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25 de septiembre de 2013

Tienes el cerebro de un pingüino (de Madagascar)

Los “Pingüinos de Madagascar” son una suerte de actualización infantil del “Equipo A” de los 80. Un equipo de “pingüínos militarizados” que en cada episodio cumplen misiones tan descabelladas como entretenidas. Este equipo de cuatro pingüinos (al igual que pasaba en el “Equipo A”) llama especialmente la atención por tener 4 miembros con personalidades muy diferenciadas pero complementarias.

Para entender por qué este tipo de equipos (extremadamente diferentes pero complementarios tiene éxito) tenemos que viajar a Suiza a principios del siglo XX. Allí encontramos a Carl Gustav Jung, padre de la Psicología Analítica. Este coetáneo (y amigo) de Sigmund Freud sentó las bases para entender de forma clara por qué cada persona reacciona de una forma distinta ante situaciones idénticas. En su libro “Tipos Psicológicos” (Psychologische Typen, 1921), Jung detallaba dos actitudes básicas (introversión y extraversión) y cuatro funciones (pensamiento, sentimiento, sensación e intuición).




En una persona equilibrada, una de las funciones será dominante mientras que otras dos serán las auxiliares. Una de las funciones suele quedar inerte quedando únicamente como opuesta a la principal. En cada cuadrante estarán los pensamientos, sentimientos y repertorio conductual de cada indivíduo.


Si contrapusiésemos los dos cuadros, se formaría un cubo con 4 zonas diferenciadas.


De este modo, Jung nos presentaba que cualquier persona más allá de la actitud con la que decidiera (consciente o inconscientemente) actuar en cada momento o situación (introvertida o extrovertida) tenía una serie de pensamientos, sentimientos y repertorio conductual idénticos. 

De forma muy simplificada, podríamos decir que podemos clasificar a las personas en 4 tipos básicos, de los que podríamos conocer tanto la personalidad como la forma preferente de actuación en cada situación.

A decir verdad, lo único que Jung hizo fue plasmar de forma analítica lo que todos sabíamos desde hace siglos. Frases como: “la cabra tira al monte” y fábulas como la del escorpión y la rana no hacen más que aclarar que desde la antigüedad, podemos saber (aproximadamente) como se comportará una persona a la que conocemos bien en una situación concreta.

Vamos a hacer una pequeña prueba:

● Escribe en un papel una situación que consideres límite (un incendio en casa, un accidente en la piscina, una boda…)

● Ahora piensa en como se comportarían en ese caso las siguientes personas:
○ Tu jefe
○ Tu madre
○ Tu mejor amigo
○ Tu camarero favorito de tu bar favorito


Lea el artículo completo en:

NAUKAS

7 de septiembre de 2013

Si alguien nace ciego y sordo, ¿en qué lenguaje piensa?

No todo lo que pensamos necesita del lenguaje. Pensamos en términos de imágenes, patrones en tercera dimensión, gestos corporales, movimientos y casi cualquier cosa que hemos experimentado.

Helen Keller

Las personas que utilizan señas para sordos usan el lenguaje para pensar, pero lo hacen imaginando los movimientos de sus manos, no sonidos.

Si a un niño ciego o sordo nunca se le enseña un lenguaje, tendrá que depender de otras formas de pensar. A la mayoría, sin embargo, se les enseña un lenguaje por medio de algunos signos.

Uno de los casos más famosos es el de Helen Keller, quien se volvió sorda y ciega cuando tenía 19 meses de edad. Su maestra le empezó a escribir palabras en sus manos.

Keller llegó a ser una escritora y una activista política famosa. Se presume que pensaba usando este lenguaje del tacto.

Fuente:

BBC Ciencia

6 de septiembre de 2013

El hombre que estuvo atrapado en un presente "eterno"

Atrapado en un eterno presente - Cierta Ciencia podcast - Cienciaes.com

Cuatro centímetros y treinta segundos

La memoria a corto plazo

La memoria crea y define nuestra identidad, el sentido de quiénes somos y de cómo somos. Toda la información a la que estamos expuestos en nuestro día a día y que recibimos por los sentidos, entra al cerebro y se va procesando y almacenando para luego nutrir y forjar lo que somos. 

Hay quienes comparan este proceso con el funcionamiento de un computador: codificación de los datos que entran, clasificación y almacenamiento y luego la recuperación de esa información. Pero la neurobiología se ha encargado de demostrar que el cerebro funciona de una manera muchísimo más compleja. Cuando se envejece, por ejemplo, las funciones cerebrales cambian: algunas se vuelven más lentas y otras a cambio, más agudas – se dificulta memorizar un número de teléfono pero la comprensión de fenómenos generales se vuelve más precisa. Un computador funcionando así irá a parar a la basura.

Casi todos pensamos que la memoria de corto plazo es la que nos permite recordar eventos que han sucedido hace horas, días. Y que la de largo plazo nos trae recuerdos más lejanos, que nos pueden llevar hasta a la infancia. Pero no es así. La neurobiología nos cuenta que la memoria de corto plazo es un proceso que dura como máximo treinta segundos.

Así cuando estamos en un aeropuerto y nos dicen que nuestro avión sale por la puerta 6A, si no repetimos al menos un par de veces la información, o miramos en el tiquete el número, ya no sabremos por donde sale el avión. Si por el contrario hemos asociado el 6A con algo, si lo hemos “fijado” con cualquier recurso, ya esa información entra a formar parte de la memoria funcional, y se quedará guardada sin peligro de perderse, así el avión se atrase y nos dé por irnos a tomar un café o a visitar una librería.

El trabajo de la memoria funcional, consolidar, lo hace una estructura del cerebro con forma de caballito de mar, el hipocampo, sumergido en las profundidades de nuestros lóbulos temporales. Sin el hipocampo, no es posible fijar, más allá de los treinta segundos, toda la información que recibimos por el olfato, el oído, el tacto, el gusto, es decir todo lo que nos permite pensar, elaborar, crear, imaginar, querer, sentir, sufrir.

La terrible tragedia de Henry Gustave Molaison

Eso fue lo que le sucedió a un hombre conocido hasta el año 2008 como H.M., cuando murió y se le dio su nombre completo, Henry Gustave Molaison.

Henry vivió una infancia feliz con sus padres hasta que a los diez años empezó a sufrir lo que se llamaba hasta casi mediados del siglo pasado, un mal menor (petit mal), una especie de estupor que duraba poco y que lo alejaba del entorno. Cerraba los ojos y sudaba. Contaba a sus padres que se había ido y que no recordaba nada. Los empezó a sufrir a diario y a medida que crecía, su número aumentaba. Ya en la adolescencia pasó a ser un mal mayor, ataques epilépticos que lo alejaban de la escuela y que día a día lo incapacitaban más. Empezó a recibir dosis masivas de anticonvulsionantes, sin mejoría alguna.

