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15 de marzo de 2019

La creatividad es más importante que la matemática: experta del MIT

La especialista estadounidense en Educación Jennifer Groff e investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), de Estados Unidos, hace parte de los expertos que defienden la llamada Enseñanza Basada en Competencias (EBC), que se enfoca en desarrollar habilidades y raciocinio en vez de memorización de contenido.

Para el alumno del siglo 21, habilidades como el pensamiento crítico, la colaboración y la creatividad son mucho más importantes que la enseñanza a través de fórmulas o contenido memorizado y sin contexto.

Los contenidos tradicionales como matemáticas o incluso más nuevos, como lenguaje de programación, de nada sirven si se enseñan sin aplicación en el mundo real y sin razonar.

Es lo que dice la especialista estadounidense en Educación Jennifer Groff, cofundadora del Center for Curriculum Networkign e investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), de Estados Unidos, donde lidera el desarrollo del diseño de juegos para uso en las aulas.

"No se puede enseñar fuera de contexto. Para que exista la esperanza de que al final entiendan todo lo demás (los niños) tienen que comenzar a adquirir experiencia con los problemas reales a lo largo del vida", dice.

Groff es autora de estudios sobre temas curriculares, enseñanza personalizada y sobre cómo redefinir ambientes de aprendizaje y experiencias a través de innovaciones y tecnologías educativas. El año pasado, fue nombrada una de las 100 personas más influentes en tecnología de la educación por la revista Ed Tech Digest.

La especialista también es desde 2017 directora pedagógica de Lumiar, organización de escuelas y tecnologías de aprendizaje creada en Brasil.

Groff explica por qué un número cada vez mayor de expertos defienden la llamada Enseñanza Basada en Competencias (EBC) que se enfoca en desarrollar habilidades y raciocinio en vez de memorización de contenido.

En ese sistema, los alumnos aprenden a través de la realización de proyectos, en lugar de recibir un contenido listo dividido en disciplinas. Esta enseñanza tampoco depende de materiales como libros didácticos o división de los alumnos en grados.

La metodología fue elegida como una de las más innovadoras por la OECD (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) en 2017 y está siendo implementada en escuelas de países como Holanda, Estados Unidos, Inglaterra y Finlandia.

A pesar de las diferencias, las escuelas que siguen el método se adaptan para no dejar de seguir las directrices obligatorias de educación de cada país.

El artículo completo en: Semana
 

17 de septiembre de 2018

UNI gana competencia mundial de programación al superar a Rusia y EEUU

Concurso ‘HackerRank’ contó con participación de 4 mil universitarios.


Un grupo de investigadores del Centro de Tecnologías de Información y Comunicaciones de la Universidad Nacional de Ingeniería (CTIC UNI) se consagró campeón mundial del prestigioso Ranking de competencia de programación ‘HackerRank’.

El concurso, que contó con más de 4 mil participantes, se realizó a través de la web del HackerRank, en la cual los concursantes midieron sus destrezas ante 7 problemas de programación planteados por las empresas más reconocidas en el rubro tecnológico.

Los estudiantes compitieron en dos categorías: individual y a nivel de universidades. En la primera, la Universidad Nacional de Ingeniería logró posicionar a seis alumnos entre los 100 primeros puestos.

En tanto, en la segunda modalidad la UNI se posicionó como la universidad con mejor promedio ponderado, superando a competidores de la India, China así como del ITMO de Rusia y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), entre otras.
 
Para participar en la segunda categoría, las instituciones debían contar con al menos 10 participantes, lo que limitó al Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). De este modo, la UNI logró superar su participación en la misma competencia en marzo de este año, cuando quedó en quinto lugar.

El equipo de estudiantes de la Facultad de Ingeniería y de Sistemas (FIIS) y de la Facultad de Ciencias (FC) -conformado por Miguel Mini, Víctor Galván, Felipe Montañez, Sergio Rojas, José García, Diego Ucharima, Daniel Chávez, Andrés Ocaris, Diego Hurtado de Mendoza Gonzáles y Hans Acha- obtuvo 284.1 puntos en la competencia ‘University CodeSprint 5’ del HackerRank.

“Estamos muy felices por nuestro desempeño pues hemos superado a universidades de alto nivel mundial, dejando en alto el nombre de la UNI y nuestro país, y además porque estamos en la mira de empresas transnacionales interesadas en nuestro talento”, indicó Víctor Galván, uno de los participantes.

