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3 de septiembre de 2012

Experimento con títeres revela que nacimos para ser justos


¿Cuán distintos somos de nuestros primos primates?

Chimpancé

Muchos científicos pensaban que los chimpancés comparten basándose en el mérito. Pero un estudio publicado en la revista Science en 2007 muestra que los chimpancés aceptan cualquier premio, sin importar si es justo o no.

Mientras que los niños parecen dispuestos a compartir con nuevos amigos, los otros primates parecen limitar su altruismo a la familia y amigos.

No obstante, un reciente estudio publicado en PNAS reveló que los capuchinos y los callithrix están entre los primates más generosos, a menudo ofreciéndole comida incluso a miembros de otros grupos.

Lo que sí parece diferenciar a los humanos de los primates es la capacidad de ser rencorosos. Un estudio publicado en PNAS en 2007 encontró que los chimpancés, a diferencia de los humanos, no se vengan de quienes los han herido.

Titere en experimento

Títeres y niños de tres años juegan, mientras los investigadores los observan.

Parece un juego de una feria de diversiones: una niña y un títere están jugando a pescar unos cubos miniatura llenos de moneditas. No obstante, se trata de un experimento psicológico.

Su meta es medir un concepto humano muy complejo: la justicia.

El juego es así: el títere (con la ayuda de un titiritero adulto) y el participante de tres años de edad acumulan los pequeños cubos. Luego, el equipo niña/títere recibe premios, uno por cada moneda que recolectaron.

Es entonces cuando el niño debe decidir cómo compartir su premio con su socio, el títere.

Este simple juego reveló que, a la edad de tres años, los niños escogen premiar a sus pares de acuerdo al mérito.

Los niños le dieron a los títeres más premios si se habían "esforzado más" en recolectar monedas.

Los resultados asombraron a Patricia Kanngiesser de la Universidad de Bristol, Inglaterra, la directora del estudio, que fue publicado la semana pasada en la revista PLoS One.

"Nos sorprendió encontrar esta conducta tan sofisticada presente en chicos de tres años de edad. Estudios previos indicaban que los niños no empiezan realmente a compartir según el mérito hasta que tienen seis años o más", dijo Kanngiesser.

Usar títeres hizo posible que los investigadores pudieran llevar a cabo un experimento controlado pero en el que en todo caso se revelara precisamente cómo los niños se comportarían con sus coetáneos en la vida real.

Justicia innata

Si niños pequeños con muy poca experiencia social entregaron más premios a un compañero que los merecía, ¿significa que los humanos están hechos para ser justos con los demás?

Establecer si el concepto de justicia es aprendido o innato es "la cuestión más difícil de todas", para el coautor de este estudio, el profesor Felix Warneken de la Universidad de Harvard, EE.UU., quien ha estado estudiando la conducta cooperativa en niños y chimpancés durante casi una década.

"Lo único que podemos hacer es descartar posibilidades con nuestros experimentos", explica. "Podemos descartar que requiere de educación formal o un razonamiento sofisticado sobre incentivos".

"(La justicia) es algo que emerge en las más tempranas actividades de los niños con sus pares", señala su colega, Kanngiesser, y asegura que "hay una predisposición natural en los humanos" a tratar a los otros justamente.

"Parece ser intuitivo", dice la experta. "Hay gente que ha observado que incluso a los 18 meses de edad, los niños tienen expectativas respecto a cómo se deben compartir las cosas de una manera justa".

Y hay razones lógicas y humanas para que exista una tendencia hacia la equidad, dado que es indispensable para mantener relaciones estables, señala la especialista en conducta social en primates Susanne Shultz, de la Universidad de Manchester, Inglaterra.

Este estudio y otros similares, señala, demuestran que "la cooperación y justicia son aspectos fundamentales de la conducta humana. Pero éste además replantea a la inteligencia social en términos de cooperación más que de decepción".

La decepción

El engaño ha jugado un papel muy importante en los estudios científicos sobre justicia.

Mientras que este experimento le pedía a los niños que compartieran sus premios con un compañero tras completar una tarea juntos, muchos estudios se enfocan en si los humanos y otros primates engañan o castigan a quienes les ha tratado injustamente.

Un ejemplo clásico es el juego del ultimátum.

Un participante tiene que hacer una oferta para compartir algo de valor -como dinero- con el otro.

Su compañero tiene la oportunidad de aceptarla o rechazarla. Es entonces cuando llega el castigo.

Si la oferta es rechazada porque parece injusta, nadie recibe nada.

"Este nuevo estudio es un cambio bienvenido pues no examina a la inteligencia social desde una perspectiva puramente maquiavélica", opina Shultz.

Fuente:

BBC Ciencia

12 de junio de 2012

¿Qué podemos aprender de la depresión de los monos y la ansiedad de los perros?

chimpancés en cautiverio Foto: Lucy Birkett

Los animales también sufren de depresión. Algunos chimpancés en cautiverio se arancan el pelo y comen sus propias materias fecales. Foto: Lucy Birkett

¿Puede un gato sufrir de depresión? ¿O un caballo morderse a sí mismo porque se siente solo? ¿O un pez desmayarse de miedo?

La respuesta, en cada caso, es afirmativa. Muchas de las enfermedades que aquejan a los animales, tanto físicas como mentales, son las mismas que afectan a los seres humanos y responden, en muchos casos, a las mismas causas, según dos investigadoras en Estados Unidos. 
 
Barbara Natterson-Horowitz, profesora de cardiología en la Universidad de California, Los Angeles, y la escritora Kahtryn Bowers son las autoras de un nuevo libro que detalla las afecciones comunes a animales y seres humanos y las formas en que expertos en ambos campos pueden beneficiarse de un trabajo conjunto.
La obra se titula "Zoobicuidad, lo que los animales pueden enseñarnos sobre la salud y la ciencia de sanar" (Zoobiquity: What Animals Can Teach Us About Health and the Science of Healing).

Las investigadoras creen que veterinarios y médicos deben cooperar en forma estrecha e incluso crearon un término para este nuevo campo de investigación: "zoobicuidad".

"Como médica veía siempre muchas enfermedades diferentes, pero también ocasionalmente trabajaba como consultora en el zoológico de Los Angeles", señaló Natterson-Horowitz en una columna escrita especialmente para el diario estadounidense The New York Times.
En una ocasión, la científica debió examinar un mono con problemas al corazón y un veterinario le advirtió que no mirara al animal a los ojos porque éste podría aterrarse y sufrir insuficiencia cardíaca.

"Los casos vistos por los veterinarios eran muy similares a los tratados por mis colegas médicos. Intrigada por esto comencé a tomar notas de cada caso que veía en el hospital y a buscar correlaciones en estudios veterinarios. Comencé a preguntarme, por ejemplo, ¿sufren los animales de cáncer de mama?, ¿de ataques al corazón inducidos por estrés? ¿de tumores cerebrales y desmayos? Y en cada caso, la respuesta era siempre afirmativa".

Depresión y picoteos

Natterson-Horowitz señala, por ejemplo, que el melanoma ha sido diagnosticado en una gran variedad de especies, desde pingüinos a búfalos. Los koalas, por su parte, padecen actualmente una severa epidemia de clamidia, la enfermedad transmitida sexualmente.

Loro

¿Podría el comportamiento de los loros ayudar a tratar adicciones en humanos?

"También descubrí que los gansos, gorilas y focas pueden sufrir de depresión cuando pierden a un ser querido y algunos perros tienen una gran tendencia a la ansiedad".

Algunas aves, por ejemplo, pueden arrancarse las plumas y picotearse a sí mismas si se las deja en completa soledad. "Tal vez un paciente humano que se inflige a sí mismo quemaduras con cigarrillos podría mejorar si su terapeuta consultara a un experto en el tratamiento de loros que se arrancan las plumas", señaló la científica en su columna.