Henry había sufrido un accidente con su bicicleta alrededor de los siete años, aunque no son muy claras las circunstancias. El resultado sí. Empezó a visitar médicos y especialistas aunque después de varios EEG no se encontró ninguna lesión en su cerebro. Las convulsiones se volvían cada vez más fuertes y a la edad de 27, sin mayores esperanzas, con el consentimiento de sus padres y el suyo propio se decidió recurrir a “un procedimiento bastante experimental”, como lo definiría el mismo neurocirujano, William Scoville.

Cuatro centímetros y treinta segundos

En la cirugía, a Henry le fueron removidos cuatro centímetros de tejido en ambos lóbulos temporales. En ese tejido se fue gran parte del hipocampo y toda la amígdala, el lugar donde residen las emociones.

La neurocirugía era práctica común alrededor de 1953 –año de la de Henry¬– para remediar la epilepsia. Salvo otros dos casos, estos con malformaciones congénitas en sus cerebros, el caso de Henry fue único: sus ataques de epilepsia cesaron pero pronto fue evidente que algo terrible, devastador, irreversible había pasado. Henry no podía recordar nada posterior al día de la cirugía. Su hipocampo perdido no le permitía consolidar la memoria de corto plazo –que permaneció intacta pues reside en otra región del cerebro que no fue tocada– y salir más allá de los tre inta segundos que eran lo único que le quedaba, imposibilitando para siempre la formación de una memoria de largo plazo en lo que le quedaba de vida después de la cirugía.
La razón para que Scoville extrajera más tejido del usual se debió a que durante toda la preparación para el procedimiento fue imposible localizar, como se hacía con otros pacientes, el lugar de la lesión que causaba las convulsiones. Por el daño ocasionado, Scoville siempre habló de la cirugía como de “trágico error” y nunca más volvió a realizar ninguna.

Las enseñanzas de un trágico error.
 
Lo que fue un terrible desastre para Henry Molaison, permanecer atrapado todo el resto de su vida en un permanente tiempo presente, para la neurobiología fue un más que precioso tesoro. Gracias a él, el hipocampo pasó a identificarse como el centro de la memoria.

Quien se encargó de preservar ese legado fue la neurocientífica del MIT, Suzanne Corkin, quien dedicó su vida a estudiar a Henry. No sólo cuidó de que se lo respetara en su total integridad de ser humano sino que fue más que cuidadosa en escrutar hasta el agotamiento a todos los científicos que se acercaban a él. Por ello Henry, descrito por todos como un hombre tranquilo y apacible, recibió la mejor atención posible.

Henry fue objeto de miles de estudios y pruebas de los que él, por supuesto no guardaba ningún recuerdo. Corkin entraba cada mañana y a su saludo él respondía como si fuera la primera vez que la viera. “Permanent Present Tense” es el precioso libro que narra las experiencias neurobiológicas, los estudios sicológicos, los estudios de aprendizaje, entre muchos otros, realizados por Corkin y su equipo durante más de cuarenta años con Henry.

Preguntada si se había logrado establecer algún vínculo entre ella y su paciente, Corkin es clara al decir que del lado de ella sí, que si no de qué otra manera se explica que estuviera subida en una silla durante horas, mirando por una ventana de la morgue cómo el cerebro de Henry era tomado de su cráneo.

Ahora, el cerebro de Henry, cuidadosamente preservado en parafina, ha sido cortado en 2401 finísimas tajadas, que con las técnicas actuales, y a disposición de quien lo solicite, permitirá realizar estudios inimaginables. El dolor de una memoria perdida, ayudará a remediar males cerebrales de miles de millones de personas. Por algo el de Henry es el cerebro que lo cambió todo

Ciencia para Escuchar

26 de agosto de 2013

Los niños de cuatro años tienen nociones de geometría euclidiana

Una niña realizando uno de los experimentos. | Moira Dillon

Una niña realizando uno de los experimentos. | Moira Dillon

Los adultos humanos de diferentes culturas comparten intuiciones sobre puntos, líneas y figuras de la geometría. Ya desde niños desarrollan nociones tempranas para orientarse en el espacio y analizar la forma de los objetos.

Según un estudio que se presenta esta semana en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS), a los cuatro años de edad los humanos ya poseen habilidades que demuestran una comprensión temprana de la geometría euclidiana, basada en los postulados del matemático griego Euclídes y que describe la percepción del espacio físico.

El trabajo, liderado por investigadores de la Universidad de Harvard, ha estudiado en niños la relación entre su sentido de la orientación, su capacidad de analizar formas y su interpretación de mapas simbólicos.

Según el artículo, muchos animales, incluidos los humanos, poseen un entendimiento innato de la geometría simple. Reconocen objetos mediante ángulos y longitudes relativas, y se desplazan por su entorno empleando nociones de distancias y direcciones. Unidas, estas dos representaciones geométricas básicas podrían formar la base del pensamiento abstracto geométrico exclusivo de los humanos.

Según este nuevo trabajo, los niños no parecen integrar tales nociones; sin embargo, sí hacen un uso flexible de la geometría abstracta en la lectura de mapas, lo que podría llevar a la posterior construcción de la geometría.

Uno de los experimentos llevados a cabo en el estudio consistió en vendar los ojos de los niños participantes y hacer que giraran para ver cómo se orientaban, tras destaparles los ojos, en un área con forma rectangular. También se les hizo pasar un test de ordenador que evaluaba su habilidad para reconocer distintas formas geométricas.

Como animales en su hábitat

Después se situó a los niños en el centro de dos áreas con forma de triángulo. En uno de los dos escenarios del experimento, el triángulo tenía sus tres lados pero le faltaban todas las esquinas. En el otro, le faltaban los lados y solo tenía las tres esquinas. Los investigadores mostraron a todos los niños los mismos mapas para que localizaran ciertos puntos en el borde del triángulo donde debían colocar un juguete de peluche.

Moira Dillon, coautora del estudio, explica que los niños que mejor manejaban distancias y direcciones ubicaron bien el peluche en el triangulo sin esquinas. En cambio, los más hábiles en las pruebas de reconocimiento de formas geométricas en el ordenador obtuvieron resultados superiores en el triángulo compuesto solo por esquinas.