‘HackerRank’ es una organización que realiza competencias a nivel mundial orientadas a medir las habilidades de personas que postulan a plazas de trabajo en temas de programación en las empresas top del mundo tecnológico. La propuesta se presenta como un referente mundial en el rubro y otros sectores de emprendimiento e innovación.
 
 

3 de septiembre de 2016

El estrés de la ciudad vuelve a los pájaros más agresivos

El ritmo estresante de la ciudad vuelve a las aves más agresivas, según un estudio realizado en Estados Unidos que revela que el gorrión melódico es más agresivo a la hora de defender su territorio urbano que sus congéneres del mundo rural. La investigación, publicada recientemente en la revista científica Biology Letters, ha sido realizada por investigadores del Instituto Politécnico y Universidad Estatal de Virginia (Balcksburg, EEUU). 

El trabajo sugiere que el comportamiento más violento de los pájaros urbanos se debe a que cuentan con menos espacios pero más recursos para defenderse, ya que vivir entre los humanos proporciona mejor alimento y refugio pero acarrea mayor competencia para hacerse con esos recursos, más limitados. 

Los científicos midieron en nivel de agresividad territorial de machos de gorrión melódico (Melospiza melodia), una especie muy extendida en Norteamérica, en diferentes áreas rurales y suburbiales de la región de New River Valley (Virginia, EEUU). En concreto, reprodujeron en cada espacio la grabación del canto de un gorrión melódico y observaron las reacciones de los habitantes de la zona ante la intrusión. En los puntos más urbanizados, los gorriones se acercaban más al altavoz, batiendo sus alas furiosamente, y se unían al canto fuerte del altavoz para después iniciar un trino más apagado que los investigadores asocian con un ataque inminente. En el caso de los gorriones de campo, el vigor de la reacción era sensiblemente inferior. 

La investigación apunta que, de acuerdo con las estimaciones de la ONU de que la población mundial alcanzará los 9.600 millones en 2050, es preciso analizar las variaciones de comportamiento de las aves ante la expansión del ser humano con el fin de garantizar que las ciudades sean espacios "amigables para la biodiversidad". 

El artículo completo en:

El Mundo (España)

25 de diciembre de 2015

Los vencedores son más agresivos


Un estudio revela que los ganadores de una competición se comportan de forma más agresiva hacia los perdedores que a la inversa. El trabajo, que se publica en la revista Social Psychological Personality Science, es el primero que examina el comportamiento de los competidores hacia las personas con las que se enfrentan.

Los investigadores realizaron tres experimentos con estudiantes de Francia y Estados Unidos, que consistían en diferentes pruebas en las que tenían que competir con unos adversarios que en realidad no existían. Después de la primera prueba, a la mitad de los participantes se les decía que habían ganado y a la otra mitad que habían perdido. En un segundo ensayo los que perdían recibían un "castigo" como beber un refresco con picante o escuchar un sonido estridente. Los participantes podían decidir tanto la cantidad de picante como la intensidad y duración del sonido que recibirían sus adversarios. Los resultados mostraron que quienes supuestamente habían ganado en la prueba anterior añadían más picante a la bebida y sometían a sus contrincantes a sonidos más altos que los que habían perdido.

"Parece que las personas tienen una tendencia a pisotear a aquellos a los que han derrotado", explican los autores, de la Universidad de Ohio. "Los perdedores, sin embargo, no reaccionan con más agresividad de la habitual contra los que les han ganado". El siguiente paso, indican, será estudiar si los vencedores son agresivos solo con las personas a las que han derrotado, o si bien mantienen este comportamiento con todo el mundo.

Fuente:

Muy Interesante

1 de diciembre de 2014

Las plantas reconocen a sus vecinas: Si son parientes, trabajan en equipo. Si no lo son, compiten




Si las plantas parientes colaboran entre sí cuando están juntas, se podrían cultivar más cerca la una de la otra para aprovechar mejor el espacio. 

 
Si son parientes, trabajan en equipo, colaboran entre sí. Si no lo son, compiten la una con la otra.

Esto es lo que descubrió un equipo de investigadores argentinos que analizó cómo se comportan las plantas ubicadas en una hilera.

No sólo hallaron que eran capaces de reconocer a sus parientes por la forma de su tallo y sus hojas, sino también descrubrieron que la relación de parentesco las hacía actuar en consecuencia.

