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13 de septiembre de 2013

¿Cómo ser feliz en pleno siglo XXI?


Una vida activa parece ser uno de los secretos de la felicidad.

De acuerdo con estudios de diferentes partes del mundo, recopilados por la Base de Datos Mundial de la Felicidad, en Rotterdam, el secreto de la felicidad está en nuestras manos y no en los lugares en los que solemos buscarla.

El profesor Ruut Veenhoven, director de dicha base de datos y profesor emérito de las condiciones sociales para la felicidad humana de la Universidad Erasmus en Rotterdam, señala que su propio estudio encontró una ligera correlación negativa entre el número de veces que los participantes en el estudio espontáneamente relacionaron "objetivos" y "felicidad".
"Aunque generalmente se asume que las metas son necesarias para llevar una vida feliz, la evidencia no es concluyente. La razón parece ser que la gente infeliz está más consciente de sus propios objetivos porque buscan mejorar sus vidas".
Los diez países "más felices"
De acuerdo con la Base de Datos de la Felicidad, estos son los primeros países que muestran "satisfacción con la vida":

  1. Costa Rica
  2. Dinamarca
  3. Islandia
  4. Suiza
  5. Noruega
  6. Finlandia
  7. México
  8. Suecia
  9. Canadá
  10. Panamá
Pese a que hay una correlación positiva entre darle un sentido a la vida y ser feliz, los estudios indican que no es una condición necesaria para ser feliz. De hecho, los estudios señalan que una vida activa tiene la correlación más fuerte con la felicidad.

"Para llevar una vida feliz, una vida satisfactoria, necesitas estar activo", le dice Veenhoven a la BBC. "Participar (en actividades) es más importante que saber por qué lo estamos haciendo".

clic Lea: Una aplicación para medir la felicidad

Pero las mejores noticias que ofrece la Base de Datos Mundial de la Felicidad es que está en nuestras manos el ser más felices y no depende sólo de cambios externos como, por ejemplo, tener más dinero.

"La investigación ha mostrado que podemos hacernos más felices a nosotros mismos porque la felicidad cambia con el paso del tiempo", señala el profesor Veenhoven, "y esos cambios no están sólo relacionados con mejores circunstancias sino con una mejor manera de lidiar con la vida. La gente mayor tiende a ser más sabia y, por esa razón, más feliz".

¿Qué debemos hacer para ser más felices?

Una pareja besándose

Relaciones amorosas de larga duración surten efectos positivos en algunas personas.

Es una pregunta muy ambiciosa y muy subjetiva, pero estudios recopilados por la base de datos señalan que las personas tienden a ser más felices si:
  • Están en una relación de largo plazo
  • Están activamente envueltos en política
  • Son activos en el trabajo y en su tiempo libre
  • Salen a cenar
  • Tienen amistades cercanas (aunque la felicidad no aumenta en relación con el número de amigos que se tienen)
Hay algunos hallazgos sorprendentes:
  • La gente que toma alcohol con moderación es más feliz que la gente que no toma en lo absoluto
  • Los hombres tienden a ser más felices en una sociedad en la que las mujeres disfrutan de mayor igualdad
  • Ser considerado atractivo físicamente aumenta la felicidad en los hombres mucho más que lo hace en las mujeres
  • Tiendes a ser más feliz si piensas que eres atractivo o atractiva, independientemente de si objetivamente lo eres
  • Tener hijos reduce los niveles de felicidad, pero tu felicidad aumenta cuando crecen y abandonan el hogar
  • Lea el artículo completo en BBC Sociedad

21 de marzo de 2013

Diez grandes frases sobre qué es la felicidad (y cómo alcanzarla)

"La felicidad frecuentemente se cuela por una puerta que no sabias que estaba abierta". John Barrymore.

‎"La felicidad se alcanza cuando, lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace están en armonía". Gandhi.

"La felicidad es íntima, no exterior; y por lo tanto no depende de lo que tenemos, sino de lo que somos". Henry Van Dyke.

"La felicidad es darse cuenta de que nada es demasiado importante”. Antonio Gala.

"Cuanto más feliz soy, más compadezco a los reyes". Voltaire.

"Una mesa, una silla, un plato de fruta y un violín, ¿qué más necesita un hombre para ser feliz?" Albert Einstein.

"La felicidad es tener una gran familia, cariñosa, diligente, que se preocupe por uno y que esté unida; pero que viva en otra ciudad". George Burns.

"La felicidad es sencillamente buena salud y mala memoria". Albert Schweitzer.

"La felicidad no es algo que experimentas; es algo que recuerdas". Oscar Levant.

"La felicidad compensa en altura lo que le falta en longitud". Robert Frost.

Fuente:

Muy Interesante

20 de marzo de 2013

El equivalente sociobiológico de la ecuación de Einstein o el origen de la bondad humana

Una de las ecuaciones más famosas y fundamentales de la física es indudablemente E = mc2. El equivalente sociobiológico de dicha ecuación sería rb > c, o la idea de la selección de parentesco planteada por primera vez por el biólogo inglés J. B. S. Haldane en 1955 (la teoría completa la establecería William D. Hamilton en 1964).

La ecuación se traduce como sigue: un alelo que prescribe altruismo aumentará de frecuencia en una población si el beneficio (b) para el receptor del altruismo, multiplicado por r, el grado de parentesco con el altruista, es mayor que el coste para el altruista ©.

