tiempo, le encantaba ponerse vestidos de princesa,
inventarse historias y juegos, hacer manualidades con otros pacientes y
que le pintaran las uñas de los pies.
En un mensaje de texto que le envió Moon a CNN, dijo que el final fue rápido.
"Se enfermó de repente y todo se redujo a la misma batalla de
ayudarle a respirar", escribió. "Esta vez no se recuperó, se empeoró más
y más y en menos de 24 horas se fue".
"Tuvo el apoyo de todo el personal de cuidado paliativos y todo lo
que necesitó para estar cómoda. Murió en casa, en su cuarto de princesa y
en mis brazos. Sé que ella lo quería así".
"Por favor no la olviden", escribió Moon en su blog. "Vivió, fue real, importó".
Al final Julianna obtuvo su deseo de morir sin intervención médica.
"Luchó por estar aquí, más fuerte de lo que he visto a alguien
luchar, con un cuerpo que era muy frágil para este mundo. Fue muy
valiente, y odio que haya tenido que ser tan valiente", añadió su madre.
"Ahora está libre. Nuestra dulce Julianna finalmente está libre".
AsapScience describe en este vídeo lo que sabe la ciencia sobre la transformación física
que están realizando los móviles sobre nosotros, o más bien «nosotros
mismos sobre nuestros cuerpos y mentes» por algunas malas costumbres:
Curvar la espalda para mirar el móvil estando de pie es como llevar un niño de 8 años sentado a hombros. Esto lo hacemos de promedio unas 5 horas al día.
Problemas de miopía debido a estar mirando las pantallitas (y también la del ordenador) todo el santo día.
Comportamientos compulsivos debido a la adicción a
la dopamina que genera el cerebro como respuesta a los pequeños juegos
con retos y logros (sí, del estilo Candy Crush).
Cambios de costumbres. Según estudio el 93% de los
jóvenes usan el móvil como «remedio contra el aburrimiento» en vez de
realizar otras actividades como leer o salir de paseo con los amigos.
Trastornos del sueño, especialmente del sueño profundo que más nos permite descansar… Lo cual puede producir a su vez otras enfermedades.
Dependencia de Internet. Un 7% de los americanos
dependen totalmente del móvil para acceder a los conocimientos que hay
en Internet. Sin ellos pueden tener un problema de desarrollo cultural.
En resumen: que aunque los móviles están muy bien, sirven para muchas cosas útiles y no son (al menos para la gran mayoría) la encarnación del mal de seguir así acabaremos todos literalmente con chepa, gafotas,
comportándonos como posesos, solitarios y viviendo con siete gatos y
para colmo enfermos de cualquier cosa rara debido a lo mal que dormimos. Si no nos extinguimos antes, claro ;-) Tomado de MicroSiervos
Un grupo de estudiantes en etapa
escolar fueron premiados en un concurso de ciencias en el exterior al
haber creado una crema contra el vitiligo.
Los escolares son parte del colegio Santa Teresita de Jesús de Casma y
se presentaron en el concurso internacional de ciencias que se realizó
en México, donde compitieron con otros 500 proyectos escolares.
Los estudiantes de nombres Luciana Ita Gonzales, Johan Carmona
Marquez y Claudia San Céspedes lograron obtener el segundo puesto en la
Expo Ciencias Internacional para América Latina 2016 con la novedosa
crema que presentaron.
El trabajo de los escolares tiene por nombre "pomada a base de turre
para la cura del vitíligo", que nació a partir del dato que les diera un
hombre de 87 años quien les habría contado que se podía curar con hojas
de turre.
DATO:
Sobre este proyecto contra el vitíligo desarrollado por los
escolares, ellos sustentas que la crema ayuda a curar este mal de manera
natural, puesto que estas hojas tendrían una sustancia que ayudaría en
la regeneración de los melanocitos y que son responsables de producir
melanina, elemento que da color a la piel.