"Y un dato que podría ser importante para el tratamiento de adicciones es que algunas especies de animales, desde aves a elefantes, consumen plantas con sustancias alucinógenas que parecen ofrecerles experencias sensoriales intensas".

"Más y más comencé a preguntarme, ¿podrían los médicos beneficiarse de intercambiar información con los veterinarios?", dijo Natterson-Horowitz.

"En el pasado existió esa cooperación. Hace uno o dos siglos, en algunas comunidades rurales, tanto animales como seres humanos eran tratados por el mismo terapeuta. Y tanto médicos como veterinarios citan a un doctor del siglo XIX, William Osker, como uno de los fundadores de sus campos. Pero en el siglo XIX la medicina humana y animal comenzaron a separarse, cuando debido a la urbanización menos personas mantenían contacto con animales".

Las autoras señalan que especialmente en el caso de los chimpancés, con los que los seres humanos comparten el 98,6% de su genoma, las similitudes deberían haber recibido más atención por parte de los expertos.

En un estudio publicado en 2011, Lucy Birkett y colegas de la Universidad de Kent, en Inglaterra, constataron en chimpancés en zoológicos una serie de comportamientos anormales asociados a la falta de estímulos y al confinamiento en cautiverio. Observaron, por ejemplo, a animales "comer su propia materia fecal, golpear su cabeza contra un objeto, arrancarse el pelo, morderse y cometer otras formas de automutilación".

Adolescentes

Las autoras señalan que es hora de reestablecer la cooperación entre los expertos de ambos campos.

Adolescente dando pasto a un caballo Foto: SPL

Natterson-Horowitz: "El típico adolescente de clase media es un poco como un caballo que sufre estando solo en su establo".

"El típico adolescente de clase media es un poco como un caballo que sufre estando solo en su establo, con mucho tiempo extra y pocos desafíos. Los cuidadores en los zoológicos hacen que los animales exploren en busca de alimentos para evitar el aburrimiento. ¿Podríamos intentar que los adolescentes a veces cultiven y preparen su propia comida, una actividad que podría darles calma y un sentido de propósito?", señala Natterson-Horowits en el libro.

Los seres humanos compartimos además con los animales la compulsión a acicalarnos, un hábito que "evolucionó durante millones de años y nos une socialmente".

Según señala la investigadora en su libro "nuestra conexión esencial con los animales va desde el cuerpo al comportamiento, desde lo psicológico a lo social. Y esto es un llamado a que tanto médicos como pacientes se unan a los veterinarios en una nueva forma de pensar, que ve más allá de las camas de hospital hacia los establos, campos, océanos y cielos donde habitan los animales".

Fuente:

BBC Ciencia


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1 de abril de 2012

'Los monos también hacen huelga'

El primatólogo Frans de Waal, en su reciente visita a Madrid. | Gonzalo Arroyo

El primatólogo Frans de Waal, en su reciente visita a Madrid. | Gonzalo Arroyo

El animal humano no es el único primate que se pone en huelga. En realidad, la protesta de los indignados 'sapiens' españoles que hoy se rebelan contra la reforma laboral del Gobierno tiene profundas raíces evolutivas, inscritas en el ADN que compartimos con nuestros parientes más cercanos.

Esto es lo que han revelado las investigaciones pioneras del gran primatólogo Frans de Waal, director del Laboratorio Yerkes de Investigación de Primates en Atlanta (EEUU) y autor de libros como 'El mono que llevamos dentro' (Ed. Tusquets).

"Hemos comprobado que si a un mono capuchino le das una recompensa menor que a otro por hacer la misma tarea, el primate perjudicado se enfada y deja de colaborar", explicaba De Waal a ELMUNDO.es durante una reciente visita a Madrid, cuando participó en las Jornadas Ciencia y Sociedad, dirigidas por Eduardo Punset y organizadas por la Fundación Santander.

"Por tanto, estoy convencido de que estos monos entienden perfectamente cuándo se les trata de manera injusta y pueden rebelarse contra la desigualdad de una manera comparable a las huelgas de los humanos", aseguraba el primatólogo.

Para llegar a esta conclusión, el doctor De Waal y sus colegas enseñaron a un grupo de monos capuchinos a realizar una tarea sencilla. El trabajo consistía en recoger piedras y depositarlas en las manos de un investigador. A cambio, los científicos les daban un pepino para recompensarles por sus servicios.

Hasta ahí, la productividad de esta peculiar 'empresa' iba sobre ruedas. Si todos los monos recibían el mismo 'salario', sin diferencias notables en el tamaño de los pepinos que se repartían entre los 'obreros', reinaba la paz social y el 90% de los capuchinos cumplía con sus obligaciones en menos de cinco segundos.

Rebelión contra la desigualdad

Sin embargo, los problemas empezaron cuando, de forma indiscriminada, los científicos decidieron aumentar el sueldo a algunos de sus trabajadores. Ante la mirada pasmada de los demás capuchinos, los monos afortunados empezaron a recibir uvas, en vez de pepinos, cada vez que recogían una piedra. Para comprender la gravedad del asunto, hay que tener en cuenta que ante los ojos (y el paladar) de un capuchino, una jugosa y dulce uva tiene un valor infinitamente superior a la de un mediocre pepino.

La reacción de los primates agraviados fue la que cabría esperar de cualquier 'currante' ante una situación de desigualdad manifiesta: perdieron motivación, cayeron en el pasotismo y empezaron a desobedecer a los investigadores. En definitiva, el conflicto laboral estalló y los capuchinos maltratados se negaron a seguir trabajando.

Según De Waal, el comportamiento de estos primates demuestra que poseen una "aversión a la desigualdad" que les lleva a reaccionar con hostilidad si algún miembro de la manada recibe una recompensa mayor por hacer lo mismo que los demás.

Los humanos, en definitiva, no somos los únicos animales a los que nos ofenden los agravios comparativos. El experimento de De Waal demuestra que nuestros parientes más cercanos tampoco 'tragan' sin rechistar las desigualdades, e incluso pueden rebelarse contra un caso flagrante de favoritismo injustificado.

"Quizás lo que esté pasando en España y otros países en los que los ciudadanos se sienten indignados por los privilegios de una élite, con salarios astronómicos en una situación de grave crisis económica, sea comparable a lo que sienten estos monos ante una discriminación injusta", concluye De Waal.

Fuente:

El Mundo Ciencia

5 de marzo de 2012

Seres humanos: ¿Nacemos para "competir" o para "compartir"?

El pasado 5 de noviembre fui invitado a realizar una ponencia para la organización TEDx Zaragoza 2012, sobre la relación entre el comportamiento animal y la felicidad. Aunque muchos no vean la conexión a primera vista, lo cierto es que las conclusiones que extraemos sobre las motivaciones que mueven a las personas y animales en el día a día, acaban influyendo en cómo interactuamos unos con otros.

Científicos y filósofos han malinterpretado durante siglos la verdadera naturaleza de los animales humanos y no humanos, trasladando una imagen egoísta y violenta de nosotros que se puede resumir en los términos «ley de la selva» o «ley del más fuerte». Desde esta posición, es difícil generar y mantener relaciones satisfactorias con otros primates; condición esta, según los expertos en psicología positiva, que influye directamente en la felicidad de las personas. Si pensamos que el hombre es malo por naturaleza, cada vez que alguien se acerque a nosotros, siempre dudaremos de si están tratando de aprovecharse o lo hacen desinteresadamente.

