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11 de junio de 2019

Los chimpancés tienen cultura y está en peligro

Un macroestudio identifica 31 tradiciones que se transmiten en las sociedades de estos simios y que podrían perderse para siempre por el impacto de los humanos.


Era otoño de 1960 cuando aquella joven sin estudios observó lo impensable: un chimpancé, David Greybeard, había doblado una rama y le había quitado sus hojas para pescar termitas con ella. Cuando el hallazgo de Jane Goodall se hizo público, los titulares de los periódicos no tuvieron dudas: obligaba a replantearse lo que significa ser humano. Hacer herramientas ya no era la característica que definía al sapiens frente al resto del reino animal. Los chimpancés, tan inteligentes y adaptables, habían desarrollado esta habilidad y se la transmitían entre ellos. Conocerles mejor a ellos nos ayudaba a conocernos a nosotros mismos.

Medio siglo después, en 2011, el chimpancé Nick cogió un puñado de musgo, lo sumergió en un pozo natural y, a modo de esponja, escurrió el agua en su boca para beber. Solo tres años después más de la mitad de los miembros de la comunidad de Nick, el macho alfa, bebía agua de esta forma. También había testigos: la primatóloga Catherine Hobaiter y su equipo, que habían asistido al nacimiento de una nueva tradición cultural en Uganda, la última de estas conductas que se han conocido desde los primeros hallazgos de Goodall. Beber empapando musgo y no usando hojas a modo de cuchara es una de las técnicas, conductas o ritos que conocemos de los chimpancés. El mayor estudio que se ha realizado nunca para conocer el mundo cultural de los chimpancés, recién publicado, ha registrado en total 31 de estas manifestaciones culturales que aprenden y se transmiten entre ellos, sin que se trate de un comportamiento inscrito en sus genes.

Pero todas esas tradiciones culturales están en peligro. Podrían desaparecer, con toda su riqueza y sus importantes claves para el conocimiento de los grandes simios, pero también de la evolución humana. Esa es la principal conclusión de este ambicioso estudio, que ha llevado a los científicos a estudiar 144 comunidades de chimpancés salvajes en 15 países africanos durante nueve años. Allí donde la presión humana es mayor, se derrumba la probabilidad de que los chimpancés desarrollen y conserven una tradición cultural propia, según publican en la revista Science.

Lea el artículo completo en: El País (Ciencia)


25 de diciembre de 2015

El semen del chimpancé es más fuerte que el humano



El cromosoma Y en chimpancés ha evolucionado para priorizar la producción de esperma de calidad.

El primer análisis en detalle del cromosoma masculino Y de los chimpancés acaba de desvelar una evolución vertiginosa que diferencia al hombre de su pariente vivo más cercano, según desvela hoy un estudio en Nature. El trabajo echa por tierra las teorías que asumían que este paquete de ADN sufre una lenta pero constante pérdida de genes que hará que el sexo en humanos se determine de una forma distinta a la actual en unos 14 millones de años, un parpadeo en la evolución. 

"Creemos que esa teoría no se sostiene", explica a Público Jennifer Hughes, investigadora del Instituto Tecnológico de Massachusetts y coautora del estudio. Su equipo acaba de demostrar que el cromosoma Y humano no ha perdido ni un solo gen desde que la especie se separó de los chimpancés en el árbol de la evolución, hace unos seis millones de años. También demuestran que los chimpancés sí han perdido muchos de esos genes hasta quedarse con un cromosoma Y muy diferente al de los hombres. Esto implica un cambio evolutivo en tiempo récord, mucho más rápido que el del resto de los genomas de ambas especies, muy similares.

Cambios evolutivos

La mayor parte de los cambios evolutivos encontrados se encuentran en zonas cuya función es producir esperma. Aunque los autores aún ignoran porqué, aventuran que gran parte podría deberse a los diferentes usos de apareamiento de monos y humanos.

Los chimpancés tienen un sistema de apareamiento en el que muchos machos copulan con la misma hembra receptiva, explica Hughes. "Esto significa que la competición es intensa y sólo el macho que produce más y mejor esperma conseguirá fertilizar el óvulo y pasar su legado a la siguiente generación", detalla. A esto se suma que el cromosoma Y siempre tiene que bailar solo, pues es el único que no intercambia fragmentos de su ADN con otros cromosomas y sólo se renueva remezclando y duplicando fragmentos propios. El resultado, especulan los autores, es que, al priorizar la producción de esperma, los chimpancés han perdido genes que se han conservado en el hombre. A cambio, el cromosoma Y humano "tal vez esté más expuesto a cambios que borran genes de la fertilidad masculina", comenta Hughes. Su equipo analizará el cromosoma Y de otros primates como el macaco en busca de nuevas diferencias.

Un cromosoma que no es tan decadente

Algunos estudios señalan que el cromosoma Y humano sufre una lenta decadencia y pierde más de cuatro genes cada millón de años.

Esto supondría que los humanos desarrollarían un nuevo sistema para determinar su sexo en unos 14 millones de años.

El nuevo estudio lo niega, tras comparar en detalle a humanos y chimpancés.

La investigación demuestra que el hombre no ha perdido ni un solo gen desde hace seis millones de años.

El trabajo añade que el cromosoma Y ha evolucionado mucho más rápido que los demás hasta ser muy diferente en ambas especies

Fuente:

Publico

18 de junio de 2014

Los chimpancés vences a los humanos en un juego matemático

Los simios demostraron una habilidad impresionante en un experimento en el que debían predecir la estrategia de un rival.



Una pareja de chimpancés juega al «juego de Inspección»

¿De verdad somos los más listos? ¿En todo? Los seres humanos tenemos que agachar la cabeza ante algunas de las habilidades mentales de nuestros primos más cercanos, los chimpancés, que además de tener una mejor memoria a corto plazo, cosa que ya habían demostrado en experimentos anteriores, resulta que son mejores en un juego matemático en el que se trata de burlar a la competencia. Estos simios han salido sorprendentemente triunfantes en unas pruebas extraídas de la teoría de juegos y llevadas a cabo por investigadores de Caltech.

En el estudio (puedes consultarlo aquí), realizado con chimpancés del Instituto de Investigación de Primates de la Universidad de Kyoto, se pedía a los animales practicar un juego sencillo al que los investigadores llamaron el «juego de Inspección». En la partida, dos jugadores (ya sea un par de chimpancés o un par de seres humanos) se colocan espalda con espalda, cada uno frente a una pantalla de ordenador. 

Para comenzar el juego, cada jugador empuja un círculo en la pantalla y luego selecciona una de las dos cajas de color azul que encuentran en la parte izquierda o derecha de la pantalla. Después de que ambos jugadores hayan elegido, el ordenador muestra a cada jugador la elección de su oponente. Esto continúa hasta 200 veces por partida. Según el rol que tengan en cada momento, el objetivo de los jugadores es elegir la misma selección que su rival o evitar que el rival coincida en la elección. Los ganadores reciben un premio: un trozo de manzana para los chimpancés o algo de dinero para los seres humanos. Si los jugadores quieren ganar, tienen que predecir con exactitud lo que su oponente va a hacer la próxima vez, anticipando su estrategia.