En la página de Facebook del centro de estudios se puede ver ya a
varias personas preguntando por la crema que promete ayudar en el
tratamiento delvitíligo que fue creada por los destacados escolares.
Un grupo
de víctimas lanza una ofensiva internacional para retirarle los títulos y
premios del millonario Stephan Schmidheiny, expropietario de la empresa
Eternit.
En Brasil, su objetivo es la Ordem do Cruzeiro do Sul, concedida por el presidente Fernando Henrique Cardoso.
La justicia italiana aumentó en junio de 2013 la condena del empresario suizo
Stephan Schmidheiny, socio de Eternit Italia, de 16 a 18 años de cárcel
por haber provocado la muerte de más de 3.000 personas con el uso de
amianto. Mas información AQUÍ.
Si dependiese de las víctimas del amianto, 2014 sería el peor año de
la vida del millonario suizo Stephan Schmidheiny. Estas se preparan para
abrir otro frente en la lucha por la prohibición de la fibra
cancerígena. Esta vez, su objetivo es algo tal vez más valioso del que
la fortuna del empresario cuya familia fundó la suiza Eternit. Durante
el siglo XX, el grupo industrial plantó fábricas por el mundo y sembró
con ellas enfermedades fatales como la asbestosis (conocida como pulmón de piedra) y mesotelioma (el llamado cáncer del amianto).
Ahora, el blanco de enfermos y familiares es el patrimonio inmaterial
al que el suizo dedicó mucho dinero, batallones de asesores y los
mejores esfuerzos: su biografía.
En Brasil, los abogados de la Asociación Brasileña de Expuestos al
Amianto (ABREA) pretenden retirarle la prestigiosa Ordem do Cruzeiro do
Sul, concedida al suizo en 1996 por el entonces presidente, Fernando
Henrique Cardoso. La ofensiva forma parte de una estrategia
internacional de las víctimas, liderada por Itaia. Desde el año pasado,
la organización italiana AFEVA (Asociación de Familiares y Víctimas del
Amianto) presiona a la Universidad de Yale, en Estados Unidos, para
revocar el título de doctor honoris causa en Letras, concedido
la Schmidheiny también en 1996. En Venezuela y en Costa Rica empiezan a
articularse iniciativas semejantes para presionar a instituciones que lo
premiaron. La meta es borrar uno a uno los títulos y premios exhibidos
por el millonario en su biografía oficial.
Para cada uno de los honores hay un grupo de víctimas organizándose
para presionar por su anulación. “Nosotros no estamos interesados en la
destrucción de un ser humano, sino en la búsqueda de la verdad. Y la
verdad es que no hay honra en la conducta del señor Schmidheiny”, escribió Bruno Pesce, coordinador de la AFEVA, a la dirección de la Universidad de Yale.
Stephan Schmidheiny es un personaje trágico del mundo contemporáneo.
Para parte de la humanidad es un villano, para otra es un héroe. Durante
la década de los noventa fue extremadamente cuidadoso al construir una
biografía que pudiera borrar – o por lo menos ofuscar – su papel de
protagonista en la conocida como “la mayor catástrofe sanitaria del
siglo XX”: las decenas de miles de muertes en el mundo entero por
contaminación de amianto (asbesto), una parte significativa de ellas
ocurrida dentro de las fábricas de Eternit, de su familia, o en el radio
de algunos kilómetros.
Los científicos alertan a la OMS del riego de que sirvan para expandir el virus
Así lo han determinado 150 expertos en salud pública en una carta a la agencia
La OMS argumenta que los JJOO no alterarán significamente el patrón del virus
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha decidido este
sábado que no emitirá una recomendación para quitar a Río la
organización de los Juegos Olímpicos a pesar de la petición firmada por más de un centenar de prominentes científicos que han alertado del riesgo que supone el virus del zika en Brasil.
La agencia para la Salud de Naciones Unidas considera que la celebración de los JJOO "no alterará significativamente" el patrón de desarrollo del virus.