Abunda en ello Edward O. Wilson en su libro La conquista social de la Tierra:
El parámetro r, tal como lo expresaron originalmente Haldane y Hamilton, es la fracción de la genealogía común. Por ejemplo, el altruismo evolucionará si el beneficio para un hermano o hermana es 2 veces el coste para el altruista (r = ½) o 8 veces para un primo hermano (r = 1/8). Para exponer esta idea con un ejemplo sencillo, uno promoverá el gen altruista que posee si altruistamente no tiene hijos, pero si su hermana más que duplica el número de hijos que ella tiene como resultado del altruismo del hermano hacia ella.
O dicho de otro modo: el altruismo es una suerte de egoísmo camuflado, la mayor parte de las veces (en ese sentido, definir qué es un comportamiento altruista o egoísta resulta imposible porque no conocemos qué subyace en dicho comportamiento… ni siquiera el autor del mismo: por ejemplo, pudiéramos ser altruistas con los desconocidos para labrarnos una buena reputación).

O como lo expresó más jocosamente Haldane, él “daría su vida por dos hermanos o por ocho primos”. Pero dejando a un lado el chascarrillo, el propio Haldane es quien mejor puede explicarnos qué es la selección natural por parentesco:
Supongamos que el lector porta un gen raro que afecta a su comportamiento de manera que se lanza a un río crecido y salva a un niño, pero hay una probabilidad entre diez de que se ahogue, mientras que yo no poseo dicho gen y me quedo en la orilla mirando cómo el niño se ahoga. Si el niño es el hijo del lector, o su hermano o hermana, hay una probabilidad del 50 por ciento de que el niño también tenga el gen, de manera que se salvarán cinco de tales genes en los niños por cada uno que se pierda en un adulto. Si el lector salva a un nieto o sobrino, la ventaja es solo de dos y medio a uno. Si solo salva a un primo hermano, el efecto es muy reducido. Si intenta salvar a un primo segundo, la población tiene más probabilidades de perder este valioso gen que de ganarlo. Pero en las dos ocasiones en las que he sacado del agua a gente que posiblemente se hubiera ahogado (a un riesgo infinitesimal para mí) no tuve tiempo de hacer tales cálculos. Los hombres del Paleolítico no los hacían. Es claro que los genes producen conductas de este tipo solo tendrían posibilidad de extenderse en poblaciones relativamente pequeñas en las que la mayoría de los niños fueran parientes bastante próximos del hombre que arriesgó su vida. No es fácil ver de qué manera, excepto en poblaciones pequeñas, que dichos genes pudieran haberse establecido. Desde luego, las condiciones son incluso mejores en una comunidad como una colmena o un hormiguero, cuyos miembros son todos literalmente hermanos y hermanas.
Más información | No somos ni buenos ni malos: somos las dos cosas

Fuente:

Xakata Ciencia

15 de marzo de 2013

¿La moral laica es mejor que la moral religiosa? (y II)


Tal y como os adelantaba en la anterior entrega de este artículo, a medida que la religión ha ido perdiendo influencia a la hora de inculcar códigos morales, las sociedades se han vuelto más morales (en el sentido de que discuten mejor sus códigos morales, los adaptan más fácilmente a la realidad social y los inculcan con menos presión coactiva).

Sobre este tema profundiza Patricia S. Churchland en su libro El cerebro moral, que inicia narrando una anécdota personal acerca de cómo le explicaron en el colegio lo que era un juicio de Dios:
La idea básica era sencilla: gracias a la intervención de Dios, la inocencia se revelaría por sí sola, ya que el ladrón acusado se hundiría en el fondo del lago, o el adúltero acusado no se quemaría en el poste. (Para las brujas, en cambio, el suplicio era menos “benévolo”: si la mujer acusada de brujería se ahogaba obtenía la presunción de inocencia; si salía a flote, entonces se la consideraba culpable, y por ello la arrastraban hasta una hoguera.) Como disponemos de tiempo, mi amiga y yo diseñamos un plan. Ella me acusaría falsamente de haberle robado el monedero, y luego colocaría mi mano sobre la estufa a ver si se quemaba. Ambas esperábamos que me quemara, y así fue. Por tanto, si el resultado del experimento era tan elocuente, ¿cómo es posible que tantas personas confiaran en el juicio de Dios como sistema para administrar justicia?
En otras palabras: procurar bienestar a una sociedad no puede basarse en una lista tosca e irrevocable de deberes y prohibiciones, sino en una mezcla de sabiduría, buena voluntad, capacidad de negociación, conocimiento histórico y nuevos descubrimientos científicos.
Como la propia Churchland afirma más adelante en El cerebro moral:
Sin duda, teniendo en cuenta los distintos contextos y las diversas culturas, el modo particular en que se articulan dichos valores adoptará diferentes formas y matices, incluso en los casos en los que se compartan las mismas necesidades sociales subyacentes. Según esta hipótesis, los valores son más fundamentales que las normas. Las diversas leyes que rigen la vida social, reforzadas por un sistema de recompensa y castigo, pueden con el tiempo articularse e incluso modificarse tras una larga deliberación, o pueden seguir siendo un conocimiento implícito sobre lo que “nos parece correcto”.
La primera vez que se instauró de forma global e influyente un progreso cognitivo lo suficientemente estable como para adquirir el conocimiento más objetivo sobre la naturaleza, incluido el prójimo, ocurrió aproximadamente en la época de la revolución científica, y aún está en marcha.

Dicha revolución no sólo ha introducido mejoras en el ámbito del conocimiento científico, sino también en el de la tecnología, las instituciones políticas, los valores morales, el arte y todos los aspectos del bienestar humano.

Tal y como explica David Deutsch, profesor visitante en el Departamento de Física Atómica del Centro de Computación Cuántica en el Clarendon Laboratory de la Universidad de Oxford, en su libro El comienzo del infinito, una especie de segunda parte de su influyente La estructura de la realidad:
Hay efectivamente una diferencia objetiva entre una explicación falsa y una explicación verdadera, entre el fracaso crónico a la hora de resolver el problema y la solución del mismo, y también entre el bien y el mal, lo feo y lo hermoso, el sufrimiento y el hecho de poder aliviarlo (o sea, entre el estancamiento y el progreso en el sentido más amplio de la expresión). En este libro sostengo que todo progreso, tanto teórico como práctico, es el resultado de una actividad humana simple: la búsqueda de lo que yo llamo buenas explicaciones. Aunque esta búsqueda es específicamente humana, su efectividad es también un hecho fundamental acerca de la realidad al nivel más impersonal y cósmico, por cuando se ajusta a las leyes universales de la naturaleza, que son, efectivamente, buenas explicaciones.