De hecho, los principios económicos del sistema en el que vivimos, parten de esta asunción negativa del hombre, según la cual, todos buscamos siempre maximizar nuestros beneficios, incluso si es a costa de los demás. Ahora sabemos gracias a los experimentos con primates que no es así. Existen poderosas fuerzas dentro de cada uno de nosotros que nos impulsan a la cooperación y el altruismo. No se trata de negar la existencia del egoísmo y la competición, sólo de lanzar el mensaje de que hemos centrado la atención en comportamientos negativos por demasiado tiempo y estos son solo una pequeña parte de la historia. Y esta http://www.blogger.com/img/blank.gifes, sin duda, an idea worth spreading, es decir, una idea que merece la pena difundir.





Tomado de:

Somos Primates

29 de febrero de 2012

Aterrador: Mono controla mano robótica por medio de implantes cerebrales


De no ser por la cortina de censura que cae sobre el gigante asiático, quizás la universidad china de Zhejiang podría ser considerada como el MIT de Asia. Hace pocos días informaron que lograron implantar sensores en el córtex motriz cerebral de un mono con el objetivo de que el animal lograra mover una mano robótica con su cerebro.

Sin dudas la noticia parece sacada de una película futurista, pero de esas bien densas y oscuras ya que estremece no sólo ver al animal atrapado y sólo con la posibilidad de poder reaccionar con su cerebro (como se puede apreciar en este video), sino también ver cómo esa mano robótica se mueve sólo porque recibieron la respuesta motriz directamente de la neurona conectada por los científicos.

Según informaron los investigadores chinos, este experimento logró capturar y descifrar señales cerebrales del mono y traducirlas al movimiento indicado de los dedos de la interfaz conectada. Los dos sensores implantados en el cerebro del mono, de nombre Jianhui, sólo monitorean 200 neuronas del córtex motriz, lo que indica que las posibilidades de expansión de este proyecto son infinitas.

Luego de este primer paso, el objetivo a lograr es desarrollar movimientos cada vez más finos y precisos en los dedos de la prótesis. La investigadora Zheng Xiaoxiang comentó al respecto que “los movimientos de las manos están asociados con al menos varios cientos de neuronas. Ahora hemos descifrado los movimientos basados en 200 neuronas. Y claro, las órdenes que produjimos todavía están distantes en complejidad y fineza de los movimientos de los dedos verdaderamente flexibles”.

Si acaso la pareja de robots jugadores de ping pong chinos les parecieron un avance tecnológico relevante en los proyectos de robótica salidos de Zhejiang, imaginamos que este mono podría ser en breve el futuro Charles Xavier del gigante de Asia.

Fuente:

FayerWayer

24 de noviembre de 2011

Jane Goodall: 'Si los humanos fuésemos humanistas no estaríamos en peligro de extinción'

Jane Goodall en foto de archivo. | Ernesto Caparrós

Jane Goodall en foto de archivo. | Ernesto Caparrós

  • La famosa primatóloga, de visita en Argentina, cree que 'los chimpancés y los humanos hemos heredado atributos violentos de un ancestro común'
  • 'Cuando empecé a trabajar con chimpancés tenía un concepto ingenuo de ellos'
  • 'Me horroricé al descubrir en ellos ciertas manifestaciones de violencia'

Recordaba vagamente lo que un colega sudafricano me había contado acerca de Jane Goodall. Que a la mundialmente famosa primatóloga le gustaba divertirse a costa de los periodistas, especialmente de aquellos que por ser ella una dama del Imperio Británico la saludan ceremoniosamente, con una venia o algo así.

Fue precisamente lo que hice y para mi total desconcierto, Lady Goodall respondió con una sucesión de aullidos en stacatto, los más salvajes que haya escuchado fuera de los límites de un zoológico. Como si fuese lo más natural, la naturalista me explicó que de ese modo la saludaban los chimpancés que ella estudió en el parque de Gombe (Tanzania), hace unas cinco décadas.

Goodall fue invitada por la Fundación Azara –una institución asociada con la Universidad Maimónides de Buenos Aires- a dictar una conferencia sobre los peligros que acechan a los pocos espacios naturales que van quedando en el planeta.

El título de la charla, 'Haciendo la Diferencia', implica que cada persona puede contribuir a la preservación de su propio entorno, ya sea un suburbio de Londres o un glaciar en la cordillera del Perú. Pero su mayor preocupación es por los bosques tropicales de África y Sudamérica. Especialmente los de Tanzania, donde en los años 60 observó cómo un macho adulto –al que bautizó como David Greybeard (barba gris) preparaba una rama para 'pescar' termitas en su nido.

Un descubrimiento revolucionario

Aquel descubrimiento revolucionó al mundo de la ciencia pues se suponía que sólo los humanos somos capaces de producir herramientas. Por entonces, Jane era una jovenzuela de 23 años, sin ninguna preparación académica. Pese a ello, su mentor, el paleontólogo Louis Leakey, le había asignado la tarea de estudiar el comportamiento de los primates en su propio entorno, con el fin de hallar alguna pista sobre la conducta de nuestros ancestros, los primeros homínidos.

"Luego de leer mi informe y ver las fotografías, Leakey me miró fijamente y me preguntó, medio en broma, si me daba cuenta del lío en que lo había metido a él y a sus colegas, pues a partir de esos registros habría que buscar nuevas definiciones sobre lo que nos separa y nos hermana con nuestros parientes más cercanos en el reino animal".

Aunque la mayor parte de su tiempo lo dedica a impulsar las actividades del Instituto Jane Goodall, la heroína de mi niñez, a la que conocí a través de las páginas del National Geographic, no descuida el tema que la llevó a la fama. "Gracias a los avances de la ciencia hoy disponemos de mejores herramientas para conocer a los chimpancés. Por ejemplo, el estudio de su ADN demuestra que comparten con nosotros el 98% de los genes. Es decir, son mucho más parecidos a nosotros que al resto de los primates. Por eso a veces pienso que las personas que consumen carne de chimpancé, no por necesidad apremiante sino por considerarla una exquisitez, son prácticamente unos antropófagos".

Animales astutos

Está probado que los chimpancés superan ampliamente a otros animales en pruebas de laboratorio, como la clásica prueba de introducir objetos en los espacios que corresponden a su forma. Pero en opinión de Goodall, lo más notable desde el punto de vista evolutivo es su inteligencia social y emocional.

"Vayamos al caso de Aí (Amor en japonés), una chimpancé muy aficionada a los videojuegos. Ella logra muy buenos resultados con las figuritas que se mueven en la pantalla. Sin embargo, a veces no está conforme con el puntaje e insiste en probar de nuevo, sin que su tutor la incentive por medio de bananas o golosinas". Desde luego, la competitividad sería biológicamente funcional entre los machos de la especie, pero aquí vemos una hembra que no es sólo competitiva, sino que los es con ella misma.

Esos rasgos tan "humanos" son los que han fascinado a Goodall desde que se internó por primera vez en la selva. Según esta naturalista de 77 años, de finas facciones y gestos serenos –menos cuando imita a sus amigos selváticos- en su hábitat natural los primates exhiben casi la misma variedad de conductas primarias que los humanos.

"Debo decirle que otros investigadores menos apasionados que yo le dirían lo mismo. Los chimpancés se abrazan, se besan e incluso se dan palmadas en la espalda en señal de aprobación o de solidaridad. ¡Si hasta tienen sentido del humor! No es tan sorprendente que compartan estas habilidades sociales con nosotros si se piensa que la infancia de un chimpancé, la etapa en que aprende a socializar, es de cinco años. Larguísima si se la compara con la de otros mamíferos", dice la investigadora.