"Desde el punto de vista de la salud pública no existe razón para
aplazar o cancelar los Juegos, a tenor del patrón de circulación del
virus en casi 60 países de todo el mundo, 39 de ellos en América
Latina", ha hecho saber la OMS en un comunicado.
Así ha respondido la OMS a la carta firmada por casi 150 expertos en salud pública y dirigida a la directora general de la Agencia, Margaret Chan, a quien advierten de que el riesgo de expansión es demasiado alto.
"Cuando medio millón de turistas de todos los países se concentran en
un lugar, es posible que puedan resultar contagiados, y una vez que
vuelvan a casa la enfermedad corre el riesgo de convertirse en
endémica", reza la misiva.
Con todo, la OMS mantiene la recomendación de que las mujeres
embarazadas, especialmente vulnerables al virus, no acudan a los juegos.
En sus casos, el virus zika puede causar malformaciones en el feto.
Un
accidente de auto cambió para siempre la vida de Ben, quien despertó
del coma hablando perfecto mandarín (y sin poder expresarse en su lengua
materna).
Ben McMahon es
australiano y habla chino mandarín a la perfección. Incluso presenta su
propio programa de televisión en ese idioma.
Pero no siempre fue así. Y las razones detrás de su dominio del chino son bastante dramáticas: un accidente de auto. "Recuerdo esa mañana, desayunando en la cama pero, aparte de eso, no recuerdo nada más", le contó a la BBC. Ben sufrió un horrible accidente automovilístico, que le dejó una semana en coma. Y, cuando despertó, su vida había cambiado completamente. Sólo era capaz de hablar en chino mandarín.
Laberinto cerebral
El joven, que ahora tiene 24 años, había estudiado el idioma en la escuela, pero nunca lo llegó a hablar con fluidez. Al menos antes de que ocurriera el accidente. Pero, además, Ben era incapaz de recordar cómo expresarse en inglés, su lengua materna.
¿Qué sucedió? ¿cómo era posible que, de repente, pudiera comunicarse en chino perfectamente? El lugar exacto del cerebro donde se desarrolla nuestra capacidad para aprender idiomas todavía es un misterio, pero el área que normalmente se asocia con el lenguaje es el lóbulo frontal del hemisferio izquierdo, conocida como el área de Broca. De acuerdo con los científicos, si se producen ciertas lesiones, diferentes partes del cerebro humano pueden asumir la responsabilidad de otras. En
algunos casos, como enfermedades o accidentes, el cerebro sufre una
confusión que provoca daños inesperados, como es el caso del síndrome del idioma extranjero. Otro trastorno común, similar a este fenómeno, es el síndrome del acento extranjero, que hace que quienes lo sufren hablen su lengua natal con un acento completamente diferente al habitual. El artículo compleo en: BBC
En términos generales, es posible que
muchos de nosotros tengamos una idea, así sea vaga, de la dislexia.
Sabemos que se trata de una circunstancia relacionada con el lenguaje,
específicamente con su forma escrita, que se expresa en la dificultad
para leer y escribir, sobre todo en la confusión que vive una persona al
momento de seguir el orden de las letras, la mescolanza en que las
encuentra, como si en vez de poder leer o escribir "conejo", una fuerza
misteriosa e incontrolable la llevara a leer o escribir "cojeno" o
"coenjo" o "cojneo". Hasta ahora la causa de esta condición no se conoce
con certeza, pues lo mismo se han dado explicaciones genéticas como del
entorno y neurológicas, sin atinar a señalar fehacientemente su origen.
Como con otras circunstancias de la
mente y el cuerpo, la dislexia genera cierta curiosidad en aquellos que
no la tenemos. En cierta forma, se trata de una expresión de ese impulso
por querer ver el mundo con los ojos del otro, y qué experiencia
de la alteridad más radical que la del “enfermo” (dicho no en forma
peyorativa), la de aquel que por una causa desconocida ha salido de la
normalidad para acaso nunca regresar.
