Un estudio con 28.000 personas muestra las penalidades que nos llegan de la promiscuidad de nuestros ancestros.
Hace solo diez años, la posibilidad de que los humanos modernos se hubieran apareado con los neandertales se consideraba una herejía. Hoy es ortodoxia, y lo que se discute no es si hubo cruzamientos –los hubo— sino si fueron solo un desliz de una noche o tuvieron alguna consecuencia importante.
Y cada vez está más claro que no solo la tuvieron, sino que la siguen
teniendo: enfermedades de la piel como la queratosis actínica, dolencias
del tracto urinario, problemas digestivos, trombos arteriales,
depresiones y adicciones tienen que ver de u modo u otro con el legado
neandertal en nuestro genoma. ¿Qué sentido tiene todo eso?
El genetista evolutivo John Capra y sus colegas de la Universidad de
Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, y otra decena de centros
estadounidenses presentan ahora el primer estudio directo de asociación
entre el contenido genético neandertal de las personas actuales y sus
historias clínicas. La investigación demuestra que ese ADN arcaico tiene
un impacto “sutil pero significativo” sobre la salud de la gente de
ascendencia europea, vivan donde vivan ahora. Publican los resultados en Science.
“Nuestro principal hallazgo”, explica Capra, “es que el ADN neandertal
influye, en efecto, en los rasgos clínicos de los humanos actuales;
hemos descubierto asociaciones entre el ADN neandertal y una amplia gama
de problemas de salud, entre ellos los de tipo inmunológico,
dermatológico, neurológico, psiquiátrico y reproductivo”. La aportación neandertal a nuestro genoma es menor del 4%, pero no cabe duda de que nos ha dejado un legado notable.
El artículo completo en:
El País (Ciencia)
4 de marzo de 2017
El legado de los neandertales: adicciones, depresión y problemas circulatorios
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