Una demostración elocuente de la capacidad de los chimpancés de percibirse como individuos, se obtiene al enfrentar a un espécimen con el reflejo de su imagen en el espejo. "Jonathan (un chimpancé nigeriano) se quedó un buen rato mirándose de frente y de perfil, igual que un varón coqueto de nuestra especie. Le pusieron un pote de pigmento sobre la mesa ¡y él aprendió fácilmente a maquillarse!", relata Goodall.

El 'buen salvaje'

En este punto, el periodista le pregunta si la tendencia que todos tenemos de 'humanizar' a nuestras mascotas e incluso a los objetos inanimados, no interfiere en el trabajo de sus colegas con los chimpancés. Si no se los idealiza como criaturas inteligentes y bondadosas. "Sin duda, cuando comencé a trabajar con los chimpancés yo tenía un concepto ingenuo de ellos. Los veía como Rousseau cuando describía al "buen salvaje" humano, que vive al margen de la perversión de la sociedad moderna".

"Ciertamente, me horroricé al descubrir en ellos ciertas manifestaciones de violencia. Ahora sabemos a ciencia cierta que los chimpancés no sólo ejercen la violencia individual cuando compiten por el alimento y por el dominio de su clan. También son capaces de entablar guerras con grupos rivales. Seguramente, los chimpancés y los humanos heredamos esos atributos poco simpáticos de un ancestro Enlacecomún", señala mi interlocutora.

A Jane Goodall no le sorprende que los animales con los que compartimos el planeta reciban tantos malos tratos de parte de los humanos. Si el hombre es capaz de los actos más aberrantes con los de su propia especie, si destruyen sistemáticamente su entorno vital, ¿qué se puede esperar de su actitud hacia otros seres? "Si los humanos fuésemos verdaderamente humanistas, los chimpancés de Borneo, los gorilas de la Niebla y nosotros mismos, no estaríamos en peligro de extinción", concluye Jane Goodall.

Fuente:

El Mundo Ciencia

29 de septiembre de 2011

Shakespeare, reescrito por monos


Macacos japoneses

El "teorema de los monos infinitos" ha dado lugar a varios experimentos.

¿Pueden millones de monos virtuales recrear las obras completas de William Shakespeare, por accidente, tecleando caracteres al azar?

Sí, de acuerdo con un proyecto llevado a cabo por un programador estadounidense. Por medio de un un software de código abierto llamado Hadoop, Jesse Anderson decidió probar el llamado "teorema de los monos infinitos", según el cual esos animales pulsando teclas al azar sobre un teclado durante un periodo ilimitado, podrían llegar a escribir las obras completas del dramaturgo inglés.

Los monos virtuales ya están cerca de alcanzar los 5,5 billones de combinaciones estimadas en el proyecto, según Anderson.

Y desde que este se inició, el 21 de agosto pasado, han llegado a recrear una pieza completa: el poema shakespereano A Lover's Complaint (Querellas de una amante).

"Es un pequeño paso para un mono y un salto gigante para los primates virtuales en todas partes", bromeó Anderson en su clic blog.

Secuencias de caracteres

"Es un pequeño paso para un mono, y un salto gigante para los primates virtuales en todas partes"

Jesse Anderson, programador

Los "simios" han tecleado secuencias aleatorias de nueve caracteres y cada una se revisa para ver si aparece en cualquier parte de las obras de Shakespeare. Si no, se descarta.

Si al comparar la secuencia con una base maestra surge una coincidencia absoluta el mono recibe como premio un plátano de su misma condición: virtual.

Para tener una idea de la magnitud del proyecto, hay alrededor de 5,5 billones de combinaciones de cada nueve caracteres del alfabeto inglés.

Los monos de Anderson generan al azar nueve cadenas de caracteres para tratar de producir todas estas cadenas y por lo tanto encontrar las que aparecen en las obras de Shakespeare.

Para facilitar tarea no se tienen en cuenta los espacios ni la puntuación.

La actividad "literaria" de los simios virtuales costaba unos US$19 al día, por lo que la generación de cadenas fue trasladada a una computadora personal para abaratar costos.

"Los monos seguirán escribiendo hasta terminar la obra de Shakespeare al azar", sostuvo Anderson.

Sí, pero no

Ahora, ¿qué piensan expertos consultados por la BBC sobre proyecto de Anderson?

Fragmento de "Querellas de una amanate"

Oh, esa humedad infectada de sus ojos,
Oh, ese fuego falso que en su mejilla ilumina,
Oh, ese el trueno forzado que de su corazón voló,
Oh, ese el aliento triste a sus esponjosos pulmones concedido,
Oh, todo ese movimiento prestado en aparente deuda,
Sin embargo, sería traicionar nuevamente al traicionado.
Y pervertir de nuevo a la doncella reconciliada.

Que con las modificaciones introducidas por el programador sí es posible llegar al éxito en un plazo razonable.

"Si utiliza un enfoque evolutivo, y se aferra a conjeturas de éxito, entonces lo va a lograr", dijo Tim Harford, quien escribe sobre ciencias y presenta un programa de radio de la BBC

Pero el doctor Ian Stewart, Profesor Emérito de Matemáticas en la Universidad británica de Warwick, considera que una aproximación diferente a la adoptada por el programador no conseguiría buenos resultados.

Sus cálculos sugieren que tomaría mucho más que la edad del Universo para que los monos reproduzcan completamente, al azar, la obra shakesperiana.

Wikipedia menciona un proyecto de 2003 que utilizó programas de computadora para simular una gran cantidad de monos escribiendo al azar.

Después del equivalente de miles de millones de años los monos simulados habría producido sólo una parte de una línea de "Enrique IV", Parte 2.

También en 2003, el zoológico de Paignton, en el sur de Inglaterra, llevó a cabo una prueba práctica al poner un teclado conectado a una computadora dentro de la jaula de seis macacos.

Tras un mes, los monos habían producido cinco páginas de la letra "S"...

!Y rompieron el teclado!

Fuente:

BBC Ciencia

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20 de agosto de 2011

Congo, el chimpancé que se codeaba con Dalí y Picasso

A mediados del siglo XX el biólogo Julian Huxley había notado que a ciertos gorilas les llamaba la atención el reflejo de sus sombras sobre la pared. De hecho, hizo anotaciones sobre uno en especial, que se quedó mirando fijamente su silueta y comenzó a delinear imaginariamente su silueta con los dedos.

Cuando Huxley trató de reproducir la experiencia bajo métodos controlados de laboratorio, les proyectó a propósito sombras con una lámpara, pero jamás volvió a captar la atención de los simios. Ya ninguno mostró interés particular en las sombras. A pesar de la decepción, Huxley propuso que el origen del arte gráfico humano pudo haber comenzado con este tipo de experiencias, trazando las sombras proyectadas por el sol, sombras que entraban a las cuevas de nuestros antepasados.

Julian Huxley

En el siglo pasado hubo muchos investigadores y científicos que se preguntaron si el arte pictórico era algo adquirido o innato en los seres humanos, y creyeron que la mejor forma de saberlo, era dándoles crayones y papeles en blanco a gorilas en cautiverio. Algunos de estos científicos hicieron sus estudios independientemente.

Entre los investigadores interesados en el tema, se encontraba el etólogo Desmond Morris, que con sus experimentos comprobó que los gorilas tienen un cierto sentido de la composición, ya que dibujaban círculos y trazaban distintas figuras en el papel. El problema es que sólo lo hacían cuando recibían una recompensa, y pronto dejaron de tener interés en el arte. Los dibujos empeoraron de a poco y ya no mostraban la sincronía de los anteriores.

Fue en 1956 cuando el mismo Morris decidió enseñar a dibujar a un nuevo chimpancé, pero esta vez, sin gratificaciones ni estímulos. Su nombre era "Congo" y tenía dos años de edad.

Desmond Morris y Congo

Los resultados fueron muy interesantes y los recogió en su ensayo La biología del arte, donde cuenta las experiencias con el simio.