El trabajo sugiere que las habilidades geométricas tempranas son las mismas que las que usan los animales para moverse en su hábitat. Según los investigadores, en torno a los dos años y medio, los niños empiezan a ser capaces de abstraer esos principios para leer mapas adaptando a cada situación el tipo de información que emplean, como en el caso de los dos escenarios triangulares.
Fuente:

25 de agosto de 2013

Argentina: Diseñan una silla de ruedas comandada desde el cerebro

Es el primer prototipo desarrollado en el país. Puede recibir órdenes a través de guiños, voces o pensamientos.

Un equipo de programadores e ingenieros, junto con médicos de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe (Argentina) presentaron el primer prototipo de silla de ruedas del país controlada por el pensamiento.

Este concepto interpreta las directivas del usuario a través de un casco virtual con sensores controlador por un procesador central y está diseñado para pacientes con distintas variables de debilidad muscular o hemiplegías.

Las órdenes enviadas a través de los sensores varían desde guiños o voces, como la utilizada por el físico Stephen Hawking, hasta pensamientos, modalidad que sería utilizada por pacientes que no poseen movilidad muscular en la cara, según comentó Juan Pablo Manson, encargado del desarrollo del software de la silla, al diario Clarín.

La empresa Interactive Dynamics, junto con la Fundación Rosarina de Neuro Rehabilitación desarrollaron este prototipo que es el primero en Argentina.

Además del diseño de software y sensores de mando, la silla posee detección automática de obstáculos, al frente y atrás, para optimizar los niveles de seguridad al utilizarla, un mecanismo similar al que poseen los vehículos automotores para controlar distancias al estacionar.



Tomado de:

FayerWayer

22 de agosto de 2013

Porqué tenemos pocos recuerdos de nuestros primeros años de vida



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iStockphoto/Thinkstock

La mayoría de las personas no es capaz de recordar hechos que ocurrieron cuando eran muy pequeños, pese a haber sido protagonistas de ellos, aunque quizá, alguna experiencia si quedó marcada en el cerebro.

Se trata de algo muy normal y que los científicos denominan Amnesia Infantil. No es una enfermedad, sino que es una consecuencia de la forma en que los niños utilizan su cerebro mientras éste se desarrolla.

Los niños retienen recuerdos por poco tiempo y, a medida que pasan los años, estos desaparecen y son remplazados por otros. La amnesia infantil suele englobar el período entre el nacimiento y los cuatro años, aunque las memorias pueden ser borrosas hasta los ocho.

Cómo almacenan los recuerdos los bebés y niños

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iStockphoto/Thinkstock

A diferencia de los adultos, el cerebro infantil procesa y almacena los estímulos e información de manera diferente y, a medida que los bebés y niños crecen, los contenidos se mueven y analizan de forma distinta, lo que evita el poder acceder a ellos tal como haríamos con un evento reciente o grabado en un cerebro más desarrollado.

Los niños son capaces de absorber información de manera mucho más rápida que un adulto, pero lo que ellos consideran importante de recordar varía mucho de lo que el resto consideraría relevante.

En la primera infancia, el hipocampo y corteza pre-frontal están muy poco desarrollados, siendo las zonas encargadas de almacenar recuerdos a largo plazo en los adultos.

Eso podría explicar la falta de recuerdos a largo plazo en la primera infancia. Además, entre los 4 y 8 años, la memoria tiende a ser más borrosa. Quizá se recuerden sensaciones pero no eventos. Un niño puede recordar que sintió al nacer su hermano, pero no el momento en si.


Cómo perciben el mundo los niños

 

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Hemera/Thinkstock

Los pequeños tienen una forma única de absorber lo que ocurre a su alrededor. En un principio son siempre protagonistas de una memoria y clasifican el hecho según cómo lo vieron. Al no tener la capacidad cognitiva o de lenguaje para procesarlo y almacenarlo de forma correcta, el hecho se vuelve borroso o simplemente se pierde en el tiempo.

Aquellos recuerdos considerados como traumáticos, se borran más rápidamente para volverse casi inaccesibles, en lo que quizá sea una forma de protección para un cerebro en plena formación.

Se cree que las niñas tienden a mantener recuerdos antes que los niños. Estudios determinan que las niñas pueden recordar algo que ocurrió cuando tenían 3 años y medio y, en el caso de los varones, la edad sube a los 4 años.

Tomado de:

Ojo Científico

Humanos construyendo la humanidad (2)

Los humanos humanizados, al igual que los otros animales, también somos productos del azar, como todo lo que nos rodea. Nuestra racionalidad puede ser  nuestra sentencia de muerte consciente, ya que ha nacido de la autoprospección. Sin embargo, parece ser que no hay otro rumbo posible. Deberemos pues profundizar sobre cómo se ha producido esta situación, para ser capaces de preguntarnos el por qué del todo, si es que esto es posible, más allá de la especulación metafísica o de un voluntarismo quimérico.

La racionalidad nos construye y nos destruye de forma sincrónica. Probablemente sea nuestra tabla de salvación cuando la mar se embravezca aún más que las procelosas aguas que conocemos los humanes actuales. Más allá de ella, sólo lo metafísico nos habla de un mundo difícil de admitir como propuesta de futuro, para una humanidad consciente.

La evolución es algo que aún no comprendemos en su totalidad, aunque ya entendemos algunos de sus mecanismos básicos; desde mi perspectiva, aún pocos. Supongo que este es el objetivo: avanzar en saber lo que somos de manera esencial y cómo se ha construido esta esencialidad.

Náufrago

La humanidad en evolución puede ser representada por un náufrago encima de una tabla flotando en medio del infinito océano.


Más allá de la selección natural, mecanismo incontestable de funcionamiento de la vida de acuerdo con el conocimiento actual, está nuestra capacidad de adaptación, que ninguna ley es capaz de establecer empíricamente. Existen demasiados parámetros para que esto sea exactamente así. Con esto no quiero decir que Darwin no tenía razón, sino que no tenemos una teoría unificada que lo explique todo. Sin ella, aún no somos seres autoconscientes de verdad por más evolucionistas que seamos. Seguimos persiguiendo la ilusión de intentar saber quiénes somos.

Explorar nuestro pasado y entender nuestro presente forman parte de la construcción de nuestro futuro, pero si desconocemos quienes somos no podemos acertar en saber lo que queremos. Por eso mismo podemos desaparecer dejando solamente lo que hemos sido, sin llegar a poder entender qué podríamos ser. Probablemente hemos de ir más allá de lo que es humano para poder humanizarnos.

