Los niveles de basura marina en las profundidades del océano
Artico están en aumento y se han multiplicado hasta por 20 en algunas
zonas, con bolsas de plástico, fragmentos de vidrio y redes de pesca que
llegan a esa zona del planeta, pese a estar lejos de las zonas urbanas,
y suponen una grave amenaza para su frágil ecosistema.
Así se desprende de un estudio realizado por biólogos del Instituto
Alfred Wegener (AWI, por sus siglas en inglés), del Centro Helmholtz
para la Investigación Polar y Marina (Alemania), y publicado en la
revista científica Deep-Sea Research.
Desde 2002, investigadores del AWI han documentado la cantidad de
basura marina en dos estaciones de la zona de observación Hausgarten,
que comprende 21 estaciones al este del estrecho de Fram, una ruta marítima entre Groenlandia y el archipiélago Svalbard.
"Los niveles de basura en el mar profundo del Artico han aumentado
rápidamente en los últimos años", afirma Mina Tekman, primera autora y
bióloga del AWI.
Los científicos involucrados en el estudio observaron el fondo del océano Artico a una profundidad de 2.500 metros usando
el sistema de videocámara submarina remolcada OFOS (Sistema de
Observación del Suelo del Océano, en inglés), que se sitúa a 1,5 metros
por encima del lecho marino y toma una fotografía cada 30 segundos.
Para permitir la comparación con otros estudios, los investigadores
han extrapolado la densidad de la basura a un área más grande y encontraron un promedio de 3.845 piezas de basura por kilómetro cuadrado entre 2002 y 2014.
Además, ha habido un aumento en los últimos años porque el equipo
calculó 4.959 pedazos de basura por kilómetro cuadrado en un estudio
anterior en 2011, lo que se consideró un valor estadístico atípico, pero
los niveles han ascendido hasta 6.333 objetos por kilómetro cuadrado en
2014.
Los biólogos observaron sobre todo plásticos y restos de vidrio
La
situación es particularmente dramática en la estación norte de la zona
de observación, llamada N3, donde la cantidad de basura marina aumentó
más de 20 veces entre 2004 y 2014, al pasar de 346 a 8.082 piezas de
plástico u otros objetos por kilómetro cuadrado. Ese nivel de
contaminación es similar a una de las densidades de contaminación del lecho marino más altas jamás registradas, en el cañón del Cabo de Creus (Girona).
Entre la basura que fotografiaron, los biólogos observaron sobre todo plásticos y restos de vidrio.
Como regla general, el vidrio no va a la deriva, sino que se hunde
directamente en el fondo del océano, lo que indica que procede de la
superficie de ese mismo lugar y está en consonancia con el aumento del
tráfico de buques en la región debido al retroceso del hielo.
Sin embargo, los investigadores indican que es difícil extraer conclusiones firmes sobre el origen de la basura plástica, puesto que a menudo viajan a una considerable distancia antes de llegar al fondo marino. En la mayoría de los casos, los científicos no pueden determinar su origen basándose sólo en fotografías.
Aunque está claro que la corriente oceánica del Golfo transporta la basura plástica al Artico con masas de agua del Atlántico,
los autores tienen una nueva teoría sobre por qué esta contaminación
llega al estrecho de Fram, ya que hay una vinculación entre la densidad
de la basura y el deshielo en verano.
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