En parte para contribuir a la
concientización de la vida con dislexia y también como una forma
sencilla y hasta atractiva de comprenderla, el programador Victor Widell
realizó un sitio web
que reproduce las condiciones de lectura de una persona disléxica, a
partir de la descripción que le hizo un amigo que la padece.
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El
sitio es sencillo pero profundamente elocuente y significativo, pues
enfrenta a los no disléxicos con esa dificultad que toca un aspecto
fundamental de la vida cotidiana, llevándonos a imaginar lo que sería
vivir así y, acaso, ser mucho más empáticos con todos aquellos que la
tienen.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el virus del
zika se extenderá por todo el contintente americano, a excepción de
Canadá y Chile. Hasta el momento 20 países han detectado la presencia del virus
en su territorio; entre otros, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, El
Salvador, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Puerto Rico y
Venezuela. Se transmite por la picadura de un mosquito, y aunque sus síntomas son leves, puede causar daños graves al feto. Te
contamos qué es el zika, cuáles son sus consecuencias y por qué varios
países recomendaron a las mujeres no quedarse embarazadas.
Ibone Saralegui, investigadora en Osatek / Hospital de Galdakao
(Bizkaia), señala que la dislexia no tiene cura, pero que un tratamiento
correcto y precoz puede mejorar notablemente la capacidad lectora y de
comprensión de los afectados por esta alteración. Por otra parte, el
porcentaje de disléxicos es muy superior entre los hablantes de lenguas
opacas, tales como el inglés y el francés.
“La
dislexia es la dificultad que presentan algunos niños para adquirir las
destrezas lectoras, dificultad que les impide alcanzar con normalidad
los aprendizajes relacionados con la escritura, independientemente de
sus otras destrezas cognitivas, tales como la inteligencia, el
razonamiento o la memoria”, explica la neurorradióloga Ibone Saralegui.
Históricamente, se ha asociado la dislexia a problemas de percepción
visual, pero las investigaciones más recientes desmienten dicha
asociación.
Saralegui es la autora de una de estas
investigaciones, llevada a cabo junto con el oftalmólogo Ricardo
Martínez, realizada mediante resonancia magnética funcional (en inglés,
fMRI, functional Magnetic Resonance Imaging) para evaluar la red
neuronal relacionada con la lectura en niños con dislexia que no hayan
recibido tratamiento específico con anterioridad. Los resultados del
estudio muestran que los lectores con dislexia parecen tener una red
neuronal para la lectura diferenciada de los normolectores y de aquellos
con alteraciones de la motilidad (movilidad) ocular.
Subraya la
investigadora que la dislexia no tiene una única causa, y que,
probablemente, intervienen varios factores en su aparición. “En
cualquier caso, uno de sus principales causantes es una alteración en la
ruta fonológica para la lectura de los niños, lo que tiene una gran
incidencia en la terapia que se les debe aplicar. Las terapias visuales y
auditivas, por ejemplo, no son adecuadas en el tratamiento de estos
niños”. Según Saralegui, “la dislexia no se cura. Muchos padres van a la
consulta del oftalmólogo o del logopeda pensando que, tras un buen
tratamiento, su hijo va a dejar de ser disléxico. Pero un niño (o un
adulto) es disléxico siempre. Eso sí, con un tratamiento precoz y
correcto, puede mejorar notablemente su habilidad lectora y su capacidad
de comprensión”.
Lenguas opacas y lenguas transparentes
El
estudio se ha realizado con niños castellanoparlantes, “aunque sus
conclusiones podrían extrapolarse a los vascoparlantes” según Saralegui,
“ya que el euskera y el castellano tienen un nivel de semitransparencia
muy parecido. Las lenguas transparentes son aquellas en las que el
grafema coincide con el fonema, es decir, en los que a una letra le
corresponde, por lo general, un sonido. En las opacas (inglés,
francés…), por el contrario, un grafema (la letra A, por ejemplo), puede
pronunciarse de varias formas (‘a’, ‘ei’…). En la lectura el primer
paso fundamental es este ensamblaje entre los fonemas y los grafemas”.