Fuente:

Xakata Ciencia

¿La moral laica es mejor que la moral religiosa? (I)

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A menudo se suele espantar al pueblo aseverando que sin religión, sin códigos morales inculcados por lo ultraterreno, el ser humano caería en la depravación, el crimen y el “todo vale”. Los códigos morales religiosos, pues, abogan por unos principios indiscutibles de bondad, por unos valores que deben propagarse incluso aplicando la fuerza punitiva.

Dejando a un lado incluso la idea de que los valores son siempre discutibles (podéis leer más al respecto en ¿Se están perdiendo los valores?), lo irónico es que existen pruebas bastante sólidas que indican que los pueblos son morales con independencia de sus creencias religiosas.

A todo esto se suma que los códigos morales religiosos no sólo contienen sentencias profundamente inmorales a la luz de la moralidad contemporánea sino que su inculcación no se basaba tanto en la argumentación racional como en el aplicar dolor, tortura y sufrimiento infinito en quienes incumplieran sus mandatos indiscutibles.


Este divorcio entre cómo entendía la sociedad laica y la sociedad religiosa la compasión hacia el prójimo (aunque el prójimo no cumpla las leyes morales o incluso pertenezca a otro credo religioso), empezó a ser patente a finales del siglo XVIII.

Entonces, ya el abogado inglés William Eden abominaba de los castigos crueles en los criminales. Pero quizá uno de los personajes más influyentes en la época al respecto fue el economista y científico social milanés Cesare Beccaria gracias a su libro de 1764 De los delitos y las penas. Un libro del que bebieron Voltaire, Diderot, Thomas Jefferson y John Adams.

balanza

La tesis central del libro fue que la justicia debería otorgar el máximo de felicidad en el mayor número de personas, y que el castigo sólo era legítimo si se usaba para disuadir a las personas de causar a otras personas más daño del que ellas mismas han sido objeto: “Si se decreta un castigo igual para dos delitos que perjudican a la sociedad en grados distintos, nada disuadirá a los hombres de cometer el más grave tan a menudo como sea posible al gozar de mayores ventajas”.

No se discute aquí si la visión jurídica y moral de Beccaria es científicamente plausible o si se atenía a las evidencias, sino que resultaba irónicamente más compasiva, empática y profunda que los códigos morales articulados hasta el momento, incluidos los de procedencia religiosa.

Tanto es así que el libro de Beccaria fue incluido en el Índice de Libros Prohibidos y criticado por el erudito jurídico y religioso Pierre-François Muyart de Vouglans, tal y como explica Steven Pinker en Los ángeles que llevamos dentro:
Muyart se burlaba de la sensibilidad lacrimógena de Beccaria, lo acusaba de socavar de forma imprudente un sistema que había resistido la prueba del tiempo, y defendía que los castigos duros eran necesarios para contrarrestar la depravación innata del hombre, iniciada con el pecado original. Sin embargo, las ideas de Beccaria salieron victoriosas, y en el espacio de pocas décadas se abolió la tortura punitiva en todos los países occidentales.
En definitiva, hubo un salto moral cualitativo: ya no se consideraba al infractor de la moral como un impío sino como una persona normal que había cometido un desliz o que había sido encaminada a cometerlo. Y lo más importante: este cambio moral e intelectual laico pasó de valorar moralmente las almas a valorar las vidas terrenales:
La doctrina del carácter sagrado del alma suena vagamente a elevación del espíritu, pero en realidad es algo muy maligno. Reduce la vida en la Tierra a sólo una fase temporal por la que pasan las personas, una fracción infinitesimal de su existencia. La muerte se convierte en un mero rito de iniciación, como la pubertad o la crisis de los 40. A la gradual sustitución de vidas por almas como un locus de valor moral ayudó el ascenso del escepticismo y la razón. Nadie puede negar la diferencia entre la vida y la muerte o la existencia del sufrimiento, pero para tener creencias sobre lo que pasa en un alma inmortal tras separarse del cuerpo hace falta adoctrinamiento.
Los datos procedentes de la biología evolutiva, la neurociencia y la genética, además, proponen al ser humano como un ser social que, en condiciones de escasa conflictividad y recursos suficientes para todos, resulta esencialmente moral y justo (e incluso altruista, o egoísta cooperador, como prefiramos denominarlo). Los valores morales son, pues, universales, y no importa si existe religión o no de por medio, sino si procura un contexto social donde se promuevan de una forma fundamentalmente no coactiva. Por ejemplo: ¿Dónde hay más confianza entre las personas? En los lugares donde hay más ingresos y la calle está más limpia o ¿Cuáles son los países con más homicidios del mundo?

De hecho, si los valores morales han progresado es precisamente porque la religión ha ido perdiendo progresivamente prerrogativas a la hora de inculcar sus códigos morales (así como su modo de inculcarlos), tal y como explicaremos en la próxima entrega de este artículo.
Tomado de Xakata Ciencia

14 de marzo de 2013

¿Existe la proteína de la felicidad?

¿Qué nos hace felices? ¿La familia? ¿Los amigos? ¿El dinero? ¿El amor? Según científicos de la Universidad de California (UCLA), al menos a nivel químico todo está en manos de un péptido que actúa como neurotransmisor y que recibe el nombre de hipocretina. Tal y como publican los investigadores en Nature Communications, la concentración de este péptido aumenta cuando nos sentimos felices mientras que disminuye cuando nos encontramos tristes y abatidos.