"Notamos que cuando acomodamos las plantas en hileras, muy cerca la una de la otra, simulando la situación típica de un cultivo, las plantas que estaban genéticamente relacionadas entre sí, posicionaban sus hojas hacia los espacios libres, fuera de la hilera", le explica a BBC Mundo Jorge Casal, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (Conicet) y líder el estudio.

"En cambio, cuando mezclábamos plantas de la misma especie de distintos grupos genéticos, las plantas disponían sus hojas al azar, en cualquier dirección", añade.

Es decir, cuando la planta reconoce que su vecina es pariente, amontona sus hojas para minimizar la interferencia y permitirle aprovechar mejor la luz del sol.

Si no es pariente, distribuye sus hojas en cualquier dirección para aprovechar al máximo la luz disponible.

El estudio, publicado recientemente en la revista especializada New Phytologist, puede traer beneficios para la agricultura, ya que abre nuevas posibilidades en cuanto a cómo maximizar el rendimiento de las cosechas en función del espacio libre para cultivar.

Lea también: Plantas que no ven, plantas que no crecen

El artículo completo en:

BBC Ciencia

15 de junio de 2014

Dinosaurios: quién lo tiene más grande...

La fascinación por los dinosaurios está con nosotros desde antes incluso de que fuésemos conscientes de que existían. Históricamente cualquier excusa ha sido buena para inventar extraños animales imaginarios que, casi siempre, cumplen dos requisitos: ser grandes y feroces. Y así, en ese concepto, tenemos hermanados a tipos tan dispares como un europeo medieval con sus dragones, un babilonio esculpiendo a los defensores de la puerta de Ishtar o un aguerrido hombre azul del desierto atemorizando a sus niños con los jobarias.
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Por lo tanto, ¿cómo no íbamos a ver el cielo abierto cuando los naturalistas del XIX nos dijeron que habían existido unos enormes reptiles millones de años atrás? Y, aún mejor, que habían dominado la Tierra y que eran grandes y feroces. Ambas condiciones necesitan algunos matices: algunos dinosaurios nunca superaron el tamaño de una gallina y muchos sólo formaron rebaños de tranquilos consumidores de vegetales. Pero no estamos para miramientos, los dinosaurios nos permiten satisfacer nuestras necesidades de monstruos. Necesitamos someterlos al enciclopédico y preciso seguimiento científico, ahí está la paleontología. Necesitamos que sigan alimentando nuestras pesadillas, ahí está el relato fantástico o el cine. [Ahora llega Godzilla a la cartelera]. Sólo tenemos que darnos un vuelta por la red para confirmar que los dinosaurios siguen teniendo enorme poder de atracción, y no es necesario desempolvar a Jung y recurrir a la psicología profunda para encontrar dos razones primarias para la fascinación: eran grandes y feroces.

Los 7 patagónicos

Y en esto estábamos cuando la paleontología de dinosaurios nos lanza una noticia magnífica. Un grupo de paleontólogos argentinos ha hallado en el Cretácico Superior de Patagonia un yacimiento con restos de hasta siete de los dinosaurios más grandes que hayan pisado este planeta. La imagen es espectacular, los fósiles se exhiben en la superficie del yacimiento ofreciendo una barra libre de información tanto sobre las faunas del Cretácico de Patagonia, como sobre la evolución del grupo de dinosaurios al que pertenecen o la biología de los animales más grandes que han habitado la tierra.
Pero no debería extrañarnos que la fascinación por los dinosaurios conviva con otro de los rasgos que caracteriza a los humanos: la competitividad. Con estos elementos, el coctel está servido y, ante tamaño espectáculo de huesos en un descampado en Patagonia, se nos cuela otra vez el titular (no necesariamente no provocado por los propios investigadores): ¡Encontramos el dinosaurio más grande del mundo!

El caldo de cultivo en el que se mueven los paleontólogos de dinosaurios es particular. Tipos que pueden hacer el más preciso de los trabajos de investigación para desentrañar una mínima fracción de la historia de la vida o que son capaces de manejar con soltura los más complejos conceptos de la evolución, de repente, ante el espectáculo de una excavación (que probablemente han consumido años de preparación previa y semanas de durísimo trabajo físico) no resisten la tentación de parar, tumbarse al lado del hueso más grande y, con una sonrisa pánfila, pasar a su imaginario personal haciéndose una foto con el gigante recién cazado (dragón, jobaria o cualquier otro monstruo). Y no puedo culparles... yo tampoco puedo evitarlo. Pero, volviendo al tema. Ser un gigante, y más aún ser el mayor de los gigantes, marca un hito. Nos permite precisar uno de los límites de la viabilidad de los vertebrado terrestres.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

20 de noviembre de 2013

Los orígenes de la competitividad o "¿Por qué a la gente le gusta tanto ganar?"

