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4 de marzo de 2017

El legado de los neandertales: adicciones, depresión y problemas circulatorios

Un estudio con 28.000 personas muestra las penalidades que nos llegan de la promiscuidad de nuestros ancestros.


Hace solo diez años, la posibilidad de que los humanos modernos se hubieran apareado con los neandertales se consideraba una herejía. Hoy es ortodoxia, y lo que se discute no es si hubo cruzamientos –los hubo— sino si fueron solo un desliz de una noche o tuvieron alguna consecuencia importante. Y cada vez está más claro que no solo la tuvieron, sino que la siguen teniendo: enfermedades de la piel como la queratosis actínica, dolencias del tracto urinario, problemas digestivos, trombos arteriales, depresiones y adicciones tienen que ver de u modo u otro con el legado neandertal en nuestro genoma. ¿Qué sentido tiene todo eso?

El genetista evolutivo John Capra y sus colegas de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, y otra decena de centros estadounidenses presentan ahora el primer estudio directo de asociación entre el contenido genético neandertal de las personas actuales y sus historias clínicas. La investigación demuestra que ese ADN arcaico tiene un impacto “sutil pero significativo” sobre la salud de la gente de ascendencia europea, vivan donde vivan ahora. Publican los resultados en Science.

“Nuestro principal hallazgo”, explica Capra, “es que el ADN neandertal influye, en efecto, en los rasgos clínicos de los humanos actuales; hemos descubierto asociaciones entre el ADN neandertal y una amplia gama de problemas de salud, entre ellos los de tipo inmunológico, dermatológico, neurológico, psiquiátrico y reproductivo”. La aportación neandertal a nuestro genoma es menor del 4%, pero no cabe duda de que nos ha dejado un legado notable.

El artículo completo en:

El País (Ciencia)

12 de febrero de 2017

El higo: El árbol que más ha influido en la historia de la humanidad

Los árboles de higo está presentes más que ninguna otra especie vegetal en la historia de la humanidad. 
 




Hace más de 2.000 años le cortaron una rama a un árbol importante.


La orden la dio Ashoka El Grande, emperador de India, y se dice que fue bajo este mismo árbol que Buda alcanzó la iluminación.

Ashoka le otorgó estatus de realeza a la rama, y la plantó en un vaso de oro sólido. 

Esta historia, basada en el poema épico el Maja-vansha ("El gran linaje"), gira en torno a una especie de higuera que los científicos llaman Ficus religiosa.

Sin embargo, esta no es la única especie de ficus. Hay más de 750 tipos, y ninguna planta ha influido tanto en la imaginación en el transcurso de la historia.

Raíces aéreas

La mayoría de los ficus entierra sus raíces bajo la superficie, pero el higo estrangulador y sus similares presume de ellas mostrándolas al público.

Los higos estranguladores son plantas extraordinarias que crecen de semillas que sueltan las aves y otros animales en el tope de otros árboles.

Desde ahí lanzan sus raíces aéreas que van haciéndose más gruesas, hasta cubrir al árbol que les ha servido de anfitrión.

Algunas veces, se transforman en una suerte de mallas vivientes, con un tamaño colosal, que llegan a ahogar y matar al árbol que han invadido. 

Dos países tienen higos estranguladores como parte de sus escudos de arma.

Testigos de la historia

Sin embargo, los higos estranguladores ya habían conquistado la mente humana desde hacía mucho antes.

Budistas, hinduistas y jainistas han venerado esta especie por más de dos milenios.

El mismo árbol aparece en los himnos de batalla cantados por el pueblo védico hace 3.500 años. Y, 1.500 años antes, apareció en los mitos y el arte de la civilización del Valle del Indo.





Alimento indispensable


los higos sostienen más especies de vida silvestre que cualquier otro tipo de fruta.
Hay más de 1.200 especies que comen higos, incluyendo una décima parte de todas las aves del mundo, casi todos los murciélagos de frutas conocidos y decenas de especies de primates.

Por ello, los ecologistas opinan que si esta especie desaparece, todo lo demás colapsaría.
Los higos no solo alimentan a los animales. Para algunos, la presencia durante todo el año de higos maduros, habría ayudado a sostener a nuestros primeros antepasados.

Incluso, dicen que los higos de alta energía, estarían relacionados con el desarrollo de cerebros más grandes en nuestros predecesores.

El artículo compñleto en la BBC
 

20 de noviembre de 2016

¿Por qué tantos animales son oscuros por arriba y claros por debajo?


De venados a pingüinos, de gusanos a tiburones... muchos animales son oscuros por arriba y claros por debajo. ¿Lo has notado?

Esa coloración tienen un nombre. O más bien varios: Contracoloración, contrasombreado, contrasombra o ley de Thayer.

El último nombre nos remite al artista estadounidense Abbott Handerson Thayer, la primera persona que estudió y luego describió e ilustró este patrón de coloración en su libro "Concealing coloration in the Animal Kingdom" (Coloración de camuflaje en el Reino Animal), publicado en 1909.


No fue el primero en notar esa característica claroscura, ya el zoólogo inglés Edward Bagnall Poulton lo había hecho, pero Thayer formuló una hipótesis que se ha mantenido desde entonces. 

La contracoloración -plantea- es resultado de la evolución y le sirve al animal para camuflar su forma, para esconderse de los depredadores o, si son los depredadores, de sus presas. Thayer usó un dibujo sencillo para ilustrar el efecto.

El artículo completo en:

BBC

3 de septiembre de 2016

Las 'gafas de sol' que utilizan las serpientes para cazar

Los ojos de las serpientes diurnas filtran los rayos ultravioleta y les permiten agudizar la visión.





La visión de las serpientes ha evolucionado para adaptarse a las condiciones de luz en las que deben cazar a sus presas. Las serpientes que necesitan una buena vista por el día poseen lentes oculares que actúan como auténticas gafas de sol, al filtrar los rayos ultravioleta y agudizar su visión. En cambio, las nocturnas tienen lentes que permiten el paso de la luz ultravioleta y eso les ayuda a ver en la oscuridad. Son algunas de las conclusiones del trabajo que publica la revista Molecular Biology and Evolution y que forma parte de una colaboración internacional entre biólogos especialistas en serpientes y expertos en visión.