Al inicio, para dibujar o pintar, Congo utilizaba indistintamente ambas manos. Empezó agarrando la herramienta (brocha o pincel) con cuatro dedos, pero con la práctica aprendió a sujetarla entre el dedo pulgar y el índice sin que nadie se lo enseñara. Con este cambio adquirió mayor control sobre sus herramientas y se produjo un avance en la variedad caligráfica de sus dibujos.

La capacidad de concentración de Congo variaba. El científico se dio cuenta que mientras más concentraba el chimpancé, su movimiento corporal se reducía al del brazo y se inclinaba mucho sobre el papel, produciendo ligeros sonidos guturales mientras trabajaba.


Congo con el tiempo aprendió a utilizar el pulgar y el índice para tomar el pincel

Las sesiones se llevaron a cabo con el chimpancé sentado en una silla para niños con una bandeja especial, sobre la cual se colocaba el papel, controlando así la orientación del dibujo.

Cuando utilizaban pintura, el mismo investigador le mojaba los pinceles con los distintos colores y se los pasaba uno a la vez. Morris adoptó este método, porque a Congo algunas veces le daban sus pataletas y se ponía a mezclar todos los colores hasta terminar con un sola mescolanza.

El científico también utilizó las mismas pruebas que otro investigador -Paul Schiller- había empleado con otra chimpancé diez años antes. Le acercaba a Congo hojas en blanco y otras previamente marcadas con alguna forma geométrica. Al final del estudio se llegó a las siguientes conclusiones:

  1. - Congo mostraba simetría en sus composiciones y limitaba el dibujo a la superficie de la hoja y era capaz de reconocer las esquinas.
  2. - En las hojas en blanco concentraba el dibujo en el centro y tenía tendencia a pintar líneas radiales, tipo abanico, un tema que repetía con mucha frecuencia.
  3. - En hojas previamente marcadas con una sola figura dibujaba o marcaba adentro si era grande, encima si era mediana, y la ignoraba si era pequeña. Curiosamente marcaba en el lado opuesto si la figura no venía centrada.
  4. - En hojas previamente marcadas con múltiples figuras, rayaba sobre cada una de ellas suavemente, y otras veces las juntaba mediante líneas.


Tendencia de Congo a pintar líneas radiales, tipo abanico, centradas

Los experimentos que se habían hecho con otros primates dieron resultados similares, pero también se notaba que había idiosincrasias individuales o, tal vez, de especie. Por ejemplo, la gorila adulta Sophia, del Zoo de Rótterdam, no marcaba esquinas ni dibujaba abanicos, sino que sus dibujos se formaban a base de garabatos zigzagueantes inconfundibles. Bien podríamos decir que tenía su propio estilo.

Garabatos de gorila Sophia

Desmond Morris cuenta también que una vez le quitó a Congo sus papeles y pinturas cuando estaba dibujando algo similar a un ventilador. Más tarde, cuando se lo devolvió, él retomó su trabajo en el mismo punto en que lo había dejado, mostrando así que tenía un objetivo y que no eran simples manchones

A la edad de cuatro años, Congo ya había realizado algunos cientos de obras y Morris mostró algunas de ellas en el programa de televisión Zoo Time que tenía por aquella época en la cadena británica ITV. Rápidamente los críticos de arte encasillaron su estilo como “lírico abstracto impresionista”. Las reacciones ante tales obras fueron desde el escepticismo hasta la admiración absoluta.

Tanta era la novedad por los cuadros de Congo, que el mismo Pablo Picasso tenía un cuadro del chimpancé colgado en una pared de su casa en París, que le fue obsequiado por Morris en los años sesenta. Joan Miró cambió dos de sus bocetos por uno de Congo (en una muy curiosa anécdota) y el polémico Salvador Dalí, declaró en una ocasión que Congo era el verdadero humano, mientras que el pintor abstracto Jackson Pollock era un animal.

Joan Miró el día que cambió dos bocetos suyos (con Morris) por un cuadro de Congo

En el año 2005, la casa de arte Bonham esperaba que tres cuadros pintados por Congo en 1957, alcanzaran a venderse en unas £800 (US$ 1,300), pero se sorprendieron al ver que durante el remate el precio alcanzó las £16,000 (US$ 26,000) después de una prolongada puja de ofertas en su local de Londres. En aquella subasta también se ofrecieron obras de Renoir y Warhol que no se vendieron.

El comprador de las obras de Congo fue Howard Hong, un californiano que luego del remate declaró que había estado dispuesto a pagar hasta el doble. Declaró también que en un momento se preocupó de que superaran su oferta, por lo que se había puesto en contacto con algunos amigos para recaudar hasta US$ 50,000 en caso de haber sido necesario.
"Muchas personas me han dicho que hubiese sido más barato comprar un chimpancé y ponerlo dentro de una habitación con un poco de papel y pintura. Pero a nivel artístico, cuando vi las pinturas me llamaron la atención. Su estilo es parecido a las primeras obras de Kandinsky. Lo único que lamento, es que Congo no aprendió a firmar sus obras".

Cuadro de Congo

Howard Rutkowski, experto en arte impresionista y moderno, dijo en una ocasión que Congo debería ser reconocido como el artista más célebre del reino animal. "No se trata de cualquier chimpancé. Estamos hablando de Congo", dijo. "Si tu eras dueño de Congo, podías codearte con amistades como Picasso y Miró. Desmond Morris intercambiaba pinturas de Congo con las de esos artistas. Quizá el cuadro de Congo que adquirió Miró, tenga más valor que el Miró que adquirió Desmond Morris".

Respecto a esto, Morris decía que Congo era raro porque era el único pintor no humano, que se ocupaba más de su arte. Mientras otros animales quizá pintaban por accidente, Congo siempre demostró que su obra nunca fue por accidente ni suerte. De hecho, si tratabas de interrumpirlo mientras pintaba, hacía una rabieta. Si tratabas de que continúe pintando sobre una obra después de que el chimpancé la dejaba o consideraba “terminada”, simplemente no lo hacía. "Yo le ofrecía pinceles, brochas, pero él sólo me miraba".

Cuadro de Congo

Puede ser que el arte de los simios no arroje luz sobre los orígenes del arte y que resulte ser tan solo una práctica lúdica, pero fijémonos en algo: a lo largo de la carrera artística de Congo, y de algún otro simio, se notaba la posible existencia de un motif. En el caso de Congo ocurrió una vez cuando dibujaba un abanico. En lugar de realizarlo de arriba hacia abajo, como era su costumbre, con gran concentración lo pintó de abajo a arriba. Puede que tuviera en mente el "motif" del abanico y estaba introduciendo una innovación. Es posible que a través de la repetición de una forma, pueda crearse una representación mental de la misma. Parece ser que Congo “sabía” lo que pintaba, que tenía un objetivo.


Fuentes y referencias:
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Tomado de:

Sentado frente al Mundo

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21 de junio de 2011

Cuando tu cerebro derecho no sabe lo que hace el izquierdo

No podemos recordar más de cuatro cosas a la vez, pero lo que memorizamos depende de lo «lleno» que esté cada hemisferio cerebral


Cuando tu cerebro derecho no sabe lo que hace el izquierdo
Archivo
Los dos hemisferios funcionan por separado en la memoria a corto plazo

Steve Martin protagonizaba una película en 1983 llamada «El hombre con dos cerebros» en la que un cirujano alocado conservaba un segundo seso en una jarra. Los científicos creen que, en realidad, todos tenemos dos cerebros dentro de nuestra propia calavera: uno en el hemisferio izquierdo y otro en el derecho. Cuando observamos el mundo alrededor, cada uno de ellos trabaja por su cuenta y cada uno tiene su propio cuello de botella para el funcionamiento de la memoria a corto plazo. Es decir, si, como se sabe desde hace cien años, solo podemos tener «cuatro cosas» en la cabeza al mismo tiempo, no es lo mismo dónde se «retienen» esas cosas, si en la mitad izquierda o en la derecha. El estudio, realizado por neurocientíficos del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y que aparece publicado online en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), puede ayudar a diseñar terapias cognitivas más efectivas y juegos mentales más inteligentes.