La duda metódica

El conocimiento, a priori, es una forma de intuición donde racionalidad e irracionalidad convergen. Es por eso que se muestra trascendental. No puede haber una crítica a la razón pura, para construir lo inexplicable, que no sea una autocrítica de lo que mezcla consciente e inconsciente. Una vez más, Kant lo escribió, pero probablemente tampoco lo entendió del todo. Puede que fuera un ejercicio tautológico importante y como consecuencia que la conclusión no tenga principio ni final. Aún no tenemos teoría unificada del conocimiento científico. Afortunadamente para la ciencia, esto quiere decir que nos queda mucho camino.

La duda metódica no nos sirve para establecer los parámetros de la futura epistemología de nuestra razón evolutiva como humanos proyectados hacia la transhumanidad. Descartes descansa y se convierte en poso que descansa en el fondo de nuestra consciencia cultural. No hay mucho más que decir del progreso filosófico seminal, hasta que rompamos la dicotomía en nuestra existencia animal y humana.

Fuente:

El Mundo Ciencia

Humanos construyendo la humanidad (1)

La ciencia tiene que contribuir a darnos la respuesta sobre quiénes somos. Sólo lo sabremos todo cuando podamos reconstruir por ingeniería inversa nuestro pasado y predecir el futuro con la información del presente. Probablemente, hasta que lleguemos a la sociedad del pensamiento esto no será posible.

Estamos en el camino de las respuestas a las grandes preguntas. El conocimiento, cada vez más aplicado, lo permite. Eso no quiere decir que ya podamos responder a todo,  pero tampoco significa que no hayamos avanzado, y mucho, en este terreno. De una idea creacionista dominante y dominadora hemos pasado a una teoría bien construida:   la teoría de la evolución es la clave. Esto es un hecho; una realidad incontestable.



La ciencia nos humaniza en cuanto construye la realidad a partir de lo que es contrastable y no de lo que no lo es.


La geología, la botánica, la arqueología, la antropología, la genética, etc. Ciencias de la vida y de la tierra tienen capacidad de intersección con las ciencias sociales. Todas juntas pueden darnos una visión holística de lo que hemos sido y somos, también probablemente de lo que seremos cuando nuestra especie atraviese las fronteras del conocimiento aplicado y avancemos de manera estratégica hacia la transhumanidad.

Sin embargo,  a pesar de todo lo que hemos dicho, los humanos aún no hemos conseguido una  autoconciencia sobre nuestro proceso de hominización. Y aún menos sobre nuestra humanización.   No os preguntéis el por qué, hemos tenido tiempo suficiente. Nuestra especie, Homo sapiens, navega perdida en el océano del  espacio tiempo.

De dónde venimos

Ni Hegel, ni Kant, ni los  filósofos más geniales que les precedieron, como los naturalistas griegos, todos ellos grandes pensadores, que a pesar de todo lo que nos han aportado teóricamente, no  han sido capaces de abrir una fisura por la que pudiéramos empezar a entender de dónde venimos, quiénes somos, hacia dónde vamos y qué es lo que queremos como especie.

Ni la filosofía ni la sociología ni la teología, nos acercan a lo que somos; la ciencia lo intenta. Ésta se desmarca de lo holístico,  por vago, y sólo quiere comprender empíricamente los problemas, intenta contestar después de haber problematizado.  Esto no quiere decir que no tenga voluntad holística.

La ciencia se basa en algo simple: interrogarse sobre todo para poder explicar y descubrir la naturaleza, su estructura y su funcionamiento. Nos hace humanos gracias a su método,  basado en lo empírico y no en la especulación, pero no ha resuelto hasta ahora las preguntas seminales, aunque está en ello. Probablemente, en el futuro próximo, sin ciencia no habrá pensamiento.

Interrogarse sobre todo

Descubrimiento de leyes, contrastación y demarcación de hipótesis y formulación de teorías. Este es el aparato que consolida nuestro trabajo como especimenes humanos que nos dedicamos precisamente a construir y experimentar en los procesos que nos han conducido hasta donde estamos y ser quienes somos.

La ciencia nos humaniza en cuanto construye la realidad a partir de lo que es contrastable y no de lo que no lo es. El principio aristotélico de lo que es, es,  y lo que no es, no es, sigue siendo valido para nuestra humanidad. No hay excepción en la explicación de los fenómenos que la ciencia contrasta, y si la hay, ya no hay ciencia, dado que el fenómeno no es universal y experimentalmente repetible.

Fuente:

El Mundo Ciencia

16 de agosto de 2013

Imitan el funcionamiento del cerebro con chips neuromórficos

Las habilidades cognitivas pueden ser incorporadas a sistemas electrónicos


Un nuevo microchip imita el procesamiento de información del cerebro en tiempo real. Investigadores en neuroinformática de la Universidad de Zúrich y de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, junto con colegas de la UE y EE.UU., han demostrado cómo la complejidad de las habilidades cognitivas puede ser incorporada a sistemas electrónicos hechos con los denominados chips neuromórficos. 

Ningún ordenador funciona tan eficientemente como el cerebro humano, tal es así que la construcción de un cerebro artificial es la meta de muchos científicos. Investigadores en neuroinformática de la Universidad de Zúrich y de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich han hecho un gran avance en esta dirección mediante la configuración de los llamados chips neuromórficos, que imitan las habilidades de procesamiento de información del cerebro en tiempo real. Lo han demostrado mediante la construcción de un sistema artificial de procesamiento sensorial que exhibe capacidades cognitivas.

La mayoría de los enfoques en neuroinformática se limitan al desarrollo de modelos de redes neuronales en equipos convencionales o tienen como objetivo simular redes nerviosas complejas en superordenadores. Pocos persiguen el enfoque de los investigadores de Zúrich, desarrollar circuitos electrónicos que sean comparables a un cerebro real en términos de tamaño, velocidad, y consumo de energía. "Nuestro objetivo es emular las propiedades de las neuronas y las sinapsis biológicas directamente en microchips", explica Giacomo Indiveri, profesor en el Instituto de Neuroinformática (INI), en la nota de prensa de la Universidad de Zúrich.

El principal reto era configurar redes de fibras hechas de neuronas artificiales (neuromórficas), de tal forma que pudieran realizar tareas particulares, que los investigadores han logrado hacer: Desarrollaron un sistema neuromórfico que puede llevar a cabo tareas complejas sensorimotoras en tiempo real.