El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

30 de abril de 2016

Tully, un extraño pez prehistórico





Es probable que nunca haya visto una imagen de la extraña criatura, ya extinguida, sobre la que trata este artículo. Pero Tullimonstrum gregarium, conocido popularmente como monstruo Tully, es toda una celebridad en Illinois (EEUU). En 1989 fue declarado fósil oficial de este estado donde se han encontrado todos los especímenes hallados hasta ahora. Hasta tal punto es famoso allí el monstruo Tully que sus dibujos decoran las caravanas y los camiones de la firma U-Haul.


Aunque fue descubierto por primera vez en 1958 y descrito científicamente en 1966, los paleontólogos todavía no sabían qué tipo de animal fue esta criatura de cuerpo blando y menos de 20 centímetros de longitud, que vivió hace unos 300 millones de años, durante el periodo Carbonífero, en aguas costeras poco profundas.

Habían reconstruido con mucha precisión qué aspecto tenía, pero no sabían qué era. Basándose en algunas de sus características, pensaban que podía tratarse de una especie invertebrada, pero un nuevo y detallado estudio publicado esta semana en la revista Nature contradice esa teoría y resuelve el misterio del monstruo Tully, denominado así por su extraño aspecto y en homenaje a su descubridor, Francis Tully, un coleccionista de fósiles.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

6 de abril de 2016

Evolución: Una única regla ha regulado el desarrollo de los dientes

A lo largo de la evolución el tamaño de los dientes ha ido decreciendo, incluso continúa en los humanos modernos, con dentadura más pequeña que sus antepasados, por ejemplo los australopitecus. Pero, ¿qué es lo que ha regulado y regula la dimensión de los dientes?: una “misma y simple” regla de desarrollo.


Cráneo de Homo ergaster (Kenia) y analizado en este estudio. Imagen: David Hocking facilitada por Nature.


Los investigadores, liderados por Alistair Evans, de la Universidad Monash (Australia), han llamado a esta “elegante” regla “cascada inhibitoria”, según la cual el tamaño de cada diente es regulado por la cantidad de moléculas activadoras e inhibidoras que proceden del diente que se desarrolla con anterioridad a éste.

A mayor cantidad de inhibición por parte de un molar, los que se desarrollen después serán más pequeños, y viceversa.

Las conclusiones de este trabajo se publican esta semana en la revista Nature.

“Uno de los hallazgo más interesantes de este nuevo estudio es que el tamaño de los dientes, incluyendo los molares, en los humanos modernos y los homínidos fósiles se ajusta a las predicciones de una sola regla de desarrollo simple y elegante llamada ‘cascada inhibitoria’”, explica Gary Schwartz, coautor de este trabajo y paleoantropólogo en la Universidad Estatal de Arizona (EEUU).

El tamaño de un molar es el que regula el desarrollo de sus vecinos

En una nota de esa universidad, la investigadora Susanne Daly añade: bajo esta simple regla -anteriormente constatada en ratones- el tamaño de un molar es el que regula el desarrollo de sus vecinos, limitando así el tamaño de los dientes posteriormente en desarrollo.


Los investigadores han llamado a esta ‘elegante’ regla ‘cascada inhibitoria’.

Sin embargo, esto empieza con anterioridad: la regla general es que un molar que se desarrolla antes tiene una influencia sobre un molar que lo hace después. Como los molares de leche crecen antes que los permanentes, esto implica que los dientes de leche también tienen una influencia sobre el tamaño de los dientes permanentes.

Para llegar a estas conclusiones, se examinaron restos fósiles de piezas dentales de homínidos de los últimos 5 millones de años.

Si bien la regla de “cascada inhibitoria” se cumple en los primeros homínidos y en los miembros del género Homo, los científicos sí establecen dos patrones distintos: uno para australopitecus y otro hace 2,8 millones de años, cuando se sitúa al género Homo.

Dos patrones

Así, según este patrón, los primeros homínidos, conocidos colectivamente como astralopitecus -el mejor ejemplo es “Lucy”, un miembro de la especie Australopithecus afarensis-, tenían dientes más grandes en general y el molar de mayor tamaño se situaba más cerca de la parte posterior de la boca (permanentemente el mayor era el segundo o tercer molar, llamada también muela de juicio).
Sin embargo, los restos fósiles de nuestro propio género no solo desvelan que éstos tenían los dientes más pequeños, sino que los molares cambian según el tamaño de la dentadura (los tamaños relativos de las muelas comenzaron a depender del tamaño total de la dentición).

Así, en especies con dientes muy grandes, el molar más grande es el tercero (o muela del juicio), mientras que en especies con dientes muy pequeños el tercer molar es más pequeño que el resto.
Los resultados son relevantes más allá del estudio de los dientes fósiles, ya que estos dientes pueden ser útiles para identificar mecanismos que operan en otros sistemas formados por la repetición de elementos, como vértebras, costillas o dedos, señala Aída Gómez-Robles, de la Universidad George Washington, en un artículo de opinión también publicado en Nature.

Fuente:

EFE Ciencia

12 de marzo de 2016

El origen biológico del pene

¿De dónde viene el pene? ¿Cómo se originó? Un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard (EEUU) ha resuelto este enigma donde en la naturaleza goza de mucha variedad. El trabajo ha sido publicado en la revista Nature.

Esta parte del aparato reproductor es o, mejor dicho era, la gran desconocida respecto a cómo los genitales externos permitieron a los animales vertebrados reproducirse. Lo cierto es que hay diferencias tangibles: el ser humano y las aves cuentan con un órgano genital, sin embargo, las serpientes o los lagartos cuentan con dos hemipenes. Sin embargo, sus estructuras funcionan de forma muy similar. Sean genitales de pollo, lagarto, ratón o serpiente, todos ellos tienen una estructura equivalente de tejidos. “La diferencia entre los genitales parece ser un segundo tejido que envía señales que ordenan a las células vecinas la creación de los genitales externos”, aclara Clifford Tabin, líder del estudio.

Según los científicos en los embriones de pollo, la cloaca (un órgano al final del tracto digestivo en el que se unen los conductos del aparato urinario y el reproductor) emite señales moleculares para que las células vecinas formen los genitales externos. Es por tanto la ubicación de la cloaca la que determina qué tejidos reciben la primera señal. En los mamíferos el tejido creador del pene está más cerca de la cola y en las serpientes y los lagartos, más cerca del mesodermo lateral.

Los investigadores confirmaron este hallazgo con dos grupos de embriones de pollos. Al primer grupo les fue injertado tejido de cloaca al lado de las extremidades, y al segundo grupo al lado de los brotes de la cola. Los resultados revelaron que las células más cercanas a la cloaca injertada respondieron a las señales y parcialmente se convirtieron en genitales, tal y como esperaban confirmar.