El juego, aunque sencillo, replica una situación que es común en la vida cotidiana. Por ejemplo, un empleado que solo trabaja cuando su jefe está mirando y prefiere jugar con un videojuego cuando no es observado. Para ocultar mejor su secreto, el empleado debe aprender los patrones de comportamiento del empresario, saber cuándo está cerca. Por el contrario, el jefe que sospecha que su empleado está haciendo el vago, tendrá que ser impredecible, apareciendo de forma aleatoria para sorprenderle.


El Juego de Inspección modela este tipo de situaciones y proporciona métodos para cuantificar las opciones de comportamiento. Sin embargo, por muy inteligentemente que usted juegue, si su oponente también es un buen estratega, hay un límite en la frecuencia con la que se puede ganar. Ese límite es conocido como el equilibrio de Nash, llamado así por el matemático John Nash, ganador del Premio Nobel de Economía en 1994, cuya vida inspiró la película«Una mente maravillosa».
 
En la primera parte de este estudio, los investigadores compararon el juego de seis chimpancés comunes (Pan troglodytes) y 16 estudiantes japoneses (cada especie compitió entre sí). Los seres humanos se comportaron como se esperaba sobre la base de experiencias anteriores; jugaron bastante bien -poco a poco aprendieron a predecir las opciones del oponente-, pero no de manera óptima. 

Sin embargo, el rendimiento de los chimpancés fue «mucho más impresionante», según explican los investigadores de Caltech en un comunicado. Aprendieron el juego rápidamente y casi alcanzaron las predicciones del teorema de Nash para el juego óptimo. Continuaron haciéndolo incluso cuando los investigadores introdujeron cambios en el juego, como el cambio de roles (elegir lo mismo que el compañero o evitar que el compañero elija lo mismo que uno) o de las recompensas. 

Lea el artículo completo en:


14 de febrero de 2014

Yo Mono: La chimpancé multiorgásmica


En griego, la palabra orgasmo significa hinchazón y plenitud. Se describe como la descarga que se produce tras la tensión que se va acumulando en la actividad sexual. Lo experimentamos tanto hombres como mujeres. Muchos creían que era exclusivo de los humanos por su asociación directa con el placer sexual, pero no es así. Otros animales también practican sexo sólo por el placer que proporciona. Los primates, una vez más, dejan a cada uno en su sitio.

Según el psicólogo William Lemmon, se puede provocar el orgasmo en casi cualquier especie de primate. Su equipo llevó a cabo pruebas con hembras de chimpancé a las que estimulaba el clítoris y la vagina. Lemmón halló respuestas casi idénticas a las humanas: enrrojecimiento del clítoris, contracciones involuntarias, extensión de la vagina, espasmos en brazos y piernas, expresiones faciales y vocalizaciones asociadas, etc. Es decir, las chimpancés tenían verdaderos orgasmos y además "se dejaban estimular para continuar excitadas". Una de ellas lo permitió "hasta en diez ocasiones", registraron en su diario los investigadores.
Pero, ¿qué función han tenido los orgasmos en la evolución? Los científicos creen que para los machos suponen una recompensa que nos motiva para la búsqueda de más y más encuentros sexuales con los que pasar nuestros genes a la siguiente generación. Nuestro caso es simple. Pero en el caso de la mujeres su origen es aún un misterio. Según la teorías evolutivas, el orgasmo femenino favorece la eyaculación de los machos haciendo la fertilización más probable. El problema aparece cuando en nuestra especie, según un estudio publicado en el Journal of Sex Research, el 67% de las mujeres confiesa haber tenido falsos orgasmos alguna vez en su vida. Lo interesante es que los hombres lo hacemos también. En el mismo estudio se detectó un 27% de "actores masculinos".

Esta constatación es coherente con otra hipótesis sobre el origen del orgasmo que apuesta por la idea de que estas experiencias de placer cohesionan a las parejas, y también convierten a la hembra en más atractiva para los hombres. De hecho, en un estudio llevado a cabo por el Instituto de Psiquiatría de Nueva York y la Universidad de Columbia con 453 mujeres heterosexuales, las que percibían que sus parejas eran infieles fingían más orgasmos que el resto. También manifestaban más comportamientos orientados a conservar a su pareja. Los investigadores concluyeron que los orgasmos simulados son parte de una estrategia más amplia cuyo fin es retener a la pareja.

Aún falta mucho por saber sobre este fenómeno sexual, especialmente en lo que respecta a  su origen y funciones. Lo que sí podemos concluir es que se trata de un fenómeno compartido con otras especies y algo mucho más complejo, tanto en hombres como en mujeres, de lo pensado hasta ahora. Lo que ahora falta por descubrir es si los otros grandes simios los fingen también.
 Fuente:

9 de septiembre de 2013

Conozca a "Congo": El chimpancé pintor abstracto

El chimpancé pintor abstracto 'Congo', con las manos en la masa. | E.M.

El chimpancé pintor abstracto 'Congo', con las manos en la masa. | E.M.
Según las últimas investigaciones, sobre las paredes de las cuevas de Altamira y El Castillo (Cantabria) se encuentran pintadas unas manos y puntos rojos, datadas con una antigüedad de 40.000 años. Hasta el momento, representan las manifestaciones artísticas más antiguas de la humanidad. Pero, ¿es el arte un fenómeno exclusivo de nuestra especie o las bases cerebrales para que esto fuera posible comenzaron a desarrollarse muchos millones de años antes?

El zoólogo Desmond Morris, en los años sesenta, enseñó a pintar a varios chimpancés. Morris comprobó que los chimpancés tenían sentido de la composición. Dibujaban círculos y repartían las distintas figuras por el papel. El problema es que los recompensaban y pronto dejaron de tener interés. El trabajo comenzó a ser de la peor calidad y ya no existía armonía en sus pinturas. Morris, bromeando, afirmó haber encontrado los orígenes del arte comercial.

Poco después lo intentó con otro chimpancé llamado Congo. Esta vez permitió que empleara las pinturas de manera espontánea, es decir, sin un entrenamiento previo y sin recompensas. Cada día, se sentaba en una pequeña mesa de madera y pintaba a su antojo. Pronto comprobaron que Congo equilibraba las composiciones por sí mismo y se mantenía en los límites del papel. Si se le proporcionaba un dibujo ya empezado, él escogía los mismos colores. Por ejemplo, si un lado contenía rojo, él usaba el rojo también.