Con él efectúan una tarea que requiere memoria a corto plazo y toma de decisiones dependiente del contexto, dos rasgos típicos que son necesarios para las pruebas cognitivas. De este modo, el equipo de INI combinó las neuronas neuromórficas en forma de redes que implementaron módulos de procesamiento neuronal equivalentes a las denominadas "máquinas de estado finito", un concepto matemático para describir procesos lógicos o programas de ordenador.  


Máquina de estado finito

 

El comportamiento puede ser formulado como una "máquina de estado finito" y por lo tanto transferido al hardware neuromófico de una manera automatizada. "Los patrones de conectividad de red se parecen mucho a las estructuras que se encuentran también en los cerebros de los mamíferos", dice Indiveri. 

Lea el artículo completo en:

Tendencias 21 

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Descubren la clave para manipular el cerebro con una computadora

Científicos descubren la clave para manipular el cerebro con computadora

¿Quién no deseó alguna vez que aprender un idioma fuera tan fácil como insertar un chip en el cerebro o eliminar los recuerdos de quien le rompió el corazón? Varios experimentos demuestran que esto pronto podría dejar de ser solo cosa de Hollywood.

Conectar un cerebro a una computadora es tan fácil como enchufar un disco duro. Al menos eso es lo que prueban los experimentos de un grupo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y del RIKEN de Japón, que han conseguido eliminar los malos recuerdos de la mente de un ratón. Tras recibir una descarga eléctrica, los científicos borraron de la memoria del animal cualquier reminiscencia de ese momento, incluido el lugar en el que había recibido la traumática experiencia.

Pero si lo que le interesa es agregar información a su 'computadora' cerebral, científicos estudian desde 2011 la retroalimentación descodificada, es decir, descargar información en nuestro cerebro. A juzgar por los artículos publicados por estos especialistas en neurología de la Universidad de Boston, aprender a tocar instrumentos o hablar un nuevo idioma sería cuestión de una noche. Ni siquiera tendríamos que esforzarnos porque incluso podríamos descargar la información en nuestra mente, mientras dormimos.

Y si lo suyo es el trabajo en equipo, otro grupo de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, el pasado febrero encontró la clave para conectar en red los cerebros de dos ratas a través de Internet. Los animares fueron capaces de comunicarse mentalmente, de manera que cuando una presionaba una palanca, la otra hacía lo mismo. Lo sorprendente del experimento es que una de las ratas se encontraba en Estados Unidos, mientras que la otra estaba en un laboratorio de Brasil.

Al margen de los debates éticos que puedan surgir, todos estos científicos consideran que pronto se podrán realizar sus experimentos con humanos, por lo que la realidad que 'Matrix' nos mostraba en las pantallas quizá esté más cerca de lo que pensamos.

Tomado de:

Actualidad RT


11 de agosto de 2013

40 minutos para simular un segundo de actividad cerebral

Simular el cerebro humano es algo tan complicado, que incluso uno de los superordenadores más poderosos del planeta apenas pudo hacerlo después de haber procesado datos por un espacio de cuarenta minutos, con un resultado equivalente a un solo segundo de actividad cerebral. El superordenador en cuestión es el Fujitsu K, un “ex primer puesto” en la lista TOP500, y la tarea requirió de casi 83 mil procesadores.


El silicio ha registrado avances espectaculares en los últimos años, pero desde varios puntos de vista, el mejor ordenador sigue estando entre nuestras orejas, de allí surge el enorme interés asociado a estudiar su funcionamiento. Si bien los expertos ya saben cómo enfrentar un proyecto de simulación cerebral, lo cierto es que el poder de procesamiento para hacerlo no está disponible, un dato llamativo si tenemos en cuenta que hay superordenadores que ya tienen como meta superar la barrera de los cien petaflops. Tomemos por ejemplo al superordenador K, creado por Fujitsu. En su momento, K se quedó con el primer puesto de la lista TOP500, y gracias a sus diez petaflops, aún se mantiene en el cuarto lugar. Sin embargo, al ser enfrentado a este proyecto de simulación, el superordenador K apenas logró reproducir el equivalente a un segundo de actividad cerebral… después de masticar números por cuarenta minutos.

Lea el artículo completo en:

NeoTeo

5 de agosto de 2013

7 alimentos que favorecen naturalmente tu concentración mental

La concentración mental también se favorece con lo que comes. Aquí una lista con 7 alimentos que ayudan tanto a mejorar tu atención como, en general, a la salud de tu cerebro, 

La concentración es una de las capacidades cognitivas que más beneficios trae a nuestra vida diaria, en muy diversos ámbitos, pero al mismo tiempo no es muy fácil conseguirla, ejercitarla. Como uno de esos hábitos virtuosos de la antigüedad, obtenerla requiere disciplina, voluntad, perseverancia incluso.

Una de las maneras de entender la concentración es que se trata de un punto de encuentro entre la mente y el cuerpo, una zona compartida y creada por la cooperación de ambos que, además, rinde beneficio también para los dos.

Por esa razón es posible hablar de alimentos que potencian la concentración, en buena medida porque su consumo permite mantener a nuestro cuerpo en el equilibrio necesario para que la mente pueda enfocarse en lo que queremos. Así, por ejemplo, si no se tiene hambre, pues simplemente no se piensa que se tiene hambre (una sensación que cuando ocurre difícilmente nos permite pensar en otra cosa).

La lista que presentamos se compone de alimentos que tienen una o dos de estas características en común: tienen suficientes nutrientes y fibra para saciar el apetito y, por otro lado, son ricos en ácidos grasos, los cuales favorecen las conexiones en el cerebro.

1. Aguacate

El aguacate es rico en grasas monoinsaturadas, cuyo beneficio se da tanto en el cerebro (mejorando la comunicación neuronal) como en el corazón (limpiando las arterias y, por lo mismo, mejorando la circulación sanguínea al cerebro).

2. Yogur

Uno de los alimentos lácteos más populares, el yogur posee un aminoácido conocido como “tirosona”, responsable de la producción de neurotransmisores como la dopamina y la noradrenalina, imprescindibles para el sentido de alerta y la memoria.

3. Plátano

Los altos niveles de potasio, magnesio, vitamina C y fibra hacen del plátano un alimento inmejorable para la salud cerebral, pues todos esos elemento son conocidos por su efecto en la memoria. Asimismo, la vitamina B6, también presente en dicho fruto, ayuda en la producción natural de serotonina, norepinefrina y dopamina, neurotransmisores relacionadados con la concentración.

4. Té
Además de la cafeína (presente en otros alimentos como el chocolate y el café), el té posee un aminoácido propio, la L-theanina, que mejora el sentido de alerta, el tiempo de reacción y la memoria.