“En un sentido más amplio, la importancia radica en el concepto de la evolución por ‘homología’. Una estructura que se encuentra en dos organismos diferentes es homóloga si la estructura fue heredada de un ancestro común que tenía una versión de esa estructura. Así, el ala de un murciélago, la aleta de una ballena y la mano son homólogos, todos derivan de la misma extremidad anterior de un antepasado común”, explica Tabin.

Tomado de:

Muy Interesante

28 de febrero de 2016

"La muerte y el sexo surgieron a la vez en nuestro planeta"

La historia de la vida contiene los elementos del mejor de los relatos. El bioquímico Carlos Briones es coautor del libro “Orígenes”, un resumen de lo que la ciencia nos puede contar desde el Big bang hasta nuestros días, incluida la aparición de los seres vivos.





Resumir la historia desde el origen del universo hasta hoy es una tarea ambiciosa. En el libro “Orígenes. El universo, la vida, los humanos”, tres científicos de prestigio como Alberto Fernández Soto, Carlos Briones y José María Bermúdez de Castro se han repartido la tarea de elaborar un relato riguroso desde campos tan diferentes como la astrofísica, la biología y la paleoantropología. Como investigador del Centro de Astrobiología (CSIC-INTA), Carlos Briones lleva años trabajando en un campo tan fascinante como la forma en que algunas moléculas se organizaron para dar lugar a los primeros seres vivos. Charlamos con él sobre las diferentes maneras en que esto pudo suceder en nuestro planeta.


Sopa primigenia, pizza, lasaña... Le han puesto nombres muy alimenticios a las distintas hipótesis, pero ¿cuál fue el primer plato del origen de la vida?
Es difícil decidirse, pero me imagino que sería una sopa, pero una sopa espesa en la que también es importante lo que pasaba en el fondo del plato.

O sea que la vida pudo surgir en el fondo de un charco seco.
Sí, el "pequeño charco de agua templada" que decía Darwin sigue siendo una metáfora muy bonita para el posible origen de la vida, lo que pasa que es importante el fondo del charco también. La diferencia es que antes se pensaba que todo sucedía solo en el líquido y ahora se sabe que las superficies minerales catalizan reacciones.

Cuando habláis del origen de la vida, la replicación es importante, pero es solo una de las tres patas, ¿no?
Eso es. Son la replicación, el metabolismo (intercambio de materia y energía entre el ser vivo y el exterior) y un compartimento (algún sistema que te permita distinguir lo que es el ser vivo y lo que es el entorno). En el pasado ha habido posiciones muy integristas, los que decían que lo primero había sido esto o lo otro. Ahora sabemos que es imposible que haya metabolismo sin replicación y al revés.

¿Cuál es la hipótesis más aceptada?
Ahora se le da cada vez más importancia a que hubiera compartimentos, vesículas como pompas de jabón muy pequeñitas, y que ahí dentro pasaran cosas. Las cosas podían ser un metabolismo primitivo y que se fuera formando alguna molécula con información, lo más probable es que fuera una molécula tipo ARN, pero también tiene complicaciones ese modelo.
"Si ha surgido otra forma de vida en la Tierra nos la hemos comido"
Necesitáis la replicación para explicar a vida, pero no todo lo que se autorreplica es vida.
Claro. Si coges cada una de estas características de la vida de forma individual puedes tener sistemas no vivos. ¿Metabolismo? Pues en cierta medida el intercambio de materia y energía lo hace una vela encendida, ¿no? O lo que hace un cristal. Compartimento podría ser una pompa de jabón y el ejemplo de 'replicación sola' son los virus. Pero solo funcionan cuando están asociadas a algo vivo. Algo que se autorreplica pero no tiene metabolismo no puede llegar a evolucionar, no se mantiene en el tiempo.  

Una cosa que contáis en el libro es que la muerte apareció muchísimo después de la vida.
Cuando se dividen dos células no existe una madre y una hija, las dos  tienen la misma edad, son igual de recién nacidas. En principio, si no hay ninguna limitación en los nutrientes, eso no tiene fin, como pasa con las bacterias. Y esto viene ocurriendo la Tierra desde hace unos 3.500 millones de años hasta hace unos 1.000 millones de años, cuando surge la multicelularidad. En una de las ramas del árbol de la vida, se fueron creando organismos cada vez más complejos y a partir de eso surge un nuevo tipo de reproducción que es la reproducción sexual. En esos seres pluricelulares se van diferenciando células germinales, que van a dar la siguiente generación, y células somáticas, que son el resto del cuerpo. Nosotros, por ejemplo, tenemos óvulos y espermatozoides, y el resto de células. Los que cuentan evolutivamente son los primeros, el resto es solo un vehículo.

O sea, que somos la envoltura de nuestros óvulos y espermatozoides...
Eso es. Y cuando se produce la información sexual, esa ultraestructura que necesitan, que es nuestro cuerpo, es totalmente prescindible. ¿Y entonces qué haces? Morirte. Es metabólicamente muy costoso mantener todo ese sistema. Unos 2.500 millones de años después de la invención de la vida aparece la muerte.

De modo que el sexo y la muerte nacieron a la vez en nuestro planeta.
Muerte, pluricelularidad y sexo, sí. No se puede decir que la muerte es consustancial a la vida. En absoluto. Es consustancial a la pluricelularidad y la reproducción sexual. Durante 2.500 millones de años en este planeta se ha vivido y no se ha muerto.

¿Y la vida surgió una vez o muchas veces?

El artículo completo en:

Vox Populi

24 de enero de 2016

Un fósil millones de años dentro de nuestras células

Nuestro metabolismo ya existía hace 3.000 millones de años, antes que nuestros genes.


Recreación de la Tierra durante el eón Arcaico, en los albores de la vida, de 4.000 a 2.500 millones de años atrás. / The Archean World / Peter Sawyer


Los estudiosos del origen de la vida se enfrentan a una paradoja circular (como la del huevo y la gallina) que, probablemente, puede considerarse el más profundo misterio de la biología evolutiva. Toda la vida que conocemos tiene un fundamento doble: la auto-replicación, o capacidad de un organismo para sacar copias de sí mismo, y el metabolismo, la cocina de la célula que fabrica continuamente sus componentes básicos. Hoy están vinculados de forma inextricable, pero ¿cuál surgió primero en la noche de los tiempos? ¿Y de qué servía el uno sin el otro?