Los investigadores saben desde hace cien años que solo podemos retener cuatro cosas al mismo tiempo en la cabeza. Esta capacidad limitada de nuestra memoria de trabajo (a corto plazo) varía entre los individuos. Cuanto más cosas es capaz de recordar una persona al mismo tiempo, más complejos pueden ser sus pensamientos y, probablemente, más lejos llegará en los test de inteligencia. Pero, ¿cómo se traduce todo esto en el cerebro? ¿Cuál es su mecanismo neuronal?

Monos avispados

Aunque resulte sorprendente, los monos tienen la misma capacidad de memoria visual de los humanos, así que Earl Miller, investigador del Instituto Picower de Aprendizaje y Memoria del MIT, investigaron las bases neurales de esta limitación en dos monos utlizando el mismo test que se usa para explorar la memoria a corto plazo en humanos. Primero, los investigadores les mostraron una colección de dos a cinco cuadrados de colores. Después, una pantalla en blanco y, seguido de ello, la misma colección de cuadrados, aunque uno de ellos había cambiado de color. El reto era detectar ese cambio y mirar el cuadrado distinto.

Mientras lo monos realizaban el experimento, los científicos examinaron el funcionamiento de las neuronas en dos áreas relacionadas con las percepciones visuales (la corteza parietal y la prefrontal). Como era de esperar, cuantos más cuadros había en la prueba, mayor era el número de fallos. «Pero, sorprendentemente, encontramos que los monos, y por extensión los humanos, no tienen una capacidad general del cerebro», explica Miller. «Por el contrario, tienen dos capacidades distintas en el lado derecho y en el izquierdo. Como si tuvieran dos cerebros separados -los dos hemisferios cerebrales- miraban a diferentes mitades del espacio visual».

Terapias para mejorar la memoria

En otras palabras, no tenemos una capacidad para memorizar cuatro objetos, sino dos más dos. Si el objeto a recordar aparece en el lado derecho del espacio visual, no importa cuántos objetos hay en el izquierdo. Puede contener cinco objetos, que si el derecho contiene solo dos, estos los recordaremos fácilmente. Por el contrario, si el lado derecho contiene tres objetos y el izquierdo solo uno, nuestra capacidad para recordar el objeto clave en la derecha se sobrepasa y es fácil que lo olvidemos.

Este efecto en la memoria visual de trabajo puede no funcionar con otras formas de la memoria, pero la percepción visual es una de las principales formas en que los humanos procesan el mundo, por lo que su impacto es de largo alcance en cuanto a la comprensión del cerebro y la conciencia humana en términos prácticos.

El estudio tiene numerosas implicaciones. Por ejemplo, en las terapias cognitivas para fomentar la memoria de trabajo (y en los juegos diseñados para mantener joven y ágil el cerebro), que deben presentar la información de manera que entrene cada hemisferio por separado.

Fuente:

ABC (España)

18 de mayo de 2011

Francisco, un bebé que hace historia

TITÍ LEÓN NEGRO

Mide 25-33 cms cuando es adulto

Pesan entre 550-700 gramos

Vive hasta 25 años en cautiverio

Vive en la selva atlántica de Brasil

Sólo queda el 3% de su hábitat original




Nació por cesárea, toma leche cada dos horas y se llama Francisco.

La cría, atendida cuidadosamente por un equipo de expertos británicos, representa un extraordinario avance en la lucha por preservar especies en peligro.

Francisco es un tamarino león negro, también conocido como tití león negro, (Leontopithecus chrysopygus), uno de los primates más amenazados en el mundo. Es además la primera cría de la especie nacida fuera de Brasil en ocho años.

La especie sólo se encuentra en territorio brasileño, donde se estima que sólo quedan unos 1.000 individuos. Sobreviven en apenas 11 localidades de la selva atlántica en el estado de Sao Paulo, en concreto en el sitio conocido como Morro do Diabo.

Una de las principales amenazas es la destrucción de la selva para la ganadería o la agricultura. Se calcula que sólo permanece el 3% de la selva atlántica original.

Embarazo crítico

Francisco nació en las instalaciones de la Fundación Durrell para la Conservación de la Vida Silvestre, una ONG con sede en Jersey, en el sur de Inglaterra, dedicada a salvar especies amenazadas.

"El nacimiento es muy importante porque, a diferencia de otras especies amenazadas, es muy difícil lograr su reproducción en cautiverio", le dijo a BBC Mundo Dominic Wormell, jefe del departamento de Mamíferos de la institución.

La fundación venía intentando desde hace varios años la reproducción de estos primates en cautiverio. La madre de Francisco, Roxanne, había perdido varias crías en distintas etapas de desarrollo.

En esta ocasión, los científicos de Durrell decidieron minimizar los riesgos a lo largo de la gestación de 125 días.

"Entrenamos a Roxanne para que se acostumbrara a pruebas de ultrasonido para monitorear el feto. También le enseñamos a subir a una balanza", explica Wormell.

"Normalmente esta especie produce mellizos, pero en los embarazos anteriores había un solo feto muy grande y su cabeza quedó trabada en el momento del parto".

Francisco nació por cesárea el 22 de marzo, pero la Fundación aguardó a que el bebé superara las primeras y críticas semanas de vida antes de dar el anuncio.

La cría es alimentada con la misma formula utilizada para bebés humanos. Sus cuidadores introducen leche en su boca con una pequeña jeringa, que oficia de biberón, cada dos horas. Poco a poco, en las próximas semanas, se le enseñará a tomar leche de un plato y sólo entonces podrá volver con su familia.

"Sería una tragedia"

Actualmente hay ocho leones tití negros adultos en las instalaciones de la Fundación Durrell.

La idea es poder reintroducir nuevos ejemplares a la vida silvestre en territorio brasileño, algo que la ONG logró hacer en 1999.

Francisco, bebé de tití león negro Imagen cortesía de la Fundación Durrell

Francisco es alimentado con la misma fórmula que los bebés humanos. Imagen cortesía de la Fundación Durrell.

La Fundación trabaja con organizaciones en Brasil que buscan preservar lo que queda del hábitat de esta especie.

El tití león negro vive en grupos en los que hay cooperación. "Esta especie es un ejemplo de lo que se llama 'enanismo evolutivo', es decir, disminuyó su tamaño para poder alimentarse en cualquier parte y no competir con los grandes depredadores. Pero al ser pequeños son más vulnerables a ser cazados por otras especies y por eso se adaptaron produciendo nacimientos múltiples", le explicó Wormell a BBC Mundo.

"El nacimiento de mellizos es una carga tan grande, que luego del período de amamantamiento la cría de los bebés es un trabajo en el que colaboran hermanos mayores y otros individuos".

Hay muchas cosas que sopesar antes de sacar animales de su hábitat natural para un programa de reproducción en cautiverio, asegura Wormell.

Pero el científico no tiene dudas de que un programa de este tipo es vital.

"Si hubiera un incendio en los fragmentos de bosque que quedan, el único lugar donde vive el tití león negro, sería una tragedia".