Los experimentos llevados a cabo midiendo los niveles de hipocretina en ocho pacientes mientras veían la televisión, interactuaban con otros sujetos, comían, etc. mostraron que los niveles de hipocretina eran máximos cuando se experimentaban emociones positivas, así como en interacciones sociales y en situaciones que suscitaban enfado. Además, este péptido siempre se asociaba con el estado de vigilia. Por otro lado, los científicos aseguran haber comprobado que, en su ausencia, "dejamos de buscar la sensación de placer". "Anormalidades en la activación de este sistema podrían contribuir a diversos trastornos psiquiátricos", concluye Jerome Siegel, coautor del estudio.

Actualmente se usan antagonistas de la hipocretina como píldoras para dormir, lo que, según se desprende del nuevo trabajo, además de cambiar los patrones de sueño podría alterar negativamente el estado de ánimo. De hecho, Siegel y sus colegas están convencidos que administrar directamente hipocretina a humanos podría mejorar el estado de ánimo y los niveles de alerta. Dicho de otro modo, esta proteína podría convertirse en la "píldora de la felicidad".


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Muy Interesante

3 de marzo de 2013

Físico propone matrimonio a la manera científica


Anillo

La propuesta del físico fue publicada en Reddit.

Un físico australiano derritió muchos corazones en la comunidad científica al publicar una propuesta de matrimonio en una revista científica.

La propuesta publicada en Reddit fue redactada como un estudio y llevaba el título de "Dos interacciones corporales: un estudio longitudinal", en referencia a un problema clásico de física que involucra las fuerzas gravitacionales de dos objetos.

El artículo concluye: "el autor propone a Christie la continuación indefinida de este estudio".

Al parecer la propuesta de Brendan a su novia Christie, ambos físicos de Sidney, Australia, fue aceptada.

El estudio incluye una gráfica de "felicidad vs. tiempo", que muestra una tendencia alentadoramente ascendente durante la relación de siete años de la pareja.
Fuente:
BBC Ciencia

31 de enero de 2013

Sexualidad: ¿Qué importancia tiene “la primera vez”?

sexo-matarCientíficos de las Universidades de Tenessee y Missisipi (EE UU) se han formulado esta pregunta y han llegado a la conclusión de que “la primera vez que mantenemos una relación sexual condiciona cómo es el resto de nuestra vida sexual”. En otras palabras, según expone Matthew Shaffer en la revista especializada Journal of Sex and Marital Therapy, “las circunstancias en que perdemos la virginidad tienen consecuencias duraderas e influyen en el desarrollo físico y emocional”.

Basándose en un estudio con 331 jóvenes de ambos sexos, los autores han llegado a la conclusión de que si la experiencia de la primera vez es positiva, “se puede predecir satisfacción física y emocional a largo plazo en las relaciones de pareja”. Además, cuanto mayor es la sensación de control y bienestar en la primera experiencia sexual, y menor la ansiedad y la sensación de “culpa” que sienten los jóvenes, mejor es la vida sexual al alcanzar la madurez. 


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Muy Interesante

29 de enero de 2013

Human Brain Project: supercomputación para simular el cerebro humano


En el día de hoy dos grandes proyectos de investigación han sido seleccionados para ser financiados con los Fondos del Programa Marco de la Comisión Europea. Mil millones de euros financiarán investigaciones relacionadas con el grafeno y otros mil millones de euros intentarán acercarnos al complejo sistema del cerebro humano mediante el desarrollo de un gran simulador que se implemente mediante un supercomputador, un proyecto llamado Human Brain Project.


HBP-videoverview from Human Brain Project on Vimeo.

Human Brain Project es un proyecto que tiene como objetivo desarrollar un simulador del cerebro humano que sea lo más fiel posible a la realidad y con el que los científicos sean capaces de emular todas sus funciones, estudiar su comportamiento o, incluso, estudiar bajo este modelo el desarrollo de enfermedades del cerebro y mejorar el diagnóstico de las mismas o, incluso, simular la aplicación de tratamientos.

La idea, en parte, es similar a otros proyectos como el que anunció la Universidad de Mánchester hace algún tiempo, proyectos en los que se pretende establecer un modelo computacional del cerebro humano o, al menos, de algunas de sus funciones. Precisamente, el alcance del proyecto es lo que marca la gran diferencia puesto que se pretende modelar el cerebro completo apoyándose en la potencia de un supercomputador y, para ello, contarán, además de con los mil millones de euros de financiación, con la colaboración de 87 instituciones, empresas y centros de investigación.

El proyecto será dirigido por la École Polytechnique Fédérale de Lausanne y participarán, entre otros, el Centro de Supercomputación de Barcelona, el Instituto Allen para las Ciencias del Cerebro, SAP, IBM, el Instituto Pasteur de Francia, la Universidad Cornell de Estados Unidos, la Universidad Libre de Berlín, la Universidad de Harvard, la Universidad de Yale, la Universidad de Oxford o el King's College de Londres entre otros.

Teniendo en cuenta el alcance y la magnitud de los socios que colaborarán en su desarrollo, es fácil hacerse a la idea de que el proyecto no será algo sencillo ni tampoco inmediato. Human Brain Project tiene una duración de alrededor de 10 años y, dentro de este tiempo, se articularán los trabajos alrededor de 5 ejes o sub-proyectos que se encargarán del desarrollo de modelos matemáticos y de simulación, desarrollo de software, el desarrollo de la arquitectura del supercomputador y, además, también se dedicarán recursos a una línea vinculada a la ética y la sociedad.

Uno proyecto bastante interesante que, en los próximos años, podría dar bastante que hablar y, quizás, desvelar algunos de los misterios que aún encierra nuestro cerebro.