El chimpancé impresionista abstracto

Morris contó que una vez le quitó a Congo sus papeles y pinturas cuando estaba dibujando algo similar a un ventilador. Cuando pudo regresar, retomó el trabajo en el mismo punto que lo había dejado, mostrando que tenía un objetivo y no eran simples manchones.

A la edad de cuatro años ya había realizado cientos de obras y los críticos de arte lo calificaron de estilo "lírico abstracto impresionista". Las reacciones en el mundo del arte oscilaron entre el escepticismo y la admiración absoluta. El mismo Pablo Picasso tenía un cuadro de Congo colgado en su casa de París. Joan Miró, cambió dos de sus obras por una de Congo y Salvador Dalí declaró en una ocasión que Congo era el artista, y el pintor abstracto Jackson Pollock el auténtico chimpancé.

Uno de los cuadros de 'Congo'. | Congo

Uno de los cuadros de 'Congo'. | Congo

Desafortunadamente, Congo murió poco después por tuberculosis y la investigación se detuvo. Hace unos años, tres de las obras de Congo alcanzaron la cifra de 25.000 dólares en un lote subastado por la casa Bonhams, en Londres, junto a cuadros de Renoir y Andy Warhol.

Frans de Waal cuenta una anécdota que demuestra lo peligroso que puede ser interponerse entre un primate y sus creaciones. En el Zoo de Amsterdam, Bella, una chimpancé solía pintar muy concentrada y con tranquilidad, pero en una ocasión, el cuidador intentó quitarle los materiales en mitad del proceso creativo. Bella perdió los nervios e intento atacarle.

El ojo artístico de las palomas

Pero el arte, o al menos la capacidad para su percepción, no parece ser patrimonio exclusivo de los primates. Shigeru Watanabe puso a prueba la capacidad de las palomas para diferenciar cuadros de Monet de los de Picasso. Tras un entrenamiento con varios cuadros, se les mostraban unos nuevos. Entonces debían elegir a cuál de los dos pintores correspondían. Las palomas acertaron en un 90% de las ocasiones. Pero aún hay más, cuando se les enseñó cuadros de los impresionistas Renoir y Cezanne, los cuales nunca había visto, los agruparon junto a los de Monet, impresionista también.

El mismo equipo quería poner a prueba la capacidad de discriminar el "buen arte" del "mal arte" y poder establecer comparaciones con los parámetros y cánones que poseemos los humanos. Para poder hacerlo, primero pidieron a varios humanos que clasificaran en buenos y malos una gran cantidad de dibujos hechos por niños. Las palomas coincidieron en la mayor parte de las ocasiones con el juicio de los humanos.

Pero, ¿cómo perciben las figuras los primates no humanos? El primatólogo Tetsuro Matsuzawa llevó a cabo una serie de experimentos. Los resultados probaron que eran capaces de usar figuras geométricas complejas. Además, la percepción del color y de las formas resultó ser muy similar a la que tenemos los humanos.

Lo que sugieren todas estas investigaciones es que, a pesar de que las primeras manifestaciones artísticas humanas aparecen hace aproximadamente 40.000 años en el Paleolítico superior, cierto sentido de la estética, el gusto por la simetría y el reparto de figuras en el espacio, sentara sus bases mucho antes de que los primeros Homo Sapiens dejaran constancia de ello sobre las paredes de las rocas de la vieja Europa.

Fuente:

Yo Mono (El Mundo)

30 de mayo de 2013

Es la evolución y no la religión la que determina los comportamientos

Bonobo

La moral tendría un origen más animal que divino.

Ni Jesús ni Rousseau ni Hobbes. Más bien la mona chita, o Darwin, para los más letrados, tendrían que ver con la moral.

La moral humana tiene un pasado evolutivo ligado al comportamiento social, no religioso ni filosófico. Así lo plantea el primatólogo y profesor Frans de Waal en su último libro "El bonobo y el ateo".
"Muchos de los patrones que consideramos 'morales' vienen de la evolución de las especies", le explica De Waal a BBC Mundo.

Basado en 40 años de observación de primates, De Waal asegura que lo que los seres humanos denominamos como "moral" está mucho más cerca del comportamiento social de los simios que a una imposición divina o una decisión filosófica.

Para el científico, la moral no pasa por una decisión que se toma o que se impone desde arriba -filosofía, religión o incluso autoridad- sino que es innata al comportamiento social humano. No sólo eso: no es exclusiva, sino que viene como parte del "paquete social" que también puede encontrarse en otros animales como nuestros parientes primates.

Según el autor, los dos pilares de la moral: reciprocidad y justicia, por un lado y empatía y compasión por el otro, están presentes en el comportamiento social de los simios, el cual es ampliamente retratado en el libro.

Ética primate

Portada del libro "El bonobo y el ateo"

El bonobo y el ateo salió a la venta hace menos de un mes y ya causó polémica.

Lo anterior está relacionado con los dos grados de moralidad que De Waal distingue en el comportamiento de estos animales. La primera, denominada moral "uno a uno", tiene que ver con cómo un individuo espera ser tratado.

Los estudios de De Waal, así como los de otros investigadores, han comprobado que chimpancés y bonobos respetan el concepto de propiedad y tratan a sus pares según la escala de jerarquía.

Sin embargo, muchas otras especies parecieran regirse por un sistema parecido. Entonces, ¿cuándo un comportamiento social se vuelve moral?

La clave es que estos primates esperan que se les respeten sus "derechos" y ser tratados según su grado jerárquico. Como animales sociales, muestran gratitud e incluso pueden tomar venganza, dependiendo del comportamiento de otros hacia ellos.

El segundo grado de moralidad se denomina "preocupación social" y tiene relación con un concepto más abstracto, que involucra el sentido de armonía de la comunidad o grupo como un todo. Aunque bastante rudimentario, los simios sí muestran ciertas formas de reconocimiento de este grado de moralidad al compartir su comida, tranquilizar a sus vecinos o incluso "intervenir" en peleas de terceros para evitar disturbios en la comunidad.

En una charla TED dictada por De Waal previo al lanzamiento del libro, el autor explicó que una de las cosas que más le llamó la atención de los primates que estudió fue su afán por reconciliarse luego de una pelea. "El principio es que tienes relaciones valiosas que resultan dañadas por el conflicto, por lo que tienes que hacer algo al respecto", explicó en esa ocasión.

Frans de Waal

Frans de Waal lleva 40 años investigando a los primates.

Todo, siempre en miras a la aceptación -y cooperación- social.

Los humanos, tal como nuestros parientes simios, evolucionamos en pequeños grupos donde la cooperación se volvió fundamental. Tal como ellos, también, ser sensible a las necesidades, intenciones y ánimos de nuestros pares se volvió una necesidad vital. Y eso, según de Waal, no tiene nada que ver con una decisión o un mandato superior, sino con la básica supervivencia.