Las
lenguas opacas presentan, por tanto, un problema añadido: hay que
aprender varios fonemas para un mismo grafema. “Por eso, en dichas
lenguas se duplica, casi, el porcentaje de niños disléxicos. En las
lenguas transparentes y semitransparentes hay una menor incidencia de la
dislexia, y ésta se presenta más tarde, aunque el problema de
comprensión persiste”, señala la investigadora.
Referencias:
Differences
in effective connectivity between children with dyslexia, monocular
vision and typically developing readers: A DTI study. B.
Garcia-Zapiraina, Y. Garcia-Chimenoa, I. Saralegui, B.
Fernandez-Ruanova, R. Martinez. Biomedical Signal Processing and Control. 2016; 23: 19-27
Reading
networks in children with dyslexia compared to children with ocular
motility disturbances revealed by fMRI. I. Saralegui, JM Ontañón, B.
Fernández-Ruanova, B. García-Zapirain, A. Basterra, E. Sanz-Arigita. Front Hum Neurosci. 2014; 8 (936): 1-15.
Automatic
classification of dyslexic children by applying Machine Learning to
fMRI images. Y. García Chimeno, B. Garcia-Zapirain, I. Saralegui, B.
Fernández-Ruanova. Bio-Med Mater Eng. 2014; 24(6): 2995-3002.
En 1681, Antonie van Leeuwenhoek se convirtió en lap
rimera persona en la historia que pudo ver un microbio. Pero su interés
no habría sido tal si no sufriera diarrea, una aparatosa descomposición
fecal.
Debido precisamente a ella, Leeuwenhoek se vio obligado a examinar sus propios desechos acuosos bajo su microscopio.
Según su informe, distinguió unos “animálculos moviéndose muy
graciosamente… algo más largos que anchos, con el vientre… provisto de
varias patitas”.
Lo que había visto Leeuwenhoek es lo que hoy en día identificaríamos
como un protozoo llamado Giardia, una causa común de diarrea. Pero el
investigador fue más allá, tal y como describe en el libro Abrir en caso de ApocalipsisLewis Dartnell:
No pasó mucho tiempo sin que Leeuwenhoek llegara a observar
microbios en gotitas de agua, y nubes de bacterias en heces y dientes
cariados. Examinando su propio semen, descubrió el vigoroso serpenteo de
los espermatozoides responsables de la reproducción sexual de todos los
animales (aunque él insistió en que no había obtenido sus propias
muestras por “ninguna artimaña pecaminosa” y que estas eran el
“excedente que me proporcionó la naturaleza en mis relaciones
conyugales”.
Antes de que se inventara el primer telescopio ya se habían lanzado
algunas especulaciones acerca de la existencia de pequeños organismos
invisibles, como la del autor romano Marco Terencio Varrón, allá por el año 36 a.C.
A pesar de que el nivel socioeconómico de las personas no tiene ninguna relación con el riesgo de cáncer, sí que lo tiene respecto a qué tipos de cáncer pueden sufrir, según un nuevo estudio publicado en la revista Cancer.
El trabajo, realizado por un equipo de investigadores del Registro
del Cáncer del Estado de Nueva York (EEUU) liderado por Francis Boscoe,
realizó una comparativa de las personas que viven en las zonas de más pobreza con las que vivían en otras áreas más favorecidas,
obteniendo que casi 3 millones de cánceres fueron diagnosticados entre
los años 2005 y 2009 en 16 estados, incluyendo entre otros Colorado,
Florida, Iowa o Los Ángeles. Todos los individuos fueron divididos en
cuatro grupos en función de su nivel de pobreza - de acuerdo con la American Community Survey 2005-2009 - en el momento del diagnóstico.
De los 39 tipos de cáncer detectados, 32 de ellos mostraron una relación significativa con la pobreza (tanto a nivel bajo como medio), determinando que el
cáncer de laringe, el de cuello uterino, el de pene y el de hígado eran
más probables en los barrios más desfavorecidos o pobres; sin
embargo, otros tipos de cáncer como el melanoma, el cáncer de tiroides,
el de piel no epitelial y el de testículos, eran más posibles en los
barrios más ricos.
