Christian Bronstein y Eric Winer nos comparten una investigación sobre los efectos que tiene la jornada laboral tipificada de 8 horas y desarrollan una alternativa para llevar una vida más sana y más productiva con jornadas de 6 horas de trabajo.
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27 de marzo de 2014
Por qué no deberíamos trabajar más de seis horas
“No aceptes lo habitual como cosa natural.
Porque en tiempos de desorden, de confusión organizada, de humanidad
deshumanizada, nada debe parecer natural. Nada debe parecer imposible de
cambiar.”
Bertolt Brecht
“La resignación es un suicidio cotidiano.”
Pindaro.
Aquellos de nosotros que acaso podemos
considerarnos afortunados de tener acceso a un empleo dentro del
contexto salvajemente competitivo, opresivo y desigual que nos impone el
mercado, inmersos como estamos en medio de la vorágine social, los
medios de comunicación alienantes y las urgencias de cada día, podemos
olvidarnos con facilidad de nuestro lugar en la sociedad, no sólo como
empleados y consumidores, sino como actores sociales productores de
cambio y de progreso individual y colectivo, como auténticos
co-creadores de nuestra realidad actual.
Parece que vivimos en una sociedad en
donde impera el individualismo, la mezquindad, e incluso más gravemente,
la adherencia pasiva, ingenua o inconsciente de la mayoría de los
sujetos a la reproducción de una estructura social que, suponen, los
excede, y que rara vez es evaluada de manera crítica. Una de los
factores que contribuyen a esto es sin duda la absorción que implican
las jornadas laborales actuales. Si se trabaja la mayor parte del día
existe poco tiempo para pensar, poco tiempo para forjar un pensamiento
crítico y para participar de manera transformadora y creativa en la
construcción de nuestra sociedad. No parece haber tiempo más que para
seguir alimentando este modo de funcionamiento del sistema. Pero este
sistema está en crisis. No sólo a nivel económico, sino más
profundamente, a nivel cultural. Y toda crisis demanda una
transformación. Es momento de que todas las personas puedan enriquecer
sus vidas y espíritus en vez de ser devoradas por la cotidianeidad del
trabajo en donde las auténticas subjetividades están tan desvalorizadas.
En la mayoría de los países de Occidente
se permite al empleador imponer jornadas laborales alienantes de no
menos de 8 horas diarias o 48 horas semanales. ¿Puede una sociedad que
aspire a una calidad de vida realmente saludable y plena de sus
ciudadanos ser compatible con este contexto legal que suprime el derecho
de todo ser humano pleno a volcar su actividad no solo en su vida
laboral, sino también en su participación democrática y en su ámbito
personal? Si con algo es coherente este actual contexto legal es con un
modelo económico que contempla al ser humano como un mero engranaje de
un sistema productivo, cuyo tiempo debe estar subordinado casi
exclusivamente al trabajo y el consumo, beneficiando a quienes se
encuentran en la pirámide del mercado.
Como señala el filosofo contemporáneo Antonio Fornés
“Actualmente trabajamos más horas que un esclavo romano, pero creemos
que vivimos en una sociedad superlibre… No tenemos tiempo de ver a los
amigos, de reflexionar en voz alta con ellos, ni de estar con nuestros
hijos, estar de verdad. Hay que madrugar, no tenemos tiempo de hacer el
amor con la persona que hemos elegido: la pasión se marchita. Lunes,
martes, miércoles, jueves…. La rutina engulle nuestra vida a cambio de
algún capricho, otro jersey negro que luciremos en la oficina, un mes de
vacaciones, un coche nuevo para el atasco del domingo. Siento amargarte
el desayuno, pero ¿eso es vivir?… ¿Abdicar de la vida para que tus
hijos abdiquen el día de mañana de la suya? Mi gato vive mejor.”
Pero una cultura que ponga el valor de
la vida por encima de los valores del mercado y la realización colectiva
por encima de la competencia, debe contemplar al ser humano no sólo
como trabajador y consumidor, sino también como individuo civil, como
persona afectiva y como sujeto de realización personal e integración
cultural, equilibrando su tiempo en tres instancias sociales
imprescindibles: la personal, la civil y la productiva.