Fuente:

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22 de enero de 2013

La felicidad y la inteligencia se pueden transmitir a través de una bacteria

mycobacteriumEn la última década, los científicos han descubierto que el comportamiento, el estado de ánimo e incluso la memoria pueden verse modificados por la acción de microbios externos. Un claro ejemplo son los efectos que nos provoca estar en contacto con Mycobacterium vaccae, una bacteria que vive en el suelo y que inhalamos cuando damos un paseo por el campo, jugamos un rato en el parque o podamos las plantas del jardín. Según un estudio publicado hace unos años en la revista Neuroscience, este microbio estimula a las neuronas de la corteza prefrontal del cerebro humano para que liberen serotonina, el neurotransmisor de la felicidad y el bienestar, lo que nos pone de muy buen humor. Lo que es más, Christopher Lowry, neurocientífico de la Universidad de Bristol (Reino Unido), ha comprobado que inyectando la bacteria en ratones de laboratorio ejercía un efecto antidepresivo muy similar al popular Prozac.

Por si esto fuera poco, Dorothy Matthews, investigadora de The Sages Colleges de Nueva York (EE UU), ha llegado a la sorprendente conclusión de que M. vaccae también puede mejorar la capacidad de aprendizaje. En experimentos con roedores alimentados con la bacteria viva, Matthews y su equipo comprobaron que los animales “infectados” se movían más rápido por los laberintos y sufrían menos ansiedad. “Podemos especular que sería positivo programar en las escuelas un tipo de aprendizaje al aire libre para adquirir nuevas habilidades”, sugiere Matthews. A la vista de estos resultados, tampoco parece descabellado imaginar que, en un futuro no muy lejano, podamos tomar un puñado de estas bacterias para convertirnos en personas más felices e inteligentes. De hecho, en 2003 Rook y Lowry ya dieron el primer paso en este sentido al obtener una patente para el uso de M. vaccae y derivados para tratar la ansiedad, los ataques de pánico y los trastornos alimentarios.



Fuente: 

Muy Interesante

29 de diciembre de 2012

¿Se están perdiendo los valores? ¿Qué valores?

No hay día en que se oiga en un medio de comunicación la letanía “se están perdiendo los valores” o “los jóvenes de hoy ya no respetan nada”, un mantra que todo el mundo parece aceptar y que sirve, entonces, para introducir toda clase de falacias estadísticas: como que los jóvenes de ahora son más violentos que los de antes, o que la sociedad en general está sumida en decadencia moral. 

Basta con echar un ojo a los índices de homicidios de cualquier país civilizado para comprobar que las personas tienden, cada vez menos, a matar al prójimo. Si bien es cierto que en 1960 hubo un repunte brutal de homicidios en Estados Unidos y Europa, la curva, en general, siempre ha sido descendente. 

Los jóvenes de antes, pues, eran más violentos y faltos de empatía que los de ahora. Y, bueno, siempre han existido voces que hablaban de la decadencia moral, sobre todo de las nuevas generaciones: Aristóteles decía “Los jóvenes de hoy no tienen control y están siempre de mal humor. Han perdido el respeto a los mayores, no saben lo que es la educación y carecen de toda moral.” Platón abundaba en ello: “¿Qué está ocurriendo con nuestros jóvenes? Faltan al respeto a sus mayores, desobedecen a sus padres. Desdeñan la ley. Se rebelan en las calles inflamados de ideas descabelladas. Su moral está decayendo. ¿Qué va a ser de ellos?”. Incluso podemos ir 4.800 años atrás en el tiempo y leer las siguientes inscripciones de una tablilla asiria: “En estos últimos tiempos, nuestra tierra está degenerando. Hay señales de que el mundo está llegado rápidamente a su fin. El cohecho y la corrupción son comunes”.

A esto se suma la dificultad que implica definir qué son los valores. Si asumiéramos esta supuesta pérdida de valores, ¿a qué valores nos estaríamos refiriendo? Tal vez se estén sustituyendo unos valores por otros, ¿sabemos a ciencia cierta que los de antaño eran mejores que los de hogaño? Si partimos de la base de que los valores correctos no deben sustituirse por otros valores, ¿entonces habría existido alguna clase de evolución en los valores vigentes de cualquier época? ¿Dejar de tratar a los negros o a las mujeres como infrahumanos no supuso la pérdida de determinados valores?

Lea el artículo completo en:

Xakata Ciencia

13 de diciembre de 2012

¿Por qué necesitamos pensar de manera científica?



Los bonobos viven una vida de despreocupación, copulan varias veces al día, y no hacen otra cosa más que disfrutar, como parece hacen las vacas en una ladera cubierta de hierba. Ambos grupos de animales viven hoy exactamente igual que lo hacían hace un millón de años. Cotillear, comer, copular, dormir, morir: ¿Qué más podemos querer? ¿Por qué no nos contentamos con una vida animal?

Esa vida deriva de su indiferencia ante la muerte.  En la vida humana la muerte de los seres queridos nos apabulla, nos fuerza a pensar.  Nuestros antepasados cazadores-recolectores llevaban, sin la menor duda, una vida individual mejor que los esclavos de las plantaciones de los estados del sur de los EEUU, o que los obreros de las primeras fábricas textiles de Manchester, en el siglo XIX.  Podíamos haber seguido como cazadores-recolectores, como los bonobos o las vacas. ¿Por qué no?

La agricultura forzó a hombres y mujeres a trabajar 12 horas al día, a vivir abigarrados en chozas con malas condiciones higiénicas, a dejar de ver amaneceres y anocheceres, a olvidar la esencia de la vida. Con la aparición de las ciudades vino la aparición de los reyes y los prelados, de los recaudadores de impuestos y de los sumos sacerdotes.

¿Cual es el progreso?¿Representó ayer  la agricultura y representan hoy la industria, la sociedad de la información,  un progreso en la vida material del ser humano individual?