5. Verduras de hoja verde

Verduras como la espinaca, la arúgula, las acelgas y otras similares, caracterizadas por la intensa coloración verde de sus hojas, tienen una rica combinación de antioxidantes y vitaminas C, E y A que según algunas investigaciones evita el decaimiento de la atención mental.

6. Huevo

El huevo posee aminoácidos esenciales para el cerebro que, sin embargo, nuestro cuerpo no puede producir naturalmente. En especial su yema es especialmente nutritiva para este órgano, por la colina y luteína que favorecen la memoria, el pensamiento y otras funciones cognitivas.

salmon

7. Salmón
El salmón es conocido por su alta concetración de omega-3, ácidos grasos que fortalecen las conexiones neuronales. Asimismo, otras grasas benéficas de este pescado previenen enfermedades como la demencia y las embolias.


Tomado de:


3 de agosto de 2013

Identifican área mental asociada al reconocimiento de ideas exitosas

  


Imagen activa

Investigadores de la Universidad de California identificaron la zona cerebral encargada de seleccionar cuáles ideas gozarán de mayor o menor éxito, señala un estudio publicado en la revista científica Psychological Science.

El estudio identificó la unión temporoparietal (TPJ, en inglés) como la zona responsable de discernir entre los pensamientos más o menos exitosos en el futuro y se activa cuando el cerebro detecta información de interés, explicaron los expertos.

Para Matthew Lieberman, coautor de la investigación, esta región craneal permite comprender que otras personas tienen puntos de vista, sentimientos o reacciones diferentes.

Los estudiosos sometieron a 19 alumnos a una resonancia magnética durante la proyección de 24 programas de televisión ficticios y les pidieron presentar a productores imaginarios (otros 79 estudiantes) ideas sobre aquellos espacios con mayor potencial.

Según los resultados, a los sometidos al experimento se les activó la TPJ cuando identificaron los programas que pensaban tendrían mayor aceptación en el futuro.

Las conclusiones de la pesquisa suponen un paso de avance para futuras campañas sanitarias y de bien público, acorde con criterios de Liberman.

El área de la TPJ también interviene en la toma de decisiones relacionadas con la moral y está ubicada cerca de la parte posterior del cráneo.


Tomado de:

Prensa Latina

2 de agosto de 2013

10 hábitos que tal vez tengas pero que dañan tu cerebro

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, este es el top de prácticas usuales que solemos tener y dañan el funcionamiento ideal de nuestro cerebro:

No desayunar. Las personas que no desayunan no tienen el nivel óptimo de azúcar y proteínas que necesita nuestro sistema sobre todo durante las primeras horas del día, lo cual conduce a un suministro insuficiente de nutrientes al cerebro causando su pronta degeneración.
Reacciones violentas o estrés prematuro. Esto causa el endurecimiento de las arterias del cerebro, provocando una disminución en la capacidad mental.

Fumar. Disminuye considerablemente la masa encefálica y se ha comprobado que es un agente conductor importante a la enfermedad de Alzheimer.

Consumo elevado de azúcares. El exceso de este carbohidrato interrumpe la absorción de proteínas y nutrientes, causando malnutrición e interferencia con el desarrollo del cerebro.

Exposición constante a ambientes contaminados. El cerebro es elórgano de nuestro cuerpo que más consume oxígeno. La inhalación de aire contaminado disminuye el suministro de oxígeno al cerebro, dando lugar a una disminución de la eficiencia cerebral.

Dormir poco.  Dormir 8 horas diarias permite que nuestro cerebro descanse y obtenga un remanso de nuestras demandantes tareas diarias. Privarse del sueño acelera la muerte de las células cerebrales a corto plazo.

Cubrirse la cabeza mientras se duerme. Dormir con la cabeza cubierta aumenta la concentración de dióxido de carbono y disminuye la de oxígeno, lo que puede ocasionar efectos dañinos en el cerebro.

Forzar al cerebro durante la enfermedad. Trabajar mucho o estudiar a marchas forzadas estando enfermo, provocará una disminución en la eficacia del cerebro a largo plazo.

Falta de estímulos y ejercicios mentales. Pensar es la mejor manera de entrenar nuestro cerebro: un memorama, un acertijo, o simplemente dar rienda suelta a nuestra imaginación, estimulará nuestro cerebro y lo mantendrá en forma.

Entablar pláticas con temáticas elaboradas. Iniciar conversaciones de temas con cierto grado de complejidad promueve la salud de nuestra materia gris.

Fuente:

Mamá Natural

18 de junio de 2013

¿Qué hay de cierto científicamente en «Good Bye, Lenin!»?

La película alemana estrenada en 2003 puede ayudar a que nos preguntemos algunas cuestiones sobre el cerebro, el estado de coma y cómo una persona puede permanecer inconsciente, tal y como le ocurre a la madre del protagonista.

La película que reseñamos hoy, Good Bye, Lenin!, es una obra clásica del cine contemporáneo. Dirigida por Wolfgang Becker, y protagonizada por Daniel Brühl, aborda de forma crítica aspectos sobre un sistema comunista en caída libre, en 1989, y las rarezas de la llegada del capitalismo a Berlín, tras la caída del Muro.

Alex vive con su madre, Christiane, en la República Democrática Alemana, una mujer entregada al socialismo, que cuida de sus dos hijos desde que años atrás su marido se exiliara a la Alemania Occidental. Tras ver a su hijo en unos disturbios con la policía, la mujer pierde el conocimiento, y permanece en estado de coma durante ocho meses.

Transcurrido ese tiempo, todo ha cambiado en la vieja ciudad de Berlín. Cuando Christiane despierta, el Muro ya ha caído, y ha comenzado la reunificación de las dos Alemanias, entrando con fuerza el capitalismo sobre la capital. Para evitar el shock que podría sufrir su madre, que podría ver cómo sus ideas se han esfumado, Alex concibe con su familia y amigos un plan para hacerla creer que todo sigue igual tras despertar del coma.

¿Qué perspectiva científica podríamos extraer de la película? A priori, ninguna. Pero si escarbamos un poco más, me ha dado por pensar, revisando esta película, el lado más científico de las situaciones de los personajes. En particular, por qué entra la madre de Alex en coma, y qué sabemos hoy en investigación sobre la pérdida de consciencia y el estado del cerebro en estas situaciones.



¿Qué significa para la neurociencia estar conscientes? ¿Cómo podemos evaluar si una persona está saliendo del coma o su cerebro se encuentra en estado vegetativo? ¿Existe algún tipo de escala que puedan usar los médicos para saber si los pacientes, como Christiane en la película, están conscientes o no? Hoy trataremos de responder a estas cuestiones.