Una investigación bioquímica que imita las condiciones de los sedimentos del eón Arcaico (en los albores de la vida en la Tierra, hace de 4.000 a 2.500 años atrás) muestra que dos rutas metabólicas (cadenas de reacciones químicas, o la cocina de la célula) ya funcionaban entonces igual que ahora, dentro de cada una de nuestras células. Tanto en la era Arcaica como hoy mismo, esas rutas responden al entorno, encendiéndose o apagándose en respuesta a la acidez y a los niveles de hierro. Es un fuerte indicio de que el metabolismo es anterior a las enzimas (proteínas con actividad catalítica) que lo ejecutan hoy. Y también, proponen los autores, a los genes que contienen la información para fabricar esas enzimas.
Tanto en la era Arcaica como hoy mismo, las rutas metabólicas responden al entorno, encendiéndose o apagándose en respuesta a la acidez y a los niveles de hierro.
Una de las implicaciones más extraordinarias del trabajo de Markus Keller y Markus Ralser, del Centro de Biología de Sistemas de la Universidad de Cambridge, y sus colegas, que se presenta en Science Advances, es que llevamos dentro de cada una de nuestras células un testigo de la Tierra primitiva, como un trozo del pasado remoto: un sistema complejo y autoconsistente que, posiblemente, empezó a funcionar antes de la invención de la primera bacteria del planeta. Más aún: una invención que fundamentó la evolución de la primera bacteria. Un invento tan brillante que 3.000 millones de años de evolución no han podido superar. Da vértigo. Casi da hasta asco.

La máquina del tiempo de Keller y Ralser se basa, de manera paradójica, en la tecnología biológica más avanzada, la metabolómica. Si la genómica es el estudio simultáneo de todos los genes, y la proteómica el de todas las proteínas. La metabolómica lo es de todos los metabolitos, las moléculas simples (como la glucosa, la ribosa o el oxalato) que le sirven a toda célula para cocinar todo el resto de sus componentes, como los carbohidratos, las grasas, las proteínas y los genes.

Una de las reacciones del metabolismo primitivo; a la izquierda, a bajo pH se forma ribosa, un componente de los genes; a la derecha, a alto pH se forma eritrosa, precursor de las proteínas.

Una de las reacciones del metabolismo primitivo; a la izquierda, a bajo pH se forma ribosa, un componente de los genes; a la derecha, a alto pH se forma eritrosa, precursor de las proteínas. / MARKUS KELLER

Los científicos de Cambridge se han centrado en dos de las rutas esenciales de ese metabolismo central que ocupa el centro de la cocina celular de todas las especias vivas. Se trata de la glucolisis y el ciclo de las pentosas fosfato, dos cadenas de reacciones enzimáticas que han torturado a los estudiantes de biología durante el último siglo. Convierten los azúcares como la glucosa (la comida) en energía (la gasolina), y también aportan la materia prima para construir muchos otros componentes celulares.

La vida no podría haber surgido en el universo joven, poco después del Big Bang. Porque del Big Bang solo salieron los elementos más simples, el hidrógeno y el helio, y los sistemas biológicos necesitan átomos más pesados, como el carbono y el nitrógeno, y algunos mucho más pesados, como los metales que catalizan las reacciones esenciales. Entre estos últimos, el más importante durante el eón Arcaico en que evolucionó la vida primitiva era el hierro (concretamente el hierro ferroso, por oposición al hierro férrico, más conocido como óxido en el lenguaje común).
Los científicos de Cambridge se han centrado en la glucolisis y el ciclo de las pentosas fosfato, dos cadenas de reacciones enzimáticas que han torturado a los estudiantes de biología durante el último siglo.
Y es a este hierro (ferroso) al que responden los ciclos metabólicos de los investigadores de Cambridge. El hierro cumplía en aquella noche de los tiempos la función que hoy tienen las enzimas metabólicas, las nanomáquinas de gran complejidad que catalizan hoy esas mismas reacciones. Pero que, como atavismo del pasado remoto, siguen conservando en sus centros activos, o núcleos lógicos, el mismo metal, y en el mismo estado de oxidación (ferroso) que entonces.

Hoy hace falta un gen para fabricar un catalizador (una enzima). Entonces solo hacía falta comerse el hierro del océano circundante. Sí, puede que la vida fuera más fácil en el pasado. Pero también era menos interesante.

Más aún, nuestros procesos metabólicos centrales, los que operan en nuestras neuronas para alimentarlas de energía y materiales de construcción, siguen revelando cierta capacidad de auto-sostenimiento que no depende de las enzimas codificadas por los genes, sino del mero hierro (ferroso) que las antecedió en ese papel.

No hemos cambiado tanto en los últimos 3.000 millones de años. Al menos no tanto como en los últimos 10.
Fuente:

20 de enero de 2016

Darwin y las tretas legales de los enemigos de la evolución

Un estudio de 'Science' usa la biología evolutiva para revelar las estrategias de los creacionistas, que pretenden sacar la ciencia de las escuelas




Los creacionistas defienden que los humanos convivieron con dinosaurios.

Desde hace ya un siglo, en las escuelas de EE UU se libra una guerra para borrar la ciencia del programa educativo. Esencialmente, todo lo que suena a Charles Darwin es una herejía entre los ultraconservadores de los estados del sur. Por medio de innumerables argucias legales, los políticos que representan a esta derecha fundamentalista pretenden eliminar la evolución de la enseñanza. Es el llamado creacionismo, que pelea por conseguir que los escolares aprendan que la vida solo se explica gracias a Dios. Y ahora sabemos que este movimiento se desarrolla y evoluciona como los seres vivos, dejando su herencia genética de ley en ley, con propuestas normativas cada vez más avanzadas, mejor adaptadas a su entorno, para lograr triunfar dentro del ecosistema jurídico.
Hoy, uno de cada ocho profesores de biología en los institutos considera el creacionismo como científicamente creíble y estos proyectos de ley empeoran la situación"
"El antievolucionismo sigue vivo y coleando... y en evolución", ironiza el biólogo evolutivo Nick Matzke, que acaba de publicar en Science un original estudio sobre el creacionismo. Matzke usa a Darwin y las herramientas científicas que se derivan de su trabajo para hacer un repaso de las intentonas legales de los ultras estadounidenses para conseguir que los colegios enseñen la Biblia en clase de Ciencias. Porque el creacionismo es muy testarudo y, como la vida, se abre paso adaptándose a la situación para conseguir reproducirse.