"Los seres humanos tenemos todo tipo de intereses egoístas y conflictos individuales que necesitamos resolver para lograr una sociedad cooperativa. Por eso es que tenemos moral, y las abejas u hormigas no", señaló De Waal en una entrevista.

Sin embargo, tampoco es que la moral provenga de una especie de Leviatán hobbesco.

"El concepto de 'el hombre es un lobo para el hombre' es bastante injusto. Tanto para los lobos, que son animales bastante cooperativos, como para la humanidad que también es bastante más cooperativa y empática que lo que suele decirse", aseguró el científico en su charla TED.

Polémica religiosa

Ni dios ni la filosofía entonces habría influido en el desarrollo del comportamiento moral.

Sin embargo las teorías de De Waal, basadas en sus descubrimientos, no caen muy bien entre filósofos, antropólogos e incluso economistas, según el mismo De Waal ha contado.

"Ellos decidieron en su mente que la justicia es un concepto muy complejo y que los animales no pueden tenerlo. Hubo un filósofo incluso que nos escribió quejándose de que era imposible que los monos tuvieran un sentido de equidad, ya que la equidad era un concepto inventado durante la Revolución Francesa", relató el científico en su charla TED.

Y hoy se ha visto envuelto en otra polémica. Esta vez con religiosos. O no religiosos, para ser exactos.

"La religión no es irrelevante, pero no es la base de la moralidad", le dice De Waal a BBC Mundo.

Originario de los Países Bajos, De Waal le cuenta a BBC Mundo que el libro es también una reacción a una sociedad como la estadounidense, donde la mayoría de las personas asocian directamente la moral con la religión.

Bonobos

Los bonobos y los chimpancés se reconcilian después de pelear con un par que consideran valioso.

En su libro, el científico dedicó un capítulo completo al ateísmo. "Estoy por un rol reducido de la religión, con menos foco en Dios todopoderoso y más foco en la potencialidad humana", escribe. Pero eso parece no ser suficiente para los ateos.

Prominentes representantes del ateísmo como PZ Myers y AC Grayling han criticado duramente el libro, molestos no sólo porque De Waal es un científico que no "demoniza" la religión, sino que además critica al ateísmo, advirtiendo sobre los peligros de convertirlo en un dogma tan fuerte como la propia religión.

"Creo que deberían calmarse un poco", le dice De Waal a BBC Mundo, poniendo paños fríos a la discusión.

"Si dios existe es una pregunta interesante, pero no es la pregunta de mi libro y tampoco es una pregunta que un científico va a poder contestar", concluye.

Fuente:

BBC Ciencia

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13 de abril de 2013

El liderazgo y la soledad de la 'hembra-alfa'

Margaret Thatcher, en una imagen tomada en 2009. | Efe
Margaret Thatcher, en una imagen tomada en 2009. | Efe
El mismo año que Margaret Thatcher accedió al cargo de Primer Ministro, declaró a la prensa británica: "No soy una política de consenso. Soy una política de fuertes convicciones". En apenas doce palabras, Thatcher definió a la perfección el estilo de liderazgo que ejercería sobre el Reino Unido en los siguientes once años que duró su mandato, el cual dejó huella en la historia contemporánea para siempre.

Thatcher fue un animal político innato. Desde muy joven, estuvo involucrada en la política local. Más adelante, mientras estudiaba en Oxford, se convirtió en la Presidenta de los estudiantes conservadores de la prestigiosa universidad británica. Poco tiempo después fue nombrada jefa del partido de los 'Tories' y también fue diputada antes del asalto final a la cancillería en 1979.

En los años 70, el Reino Unido sufría uno de los peores momentos de su historia económica, social y política. El IRA abría portadas de los periódicos con sus atentados y el desempleo se había disparado. A esto había que sumar las crisis del petróleo y el carbón.

Este contexto sumió a los británicos en sentimientos de descontrol, desesperanza y baja autoestima, que Thatcher supo aprovechar. El uso dialéctico de la amenaza que suponía la expansión de la URSS, así como la determinación con la que ejercía, despertaron instintos patrióticos que no afloraban desde la II Guerra Mundial. El miedo también provoca la cohesión de la sociedad en otras especies de animales. Este es el caso de las sociedades de fusión-fisión en varias especies de primates, las cuales se unen ante la amenaza de sus depredadores.

Líderes belicosos

En el Reino Unido, poco a poco había crecido entre la población una necesidad de realizar cambios y dejarse llevar por alguien fuerte que demostrara tener las cosas claras, estuviera equivocada o no, como ya ha ocurrido otras veces en la Historia. En las elecciones de 1979, los conservadores obtuvieron uno de los mejores resultados de su historia. Thatcher había conectado con los miedos y necesidades de los británicos a la perfección.

Desde ese momento, la 'hembra-alfa' de la manada británica desplegó de manera progresiva un estilo de liderazgo más dominante y autoritario, muy similar al que también podemos encontrar en algunas sociedades de grandes simios y tribus humanas.

Entre los apache, en tiempos de guerra era común elegir a líderes enérgicos y belicosos, a los cuales destituían poco después, conscientes de que la utilidad de este tipo de personas no es adecuada para alcanzar un equilibrio social una vez terminados los conflictos. Thatcher, aunque cohesionó al país en un primer momento, más adelante lo desequilibró con sus fuertes recortes en política social y masivas privatizaciones.

Este mismo fenómeno lo podemos encontrar en algunos grupos de chimpancés que viven momentos de inestabilidad. Es común que esta especie acepte temporalmente líderes más agresivos de lo habitual, los cuales actúan con determinación en la toma de decisiones. De esta manera ceden parte de autonomía a cambio de seguridad.

Las represiones policiales que Thatcher ordenó contra manifestantes y mineros durante las huelgas de los años 80, y el hundimiento del buque de la armada argentina Belgrano, en el que iban muchos jóvenes inexperimentados, evidenciaron aún más este estilo.

La dama de hierro ordenó matar a tres miembros del IRA -los cuales recibieron hasta 17 disparos cada uno a manos de francotiradores del SAS- y declaró sin titubear: "Yo disparé". Otros gestos más cotidianos, como su gusto por propinar golpes con el bolso no ayudaban a contradecir esta imagen.

Rebelión y derrocamiento

Este tipo de líderes, si no establecen alianzas con otras facciones relevantes de la comunidad y reducen su nivel de agresividad, comienzan a ser desplazados y sufren de la llamada "soledad del líder". Esto es debido a que con su actitud provocadora, invitan a otros a conspirar en su contra, incluso por parte de aquellos miembros más cercanos, como ocurrió con sus compañeros 'Tories', razón por la cual acabó dimitiendo.

En chimpancés, los líderes que crean más problemas de los que resuelven, acaban siendo expulsados por coaliciones o facciones opuestas, cuyos miembros probablemente fueron aliados en el pasado. En una conversación que mantuve con Jane Goodall en el museo Cosmocaixa, me recordó que este tipo de individuos dominantes acaban por poner a todo el grupo en su contra.