Fuente:

BBC Ciencia

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2 de mayo de 2011

La memoria de los macacos

Dos macacos al sol en el zoo de Heidelberg (Alemania). | Marius Becker/ AFP

Dos macacos al sol en el zoo de Heidelberg (Alemania). | Marius Becker/ AFP

Señalar a un sospechoso en una rueda de reconocimiento y describir su apariencia a un dibujante de la policía son dos maneras distintas de rescatar al culpable de nuestra memoria. Sin embargo, estos procesos de reconocimiento y recuerdo no son exclusivos de las personas. Así lo asegura un estudio con macacos que demuestra que estos primates son capaces de reconocer figuras ya vistas e incluso recrear objetos de memoria.

Los responsables del estudio, dos científicos de la Universidad de Emory (Atlanta, EEUU) con Benjamin M. Basile a la cabeza han publicado los resultados de su estudio en el número de la revista 'Current Biology' de esta semana.

Cuando nos encontramos ante algo ya alojado en nuestro cerebro, podemos recuperarlo ya sea mediante el recuerdo -si ese algo está ausente- o reconocerlo al verlo. Al mismo tiempo, existen dos formas de reconocimiento. Por una parte, algo puede resultarnos familiar sin que seamos capaces de identificar exactamente por qué. Por otra, quizá lo recordemos con mayor precisión y hasta sepamos en qué circunstancias lo habíamos visto con anterioridad. Bien, a los macacos les sucede exactamente lo mismo. De hecho, estos monos y los humanos obtuvieron resultados similares en pruebas de memoria acerca de estas cuestiones.

Figuras en una pantalla

Basile y su colega entrenaron a cinco macacos para que superasen una prueba llamada figura compleja de Rey-Osterrieth. Durante el experimento, los monos tuvieron que reproducir la figura sobre una pantalla táctil. Allí, vieron dos o tres cajas de colores sobre una cuadrícula y, al cabo de un rato, parte del dibujo cambiaba del lugar. La tarea del macaco era recolocar las piezas en el lugar adecuado para obtener el dibujo original.

Si el animal acertaba, recibía comida como recompensa. Si fallaba, la prueba se detenía, la pantalla se quedaba en negro y el macaco se quedaba sin alimento. Al concluir las pruebas, los investigadores comprobaron que los monos recolocaron correctamente las cajas con más precisión de la esperada por mera probabilidad estadística. No contestaban 'a boleo'. Los resultados apuntaban que efectivamente los macacos recuerdan.

Lo curioso es que los científicos también observaron que los animales transferían sus habilidades mnemotécnicas a figuras completamente ajenas a las del entrenamiento inicial. Para comprobar si los resultados del experimento obedecían a un comportamiento aprendido, los monos se enfrentaron a figuras nuevas de tres cajas. De nuevo, sus aciertos estaban por encima de la casualidad.

Recuerdos de un macaco

Tras su descubrimiento en macacos, los investigadores aventuran que la capacidad de recuerdo no depende del lenguaje. Quizás, esa habilidad estuvo ya presente en un antepasado común de estos primates y los humanos hace 30 millones de años. La capacidad de recordar es necesaria para planificare imaginar y puede aumentar el comportamiento social y otras capacidades cognitivas.

Los investigadores especulan que los macacos salvajes quizás recuerden el aspecto de otros monos que conozcan, rememoren esa comida que tanto les gusta o sean capaces de evocar el camino para conseguir agua. No obstante, estos expertos también admiten la posibilidad de que en la práctica los macacos hagan un uso más limitado de sus recuerdos. Lo seguro es que recuerdan.

Fuente:

El Mundo Ciencia

31 de enero de 2011

Se cumplen 50 años del viaje del chimpancé Ham al espacio

Hace 50 años, el 31 de enero de 1961, el chimpancé Ham se convirtió en el primer homínido que sobrevivía tras un viaje al espacio y daba esperanzas al sector aeroespacial norteamericano en su deseo de enviar al hombre en un viaje suborbital.

Ham pertenecía al centro de medicina aeroespacial de Holloman (Estados Unidos), en donde aprendió a realizar algunas funciones básicas para pilotar la nave. Gracias a su entrenamiento, Ham logró alcanzar una altura de 253 kilómetros y permaneció durante siete minutos en estado de ingravidez.

El viaje se realizó dentro del proyecto Mercury, cuyo objetivo era simular los que experimentaría el primer astronauta humano. El despegue se llevó a cabo sin incidentes, pero un problema en el regulador de aceleración del cohete proporcionó un exceso de velocidad que no se resolvería hasta que se agotó el oxígeno líquido.

A pesar de que el vuelo duró 16 minutos y 39 segundos y la cápsula amerizó en el océano Atlántico, a 679 kilómetros de distancia del punto de despegue, el chimpancé fue, según ha señalado la NASA, el primer "halo de esperanza" de que en un futuro próximo los hombres podrían viajar al espacio. Además, según señala la BBC, fue un gran paso para que los norteamericanos se impusieran en su carrera contra la Unión Soviética.

Y es que, antes que Ham, la agencia espacial estadounidense ya había experimentado, hasta en seis ocasiones, con el envío de simios al espacio exterior, sin embargo ninguno de ellos pudo sobrevivir al viaje.

Fuente:

Europa Press

23 de noviembre de 2010

El mono araña, al borde de la extinción en Ecuador



Los monos araña son cazados como mascotas o para alimentación. Foto: Marc Manso

La foto que vemos arriba parece decirlo todo: el mayor primate de Sudamérica cada vez más arrinconado e impotente en un hábitat en permanente destrucción.

El mono araña de cabeza oscura, Ateles fusciceps, es el primate más amenazado de Ecuador. Su situación es tan desesperada que la Lista Roja elaborada por la Unión de Conservación de la Naturaleza lo califica de especie en peligro crítico, el máximo nivel de amenaza antes de la extinción.

"Se estima que sólo quedan cerca de 100 individuos en estado silvestre", le dijo a BBC Mundo el biólogo ecuatoriano Diego Tirira, según quien es necesario que tanto el gobierno como la población de su país actúen para salvar a esta especie única.

La ley de Ecuador prohíbe desde 2002 cazar al mono araña, pero -según Tirira- "la falta de controles hace que, como en muchos lugares de América Latina, todo quede en el papel".
Amenazas

El Ateles fusciceps es conocido entre los campesinos como "bracilargo". Puede medir más de 1,60 metros incluyendo la cola y pesar más de diez kilos.

Lea el artículo completo en:

29 de julio de 2010

IBM: El mapa de conexiones más completo del cerebro

La Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS por sus siglas en inglés) publicó el martes pasado un ensayo prominente titulado “Network architecture of the long-distance pathways in the macaque brain” (Arquitectura de conexiones de larga-distancia en el cerebro del macaco), de acceso público, elaborado por Dharmendra S. Modha y Raghavendra Singh, y que contiene implicaciones importantes para la reverse ingeniería del cerebro y el desarrollo de chips cognoscitivos de redes de computación.

"El Mandala del Cerebro". Conexiones de larga-distancia del cerebro del mono.

"El Mandala del Cerebro". Conexiones de larga-distancia del cerebro del mono.

“Hemos exitosamente descubierto y mapeado la mayor cantidad de conexiones de larga-distancia del cerebro del macaco, lo cual es esencial para la comprensión del comportamiento del cerebro, su complejidad, dinamismo y su computación”, dijo el Dr. Modha. “Ahora podemos tener una idea sin precedentes de cómo viaja la información y cómo es procesada a través de todo el cerebro”.

“Hemos comparado y procesado de manera consiste, completa, concisa, coherente, la colosal red de conexiones del cerebro y desarrollado estudios anatómicos que son una piedra fundamental tanto para la investigación en neurociencia como en computación cognoscitiva”.