La noción de progreso solo tiene sentido en el contexto social, que forzosamente incluye la historia: Solo tiene sentido si consideramos toda la sociedad de hoy y la de ayer y mañana: En las 4 dimensiones de la física: Las tres del espacio y la del tiempo.  Con este sentido el ser humano aceptó la agricultura porque era una clase novedosa de seguro de vida, un acceso al welfare-state. Aceptó la tiranía de reyes, sumos sacerdotes, dogmas e impuestos. Todo a cambio de una cierta garantía de supervivencia para él y sus familias y descendientes. Ya que la muerte individual es inevitable, se trataba de garantizar de algún modo la supervivencia de familia y grupo, ahora y a lo largo del tiempo.

Aquí, y solo aquí, aparece el concepto de 'progreso'.  El progreso no tiene nada que ver con la idea (difícil de especificar) de felicidad. El concepto de felicidad es ambiguo. En Madrid (y en Hamburgo otro, por las mismas fechas) había un hombre, con dinero, que vivía con 30 perros en medio del bulevar de Reina Victoria, esencialmente feliz. Este hombre, sin embargo, no podía garantizar la supervivencia de sus perros o de los cachorros que parían las perras del grupo.

Ni la sociedad humana ni sus miembros buscan, realmente, la felicidad, sino otras muchas cosas. Si hay breves instantes de aquella, bienvenida sea. Pero es un by-product, un añadido, no el objetivo de los seres humanos.

Aquí es donde aparece la noción de progreso. ¿Vive mejor hoy una familia que tiene la garantía de que todos los hijos sobrevivirán los 14 años? ¿Vive mejor un grupo de personas que puede conocer lo que hacen otras, ahora, o lo que han hecho antes? ¿Una persona o un grupo de personas que pueden conocer como funciona el mundo en el que viven, incluida en ese mundo su propia sociedad?

La vida sin conocimiento puede, quizás, proporcionar el olvido individual, el nirvana que preconiza el budismo más ortodoxo, la aniquilación de la mente, pero no proporciona ninguna herramienta para la vida social. Para esta vida necesitamos conocer, saber, cuanto más mejor, en todos los aspectos: La realidad, los sueños, la imaginación, la abstracción que significa todo arte y toda ciencia, y el placer que nos proporcionan, a veces, nuestros sentidos.

La ciencia es un forma de ver el mundo, incluidos nuestros propios pensamientos. La ciencia no son gadgets, no son aparatos, no son logros intelectuales, con serlo. La ciencia es un modo mental, una forma de enfocar lo que vemos (oímos, tocamos, gustamos, olemos) para tratar de entender el mundo. Su carácter esencial es su permanente evolución, su permanente cambio que va en contra de todo dogmatismo y de cualquier esquema final.

El ser humano tiene desde siempre miedo a cambiar, aunque ha sido el cambio lo que nos ha hecho sobrevivir cada vez mejor.  Pensar de manera científica, con curiosidad inagotable y con crítica incansable es una forma de empujar a la sociedad hacia ese progreso que la sociedad busca de manera constante.

Frente al dogma que dice 'Así es', la ciencia se pregunta constantemente '¿Por qué tiene que ser así? ¿No puede ser de otro modo? '  Es esa pregunta la que llevó a plantar los granos de los cereales, a buscar cómo caen los graves, a entender los límites de la energía, a las máquinas y hoy a la información.

Individualmente no hay duda de que vivimos sobre poco más o menos igual de felices que hace 100000 años. Socialmente tampoco hay duda de que vivimos inmensamente mejor que entonces.

¿Debemos seguir los dogmas o necesitamos desarrollar el pensamiento científico?

Fuente:

Blog "Clima" de El Mundo

El test que mide la felicidad en quince minutos

 risa-saludInvestigadores de la Universidad Autónoma de Madrid han diseñado un “test de la felicidad” óptimo para evaluar el bienestar subjetivo de grandes muestras de población y para ser utilizado como indicador del progreso de las sociedades .

Se trata de una versión abreviada del Day Reconstruction Method (DRM), un test desarrollado por el premio Nobel de Economía Daniel Kahneman que evalúa el estado afectivo de las personas. El nuevo instrumento, dado a conocer en la revista internacional PLOS ONE, permite cuantificar la cantidad de tiempo que las personas pasan sintiéndose bien y sintiéndose mal a lo largo de un día, así como identificar cuáles son las actividades que más disfrutan y cuáles las que les producen más emociones negativas. El test fue validado en Jodhpur, al noroeste de India, con una muestra de 1.560 adultos.

La principal ventaja del nuevo instrumento radica en su tiempo de aplicación. Mientras que el DRM precisa 45 minutos, el nuevo test solo requiere 15 minutos, es decir, una tercera parte. Además, su aplicación no exige el uso de complejas tecnologías y no supone una interferencia en la vida de las personas, a diferencia de otros instrumentos desarrollados previamente.

Tras el diseño y validación de este test, para el que los científicos españoles han contado con la colaboración de la Organización Mundial de la Salud, aseguran podrá ser utilizado como un indicador del progreso social más allá de variables económicas como el PIB (Producto Interior Bruto), que ofrecen una visión demasiado limitada. Además, señalan sus creadores, podrá servir para comparar el bienestar en relación con otras variables —por ejemplo, la salud—, pudiendo así ofrecer indicaciones para el desarrollo de políticas públicas que mejoren el bienestar de las personas.

Fuente:

Muy Interesante

Lo que no me hace feliz es que en la web de Muy Interesante NO PROPORCIONAN UN ENLACE PARA EL TEST.

3 de diciembre de 2012

¿Qué tres emociones básicas universales transmite la música?

saxoIndependientemente de si se trata de una danza tribal africana o de un sentido solo de jazz tocado por un saxofonista, el lenguaje de la música transmite una serie de emociones comunes básicas que cualquier persona reconoce, incluso si es la primera vez que escucha determinado tipo de música, según demostraba hace poco un estudio encabezado por Thomas Fritz, del Instituto Max Planck (Alemania).