Porque, al igual que otros animales, los seres humanos evolucionaron mediante la competencia y la selección natural. Los primeros humanos que tenían un fuerte deseo de superar a los demás habrían encontrado comida de mejor calidad o mejores parejas, y pasaron el deseo de ganar a las siguientes generaciones.

En la mayoría de las sociedades los hombres son más competitivos que las mujeres, y esta diferencia ya se nota desde los tres años de edad.

El deseo de mostrar la propia superioridad, de pertenecer al equipo ganador es parte de la naturaleza humana. Sin embargo, este deseo no nos hace necesariamente felices.

Perder resulta doloroso, pero ganar -y la presión que implica el trabajo para conseguirlo- también puede ser muy estresante.

Fuente:

BBC Ciencia

14 de agosto de 2012

La felicidad del bronce frente a la decepción de la plata

Las expectativas determinan el nivel de satisfacción de los deportistas de élite con sus logros durante los Juegos Olímpicos. 

Medallistas gimnasia artística

Las tres medallistas de la final de barra de equilibrio lucen sus metales. La china Lu Sui, todavía llorosa, no muestra su plata. / london2012.com
 
El acervo popular asegura que los medallistas de bronce son más felices que los que logran la plata porque mientras que estos se comparan con el ganador, los terceros se consuelan comparándose con el cuarto, que no obtuvo metal. Este razonamiento se corroboró gracias a los resultados de un estudio de 1995 en el que los investigadores mostraron el rostro de los deportistas que quedaron segundos y terceros en las olimpiadas de Barcelona 1992: el bronce, paradójicamente, era más feliz que la plata.

Es cierto? ¿Cómo funciona este mecanismo? Una investigación reciente ha sido capaz de desentrañar las auténticas complejidades de esta teoría, cuyos resultados van más allá de un simple “mejor bronce que nada”. La élite olímpica refleja después de cada prueba en sus caras que la felicidad se basa en buena medida en las expectativas que cada uno se crea, según el análisis realizado por investigadores de las universidades de Boulder y Berkeley que publica la revista Journal of Experimental Social Psychology.

Los aficionados a la gimnasia pudieron asistir el pasado 7 de agosto a un episodio que ilustra a la perfección cómo funciona el mecanismo del que hablan estas investigaciones de psicología deportiva. La china Lu Sui lloraba desconsolada con su plata en la barra de equilibrio mientras la estadounidense Alexandra Raissman lucía encantada su bronce. Las lágrimas de Sui no eran por envidia de la ganadora y la sonrisa de Raissman van más allá del alivio de haber alcanzado el podio.

En el estudio de 1995 de Victoria Medvec, los investigadores mostraron grabaciones de los medallistas de plata y bronce a un grupo de estudiantes que no supieran nada de deportes tras finalizar su prueba, durante las entrevistas posteriores y subidos en el podio. Sin conocer su posición, el grupo puntuó el grado de felicidad de los atletas. El resultado: los terceros aparentaban ser sensiblemente más felices que los segundos.
Los medallistas de plata están eufóricos excepto cuando esperan el oro. Los medallistas de bronce están contentos salvo cuando sus expectativas eran más altas
El caso de la china Sui muestra, en cambio, que las cosas no son tan sencillas y cumple punto por punto con los resultados del trabajo de Boulder y Berkeley. Sui venía de ganar el oro en la prueba de barra de equilibrio en los Mundiales de Tokio del año pasado y esperaba alzarse también al escalón más alto de Londres. La decepción con respecto a su expectativa fue demasiado grande. Esa caída -que se produjo en su cabeza- de tan solo un escalón, del primero al segundo, fue como despeñarse por un precipicio para esta joven de 20 años.

“Los medallistas de plata están eufóricos excepto cuando esperan el oro. Los medallistas de bronce están contentos salvo cuando sus expectativas eran más altas”, concluyen en el estudio. Es más, un observador ajeno “incluso cree que los medallistas de bronce que superaron sus expectativas son más felices que los medallistas de plata que simplemente estuvieron a la altura de sus expectativas”.