"Hoy, uno de cada ocho profesores de biología en los institutos considera el creacionismo como científicamente creíble y estos proyectos de ley empeoran la situación", critica Matzke, que ha analizado las 71 normativas que se han presentado en 16 estados distintos. Para desentrañar los secretos que este movimiento oculta en su ADN los ha comparado por medio de las herramientas estadísticas de biología evolutiva. Así, ha descubierto que proceden de ancestros —legales— comunes y que se producen pequeños cambios en el código genético de una norma hasta la siguiente, como si fueran seres vivos, conseguiendo adaptarse mejor a su entorno. Las leyes creacionistas le dan la razón a Darwin.

El artículo completo en:

El Páis (España)

16 de diciembre de 2015

Cuando regenerábamos las patas como las salamandras

Los primeros tetrápodos terrestres (anfibios, reptiles, pájaros y mamíferos) tenían la capacidad de volver a desarrollar sus miembros perdidos.




Fósil del anfibio 'Sclerocephalus', de la cuenca Saar-Nahe en Alemania.


La evolución no es una historia de progreso constante: a veces va a peor. Poco después de conquistar la tierra firme, nuestros ancestros, los primeros tetrápodos terrestres, poseían la valiosa capacidad de regenerar los miembros perdidos en un accidente, como las patas y la cola. En alguna época posterior casi todos perdimos ese arte, y hoy solo lo conservan las salamandras. Si eso es progreso, que venga Dios y lo vea.

Nadia Fröbisch y sus colegas del Instituto Leibniz para la Evolución y la Biodiversidad, en Berlín, han hallado evidencias sólidas de regeneración de los miembros en unos anfibios fósiles excepcionalmente bien preservados del carbonífero tardío (hace 290 millones de años). Eso es poco después de que los tetrápodos evolucionaran a partir de los peces de aletas carnosas, en mitad del devónico (hace 390 millones de años), y 80 millones de años antes de que aparecieran las primeras salamandras. Presentan sus resultados en Nature.

¿Cómo se puede demostrar la regeneración en un fósil? La capacidad de regeneración de las salamandras está indisolublemente ligada a un tipo peculiar de desarrollo de las patas (llamado preaxial), en que los dos primeros dedos crecen antes que los demás. Esto conduce, en las salamandras actuales, a una morfología especial en los miembros. Y esa es la morfología que Fröbisch y sus colegas han observado en los fósiles.

Hasta ahora se pensaba que tanto ese tipo especial de desarrollo como la capacidad de regeneración eran innovaciones recientes de las salamandras. Los nuevos fósiles demuestran que no es así: la regeneración era una capacidad antigua que se ha perdido en todos los tetrápodos menos en las salamandras. Las pruebas son indirectas, pero consideradas convincentes por los expertos que han revisado el trabajo.



Reconstrucción del proceso de regeneración de una pata en los fósiles del carbonífero. / NATURE

Los tetrápodos (animales con cuatro patas) son la superclase a la que pertenecemos los anfibios, los reptiles, los pájaros y los mamíferos, y todos evolucionamos a partir de los peces de aletas carnosas (o lobuladas), similares a los actuales celacantos. Nuestras piernas y brazos proceden de esas aletas, que aparecen apareadas en la misma posición del cuerpo. Los primeros tetrápodos, de hecho, fueron enteramente acuáticos, y los actuales anfibios recuerdan aquella antigua forma de vida con unas formas inmaduras todavía acuáticas y similares a peces: los renacuajos. No hace falta añadir que algunos tetrápodos, como los cetáceos, han regresado al agua de la que salieron millones de años antes.

El artículo completo:

El País

Un niño de 7 años asesinado por los incas da pistas sobre el poblamiento de América

El ADN de un chico sacrificado a 5.300 metros de altura en el Aconcagua hacia el año 1500 confirma que los primeros americanos llegaron al continente hace unos 15.000 años.


Momia del niño inca sacrificado en 1500
 


Un día alrededor del año 1500, un grupo de personas debió de ascender por las faldas de la cumbre más elevada de América, el Aconcagua, en la actual Argentina. Eran incas y llevaban consigo a un niño de 7 años elegido por su belleza y su buen estado de salud. La comitiva, por una ruta escarpada, alcanzó los 5.300 metros de altura. Y allí, rodeados de hielo y riscos, presumiblemente acabaron con la vida del niño de un golpe en la cabeza.

Casi cinco siglos después, el 8 de enero de 1985, cinco montañeros argentinos se toparon con un montón de huesos y plumas asomando en los hielos del Aconcagua. Pensaron que era el cadáver de un cóndor, pero era aquel niño inca. Estaba vestido, con adornos de plumas, y enterrado con seis estatuillas de hombres y de llamas talladas en oro y conchas de moluscos.

Tres décadas después de su hallazgo, el niño sacrificado a los dioses incas vuelve a hablar. Un equipo dirigido por el genetista Antonio Salas, de la Universidad de Santiago de Compostela, ha leído su ADN y lo ha comparado con una base de datos de 28.000 genomas. Sus resultados muestran que el niño perteneció a un linaje humano que se formó hace unos 14.300 años y que ya no existe sobre la faz de la Tierra. La investigación respalda los últimos estudios genéticos con americanos actuales y esqueletos ancestrales, que sostienen que los primeros humanos que pisaron América lo hicieron hace 15.000 años desde Siberia.



La momia del Aconcagua. / SCIENTIFIC REPORTS

El grupo de Salas no ha leído el genoma nuclear, el libro de instrucciones presente en el núcleo de cada una de nuestras células, sino el ADN residual que existe en las mitocondrias, las pilas que dan energía a las células. El ADN mitocondrial se hereda de madres a hijos y es muy útil para averiguar si dos personas están emparentadas. “El linaje de este niño entró por el norte de América, evolucionó y desapareció, lo cual no es sorprendente, porque la mayoría de los incas murió tras su contacto con los europeos, por enfermedades como el sarampión, la gripe, la viruela o la difteria”, explica Salas.
Los científicos pueden reconstruir el pasado comparando genomas, de la misma manera que es posible ordenar cientos de biblias manuscritas por orden cronológico fijándose en sus erratas acumuladas. En julio, otro equipo liderado por el genetista Eske Willerslev, de la Universidad de Copenhague (Dinamarca), concluyó que los primeros americanos proceden de un grupo que partió hace 23.000 años de Siberia y se quedó aislado durante 8.000 años en Beringia, una lengua de tierra hoy inundada entre Rusia y la punta noroccidental de América.