La conformidad no es eterna y ningún líder lo es para siempre. Además, tanto en primates humanos como en no-humanos, pronto comienza la resistencia. Nuestra especie y otras genéticamente cercanas albergan en su interior un poderoso instinto contra el poder que tarde o temprano nos impulsa a cooperar en su contra.

Lo que nos enseñan estos tipos de liderazgo, como el ejercido durante más de una década por Thatcher, es que a pesar de que la determinación es necesaria en algunas coyunturas de la historia, no podemos dejar que una persona acumule tanto poder por sí sola. Al igual que los Apache y los grandes simios, debemos vigilar estrechamente a estos líderes, ya que aunque pueden ser beneficiosas en un momento dado, de no controlarlos, pueden llegar generar gran inestabilidad a medio y largo plazo, lo que pone el peligro la supervivencia del grupo.
 
Fuente:
 

12 de abril de 2013

'Esperamos que la genética no se use para diseñar seres humanos' - Libro: "El sello indeleble"

Arsuaga (i) con una copia de un cerebro de 'australopithecus'. Martín-Loeches con el de un 'sapiens'.| Alberto Cuellar

Arsuaga (i) con una copia de un cerebro de 'australopithecus'. Martín-Loeches con el de un 'sapiens'.| 

Los avances en genética de los últimos años están cambiando lo que los científicos creían saber de nuestra especie. Por ejemplo, han permitido averiguar lo mucho que nos parecemos a los grandes primates. Tanto, que humanos y chimpancés comparten más del 98% de sus genes: "Fue una enorme sorpresa averiguarlo. Para empezar, nadie imaginaba que un organismo tan complejo como el nuestro tuviera tan pocos genes, pues se pensaba que tendríamos más de 100.000. Es impresionante que tan pocos genes [pocos más que algunos gusanos] produzcan tales capacidades. Cuando comento con gente joven lo sorprendente que es que tengamos tan poca distancia genética con el resto de mamíferos a ellos no se lo parece, porque lo han aprendido. Pero es que yo estaba ahí cuando se descubrió, y sé la conmoción que supuso". El paleontólogo Juan Luis Arsuaga, director del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos (UCM-ISCIII), recuerda así lo que supuso para la ciencia la secuenciación del genoma humano, y posteriormente el de nuestros parientes más cercanos.

¿Qué es lo que hace entonces única a nuestra especie? Junto con el psicólogo Manuel Martín-Loeches, también investigador del Centro de Evolución y Comportamiento Humanos, han intentado encontrar una definición para el 'Homo sapiens'. Sus conclusiones han quedado plasmadas en 'El sello indeleble. Pasado, presente y futuro del ser humano' (editado por Debate), una obra en la que elaboran una lista sobre las señas de identidad que hacen única a nuestra especie y reflexionan sobre su origen a partir de las aportaciones de científicos de los siglos XIX y XX. No obstante, Arsuaga subraya que "queda tanto por investigar que la lista de rasgos únicos del hombre es más un proyecto que un resultado definitivo".

Los rasgos que nos hacen únicos

Los rasgos más llamativos, según Martín-Loeches, son los sociales: "Uno que me llama mucho la atención es la gran cantidad de energía que consume el cerebro, aproximadamente el 20% de la energía que ingerimos. Este coste tan elevado no puede ser sino para permitir la convivencia social y en circunstancias complicadas. Por eso el cerebro tiene que trabajar tanto", explica.

"Por ejemplo, se dice que son característicos rasgos con los que podríamos estar de acuerdo, como la previsión o la planificación a largo plazo. Pero hay emociones como la vergüenza, la culpa o el orgullo, que hay que investigar si son exclusivamente nuestras", señala Arsuaga.

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"[Charles] Darwin decía que sonrojarse era la única emoción exclusivamente humana, y es una señal social de que algo no estás haciendo bien", apunta Martín-Loeches. "Es un tipo de emoción muy curiosa porque uno desearía que no ocurriera y eso nos lleva a plantearnos cuál es su función", añade Arsuaga.

El codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos) cita como otro ejemplo de lo mucho que queda por investigar un estudio que señalaba como atributo clave para la evolución "el lanzamiento de proyectiles con puntería y fuerza, y destreza para evitarlos, especialmente en los machos": "La nuestra es la única especie que lanza objetos con puntería y fuerza. Los chimpancés, por ejemplo, no lo hacen, les falta coordinación. Y seguramente es imprescindible para fabricar utensilios porque hay que tallar, golpear una piedra con la otra y hay que tener puntería. Tiene que haber sido muy útil para la supervivencia y la capacidad de alejar depredadores arrojando piedras con puntería", reflexiona Arsuaga. "Esto requiere adaptaciones en el cerebro para coordinar lo que se ve con lo que se hace", añade Martín-Loeches.

Lea el artículo completo en:

El Mundo Ciencia

21 de marzo de 2013

El "dilema del prisionero" al estilo de los chimpancés

Chimpancé

"No encuentras un montón de gente trabajando con chimpancés en las escuelas de negocios".

La frase, entre en broma y en serio, se la dice a BBC Mundo Alicia Melis, profesora de ciencias del comportamiento de la británica Warwick Business School.

Sin embargo, como los grandes logros de la humanidad han ocurrido gracias al trabajo en equipo, la profesora decidió estudiar cómo se relacionan la cooperación, reciprocidad y el trabajo en equipo en nuestros parientes primates más cercanos: los chimpancés.

"Quisimos saber de dónde viene la capacidad humana de cooperación y trabajo en equipo y si este es un elemento único nuestro o no", explicó la doctora Melis, investigadora a cargo del proyecto.

La investigación arrojó que los chimpancés no sólo pueden coordinar acciones con los demás, sino también comprender que la necesidad de ayudar a un compañero puede ser fundamental a la hora de lograr un objetivo común.

El estudio, realizado en conjunto por los científicos de Warwick Business School, Reino Unido, y el Instituto Max Planck para la Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, fue publicado en la revista Biology Letters.

Cooperar o morir. O al menos, perder

Chimpancé

¿Cooperar o no cooperar? He ahí el dilema.

Un rastrillo, un palo, una caja cerrada y, por supuesto, un trofeo dentro de ella, compusieron los elementos del experimento.

El estudio se realizó con 12 chimpancés del Santuario de Agua Dulce en Kenia, refugio de chimpancés "huérfanos", que han sido comercializados ilegalmente como mascotas o salvados de convertirse en "carne de monte" del comercio.

Los animales fueron puestos en pares, frente a una caja de plástico sellada. El chimpancé de la parte trasera debía empujar las uvas sobre una plataforma, utilizando un rastrillo. El chimpancé en la parte delantera debía empujar un bastón grueso a través de un agujero para inclinar la plataforma. Si ambos hacían su parte de la tarea, las uvas caían al suelo y ambos podían disfrutar del trofeo.

