Los científicos afirman que los niños infelices son más susceptibles a los mensajes de los anuncios televisivos, que por regla general incitan a asociar el consumismo a la felicidad. Por término medio, se estima que un niño británico está expuesto a 10.000 anuncios al año, mientras que un chaval estadounidense visualiza en torno a 40.000 spots televisivos anualmente.
Estudios previos en adultos revelan que las personas poco satisfechas con su vida tienden a adoptar un pensamiento materialista, pero también que las personas más materialistas se sienten cada vez menos satisfechas. "Es una pescadilla que se muerde la cola", aclaran los científicos. Atajarlo desde la infancia, sostienen Opree y sus colegas, sería el mejor remedio.