“Toda la variedad genética americana surge de la incubación en el estrecho de Bering [la antigua Beringia] y entró en varias oleadas. El linaje madre del niño inca data de hace 18.300 años y el de la momia es una rama”, detalla Salas. Es la primera vez que se lee el genoma mitocondrial entero de una momia americana, según afirman los autores en su estudio, publicado hoy en la revista Scientific Reports.

Los investigadores, entre los que también se encuentra el pediatra Federico Martinón Torres, del Hospital Clínico Universitario de Santiago, han utilizado una pequeña muestra tomada en su momento del pulmón del niño. La momia completa “sigue custodiada por la Universidad Nacional de Cuyo, congelada a -20 grados, pero su lugar concreto es un secreto”, señala Salas.

El siguiente objetivo de los investigadores es analizar el genoma entero de la momia y, sobre todo, su microbioma: el ADN de los microorganismos que vivían en el interior del niño y que pudieron modificarse con la llegada de los europeos y sus enfermedades.
El niño inca, conocido en Argentina como “la momia del Aconcagua”, fue sacrificado en la Capacocha, una ceremonia inca que consistía en hacer ofrendas al Sol en la época de las cosechas o al soberano del Imperio en caso de enfermedad. En el ritual se podían ofrecer objetos o sacrificios humanos, de niños sanos y bellos destinados a transmitir su energía al Inca.
Tomado de:
El País

29 de noviembre de 2015

¿Cómo actuará y pensará la 'Generación Z'?

 Tomado de: Expansión





La primera generación del siglo XXI, los nacidos entre 1995 y 2010, se incorporará al mercado en cinco años. Con este grupo, bilingüe y autónomo en su aprendizaje, llega la era de la transparencia y la diversidad. 

Tienen una gran capacidad para entender y analizar información compleja
Son los primeros en muchas cosas. La tecnología no es nada nuevo para ellos, han nacido en un mundo conectado a Internet y han desarrollado una capacidad de aprendizaje muy visual. Muchos han viajado por todo el mundo antes de llegar a la adolescencia y han tenido la oportunidad de contactar con personas de diferentes países. Han crecido en nuevas estructuras de familia y han vivido los movimientos migratorios, para ellos la diversidad es la norma. Así es la Generación Z, que sigue a los Millennials y que en apenas cinco años ya se incorporará al mercado. 

Este grupo ha nacido entre 1995 y 2010 y se constituye como la primera generación del siglo XXI. "Estos jóvenes han crecido con tres factores clave que van a definir su papel como profesionales: la tecnología, la crisis económica y los nuevos métodos de aprendizaje", asegura José Luis Pascual, sénior manager de Page Consulting.

Aún está por ver el impacto real que causarán en el mercado laboral, pero las empresas deben empezar a adaptarse a una generación crítica, caracterizada por su pensamiento global y que se siente motivada por los continuos retos. Las compañías tendrán que trabajar así en la convivencia de grupos profesionales muy diferentes.

Nuevas habilidades

Son muy resolutivos y saben solucionar sus problemas solos a través de la tecnología
El uso de plataformas multimedia en su día a día ha determinado su habilidad para enfocarse y analizar información compleja. Están acostumbrados a leer un texto de una página web en su ordenador al mismo tiempo que chatean con su smartphone o ven una película en la televisión. Han desarrollado así una gran capacidad para detectar qué es lo importante de cada tarea.

-Expertos digitales. "Siempre están conectados, para ellos la conciliación no existe, y tienen una gran capacidad para hacer networking", comenta Martin Boehm, decano de programas de IE Business School. Sin embargo, frente a esta fortaleza, "la tecnología no causa una tendencia a la multitarea, sino que más bien se trata de una capacidad para cambiar de una actividad a otra a una gran velocidad debido a los patrones de seis segundos del bombardeo informativo en Internet", señala Montse Ventosa, socia directora de Grow. Por eso, las compañías tendrán que hacer un gran esfuerzo en que aumenten su atención media a cada actividad y que no hagan una lectura superficial.

-Retos continuos. Van a cuestionar los sistemas tradicionales, les encanta buscar nuevas formas de hacer las cosas y son autónomos en su aprendizaje. Tanto es así que están perfectamente acostumbrados a solucionar problemas por ellos mismos a través de la tecnología y los contenidos que comparten. 

Las compañías y empleadores tendrán que saber cómo cautivarles, transmitiendo la información de manera clara y concisa. Ir al grano será obligatorio y dividir los contenidos en pequeñas píldoras, la fórmula ideal para captar su atención. Han crecido en una era muy visual, por lo que pedirán trabajar con imágenes, infografías o vídeos. 

-Valores. Para esta generación la información no es poder, sino que lo más importante es compartirla. Hay que estar preparado para la era de la transparencia. La diversidad será otro valor fundamental. Tanto es así que reaccionarán de manera negativa, por ejemplo, ante un comité de dirección que esté formado sólo por hombres o ante una empresa en la que no convivan varias nacionalidades.

Intereses

"La Generación Z busca la seguridad y la estabilidad, pero a través de un trabajo que le guste. Valora mucho los entornos laborales de confianza y honestidad", comenta Santiago de Miguel, CEO de People Excellence. 
Compartir la información es lo más importante, en vez de mantenerla en secreto
A estos jóvenes las grandes compañías no les resultan tan atractivas como sí lo eran para generaciones anteriores. De hecho, al haber crecido al mismo tiempo que la recesión económica y ver la dificultad que han tenido miembros de su entorno para encontrar un trabajo, miran con cierto recelo a los grandes conglomerados.

Por eso, lo que de verdad les motiva y les aporta confianza es que las compañías creen escenarios que les den la oportunidad de emprender. Desean trabajar con líderes que les escuchen y que les permitan personalizar su trabajo. Aunque parezca paradójico prefieren hablar con sus superiores cara a cara antes que por email

También han comprobado que las soluciones tradicionales de "estudia esta carrera y encontrarás trabajo" no siempre se cumplen y han aprendido a vivir en situaciones de incertidumbre social. Esto les empuja a perseguir más sus propios intereses y poner en marcha sus ideas. Son buenos emprendedores y están acostumbrados a formar parte de las decisiones que se toman en su entorno.
No les da miedo trabajar por proyectos. De hecho, lo que más les gusta es estar en contacto con mucha gente diferente a la vez. Buscan la inmediatez y resultados a corto plazo. Además, no hay que olvidarse de que se trata de la primera generación bilingüe, así que los proyectos internacionales son los que más captarán su atención.