Las herramientas eran entregadas a uno de los primates del equipo, el cual debía cuál de ellas le entregaría a su pareja. Diez de los 12 individuos lograron entender que debían compartir las herramientas y el en el 73% de los casos la decisión sobre cuál herramienta ceder fue la correcta.

Cuando se trata de acceder a alimentos, los chimpancés son generalmente bastante competitivos y "prefieren trabajar solos y monopolizar todas las recompensas de comida", explica la profesora. Sin embargo, el experimento demostró que "están dispuestos y son capaces de soportar un socio estratégico en el desempeño de su papel cuando su propio éxito depende de la pareja".

Ayuda interesada

Ni los humanos ni los chimpancés son especies únicas a la hora de cooperar para lograr objetivos conjuntos. ¿Cuál sería entonces la novedad?

Según Melis, en otros grupos de animales, "el nivel de coordinación intencional que subyace a estas acciones de grupo no está claro y el éxito podría deberse a acciones independientes pero simultáneas hacia la misma meta".
"Utilizaron un nivel de razonamiento mucho mayor del que pensábamos"

Alicia Melis, profesora de Warwick Business School

Sin embargo, según el equipo a cargo del estudio, este proporcionaría por primera vez una relación de coordinación y trabajo en equipo que pasa por la comprensión.

"Lo sorprendente es que en un punto entendieron que su pareja necesitaba ayuda y que, si no cooperaban, no lograrían el objetivo", le comentó Melis a BBC Mundo.

Esto demuestra que pueden trabajar estratégicamente juntos, al igual que los humanos

"También nos sorprendió que cometieron muchos menos errores de los presupuestados. Utilizaron un nivel de razonamiento mucho mayor del que pensábamos", aseguró la investigadora.
Fuente:
BBC Ciencia 

2 de marzo de 2013

La chimpancé que ayudó a hablar por primera vez a un niño autista

Un niño ante un chimpancé en el Zoo de Colywn Bay (Gales, Reino Unido). | EM

Un niño ante un chimpancé en el Zoo de Colywn Bay (Gales, Reino Unido). | EM
Es común que los niños con autismo no comiencen a hablar hasta pasados varios años tras su nacimiento. En una ocasión, un grupo de chicos con esta enfermedad visitó a Gina, una hembra de chimpancé que vive en el Zoo de Sevilla, a la que ya dedicamos un blog anterior debido a su sorprendente afición a ver ciertos programas de televisión. Los padres estaban acompañando a sus hijos cuando pasado un buen rato llegó la hora de marcharse. Los chicos comenzaron a recoger, pero Gina y uno de los niños autistas se quedaron inmóviles, pegados contra el cristal sin dejar de mirarse fijamente el uno al otro.

El padre le intento apresurar:"¡Vamos, ya es hora de irnos!" Fue entonces cuando se produjo un hecho asombroso. El niño, que nunca había pronunciado palabra, giró la cabeza y le dijo al padre: "quiero quedarme un rato más papá...". En aquel instante, se erizaron los pelos de emoción a todos los asistentes y su padre comenzó a llorar de emoción. Hasta entonces nadie sabía cómo era su voz.

Esta semana se ha publicado en la revista 'Plos ONE' una investigación cuyos resultados demuestran que los niños con autismo mejoran sus interacciones sociales con otros compañeros cuando estos están en contacto con conejillos de indias (cobayas) frente a los datos obtenidos cuando solo tenían juguetes.
Otros estudio publicado en el 'Journal of Psychoneuroendocrinology' en 2010 también concluía que los perros ayudaban a estos niños a sentirse mejor, ya que se relajaban más a la hora de expresar sus sentimientos y necesidades.

Esto es fundamental para que se socialicen con su entorno familiar y de amistades, además de desarrollar habilidades psicomotrices. Los niveles de cortisona en saliva -una hormona asociada al estrés-, se medían antes y después de la interacción con los perros. Los resultados ponían de manifiesto que los niveles de esta hormona descendían enormemente gracias a la presencia de los canes.

¿Pero por qué sucede esta increíble conexión entre los animales y las personas con autismo? La profesora de conducta animal de la Universidad Estatal de Colorado, la doctora Temple Grandin, sufre de síndrome de Asperger, que es una variante de autismo. Al igual que otras personas con este diagnóstico, Grandin mantiene relaciones estrechas y afectuosas con los animales.



Sus investigaciones han provocado en el pasado cambios drásticos en algunas granjas y mataderos de Estados Unidos para convertirlos en lugares un poco menos aterradores. Ella misma probó algunos de los mecanismos que se utilizan con el ganado para comprobar qué sentían los animales. Los detalles que los que es capaz de percibir nos ayudan a desvelar algunas claves del por qué de esta habilidad para conectar con otros seres vivos.

Grandin sostiene que al igual que los autistas, los animales tienen emociones sin contradicciones, lo cual genera una comunicación sin interferencias. Los animales no son capaces de usar metáforas o dobles sentidos que los humanos solemos crear mediante el lenguaje. Estos son difíciles de interpretar para las personas con esta problemática. Es sabido que en algunos casos los niños autistas toman de manera literal expresiones que son inofensivas para el resto, como por ejemplo "te voy a comer", las cuales les aterra hasta que aprenden que no se trata de algo real.



Según Grandin, su habilidad se basa en el pensamiento visual, manera en la que probablemente piensan muchos animales. Debido a que su memoria se basa en fotografías, el pensamiento mediante imágenes le permite percibir detalles que aterrorizan o agradan a los animales, como sombras, refugios, pasadizos, reflejos metálicos o instalaciones oscuras. Esta manera de percibir la realidad de algunos autistas les sirven de puente para conectar con un mundo de criaturas de cuatro patas los cuales proporcionan confianza y seguridad.

Pero los efectos beneficiosos de los animales sobre las personas no se restringen al autismo. Del mismo modo, ya se ha probado en numerosas ocasiones que la presencia de animales provoca grandes mejoras en casos de depresión, baja autoestima o fobia social.

Fuente:

El Mundo Ciencia 

22 de diciembre de 2012

El 'pegamento social' de la Navidad

Comida solidaria de Navidad en un colegio de Valencia. | Benito Pajares

Comida solidaria de Navidad en un colegio de Valencia (España) | Benito Pajares
En los próximas dos semanas, millones de personas de todo el mundo compartirán mesa con familiares y amigos. Ya sea con motivo del solsticio, la despedida del año o la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret, cumpliremos con algunos rituales y celebraciones que llevan celebrándose desde hace milenios. Lo que todos ellos tienen en común es su origen religioso.