“Los tipos de cáncer
más asociados con la pobreza tienen menor incidencia y mortalidad más
alta y los relacionados con la riqueza tienen una mayor incidencia y
mortalidad más baja; cuando se trata del cáncer, los pobres tienen más probabilidades de morir de la enfermedad mientras que los ricos son más propensos a fallecer con la enfermedad”, afirma Francis Boscoe, líder del estudio.
Florence Nightingale fue mucho más que una dama con una lámpara. La leyenda de la santa enfermera a veces oculta la verdad: que su genio matemático fue lo que realmente salvó tantas vidas.
Su ambición la llevó al infernal mundo de la Guerra de Crimea y, como consecuencia, por un camino que terminó transformado la enfermería y los hospitales.
Acompáñanos en un rápido recorrido por su vida.
1820
Una niña dotada
Nació en la ciudad italiana de Florencia, y de ahí su nombre, pero creció en pintorescas casas de campo inglesas con su hermana mayor Parthenope.
La criaron al estilo de la clase media alta de la época, que incluía una extensiva educación impartida en casa por su padre, quien les enseñó a sus hijas los clásicos, filosofía y lenguas modernas.
Florence se destacaba en matemáticas y ciencia.
Su afición por registrar y organizar información se notó desde una edad temprana, cuando documentó su enorme colección de conchas del mar con listas y tablas diseñadas con mucha precisión.
El pasado día 26 de marzo de 2015 se publicó en la revista Science, y fue recogido por la web de noticias científicas SINC, de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, la siguiente noticia: “Una vacuna usa por primera vez el virus completo y desactivado del ébola”. La noticia contaba como un equipo de científicos de EEUU y Japón había desarrollado una vacuna para el ébola, que por primera vez hacía uso del virus completo, pero desactivado, lo cual parece hacerla más segura que otras vacunas que se están desarrollando en la actualidad, y que además, se informaba de que dicha vacuna ya se había probado con éxito en macacos. Las otras vacunas experimentales, algunas que hacen uso solo de una parte del virus e incluso una que utiliza el virus vivo, se están testando ya con humanos, pero existe cierta preocupación por la seguridad de los pacientes.
Al leer esta noticia se me ocurrió que podíamos aprovechar la oportunidad para hablar de las estadísticas médicas, y más concretamente, de un caso muy conocido, la estadística de la vacuna de Salk para la poliomielitis realizada en 1954, y que ha sido uno de los mayores ensayos clínicos de la historia, el mayor hasta los años 80, en el que participaron más de un millón de niños. Este estudio clínico nos puede servir de ejemplo para ver qué cuestiones deben ser tenidas en cuenta a la hora de realizar una estadística médica para estudiar la efectividad de un medicamento o tratamiento, y que en muchas ocasiones, demasiadas, no se tienen.
Pero para entender mejor este ejemplo, e incluso la noticia sobre el ébola, recordemos brevemente qué son las vacunas y cómo funcionan. Lo que más o menos sabemos todos, es que las vacunas son un producto, formado por antígenos (que pueden ser microorganismos muertos o atenuados, una parte de los mismos o derivados de ellos), que al ser introducido en el organismo estimula la producción de anticuerpos, es decir, una defensa del propio organismo contra los microorganismos patógenos, consiguiéndose así la inmunización contra la enfermedad.