Podríamos pensar que la diferencia entre una 'persona consciente' y una que no lo está, sería lo mismo que distinguir a una persona que está dormida de una que permanece despierta. Incluso, más que la observación empírica sobre si alguien mantiene los ojos abiertos o puede realizar diversos gestos o movimientos, podríamos usar herramientas médicas como el encefalograma para así detectar las distintas señales eléctricas del cerebro.

Desde hace años, la ciencia se esfuerza por definir exactamente qué es la consciencia. En un seminario organizado en 1983, ya se estableció que los límites de la consciencia eran difíciles de determinar de manera cuantitativa y satisfactoria. Pero quizás debamos plantear este concepto a la inversa. En otras palabras, si no sabemos establecer con claridad qué es la consciencia, probemos analizando los estados de no consciencia.

De esta manera, desde la psicología se diferencian en general tres 'desórdenes de la consciencia': el estado de coma, el estado vegetativo y lo que se conoce como estado de mínima consciencia. Estos tres conceptos son diferentes, y los pacientes que los sufren muestran diferentes capacidades cognitivas y motoras. Incluso hay quien habla de las personas anestesiadas como buenos individuos para evaluar los estados de consciencia controlada.

Lo que sí sabemos en muchos casos es el origen de los diferentes estados de inconsciencia. En particular, tal y como le ocurre a Christiane en la película, frecuentemente el coma o el estado vegetativo están provocados por un traumatismo. En estas situaciones, se sabe que existe daño cerebral localizado. Gracias a estos estudios y análisis, hoy sabemos que la responsabilidad sobre la consciencia recae en el conocido como sistema activador reticular ascendente o sistema SARA.

SARA está definido por los neurocientíficos como una compleja red neuronal en la que participan dos vías, de nombres un tanto complicados: la reticulotalamocortical y la extratalámica. Ambas rutas lo que hacen es trasladar la información sensorial a nuestra corteza cerebral, y en el caso de que seamos plenamente conscientes, podamos administrar de manera correcta esta información y procesarla.

Si analizamos la consciencia desde el punto de vista fisiológico, hay estudios que la dividen en dos componentes: el propio despertar y el contenido. El primero resulta interesante, ya que resulta lógico pensar que en el caso de personas sonámbulas, no existe una consciencia plena de su estado, a pesar de que sí sean capaces de realizar comportamientos motores complejos, como caminar. Respecto al segundo componente, el contenido, se entiende que es la suma de las funciones mentales cognitivas, las afectivas y otras funciones corticales superiores.

Y es que autores como Plum han dibujado el estado consciente en tres peldaños, que debemos ir ascendiendo a nivel cognitivo y motor, para percibir plenamente la realidad que nos rodea y nuestra propia situación individual:
  1. La capacidad de 'despertar' sería el primer nivel consciente, algo que entendemos no es posible en los ocho meses en que está en coma la madre de Alex en Good Bye, Lenin!
  2. En segundo lugar, ser consciente significaría regular nuestro estado en base a la función afectiva, la atención o la integración cognitiva. Es decir, no se trataría solo de 'abrir los ojos', sino de comenzar a detectar nuestras funcionalidades cerebrales. No solo estamos despiertos, también podemos sentir y percibir lo que ocurre a nuestro alrededor. En este segundo escalón dependemos de la integridad del sistema límbico, y también participan el hipotálamo, la amígdala, el cíngulo y el área septal del cerebro.
  3. Por último, en nuestro tercer peldaño de la consciencia, deberíamos encontrarnos con percepciones mucho más complejas, como la orientación respecto a nosotros mismos y al medio, la actividad motora o nuestra propia conducta.
Hasta el momento, aunque el sistema SARA es el más conocido como la parte del cerebro encargada de la consciencia, lo cierto es que todavía existen mecanismos neuronales desconocidos por estudiar. Y es que el estado consciente es de extrema complejidad, y más lo es el shock que puede darse al 'despertar' de un coma, como ocurre en el caso de Christiane.

Aunque ese último tema lo abordaremos otro día, lo cierto es que el cerebro sigue constituyendo un desafío misterioso para los investigadores, por lo que proyectos como el europeo Human Brain Project pueden ir ayudando a responder a algunas de estas intrigantes cuestiones. Quién sabe, quizás algún día podamos resolver de manera definitiva las dudas e interrogantes sobre la consciencia y las situaciones patológicas relacionadas.

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ALT1040

Los aficionados a los videojuegos ven el mundo de manera diferente

Un estudio de la Universidad de Duke pone a prueba a aficionados y no usuarios de videojuegos, para evaluar su agilidad mental y capacidad de decisión. Mediante un examen de memoria visual se demostró que los mejores resultados eran los de los gamers.

Desde hace tiempo los resultados de diversas investigaciones están apoyando el uso de los videojuegos, dadas las significativas mejoras en las capacidades cognitivas de los aficionados. Hace unos meses conocíamos cómo los videojuegos de simulación provocaban un incremento de la atención selectiva y del rendimiento del procesamiento periférico.

Y es que la vieja idea de que los videojuegos son malos ha quedado totalmente descartada por la ciencia. La mejora de las capacidades cognitivas es evidente. En estos días que asistimos a nuevas presentaciones de la feria E3 de Los Ángeles, una nueva investigación vuelve a apoyar los efectos beneficios de los videojuegos sobre los aficionados que los usan de manera habitual.

Un estudio realizado en el Stephen Mitroff's Visual Cognition Lab, del Área de Psiquiatría de la Universidad de Duke, confirma que los usuarios de videojuegos perciben la realidad de manera diferente. En su trabajo, publicado en la revista Attention, Perception and Psychophysics, los participantes que estaban acostumbrados a usar videojuegos de manera habitual veían de manera más inmediata la realidad, y eran capaces de tomar decisiones de forma más rápida que los que no jugaban.

En otras palabras, los aficionados a los videojuegos podían extraer más información de una misma escena visual. Para confirmar su hipótesis, el equipo dirigido por Greg Appelbaum reclutó a 125 participantes, entre los que se encontraban usuarios que jugaban de manera muy intensa a la consola, y aquellos que no practicaban este tipo de entretenimiento.

El estudio consistió en realizar un pequeño juego visual, en el que los participantes veían durante solo una décima de segundo un círculo formado por ocho letras. A continuación, la imagen desaparecía, y aparecía una flecha señalando un punto donde antes habría estado una letra, con una demora que variaba entre los 13 milisegundos y los 2,5 segundos. Los participantes debían responder después qué letra correspondía a la flecha que aparecía después.