Cuáles son sus motivaciones

La generación que se incorporará al mercado en 2020 cuenta con motivaciones parecidas a las de los 'Millennials'. Sin embargo, en los próximos años esos intereses ya no van a ser una opción en la empresa, ya que para los futuros profesionales será determinante que las compañías dispongan de esos incentivos. Han crecido con demasiado malestar para estar en un trabajo que no les haga felices:
  1. Sentirse parte de: hay que crear un sentimiento de ir a un destino común. El orgullo de pertenencia es muy importante.
  2. Tener un impacto positivo: necesitan el reconocimiento. Muchos han estado demasiado protegidos y están acostumbrados al apoyo de sus padres.
  3. Marcar la diferencia: con su trabajo construyen su identidad, por lo que no quieren que los proyectos sean algo sin importancia.
  4. Poder ser ellos mismos: no van a aceptar que nadie les diga cómo tienen que ser y quieren dejar su huella en el puesto.
  5. Aprender constantemente: quieren conocer cosas nuevas, debe existir una gestión del conocimiento y una comunicación fluida. Buscan proyectos interesantes que no sean más de lo mismo.
  6. Espacios colaborativos: quieren compartir, no sólo a nivel virtual, sino también de forma presencial.
  7. Jefes que sean referentes: buscan a alguien a quien admirar y de quien aprender.

¿Quién es Lucy, la australopiteco?

Hace 41 años un grupo de paleontólogos descubrió en Etiopía los fósiles de un humanoide de 3,2 millones de años de antigüedad.


Lucy es el esqueleto más famoso del mundo. Hace 41 años, un grupo de paleontólogos descubrió en Hadar, al noreste de Etiopía, el conjunto de restos fósiles de un australopiteco que vivió hace 3,2 millones de años. Era una hembra de 1,1 metros de altura y se trató del primer hallazgo de un humanoide en buen estado que logra explicar la relación entre los primates y los humanos.

Los trabajos de rescate recuperaron el 40% del esqueleto y tras varios estudios se confirmó que esta Australopithecus afarensis ya caminaba en dos extremidades inferiores. Tiene los pies arqueados como los humanos actuales, lo que indica que era bípeda. El hallazgo la ubica como un ancestro de los Homo sapiens y también como una conexión evolutiva con los primates.
Era el 24 de noviembre de 1974 cuando se hizo el descubrimiento y en la radio sonaba Lucy in the sky with diamonds, el éxito de los Beatles, así que al paleontólogo Donald Johanson le pareció buena idea darle un nombre al grupo de huesos que, según indicaban las primeras investigaciones, pertenecían a una sola persona. La nombró Lucy y con el apelativo siguió la fama. Tras este descubrimiento se han encontrado más de 250 fósiles de al menos 17 individuos en la misma región.

El artículo completo en:

El País

27 de octubre de 2015

¿Cómo los inuits (esquimales) se adaptaron a comer ballenas?

Un equipo de investigadores identifica las mutaciones genéticas que permitieron a los habitantes del Ártico sobrevivir con una dieta a base de grasas y proteínas. La afirmación de que el omega-3 contrarresta las grasas saturadas solo es aplicable a su metabolismo.





Si cualquiera de nosotros comiera carne de ballena y foca durante varios meses es probable que empezáramos a sentir los efectos sobre la salud y a desarrollar algún problema cardiovascular. Sin embargo, los habitantes de Groenlandia, los llamados inuits, llevan siglos sobreviviendo a base de una dieta rica en grasas y proteínas y lo hacen gracias a su particular metabolismo.

 
Para conocer mejor este fenómeno, el equipo de Matteo Fumagalli ha analizado el ADN de 191 personas inuits con menos del 5% de ascendencia europea y lo ha comparado con los genomas de 60 europeos y 44 chinos. Los resultados, publicados este jueves en la revista Science, identifican una serie de mutaciones interesantes en los genes que regulan la conversión de ácidos grasos omega-6 y omega-3 en grasas menos saturadas y que debieron producirse hace más de 20.000 años, cuando las poblaciones originales cruzaron el estrecho de Bering y se establecieron en lo que hoy es Groenlandia.

Lo que demuestra el trabajo es que los inuits tienen una serie de adaptaciones en sus genes que les permiten contrarrestar los efectos de una dieta rica en grasas de mamíferos marinos como focas y ballenas que a su vez se alimentan de peces con altos niveles de omega-3. Durante mucho tiempo, este hecho ha servido como argumento para defender las virtudes del omega-3, pero ahora los especialistas indican que esto es solo aplicable a la población inuit adaptada a este entorno desde la última edad de Hielo. "Hemos descubierto ahora ellos [los inuits] tienen unas adaptaciones únicas para su dieta, de modo que no puedes extrapolar a otras poblaciones", asegura Rasmus Nielsen, coautor del estudio. "Puede ser muy bueno para los inuits comer todos estos ácidos grasos omega-3, pero no para el resto de nosotros".
"Son adaptaciones que no puedes extrapolar a otras poblaciones".
Estas adaptaciones genéticas, explican los autores, aparecen en casi el 100% de los sujetos inuits de la prueba, mientras que solo se hallaba en un 15% de los genomas europeos y chinos analizados. Entre las diferencias también se han visto cambios que protegen del estrés oxidativo asociado a la toma de grasas, aquellos asociados a la cardiomiopatía, a los niveles de insulina y 'colesterol bueno' y a la diferenciación de las células adiposas y la conocida como 'grasa parda'. Asimismo, estas variaciones tienen un coste asociado con la altura de los individuos, pues el metabolismo de las grasas y el del crecimiento tienen algunas conexiones. Estos cambios concretos del crecimiento se registran también en los europeos de menos talla.

"Creemos que se trata de una adaptación bastante antigua que pudo ayudar a los humanos a adaptarse al ambiente de la última edad de Hielo", asegura Fumagalli, "pero la selección es más fuerte en los inuit que cualquiera de los otros. Es fascinante que los groenlandeses tengan una característica genética única que les permita utilizar mejor sus tradicionales recursos de comida".
“Esta adaptación ayudó a adaptarse a la última edad de Hielo”
Otra implicación interesante del estudio es que constituye otra prueba de cómo las poblaciones humanas están adaptadas genéticamente a sus recursos y se diferencias fisiológicamente en la respuesta a los mismos alimentos. De la misma forma que el conocimiento del genoma individual puede conducir hacia una medicina personalizada, ya son muchos los investigadores que trabajan en el diseño de dietas personalizadas a partir de nuestra carga genética.