Los antropólogos situamos el origen de la religión en los primeros 'Homo sapiens'. Pensamos que tuvo que ser en esa época por las pinturas halladas en las cuevas y algunos esqueletos de hace 30.000 años enterrados ritualmente con ocre, señal de que probablemente creían en la vida después de la muerte.

Aunque con formas y fondos muy diversos, la religión es un fenómeno universal entre los cazadores-recolectores y ha emergido en todas las sociedades modernas del mundo. Desde sus orígenes, entre otras funciones, la religión ha servido como instrumento de cohesión. Algo así como un pegamento social que favorece la unión de sus miembros y recuerda simbólicamente algunos de sus valores y necesidades más importantes. En las fiestas o rituales, es donde estos se hacen más visibles y evidentes.

Varios expertos creen que las raíces del ritual como modo de festejo pueden rastrearse en los animales. En el juego y en la celebración, por ejemplo, se dan comportamientos y emociones muy similares. Cuando los chimpancés ven a un compañero conseguir una comida que saben que compartirá con ellos, se excitan y dan saltos de alegría anticipándose a la recompensa.

También se ha observado que los chimpancés del Parque Nacional de Gombe (Tanzania), al aproximarse a las cataratas y rápidos del río, contagiados por el sonido que producen, comienzan a bailar y jugar solos. Después, suelen quedarse sentados, hipnotizados, mirando como van y vienen sus aguas.




Vídeo 1: La fascinación de los chimpancés ante las cataratas

Jane Goodall cree que los chimpancés también tiene algún tipo de espiritualidad, solo que no pueden hablar de ello como nosotros hacemos. Puede que en la contemplación de la naturaleza resida el origen de la religión.

Las fiestas y celebraciones son fundamentales para recordar los vínculos existentes y recordar las alianzas dentro y fuera de la tribu. A pesar de que no somos conscientes, los humanos usamos estos eventos con el mismo fin. Las bodas, bautizos y demás fiestas cumplen con este objetivo.

A nivel colectivo, la religión provee de un marco normativo a las acciones, en ausencia de tribunales y policías que aseguren las buenas prácticas. Es decir, son muy útiles para regular el comportamiento de las personas cuando interaccionan entre sí y no existen instituciones que vigilen o a las que se pueda acudir en caso de injusticia o agravio. En las fiestas se recuerda esta moral compartida.

Fuente:

YO Mono

Obviamente en una sociedad desarrollada ya no se necesita la religión. Pero siempre serán necesarias las convicciones y la fé. Un ser humano necesita fé para seguir por el camino; y sin conviciones profundamente arraigadas y que guíen nuestra conducta no somos personas sino individuos. Pero, ojo que al hablar de fé no estamos hablando de una fé metafísica, sino de una fé en que la Humanidad, con las herramientas (materiales y espirituales) que posee, puede transformar el mundo en un lugar de paz, justicia, libertad y solidaridad.

La fé no puede estar en un ser mítico que vive en el más allá, la fé tiene que estar puesta en el hombre y en la ciencia y las enseñanzas que podemos sacar de nuestra historia. Las sociedades actuales, bajo el signo de las políticas económicas neoliberales,  están en decadencia; y corresponde a los hombres de buena voluntad transformar estas sociedades. Las sociedades nuevas no llegarán gracias a la mano invisible de dios o a la mano invisible del libre mercado; las sociedades actuales necesitan ser destruidas, y de sus ruins emergerán las sociedades nuevas.

13 de junio de 2012

Completado el último genoma de gran simio, el bonobo



Bonobo, Primate
   
Un equipo internacional de científicos ha logrado secuenciar en su totalidad el genoma del bonobo, el último gran simio sin secuenciar, y ha señalado que se distingue de los chimpancés en un 0,4 por ciento y que, pese a ser muy parecidos genéticamente, mantienen un comportamiento "muy diferente".
  
 Según el estudio, en el que ha participado un investigador del Instituto de Biología Evolutiva, un centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad Pompeu Fabra, y que ha sido publicado en la revista 'Nature', los chimpancés y los bonobos están "más estrechamente relacionados" y su genoma coincide en un 99,6 por ciento, frente al 1,3% de genoma que separa a estos simios del ser humano. El trabajo destaca que la secuenciación del genoma del bonobo puede ayudar a entender el comportamiento de los humanos.
  
 Para el investigador Tomás Marqués-Bonet, se trata de un "importante hito científico" que puede proporcionar un mayor conocimiento de las relaciones entre dichas especies animales y de éstas con los seres humanos. "Una vez obtenida la secuencia del genoma del bonobo, se alcanza el objetivo propuesto de secuenciar el genoma de todos los otros grandes simios: chimpancé, orangután y gorila", ha precisado.
  
 Los bonobos son una especie de simios cercana al chimpancé y tienen comportamientos sociales muy diferentes, a pesar de que ambas especies se separaron hace apenas un millón de años.
  
 El científico comenta además que mientras el chimpancé tiene un comportamiento más agresivo con "episodios más frecuentes de guerras entre tribus" y un "fuerte componente territorial", el bonobo se caracteriza por su carácter pacífico y su alto nivel de actividad sexual. "En los bonobos, el sexo tiene una función de unión social, pacificadora y de reducción del nivel de estrés", añade.
  
 Además, apunta que el estudio de la relación genómica entre bonobos y chimpancés parece indicar que hubo un proceso de creación de especies limpio y sin cruces posteriores.
   
En cuanto a los territorios que ocupan ambas especies, se sitúan en África Central y están muy próximos, únicamente separados por el río Congo. Se cree que la formación de este río pudo ser la causa de la evolución del antepasado de los chimpancés y los bonobos en dos especies de simios distintas.

Los primos màs cercanos

   La investigación recuerda que los bonobos y los chimpancés son los parientes vivos más cercanos genéticamente a los seres humanos. De promedio, el genoma humano difiere en la misma proporción de los bonobos y de los chimpancés.
   
Concretamente, el estudio revela que en algunas regiones concretas, los seres humanos están más cerca de los bonobos que de los chimpancé y viceversa.
   
"Nuestro objetivo era buscar las bases genéticas que pudieran explicar las diferencias de comportamiento entre bonobos y chimpancés. Hemos localizado unos pocos genes candidatos, pero se necesitará seguir investigando para determinar si estas regiones contribuyen de algún modo a las diferencias y similitudes de comportamiento entre seres humanos, chimpancés y bonobos", concluye Marquès-Bonet.
   
Para la investigación, los investigadores han secuenciado el genoma de Ulindi, una hembra bonobo del zoológico de Leipzig (Alemania).

Fuente:

21 de mayo de 2012

Santino, un chimpancé que prepara sus ataques a los visitantes del zoo

Esconde sus proyectiles antes de la llegada de los visitantes, lanzándolos a la multitud en cuanto pasan por delante de su recinto. Una situación que puede parecer cómica o resultar interesante para los investigadores, pero que no deja de ser una muestra más del desagrado que sienten los animales recluidos en los zoológicos ante las continuas visitas.

