Cuanto
más infeliz eres en la infancia, más materialista te vuelves. Al menos
eso es lo que se deprende de una investigación holandesa de la
Universidad de Ámsterdam realizada con medio millar de niños de 8 a 10
años de edad.
En concreto, los resultados apuntan a que “los niños menos satisfechos con sus vidas se vuelven más materialistas a medida que crecen,
aunque solo si ven excesiva cantidad de anuncios publicitarios en la
infancia”, según expone Suzanna Opree, coautora del estudio que publica
la revista Pediatrics. Para los autores, el materialismo se describe
como una “preocupación por las posesiones acompañada de la creencia de
que los objetos proporcionan felicidad y éxito”.
Los científicos afirman que los niños infelices son más susceptibles a los mensajes de los anuncios televisivos, que por regla general incitan a asociar el consumismo a la felicidad. Por término medio, se estima que un niño británico está expuesto a 10.000 anuncios al año, mientras que un chaval estadounidense visualiza en torno a 40.000 spots televisivos anualmente.
Estudios previos en adultos revelan que las personas poco satisfechas con su vida tienden a adoptar un pensamiento materialista, pero también que las personas más materialistas se sienten cada vez menos satisfechas. "Es una pescadilla que se muerde la cola", aclaran los científicos. Atajarlo desde la infancia, sostienen Opree y sus colegas, sería el mejor remedio.
Los científicos afirman que los niños infelices son más susceptibles a los mensajes de los anuncios televisivos, que por regla general incitan a asociar el consumismo a la felicidad. Por término medio, se estima que un niño británico está expuesto a 10.000 anuncios al año, mientras que un chaval estadounidense visualiza en torno a 40.000 spots televisivos anualmente.
Estudios previos en adultos revelan que las personas poco satisfechas con su vida tienden a adoptar un pensamiento materialista, pero también que las personas más materialistas se sienten cada vez menos satisfechas. "Es una pescadilla que se muerde la cola", aclaran los científicos. Atajarlo desde la infancia, sostienen Opree y sus colegas, sería el mejor remedio.
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