Como la historia ha demostrado, cada
conquista de nuevos derechos laborales nos ha alejado poco a poco de los
tiempos de la esclavitud declarada y ha dado lugar a sociedades
relativamente menos injustas. Por ello, uno de los principales espacios
sociales en donde pueden reflejarse y concretizarse los valores de una
nueva cultura es el del derecho laboral. Debemos concientizarnos de la
necesidad de reivindicar y defender nuestro derecho a la libertad humana
frente a la jornada laboral, como una de las formas más claras de
esclavización cotidiana. Reducir la jornada laboral de 8 a 6 horas
diarias (o 30 horas semanales) sin aplicar reducción salarial, es una
propuesta realista y concretable que significaría un progreso social y
cultural de no menores proporciones, repercutiendo en la calidad de vida
de todo el pueblo. Es claro que esta propuesta, en principio, no
reduciría la injusta distribución del ingreso imperante en nuestra
sociedad capitalista (que debería constituir una preocupación paralela),
pero sí sería un modo concreto de apropiarse a gran escala de la
riqueza productiva –hablamos de reducir la jornada sin aplicar
reducciones salariales-, ya que se traduciría en un incremento del valor
hora para todos los trabajadores.
En algunos países de Latinoamérica como Venezuela, Uruguay y Argentina, afortunadamente, se han comenzado a debatir proyectos de ley que podría hacer realizable esta idea.
Lea el artículo completo en:
22 de agosto de 2013
Humanos construyendo la humanidad (2)
Los humanos humanizados, al igual que los otros animales, también
somos productos del azar, como todo lo que nos rodea. Nuestra
racionalidad puede ser nuestra sentencia de muerte consciente, ya que
ha nacido de la autoprospección. Sin embargo, parece ser que no hay otro
rumbo posible. Deberemos pues profundizar sobre cómo se ha producido
esta situación, para ser capaces de preguntarnos el por qué del todo, si
es que esto es posible, más allá de la especulación metafísica o de un
voluntarismo quimérico.
La racionalidad nos construye y nos destruye de forma sincrónica. Probablemente sea nuestra tabla de salvación cuando la mar se embravezca aún más que las procelosas aguas que conocemos los humanes actuales. Más allá de ella, sólo lo metafísico nos habla de un mundo difícil de admitir como propuesta de futuro, para una humanidad consciente.
La evolución es algo que aún no comprendemos en su totalidad, aunque ya entendemos algunos de sus mecanismos básicos; desde mi perspectiva, aún pocos. Supongo que este es el objetivo: avanzar en saber lo que somos de manera esencial y cómo se ha construido esta esencialidad.
Más allá de la selección natural, mecanismo incontestable de funcionamiento de la vida de acuerdo con el conocimiento actual, está nuestra capacidad de adaptación, que ninguna ley es capaz de establecer empíricamente. Existen demasiados parámetros para que esto sea exactamente así. Con esto no quiero decir que Darwin no tenía razón, sino que no tenemos una teoría unificada que lo explique todo. Sin ella, aún no somos seres autoconscientes de verdad por más evolucionistas que seamos. Seguimos persiguiendo la ilusión de intentar saber quiénes somos.
Explorar nuestro pasado y entender nuestro presente forman parte de la construcción de nuestro futuro, pero si desconocemos quienes somos no podemos acertar en saber lo que queremos. Por eso mismo podemos desaparecer dejando solamente lo que hemos sido, sin llegar a poder entender qué podríamos ser. Probablemente hemos de ir más allá de lo que es humano para poder humanizarnos.
La duda metódica
El conocimiento, a priori, es una forma de intuición donde racionalidad e irracionalidad convergen. Es por eso que se muestra trascendental. No puede haber una crítica a la razón pura, para construir lo inexplicable, que no sea una autocrítica de lo que mezcla consciente e inconsciente. Una vez más, Kant lo escribió, pero probablemente tampoco lo entendió del todo. Puede que fuera un ejercicio tautológico importante y como consecuencia que la conclusión no tenga principio ni final. Aún no tenemos teoría unificada del conocimiento científico. Afortunadamente para la ciencia, esto quiere decir que nos queda mucho camino.