Concretamente, los investigadores trabajaron con miembros de la etnia mafá, de Camerún, a los que hicieron escuchar canciones occidentales de estilos totalmente desconocidos para ellos. Así fue como identificaron tres emociones comunes que la música consigue transmitir a cualquier individuo: felicidad, tristeza y miedo. “Hemos demostrado que el lenguaje de la música es universal, como lo es el reconocimiento de las expresiones faciales humanas”, concluían Fritz y sus colegas en la revista Current Biology.


Fuente:

Muy Interesante

22 de octubre de 2012

¿Cuántas frutas y verduras hay que comer para ser feliz?

frutasyverdurasLas personas que consumen 7 porciones de frutas y verdura al día son más felices y gozan de mayor salud mental que el resto de la población, según un estudio británico que acaban de dar a conocer científicos de la Universidad de Warwick.

Así, aunque la mayor parte de los expertos recomienda incorporar cinco frutas o verduras frescas en la dieta diaria para garantizar la salud cardiovascular y protegernos del cáncer, el bienestar mental requiere una dosis un poco más elevada de estos alimentos, tal y como concluyen los investigadores en la revista Social Indicators Research.


Y además…
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24 de septiembre de 2012

Sociedad de consumo: Cuanto más infeliz en la infancia, más materialista

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Cuanto más infeliz eres en la infancia, más materialista te vuelves. Al menos eso es lo que se deprende de una investigación holandesa de la Universidad de Ámsterdam realizada con medio millar de niños de 8 a 10 años de edad. 

En concreto, los resultados apuntan a que “los niños menos satisfechos con sus vidas se vuelven más materialistas a medida que crecen, aunque solo si ven excesiva cantidad de anuncios publicitarios en la infancia”, según expone Suzanna Opree, coautora del estudio que publica la revista Pediatrics. Para los autores, el materialismo se describe como una “preocupación por las posesiones acompañada de la creencia de que los objetos proporcionan felicidad y éxito”.

Los científicos afirman que los niños infelices son más susceptibles a los mensajes de los anuncios televisivos, que por regla general incitan a asociar el consumismo a la felicidad. Por término medio, se estima que un niño británico está expuesto a 10.000 anuncios al año, mientras que un chaval estadounidense visualiza en torno a 40.000 spots televisivos anualmente.

Estudios previos en adultos revelan que las personas poco satisfechas con su vida tienden a adoptar un pensamiento materialista, pero también que las personas más materialistas se sienten cada vez menos satisfechas. "Es una pescadilla que se muerde la cola", aclaran los científicos. Atajarlo desde la infancia, sostienen Opree y sus colegas, sería el mejor remedio.

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Muy Interesante

6 de septiembre de 2012

Encuentran el gen de la felicidad de las mujeres

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¿Hay diferencias de género en la felicidad? Científicos estadounidenses han demostrado que existe un gen que hace felices a las mujeres pero que, sin embargo, no funciona en el género masculino. Se trata del gen de la monoamina oxidasa A (MAOA), que regula una enzima que descompone neurotransmisores cerebrales como la serotonina y la dopamina, dos sustancias que provocan bienestar.

En sus experimentos, los investigadores hallaron que las mujeres con una versión de baja expresión del gen MAOA eran mucho más felices que el resto de féminas. Concretamente, las que tenían una copia de esta versión puntuaron más alto en la escala de felicidad, y las que tenían dos copias puntuaron incluso más. En el sexo opuesto, sin embargo, aunque muchos hombres sometidos al análisis de ADN portaban la versión de expresión baja del gen MAOA, no eran ni más ni menos felices que el resto de sus compañeros, tal y como aclaran los autores en la revista Progress in Neuro-Psychopharmacology & Biological Psychiatry.

El hallazgo de este nuevo "gen de la felicidad femenina" sorprendió a los investigadores, porque hasta ahora el MAOA de baja expresión se había relacionado con el alcoholismo, la agresividad y la conducta antisocial. “Algunos científicos incluso lo han apodado el 'gen guerrero' pero, al menos para el sexo femenino, nuestro estudio apunta a una cara más brillante de este gen", explica Henian Chen, del Departamento de Epidemiología y Bioestadística de la Universidad del Florida del Sur.

En las mujeres se da la doble circunstancia de que, aunque muestran tasas más elevadas de trastornos del estado de ánimo y ansiedad, también tienden a exhibir una mayor felicidad vital que los hombres. El nuevo hallazgo podría ayudar a explicar esta diferencia sexual en el estado de ánimo y su relación con genes específicos, ha señalado Chen.

Una posibilidad que barajan los autores del trabajo es que las diferencias se expliquen porque los hombres tienen mucha más testosterona que las mujeres, de forma que la hormona podría anular el efecto de felicidad de la versión de expresión baja del MAOA en los varones.

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Muy Interesante

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8 de mayo de 2012

Ver una cara sonriente te ayuda a alcanzar tus objetivos


sonrisa-ninoColocar una fotografía de nuestros hijos o sobrinos sonriendo a boca llena en la puerta del frigorífico puede ayudarnos a comer más sano, según se desprende de un estudio publicado en la revista Journal of Consumer Research.

Concretamente, los científicos han demostrado ver una cara sonriente no solo mejora el estado de ánimo, sino que nos hace sentir lo suficientemente bien para "esforzarnos más por el bienestar futuro, pensar de manera más flexible y tener la mente abierta a nueva información", explica Aparna A. Labroo, investigadora de la Universidad de Chicago (EE UU) y coautora del estudio. Sus experimentos revelan también que cuando estamos de buen humor tenemos más capacidad para distanciarnos de los problemas que debemos resolver, pensar de manera más abstracta y tomar mejores decisiones. También somos capaces de proponernos (y alcanzar) objetivos a largo plazo, y los objetivos a corto plazo nos cuestan menos esfuerzo que cuando nos sentimos malhumorados. Fuente: Muy Interesante
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10 de abril de 2012

¿Gran descubrimiento?: A mayor igualdad social, más felicidad

"Las sociedades con un mayor nivel de bienestar son aquellas en las que hay un mayor nivel de igualdad social. La felicidad no es un asunto solamente individual, sino que depende de un entorno más justo, en el que se respeten los derechos humanos, se cuide el medio ambiente y exista el apoyo social". Así lo demuestran las investigaciones que ha presentado catedrático Carmelo Vázquez (Universidad Complutense) en el II Cogreso Internacional de la Felicidad que ha organizado Coca-Cola en España.