“Estudiamos cuatro veces todas las regiones del cerebro, y hemos compilado cerca de tres veces el número de conexiones comparado con el esfuerzo anterior”, dijo. “Nuestra información abre enteramente caminos nuevos para analizar, entender, y eventualmente imitar la arquitectura de conexiones del cerebro”, lo que de acuerdo con Marian C. Diamond y Arnold B. Scheibel es “la más compleja masa de protoplasma de nuestro planeta -incluso quizá de nuestra galaxia”.

¿El centro de la conciencia y el conocimiento?

La red cerebral que los científicos encontraron contiene un “núcleo altamente integrado que podría ser el corazón o centro del conocimiento e incluso de la conciencia… y podría ser la clave para la respuesta a la antigua pregunta de cómo la mente viene del cerebro”. Las partes principales son la corteza pre-motora, corteza pre-frontal, lóbulo temporal, lóbulo parietal, basal ganglia, cingulate cortex, insula, y corteza visual.

Corteza pre-frontal: distribuidor-integrador de la información.

Por medio de la medición en importancia de las regiones del cerebro, encontraron evidencia que la corteza pre-frontal, localizada en la parte frontal del cerebro, es funcionalmente la parte central del cerebro que actúa como integrador y distribuidor de la información. Una especie de interruptor.

Tal y como lo indicaron en el estudio, “La red abre la puerta a la aplicación del análisis teórico de redes en gran escala, que ha sido muy útil para comprender la internet, redes metabólicas, redes de interacción de proteínas, redes sociales, y en los motores de búsqueda en la internet. La red será básica para las neurociencias computacionales así como la computación cognoscitiva”

Encuentras el articulo original en inglés aquí.

Encuentras la base de datos disponible sobre el cerebro del macaco aquí.

Puedes descargar un archivo Powerpoint con información más detallada aquí.

Fuente:

Prueba y Error

La madre de alambre de Harlow

Cuando el cariño es más importante que el alimento...

Dicen que no hay nadie como una madre. Para algunos animales, esta sentencia adquiere tanta fuerza que poco importa que la madre sea un simple trozo de alambre con forma vagamente maternal.

Pero el psicólogo Harry Harlow fue mucho más allá: en el fondo lo que importa es que nos den cariño, así que se preferirá a una madre blandita y agradable a un trozo de alambre, aunque el trozo de alambre dispense mayor cantidad de alimentación.

O dicho con otras palabras: el amor maternal es una emoción que no precisa ser alimentada con un biberón o con una cuchara. El amor está por encima de las cosas materiales.

Para demostrar esto, Harlow persuadió a Robert Zimmerman para realizar un experimento con monos. Colocaron 8 crías de mono en jaulas separadas y en cada una de ellas había un modelo de madre hecho de tela y otro hecho de alambres.

Las manos de alambre tenían un dispositivo por el que se podía beber lecho. Las de tela, no. Lo lógico es pensar que los monos optaron por las madres de alambre: vale, son de alambre, pero dan más comida que las de tela. Sin embargo, los monos preferían a las de tela.


Los monitos pasaban casi todo el tiempo con las madres de tela; sólo dejaban la seguridad de la tela para beber de las madres de alambre. En una famosa fotografía, se ve a una cría de mono enganchada con las patas a la madre de tela, inclinándose para beber la leche de una madre de alambre.
Luego se hicieron más experimentos que concluyeron lo siguiente: las madres que se mecían eran preferidas respecto a las madres que estaban quietas, y las que estaban calientes respecto a las que estaban frías.
Ello, según Harlow, como dijo en su conferencia de 1958 “La Naturaleza del Amor”, demostraba que la base del amor que un niño siente por su madre no es que la madre sea únicamente la fuente de alimentación.
En el amor había algo más que sólo recompensa y castigo; había algo innato y beneficioso por sí mismo en la preferencia de un bebé por una madre cálida y suave.

Tomado de:


Conozca más osbre:

6 de julio de 2010

La astucia de hacerse el tonto


Martes, 06 de julio de 2010

La astucia de "hacerse el tonto"

Permite eludir conflictos y, de paso, influir en las decisiones que toman los demás, ya que fingir ignorancia hace que los otros no se sientan amenazados, escuchen y hasta cambien de opinión. Los expertos lo consideran un procedimiento con raíces evolutivas, que también usan los primates.

Aunque en principio no lo parezca, parece ser una buena forma de sobrevivir. No sólo porque reduce la posibilidad de que estallen conflictos entre las personas, sino porque protege los lazos afectivos y mantiene la cohesión: en la pareja, la familia y la sociedad.

Por eso "hacerse el tonto" es un recurso de uso universal. Todas las sociedades, históricamente, lo han empleado y lo emplean aunque en distinto grado. En las más avanzadas, como las nórdicas -Suecia, Noruega o Finlandia-, es una conducta más sutil o en franca extinción.

En Europa o Estados Unidos, en cambio, todavía están en la etapa de combatirla con normativas para transparentar lo que opina cada cual, sin temor a represalias. Y en América Latina y el resto del tercer mundo, con sociedades más jerarquizadas y paternalistas es algo a lo que se echa mano de manera habitual. Esto, porque son pocos los que se arriesgarían a decir lo que piensan ante un jefe o a discrepar y mostrarse contrarios a lo que opina la mayoría.

Por eso, algo tan extendido y universal como hacerse el ingenuo, despertó en los investigadores la curiosidad por averiguar si era algo exclusivamente humano o tenía raíces evolutivas que involucraban a nuestros antepasados.

El caso de los macacos

Con esta idea en mente, en 1999, los doctores Christine Drea y Kim Wallen, de la Universidad de Emory, Atlanta, se dedicaron a estudiar la conducta social de los monos macaco rhesus, usando 55 ejemplares. Al someterlos a pruebas de aprendizaje, todos lograron sus metas, sin mayores problemas.

Luego, al tener que demostrar su nuevo conocimiento, cuando los monos se encontraban entre pares, todo andaba bien. Pero cuando había un mono de jerarquía superior presente, los de nivel inferior actuaban como si estuvieran desorientados, sin demostrar lo que sabían. Según los investigadores, como se trataba de una situación en que no había conductas agresivas, ellos creen que se produce una inhibición voluntaria, por el hecho de que están en presencia de un caudillo.

Esto sería una prueba de que fingir ignorancia o inocencia es un arma de sobrevivencia con una larga historia evolutiva, que es usada en forma transversal.

Y aunque todos jugamos el papel de ingenuos en determinadas circunstancias, las mujeres tienen la impresión de que los hombres la usan mucho en su vida de pareja.

Los sicólogos, en tanto, aseguran que las mujeres son más experimentadas con esta táctica, ya que han estado subordinadas socialmente por mucho tiempo.

Esta es la manera con que ellas han logrado que se las considere en las decisiones que toman los hombres. "Debido a los estereotipos sobre mujeres y hombres, ellas están en desventaja cuando intentan influir en los demás", dijo a La Tercera la sicóloga social Linda Carli, del Wellesley College, en Massachusetts, y autoridad en el tema de influencia social.

Según afirma, varios estudios internacionales demuestran que en sus trabajos las mujeres son vistas como menos competentes y todos esperan que ellas, además, sean cálidas, acogedoras y agradables. Por esto, "hacerse la tonta les permite mostrarse débiles, poco capaces y así no representan ninguna amenaza para los hombres. Cuando ellos las ven así, están más dispuestos a escucharlas y cambiar de opinión", explica Carli.

Por el contrario, cuando la mujer se muestra capaz y asertiva es casi seguro que será rechazada por los hombres. En cambio, las demás mujeres confiarán en ella y no así en la que se hace la ingenua, que es dejada a un lado porque la ven como una simple manipuladora.

Lea el artículo completo en:

La Tercera

(El enlace incluye sugerencias para hacerse el tonto)
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