La duda metódica no nos sirve para establecer los parámetros de la futura epistemología de nuestra razón evolutiva como humanos proyectados hacia la transhumanidad. Descartes descansa y se convierte en poso que descansa en el fondo de nuestra consciencia cultural. No hay mucho más que decir del progreso filosófico seminal, hasta que rompamos la dicotomía en nuestra existencia animal y humana.
Fuente:
El Mundo Ciencia
La racionalidad nos construye y nos destruye de forma sincrónica. Probablemente sea nuestra tabla de salvación cuando la mar se embravezca aún más que las procelosas aguas que conocemos los humanes actuales. Más allá de ella, sólo lo metafísico nos habla de un mundo difícil de admitir como propuesta de futuro, para una humanidad consciente.
La evolución es algo que aún no comprendemos en su totalidad, aunque ya entendemos algunos de sus mecanismos básicos; desde mi perspectiva, aún pocos. Supongo que este es el objetivo: avanzar en saber lo que somos de manera esencial y cómo se ha construido esta esencialidad.
La humanidad en evolución puede ser representada por un náufrago encima de una tabla flotando en medio del infinito océano.
Más allá de la selección natural, mecanismo incontestable de funcionamiento de la vida de acuerdo con el conocimiento actual, está nuestra capacidad de adaptación, que ninguna ley es capaz de establecer empíricamente. Existen demasiados parámetros para que esto sea exactamente así. Con esto no quiero decir que Darwin no tenía razón, sino que no tenemos una teoría unificada que lo explique todo. Sin ella, aún no somos seres autoconscientes de verdad por más evolucionistas que seamos. Seguimos persiguiendo la ilusión de intentar saber quiénes somos.
Explorar nuestro pasado y entender nuestro presente forman parte de la construcción de nuestro futuro, pero si desconocemos quienes somos no podemos acertar en saber lo que queremos. Por eso mismo podemos desaparecer dejando solamente lo que hemos sido, sin llegar a poder entender qué podríamos ser. Probablemente hemos de ir más allá de lo que es humano para poder humanizarnos.
La duda metódica
El conocimiento, a priori, es una forma de intuición donde racionalidad e irracionalidad convergen. Es por eso que se muestra trascendental. No puede haber una crítica a la razón pura, para construir lo inexplicable, que no sea una autocrítica de lo que mezcla consciente e inconsciente. Una vez más, Kant lo escribió, pero probablemente tampoco lo entendió del todo. Puede que fuera un ejercicio tautológico importante y como consecuencia que la conclusión no tenga principio ni final. Aún no tenemos teoría unificada del conocimiento científico. Afortunadamente para la ciencia, esto quiere decir que nos queda mucho camino.
La duda metódica no nos sirve para establecer los parámetros de la futura epistemología de nuestra razón evolutiva como humanos proyectados hacia la transhumanidad. Descartes descansa y se convierte en poso que descansa en el fondo de nuestra consciencia cultural. No hay mucho más que decir del progreso filosófico seminal, hasta que rompamos la dicotomía en nuestra existencia animal y humana.
Fuente:
El Mundo Ciencia
28 de octubre de 2012
Elton Mayo y los experimentos de Hawthorne
Trabajo y entorno laboral
Obra de Elton Mayo
En
la General Electric Company en Chicago; Hawthorne realizó un
experimento, cambió la iluminación, se escogieron dos grupos de
empleados por que se suponía que mejoraría el trabajo; y efectivamente
aumentó la producción en los dos grupos.
Stuart
Chase agrega “una fabrica realiza dos importantes funciones: la
economía de producir bienes, y la social, de crear y disminuir
satisfacciones humanas entre los que cobija bajo su techo. Si la organización humana de la fábrica esta desequilibrada, ningún sistema de eficiencia del mundo mejorara la producción.
Se
le dio a un grupo de muchachas trabajar si presionarlas, sin exigirles y
trabajaban como ellas mejor podían realizar su trabajo aumento las
piezas de relés de los teléfonos.
Finalmente,
se observó que los sentimientos no solamente contaban más que las horas
de trabajo, sino también más que los salarios.
Pero
realmente el hombre responsable del experimento de Hawthorne fue George
Elton Mayo, australiano de Adelaida, nación en 1880, y en 1926 fue
nombrado jefe de departamento de Investigaciones Industriales De
Harvard.