Dos ejemplos significativos de vacunas, en relación a los antígenos, serían la viruela y la gripe. En el caso de la viruela se utiliza un virus muy parecido, el virus vaccinia(estrechamente relacionado con el virus de la viruela bovina), que se inocula vivo en las personas, aunque en condiciones normales es incapaz de generar ninguna enfermedad seria, es muy leve y ni siquiera se muestran síntomas, pero lo importante es que provoca la generación de anticuerpos que las protege de la viruela. La vacuna de la viruela fue la primera en desarrollarse en 1796. El médico rural inglés Edward Jenner (1749-1823) observó que las recolectoras de leche solían padecer la “viruela de la vaca”, que es un tipo de viruela muy suave, pero después no cogían la viruela común. Aunque se sabe que ya en China, siglo X, y Sudamérica, siglo XVIII, se inoculaba con el pus de la viruela como método de prevención de este enfermedad. La vacuna de la viruela ha conseguido que esta enfermedad sea erradicada completamente del planeta.
En el caso del virus de la gripe, la vacuna es una solución del propio virus, pero neutralizado mediante un tratamiento de formaldehído. Cuando la vacuna es inoculada, los virus muertos, luego no pueden infectar a las personas vacunadas, mantienen aún una actividad antigénica que hace que se produzcan anticuerpos. La dificultad en este tipo de vacunas reside en encontrar la dosis de formaldehido suficiente para que el virus muera, pero no demasiada, para que mantenga la propiedad antigénica. Aunque esto es lo más común en el caso de la gripe, también se utilizan contra ella vacunas con virus vivos, aunque atenuados.
Una vacuna con el virus vivo tiene la ventaja de ser más efectiva, se reproduce en el individuo vacunado y genera una fuerte reacción como antígeno, que provoca un alto nivel de anticuerpos duraderos. Por otra parte, el riesgo de esta vacuna es mayor, el virus vivo, aunque esté atenuado, puede acabar generando la enfermedad que pretende combatir, y si estamos en el caso de un virus vivo similar al que nos interesa, este quizás pueda mutar y acabar provocando la enfermedad, o una similar, en el individuo.
La vacuna con un virus muerto es más segura porque es incapaz de producir la enfermedad en el individuo, sin embargo, puede fallar y no provocar la respuesta deseada de generación de anticuerpos.
Por estos, y otros motivos, como que cada virus es diferente a los demás, es necesaria una gran investigación médica, además de estudios estadísticos que nos permitan conocer cuál es la respuesta real de la vacuna cuando se inocula en humanos. Y para que estos estudios estadísticos sean eficaces tienen que estar bien hechos, desde un punto de vista científico.
Una 'exopierna' biomecánica mejora la forma de andar e incluso logra reducir el consumo energético del cuerpo sin necesidad de motores.
El embrague engrana el muelle al pisar y lo libera al levantar el pie, liberando también la energía acumulada.
Los humanos necesitaron centenares de miles de años para aprender a caminar. A lo largo de la evolución, perfeccionaron sus andares en un equilibrio tan perfecto entre biomecánica y gasto energético que, sin él, aún seguirían en los árboles. Sin embargo, un grupo de investigadores ha necesitado mucho menos para, con una ingeniosa combinación de muelles y embragues, mejorar nuestra forma de caminar.
"El sistema locomotor humano ha evolucionado a lo largo de millones de años y los humanos de hoy dan centenares de millones de pasos a lo largo de su vida", dice el investigador del departamento de ingeniería mecánica de la Universidad Carnegie Mellon (EE UU), Steven Collins. La maestría alcanzada había hecho creer que cualquier cambio en el sistema musculoesquelético humano implicaría un coste metabólico, exigiendo un mayor gasto energético. Sin embargo, había "margen de mejora", añade.
Collins, junto a ingenieros de otras dos universidades estadounidenses, ha creado lo que se podría llamar una exopiernaque hace el caminar más ligero y no exige un mayor consumo energético al cuerpo, de hecho, lo reduce. El artilugio, rematado en fibra de carbono, recuerda a una férula para tratar fracturas, pero en versión futurista. Con una base para apoyar la planta del pie y dos anclajes, uno para el tobillo y el otro para la rodilla, este dispositivo biomecánico mejora los andares. Una combinación de muelle y embrague aprovecha cada paso para ayudar en la caminata. Y lo hace sin ningún tipo de motor o energía externa.