Vázquez fue el último de los ponentes en una jornada que ha contado, además de con él, con otros tres conocidos divulgadores e investigadores españoles: Eduardo Punset, Luis Rojas Marcos y Juan Luis Arsuaga, reunidos todos ellos para hablar de ese fenómeno intangible que es la felicidad.

Ante un auditorio en el que no quedaba una plaza vacía, Punset, que es uno de los organizadores, ha asegurado que, pese a la crisis, "cualquier tiempo pasado fue peor porque hemos salido del imperio del dogma y, además, la vida aumenta 2,5 años cada década, algo grandioso".

El psiquiatra Luis Rojas Marcos, que trabaja en Nueva York, donde ha dirigido las instituciones de salud pública de esta ciudad, ha centrado su ponencia en los factores que facilitan lo que él llama "satisfacción con la vida". Así, ha destacado la importancia de comunicarse "porque el hablar las emociones pierden intensidad". Tras preguntar a la audiciencia si se sentía feliz y ante un abrumador 90% afirmativo, el psiquiatra ha apuntado que "es un sentimiento que está en los genes porque lo ha favorecido la selección natural".

Como muchos de los presentes esperaban, Rojas Marcos ha mencionado algunos factores "protectores" de esa felicidad, como son las relaciones afectivas, la resilencia (que es la capacidad de ser flexible y resistente a situaciones adversas) o la sensación de que se tiene el control de la propia vida.

Por su parte, el paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, codirector del proyecto de Atapuerca, ha hecho un repaso de la evolución humana para explicar cómo hace un millón de años la especie "dejó de ser presa para convertirse en la mayor depredadora". Fue entonces, ha asegurado, cuando comenzó la competencia con los otros grupos humanos y la solidaridad dentro del propio.

Vivir en armonía

Sin embargo, el investigador ha asegurado que las recetas para ser feliz las encuentra, precisamente, en "tratar de no dejar el mundo peor de lo que lo encontramos" y en "vivir en armonía con otras especies y mi felicidad se va con el expolio y la avaricia sin sentido".

La conferencia de Arsuaga ha tenido mucho en común con las investigaciones del catedrático de la Universidad Complutense. Vázquez ha recordado cómo en el pasado, y aún muchos lo creen así, los índices de bienestar humano se midieron por el Producto Interior Bruto o por el índice de desarrollo de Naciones Unidas (basado en la esperanza de vida, la escolarización, etc.). Ahora se analizan otros baremos, como el desarrollo de los derechos humanos o la participación ciudadana.

Otros estudios revelan, asimismo, que la felicidad defiende de las infecciones (los felices enferman menos). También se ha demostrado, con los datos de un estudio de Estados Unidos, que entre los 18 y los 50 años el nivel de satisfacción personal baja, pero vuelve a subir a partir de esa edad.

Fuente:

El Mundo Ciencia

6 de marzo de 2012

La igualdad nos hace felices


El dinero es importante para ser felices (pero solo hasta cierto nivel). Lo que resulta determinante para nuestra felicidad, sin embargo, es más bien la distancia que hay entre los nosotros y los demás: es decir, la igualdad.

Es la razón de que haya países ricos cuyos ciudadanos se declaran felices o infelices: el modo en que está repartida esa riqueza. al contrario de lo que sucede en países profundamente desiguales como Brasil, Nigeria o EEUU, en Dinamarca, Suecia o Noruega, el PIB per capita sí es indicativo de la redistribución de la riqueza, y por ello están en los primeros puestos de muchos rankings sobre el estudio de la felicidad.

También es importante la libertad, tal y como se señala en el gráfico que encabeza el artículo, donde se establece la correlación entre la felicidad y la libertad percibida por los ciudadanos de diversos países. Una vez más los países europeos, y dentro de ellos, los nórdicos, se agrupan en el vértice superior, allí donde coinciden la libertad y la felicidad.

La capacidad de adaptación en una de las razones por las cuales el dinero importa mucho menos de lo que piensa la gente. Según la leyenda literaria, F. Scott Fitzgerald señaló una vez a Hemingway: “Los ricos no son como nosotros”. Hemingway le quitó hierro al asunto: “Ya, tienen más dinero”, con lo que daba a entender que la riqueza por sí sola no cambiaba mucho las cosas. Tal y como señala el psicólogo Gary Marcus en Kluge:

La gente situada por encima del límite de pobreza es más feliz que la gente por debajo del límite de pobreza, pero los verdaderamente ricos no son mucho más felices que los simplemente ricos. Por ejemplo, un estudio reciente ha demostrado que la gente que gana más de 90.000 dólares al año no es más feliz que la gente que está en la franja entre los 50.000 y los 89.999 dólares. Un reciente artículo de The New York Times describía un grupo de apoyo para multitudinarios. Otro estudio informaba de que si bien la renta familiar media en Japón se incrementó por un factor de cinco entre 1958 y 1987, el nivel de felicidad manifestado por la población no cambió en absoluto; pese a toda esa renta de más, no hubo más felicidad.

Así que recordad. La riqueza absoluta sólo produce felicidad efímera. Y puestos a elegir, preferimos la riqueza relativa a la riqueza absoluta.

Fuente:

Xakata Ciencia

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