Referencia: Greenlandic Inuit show genetic signatures of diet and climate adaptation (Science) 

Artículo tomado de:

Vox Populi

18 de octubre de 2015

La célula de la que venimos todos




Chimeneas hidrotermales en el fondo del Ártico cercanas al punto donde se encontraron las Loquiarkeas.



Los humanos sabemos más de la superficie de Marte que de las profundidades del océano, y hoy un ser microscópico nos lo vuelve a dejar meridiano. Un barco de exploración científica ha encontrado en el fondo del Ártico unos microbios que permiten aclarar cómo, hace más de 2.000 millones de años, una célula solitaria y primitiva dio lugar a la espectacular orgía de vida compleja que abarca a humanos, animales, plantas y hongos.

Los nuevos organismos han sido bautizados como lokiarqueas, un término que probablemente abarca a varias especies hasta ahora desconocidas. Su material genético se ha encontrado a 3.283 metros de profundidad, cerca de unas chimeneas hidrotermales entre Noruega y Groenlandia conocidas como el Castillo de Loki, el misterioso dios nórdico. Sus descubridores creen que son el puente entre la vida celular más sencilla, los procariotas, y el resto de seres vivos, los eucariotas.

Usted y todos los seres vivos que puede ver a su alrededor son miembros del gran imperio eucariota. Toda forma de vida cuyas células tienen un núcleo diferenciado para guardar el ADN, un citoesqueleto bien desarrollado y orgánulos que las mantienen vivas es un eucariota.
Este hallazgo nos acerca un poco más a poder responder la eterna pregunta, ¿de dónde venimos?"
Las arqueas componen otro dominio fundamental de la vida más desconocido. No tienen núcleo celular, pero sí rasgos genéticos que las acercan a nosotros y las alejan de las bacterias y otros procariotas. Los primeros fósiles de procariotas datan de hace unos 3.500 millones de años. Unos 1.500 millones de años después, en una Tierra irreconocible, evolucionaron las primeras células eucariotas que sustentaron una incomparable proliferación de nuevos seres vivos. Cómo sucedió es un misterio que varias hipótesis científicas compiten por explicar.

Las lokiarqueas pueden ser la respuesta. "Parecen descendientes directos de nuestro ancestro microbio”, explica a Materia Thijs Ettema, uno de sus descubridores. "Nuestro hallazgo nos acerca un poco más a poder responder la eterna pregunta, ¿de dónde venimos?", añade.

Solo el 1% de todos los microorganismos que habitan la Tierra se pueden criar en el laboratorio y estas nuevas arqueas no son una excepción. Ettema, de la Universidad de Uppsala (Suecia), y el resto de su equipo, han podido identificarlas y estudiarlas gracias a una técnica, la metagenómica, que identifica el código de barras genético de cada ser vivo de entre los sedimentos marinos y luego intenta recomponer el resto de su genoma.

Años para reproducirse

Según el trabajo, publicado en Nature, las arqueas de Loki son los microbios sin núcleo más parecidos a nuestras propias células eucariotas, de las que parecen “hermanas” en términos filogenéticos. Su genoma es mucho más evolucionado de lo esperado y contiene “unos 100 genes eucariotas” relacionados con aspectos fundamentales de este grupo, según Ettema. Algunos de estos genes producen actina, “una proteína que indica que el ancestro de los eucariotas tenía ya un citoesqueleto dinámico y tal vez un mecanismo primitivo de fagocitosis”, explica este microbiólogo. Esto es un dato clave, pues explicaría cómo apareció la mitocondria, el orgánulo que proporciona energía a todas nuestras células, cuando nuestro antepasado arquea se tragó una bacteria primitiva.
Una de las encendidas polémicas que rodea esta etapa fundamental de la vida en la Tierra es si los eucariotas evolucionaron de los procariotas antes o después de la aparición de las arqueas. El nuevo trabajo dibuja un árbol de la vida con dos ramas principales (arqueas y resto de procariotas) con los eucariotas surgiendo de la primera hace más de 2.000 millones de años. Las lokiarqueas son descendientes directos de ese ancestro común del que hablaba Ettema.

Tal vez lo más frustrante de este descubrimiento es que no sabemos qué aspecto tienen las arqueas de Loki. El estudio no se basa en el organismo en sí, sino en sus genes y proteínas. El nuevo objetivo de Ettema será sacar a estos microbios del fondo del mar y estudiarlos bajo el microscopio, lo que ofrece una doble dificultad. Primero, estas arqueas están tan esparcidas en el tenebroso y gélido fondo marino dada la escasez de nutrientes que las muestras recogidas por los barcos contienen muy pocas. Segundo, su ritmo de división celular es extremadamente lento, puede llevar años, y eso si hay suerte y los científicos adivinan de qué se alimentan. Por eso, al mismo tiempo, van a seguir secuenciando el metagenoma de las profundidades en busca de nuevas especies que aclaren cómo la unión entre los dos grandes imperios procariotas dieron lugar a un tercero, el nuestro.

El linaje perdido

La búsqueda de vida desconocida gracias a las nuevas técnicas de secuenciación genética ha empezado hace muy poco tiempo y ya están dando resultados sorprendentes, explican T. Martin Embley y Tom Williams, de la Universidad de Newcastle, en un artículo complementario publicado en Nature. “La identificación de las lokiarqueas tan pronto en la historia de este campo naciente sugiere que pronto descubriremos entre las arqueas a parientes incluso más cercanos a nosotros”, opinan ambos investigadores, que no han participado en el trabajo.

Purificación López-García, una experta española en evolución microbiana que trabaja en la Universidad París Sur, ofrece una opinión independiente sobre el estudio. La hipótesis propuesta, dice, “sigue en liza con otros modelos para explicar la aparición de los eucariotas, como que surgiesen por simbiosis entre bacterias y arqueas”, resalta. Uno de los mayores problemas de este y muchos oitros trabajos es que “no tienen al organismo en sí, sino que deducen su presencia a partir de los genes”, resalta.

“Se trata de un estudio muy interesante, sobre todo por descubrir un linaje perdido que ayuda a entender un momento clave de la historia evolutiva sobre el que existen bastantes teorías alternativas”, opina Iñaki Ruiz-Trillo, investigador del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF).

Toamdo de:

El Mundo Ciencia
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