Santino, un chimpancé macho recluido en el zoológico de Furuvik, en Suecia, diseña ataques cada vez más complejos contra los visitantes del centro.


Al principio, Santino era famoso por lanzar piedras y otros proyectiles a los visitantes que le molestaban. Pero ahora ha mejorado su técnica, innovando en una forma que requiere de un pensamiento planificado, basado en el engaño y la previsión de situaciones futuras.


«Después de que un grupo de visitantes abandonara la zona del complejo, Santino fue al interior del recinto y trajo un buen montón de heno, que colocó cerca de la sección del visitante, e inmediatamente después guardó unas piedras debajo», explicó el investigador Mathias Osvath, director científico de la Estación de Investigación de Primates Furuvik, en la Universidad de Lund.


 «También colocó algunos proyectiles atrás. Después de esto, se sentó al lado de la paja y esperó. Cuando volvieron a llegar visitantes, él esperó a que estuvieran cerca y, sin ningún tipo de manifestación previa, se puso a lanzar piedras contra la multitud.»

Según Osvath, calcular estos ataques por sorpresa a los visitantes demuestra un pensamiento muy avanzado, generalmente asociado en exclusiva a los seres humanos.
 
«Lo más interesante es que Santino hizo estos preparativos cuando los visitantes se encontraban fuera, incorporando innovaciones en su comportamiento y reproduciendo mentalmente un resultado futuro.»


Los investigadores creen que la recombinación de las experiencias anteriores, junto con la innovación «es una buena señal de las capacidades de previsión y sofisticación del pensamiento en los chimpancés.»


Escondite de los proyectiles de Santino

Situación de los proyectiles preparados por Santino
Fuente: 

Independientemente de nuestras capacidades cognitivas, todos los animales compartimos una misma cualidad básica y fundamental a la hora de ser respetados: somos capaces de experimentar dolor y placer, tristeza y alegría, miedo y deseos y, por tanto, somos individuos con intereses propios que no deberían ser frustrados por otros.


Los zoos, al contrario de lo que mucha gente se imagina, son centros donde los animales sufren y padecen todo tipo de privaciones. A los animales en los zoos se les enjaula de por vida privándoles de la posibilidad de desarrollarse según sus intereses y necesidades.


Si te importan los animales no vayas al zoo. Educa a tus hijos en el verdadero respeto por todos los individuos, independientemente de su especie.

Fuente:

Igualdad Animal

27 de marzo de 2012

Los humanos, bípedos para llevar su comida a cuestas



Transportar cosas de aquí para allá, llevarse las propiedades a buen recaudo, acumular. Hace entre seis y tres millones de años, unos primates se pusieron de pie con la intención de tener las manos libres para acarrear cosas de un lado a otro. Fueron unos primeros pasos que comenzaron a transformar su organismo y su mente, hasta llegar a ser humanos.

Esta es la hipótesis que mantiene un equipo de investigadores de Estados Unidos, Inglaterra, Japón y Portugal, que han realizado un estudio con chimpancés de los bosques de Bossou, en Guinea Conakry.

Los antropólogos han estudiado chimpancés que viven en libertad en el bosque de Bossou, en Guinea Conakry. Durante 44,5 horas de observación de este laboratorio natural, contabilizaron hasta 742 ocasiones en las que 11 individuos transportaban cosas de un lugar a otro.

"Estos chimpancés proporcionan un modelo de las condiciones ecológicas bajo las cuales nuestros antepasados más tempranos pudieron haber comenzado caminar en dos piernas", ha declarado Brian G. Richmond, de la Universidad George Washington (EE.UU) a 'ScienceDaily'. "Algo tan sencillo como trasladar cosas, en condiciones adecuadas, puede estar en el origen de nuestra especie", apunta.

Las ricas nueces de cola

El trabajo realizado en Bossou confirma lo que ya sugería Gordon Hewes en un estudio previo de hace 60 años: los chimpancés, dijo, se ponen de pie para llevar alimentos. Lo que no supo precisar Hewes entonces es que lo hacen, especialmente, cuando se trata de algo que no es abundante a su alrededor, por lo que se esfuerzan por apropiárselo por si no vuelven a encontrar ese manjar en mucho tiempo. Al ponerse sobre dos piernas, liberan las manos, y así tienen mucho más fácil el traslado.

Por las fechas que se manejan del ADN y los fósiles y por los datos paleo-ambientales, se sabe que el bipedismo surgió en un momento de cambio climático, en el que los bosques estaban en retroceso y comenzó a extenderse la sabana. Ello podría haber provocado, mantienen los investigadores, que las explosiones de actividad bípeda se sucedieran ante la escasez de alimentos, una presión que fue generando cambios anatómicos fruto de la selección natural.

El artículo se fundamente en dos estudios. Uno es el realizado en la Universidad de Kyoto. En este caso, Ttsuro Matsuzawa permitió el acceso de los chimpancés salvajes a varias combinaciones diferentes de nueces: de palma de aceite (muy común) y de cola (escasas y más preciada por ello).

La presión de la competencia

Supervisó el comportamiento de los simios en tres situaciones: con muchas nueces de palma, con pocas nueces de cola y con muchas de estas últimas. Y quedaron claros sus gustos: las de cola eran las preferidas y competían por hacerse con un gran número de ellas.

Pero, además, cuanto más presión competitiva había, con mayor frecuencia caminaban sobre dos patas para poder acumular las preciadas nueces en las manos. Las ocasiones en las que se pusieron de pie se multiplicaron por cuatro en estas circunstancias. Y es que yendo erguidos incluso podían ir engulléndolas mientras iban de un lado a otro.

Un segundo estudio, realizado por Kimberley Hockings, de la Universidad de Oxford Brookes se extendió durante 14 meses. En ese tiempo, se repitieron diferentes situaciones en las que tenían que competir por recursos escasos. En este caso, hasta un 35% de la actividad de los chimpancés requirió movimientos bípedos, casi siempre cuando querían acumular lo más posible en sus manos.

Todo ello indicaría que el bipedismo tiene su origen en este 'ansia' de acumular, que seguimos practicando, aunque otros expertos creen que el ponernos de pie tuvo más de una ventaja. Así opina Manuel Domínguez-Rodrigo, director del proyecto hispano-tanzano de paleoantropología en Olduvai (Tanzania). "En mi opinión es una explicación buena pero parcial porque el bipedismo fue plurifuncional", asegura a ELMUNDO.es.

En concreto menciona, que a nuestros ancestros les permitió tener una visión mayor del entorno para detectar a los depredadores, una menos exposición a la radiación solar, ahorro de energía en desplazamientos largos, y también el transporte, no sólo de comida, sino de armas.

"Por ello, creo que el trabajo está bien, pero es incompleto en sus conclusiones", concluye el investigador.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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