El problema de Sui se agravaba por el hecho de que todos sus esfuerzos y esperanzas se concentraban en ese aparato, la barra, después de que China fracasara en la actuación de como equipo. Precisamente por culpa de la caída de la barra de una compañera, Linlin Deng, China se quedó fuera del podio. Deng, paradójicamente, fue la ganadora del oro por delante de Sui en este aparato.

Sin embargo, la norteamericana Raissman llegó a esa prueba tras ganar el oro con su equipo y aún le esperaba la posibilidad de ganar el oro en su entorno favorito, la prueba de suelo. Además, la puntuación de los jueces la situaron originalmente en cuarta posición: sólo alcanzó el bronce tras una reclamación exitosa

La expectativa real de quedar cuarta se transformó en alegría por el bronce, y no solo el llamado pensamiento contrafactual: “Al menos…”.

Oro, bronce y plataAmpliar

La bielorrusa Aliaksandra Herasimenia mira con gesto contenido su medalla de plata de los 50 metros lisos de natación. / london2012.com

Los investigadores quisieron ir más allá de los resultados de 1995. Para ello, reprodujeron los test de Medvec pero incluyendo las reacciones del primero y el cuarto de cada prueba. La puntuación obtenida por platas y bronces resultó ser bastante pareja. Además, se incluyó en el estudio un examen de aptitud verbal en la que se recompensaba a los participantes según sus resultados. Aunque la diferencia era mínima (7, 3, 2 y 0dólares), la decepción de los que quedaban segundos era manifiesta si se les había hecho creer que ganarían y la alegría de los que ganaban 2 dólares aumentaba si previamente pensaban que no ganarían nada.

“Los resultados demuestran los poderosos efectos de las expectativas sobre la felicidad humana. Los deportistas olímpicos también son seres humanos, con expectativas acerca de cuál será su rendimiento más probable. Comparan lo que logran con lo que se esperaban, y estas comparaciones pueden hacer sentir mejor a quienes obtienen resultados inferiores que a los que logran resultados superiores”, resumen los autores.

Sigue este tema:

#ciencia olímpica


REFERENCIA

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6 de marzo de 2012

Los vencedores son más agresivos


enfadoUn estudio revela que los ganadores de una competición se comportan de forma más agresiva hacia los perdedores que a la inversa. El trabajo, que se publica en la revista Social Psychological Personality Science, es el primero que examina el comportamiento de los competidores hacia las personas con las que se enfrentan.

Los investigadores realizaron tres experimentos con estudiantes de Francia y Estados Unidos, que consistían en diferentes pruebas en las que tenían que competir con unos adversarios que en realidad no existían. Después de la primera prueba, a la mitad de los participantes se les decía que habían ganado y a la otra mitad que habían perdido. En un segundo ensayo los que perdían recibían un "castigo" como beber un refresco con picante o escuchar un sonido estridente. Los participantes podían decidir tanto la cantidad de picante como la intensidad y duración del sonido que recibirían sus adversarios. Los resultados mostraron que quienes supuestamente habían ganado en la prueba anterior añadían más picante a la bebida y sometían a sus contrincantes a sonidos más altos que los que habían perdido.

"Parece que las personas tienen una tendencia a pisotear a aquellos a los que han derrotado", explican los autores, de la Universidad de Ohio. "Los perdedores, sin embargo, no reaccionan con más agresividad de la habitual contra los que les han ganado". El siguiente paso, indican, será estudiar si los vencedores son agresivos solo con las personas a las que han derrotado, o si bien mantienen este comportamiento con todo el mundo.

Fuente:

Muy Interesante

5 de marzo de 2012

Seres humanos: ¿Nacemos para "competir" o para "compartir"?

El pasado 5 de noviembre fui invitado a realizar una ponencia para la organización TEDx Zaragoza 2012, sobre la relación entre el comportamiento animal y la felicidad. Aunque muchos no vean la conexión a primera vista, lo cierto es que las conclusiones que extraemos sobre las motivaciones que mueven a las personas y animales en el día a día, acaban influyendo en cómo interactuamos unos con otros.