Los resultados del análisis demostraron que los aficionados a los videojuegos respondían más rápido a los estímulos visuales. No solo es que fueran más ágiles, sino que también se observó que necesitaban menos información para llegar a las mismas conclusiones. En otras palabras, eran capaces de realizar mejor lo que se conoce como inferencia probabilística, necesaria para tomar una decisión.

Los investigadores norteamericanos plantearon tres posibles explicaciones a sus resultados: que los gamers vieran mejor, que tuvieran una mayor memoria visual o que su capacidad de decisión fuera más ágil. Descartada la segunda opción, los científicos creen que se debería profundizar en este estudio analizando las ondas cerebrales y las imágenes por resonancia magnética de los participantes, para así entender por qué presentan ventajas competitivas en estos entrenamientos visuales.

Un estudio, como conclusión, que vuelve a demostrar los efectos beneficiosos de los videojuegos sobre los usuarios. Los aficionados ven el mundo desde otra perspectiva, mucho más rápida, lo que redunda en una evidente mejora en cuanto a su capacidad de decisión y su agilidad mental.

Fuente:

ALT1040

10 de junio de 2013

¿Realmente sólo usamos el 10% de nuestro cerebro?

Es asombroso cuántos mitos médicos rondan por ahí. Pero una parte del cuerpo parece atraer más que otras: el cerebro.

 Uno de mis favoritos es el de que sólo usamos el 10% del cerebro. Es una idea atractiva pues sugiere que podríamos ser mucho más inteligentes, exitosos o creativos si lográramos aprovechar ese 90% que desperdiciamos.

Desafortunadamente, no es cierto.
En primer lugar, es importante hacer una pregunta: ¿10% de qué?

Si se refiere al 10% de las regiones del cerebro, es una afirmación fácil de refutar.

Usando una técnica llamada imagen por resonancia magnética funcional, los neurocientíficos pueden poner a alguien en un escáner y ver qué partes del cerebro se activan cuando hacen o piensan en algo.

Una simple acción, como cerrar y abrir el puño de la mano o decir unas pocas palabras requiere de la actividad de mucho más de una décima parte del cerebro. Incluso cuando se supone que no se está haciendo nada, el cerebro está haciendo mucho, ya sea controlando funciones como respirar y el palpitar del corazón, o recordando cosas por hacer. (1)

Nada ocioso

Actividad en el cerebro

Incluso al dormir, el cerebro se mantiene activo, como muestra esta imagen de la actividad al soñar.

Quizás el 10% se refiere al número de células del cerebro.

Pero de nuevo, no computa.

Cuando cualquier célula nerviosa se deja de usar se degenera y muere o es colonizada por otras áreas vecinas. Sencillamente, no permitimos que las células del cerebro estén ociosas. Son demasiado valiosas.
Por otro lado, si bien es cierto que la naturaleza a veces es misteriosa, evolucionar para tener un cerebro diez veces más grande de lo necesario sería muy extraño, particularmente teniendo en cuenta que su gran dimensión es tan costosa para la supervivencia, pues puede causar obstrucciones y la muerte de la madre durante el parto.

Además, el cerebro necesita muchos recursos: mantener el tejido cerebral vivo consume 20% del oxígeno que respiramos, según el neurocientífico cognitivo Sergio Della Sala. (2)

De dónde salió

Cerebro

El cerebro consume el 20% del oxígeno que respiramos.

¿Cómo puede una idea sin fundamento biológico ni fisiológico expandirse por todos lados?

Es difícil rastrear la fuente original.

El psicólogo y filósofo estadounidense William James escribió en el libro "Las energías de los hombres" que hacemos "uso solamente de una pequeña parte de nuestros posibles recursos mentales y físicos" (3). Era optimista y pensaba que la gente podía lograr más, pero él no se refiere al volumen del cerebro ni a la cantidad de las células, tampoco da un porcentaje específico.

La cifra del 10% aparece mencionada en el prólogo de la edición de 1936 del popular libro de Dale Carnegie "Cómo ganar amigos e influir sobre las personas", y a veces hay gente que dice que Albert Einstein fue la fuente. No obstante, Della Sala ha tratado de encontrar esa cita y ni siquiera los que trabajan en el archivo de Albert Einstein la han podido hallar. Así que parece ser otro mito.

Zona gris

Hay dos fenómenos que quizás expliquen el malentendido.

Nueve de cada diez células en el cerebro son lo que se denomina neuroglias o células gliales, que son células de apoyo y proveen asistencia física y nutricional al otro 10% de las células, las neuronas, que se encargan de "pensar".

Así que quizás la gente oyó que sólo el 10% de las células se ocupa del trajín duro y asumió que se podían aprovechar las neuroglias también. Sólo que esas células son totalmente distintas y no se podrían de repente transformar en neuronas para darnos más potencia mental.

Cerebro

El 10% piensa, el 90% ayuda a pensar.

Hay, no obstante, un grupo de pacientes cuyos escáneres revelan algo extraordinario.

En 1980, un pediatra británico llamado John Lorber mencionó en la revista Science (4) a unos pacientes con hidrocefalia que tenían muy poco tejido cerebral y sin embargo podían funcionar. El caso, sin embargo, no demuestra que el resto de nosotros podemos usar nuestros cerebros más de lo que lo hacemos, sino que esas personas se habían adaptado a circunstancias extraordinarias.

Es cierto, claro, que si nos lo proponemos podemos aprender nuevas cosas y cada vez hay más evidencia en el área de plasticidad neuronal, que muestra que eso cambia nuestro cerebro. Pero no es que estemos explotando un área nueva del cerebro. Creamos nuevas conexiones entre las células nerviosas o perdemos viejas conexiones cuando ya no las necesitamos.

Lo que me intriga más de este mito es cuánto desilusiona a la gente enterarse de que no es cierto.

Quizás la cifra del 10% es muy atractiva porque es tan baja que ofrece un potencial enorme para mejorar.

Todos queremos ser mejores. Y podemos serlo, si tratamos.

Pero no va a ser porque encontremos una porción de nuestro cerebro en desuso.

1. http://www.nature.com/news/neuroscience-idle-minds-1.11440
2. http://www.journeytoexcellence.org.uk/videos/expertspeakers/mindmythssergiodellasalla.asp
3. http://www.unav.es/gep/EnergiasHombres.html
4. http://www.rifters.com/real/articles/Science_No-Brain.pdf

Fuente:

BBC Ciencia
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