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1 de marzo de 2015

¿Cómo saber si corres bien?

Cada persona posee un estilo diferente al correr, sea por su contextura física o en función de las transformaciones que va sufriendo su cuerpo a medida que va creciendo.
La forma de los pies, cuán largas son las piernas, el peso y el balance general del cuerpo van a determinar de qué manera una persona corra, pero más allá de esas diferencias hay un elemento común para hacerlo de la mejor manera: conocer bien las características de tu cuerpo.
Hace unas semanas en BBC Mundo te ofrecimos una guía para escoger la mejor zapatilla para correr y allí reiteramos la recomendación de asesorarse con personas capacitadas para determinar cuál es el mejor calzado a utilizar y qué técnica es la más adecuadas para hacer el ejercicio.

La pisada se debe hacer con la bola del pie, siempre de una manera suave y ligera sobre la superficie.

El problema es que, como dice Mike Antoniades, fundador y director de The Running School, centro dedicado al análisis biomecánico, condicionamiento y rehabilitación de corredores, la mayoría de la personas cometen errores que desconocen por considerar que se trata de algo natural.
"Correr bien y correr rápido es una habilidad, no es algo con lo que se nace. Y como cualquier habilidad se puede enseñar", dijo Antoniades.

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22 de enero de 2013

La felicidad y la inteligencia se pueden transmitir a través de una bacteria

mycobacteriumEn la última década, los científicos han descubierto que el comportamiento, el estado de ánimo e incluso la memoria pueden verse modificados por la acción de microbios externos. Un claro ejemplo son los efectos que nos provoca estar en contacto con Mycobacterium vaccae, una bacteria que vive en el suelo y que inhalamos cuando damos un paseo por el campo, jugamos un rato en el parque o podamos las plantas del jardín. Según un estudio publicado hace unos años en la revista Neuroscience, este microbio estimula a las neuronas de la corteza prefrontal del cerebro humano para que liberen serotonina, el neurotransmisor de la felicidad y el bienestar, lo que nos pone de muy buen humor. Lo que es más, Christopher Lowry, neurocientífico de la Universidad de Bristol (Reino Unido), ha comprobado que inyectando la bacteria en ratones de laboratorio ejercía un efecto antidepresivo muy similar al popular Prozac.

Por si esto fuera poco, Dorothy Matthews, investigadora de The Sages Colleges de Nueva York (EE UU), ha llegado a la sorprendente conclusión de que M. vaccae también puede mejorar la capacidad de aprendizaje. En experimentos con roedores alimentados con la bacteria viva, Matthews y su equipo comprobaron que los animales “infectados” se movían más rápido por los laberintos y sufrían menos ansiedad. “Podemos especular que sería positivo programar en las escuelas un tipo de aprendizaje al aire libre para adquirir nuevas habilidades”, sugiere Matthews. A la vista de estos resultados, tampoco parece descabellado imaginar que, en un futuro no muy lejano, podamos tomar un puñado de estas bacterias para convertirnos en personas más felices e inteligentes. De hecho, en 2003 Rook y Lowry ya dieron el primer paso en este sentido al obtener una patente para el uso de M. vaccae y derivados para tratar la ansiedad, los ataques de pánico y los trastornos alimentarios.



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Muy Interesante
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