Científicos y filósofos han malinterpretado durante siglos la verdadera naturaleza de los animales humanos y no humanos, trasladando una imagen egoísta y violenta de nosotros que se puede resumir en los términos «ley de la selva» o «ley del más fuerte». Desde esta posición, es difícil generar y mantener relaciones satisfactorias con otros primates; condición esta, según los expertos en psicología positiva, que influye directamente en la felicidad de las personas. Si pensamos que el hombre es malo por naturaleza, cada vez que alguien se acerque a nosotros, siempre dudaremos de si están tratando de aprovecharse o lo hacen desinteresadamente.

De hecho, los principios económicos del sistema en el que vivimos, parten de esta asunción negativa del hombre, según la cual, todos buscamos siempre maximizar nuestros beneficios, incluso si es a costa de los demás. Ahora sabemos gracias a los experimentos con primates que no es así. Existen poderosas fuerzas dentro de cada uno de nosotros que nos impulsan a la cooperación y el altruismo. No se trata de negar la existencia del egoísmo y la competición, sólo de lanzar el mensaje de que hemos centrado la atención en comportamientos negativos por demasiado tiempo y estos son solo una pequeña parte de la historia. Y esta http://www.blogger.com/img/blank.gifes, sin duda, an idea worth spreading, es decir, una idea que merece la pena difundir.





Tomado de:

Somos Primates

22 de febrero de 2012

Ciencia revierte supuesto de que seres humanos son naturalmente competitivos

¿La humanidad es una comunidad de seres agresivos y brutalmente competitivos? No, responde cada vez más la investigación biológica, destacando la tendencia natural de los humanos y los animales superiores a la cooperación y la asistencia mutua.

"Los seres humanos tienen una gran cantidad de tendencias pro-sociales", dijo Frans de Waal, biólogo de la estadounidense Universidad de Emory, en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS), que finalizó el lunes en Vancouver, oeste de Canadá.

Una nueva investigación sobre los animales superiores, que abarca desde primates y elefantes hasta ratones, muestra que comportamientos como la cooperación tienen una base biológica, dijo De Waal, autor de "The Age of Empathy: Nature's Lessons for a Kinder Society" (La Era de la Empatía: Lecciones de la naturaleza para una sociedad más amable).

Hasta hace sólo 12 años, la opinión generalizada entre los científicos era que los humanos eran esencialmente "desagradables", pero con el tiempo desarrollaron una capa, aunque fina, de moralidad, dijo Waal dijo a los científicos y periodistas de 50 países reunidos en el foro, uno de los más importantes a nivel mundial.

Pero los niños humanos, y la mayoría de los animales superiores, tienen una "moralidad" en un sentido científico, porque necesitan cooperar unos con otros para reproducirse y transmitir sus genes, dijo.

Las investigaciones han refutado la visión dominante desde el siglo XIX, típica de la argumentación del biólogo Thomas Henry Huxley, de que la moralidad no está en la naturaleza sino que es algo creado por los seres humanos, dijo De Waal.

Y las afirmaciones comunes de que esta dura visión fue promovida por Charles Darwin, el llamado padre de la evolución, también están equivocadas, dijo.

"Darwin fue mucho más inteligente que la mayoría de sus seguidores", dijo De Waal, citando "El Origen del Hombre", la obra del científico británico que señala que los animales que desarrollan "instintos sociales bien marcados, inevitablemente adquirirán un sentido moral o conciencia".

De Waal mostró videos de laboratorio que revelan la angustia de un mono al que se le negó una recompensa que recibió otro mono, y de una rata dejando de comer chocolate con el fin de ayudar a otra rata a escapar de una trampa.

Esta investigación muestra que los animales naturalmente tienen tendencias pro-sociales de "reciprocidad, equidad, empatía y consuelo", dijo De Waal, un biólogo holandés en la Universidad de Emory en Atlanta, Georgia (sureste de Estados Unidos).

"La moralidad humana es impensable sin la empatía", señaló.

Preguntado sobre si la aceptación generalizada de la empatía como algo natural cambiará la intensa competencia en la que se basan el sistema económico y político capitalista, de Waal bromeó: "Yo sólo soy un observador de los monos".

Pero dijo a los periodistas que la investigación también señala que los animales solo muestran empatía a los animales con los que están familiarizados en su "grupo", e indicó que la comptencia es una tendencia natural de los hombres en un mundo globalizado.

La "moralidad" se desarrolló entre los humanos de pequeñas comunidades, dijo, y agregó: "Es un desafío ... es experimental para la especie humana aplicar al mundo entero un sistema destinado a grupos" pequeños.

Fuente:

Informe21
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