En
la planta textil Mayo inició las investigaciones con la introducción de
ratos de descanso equivalentes a dos intervalos de diez minutos por la
mañana y por la tarde. Los resultados fueron impresionantes, la rotación
descendió y la producción aumentó, el estado de ánimo mejoró y la
actitud de los hombres era más amistosa y los operarios recibieron su
primera bonificación, pero los supervisores no estuvieron de acuerdo, se
creía que los descansos deberían ser ganados (es decir, que los
operarios deberían completar ciertas tareas antes de obtener la
autorización para descansar).
Los
supervisores, naturalmente, se sobresaltaron y volvieron a implantar
los periodos de descanso, pero estos no respondieron y bajo la
producción, pero entonces el presidente de la compañía se hizo cargo del
asunto, aconsejado por Mayo. Después de eso todos los trabajadores se
sometieron a exámenes médicos, después
se inició un programa de entrevistas encaminadas a las actitudes de los
trabajadores y las cosas mejoraron con respecto a la iluminación ya que
esto ocasionaba enfermedades a los trabajadores, había grupos
informales y formales, había un código extraoficial de conducta que
ejercía poderosa influencia sobre los miembros del grupo formal y
marcaba en ello las siguientes reglas:




Los
profesores Miller y Form en su Industrial Sociology, una de las obras
más recientes y exhaustivas sobre la materia, consideran que la
principal implicación de la obra de Mayo es que “el problema de las
faltas, la rotación, el mal estado de ánimo y la escasa eficiencia se
reduce al problema de cómo consolidar a los grupos e incrementar la
colaboración, tanto en las factorías grandes como en las pequeñas. El
problema, como diría el famoso sociólogo Charles H. Cooley, es como
organizar la vida en los grupos primarios.
Los dos autores resumen en detalle otras conclusiones que provienen de las investigaciones de Mayo:








Las
objeciones mas graves a las investigaciones de Mayo provienen de
algunos sociólogos, quienes, sin estar en desacuerdo con sus
conclusiones, lo acusan de que:
1) Sus investigaciones en las fábricas han excluido casi por completo el panorama social.
2) Es unilateral, a favor de la admón.
3) Es
el campo del método científico, ignora la importancia de la teoría y
adopta una actitud que exalta el empirismo, la observación y el mero
descubrimiento de hechos.
Al
considerar la primera critica debe recordarse que la preocupación
esencial de Mayo no era la ineficiencia industrial como problema social,
sino que de enfrentaba a los problemas específicos de una fabrica
determinada. Así, se encontraba en la posición de un medico general ante
un caso de fiebre tifoidea, al médico le interesa saber que la tifoidea
es una enfermedad transmitida por el agua infectada, y supone que este
caso se debe a efectos en el alcantarillado, de los cuales son
responsables las autoridades locales cuya actitud puede ser una fuente
de peligro para todos.
La
segunda critica, a saber, que Mayo se muestra inclinado a favor de la
dirección. La réplica inmediata es que ningún psicólogo industrial se ha
mostrado nunca de otra manera y en consecuencia
es difícil entender por qué ha sido precisamente Mayo el elegido para
esta crítica. Bajo las circunstancias en que se efectúa toda
investigación industrial tal imparcialidad es inevitable. “Debe tenerse
en cuenta que todas las investigaciones de Mayo fueron efectuados con
permiso y apoyo de la dirección”.
La
tercera y última critica, Mayo escribe “la observación, la destreza, y
el experimento, y la lógica, deben considerarse como tres etapas
sucesivas de progreso”. Y en otro lugar. “La ciencia no parte de
sistemas imponentes y complicados al emprender el estudio de los
hechos”. Compara entonces dos clases de conocimiento: “conocimiento
sobre.” Basado en la reflexión y en el pensamiento abstracto, y
“conocimiento directo”, que se funda en la experiencia directa, y
sostiene que el segundo es el más importante, ya que conduce a la
adquisición de habilidad y destreza en el manejo de las cosas.
Las
investigaciones de Mayo siguen siendo revolucionarias y cuentan entre
las mas importantes en el campo total de las ciencias sociales.
Tomado de:
Más información en:
Bonus Track:
Presentación breve sobre los experimentos de Elton Mayo:
Elton mayo from Jessi Mendoza
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